El doctor, contento / Helena y la guerra / VOX y yo

El doctor, contento

El mitin de ayer del PP, supuestamente contra la amnistía de los golpistas  y en realidad contra VOX, habrá satisfecho en la Moncloa: 50 o 60.000 manifestantes en una ciudad de tres millones y contra un acto que pone en peligro todo el entramado institucional, le habrá indicado que la oposición social es escasa, y que puede continuar con sus planes. 

Y es contra VOX, primero, porque ha sido excluido por el PP, y segundo porque fue VOX quien llevó a los tribunales a los golpistas. El PP, que saboteó lo que pudo el artículo 155 cuando el butifarréndum, estaría muy de acuerdo con el PSOE en la amnistía, como en casi todas las cuestiones de fondo. Pero ha visto en su convocatoria la conveniencia de dificultar las cosas al PSOE y al mismo tiempo perjudicar a VOX. Los maquiavelillos de aldea de siempre. 

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Helena y la guerra

Como decía, Helena se trata a sí misma de perra desvergonzada por haber ocasionado la guerra dejándose atraer por un chisgarabís. Los ancianos de Troya le advierten de que en realidad son los dioses los que han decidido aquella contienda. Aquí se percibe la finura psicológica de la Ilíada.  Un poco en broma, Helena podría decir: “¿cómo podía imaginar yo que iba a suceder una cosa así por un simple desliz de esta clase?”. Realmente nuestros actos son libres, al menos en parte, por lo tanto responsables,  pero nunca podemos prever más que parcialmente y a corto plazo las consecuencias. El relato señala cómo Paris, después de ser vencido por Menelao en un combate singular que pudo haber terminado la guerra en ese momento,  vuelve a la ciudadela con grandes deseos de acostarse con Helena. Esta, a quien la vista de Menelao le ha hecho añorar los viejos tiempos,  lo rechaza, lo desprecia, pero al mismo tiempo no puede evitar la atracción carnal. La lucha interna viene expuesta como una intervención de Afrodita (precisamente diosa de la atracción física) que le obliga a ceder al deseo de Paris. (Como es sabido, al caer Troya Menelao estuvo  a punto de matar a Helena, pero quizá pensó: “tendría que buscarme a otra y todas son iguales, a esta por lo menos ya la conozco”; o bien, como se dice, ella se medio desnudó ante él,  y ante una razón tan fuerte  el comprensivo Menelao pensó que había otras opciones)

Pero, aparte bromas, lo interesante aquí es el doble plano de las intenciones e intereses de las personas y la “decisión de los dioses”. Esto ocurre siempre. En vísperas de la I Guerra Mundial, solía juzgarse imposible tal acontecimiento, tanto por la semejanza de los regímenes políticos (liberal-parlamentarios) como por la más tangible interrelación de  intereses y propiedades financieras entre los posibles contendientes: ¿cómo iban a meterse en un conflicto en el que todos perderían?  Sin embargo la guerra estalló. Se  afirmó entonces que sería “la guerra que terminaría con todas las guerras”, y en realidad sembró las semillas para la II Guerra Mundial. ¿Cómo podían preverse tales hechos y consecuencias? Terminada esta segunda guerra y señalado y castigado su gran culpable, la ONU,  foro de discusión y arreglo pacífico   pondría fin “al flagelo de la guerra” en el mundo. Le sucedió la guerra fría, que en muchos lugares fue caliente, precisamente entre los principales vencedores. 

En Europa, al menos, la guerra fría no llegó a candente, y todo  el mundo concluía que una nueva guerra en el continente era imposible, máxime una vez caída la URSS (esta caída ocasionó algunas contiendas, pero en definitivamente menores). Y hoy tenemos, en el centro del continente, y en su segundo país más extenso, una conflagración extremadamente mortífera y sobre todo con el peligro de degenerar en guerra total que acabe con la civilización. El poder (divino a su modo) de acabar con la civilización, quizá incluso con la vida humana sobre el planeta, es también una consecuencia de la SGM. Ante los pasos que han llevado a esta contienda,  fundamentalmente el incumplimiento deliberado de los acuerdos de Minsk, sus protagonistas también podrían decir: “¿cómo podía yo imaginar…”

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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VOX y yo

¿Por qué odian a VOX  todos los demás partidos? Básicamente porque VOX  defiende la unidad nacional y ellos los separatismos; porque VOX defiende la legalidad democrática y ellos la socavan; porque VOX defiende la soberanía nacional y ellos están en contra. De este trípode  surgen cuestiones como la inmigración, las leyes de género, el plan 2030, etc.

Creo que VOX defiende esos principios. Que lo haga con la energía, claridad y destreza táctica suficientes es otra cosa. Pero en principio las defiende, y solo eso marca ya una diferencia sustancial con las derivas de los últimos 20 años. Soy consciente de algunas carencias de VOX, que pueden irse subsanando o empeorando, eso está por ver. 

Al respecto se me extraña un conocido de que VOX no me haya llamado ni cuente conmigo para nada. En parte no me extraña: la izquierda ha decidido que mi nombre es tabú y no puede ser citado, y la derecha, incluido VOX en este caso, siempre fue muy obediente a estas fatwas de la izquierda. Pero también he de decir que no tengo ningún interés en tratos personales con VOX. Lo que me parece mal es que no utilicen mis libros y escritos  en su propaganda. Hablan de lucha cultural, pero creo que nadie la viene llevando a cabo  con más eficiencia  que yo, y un indicio de ello es ese tabú. Me ha desconcertado que en la reciente campaña electoral no hayan adoptado, al menos oficiosamente,  mis cartas abiertas al doctor, a Feijóo y a Ayuso, que me parecen una munición política excelente.

Debe recordarse que en los primeros años del siglo la izquierda y los separatistas tenían ganada absolutamente la batalla ideológica después de la condena del PP a 18 de julio. En esas circunstancias,  la publicación de mi trilogía sobre la república y la guerra civil, Los mitos de la guerra y otros ensayos, fueron percibidos como una especie de revolución intelectual con evidentes efectos políticos. Esto llevó  al nuevo frente popular, seguido por el PP, a desenmascarar su carácter antidemocrático al atacar con leyes sovietizantes las más elementales libertades políticas y culturales. Luego resultó que no tenían demasiadas razones para alarmarse por el arsenal de datos y argumentos de mis libros, pues de ellos se ha hecho un uso insignificante. 

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En “Una hora con la Historia”. Cómo la izquierda se identifica con  los chekistas: https://youtu.be/-460o6FukFA

 

 

 

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