ENLACE PARA DESCARGAR/COMPARTIR PDF CON LA Carta sobre el exilio a la señora Calvo: https://drive.google.com/file/d/1SxTFf_4DEaPazWeP1Jmz8BtDRsCKVdA8/view?usp=sharing
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Crónica: Proetarras y antifranquistas
**No es Bildu quien hostiga y acosa a la Guardia Civil, son el gobierno y el PNV. Hace mucho que en esta democracia de pandereta nos hemos acostumbrado a que los gobernantes solo cumplan y hagan cumplir la ley según les convenga.
**Bildu no es proetarra, es la ETA rescatada y premiada por el PSOE y el PP (salvo una breve época de Aznar). Los proetarras son precisamente el PP, el PSOE, PNV y separatistas catalanes. También antifranquistas, casualmente.
**No es la democracia la que debe algo al exilio. Sería justamente al revés si no hubieran muerto ya los exiliados. Pero quienes se identifican hoy con el Frente Popular, y muy precisamente con sus crímenes y robos, sí tienen graves deudas con la democracia y España. Que alguna vez habrán de saldar.
Los gloriosos años 40 (1): Franco y Hitler | Entender el 18 de julio
https://youtu.be/RSo6oBjNqhA
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Mamífero sentimental, moral y religioso
En su libro sobre Europa, usted mantiene que el hombre es un animal religioso, en otros textos lo ha llamado animal moral, o bien mamífero sentimental. Parece una serie de incoherencias, descartando además el aristotélico “animal racional”.
Lo de mamífero suena algo raro, pero es más preciso que solo “animal”. Mamífero significa portador de mamas, es una definición por así decir femenina, referida a la reproducción. Si atendiéramos a la nutrición buscaríamos otro calificativo, que definiese la capacidad del hombre para transformar su entorno en función de sus necesidades nutricionales. El hombre no se adapta simplemente al ambiente como los demás animales cuya capacidad transformadora es muy escasa. Mamífero transformador, diríamos. La capacidad racional está relacionada más bien con la búsqueda del alimento y la crueldad implícita.
Pero no racional, sino sentimental. Usted deja de lado el carácter racional.
No lo descarto, lo veo en segundo plano. El hombre es primaria y fundamentalmente sentimental, si no damos a la palabra el matiz romántico o sensiblero. También los animales, sobre todo otros mamíferos, tienen sentimientos, pero mucho más limitados. El hombre no siente solo lo inmediato, sino el cosmos, el mundo y a sí mismo como conjunto transitorio, lo mismo a sus semejantes, etc. Lo percibe y lo siente con profundidad, y de ese sentimiento nace tanto la racionalización práctica como la moral. Pueden variar las formas como racionaliza el mundo y el sentido de su vida, individual y social, de hecho varían mucho, pero el sentimiento básico permanece. Sin él no habría vida propiamente humana. De él surge lo demás, las distintas racionalidades, la pugna entre ellas…
¿No lo ha definido también como el animal moral? Luego la moral, igual que los raciocinios, serían aspectos derivados del sentimiento, que no definirían primariamente al hombre. Según usted, el mito del paraíso describe precisamente el carácter primordialmente moral del ser humano, y lo describe como una transgresión del orden divino.
Ya lo he explicado otras veces. Uno puede creer que hubo literalmente un edén, una serpiente parlante, un hombre y una mujer a quienes Dios hablaba directamente permitiéndoles todo excepto el fruto de un árbol…, o bien interpretamos el relato como una simbolización, cuya clave está precisamente en “la ciencia del bien y el mal”, en la moral. Con la moral desaparece la inocencia animal, por eso se ve como una transgresión. Con esos símbolos, que impresionan los sentimientos más profundos, se trata de explicar esa diferencia fundamental del ser humano con respecto a los demás animales, la moral. Una diferencia radicalmente misteriosa, entre otras cosas porque no la ha creado el propio ser humano, le viene dada, sin poder elegir ni saber por qué ni para qué. Por eso la “explicación” mítica no apela a la razón, que la echaría por tierra, sino que conmueve el sentimiento. El hecho real es que el hombre aparece sometido a la moral, que incluye la culpa, al “pecado”, a la posibilidad de “condenarse” o de “salvarse” por encima de sus logros racionalizadores, como la técnica.
Pero la moral puede ser también racionalizada, incluso estudiada científicamente.
Lo dudo. En la moral podemos encontrar dos fuentes, como decía Bergson: una es el mero contacto con los demás, que te advierte de la conveniencia de ser prudente, de no absolutizar tus deseos, que chocarían rápidamente con otros e impondrían la ley del más fuerte, etc. Es la moral convencional, que da lugar a las leyes y es relativamente fácil de racionalizar, aunque siempre llega a contradicciones irresolubles. Pero la otra fuente de la moral es un sentimiento más de fondo, tiene que ver con el sentimiento de la muerte, del cosmos, del paso del tiempo, etc. Todo eso está más allá de las capacidades humanas, incluida su ciencia y su técnica transformadora del ambiente. Precisamente el mito del Génesis, como el de Prometeo y supongo que otros, advierte del peligro de limitar la moral a conveniencias sociales y capacidades técnicas, plasmadas generalmente en el dinero, y por lo demás siempre contradictorias. Es decir, advierte contra la sustitución de Dios por nuestros deseos racionalizados y tecnificados. En mi libro sobre Europa he tratado de explicar la dinámica de este perpetuo problema: la razón no puede sustituir a Dios con verdades universales basadas en ella. La razón crea las ideologías, que son religiones sustitutivas y enfrentadas. En fin, trato de sostener que es el sentimiento propiamente humano el que fundamenta la moral, la cual solo puede referirse de un modo u otro a algo misterioso y ajeno a nosotros, a lo que llamamos divinidad. Por eso no hay contradicción entre lo de mamífero sentimental, moral y religioso. Enfocarlo así tiene, si se quiere, algo de racional y científico. También podríamos enfocar al hombre como “animal autorreflexivo”. Y esa autorreflexión le conduce rápidamente a la conclusión que tan bien expresa Omar Jayam.
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Dinero y aventura
Tampoco había yo pensado lo de Carmen como símbolo de la muerte, se me ocurrió sobre la marcha. Quiero decir que Carmen atrae a Alberto a lo que él había llegado a temer, le ata a la vida familiar, doméstica, anodina, un tanto esclava, porque a él había llegado a atraerle el riesgo como a su amigo Paco, el riesgo como manifestación de la libertad, y todo eso se acaba con el matrimonio y la crianza de los hijos, que te obliga a pasarte la vida buscando seguridad y pendiente de las convenciones sociales y del duro esfuerzo por ganarte la vida. Digo la muerte en ese sentido, no en sentido literal.
Visto así… Alberto y Paco no dejan de mirar el dinero en sus aventuras, pero como un aspecto secundario, sin someterse a él. Al casarse con Carmen todavía no renuncia, y está a punto de romper su matrimonio embarcándose en una nueva aventura arriesgada. Sin embargo lo que le decide finalmente es el choque de la muerte de su padre. Él podría verlo incluso como un acto de justicia, o indiferente, dado que nunca había tenido trato con él. Esto es importante. De no haber sabido en el último momento que era su padre biológico, se habría sentido incluso satisfecho, pero ese conocimiento le causa una impresión de total sinsentido de su vida, y se rinde definitivamente a Carmen, a la muerte, como dices.
Sí, en Perros verdes reaparece Alberto brevemente como un profesor un tanto en las nubes, abstraído del mundo real, como un fantasma, como le llama el que presume de serlo también por haberse salvado de dos fusilamientos, y que dice también que se llama Alberto, no aclaras si miente o no. Y lo del dinero, es verdad ninguna de las dos novelas es la típica narración de aventuras por el dinero. Tengo en mente La isla del tesoro, que muchos consideran, y con razón, la novela de aventuras por excelencia, aventuras por el tesoro, por el dinero, y esto tiene una importancia esencial en la mayoría de la literatura de aventuras, incluyo en ella la policíaca, que también es de aventuras. La aventura, incluido el crimen, en torno al dinero, es el núcleo de una gran parte de la literatura anglosajona, diría yo.
Claro, el dinero es un buen motivo, y los anglosajones tienen ese “sentimiento reverencial del dinero”, que decía Maeztu. En Cuatro perros verdes cuenta poco el dinero, porque uno vive de una beca, otro de su familia, un tercero trabaja para vivir y solo uno tiene dinero en abundancia. Los otros viven con lo justo pero sin preocupaciones. Por eso sus discusiones y recuerdos tienen para ellos más importancia que el esfuerzo por la pasta. Eso pasaba entonces con la gran mayoría de los estudiantes. Fíjate en que dos de los cuatros pasan la jornada con la mente en el pasado, uno en un amor, el otro en un asesinato, y los otros dos centrados en lo que les sucede en el día. No lo había planeado, “salió” así…

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