La clave de la batalla cultural
Últimamente se habla mucho de la batalla cultural. Pero puede pasar como con la consigna de “regeneración democrática” contra la corrupción del PSOE, con la que Aznar consiguió el poder y que inmediatamente olvidó para “pasar página”: una frase que se pone de moda un tiempo, pero a la que no se da contenido real y que conduce finalmente a nada por falta de comprensión de lo que está en juego o porque predomina el oportunismo en quienes la enarbolan.
¿Sobre qué base debe girar la batalla cultural? Sobre la ley de memoria histórica como clave del ataque en marcha a las libertades democráticas. Es evidente –pero lo evidente es a menudo lo último que se ve– que dicha ley no ataca ni puede atacar a Franco ni al franquismo, por la sencilla razón de que ambos desaparecieron hace más de 40 años. ¿Qué es lo que ataca, entonces? Fingiendo combatir lo inexistente, combate lo existente, es decir, las libertades democráticas, ya muy minadas por las políticas corruptas de los partidos. Responde a una concepción totalitaria o sovietizante, según la cual el estado puede dictar a los ciudadanos lo que deben creer sobre su pasado, llave para adoctrinarlos en todo lo demás.
En las políticas condensadas en esa ley coinciden una serie de partidos separatistas y socialistas, porque es una palanca para hacer saltar la democracia y la unidad de España. Su antifranquismo farsante es una trampa, no menos peligrosa por pueril, y en la que han caído muchos, haciéndose cómplices del fraude. Por lo tanto la ley debe ser contraatacada precisamente en defensa de la libertad y de la democracia, ya que en sí misma constituye un paso fundamental hacia un régimen de tipo castrista o chavista.
Denunciar era ley ¿significa justificar el franquismo? Implícitamente sí, desde luego. El hecho de que para atacar a Franco sea preciso atacar las libertades, ya indica bastante. Y si el antifranquismo une a ETA-Bildu, a socialistas y comunistas, a separatistas de todo pelaje y al PP como colaborador de ellos, ya nos hacemos una idea de lo que realmente hay debajo de una ley “antifranquista” casi medio siglo después de Franco. Por eso la clave de la batalla cultural está en la defensa de la democracia, en desenmascarar el ataque a ella que supone esa ley y sus consecuencias políticas. Sin ello se volverá imposible defender la verdad sobre el franquismo contra el Himalaya de falsedades, denunciado por Besteiro, en que se basó la alianza de separatistas y sovietizantes durante la guerra civil. Y esta es la batalla que corresponde a VOX, el cual cometería una deserción que lo invalidaría si rechaza su responsabilidad.
Aseguradas las libertades contra el nuevo frente popular zapateril, será posible pasar de lleno a una segunda fase de recuperación de la historia contra la memoria fraudulenta. Pero esta labor debe ser emprendida ya, sin dilación y al margen de partidos. Por mi parte llevo haciéndolo bastantes años, en el blog, en libros como Los mitos del franquismo, Por qué el Frente popular perdió la guerra y bastantes más, y en el programa Una hora con la Historia. Hoy por hoy es una labor bastante aislada, pero en la que deberían comprometerse activamente cuantos quieran defender la libertad, la unidad de España y la verdad histórica.
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Durante la guerra, el PSOE fue el partido más asesino y ladrón de todo el Frente Popular, cosa no fácil. Sus fechorías no terminaron con el exilio, donde, entre otras cosas, intrigó para conseguir el aislamiento internacional de España y la consiguiente hambruna. La hambruna fracasó enseguida, gracias a la previsión del franquismo; el aislamiento fue adelante, pero finalmente derrotado por el régimen que también había derrotado al sovietismo, a los separatismos y al maquis. https://www.bing.com/videos/search?q=El+exilio+criminal+del+PSOE&docid=13830438664290&mid=99EEC6065A4EB3A15DF799EEC6065A4EB3A15DF7&view=detail&FORM=VIRE
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