Dos trilogías / Píldoras contra el mareo / Es necesario otro partido

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Dos trilogías

A principios de siglo escribí la trilogía, no planeada como tal,  Los orígenes de la guerra civil, Los personajes de la Republica vistos por ellos mismos, y El derrumbe de la república y la guerra civil, en Ediciones Encuentro. Por orden lógico el primero debería haber sido el de los personajes, porque ofrece un panorama  de la época desde el “desastre del 98″, es decir, las raíces históricas próximas de la guerra. Este libro está compuesto con una metodología que creo original, consistente en contrastar  las memorias más significativas de los principales protagonistas. Un método extraordinariamente fructífero, por cuanto permitió derrumbar gran número de seudomitos  al mostrar las versiones directas de los protagonistas, mejor que las interpretaciones que dan de ellos diversos comentaristas e historiadores. En conjunto esta trilogía no ha podido ser rebatida en ningún punto importante por la que podríamos llamar “casta” profesional de la falsedad”, como decía Julián Marías, y tan a gusto  o tan adaptable a las leyes antiintelectuales y antiuniversitarias de “memoria”.

Si la cuestión de la guerra compone un tema esencial, tanto historiográfico como político de la España de hoy, otro menos estridente pero no menos decisivo, es el del “europeísmo”.  Desde principios del siglo pasado el “europeísmo”, la “entrada en Europa” han sido una clave fundamental de la política española. Lo asombroso es que para un entusiasmo tan generalizado a diestra y siniestra  la labor historiográfica o ensayística sobre Europa haya sido tan esquelética: falta reveladora de hasta que punto el “europeísmo” español  es esencialmente retórica vacía, puro provincianismo. Para ir remediando el inconcebible hueco he escrito una nueva trilogía de ensayos:  Europa, una introducción a su historia, seguido de Hegemonía española y comienzo de la Era Europea, y de La II Guerra Mundial y el fin de la era Europea   La clave de esta trilogía es la concepción de una época especial de la historia humana, comenzada por las exploraciones españolas que descubren el mundo (no solo América, que ya es mucho) y que convierten a Europa en el eje de la evolución humana…, hasta — al menos por ahora– su final en la gran guerra que también cabría  llamar “De las Tres ideologías”. 

  1. Europa (Historia)La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)
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Píldoras contra el mareo

**En la situación a que han llevado al país unas bandas mafiosas que aspiran a disgregarlo y hundir la democracia, la investidura o no investidura del Doctor Estafas carece de  importancia. No debe ser reconocida y todos los esfuerzos deben orientarse a impedir el golpe, tanto en la calle como en unas instituciones  que, pese a su corrupción por el PP y el PSOE, albergan todavía a muchos demócratas y patriotas.

**Hay que insistir en que el mayor peligro actualmente proviene del PP, siempre ansioso de remover el obstáculo que le supone VOX para volver a los chanchullos (“diálogos” les llaman) con el PSOE y los separatistas.  

**La guerra por agentes de la OTAN contra Rusia ha resultado en lo contrario delo que pretendía la arrogancia angla: ni las sanciones han funcionado ni han convertido a Rusia en un “estado paria”. Por el contrario, Rusia está ganando la guerra de Ucrania, y la diplomacia rusa ha impulsado  un bloque de países que desafía de modo abierto lo que, muy impropiamente, llaman “Occidente”. En estas condiciones no es descartable una nueva guerra mundial

**En las guerras en curso,  ningún interés español está en juego. Son los intereses de los invasores de territorio español y protectores de la tiranía marroquí los que  pesan, y de los que debe disociarse España. Hay que volver a la neutralidad que nos salvó de las dos guerras mundiales.

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Es necesario otro partido.

En abril de 2012 escribí este artículo en el blog. Más tarde, sin relación con él, surgió VOX,  que cobró vuelo  tras el discurso de Felipe VI contra el butifarréndum, que hoy intentan convertir en éxito los mafiosos de la política. Más allá de las circunstancias, VOX responde a una necesidad histórica y a una sociedad que no está tan aletargada como han creído sus enemigos.

He sugerido que una posible solución para el país consistiría en el hundimiento del PSOE, esa plaga histórica, y la división del PP en dos, ya que en él entran corrientes muy dispares, solo disimuladas por la rivalidad con los socialistas. Desde luego, el PSOE ha hecho méritos más que suficientes para ir “al basurero de la historia”, como decían los marxistas; pero esa solución no es posible, porque el PP cree que el juego político en España debe desarrollarse entre él y el PSOE, y correrá en auxilio de este cada vez que se encuentre en serio peligro. Ya lo hizo Aznar con su “pasar página”, lo hizo Rajoy con su seudooposición y más ahora: basta contrastar su actitud hacia los socialistas con su dureza contra UPyD, en el que ve un peligro de nuevo reparto de votos. PSOE y PP solo toleran, fuera de ellos, a los separatistas catalanes y vascos como parte de ese juego seudodemocrático en el que la corrupción y el engaño a la opinión pública desempeñan un papel esencial. Y al fondo la ETA, por supuesto, el condicionante, tan poderoso como inconfesado, de la política española en los últimos 35 años. Un juego que ha llevado al país a una crisis nacional, democrática y económica sin precedentes (escrito hace cinco años: http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/el-enmafiamiento-de-los-partidos-40023/)

Una democracia no puede funcionar sin diversidad de alternativas. En los años pasados, el PP demostró no ser alternativa a la política de Zapatero, quien pudo proseguir una y otra vez sus desmanes sin otra oposición que algunos pellizcos de monja. Quedaba la esperanza de que su “bajo perfil”, como llaman a la ausencia de verdadera política, fuera un engaño a las izquierdas para desmovilizarlas, aunque siempre creí que a quien se pretendía engañar, en realidad, era a los votantes del propio PP; y que tampoco se trataba de “complejos”, pues esos políticos piensan así (si cabe hablar de pensamiento), como unos progres o socialistas algo descafeinados.  ¿Cambiaría Rajoy desde el poder? Lo alcanzó no gracias a alguna idea o alternativa clara, sino a una crisis económica que le “cayó” al PSOE como pudo haberle caído al PP, más cuatro promesas embusteras sobre impuestos y demás. Por lo que vamos viendo, sigue igual, lo único que cabe esperar es que las derechas sean algo menos agresivas y “ocurrentes” que el PSOE, solución insuficiente para una situación cada vez más dramática.

La crisis múltiple actual requiere un programa de reformas en profundidad, que la mayoría del país estaría dispuesto a aceptar si se explica su necesidad de forma clara.  Pero no aparece el partido ni los líderes capaces de estudiar los problemas  más allá de la simple queja, y avanzar soluciones. Y sin embargo, ello es necesario. La crisis retrata un final de ciclo caracterizado por el fracaso de la Transición que, iniciada como una reforma “de la ley a la ley”,  ha terminado bajo Zapatero en la ruptura pretendida en 1976 por los antifranquistas… que eran también antiespañoles y nada demócratas. Además, las condiciones son excelentes: existe un descontento  difuso, pero generalizado, una escasísima confianza en los políticos, que los ciudadanos ven como parte del problema y no de la solución, y unos conflictos a todos los niveles, generados por los partidos actuales.

Algunos lo creen, a pesar de todo, imposible, pues los poderosos aparatos y medios de los grandes partidos se encargarían de asfixiar cualquier iniciativa. La historia demuestra otra cosa: desde la guerra mundial,  la democracia cristiana y el partido comunista se habían hecho connaturales a Italia casi como parte del paisaje, y sin embargo bastó una ofensiva de algunos jueces contra la corrupción para destruir a los poderosos democristianos, mientras los comunistas se diluían por lo  que ellos llamarían “contradicciones internas” y por efecto de la caída del muro de Berlín. Ahora asistimos en Grecia a un proceso que podría barrer a los corruptísimos partidos tradicionales, que muchos entendían como pilares de la democracia, cuando eran, son aún, simples beneficiarios de ella. Cierto que en Italia surgió un personaje como Berlusconi, y en Grecia pueden salir partidos demagógicos al estilo de los latinoamericanos. La historia plantea retos que es preciso afrontar, y que pueden afrontarse de forma equivocada, pero aún hay tiempo para que no sea ese el sino de España.

 

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