Begoña y Ayuso / Europa, improbable supervivencia / Heroico esfuerzo por el orden

**Están sonando tambores de guerra por toda la UE, y ni el PP ni el PSOE se dan por enterados. Tampoco VOX, que ha cometido el grueso error oportunista de apoyar a un corrupto criminal como Zelenski, que está sacrificando a Ucrania por intereses ajenos. Si sobre este asunto no alza VOX su propia voz, su propia posición,  que es fácil de explicar, se convierte en un partido más a lo Zelenski, es decir, al servicio de intereses ajenos a España. Creo que debería pensarlo seriamente, porque es una cuestión de principio, no de oportunidad.

**Ante los  indicios crecientes de corrupción de Begoña, mujer del doctor, el PSOE ha intentado desviar la atención hacia un supuesto chanchullo  económico del novio de Ayuso. La maniobra le está fracasando. Quizá el doctor caiga por su mujer y su suegro. Pero debería caer por fechorías mucho más graves. Ayuso es también un fraude: representa al PP, por lo tanto prefiere Silicon Valley al Valle de los Caídos, apoya a los delincuentes que lo están profanando y  obstruye sistemáticamente  a VOX.

**Son muchos los bobalicones (y los listillos) empeñados en unir a VOX y al PP contra el doctor (obsérvenlo bien: no contra el PSOE). Pero la prioridad del PP es hundir a VOX, a fin de tener las manos libres para sus eternos manejos con PSOE y separatistas. Si VOX cae en esa trampa, se hundirá él solo.

**Un periodista useño en un vídeo reciente  en Yemen. Unos niños juegan al fútbol en la calle. Pregunta al mayor, que sabe algo de inglés: “¿Del Real Madrid o del Barcelona?”. “Del Real Madrid”. Dos equipos españoles valorados en todo el mundo como los mejores. ¿Españoles?  Pero muchos del Barsa no quieren sentirse españoles, y el Real Madrid procura emplear el inglés en su publicidad, tiendas, etc. El fondo de odio o desprecio a la propia cultura por tanto descerebrado españolete.

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europa: introduccion a su historia-pio moa-9788490608449Nueva historia de España: de la II guerra púnica al siglo XXI (Bolsillo (la Esfera))

La improbable supervivencia europea

Cuando nos planteamos la historia de Europa, como la de España o cualquier otra, investigación parte de una descripción de la realidad actual: ¿cómo se ha llegado a esta realidad? La pregunta ya nos evita remontarnos a tiempos demasiado nebulosos y especulativos. Así, tenemos que culturalmente España no puede remontarse más allá de la conquista romana a partir de la II Guerra Púnica. Antes de ella, Hispania era solo una denominación geográfica, culturalmente muy heterogénea. Pero casi siete siglos de colonización romana, combinada en su última parte con la difusión del cristianismo   hicieron de Hispania una cultura  bastante homogénea –nunca del todo, lógicamente– integrada en el conjunto político del Imperio romano.  Solo después de la caída de dicho imperio se fue definiendo España como nación política. Sin la cual habría sido imposible la Reconquista, y desde luego hoy no seríamos lo que somos.

La II Guerra Púnica no solo da origen a la gran expansión romana, sino también a lo que hoy entendemos por Europa, aunque ello solo se haya completado después de unas catástrofes históricas en el largo período de las invasiones, en las que pudo haber desaparecido en su germen  la civilización europea, como ha pasado con tantas otras. La que he llamado Edad de Supervivencia a falta de nombre mejor,   impresiona como casi un milagro, y considerarla de este modo nos aleja de  toscos determinismos burocrático-económicos, lo mismo que de la tendencia de algunos historiadores a creerse jueces de la historia dispensando condenas y elogios morales a diestra y siniestra. En nuestros días se plantea un nuevo problema de supervivencia de Europa, después de la era en que fue el núcleo impulsor de la historia humana, por decirlo así.

En mi ensayo sobre Europa he querido transmitir esa extraña sensación, común  a la biografía de cada cual: lo que ha ocurrido no tenía por qué haberlo hecho. Antes de ocurrir había otras muchas posibilidades, pero una vez sucedido queda tal cual, como un hito,  inapelablemente, y genera a su vez otras posibilidades entre las que solo alguna se cumplirá. Quien no se asombra de estos hechos no puede ser buen historiador, en mi opinión.  Se me permitirá una comparación, salvando las grandes diferencias, con nuestra propia vida: la unión del espermatozoide concreto con el óvulo concreto de la que ha resultado cada cual, fue un hecho fortuito, improbable en extremo, y sin embargo, determina biológicamente nuestra existencia, aun si  solo condiciona nuestra historia vital. A pesar de ello solemos creernos necesarios en el mundo.

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“El heroico esfuerzo por imponer orden”

Todo el mundo habla de sus vidas en un momento u otro, porque es un tema que interesa de manera egoísta, pero también interesa la de los demás, por una especie de simpatía: todos estamos en este valle de lágrimas o de delicias, según quiera mirarse. Algunos no solo hablan, sino que la escriben,  ya sea por vanidad o por la inquietud de buscar en sus embrollos alguna coherencia, alguna trama como en las novelas, algún hilo conductor y explicativo: ya que nadie ha venido al mundo por propia decisión, tiene que hacer un gran esfuerzo por explicar o explicarse los sucesos que han modelado o sustanciado su vida.  Para los que comentamos ayer, Albiac o Baroja, parece haber tenido la vida más de valle de lágrimas que de delicias, y algo parecido sucede que la autobiografía de Koestler, que solo reconoce tres años felices en su biografía, aunque le parecen suficientes, dado lo habitual en una época tormentosa. No parecen seguir a Amado Nervo cuando poetizaba “Vida, estamos en paz”. Más afín a Nervo  sería en cambio, Jorge Semprún, que termina su Federico Sánchez se despide de ustedes con un “¡Que me quiten lo bailado!”, satisfecho sin duda de cómo le han ido las cosas,  contrariedades aparte, de sus aventuras y logros como escritor y hombre de acción.  Otro triunfador para el criterio común, pero al parecer no para el suyo propio, es Woody Allen, que titula su autobiografía A propósito de nada. No obstante, ha querido llenar esa nada con algo, aunque solo sean palabras. las cuales deberán tener algún significado, aunque él mismo no logre encontrárselo.

Todo esto me viene últimamente a la cabeza por haber publicado recientemente Adiós a un tiempo y reeditado  De un tiempo y de un país. Luis del Pino, que está contento de su vida,  me preguntaba hace tiempo si yo estaba satisfecho de la mía. Le dije que no, que estaba simplemente desconcertado. Quizá por eso haya cobrado cierta afición a las memorias o autobiografías ajenas. Nunca la tuve, pero me la despertó la consulta y contraste entre las memorias de los políticos de la república con la que escribí Los personajes de la República vistos por ellos mismos. La variedad de  sucesos vitales, de actitudes, de éxitos y fracasos, de justificaciones, de olvidos, de verdades y falsedades, es tal que nos impide llegar a conclusiones un poco sólidas sobre nosotros mismos. Y sin embargo persiste el empeño inexorable, quizá como en el mito de Sísifo. “El heroico esfuerzo del espíritu humano por imponer orden en el caos de la experiencia”, que dice G. Steiner.

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Adiós a un tiempo

 

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