¡Que vienen los fascistas! / Empresarios y Villarejo / Contrapeso a VOX / (III) La gran baza de Franco

¡Que vienen los fascistas!

“¡Vienen los fascistas! ¿Será posible?  ¡Madrid, repleta de tabernarios devoradores de berberechos y cerveza…! Madrid maldición de todo el Estado español, ¿cómo comparar a esa chusma con los cultos, europeos  y progresistas catalanes, valencianos, vascos, manchegos…? ¡Si es que van a desintegrar al país  esos beodos! ¿Dónde han quedado nuestros dialogantes colaboradores, la Soraya, el Rajoy, la Cifuentes, la Mato, el Maroto, el Arenas, el Feijoo…  con quienes tan bien nos hemos entendido, bromas aparte? ¡Ahí está la  berberechera  Ayuso empujada por Abascal, un tipo al que la ETA perseguía, algo habría hecho…!  ¡Dónde vamos a parar! ¡Adónde va a parar la democracia! ¡Con lo bien que nos entendíamos con las leyes de memoria, las de género,  la financiación de los separatismos,  el rescate de la ETA, el gaymonio y tantos y tantos  avances sociales… ! Eran reaccionarios, sí,  pero comprensivos, tenían su toque de estadistas,  entendían por dónde iba el mundo…  ¿Pero qué ha pasado aquí? Un poco corruptos, ya se sabe, pero ¿quién escapa a esas flaquezas tan humanas? Entre nosotros mismos se ha dado algún caso… ¡Tengo que hablar urgentemente con Casado! Él no es como la Ayuso. Él no se plegará a los manejos fascistas, restablecerá  en su partido la antigua línea dialogante, progresista…, progresista dentro de lo que cabe en la derecha… ¡Con lo a gusto que dialogábamos…! Le diré: Casado, tío, colega, tú no eres como esos putos madrileños fascistas de la taberna y el berberecho, tú y yo podemos entendernos, somos de la misma raza: tú un Máster, yo un Doctor, este país es lo que necesita: líderes, mujeres, hombres y transexuales con entidad intelectual y talla de estadistas. ¡Gente valiente y progresista, volcada en un porvenir risueño de avance social… ! ¡Sin esas antiguallas fascistas de la unidad nacional, la familia patriarcal,  esas libertades inútiles, lo de Franco, qué sé yo, todas esas fascistadas! Casado, querido colega –le diré–, con lo mucho y tan a gusto que hemos charlado tú y yo… Piénsalo, estamos condenados a entendernos”

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Empresarios y Villarejo

“Nada menos que veinte “pesos pesados” de las principales empresas,(BBVA, Repsol, Caixabank e Iberdrola), están siendo investigados judicialmente por sus encargos mafiosos a Villarejo. El control de llamadas de Villarejo aflora sus contactos con Interior, la Caixa y el BBVA”, informa Voz Populi . Creo que no hace falta extenderse mucho  sobre la mezcla de picaresca y mafia tan extendida en la clase política y empresarial. “Las cloacas no generan mierda, la  limpian”, ha querido excusarse Villarejo.  La mierda la han generado esos políticos y grandes empresarios con sus espionajes ilegales y sus corrupciones, pero él es parte del negocio, no su limpiador. Con sus manejos pagados por cuenta ajena ha perjudicado a numerosas personas, incluso se ha jactado de haber provocado un infarto al empresario Luis del Rivero.

   Dicho sea de pasada, la clase empresarial española, excepciones aparte, nunca ha destacado por sus escrúpulos, ni tampoco por su cultura o aprecio de ella, ni por su patriotismo. Parece que todo va junto.

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Cuatro perros verdes

Crónica. Contrapeso a VOX

**Dado el siniestro balance del bipartidismo PSOE-PP la evolución más adecuada de la democracia sería la desaparición de esos partidos y su sustitución por otros, de derecha o de izquierda, en que al menos compartieran los valores de la unidad nacional y el patriotismo,  el respeto a las libertades y la lucha contra la corrupción. Sin un básico acuerdo en esos puntos, la democracia no podrá funcionar.

**El problema de la democracia actual, como el de la república, es no haber contado con una izquierda democrática y civilizada. Una opción posible habría sido UPyD, y luego Ciudadanos. Pero las dos fueron liquidadas, una por Rosa Díez, la otra por Arrimadas. A la espera de otra salida.

**¿Hay algo más gracioso que un jefecillo o jefecilla sociata presumiendo de “entidad intelectual” (lo de la honradez lo han olvidado un poco)? Hay que agradecerles la ocurrencia, alegra el ambiente.

**Para entender lo que hemos avanzado en España desde el franquismo podemos hacernos esta sencilla reflexión: “¿Tenía Franco un doctorado? ¿Tenía al menos un máster?” Pues ya está, sobra cualquier otra discusión al respecto.

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Gran estrategia de Franco (III)  La baza decisiva del Caudillo

Conforme la guerra mundial se acercaba a su fin, la actitud de los anglosajones hacia Franco se volvía más agresiva y arrogante, mucho más que la que había mantenido Hitler.  Era paradójico:  Franco debía bastante a Hitler (aunque se esforzaba en pagarlo), y no al revés.  En cambio era mucho lo que los anglouseños debían a la neutralidad de Franco, que a su vez no les debía nada. La prensa  y los políticos anglouseños  mantenían constantes  campañas denigratorias, pintando a Franco como un enano sediento de sangre, opresor de su pueblo, que se hallaba en íntima rebeldía, deseoso de romper su  yugo. Y se le auguraba un final próximo y nada feliz. Carrero Blanco señalaba que tales campañas habían sido siempre una preparación de la guerra, como había ocurrido en la del 98. 

El embajador useño, C. Hayes, que conocía de primera mano la realidad española, se burla en sus memorias: “”Se ha afirmado a coro  que el triunfo de las armas aliadas no podía dejar de producir la rápida desaparición de Franco y de quienes le rodeaban. Lo más curioso de todo esto es que los sucesos exteriores sirvieron para fortalecer la posición de Franco en el interior del país”. “Después de todo, el régimen representa a aquella parte del pueblo español que ganó la guerra, y sería inédito en la historia del mundo que los vencedores  dijesen a los vencidos, a los cinco o seis años: Lo sentimos, no debíamos haber ganado (…) Queremos devolveros el poder y dar la bienvenida a vuestros jefes, dejándoles que hagan con nosotros lo que quieran“.

El análisis de Hayes habría precisado dos matices importantes: la parte del pueblo que ganó la guerra se había ampliado a otra gran parte de los perdedores, que habían experimentado en sus carnes los favores del Frente Popular y no deseaban repetir, como se comprobaría pronto. En segundo lugar ofrece una visión del franquismo como un bloque casi homogéneo, lo que distaba de ser cierto, pues dentro de él se abrían grietas peligrosas. Los Aliados no solo amenazaban, también se inmiscuían en los asuntos españoles, trataban de impulsar en el país grupos de resistencia (fácilmente desarticulados) y sobre todo influían en sectores del propio régimen que temían una próxima hecatombe. 

A raíz de la Conferencia de Yalta entre Roosevelt, Stalin y Churchill, el destino de España, dictado por los tres grandes, parecía resuelto inapelablemente. Los generales monárquicos conspiraban, en la Falange había divisiones, el Episcopado mostraba vacilación y había inseguridad en la gente común. Don Juan escribía a Franco: “V. E. es uno de los contados españoles  que creen en la estabilidad del régimen (…) V. E y el régimen que encarna no podrá subsistir al término de la guerra”. El mismo Serrano Súñer propuso a Franco sacrificar la Falange, con la que a menudo se identificaba al régimen –lo que estaba muy lejos de la realidad–, para aprovechar un último resquicio “cuando ya teníamos cerrados todos los caminos, sin el más pequeño espacio para maniobrar, al borde mismo del abismo”. Y proponía un gobierno quizá aceptable para los vencedores, formado por monárquicos “respetables”, por Cambó y por personajes de relieve intelectual  como Ortega o Marañón.  Desde luego, Franco lo rechazó, y mantuvo a la Falange contra todas las presiones internas y externas.

 En aquellos meses el Caudillo demostraría gran seguridad frente a las intimidaciones exteriores y los síntomas de desmoronamiento interiores. El embajador inglés Hoare resume su larga gestión en España: “Me fui con la sensación de que la influencia  que había ejercido sobre la psicología del Caudillo era insignificante”. Parece que Franco no tomaba muy en serio al embajador, como recuerda este de cuando, a la caída de Mussolini, quiso impresionar a Franco con advertencias “en los límites más extremos de la más extremada franqueza”… para encontrarse con que el Caudillo “sentado en la calma de su confortable salón”, estaba tan dispuesto a  hablar de “los tremendos acontecimientos  que tenían lugar en el mundo” como  “de la próxima cosecha, del tiempo o de las perspectivas de la estación para los cazadores”. Y así, “las duras verdades que yo a propósito le dirigí, lejos de provocarle reacción alguna, morían entre algodones”.

Creo que las razones de esa seguridad de Franco son principalmente dos: estaba seguro de que la alianza entre anglosajones y soviéticos no podría durar, pese a  las altaneras respuestas de Londres a sus propuestas de pacto contra la URSS; y estaba resuelto a luchar. Logró  convencer a los generales que le habían pedido su renuncia recordándoles  la guerra napoleónica, que seguramente había influido también en Hitler, e incluso invocó  a “los guerrilleros yugoslavos  que, después de tres años de difícil lucha son respetados e incluso reconocidos”, en referencia a los de Tito.  Comparó también las masivas rendiciones  de unos y otros ejércitos en la guerra mundial con “el hecho de que ni una sola unidad se haya rendido en nuestra cruzada” (la excepción de Teruel podría no computarse, dada la previa resistencia extremada): “Un pueblo es invencible  cuando tiene corazón y decidida voluntad de lucha”. Los generales le aplaudieron. El hecho es que logró transformar, al menos en aquellos momentos críticos, las intrigas adversas en ánimo de lucha, y sin emplear una  represión seria, que en aquellos momentos habría sido peligrosa.

   De paso advirtió a Don Juan: “Ni el régimen derrocó a la monarquía ni estaba obligado a su restablecimiento”, ni menos aún dispuesto a “doblegarse jamás a imposiciones exteriores (…) No hagáis caso de lo que del extranjero puedan insinuaros: las promesas a Polonia, al rey Pedro de Yugoslavia, al de Grecia, a Víctor Manuel, a Giraud y a tantos otros se esfumaron ante las realidades”.  Don Juan representaba, precisamente, los intereses de  Washington y sobre todo de Londres para rdecidir la política interior española.

 Incidentalmente, Julio Merino ha documentado en conversación con Serrano Súñer  la razón por la que Hitler no quiso entrar en España “contra la cólera de Franco”. El recuerdo de la experiencia napoleónica desempeñó ahí un papel fundamental. En cambio no ocurrió lo mismo con la invasión de Rusia. Por paradoja (la historia está llena de ellas) en los dos casos Rusia iba a salvar indirectamente a España, tanto de Napoléon como de Hitler.

Años de Hierro: España en la Posguerra 1939-1945 de [Pío Moa Rodríguez]

 

**El llamado transhumanismo no es otra cosa que el enésimo  proyecto de bestialización de la humanidad, común a las ideologías, siempre aspirantes a crear un “hombre nuevo”. Por bestialización hay que entender la  “superación” de la moral

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5 Respuestas a ¡Que vienen los fascistas! / Empresarios y Villarejo / Contrapeso a VOX / (III) La gran baza de Franco

  1. Pío Moa dice:

    La clave de la política española para evitar la guerra fue, tanto frente a Alemania como a los anglosajones, la explícita declaración de que España se defendería de cualquier invasión. Esta advertencia ha sido desestimada por numerosos historiadores refiriéndose al “estado lastimoso” del ejército español, que habría sido superado con la mayor facilidad por los tanques alemanes o los anglouseños. Sin embargo parece claro que unos y otros tenían una idea muy distinta de la de esos alegres comentaristas. En primer lugar, el ejército nacional estaba muy bregado por la reciente guerra civil, en la que había  demostrado, entre otras cosas, una capacidad de resistencia, a menudo heroica, ante fuerzas abrumadoramente superiores como probablemente ningún otro ejército del siglo XX.  Episodios como el del cuartel de Simancas, el Alcázar de Toledo, Santa María de la Cabeza, primera parte de Brunete, Belchite, Teruel y otros, me parece que no se dieron en ningún ejército de la II Guerra Mundial. También la División Azul había demostrado una calidad similar a las mejores alemanas, reconocida por Hitler. Al ejército español solo le faltaba disponer de abundante armas modernas. Y aun sin ellas, todos conocían la experiencia de la guerra de guerrillas contra Napoleón. Y conocían, más recientemente, las guerrillas yugoslavas de Tito, que los alemanes no habían conseguido dominar.  Por tanto, la posibilidad de que una invasión, aun con una victoria inicial rápida,  convirtiera al país en un peligroso avispero, tenían que ser consideradas por todos los estados mayores, y sin duda lo fueron. No era una advertencia de “bocazas” la de Franco.

  2. Proby dice:

    Suñer, no Súñer. Sin tilde. 

  3. Pío Moa dice:

    Es Suñer, sin tilde, pero yo lo oía pronuncia Súñer en otros tiempos, por eso lo pongo así.

    Nuevo hilo

  4. Proby dice:

    El que se oiga pronunciar mal una cosa no significa que haya que escribirla también mal. El apellido de Ramón J. Sender se ha pronunciado casi siempre mal – “Sénder” en vez de “Sender”, que es lo correcto – y, que yo sepa, nadie le ha puesto nunca una tilde.