Este sábado por la mañana, en la Feria del Libro de Madrid, firmaré en la caseta 183, de Actas. El domingo por la mañana en la 263, de Encuentro y por la tarde en la 57, de Tercios Viejos.
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La Antiespaña (I)
En mis años mozos nos burlábamos del concepto “Antiespaña” utilizado por el franquismo. No se trataba de estar contra España, decíamos, sino contra el concepto de España reaccionario, oscurantista y opresor de los que se arrogaban la representación de la nación. Estos serían “los de siempre”, desde la Reconquista o antes, desde los mismos godos, como he oído decir. De acuerdo con los representantes de esta “nueva España”, la historia del país habría sido la de la lucha de las oligarquías reaccionarias (potentados, militares y curas) contra los elementos progresistas, tolerantes, productivos y cultos, que habrían sido los musulmanes, los judíos, luego los protestantes, los franceses, los holandeses o los ingleses. Y así hasta que los representantes de la España “progresista” habrían tomado pacíficamente el poder en la II República “por voluntad del pueblo”, para instaurar una democracia, lo cual habría provocado el alzamiento de “los de siempre”, que por desgracia ganaron la guerra, apoyados por los países fascistas…, e indirectamente por las democracias, que habrían dejado a su suerte a sus “hermanos” demócratas españoles, no se sabe bien por qué.
Estas interpretaciones son ya viejas, ya van asomando en el siglo XVII con la aceptación de la propaganda protestante, inglesa y francesa (la leyenda negra, aunque originada en un español), pero alcanzan su mayor elaboración hacia finales del XIX y cobran fuerza mayor a raíz del “desastre del 98″: separatismos, regeneracionismos, terrorismo anarquista, totalitarismo socialista. Una de sus argucias consistía en pretender que España tenía que “europeizarse”, porque evidentemente la consideraban más o menos africana mientras no mandasen ellos y sin que se entendiera nunca qué entendían por Europa. Ortega hasta inventó una imaginaria “tibetanización de España”, para resumir una historia “enferma”, “anormal” de la nación. Idea que ha cuajado en todos los partidos de izquierda y en buena parte de la derecha, incluida hasta cierto punto la Falange. Idea que resume ahora toda la política de la izquierda, los separatistas y la derecha exceptuando a VOX, que aun así carece de un pensamiento claro o desarrollado al respecto.
Por consiguiente, iré analizando la cuestión empezando por la historia reciente, para llegar a la época de hegemonía hispana.
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Versión anglosajona de la SGM
Me pregunta un amigo que por qué en La II Guerra mundial y el fin de la era europea rechazo la versión anglosajona de la SGM, según he explicado en la charla con Luis del Pino. No la rechazo en bloque, sino que la considero insuficiente o distorsionada, y que de ahí nacen unos cuantos males como el capullismo anglómano. En general, su versión es que fueron Inglaterra y Usa quienes libraron a Europa del nazismo, que no cometieron más crímenes de guerra que los por así decir indispensables, y que si la URSS pudo hacer algo fue gracias a su ayuda, en especial la useña. Grosso modo, esta viene a ser la versión dominante, sobre todo desde el punto de vista militar, aunque hay detrás un componente moral-ideológico que requiere examen aparte.
Es natural que los anglos ensalcen su participación en la victoria sobre Hitler, pero no es natural que debamos creerlo en toda su extensión. Así, se señala que la guerra empezó con una alianza, digamos contra natura, entre los regímenes totalitarios nazi y soviético, lo que es cierto, aunque eran totalitarismos distintos; pero se deja en segundo plano que continuó con otra alianza entre regímenes liberales y el soviético, asimismo contra natura.
En la alianza anglosoviética, también se destaca la participación propia en detrimento del esfuerzo soviético, cuando la derrota de Hitler se produjo de modo determinante en Rusia, y comenzó ya en la batalla de Moscú, cuando la ayuda de sus aliados era insignificante. El frente ruso fue sin duda el decisivo, y comparado con él, los frentes en el norte de África, Italia o Francia fueron muy secundarios. Cabe señalar que el grueso del esfuerzo bélico alemán se dedicó a Rusia, y a pesar de que Usa e Inglaterra afrontaron en superioridad material absoluta a unas fuerzas alemanas mucho más débiles, encontraron muy grandes dificultades para ir venciéndolas, con notable lentitud. No hay en esos frentes ejemplos destacables de brillantez militar o de heroísmo, salvo en todo caso por parte alemana.
Por no seguir, en la versión anglosajona, el desembarco en Normandía sería la operación decisiva de la guerra, se diga así o se presente de manera implícita. Realmente lo fue la Operación Bagration, soviética, que casi de un golpe destruyó al Grupo de Ejércitos Centro, rompiendo la columna vertebral del ejército alemán, y emulando o superando incluso la llamada blitzkrieg alemana.
Lo que he dicho es que, habiendo permanecido España neutral, y habiendo tenido su neutralidad un efecto muy importante en el desarrollo del conflicto hasta 1943, importa desarrollar una versión propia de lo que significó aquella titánica contienda que puso punto final a toda una era histórica, en vez de reproducir servilmente la de una parte de los vencedores. Y es lo que he expuesto en sus grandes líneas en este libro, esbozando de paso otros criterios necesarios.
Pío Moa:Franco salvo a España de entrar en la II GM y la izquierda pedía la invasión de la península – YouTube
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Marx, filósofo (II)
Así pues, Marx, apoyándose en el evolucionismo de Darwin, entendía el “quiénes somos” como un animal enfocado como los demás a la lucha por la supervivencia, con la diferencia sobre los otros de que su técnica, instrumental y social, le permitía superar progresivamente las limitaciones del medio, que condicionan a los demás animales, y modificarlo a su servicio. De esta capacidad “material” o “materialista” derivarían las elaboraciones “espirituales” (religiosas, morales, artísticas, ideológicas en general) que fundamentalmente reflejarían intereses de dominación de clase, de explotación, al paso que intentaban entender al hombre, obviamente sin conseguirlo, deformando su comprensión debido a las realidades sociales determinadas en última instancia por el desarrollo técnico (la crítica marxista permitía entender el verdadero fondo histórico-ideológico de dichas elaboraciones
En su larga y azarosa historia, los seres humanos habrían logrado desarrollar una técnica capaz de dominar la naturaleza para satisfacer sus deseos, liberándose de paso de las ancestrales y ante inevitables explotación y opresión de unos por otros. Tal era el sentido de la vida humana en el aspecto social, y estaba próximo a realizarlo, o en todo caso a entrar en una etapa superior de su evolución, la del fin de la atormentada historia anterior. Se trataba del sentido de la vida, por fin hallado científicamente, al margen de las elaboraciones fantasmagóricas de la religión y las teorías burguesas.
El marxismo no solo proponía una gran explicación psicológica que debía calmar la angustia esencial, sino también una misión para el hombre contemporáneo: ¡había llegado el gran momento, el momento podríamos decir mesiánico! O la vuelta al paraíso, si queremos decirlo así.
Hemos visto cómo la aplicación de la doctrina de Marx ha generado las tiranías más absorbentes y sangrientas quizá de la historia. Sin embargo, ¿eran esas tiranías la consecuencia lógica e ineludible de la doctrina? Trataré de abordar el asunto desde las ramas, es decir, desde la práctica histórica, para ir descendiendo hasta la raíz.
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