**Si algo demostró la profanación de los restos de Franco y del Valle de los Caídos es la extrema putrefacción del régimen de frente popular zapateril: ni la monarquía, ni la Iglesia, ni la justicia ni los partidos –salvo VOX– han demostrado el menor respeto al estado de derecho, base de la democracia.
**Mientras el Doctor y su cuadrilla no vayan a la cárcel, la democracia y la nación estarán seriamente amenazadas.
**Estamos en las postrimerías del régimen de frente popular zapaterista. De la salida adecuada a él dependerá la pervivencia de la libertad y la nación.
**La superación adecuada del régimen zapaterista no se logrará sin cambiar una opinión pública infectada por la falsificación sistemática de la historia, tanto de la reciente como de la general impuesta por la leyenda negra
**Si VOX entiende lo anterior, el horizonte del país se irá despejando. Si no lo entiende, su recorrido será corto.
**Y no debe olvidarse: España cuenta con los únicos gobiernos del mundo que apoyan la disgregación de su propio país y se declaran amigos y aliados de la potencia que invade su territorio. El único país del mundo cuyas élites atacan a la propia España. Importa mucho entenderlo y entender las raíces ideológicas e históricas de tales actitudes.
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Superioridad moral y política del franquismo
Usted insiste mucho en la importancia que ha tenido para España el haberse reconstruido con sus propias fuerzas en los años 40 y 50, a diferencia que el resto de Europa occidental y pese a las enormes dificultades. ¿En qué sentido puede ser eso importante?
–Tiene una importancia política y moral decisiva. España fue uno de los pocos países que permaneció neutral, sin comprometerse con los fascismos ni con los aliados. Los otros fueron Suecia, Suiza, Portugal e Irlanda, pero ninguno tuvo la importancia estratégica y política de España. Y ninguno fue acosado y provocado después de aquella guerra como lo fue España, a pesar de que la industria y el hierro sueco fueron decisivos para el III Reich, y Suiza lo fue financieramente, incluso Portugal le vendió más volframio que España. Con el franquismo, España fue capaz de aceptar todos los desafíos y vencerlos: el desafío de la reconstrucción, de las provocaciones y amenazas, del maquis y el aislamiento. Una vez conseguido, esto parece algo predestinado, pero fue una verdadera proeza, una gran hazaña de firmeza y habilidad. Los demás países lo deben todo, desde la democracia a la prosperidad, a los ejércitos useño y soviético. Eso coloca a España en un plano político y moral más elevado que el resto de Europa.
Sin embargo la democracia tardó mucho más.
–Eso no tiene la menor importancia desde el punto de vista histórico. Y además no es del todo cierto. Como he expuesto en La guerra civil y los problemas de la democracia, esta no es ni puede ser el gobierno del pueblo, sino que siempre es sobre el pueblo y lo ejerce una oligarquía. En este sentido podemos concebir la democracia de dos maneras: como la adhesión popular al régimen y como un sistema de selección de oligarquías mediante el sufragio universal periódico. Si España logró superar tales retos solo pudo deberse a la adhesión muy mayoritaria del pueblo, pues de otro modo se habrían abierto fisuras, habría vuelto la guerra civil y los derrotados en la anterior, y alguna nueva catástrofe. Y todo parecía conspirar para ello: los ejércitos Aliados al lado de la frontera, la hostilidad de los gobiernos, la guerrilla comunista en el interior, las estrecheces y privaciones de la época…En cuanto a adhesión popular, Franco ha sido el político más democrático que haya tenido España desde que se planteó la democracia.
Según ese punto de vista, Stalin también habría sido un gran demócrata, pues contó con una adhesión popular casi unánime.
No se pueden comparar las dos cosas. La popularidad de Stalin se basaba en una propaganda obsesiva y exclusiva, y además terrorista: el mejor signo de discrepancia acarreaba el Gulag o el tiro en la nuca. En la URSS el partido ocupaba el estado y el estado ocupaba la sociedad. Aquí no se dio nada ni remotamente parecido. En España la economía fue siempre básicamente liberal, pese a algunos intervencionismos, la cultura también lo fue, el estado era pequeño, más pequeño que en los otros países europeos, y realmente funcionaban cuatro partidos, con la restricción de no presentarse a elecciones. No obstante hubo varios plebiscitos que fueron consolidando al régimen. Digamos que la gente había vivido la república y el frente popular, había presenciado la guerra mundial, y nadie podía engañarla entonces con cuentos como los de la memoria histórica. Claro que fue preciso sacrificar la democracia en su segunda acepción, porque era preciso sanar al país de las heridas causadas por los partidos que habían provocado la guerra civil y que persistían en sus demagogias en el exilio o dentro. La gente tenía claro que aquello no debía repetirse.
Aun así, muchos acusan a Franco de no haber emprendido la democratización (segunda versión) mucho antes, cuando era ya posible.
–Eso no era aconsejable en absoluto, y además nadie la pedía excepto los comunistas, su única oposición real. Y ya me contará qué es la democracia marxista. Es más, después del referéndum del 76, la falsificación de la historia y de la democracia nos ha llevado a un nuevo frente popular que amenaza la libertad y la misma subsistencia de la nación.
Pese a la superioridad moral y política de la España franquista, esta evolucionó hacia la integración en la Europa de los países inferiores, según usted.
–Creo que fue un error. Desde mediados de los años 50 era precisa una mayor liberalización económica y otras medidas de cambio, que se emprendieron sobre la base de lo mucho conseguido anteriormente, como he demostrado en Los mitos del franquismo. Sin embargo comenzaron las renuncias a la posición político-moral conseguida antes, los intentos de congraciarse con quienes se habían mostrado tan hostiles y proclives a apoyar a comunistas y terroristas en España. Esto provino en gran parte de la Iglesia, pues la unificación de Europa contra la diversidad nacional era muy impulsada por el Vaticano. Se pidió la entrada en la CEE, un claro error que derivó en una humillación, aunque luego se consiguiera un tratado preferencial muy beneficioso. A pesar de todo, y en balance, el franquismo planteó su democratización de manera evolutiva y sin intervenciones militares extranjeras o internas. Pero el olvido oficial de la historia, que ya existía en aquel régimen, se convirtió hacia el final del mismo en falsificación rampante, y no digamos desde la transición, con las consecuencias que estamos viendo.
¿Le parece posible otra evolución?
–Un régimen de cuatro partidos como era el franquismo solo podía evolucionar, una vez curadas las viejas heridas, hacia una democracia en la segunda acepción. Esta evolución natural fue decidida en el 76. No podían haberse prohibido, pero sí tenido a raya, a separatistas, socialistas y comunistas. Obligándoles a aprender de la historia mediante una firme oposición a sus ideas y relatos. Pero se produjo el fenómeno contrario: el mundo de las ideas y de la cultura fue progresivamente abandonado a aquellos partidos. No hubo “lucha ideológica”, sino un entreguismo que permitió a izquierda y separatistas presentarse como abanderados de la libertad y la democracia… Una usurpación totalmente evitable. Nunca debió permitirse impunemente el feroz ataque al franquismo, en el que se encubría el ataque a la idea de España y a la democracia por quienes se consideraban y consideran herederos del Frente Popular. La historia real debió reivindicarse con la mayor fuerza, cosa que solo hicieron cuatro francotiradores abandonados por quienes tenían los medios políticos y que terminaron uniéndose al antifranquismo. Pues la derecha española, tradicionalmente, ha sido muy garbancera, las ideas y la cultura le han importado muy poco, apenas cree en otra cosa que en “la pasta”, dispuesta incluso a vender la soberanía por un plato de lentejas. Lo ha demostrado tantas veces…
¿Puede hacerse algo contra eso?
–Creo que puede haber una reacción, de hecho la está habiendo. Por mi parte contribuyo rescatando la historia real contra la “memoria” falsaria y totalitaria, aceptada y practicada por todos los partidos menos, ahora, por VOX. Mi último libro Por qué el Frente Popular perdió la guerra y los anteriores sobre los problemas de la democracia y los mitos en torno al franquismo tratan precisamente de eso. Es necesario conocer el pasado y entender las ideologías a las que nos enfrentamos, por eso en el libro sobre el Frente Popular he dedicado una parte a explicar los rasgos fundamentales de ellas. Si la necesaria reacción se apoyara solo en cuatro ideas sumarias, impulsos emocionales y políticas de ocasión, no llegaría lejos. Máxime cuando a los viejos problemas se suman otros nuevos de carácter mundial.
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El origen del proceso que parece estar culminando ahora está en la crisis, ante todo moral, de 1898. Entonces se desató una oleada de odio a España (separatismos y totalitarismos apoyados en la leyenda negra), que llevó primero a la caída del régimen de la Restauración, luego al Frente Popular, y desde 2004 a la formación de un nuevo frente popular de hecho. La causa de que se haya repetido el proceso una y otra vez radica en la debilidad ideológica o simplemente de ideas de los partidarios de España y la usurpación del ideal democrático por sus peores enemigos totalitarios. En Por qué el Frente Popular perdió la guerra he tratado de explicar este proceso referido a los años 30, enmarcándolo en la gran crisis europea de la época y relacionándolo con la actualidad.
Para difundir: https://www.youtube.com/watch?v=0KLTHflF-lw