Ucrania / Libertad y orden / Trilogías / El PSOE democratiza a España

  Según terminaba la SGM, los monárquicos de Don Juan se llenaron de peligrosas ilusiones.  308 – Las ilusiones de los monárquicos antifranquistas | Vox en las elecciones gallegas (youtube.com)

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Ucrania

1. La guerra no habría estallado  si se hubieran cumplido los acuerdos de Minsk. Pero fueron firmados con el propósito deliberado, luego confesado por la UE y por Kíef, de engañar a Putin.

2. La guerra pudo haberse detenido seis semanas después de iniciada por los acuerdos en Turquía, pero fueron saboteados por Inglaterra, y obviamente por Usa.

3. ¿Por qué la OTAN y la UE han preferido sostener una guerra que está desangrando literalmente a Ucrania? Por la esperanza de debilitar a Rusia y probablemente de fragmentarla.

4. En este conflicto, el gobierno de Zelenski desempeña el papel de agente de los intereses de potencia, que no de democracia,  de Washington y Londres. Zelenski pudo haber elegido la paz, pero ha preferido causarun daño gigantesco a su país en función de dichos intereses.

5. El gobierno de Zelenski y el procedente de Maidán, han desatado una rusofobia furiosa, hasta destruir infinidad de libros en ruso y anular la herencia cultural rusa (incluidos Dostoievski, Tolstói, etc.). Actitud culturalmente genocida para el 20% de la población. Que fue atacada militarmente durante años por Kíef, y sigue siéndolo.

5. Rusia solo exigía la neutralidad de Ucrania, el cese de la guerra contra la población de cultura y lengua rusa en el Donbás y el respeto a esa población DENTRO de Ucrania. Servir a intereses exteriores ha llevado a que Ucrania pierda probable y definitivamente esos territorios.

6. Los cálculos de la OTAN y la UE de desgastar y hundir económicamente a Rusia han resultado fallidos. Como también resultaron fallidos –muy costosamente fallidos para las poblaciones– cálculos semejantes en Afganistán,  Irak, Libia, Siria y otras.

7. Precisamente el fallo de esos cálculos es lo que hace más peligrosa la situación. Ni Rusia ni la OTAN pueden permitirse perder la guerra. Si gana Rusia, la OTAN corre un serio riesgo de no subsistir como alianza fiable. Por eso tiende a provocar el choque directo con Rusia y a extender el conflicto a toda Europa, arguyendo, sin prueba alguna, que Rusia la amenaza.

8. Hay que señalar que Putin estuvo muy dispuesto durante años  al acuerdo, incluso integración de Rusia en un proyecto occidental común. Pero el proyecto de la OTAN y la UE era el opuesto: rodear a Rusia de bases militares, lo que para el Kremlin constituía una amenaza directa a su seguridad, especialmente en el caso de Ucrania.

9. La actitud de la OTAN y la UE, lejos de hundir a Rusia, han provocado su alejamiento de Europa y su acercamiento a China;  y la formación de un gran bloque occidental euroasiático, expansivo hacia otros continentes,  lo que agrava las perspectivas. La invasión/destrucción de Irak se hizo con el pretexto de supuestas armas de destrucción masiva por Sadam Husein. El pretexto no vale contra Rusia, que sí posee tales armas. Y China también.

10. Los gobiernos, sean del PP o del PSOE, han metido a España en una OTAN bien representada por Gibraltar, Ceuta y Melilla. España solo podría desempeñar un papel parecido al de Zelenski, aportando carne de cañón a proyectos extraños.

11. Es por tanto de nuestro máximo interés marginarnos del inmenso conflicto que se está perfilando entre un Occidente enloquecido y un bloque euroasiático ajeno a nuestra cultura y valores. La neutralidad de España no solo es la oportunidad de salvarnos en lo posible de una eventual nueva guerra generalizada, sino  una contribución a evitar en la medida de nuestras fuerzas que se llegue a tal guerra.

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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Libertad y orden

Como veíamos (Personal y social (I) Marxismo y anarquismo), marxistas y anarquistas perseguían una sociedad comunista, pero con un fundamento opuesto: radicalmente personal el anarquismo, radicalmente social el marxismo. Por supuesto, ninguno de los enfoques conducía al ideal soñado, imposible por la naturaleza humana, pero es interesante distinguir entre ambos fundamentos.

   Más en general, podríamos definir el ideal personal con el concepto de libertad, y el social con el de orden.Pues, en efecto, la plena libertad personal está bien reflejada en el lema de la gargantuesca abadía de Thélème: “Haz lo que quieras” (mejor aún, lo que te dé la gana). La razón de ello es que cada persona tiene, como recordamos, una trayectoria vital única e intransferible que termina ineluctablemente con la muerte, por lo que no existe ninguna razón para obedecer a otros individuos esencialmente  iguales a uno, ni otras normas que las que emanen de nuestra voluntad (telema). 

  Pero la más insignificante experiencia social, incluso en la infancia, revela que lo que cada uno quiere suele rozarse o chocar abiertamente con lo que quieran otros. De ahí que también se diga: “tu libertad acaba donde empieza la del prójimo”. Limitación sumamente molesta cuando vivimos rodeados de prójimos.  El lema de la abadía contiene una bonita trampa: pueden hacer lo que quieran  solo  “los hombres que son libres, bien nacidos, bien educados y rodeados de buenas compañías, porque ellos tienen ese instinto natural y esa espontaneidad ―que les compelen a las virtuosas acciones y los aleja del vicio― que se llama honor”. Una perogrullada: para ser libre has de ser virtuoso, y para ser virtuoso has de ser libre. Con lo que, en todo caso,  la virtud oprime la libertad, y la libertad oprime la virtud. Solo puedes hacer lo que te dé la gana si reúnes en grado excelso unas cualidades que nadie tiene.

   En la práctica, las exigencias sociales entre “libertades” contrarias imponen un orden social que trata de hacerse obligatorio a todos, y que sustituye la virtud personal por la fuerza de obligar (sin conseguirlo nunca del todo). Esto se presenta como un despotismo de algunas personas o grupos de personas que, sin embargo, no pueden valer más o “ser” más que la mayoría forzada a obedecer. He aquí un serio problema.

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Trilogías

Mirando atrás constato que, sin deliberación, he tendido a agrupar los temas de mis libros en trilogías. Así los de tema personal (recuerdos y demás): por orden de publicación, De un tiempo y de un país, luego Viaje por la Vía de la Plata, y finalmente Adiós a un tiempo.  No creo que vaya a escribir más sobre estos asuntos. Lo mismo ocurrió con los tres sobre la guerra civil, aunque los he abordado mucho más tarde desde otra perspectiva,  también por orden cronológico: Por qué el Frente Popular perdió la guerra, y La Segunda República Española. Nacimiento, evolución y destrucción de un régimen.  Lo mismo ha ocurrido con la cuestión de la Edad Europea, que empecé por llenar un hueco en la historiografía hispana con Europa, una aproximación a su historia, en que no hablaba de dicha edad, que sin embargo se presentó por sí misma al abordar La hegemonía española y el comienzo de la Edad Europea.  Hegemonía que significó mucho más que el descubrimiento de América, y que llevó por sí sola a tratar desde ese punto de vista La II Guerra Mundial y el fin de la Era Europea. Y  he comenzado la tercera novela comenzada con Sonaron gritos y golpes a la puerta y seguida por Cuatro perros verdes, estas sí pensadas como una trilogía. Aun no sé el título de la tercera.

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Adiós a un tiempo

El PSOE “democratiza” a España

Así pues, lejos de ser una panacea que abriría todas las riquezas y bondades sociales (interpretadas según cada cual), la democracia encierra, como todos los sistemas, sus propios peligros, los cuales no pueden superarse por mera mecánica institucional, que no garantiza la selección de los mejores gobernantes y exige vigilancia y crítica permanentes. Con el triunfo del PSOE en 1982, que por primera vez iba a gobernar en solitario, se abría una gran incógnita para el sistema salido de la transición. El PSOE renunció –como fuera– al marxismo sin el menor examen de sus consecuencias en el pasado, pero a pesar de esa indicativa deficiencia, podría haber cambiado por simple realismo u oportunismo, y quizá respetaría las libertades e instituciones propias de la democracia.

Los socialistas habían abandonado a medias el gran proyecto proletario, pero al parecer tenían otro no menor, insinuado por Guerra en su castiza y célebre frase: “dejar a España que no la reconozca ni la madre que la parió”. Significara aquello lo que significara, ostentaba el propósito de romper drásticamente con la herencia recibida, es decir, con el franquismo y, más allá, con la historia anterior, al modo, quizá, de las “demoliciones” de Azaña. La frase, aparte su reveladora zafiedad, suscitaba alarma, en primer lugar porque la herencia era la transición desde el franquismo, y porque entrañaba una nueva educación o aleccionamiento social, probablemente al arbitrio de doctrinarios más o menos quiméricos, como el propio Guerra. Lo que traía peligro para las instituciones, y en primer lugar la judicial, que podría echar por tierra el “gran designio”.

Y, efectivamente, el gobierno de González se preocupó del poder judicial. Ya al expropiar ilegalmente a Rumasa en plena euforia del magno triunfo urnero, Guerra expresó la idea: “Si alguien se atreve a desafiar a este gobierno, que tiene diez millones de votos detrás, pues se le quita lo que tiene y ¡hala!, ¡to pal pueblo!”. Pero aquel satisfecho despotismo democrático corrió el serio riesgo de ser humillado por el Tribunal Constitucional, que si se doblegó a la presión o chantaje del gobierno fue probablemente porque un choque frontal habría causado una crisis política de incierta salida. Sin duda el gobierno extrajo una doble lección: evitar una nueva hazaña por el estilo, y controlar el poder judicial.

Con respecto a los jueces, el gobierno chocaba con dos escollos, el primero similar al de los profesores universitarios: numerosos jueces, sobre todo los de más edad, eran poco proclives a los propósitos socialistas, por lo que utilizó el mismo método: en 1985 redujo la edad de jubilación de los 72 a los 65 años, con lo que de un golpe se libró de más de 500 posibles objetores. El segundo problema nacía de la Constitución, que en su artículo 122 distribuía así los veinte miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ): doce elegidos por otros jueces y magistrados, y ocho por las Cortes, cuatro por cada cámara. El artículo ya hacía peligrar la independencia judicial si un partido gozaba de mayoría absoluta, pero la ley socialista de 1985 fue más a fondo: el Congreso y el Senado, es decir los partidos dominantes en ambos, elegirían la totalidad del CGPJ. Lo cual supeditaba la justicia a los políticos. La argucia al efecto era: siendo el poder judicial un “Poder del Estado, recordando que los poderes del Estado emanan del pueblo y en atención al carácter de representantes del pueblo soberano que ostentan las Cortes Generales, atribuye a estas la selección de dichos miembros”. Es decir, se politizaba a los jueces y se anulaba su independencia en nombre de la democracia representada por los partidos.

Hubo protestas –inútiles– por tal politización. El presidente de la comisión que elaboró dicha ley, Pablo Castellano, replicó burlonamente a las críticas: “Cada vez que los vocales oímos decir que el CGPJ está politizado, nos alegramos mucho”. Se alegraban, claro, de la politización en sentido socialista o “progresista”. Pero la ley descartaba ese peligro con una nueva argucia: “La exigencia de una muy cualificada mayoría de tres quintos (para la elección en las Cortes) garantiza, a la par que la absoluta coherencia con el carácter general del sistema democrático, la convergencia de fuerzas diversas y evita la conformación de un Consejo General que responda a una mayoría parlamentaria concreta y coyuntural”. En la práctica significaba que los partidos dominantes se repartirían el control de dicho poder, una corrupción que podía interesar –e interesaba– también al PP y a los separatistas sobrerrepresentados en la cámaras. A su vez, el Tribunal Constitucional (TC) estaría compuesto por doce jueces, cuatro designados por el Senado, cuatro por el Congreso, dos por el gobierno y solo otros dos por el CGPJ. Guerra se jactó: “Montesquieu ha muerto”. Más tarde negaría haber pronunciado esa frase, atribuyéndola a una improbable confusión un periodista. En todo caso define muy bien la situación: la justicia no iba a reconocerla “ni la madre que la parió”.

Aquella ley constituía un auténtico golpe de estado, pues desvirtuaba profundamente la democracia. En 2008, veintitrés años más tarde, exponía Manuel Jiménez de Parga, ex presidente del TC en 2001: “El (..) Consejo General del Poder Judicial experimentó una profunda desvirtuación el año 1985. La mitad de sus miembros sería elegida (…) por el Congreso de los Diputados y la otra mitad por el Senado. Quiere esto decir que era el Poder Legislativo el que iba a decidir la composición del órgano de Gobierno del Poder Judicial. ¿Dónde quedó la separación que defendía Montesquieu?”. Sin separar el poder judicial del legislativo y el ejecutivo, no habría libertad, señalaba Montesquieu, por lo que Jiménez de Parga proponía sustituir aquella ley por otra acorde con los principios democráticos. Por supuesto, la ley se ha mantenido, lo que dice mucho de aquellos demócratas sin historial ni pensamiento. Democracia digamos peculiar, y que aún había de crecer en peculiaridad.

 

 

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¿Quién nos agrede? / En Valencia / Sobre una novela / Democracia como oxímoron

      307 – Franco derrota a los monárquicos e impide la invasión de España | Elecciones en Galicia (youtube.com)

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¿Quién nos agrede?

**Dice Leguina: “No nos gusta nada que el PSOE se meta en la cama con los separatistas”. ¡Hombre! Llevan cuarenta años disputándose con el PP la cama de los separatistas.

**No se repara en esta combinación: los gobiernos PP y PSOE fomentan al mismo tiempo la inmigración masiva y el aborto masivo.

**No se repara en esta combinación: los gobiernos PP y PSOE financian los separatismos y entregan la soberanía nacional a Bruselas y la OTAN, como si fuera propiedad suya.  

**No se repara en esta combinación:  el español común es atacado por abajo, usando las lenguas regionales contra él, y por arriba desplazándolo en favor del inglés.

**No se repara en el dato: no nos agrede Rusia y sí la OTAN, que, con la UE, intenta arrastrarnos a una nueva gran guerra europea.

**¿Por qué no se habla nunca de estas cosas?  El descrédito de España, cultivado durante decenios por prácticamente todos los partidos, ha dado por resultado un par de generaciones  ignorantes de la historia y cultura propias, y con espíritu de lacayo.

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En Valencia

Un amigo francés, Robert Neboit, me escribe:

Estuve algunos días en Valencia y pude observar la comedia del ensayo fallido de instaurar en la ciudad y en su región el uso de catalán/valenciano, usado antaño en el campo.  En el aeropuerto de Valencia los rótulos están en valenciano/español/inglés, en la ciudad los nombres de las calles han pasado del español al “valenciano”. Sólo algunos rótulos han escapado por milagro a la ola de catalano-valencianismo, quizá como recuerdo de la barbaridad castellano-franquista o, peor, como indicio de una resistencia españolista. El “problema” (para los regionalistas) es que en Valencia no se oye hablar el valenciano, no me ocurrió ni una sola vez. No sé si los valencianos dicen que les gustan “la calle de la paz” o “el carrer de la pau” (mi mujer pensaba que significaba en francés la peau…). Sin embargo cuando el catalano-valenciano está demasiado alejado del español no lo usan, así dicen “la calle alta” en vez del nuevo “carrer de dalt”.

He pasado por casualidad cerca de una sede del Partido Popular, sobre la pared había en gran tamaño un eslogan en valenciano, y mucho más pequeño su traducción en español…

Esta insistencia en promover el catalán tiene como resultado mecánico el de reducir el estudio de las lenguas extranjeras a la única lengua inglesa.  Cuando los turistas españoles están en Francia nos hablan casi sólo en inglés. A veces lo confieso tengo la gana de responderles en francés. Pero debo reconocer que los franceses se comportan del mismo modo, y son tan perezosos, el inglés les basta. Hay que reconocer también que en Francia como en España los dirigentes dan el mal ejemplo.

Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civil

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Paco Linares sobre una novela

Nunca hice una crítica literaria, pero la novela-historia escrita por Pío Moa “Sonaron Gritos y Golpes a la Puerta” me ha conmovido con reales, auténticas y veraces sensaciones de todo tipo, epidérmicas y anímicas que deseo compartir. Leer esta novela es como un concierto, contiene tantos matices, tantas notas, que para describirla me obligan a compararla con una sinfonía.

  La primera lectura se me hizo muy corta, tiene muchas tesituras distintas perfectamente acopladas con precisión matemática, el suspense y la aparente improvisación, sólo aparente insisto, me sonaron a una audición de Jazz, todo es correcto, todo parece espontáneo. Pensé en el  inicio  de las primeras páginas en el estilo de Millennium de Stieg Larsson o como Los Pilares de la Tierra de Ken Follett, la terminé con prudente velocidad porque cada paso llamaba a otro como cuando subes una montaña, tenía la impresión de que algo me dejaba atrás.

  La segunda lectura la disfruté bastante más, como un concierto de música clásica, cada situación, cada personaje tiene una tímbrica diferente, a veces “molto agitato”  trepidante, otras “allegro ma non tropo” rápido pero no demasiado, había momentos que dejaba de leer para pensar sobre el contexto descrito o admirar la destreza del autor, Pío Moa. El escenario tiene cientos de fondos, guerra civil española y su correspondiente post conflicto bélico, Barcelona, Madrid, Francia, Alemania,  Rusia, ciudades, campos, aldeas. Cualquier página está llena de contenido, incluso los párrafos “molto espressivo” en una segunda lectura me daban que pensar, ¡qué concierto! no te aburres ni en los “adagio” porque tienen un fondo para la reflexión muy activo. Terminé por entender todo, parece que el autor lo vivió en primera persona.

 Cada personaje tiene su personalidad, su forma de hablar, el lector no tiene que compartir pensamientos, pero los comprende.  Las personas o situaciones,  cada uno de los que aparecen en  “Sonaron Gritos y Golpes a la Puerta” tienen su razón de ser, su propia personalidad,  su forma de pensar y hablar. Con algunos empatizas y me horrorizó observar  cómo se traicionan a sí mismos y a los demás, la descripción es tan real que pienso que igual me podría pasar a mí y me doy miedo. La verdad es que si hablo de un solo protagonista (conste que algún folio he roto por hacerlo) traicionaría la sorpresa del lector, el más bellaco puede llegar a ser el más honesto y generoso, todo depende de la batuta que mueve el director de la orquesta  más  la iniciativa de los profesores que en esta obra tienen su propia parcela de autonomía.

A Pío Moa, las situaciones y los personajes  muchas veces se le escapan, como a un periodista que escribe un diario, se apasiona y se sorprende con lo que él mismo ve, no con lo que ha compuesto. Cuenta una sinfonía que ha dirigido con la partitura de otro. En este torbellino hay brevísimos momentos de paz, como cuando en una tarde ves caer una fina lluvia de otoño sobre la mar en calma. Sin esperarlo, como el rayo,  nos cae un párrafo “molto agitato con fuoco”, trepidantemente ardiente. Subrayo, nunca he hecho una crítica literaria  pero recomiendo a quien no le guste demasiado leer que lo intente con este libro y al que encuentre placer en la lectura, estoy casi seguro que lo pasará bien. Espero que no me suelten gritos ni golpes a la puerta por expresar estas opiniones aunque en el fondo, como he escrito lo que siento, de veras me da igual. Porque digan lo que digan es formidable el contenido y es  fascinante el uso magistral que hace del metrónomo. ¡Solo soy un lector! Pero lo recomiendo, deseo que más gente disfrute de este trabajo, da placer, te hace pensar, enseña y entretiene.

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El término democracia es un oxímoron

Así pues, sin haber sido demócratas, todos competían en democracia. Y en europeísmo, como si España hubiera estado hasta entonces en otro continente físico y cultural. La democracia, en particular, se usaba claramente como palabra mágica y legitimadora, sin más problemas que el de excluir a quien no entrase en el coro, y con la sugerencia de que cada partido o grupo así autodenominado tenía la exclusiva de la marca, lo que creaba una confusión sobre su significado. demócratas auténticos, y no los demás que también reclamaban el título. Hasta se montó una asociación de “Jueces para la democracia”, implicando que los jueces ajenos a ella no serían realmente demócratas. Por lo que conviene echar un vistazo a esos problemas, de los que ya hemos hablado al tratar la dictadura de Primo de Rivera.

La fuerza mágica del concepto deriva de su etimología: poder del pueblo; un perfecto oxímoron o contrasentido, ya que el poder se ejerce necesariamente sobre el pueblo, sin que el pueblo tenga sobre quién ejercerlo. El poder brota naturalmente, por así decir, de toda sociedad humana, desde las naciones a las asociaciones de excursionismo, y no es difícil ver la causa: en todas concurren intereses, ideas, sentimientos, personalismos… diversos y a menudo opuestos, lo que hace preciso un poder capaz de asegurar cierto orden y estabilidad. Una sociedad ácrata solo existiría si todos sus componentes se rigiesen por el instinto, al modo de las hormigas o las abejas.

Por consiguiente, el poder solo puede ser ejercido por un pequeño número de personas, una oligarquía en sentido neutro, ni bueno ni malo en principio, encabezada en general por un jefe (“monarca”, en la terminología heredada de Grecia), y necesitada de un grado suficiente de aquiescencia popular, vagamente asimilable a “democracia”. El poder puede ser más o menos aristocrático, monárquico o democrático, pero siempre y necesariamente es oligárquico. Y siempre se justificó por dos vías complementarias: la legitimidad nacida de un orden bastante –pero nunca por completo– aceptado socialmente, y la fuerza para afirmar ese orden frente a las disparidades y oposiciones siempre existentes en el seno del pueblo. Ni los pueblos ni las oligarquías son homogéneos en intereses, y de ahí las luchas por el poder, que llegan a la violencia desatada en revueltas, guerras civiles y crímenes, como testimonia abundantemente la historia.

Toda oligarquía funciona sobre un doble interés: el de una masa suficiente de población que la acepte, y el de la propia oligarquía en mantener su poder. Intereses nunca en plena concordia y que pueden llegar oponerse. Es una constante la tendencia de la oligarquía a privilegiar sus intereses por encima de los de aquellos a cuya paz y prosperidad sirve en teoría: tendencia al despotismo o tiranía, en suma.

Lo que hoy llamamos democracia es producto, último por ahora, de una larga evolución de pensamiento y práctica contra la tiranía en Europa, con precedentes en el mundo clásico. En España, el pensamiento antitiránico aparece ya en Isidoro de Sevilla, y durante la Reconquista daría lugar al Fuero de León, valorado a menudo como primera declaración de derechos personales, y a las Cortes de León, probablemente la primera institución parlamentaria de Europa. La escuela de Salamanca, de los siglos XVI y XVII, reflexionó en profundidad sobre el mismo problema. El despotismo ilustrado, importado de Francia, buscó racionalizar el poder, más que limitarlo. La reacción contra él fue el liberalismo y la brutal Revolución francesa. La democracia actual viene a ser una evolución del liberalismo, que en principio no admite el sufragio universal pero llega a él –penosamente– por el principio de igualdad ante la ley. Es difícil pensar en una democracia no liberal.

En suma, como ya vimos, llamamos democracia a un sistema de selección de oligarquías (partidos) mediante elecciones periódicas por sufragio universal, en que la autoridad para gobernar proviene, no del pueblo, cosa imposible, sino de la parte del pueblo que ofrezca más votos. Es evidente que no puede haber tales elecciones sin las libertades de expresión y asociación propias del liberalismo, y de garantías contra la falsificación del voto.

La democracia tiene así varias ventajas sobre los métodos anteriores: el criterio de las urnas amortigua el carácter violento y guerracivilista que llegan adquirir las luchas por el poder; al ser periódicas las elecciones, una mala elección puede corregirse en la siguiente; las libertades de expresión facilitan la vigilancia sobre la inclinación a la corrupción y despotismo de los partidos; y los partidos mismos, expuestos a publicidad e investigación, son preferibles a las camarillas y círculos opacos que en todos los regímenes pugnan turbiamente por el poder. Otra barrera contra la tiranía, no dependiente de elecciones, es la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. En la realidad, las propias elecciones desdibujan la separación entre el legislativo y el ejecutivo, con lo que adquiere especial valor la independencia judicial contra los abusos despóticos. En el plano económico, la democracia exige una economía de mercado más o menos libre, y es incompatible con una planificación sistemática desde el estado, que tendería, como ha ocurrido en tiempos aún recientes y amenaza volver, a fundar una sociedad en la que el poder controlaría a la población del modo más completo.

 Desde luego, estas consideraciones no implican que todos los regímenes anteriores a la democracia hayan sido tiránicos o ilegítimos, ni que la democracia haga imposible la tiranía: solo la dificulta, pero puede degenerar en lo que llamaba Tocqueville “despotismo democrático”, un poder tutelar que infantilizaría a las personas hasta “privarlas de los principales atributos de humanidad”, peligro hoy bien a la vista. Y sin llegar al extremo, al hacer del triunfo en votos el criterio básico, la competencia electoral abre la puerta a un duelo de demagogias y promesas incumplibles que degradan y corrompen a la sociedad. O permite que un partido utilice el poder ganado en las urnas para anular las libertades y garantías: el caso del nazismo lo prueba, también el del Frente popular, si bien este partía ya del fraude electoral; pero, de modo menos drástico e inmediato, el proceso destructivo puede adquirir otros ritmos y matices. Además,hay varios sistemas electorales posibles, con resultados representativos distintos, y sin garantizar el principio de “un hombre, un voto”, pues siempre hay votos que revierten más que otros en escaños parlamentarios: hecho bien visible en el sistema español, que permite a los separatistas una representación muy superior a su número de votos, con los efectos políticos conocidos.

La experiencia muestra también que, aun con todas estas precauciones y equilibrios, la democracia se hace inviable cuando los partidos se vuelven antagónicos, de modo que uno o varios adquieran fuerza suficiente, en votos o en armas, para amenazar la libertad o existencia de los demás, como está implícito en los partidos marxistas. En otras palabras, cuando entre los partidos más fuertes deja de ser común no solo el respeto a las urnas y a la independencia judicial, sino una concepción compartida sobre la historia del país y el sentimiento patriótico correspondiente.

Por todas estas razones fracasó la República. La izquierda, los disgregadores y gran parte de la derecha regeneracionista, discrepaban rudamente entre sí, pero algo les unía: el desprecio y aversión al pasado hispano y la repulsa sin matices a sus defensores, a la derecha “cavernícola, oscurantista y retrógrada”, que debía ser extirpada aunque ganase los comicios. Y como los ganó en 1933, la respuesta fue primero la intentona golpista (Azaña y demás), y la insurrección armada meses después. Y puesto que en febrero de 1936 podían volver a ganar los cavernícolas, sus enemigos falsificaron los votos y emprendieron al sistemático desmantelamiento de las instituciones democráticas, poder judicial incluido. Salvo en los separatistas, no dejaba de existir un peculiar patriotismo en los demás, puesto que aspiraban a crear una España radicalmente nueva, rica, progresista, culta y europea. Nobles y acaso gratuitos propósitos, que no reparaban en las drásticas diferencias de designio entre sus partidos –bien visibles en sus persecuciones mutuas durante la guerra civil–, ni en su propios talentos, no muy destacables según tuvieron a bien demostrar.

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Elecciones gallegas / Sucesos y cosas / Revisionismo / Gran prodigio de Alá

Una hora con la historia:   306 – La muerte del maquis | Nueva gran guerra europea (youtube.com)

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Elecciones gallegas.

Técnicamente, en unas elecciones se trata de crear opinión pública, convencer de la propia política al mayor número de personas. Y eso depende en gran medida del control de los medios de masas  y, actualmente y en segundo lugar, del manejo de internet. En ese terreno, VOX ha tenido  insuficiente fuerza en internet (sus seguidores no se han movilizado lo bastante), y en contra a la totalidad de los demás partidos, a la Iglesia (lo de “voto útil” parte del Episcopado ya en la transición), a la práctica totalidad de los medios de masas, que se han volcado mezclando el silenciamiento, la calumnia y el falso  rumor contra ese partido. Estas condiciones hacen muy difícil el éxito electoral, pero al mismo tiempo demuestran el pánico de todos ellos a VOX, la debilidad esencial del conglomerado de la estafa. Contrarrestar a los medios es imposible mientras no se creen o aparezcan otros que marquen la diferencia de fondo y de estilo con los existentes, auténtica basura en su gran mayoría.

 Aparte el aspecto técnico, creo que ha habido también algunos fallos en el discurso de VOX. Oyendo a Abascal, me queda la impresión de unos argumentos bien expuestos, pero algo dispersos y sin bastante energía. El argumento de conseguir alguna representación aquí y allá para “obligar” al PP a cambiar de política es débil. Los enemigos principales y más dañinos para VOX son el PP y los medios de la Iglesia, cuya estrategia es pintar a VOX como algo parecido a ellos, pero innecesario y sin relevancia real, por lo que votarle no solo sería inútil, sino que haría el juego a la izquierda. Este mensaje cala en mucha gente, y es preciso explicar, con tranquilidad y precisión, en qué se diferencia VOX del PP y por qué esas diferencias son cruciales y obligan a denunciar en toda la línea la política del PP.

El activo principal de VOX es el patriotismo y la defensa de la democracia, que son los valores más amenazados por el conglomerado de la estafa. El patriotismo lleva necesariamente a una política exterior de neutralidad, máxime cuando ya nuestros “amigos” de Gibraltar se están preparando para una nueva guerra europea. Y la defensa de la democracia exige aclarar de una vez por todas que ella viene del franquismo y no del antifranquismo; y que antifranquismo es separatismo, liberticidio y guerra. Esta es una tarea pendiente, y cada ve más urgente en VOX. Sin completarla, todo quedará en el aire.

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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Sucesos y cosas.

El primer recuerdo en Adiós a un tiempo gira en torno a la muerte por la policía de un camarada comunista y otros sucesos como mi venida de Bilbao para rehacer, junto con él y dos más, la organización, que había sido casi desmantelada por la policía; dos excursiones por la provincia de Segovia  con una comida en Sepúlveda, en 1975 y otra, quizá diez años posterior, con visita al cementerio de Segovia;  el conocimiento de aquella muerte en 1979,  cuando yo vivía, apartado de todo aquello pero aún en la clandestinidad, en una buhardilla de Lavapiés; u  otra comida familiar en un restaurante chino de Madrid,  un cuarto de siglo después, que es la que desata los recuerdos.

Al lado de los sucesos están las cosas en que transcurren: los barrios o ciudades, los  restaurantes, el piso en que dormíamos con mil precauciones porque podía haber sido descubierto por la policía, la  buhardilla, la nata de un café irlandés… Todas esas cosas permanecen, son materiales, palpables o fácilmente reproducibles, mientras que los sucesos no lo son: se evaporan en el tiempo como si no hubieran existido, son únicos y los intentos de reproducirlos los falsean. Puesto que han existido  y la memoria nos los reafirma con más o menos fidelidad, deberían tener algo de la materialidad con que existen las cosas, deberían ser hallables en el espacio, pero no es así, han desaparecido y la memoria de ellos los va difuminando y confundiendo. Mencioné entonces la sensación de absurdo, más propiamente de inexplicabilidad,  de todo aquello.

Y están también las personas concretas, mencionadas en el libro pero que ahora omito por no complicar la reflexión.

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Revisionismo

Me avisan de  La esfera de los libros de que El País quiere hablar conmigo para no sé qué. “Dígales que no quiero saber nada de esa gente”, contesto. Era, por lo que me han contado después, para un reportaje sobre “revisionismo”. He tenido alguna experiencia con las manipulaciones de  esa gentuza en TVE. Son lo que llamaba Julián Marías, profesionales de la mentira, es decir, que hay que dejarlos de lado precisamente porque son profesionales, no equivocados. Lógicamente detestan el revisionismo, porque la revisión es una exigencia de la razón y la ciencia, ya lo explicaba Descartes. Los dogmáticos profesionales del fraude histórico no pueden soportar  el revisionismo, es lógico. Antes tenían todo el poder cultural, apoyados por el PP, pero ya no están tan fuertes y lo resienten. Lo mejor es mandarlos directamente a la mierda, en la que se rebozan tan a gusto.No se puede respetar lo que no es respetable, porque se pierde el respeto a lo que merece respeto

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D´un temps que será el nostre, clamaba insensatamente Raimon

De Un Tiempo Y De Un Pais - 1

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Gran prodigio de Alá

Aquellos antifranquismos que, analizados un poco de cerca, podrían muy bien tildarse de bufonadas, se completaban con una supuesta democracia. En la transición, los demócratas habían florecido por doquier, a derecha e izquierda, en partidos y personajes cuyo común denominador consistía en carecer de cualquier historial o pensamiento democráticos, así fuera la UCD, AP o los de la Platajunta. Estos últimos se sentían herederos del Frente Popular, cuando en realidad procedían casi todos, sociológica y familiarmente, de sus vencedores, lo que añadía al ambiente un toque más de comedia.

Y de todos ellos, el partido de pasado más liberticida y antidemocrático, más que el propio PCE, había sido sin duda el PSOE. Ninguno contaba en su haber con proezas comparables a su insurrección del 34 en combinación con la Esquerra, al Frente Popular, el fraude electoral, el asesinato del jefe de la oposición, la entrega del oro a Stalin, el SIM, la destrucción o saqueo sistemático del tesoro histórico del país y de los ahorros de mucha gente, el asunto del Vita... Nadie igualaba esa ejecutoria. Y el paso pacífico de la ley a la ley, del franquismo a un proceso democrático, el PSOE trató también de torpedearlo…¡presentándose como el máximo adalid de la democracia, aparte de otras virtudes ! ¡Hasta despachaba carnets de demócrata a quienes tuviera a bien concederlos, por medio sobre todo de El País! Verdaderamente, del PSOE podría decirse, en otro sentido, lo que un historiador musulmán del Cid: “es uno de los grandes prodigios de Alá”.

No puede entenderse el éxito de tal metamorfosis sin atender a la flojera intelectual de la derecha. Si el PSOE, así como los partidos disgregadores, legitimaban sus pretensiones apelando a la historia aún reciente, a la República, al Frente Popular y la derrota bélica supuestamente injusta, ¿qué podía hacer la derecha, si hasta la Iglesia se había pasado al bando contrario, y el franquismo se pintaba como verdugo de aquellas excelsas libertades republicanas? Los neodemócratas de derecha tenían un problema: o defendían la legitimidad del régimen anterior, o tenían que disimular y procurar que se olvidase su procedencia. Incluso olvidar la historia de España en general. La consigna de la UCD y la monarquía era “Europa y democracia” bálsamo de Fierabrás que curaría todos los males. Si la izquierda falsificaba la historia, y la derecha pretendía borrarla España nacía como si nunca hubiera existido, en la frase regeneracionista de Costa. Unos pocos sí vindicaban el franquismo, pero lo hacían desde la imposibilidad de revivirlo, por lo que apenas tenían recorrido. Aunque en la política práctica la UCD tuvo éxito inicial con las maniobras de Torcuato, se situó a continuación en posición mendicante hacia Europa y acomplejada hacia los herederos del Frente Popular.

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Crimen de estado / Progres y carne de cañón / El PSOE culturiza a España

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 Una hora con la historia:   306 – La muerte del maquis | Nueva gran guerra europea (youtube.com)

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 Un asesinato de estado

** He sostenido la tesis de que la SGM marca el final de una era histórica, la Era Europea,  de cuatro siglos y medio comenzada por los descubrimientos y conquistas hispanas. Desde entonces se han hecho intentos  de revertir  la decadencia mediante una unificación  que convirtiera a Europa en superpotencia capaz de rivalizar con Usa y la URSS. Los problemas de ese designio quedan hoy de relieve con la guerra de Ucrania: se ha empujado a Rusia, que ya no es la URSS,  hacia Asia, hacia China; sin que la Unión Europea haya podido superar su posición de satélite de Usa. El juego es tan peligroso que ya se está hablado por toda la UE de prepararse para una tercera gran guerra europea, que previsiblemente sería la última, no solo para Europa sino para la humanidad.

**Navalni.  Sospecho vivamente que la muerte de Navalni ha sido un asesinato por “razones de estado”. Cuando me hablan de la Rusia actual como un modelo por cuanto rechaza las ideologías lgtbi y similares, respondo cuatro cosas: que para nosotros no puede ser ningún modelo; que los problemas de democracia en Rusia solo los pueden solucionar los rusos; que los gobiernos españoles no están en condiciones de dar lecciones a nadie; y que no tenemos conflictos con Rusia, salvo los que nos impone Gibraltar. Digo Gibraltar como resumen y símbolo de la verdadera posicióninternacional de España.

**El reciente discurso del rey  a los jueces me parece un segundo  aviso a los golpistas, después del de  la Navidad pasada. En efecto, en los jueces recae, en primer grado, hundir el golpismo del gobierno y juzgar a los golpistas. ¿Defenderán esos jueces la ley y la independencia judicial?  Ojalá. Si no lo hacen, pondrán en el mayor peligro a la monarquía, cuyos intereses coinciden en estos momentos con los de España. Un solo reparo: la referencia a “Europa”, siempre vacua en la jerga de los políticos. Incidentalmente, se veía a Felipe VI  algo demacrado. Creo que las últimas noticias familiares lo explican.

**Me invita Luis Valiente  a la presentación de La represión de la posguerra, de Miguel Platón. La presentan Federico Trillo y Pedro Corral, dos insignes peperos según los cuales la guerra fue cosa de unos cuantos locos sanguinarios de un lado y del otro que arrastraron a la gente al desastre. El contenido de la guerra, causada directamente por la destrucción de la República en el doble golpe sucesivo de octubre del 34 y febrero-abril del 36, y fundamentalmente por el doble intento de disgregar y sovietizar a España, no puede decirles nada a las gentes de un partido que se ha distinguido por fomentar los separatismos y ayudar a la falsificación por ley de la historia. De Corral ya hablé un poco en Galería de charlatanesPodría ir a la presentación para señalar estas cosas, pero a estas altura es ya  perder el tiempo.

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La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

Los progres y la carne de cañón

**Me manda un amigo una reseña de la novela Castillos de fuego, de un tal Martínez de Pisón, valorada en varios medios como la mejor del año pasado. La reseña empieza: “1939 fue el punto de partida de un período especialmente ominoso para España”. No hace falta leer más. Para el autor y el reseñista, un tal Alberto Mauri, solo puede ser ominoso que millones de españoles no sirvieran de carne de cañón en la II Guerra Mundial, que los españoles de entonces  apoyasen muy mayoritariamente a Franco contra el maquis y los intentos de hambrear a España mediante el aislamiento internacional, y que fueran capaces de reconstruir el país con sus propias fuerzas sin depender del Plan Marshall… ¡Qué bueno habría sido para estos antifranquistas de pega que los españoles hubieran sido masivamente  bombardeados y masacrados, como en el resto de Europa, y que se hubieran rebelado contra quienes los libraban de tales delicias “progresistas”!

Dice el tal Mauri que “La rendición de la República desató una represalia que buscaba la destrucción de los vencidos que sobrevivieron a la Guerra Civil”. A la guerra civil sobrevivió la inmensa mayoría de la población, que no fue destruida en absoluto,  y los quince mil fusilados no lo fueron por ser republicanos, que no lo eran, sino por “cosillas” que describe Miguel Platón en su reciente libro.  Menciona también el cuentista “la eliminación de las pocas transformaciones que, hasta ese momento, España había experimentado en lo social y lo cultural”. Azaña y los Padres Espirituales de la República  describen muy bien esas “transformaciones”. Pisón y Mauri harían bien en leerlos con atención, aunque ya sé que es pedir peras al olmo. En Galería de charlatanes expuse la indignación que me causó la evidencia documental y archivística del envenenamiento de la conciencia  de la gente a base del embuste profesionalizado, de que hablaba Julián Marías.
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Ferrandis sobre la ONU: Organización de Naciones Unidas: antecedentes, origen, actividades tradicionales | José Ramón Ferrandis (joseramonferrandis.es)

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El PSOE culturiza a España

¿Cómo valorar la plétora de autores que han ido surgiendo desde la transición? Aquí entra un doble criterio, el político o ideológico y el puramente intelectual o literario. Basta ver la nómina de los escritores de los años 40 para comprobar, como señala Julián Marías, una pluralidad de fondo y no subvencionada, que dio lugar a la famosa polémica sobre Ortega y Unamuno, arrastrada hasta el Vaticano II, o a obras claramente antirrégimen (La Colmena, la “poesía social”…), a despecho de una censura que no frustró ninguna obra maestra. En cambio, una visión por encima de las nuevas generaciones del posfranquismo da impresión de mayor homogeneidad en plan antifranquista y progresista, cercana al PSOE, como también en el mundillo de los artistas, actores y demás. En unos primeros años el marxismo, la URSS o la Cuba castrista despertaban, incluso en la derecha, un respeto un tanto hueco, al modo del sempiterno europeísmo. Pronto la moda pasó a expresar unción por “la utopía” en plan anarcoide, y al descrédito del “poder”, sin más; y luego otras modas intelectuales sin que produjeran ninguna obra seria.

Se formaron círculos literarios y de pensamiento, los más influyentes el “progresista” o “progre”, simpatizante del PSOE, en torno al diario El País, y el conservador en torno al diario ABC. Los directores de ambos periódicos, respectivamente Cebrián y Ansón, hicieron de sus respectivos periódicos los de mayor tirada e influencia, pese a lo cual, o por eso, se detestaban. Ansón podía acusar a su rival de complicidad con la policía franquista al haberle filtrado grabaciones de encuentros de comunistas españoles en el exterior; y Cebrián contraatacaba identificando a su contrario con el “Sindicato del crimen”, por publicar información sobre las corrupciones del PSOE. A su manera reproducían la vieja querella entre falangistas y monárquicos, ya visible en los años 40.

Pese a la antipatía utua, las carreras de ambos mostraban un paralelismo sorprendente. Los dos se distinguían por un brioso y voluntarioso antifranquismo después de haber gozado de posiciones privilegiadas y haber hecho un currículo notable bajo aquel régimen. Notoria, también su robusta anglofilia. Cebrián había sido subdirector de Pueblo, diario de los sindicatos verticales, después de Informaciones, luego jefe de los servicios informativos de televisión con Arias Navarro, y Fraga había cometido el error de encargarle la dirección de El País. Nunca se molestó en explicar su vistosa evolución política, aunque debió de tener sus razones. Ansón, incondicional de Don Juan, a quien distinguía con el imaginario título de Juan III, triunfó también bajo el Caudillo en altos cargos de ABC y de Blanco y Negro, y como subdirector de la Escuela Oficial de Periodismo, cargo de confianza, pues allí trataba de formar sus periodistas la tiranía aquella. Muerto el dictador, la oposición a él de uno y otro se tornó audaz, casi temeraria. Para mayor paralelismo, los dos llegarían a académicos de la Real Academia de la Lengua, Cebrián en 1996 y Ansón en 1998.

La farsa ¿qué otra cosa, si no? del antifranquismo de los dos diarios –y de muchos más– se convirtió en una cultura sui generis. Las versiones de la historia tienen valor crucial para legitimar una situación política. Las de la izquierda habían exigido la ruptura al empezar la transición, y pese a tener que doblegarse políticamente a la reforma, persistieron en un plano ideológico más profundo, y desacreditar al franquismo resltó una necesaria labor corrosiva, clave a largo plazo. Labor obligada y justificable desde el enfoque de quienes aspiraban a disgregar España o detestaban su pasado, como el PSOE, según observaba Julián Marías. Unos y otros discernían en el franquismo, precisamente, la concreción de aquella historia infame y enferma, a la que habría apuntillado felizmente el Frente Popular de no haber perdido la guerra. Nada objetable, salvo por su demostrada necesidad de falsear los hechos.

El método consistió en identificar al franquismo con los fascismos de antaño y acusarle de haber asesinado a cientos de miles de honrados republicanos por no compartir las ideas de Franco y ansiar la libertad, la democracia y el progreso. La universidad y los medios promovieron a historiadores como Preston, Jackson, Gibson, Malefakis, Pierre Vilar…, y a sus imitadores castizos Juliá, Viñas, Moradiellos, Reig Tapia, Tusell y decenas más, parte de los cuales he reseñado en Galería de charlatanes. La inanidad intelectual alcanzada por ABC resplandece en las loas ditirámbicas de Ansón a la célebre y peculiar biografía de Franco por Preston. Otro, entre muchos, cuando la izquierda emprendió su ofensiva contra el Valle de los Caídos “informando” de su construcción por el trabajo esclavo de 20.000 presos “republicanos”, el diario monárquico no tuvo empacho en reproducir el hallazgo historiográfico. Ni Cebrián ni Ansón parecían notar que al adoptar las historias del PSOE y los separatistas minaban la legitimidad de la transición y de la monarquía.

La tarea aún tropezaba en tiempos de González con una oposición académica considerable, por la obra de historiadores como los hermanos Salas Larrazábal, Ricardo de la Cierva, José Manuel Martínez Bande, Luis Suárez y varios más. Sin embargo esa oposición se fue debilitando al imponerse agresivamente la versión rupturista en la universidad y en los medios, incluidos la mayoría de los de derecha.

Claro que, salvo en sistemas tipo realismo socialista y similares, la corrección política es secundaria en la valoración propiamente intelectual o literaria de la obra de los escritores y artistas. Pero aun siendo secundaria, no deja de ser un lastre. Se ha hecho habitual que una multitud de artistas y escritores adopte posiciones políticas aparatosas y siempre a favor de lo que llaman progresismo, identificable con el PSOE y los secesionismos. Ello resulta en parte de una política de subvenciones, así a un cine de muy baja calidad media , que recauda la mitad de lo que recibe del gobierno. En fin, ¿qué valor cultural tienen las obras de las nuevas estrellas Umbral, Rosa Montero, Millás, Savater, Viñas, Zafón, Javier Marías, Almudena Grandes, Muñoz Molina, Landero, Pombo, J. A. Marina, Félix de Azúa, J. L Abellán, Albiac, Pérez Reverte, Celia Amorós, Esther Tusquets, Pisón y tantos más? Requeriría un estudio aparte, no historiográfico. Quede como pregunta.

 

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La alternativa / Judeofobia / La cultura del PSOE

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Decía Pío Baroja que la vida de los viejos es tan estrecha y limitada que solo les queda recordar.Recordar es volver a vivir, decía una canción, pero los dudo.

Adiós a un tiempo

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Por qué VOX es la alternativa

** Si en Galicia gana el BNG es lo mismo que si ganara el PP o el PSOE.  ¿Qué diferencia hay en sus políticas? Solo les separan las siglas y la rivalidad por cargos y dineros.

**El fondo de la política del PP en Galicia consiste en desplazar progresivamente al español del espacio político y social; e ir rellenando el vacío con el inglés. Lo aplica y explica inmejorablemente el mismo Feijóo. Y una masa de cretinos prefiere no enterarse.

**Dos síntomas siniestros: la masiva manipulación en torno a la guerra de Ucrania. Y la masiva manipulación en torno a VOX.

**A VOX le faltan dos cosas: una política neutralista y la vindicación del franquismo como origen de la democracia. No obstante, defiende la unidad nacional y la democracia, herencias del franquismo, y por eso es la alternativa.

**Aunque no existen indicios de que Rusia se proponga invadir países de la OTAN, se comprende que los países próximos a la frontera rusa deseen estar protegidos por la OTAN, dadas ciertas experiencias históricas. Pero la posición de España es otra.

**Al intentar repetir con Ucrania las aventuras de Irak, Afganistán, Libia o Siria, la OTAN se ha puesto en peligro ella misma. Si pierde, quedará muy desacreditada, y ya no puede esperar ganar salvo extendiendo la guerra a toda Europa. Y este es el mayor peligro.

** A menudo se emplean como sinónimos los conceptos  poder,  gobierno y estado. Creo que conviene distinguirlo: poder es un concepto abstracto que define un fenómeno presente en toda sociedad humana; gobierno es la concreción de ese poder y sus avatares; y estado es el aparato que permite ejercer el gobierno.

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 Una hora con la historia:   306 – La muerte del maquis | Nueva gran guerra europea (youtube.com)

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Judeofobia

 Recibo de vez en cuando correos con el  tópico de la maldad de los judíos, “la Sinagoga de Satanás”, “El Gobierno mundial oculto”, etc.,  que está detrás de todos los males que viene sufriendo la humanidad desde hace al menos veinte siglos. Uno podría preguntarse: ¿se refieren a Einstein, a Maimónides, a Spinoza, a los numerosos premios Nobel y tantos otros personajes de cuyos descubrimientos, inventos, avances en medicina y obras literarias nos beneficiamos todos?  Porque es un poco desconcertante, pero en proporción a su población, el número de judíos destacados en todos los campos de la cultura es impresionante.

Claro está, los judeófobos no se refieren a ellos,  en realidad pasan olímpicamente de ellos. Se refieren a unos individuos en la sombra, conspirando siempre contra la civilización cristiana y en particular la católica, que dominan el mundo mediante el dinero y la manipulación mediática, y orquestan guerras y degradación de las costumbres, en particular las sexuales. Y que, con el nombre de sionismo, han alcanzado el máximo grado de la maldad, fundando un estado mínimo, algo así como la provincia de Badajoz, en una tierra más bien inhóspita (¡con qué poco se conforman) y en cuya sociedad se aprecian los mismos males y tendencias con los que, según sus acusadores,  corrompen al resto de la humanidad.

   Los judeófobos conocen perfectamente esas conspiraciones ocultas, a pesar de lo cual han de confesarse derrotados por ellas, siglo tras siglo. Uno “explicaba” que el Imperio español lo habían destruido los judeoconversos haciéndose con posiciones de poder y títulos nobiliarios porque estos estaban simplemente en venta. Pues si los católicos se dedicaban a vender esos títulos, ¿quiénes eran los corruptos?  Al parecer los conversos eran malvados pero inteligentes, y los católicos buenos pero corruptos y tontos.

¿Cuál es el origen de esa judeofobia? Se entiende por razones religiosas, por no haberse asimilado nunca del todo a las culturas europeas, a las que sin embargo, han contribuido notablemente, y por la tendencia universal a buscar en alguien el culpable de los numerosos males que afligen al hombre desde que comió la fruta del bien y el mal.

   La evidencia es que entre los judíos, como en cualquier pueblo, hay de todo, desde idiotas y conspiradores malvados hasta  genios. Según la Biblia (sagrada también para los cristianos) conquistaron la tierra prometida mediante un brutal genocidio, y he visto en un reportaje a una profesora israelí afirmando que Cisjordania se la dio Dios a Abraham, por lo que los palestinos debían irse de allí. Lo cual me ha recordado a Koestler, también judío: “Lo más asombroso de todo fue descubrir que los judíos ortodoxos  parecían aceptar literalmente la historia de “la raza elegida”. Protestaban ante la discriminación racial y afirmaban inmediatamente su superioridad racial, basada en el trato de Jacob con Dios. Después de haber aprendido a los seis años que Hungría era la pluma del sombrero de Dios, me había vuelto impaciente y realmente alérgico ante toda pretensión de pertenecer a una raza elegida”.  No siendo creyente, no creo que los judíos sean el pueblo elegido de Dios,  tampoco de Satanás.

Esa judeofobia creo que es un intento de achacar a otros la propia ineptitud. Que España lleva mucho tiempo en decadencia es obvio. Y que parte de esa decadencia se muestra en esa judeofobia, también.

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La cultura del  PSOE

Es difícil definir la aportación del PSOE a la cultura. Este partido –como a su modo los separatistas– aspiraba a modelar la sociedad y a los individuos se acuerdo con su ideologías, para lo cual debía dominar la enseñanza. Ideología esencialmente totalitaria, aunque no podía aplicarse más que parcial y lentamente en una sociedad poco propicia a ella. Los rasgos educativos venían a ser una mezcla de marxismo (aunque la lucha de clases había perdido su vieja mística proletaria), ecologismo, feminismo y el europeísmo habitual. Su lógica interna iría conduciendo a la aversión o relegación de la idea de España, a la falsificación de la historia forzada por ley, a la “salvación del planeta” contra el hombre, a la pretensión de inferiorizar jurídicamente al varón, al aborto masivo combinado con una inmigración masiva, al rechazo o indiferencia a la relación entre sexualidad, reproducción y familia, al homosexismo (politización de la homosexualidad), a los “derechos” de los animales, al ataque permanente a la religión y cultura cristianas, al odio a la propia civilización europea, fustigada como meramente colonialista y explotadora, a la ideología lgtbi, etc. Derivas que en la época de González solo se esbozaban, para cobrar cada vez más cuerpo posteriormente.

El PSOE trató de impedir la enseñanza privada, ante todo la religiosa, como había hecho la República, dejando solo una enseñanza pública dominada por el partido desde el poder. No lo consiguió entonces, aunque impuso a la privada y la religiosa normas y contenidos a su avanzado gusto moral, en el que desempeñaba un papel clave su visión de la sexualidad como simple disfrute físico  por cualquier medio y al margen de la reproducción y la familia, un tanto en la estela del “mayo del 68”. Una avanzada de la nueva ética fue la traducción de El libro rojo del cole, en 1979, prohibido pero que marcaba la orientación posterior. Se trataba de un enfoque entre anarquista y marxista (copiaba, pero solo en el nombre, al Libro Rojo de Mao), que proponía la indisciplina escolar, la conducta guiada por el gusto o el capricho tanto en relación con los estudios como con la sexualidad o las drogas, bajo la presunción de que ello liberaba la personalidad y corroía “el sistema”. Esta educación, ampliada con criterios políticos, ecologistas o sobre la historia, se desarrollaría en los sucesivos gobiernos socialistas y separatistas.

La oposición zascandil de los últimos tiempos del franquismo –a la que pertenecían el PSOE y los separatistas– expresaba sus preocupaciones sexuales, entre otras cosas, en peregrinaciones laicas a ver películas pornográficas en Biarritz o en Perpignan. Quizá sean las memorias de la editora y escritora Esther Tusquets las que ofrezcan un cuadro más vívido y sincero de aquel antifranquismo: “En la Barcelona de los sesenta todos éramos muy progres y liberales (…) El sexo era uno de los juguetes preferidos, las llamadas perversiones un refinamiento exquisito (un ilustre escultor brindaba a sus invitados el deleite de ver defecar a su bellísima compañera, en cuclillas, en mitad de la sala) (…) Una ilustra hispanista, por otra parte muy atractiva, me tenía en su lista (pero) vio que yo no le daba facilidades y se dirigió apresurada a Juan Benet, que estaba sentado en el bar tomándose tranquilamente un café y la llevó encantado a su habitación (…) Mi hermano mantuvo charlas escandalosas y divertidas con Luis Berlanga, un tipo inteligente y encantador, en torno a la posibilidad de hacer un libro sobre erotismo. Es curioso hasta qué punto izquierdismo y pornografía, al ser ambos objeto de represión franquista, iban hermanados en la España de los sesenta. Muchos de nosotros asistíamos a un burdo espectáculo porno en una cutre taberna del puerto de Hamburgo o a un sofisticado striptease del Crazy Horse como si participáramos en un acto revolucionario. Y poco faltaba para que, al meterse en el coño la putita portuaria el último objeto que le venía a mano (en una ocasión fueron las gafas de mi padre, lo que a él le enfadó mucho y a nosotros nos provocó un ataque de risa desaforada) o al desprenderse una de las mujeres más bellas del mundo de la última prenda de ropa, nos pusiéramos en pie y entonáramos La Internacional (…) Tras una larga sobremesa donde se habló mucho de sexo y todos nos mostramos partidarios del más absoluto libertinaje y de las más audaces experiencias, un ilustra pintor nos propuso…”. Como dice el dicho, el progreso no tiene enmienda.

Interés mayor tenía para el gobierno el control de la universidad. Ya en la última década de Franco, el activismo agresivo de los comunistas, con abundantes publicaciones legales, había creado un considerable ambiente universitario marxista considerable, cuyos frutos iba a recoger el PSOE sin esfuerzo. Considerable, aun si no dominante por completo, pues se le resistían sordamente y a la defensiva, muchos profesores, en particular los de cierta edad. De modo que el gobierno procedió a una purga burocráticamente disfrazada rebajando en cinco años, a sesenta y cinco, la edad de jubilación forzosa. La medida favorecía igualmente a los separatismos, pues la oposición se debilitaba mucho y podía irse creando una generación joven “a la carta”, por así decir.

La jubilación de los profesores “carcas” se completaba con la promoción de los llamados “penenes” (PNN, profesores no numerarios). Estos eran en su mayoría licenciados jóvenes con escasa experiencia, producto indirecto de la masificación creciente de la universidad en los años 60 y 70, y de la escasez de presupuesto. Es decir, había sido preciso contratar a ese profesorado, con sueldos bajos y sin convertirlos en funcionarios, con la inseguridad profesional consiguiente. Los penenes deseaban convertirse en funcionarios, con mejores sueldos, lo que favorecía la agitación comunista, de modo que desde principios de los años 70 se convirtieron en un elemento francamente subversivo, con huelgas, protestas, aprobados generales y apoyo al estudiantado marxista, minoritario pero muy activo. Por lo tanto, el gobierno del PSOE se valió de ellos para cubrir los huecos dejados por las jubilaciones y extender como nunca un profesorado funcionarial. Indudablemente la calidad de la enseñanza universitaria bajó y se politizó en triunfo, pero al mismo tiempo el PSOE tuvo el acierto de extender más que nunca la enseñanza superior, necesaria para una sociedad en expansión económica a pesar de las crisis. Expansión que al mismo tiempo obstaculizaba la creencia en doctrinas tipo lucha de clases, que casi insensiblemente derivaban a ecologismos, feminismos y separatismos. Si el Frente Popular había sido en esencia una alianza de sovietizantes y separatistas, una vez perdidas o muy debilitadas las ilusiones comunistas, los separatismos iban convirtiéndose en el problema mayor para la continuidad nacional de España.

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