La moralina de Camilo José Cela

Usted dice que la Iglesia traicionó al franquismo, y que ahí está la clave de la democracia.

R. De ninguna manera. He escrito algo sobre eso. Como recuerdo en Los mitos del franquismo, ese régimen se definió como católico, con acuerdo y aplauso de Roma. La Iglesia recibió una serie de privilegios con los que muchos no estaban de acuerdo dentro del propio régimen. Pero he aquí que el Concilio Vaticano II rechazó la confesionalidad y las pretensiones franquistas de ser un régimen católico. El franquismo quedó literalmente en el aire. ¿Se puede hablar de traición? Hasta cierto punto sí, porque el franquismo también había salvado a la Iglesia del exterminio. Pero el Vaticano II promovió el diálogo con los marxistas mientras lo negaba al régimen español. Pero la actitud de grandes sectores eclesiásticos fue mucho más allá: apoyaron a la ETA y a otros terrorismos, apoyaron a los separatismos y a los comunistas, a Comisiones Obreras, etc. Utilizaron los privilegios que les había dado el régimen contra el mismo régimen, permitiendo que se organizaran asambleas, grupos, etc., en dependencias eclesiales. Fíjese en que  sin esa actitud seguramente los separatistas, la ETA y los comunistas habrían sido todavía mucho más débiles de lo que ya eran al comenzar la transición. Así que puede decirse que Roma traicionó, aunque solo hasta cierto punto, al franquismo, pero sectores importantes de la Iglesia española lo traicionaron sin lugar a dudas. Ahora bien, ¿lo hicieron por promover la democracia? ¿La ETA, los comunistas, los separatistas, han sido alguna vez demócratas? La pregunta se contesta sola. Y algo más: ¿cómo han pagado esos “demócratas” la ayuda de la Iglesia? Tratándola con el mayor desprecio. Lo cual me parece lógico.

¿Dónde está entonces la clave de la democracia?

R. Lo he explicado el Los mitos del franquismo y en cien escritos más: la clave está en el propio franquismo, que transformó la sociedad para mucho mejor y creó las condiciones para una democracia normal, no convulsa. Pero, ya que hablamos de traiciones, debemos recordar que los que organizaron la transición, es decir, los franquistas que organizaron la transición, traicionaron a su vez al franquismo, montando desde el principio una democracia enferma, que hoy es ya una democracia fallida. como vengo explicando.

¿Cómo se podía implantar un democracia partiendo de una dictadura?

R. Esa dicotomía es falsa. El franquismo era, hasta cierto punto, una dictadura, pero de ningún modo una tiranía. El deber más elemental de los políticos que venían de ella, frente a los cretinos que querían enlazar con el Frente Popular, era defender la herencia de Franco, recordar con energía que la república había sido caos y miseria y violencia, y el Frente Popular un nuevo régimen criminal. Con solo clarificar adecuadamente estas cosas, la democracia no habría ido despeñándose poco a poco a la auténtica basura que es hoy, la farsa permanente que lleva a la liquidación de la propia España, por descuartizamiento balcanizante o por entrega fraudulenta de la soberanía. Simplemente recordando la historia con claridad, las pandillas de demagogos que resurgían a la muerte de Franco habrían tenido que moderarse, como tuvieron que hacerlo ante el referéndum de 1976. Pero el personal político franquista que organizó la transición empezó pronto a traicionar asimismo al régimen del que venía. ¿Por qué lo hizo? Ante todo, por falta de pensamiento político, democrático o no democrático. Y esa falta de pensamiento, ese vacío intelectual, fue también en parte una consecuencia del vacío en que dejó la Iglesia al régimen. Aunque, a pesar de sus enormes logros y aciertos, el franquismo tuvo siempre algunos déficits serios: el estético y el propagandístico ante todo. Estéticamente, y si excluimos logros absolutos como el Valle de los Caídos, la imagen artística o literaria del franquismo resulta un tanto abigarrada y retórica. Y en la propaganda siempre le vencieron sus contrarios, aunque fuera a base de mentiras gigantescas. Piense usted en Cela, por ejemplo.

¿Tampoco le gusta a usted Cela?

R. Cela es quizá el mejor novelista español  no solo de la posguerra, sino desde entonces hasta ahora. Y me es difícil decir por qué. Por mi parte solo se salvan el Pascual Duarte, La Colmena y el Viaje a La Alcarria. El resto me parece embrollado y sobre todo falso. Su obra está, desde el punto de vista moral, compuesto con una mezcla de nietzscheísmo y freudismo de tres al cuarto, intelectualmente insignificante hasta lo ridículo. Claro que una obra literaria no tiene por qué ser convencionalmente moral, pero Cela pretende ser un moralista a su manera, vierte su propia moralina y en eso no dice más que tonterías. Y La Colmena es históricamente falsa, aunque una obra literaria no tiene por qué ser históricamente veraz, quizá la mayoría no lo sean. Pero fíjese además que Cela había sido falangista, se había ofrecido como delator y había trabajado en la censura en los años 40. Es fácil sospechar que escribió La Colmena como un modo lavar sus culpas hacia el final de la II Guerra Mundial, cuando todo el mundo creía que Franco iba a ser barrido por las tremendas potencias vencedoras de la guerra.  Sus construcciones morales eran sumamente pedestres, y políticamente era un perfecto oportunista, y sin embargo su obra literaria, parte de ella, permanecerá, creo yo. En general, la literatura española del posfranquismo es muy floja, aunque quizá pasa algo semejante con la europea.

Alguna vez comentó usted en su blog que su novela Sonaron gritos, etc. podía interpretarse como lo contrario de La Colmena

R. Podría interpretarse así en el sentido de que el retrato de época es completamente distinto. La Colmena es una novela costumbrista-cutre, hace arte de lo cutre, que es difícil. La mía es más bien épica por así decir, trata de una época heroica, o de la parte heroica de la época.No me lo propuse, pero así ha salido. No obstante, la influencia de La Colmena ha sido inmensa y la de mi novela prácticamente nula. Además, como réplica a la de Cela habría llegado demasiado tarde. No obstante, algunos escritores que la han leído, como Aquilino Duque, la han estimado mucho. En fin, un historiador puede juzgar con argumentos y datos su propia obra y compararla con otras, de manera bastante objetiva, pero en cuestión artística o literaria, el autor puede ser el peor juez.

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67 Respuestas a La moralina de Camilo José Cela

  1. Alexander dice:

    Don Pio Moa ha pintado a Camilo Cela  como una vieja muy fea que se sabe pintar de maravilla. Don Pio, a eso se le llama !!Arte!!.

  2. SONARON GRITOS…, no ha sido influyente, ¡hasta hoy! Estoy seguro que en el futuro será muy diferente. Porque, entre otras cosas, es una obra auténtica. Y llegará el día en que la gente busque desesperadamente la verdad…

  3. comino dice:

    Pues ahí es precisamente donde más le pegan al franquismo, en el déficit estético:  que si era un régimen gris, de curas y beatas, de gazmoñería y todo eso. El franquismo no entra por los ojos, y menos hoy que nunca, que vivimos en un régimen de colorines. Tal vez existan más logros estéticos del franquismo, que si bien no llegan a la monumentalidad y espiritualidad del Valle de los Caídos, se le acercan; pero puede que muchos de esos logros estén ocultos o, delante de nuestras narices pero velados. Se hablaba de esto en el blog días atrás: había buenos cómics, una cultura y música popular notable, quizás buenas películas hoy olvidadas (y no me refiero a las Viridianas), quién sabe…

  4. Gabriel_SSP dice:

    Don Pío.

    El Concilio Vaticano II, por algunas cosas que leo, no es tan sencillo de catalogar como “traidor” o apóstata. El sentido que quisieron darle ciertas personas como apoyo al marxismo y repudio de regímenes como el de Franco es quizás ajeno al auténtico sentido del Concilio. Benedicto XVI dijo algo así en uno de sus discursos. Me permito la licencia de citar toda la parte del discurso referente a ello, aunque sea un poco extenso. Tiene relación a su vez con el debate que teníamos sobre el Estado:

     El último acontecimiento de este año sobre el que quisiera reflexionar en esta ocasión es la celebración de la clausura del concilio Vaticano II hace cuarenta años. Ese recuerdo suscita la pregunta:  ¿cuál ha sido el resultado del Concilio? ¿Ha  sido recibido de modo correcto? En  la recepción del Concilio, ¿qué se ha  hecho  bien?, ¿qué ha sido insuficiente o equivocado?, ¿qué queda aún por hacer? 
     
    Nadie puede negar que, en vastas partes de la Iglesia, la recepción del Concilio se ha realizado de un modo más bien difícil, aunque no queremos aplicar a lo que ha sucedido en estos años la descripción que hace san Basilio, el gran doctor de la Iglesia, de la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea:  la compara con una batalla naval en la oscuridad de la tempestad, diciendo entre otras cosas:  ”El grito ronco de los que por la discordia se alzan unos contra otros, las charlas incomprensibles, el ruido confuso de los gritos ininterrumpidos ha llenado ya casi toda la Iglesia, tergiversando, por exceso o por defecto, la recta doctrina de la fe…” (De  Spiritu Sancto XXX, 77:  PG 32, 213 A;  Sch 17 bis, p. 524). No queremos aplicar precisamente esta descripción dramática a la situación del posconcilio, pero refleja algo de lo que ha acontecido. 
     
    Surge la pregunta:  ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil? Pues bien, todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy, de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación. Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos. 
     
    Por una parte existe una interpretación que podría llamar “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura”; a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la “hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino. 
     
    La hermenéutica de la discontinuidad corre el riesgo de acabar en una ruptura entre Iglesia preconciliar e Iglesia posconciliar. Afirma que los textos del Concilio como tales no serían aún la verdadera expresión del espíritu del Concilio. Serían el resultado de componendas, en las cuales, para lograr la unanimidad, se tuvo que retroceder aún, reconfirmando muchas cosas antiguas ya inútiles. Pero en estas componendas no se reflejaría el verdadero espíritu del Concilio, sino en los impulsos hacia lo nuevo que subyacen en los textos:  sólo esos impulsos representarían el verdadero espíritu del Concilio, y partiendo de ellos y de acuerdo con ellos sería necesario seguir adelante. Precisamente porque los textos sólo reflejarían de modo imperfecto el verdadero espíritu del Concilio y su novedad, sería necesario tener la valentía de ir más allá de los textos, dejando espacio a la novedad en la que se expresaría la intención más profunda, aunque aún indeterminada, del Concilio. En una palabra:  sería preciso seguir no los textos del Concilio, sino su espíritu. 
     
    De ese modo, como es obvio, queda un amplio margen para la pregunta sobre cómo se define entonces ese espíritu y, en consecuencia, se deja espacio a cualquier arbitrariedad. Pero así se tergiversa en su raíz la naturaleza de un Concilio como tal. De esta manera, se lo considera como una especie de Asamblea Constituyente, que elimina una Constitución antigua y crea una nueva. Pero la Asamblea Constituyente necesita una autoridad que le confiera el mandato y luego una confirmación por parte de esa autoridad, es decir, del pueblo al que la Constitución debe servir.
    Los padres no tenían ese mandato y nadie se lo había dado; por lo demás, nadie podía dárselo, porque la Constitución esencial de la Iglesia viene del Señor y nos ha sido dada para que nosotros podamos alcanzar la vida eterna y, partiendo de esta perspectiva, podamos iluminar también la vida en el tiempo y el tiempo mismo. 
     
    Los obispos, mediante el sacramento que han recibido, son fiduciarios del don del Señor. Son “administradores de los misterios de Dios” (1 Co 4, 1), y como tales deben ser “fieles y prudentes” (cf. Lc 12, 41-48). Eso significa que deben administrar el don del Señor de modo correcto, para que no quede oculto en algún escondrijo, sino que dé fruto y el Señor, al final, pueda decir al administrador:  ”Puesto que has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho” (cf. Mt 25, 14-30; Lc 19, 11-27). En estas parábolas evangélicas se manifiesta la dinámica de la fidelidad, que afecta al servicio del Señor, y en ellas también resulta evidente que en un Concilio la dinámica y la fidelidad deben ser una sola cosa.
     
    A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma, como la presentaron primero el Papa  Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio el 11 de octubre de 1962 y luego el Papa Pablo VI en el discurso de clausura el 7 de diciembre de 1965. Aquí quisiera citar solamente las palabras, muy conocidas, del Papa Juan XXIII, en las que esta hermenéutica se expresa de una forma inequívoca cuando dice que el Concilio “quiere transmitir la doctrina en su pureza e integridad, sin atenuaciones ni deformaciones”, y prosigue:  ”Nuestra tarea no es únicamente guardar este tesoro precioso, como si nos preocupáramos tan sólo de la antigüedad, sino también dedicarnos con voluntad diligente, sin temor, a estudiar lo que exige nuestra época (…). Es necesario que esta doctrina, verdadera e inmutable, a la que se debe prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro tiempo. En efecto, una cosa es el depósito de la fe, es decir, las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta el modo como se enuncian estas verdades, conservando sin embargo el mismo sentido y significado” (Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones, BAC, Madrid 1993, pp. 1094-1095). 
     
    Es claro que este esfuerzo por expresar de un modo nuevo una determinada verdad exige una nueva reflexión sobre ella y una nueva relación vital con ella; asimismo, es claro que la nueva palabra sólo puede madurar si nace de una comprensión consciente de la verdad expresada y que, por otra parte, la reflexión sobre la fe exige también que se viva esta fe. En este sentido, el programa propuesto por el Papa Juan XXIII era sumamente exigente, como es exigente la síntesis de fidelidad y dinamismo. Pero donde esta interpretación ha sido la orientación que ha guiado la recepción del Concilio, ha crecido una nueva vida y han madurado nuevos frutos. Cuarenta años después del Concilio podemos constatar que lo positivo es más grande y más vivo de lo que pudiera parecer en la agitación de los años cercanos al 1968. Hoy vemos que la semilla buena, a pesar de desarrollarse lentamente, crece, y así crece también nuestra profunda gratitud por la obra realizada por el Concilio.
     
    Pablo VI, en su discurso durante la clausura del Concilio, indicó también una motivación específica por la cual una hermenéutica de la discontinuidad podría parecer convincente. En el gran debate sobre el hombre, que caracteriza el tiempo moderno, el Concilio debía dedicarse de modo especial al tema de la antropología. Debía interrogarse sobre la relación entre la Iglesia y su fe, por una parte, y el hombre y el mundo actual, por otra (cf. ib., pp. 1173-1181). La cuestión resulta mucho más clara si en lugar del término genérico “mundo actual” elegimos otro más preciso:  el Concilio debía determinar de modo nuevo la relación entre la Iglesia y la edad moderna. 
     
    Esta relación tuvo un inicio muy problemático con el proceso a Galileo. Luego se rompió totalmente cuando Kant definió la “religión dentro de la razón pura” y cuando, en la fase radical de la revolución francesa, se difundió una imagen del Estado y del hombre que prácticamente no quería conceder espacio alguno a la Iglesia y a la fe. El enfrentamiento de la fe de la Iglesia con un liberalismo radical y también con unas ciencias naturales que pretendían abarcar con sus conocimientos toda la realidad hasta sus confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la “hipótesis Dios”, había provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia, ásperas y radicales condenas de ese espíritu de la edad moderna. Así pues, aparentemente no había ningún ámbito abierto a un entendimiento positivo y fructuoso, y también eran drásticos los rechazos por parte de los que se sentían representantes de la edad moderna. 
     
    Sin embargo, mientras tanto, incluso la edad moderna había evolucionado. La gente se daba cuenta de que la revolución americana había ofrecido un modelo de Estado moderno diverso del que fomentaban las tendencias radicales surgidas en la segunda fase de la revolución francesa. Las ciencias naturales comenzaban a reflexionar, cada vez más claramente, sobre su propio límite, impuesto por su mismo método que, aunque realizaba cosas grandiosas, no era capaz de comprender la totalidad de la realidad. 
     
    Así, ambas partes comenzaron a abrirse progresivamente la una a la otra. En el período entre las dos guerras mundiales, y más aún después de la segunda guerra mundial, hombres de Estado católicos habían demostrado que puede existir un Estado moderno laico, que no es neutro con respecto a los valores, sino que vive tomando de las grandes fuentes éticas abiertas por el cristianismo. 
     
    La doctrina social católica, que se fue desarrollando progresivamente, se había convertido en un modelo importante entre el liberalismo radical y la teoría marxista del Estado. Las ciencias naturales, que sin reservas hacían profesión de su método, en el que Dios no tenía acceso, se daban cuenta cada vez con mayor claridad de que este método no abarcaba la totalidad de la realidad y, por tanto, abrían de nuevo las puertas a Dios, sabiendo que la realidad es más grande que el método naturalista y que lo que ese método puede abarcar. 
     
    Se podría decir que ahora, en la hora del Vaticano II, se habían formado tres círculos de preguntas, que esperaban una respuesta. Ante todo, era necesario definir de modo nuevo la relación entre la fe y las ciencias modernas; por lo demás, eso no sólo afectaba a las ciencias naturales, sino también a la ciencia histórica, porque, en cierta escuela, el método histórico-crítico reclamaba para sí la última palabra en la interpretación de la Biblia y, pretendiendo la plena exclusividad para su comprensión de las sagradas Escrituras, se oponía en puntos importantes a la interpretación que la fe de la Iglesia había elaborado. 
     
    En segundo lugar, había que definir de modo nuevo la relación entre la Iglesia y el Estado moderno, que concedía espacio a ciudadanos de varias religiones e ideologías, comportándose con estas religiones de modo imparcial y asumiendo simplemente la responsabilidad de una convivencia ordenada y tolerante entre los ciudadanos y de su libertad de practicar su religión.
     
    En tercer lugar, con eso estaba relacionado de modo más general el problema de la tolerancia religiosa, una cuestión que exigía una nueva definición de la relación entre la fe cristiana y las religiones del mundo. En particular, ante los recientes crímenes del régimen nacionalsocialista y, en general, con una mirada retrospectiva sobre una larga historia difícil, resultaba necesario valorar y definir de modo nuevo la relación entre la Iglesia y la fe de Israel. 
     
    Todos estos temas tienen un gran alcance —eran los grandes temas de la segunda parte del Concilio— y no nos es posible reflexionar más ampliamente sobre ellos en este contexto. Es claro que en todos estos sectores, que en su conjunto forman un único problema, podría emerger una cierta forma de discontinuidad y que, en cierto sentido, de hecho se había manifestado una discontinuidad, en la cual, sin embargo, hechas las debidas distinciones entre las situaciones históricas concretas y sus exigencias, resultaba que no se había abandonado la continuidad en los principios; este hecho fácilmente escapa a la primera percepción. 
     
    Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma. En este proceso de novedad en la continuidad debíamos aprender a captar más concretamente que antes que las decisiones de la Iglesia relativas a cosas contingentes —por ejemplo, ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia— necesariamente debían ser contingentes también ellas, precisamente porque se referían a una realidad determinada en sí misma mudable. Era necesario aprender a reconocer que, en esas decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro. 
     
    En cambio, no son igualmente permanentes las formas concretas, que dependen de la situación histórica y, por tanto, pueden sufrir cambios. Así, las decisiones de fondo pueden seguir siendo válidas, mientras que las formas de su aplicación a contextos nuevos pueden cambiar. Por ejemplo, si la libertad de religión se considera como expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y, por consiguiente, se transforma en canonización del relativismo, entonces pasa impropiamente de necesidad social e histórica al nivel metafísico, y así se la priva de su verdadero sentido, con la consecuencia de que no la puede aceptar quien cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y está vinculado a ese conocimiento basándose en la dignidad interior de la verdad. 
     
    Por el contrario, algo totalmente diferente es considerar la libertad de religión como una necesidad que deriva de la  convivencia  humana, más aún, como una consecuencia intrínseca de la verdad que no se puede imponer desde fuera, sino  que  el hombre la debe hacer suya sólo mediante un proceso de convicción. 
     
    El concilio Vaticano II, reconociendo y haciendo suyo, con el decreto sobre la libertad religiosa, un principio esencial del Estado moderno, recogió de nuevo el patrimonio más profundo de la Iglesia. Esta puede ser consciente de que con ello se encuentra en plena sintonía con la enseñanza de Jesús mismo (cf. Mt 22, 21), así como con la Iglesia de los mártires, con los mártires de todos los tiempos. 
     
    La Iglesia antigua, con naturalidad, oraba por los emperadores y por los responsables políticos, considerando esto como un deber suyo (cf. 1 Tm 2, 2); pero, en cambio, a la vez que oraba por los emperadores, se negaba a adorarlos, y así rechazaba claramente la religión del Estado. Los mártires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en el Dios que se había revelado en Jesucristo, y precisamente así murieron también por la libertad de conciencia y por la libertad de profesar la propia fe, una profesión que ningún Estado puede imponer, sino que sólo puede hacerse propia con la gracia de Dios, en libertad de conciencia. 
     
    Una Iglesia misionera, consciente de que tiene el deber de anunciar su mensaje a todos los pueblos, necesariamente debe comprometerse en favor de la libertad de la fe. Quiere transmitir el don de la verdad que existe para todos y, al mismo tiempo, asegura a los pueblos y a sus gobiernos que con ello no quiere destruir su identidad y sus culturas, sino que, al contrario, les lleva una respuesta que esperan en lo más íntimo de su ser, una respuesta con la que no se pierde la multiplicidad de las culturas, sino que se promueve la unidad entre los hombres y también la paz entre los pueblos. 
     
    El concilio Vaticano II, con la nueva definición de la relación entre la fe de la Iglesia y ciertos elementos esenciales del pensamiento moderno, revisó o incluso corrigió algunas decisiones históricas, pero en esta aparente discontinuidad mantuvo y profundizó su íntima naturaleza y su verdadera identidad. La Iglesia,  tanto antes como después del Concilio,  es  la misma Iglesia una, santa, católica  y  apostólica en camino a través de los tiempos; prosigue “su peregrinación entre  las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios”, anunciando la muerte del Señor hasta que vuelva (cf. Lumen gentium, 8). 
     
    Quienes esperaban que con este “sí” fundamental a la edad moderna todas las tensiones desaparecerían y la “apertura al mundo” así realizada lo transformaría todo en pura armonía, habían subestimado las tensiones interiores y también  las contradicciones de la misma  edad  moderna;  habían subestimado la peligrosa fragilidad de la naturaleza humana, que en todos los períodos de la historia y en toda situación histórica es una amenaza para el camino del hombre. 
     
    Estos peligros, con las nuevas posibilidades y con el nuevo poder del hombre sobre la materia y sobre sí mismo, no han desaparecido; al contrario, asumen nuevas dimensiones:  una mirada a la historia actual lo demuestra claramente. También en nuestro tiempo la Iglesia sigue siendo un “signo de contradicción” (Lc 2, 34). No sin motivo el Papa Juan Pablo II, siendo aún cardenal, puso este título a los ejercicios espirituales que predicó en 1976 al Papa Pablo VI y a la Curia romana. 
     
    El Concilio no podía tener la intención de abolir esta contradicción del Evangelio con respecto a los peligros y los errores del hombre. En cambio, no cabe duda de que quería eliminar contradicciones erróneas o superfluas, para presentar al mundo actual la exigencia del Evangelio en toda su grandeza y pureza. El paso dado por el Concilio hacia la edad moderna, que de un modo muy impreciso se ha presentado como “apertura al mundo”, pertenece en último término al problema perenne de la relación entre la fe y la razón, que se vuelve a presentar de formas siempre nuevas. 
    La situación que el Concilio debía afrontar se puede equiparar, sin duda, a acontecimientos de épocas anteriores. San Pedro, en su primera carta, exhortó a los cristianos a estar siempre dispuestos a dar respuesta (apo-logía) a quien le pidiera el logos (la razón) de su fe (cf. 1 P 3, 15). Esto significaba que la fe bíblica debía entrar en discusión y en relación con la cultura griega y aprender a reconocer mediante la interpretación la línea de distinción, pero también el contacto y la afinidad entre ellos en la única razón dada por Dios. 
     
    Cuando, en el siglo XIII, mediante filósofos judíos y árabes, el pensamiento aristotélico entró en contacto con la cristiandad medieval formada en la tradición platónica, y la fe y la razón corrían el peligro de entrar en una contradicción inconciliable, fue sobre todo santo Tomás de Aquino quien medió el nuevo encuentro entre la fe y la filosofía aristotélica, poniendo así la fe en una relación positiva con la forma de razón dominante en su tiempo. 

    La ardua disputa entre la razón moderna y la fe cristiana que en un primer momento, con el proceso a Galileo, había comenzado de modo negativo, ciertamente atravesó muchas fases, pero con el concilio Vaticano II llegó la hora en que se requería una profunda reflexión. Desde luego, en los textos conciliares su contenido sólo está trazado en grandes líneas, pero así se determinó la dirección esencial, de forma que el diálogo entre la razón y la fe, hoy particularmente importante, ha encontrado su orientación sobre la base del Vaticano II. 

    Ahora, este diálogo se debe desarrollar con gran apertura mental, pero también con la claridad en el discernimiento de espíritus que el mundo, con razón, espera de nosotros precisamente en este momento. Así hoy podemos volver con gratitud nuestra mirada al concilio Vaticano II:  si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia. 

  5. comino dice:

    ¿El arte por el arte? Yo recuerdo la lectura de La Colmena como fatigosa y reconcentrada, porque es una novela de técnica compleja, de un montón de personajes que entran y salen, y de fondo siniestro, por esa dedicación al espíritu cutre del que habla Moa; pero si después se nos revela como una novela falsa, mentirosa, entonces el arte se queda en poco más que técnica. Si vamos a leer una novela buena pero falaz, es mejor que no sepamos antes de la lectura que es falaz, porque si no el esfuerzo puede que no valga la pena, digo yo. Y esa moralina de Cela es la moralina de lo peor de la novela picaresca, me imagino, con la que Cela quiere empalmar a conciencia, como se ve tan claramente en La Familia de Pascual Duarte, desde la primera página. Pero que Cela mintiera tan a conciencia en su novela La Colmena, para congraciarse con el nuevo poder que podía llegar con la caída de Franco o una invasión aliada, es una especie de traición.

  6. Gabriel_SSP dice:

    Yo no hablaría de la forma ambigua en que el Papa lo hizo, pero el es más sabio que yo y sabrá por qué lo hace. Hace mención al Estado como alguien sin potestad para imponer ninguna religión. Hoy el Estado si impone una religión, la moderna progresista con todas sus variantes; pero en lo referente al cristianismo este, al menos en España, no se ha impuesto por el Estado (que no existía entonces) ni por el Gobierno, Leovigildo solo consagra un hecho y es que toda la población española ya era cristiana por predicación. Acierta Benedicto XVI en eso pero le falta seguir el siguiente paso, acusar a los Estados de imponer creencias, frente a esa especie de mito que acusa al cristianismo de ello.

  7. Pío Moa dice:

    Yo no digo que el Vaticano II fuera traidor al catolicismo, hasta ahí no llego. Que fue traidor hacia quienes habían salvado a la Iglesia de su liquidación en España es algo evidente. Y que trajo consecuencias muy negativas para la Iglesia también es cierto. Pero la Iglesia lleva dos  milenios y su ámbito es muy amplio.

  8. Pío Moa dice:

    El franquismo fue estéticamente muy variado, en el fondo muy liberal. Pero me refiero a lo propiamente franquista en iconografía y arte en general: tiene una historia épica excelente, pero no le ha sacado partido, en gran parte por el peso de un catolicismo un tanto pesado. Y por una retórica también pesada. En general ocurre con la historia de España: apenas tiene la literatura épica, de aventuras, del mar, que tienen por ejemplo los ingleses, a pesar de que la épica, las aventuras y el historial naval de los españoles admite muy pocas comparaciones.  En cambio tenemos la picaresca y similares. El Quijote es una de las grandes novelas, pero no deja de ser una burla del espíritu heroico (aunque sea mucho más que eso).

       Hay dos cosas de las que es enemigo el catolicismo, al menos el español: de los problemas morales (todos vienen resueltos de antemano) y de la épica.

       La Colmena de Cela no es falsa en el sentido de que pinte un cuadro falso, sino de que es un cuadro muy parcial: todas esas cosas existieron, pero solo fueron una parte. Si uno abstrae la novela de su encuadre histórico, es una buena descripción intemporal de ciertos aspectos de la condición humana.  Pero cuando Cela se pone en plan moralista, como en “San Camilo…2 o en otras obras, es simplemente ridículo. Ahora bien, si lo comparamos con la literatura del posfranquismo incluso su moralina vale algo.

  9. Lo único que tiene valor en sí mismo es la verdad. Y al final todos acabamos apreciándola porque cualquier otra consideración acaba por hastiarnos…

  10. Por eso Satanás nunca ha estado realmente en contra de la Iglesia o de la moralidad, sino que ha procurado por todos los medios sacar a Cristo de la Iglesia. Que hubiese un cristianismo sin Cristo. Y, a fe que no iba desencaminado en su propósito de destruirnos. La verdad, y no una verdad a medias es innegociable…

  11. colacho dice:

    Proby, La Copla no es andaluza ni española tiene origen en el cuplé de origen frances. A principios del siglo XX, hubieron en España las cupletistas sobre todo mujeres que se fue orientando hacia un genero musical-teatral que se denominó “LaRevista” era famoso un centro en Barcelona y en Madrid habia unos cuatro espectaculos que llegaron hasta los sesenta y quizas algunos años más…y algunas cantantes de la época se les designaba indistintamente tanto como cupletista o como coplita…Así que eso de que la copla es de origen andaluz e incluso llegé a oir de origen del folclore popular bereber (yo tengo un disco que canta un marroqui que no recuerdo el nombre) en el que canta “Soy minero” ¡¡en arabe!!!  es mentira y una memez.       

  12. colacho dice:

    coño Ma bien sabes cosas de Satanás….¡¡no tengas cuidado que te lía….!!

  13. colacho dice:

    Yo creo que el Concilio Vaticano II …se modernizó …pero a lo jilipolla….me recuerda aquella monjita que tocaba la guitarra …con uan canción pegadiza que recordandola casi logro cogerle el tono…..

  14. colacho dice:

    Los curas obreros fue una costumbre patetica …todos acabaron como extremistas y como buenos converso más comunistas que los comunistas….¡¡¡ no hay cosa más peligrosa que un maestro y un seminarista radicalizados!!….

  15. No hay nada peor que un cristiano sin Cristo…

  16. colacho dice:

    MA por propia definición todo cristiano esta con Cristo…

  17. El propio Maestro te contesta a eso en Mateo 7,21…

  18. colacho dice:

    En esto de la iglesia y el concilio y los curas obreros, y la teologia de la liberación recuerdo el caso de un Obispo del Salvador Jesuita y se llamaba creo recordar Elacuyía creo.
    Recuerdo oirle hablar de las “Transnacionales” como el cataclismo de los pobres analisis por supuestos disparatados y sectarios, poniendose a favor de los terroristas de izquierda hasta que un grupo de extrema derecha le metió cuatro tiros….yo no estoy a favor de que le metan cuatro tiros a una persona ahora si te metes entre quienes los tiran….  

  19. colacho dice:

    La Canción de la monjita y su guitarra era algo así como “Dominique nique nique” y además bailaba ¡¡un espectaculo escatológico de proporciones abrumadores…..

  20. colacho dice:

    Mira MA yo conozco las cosas de la Iglesia y los evangelios y me gustan bastante….ahora si me vieres con eso de Mateos 7.21,lo que me dan ganas es de darte una patada en el culo…..

  21. Pues entonces no tenemos nada más que hablar…

  22. Catlo dice:

     
    La variedad de cultos a la Diosa Madre es grande y perversa, claro:
     
    Ecosexo o hacerle el amor a la Tierra
    Abrazar árboles, acariciar hierba, comerse flores, introducir los dedos en frutas y experimentar son algunas de las prácticas de los ecosexuales
     
    http://cronicaglobal.elespanol.com/vida/ecosexo-amor-tierra_75293_102.html

  23. Catlo dice:

     
    Los dispartes son de tal calibre que hasta una parte del feminismo empieza a desmarcarse:
     

    Feminista contra la ‘moda transgénero’: ‘Los bloqueadores de la pubertad son una violación criminal de los derechos humanos’

     

  24. comino dice:

    Colacho, por mucha influencia francesa que admitamos para la copla, es un género típicamente español, más que andaluz. Por otra parte, parece que la copla y el flamenco todavía resisten en el gusto popular, y mucho, al menos aquí en Córdoba y alrededores.

  25. comino dice:

    Mi padre, que fue albañil de Córdoba en Barcelona, siempre votante del PSOE (hasta que le llegó el desengaño), habla bien de Franco y del franquismo (tiene 79 años), pero ha echado siempre pestes de los curas y de los beatos de iglesia. Cuenta historias (que no sé si son del todo verdad) de curas malos, “atravesaos” y fornicadores, en la barriada de la Electromecánica, aquí en Córdoba. En mi familia nunca se ha ido a misa. Yo y mi hermano ni siquiera hicimos la primera comunión, en Hospitalet: mi hermana sí la hizo. Una mañana de domingo, por curiosidad, fui a la misa de doce en la catedral de Córdoba. Oficiaba Demetrio Fernández. Su cara y la cara de todos los que oficiaban me parecieron un horror. El obispo tenía esa voz repulsiva, falsa y “suavona” de muchos obispos. Y los monaguillos (o como se llamen) llevaban todos pantalones vaqueros debajo de sus túnicas sin planchar; además no se habían afeitado y tenían ojos de sueño y de botelloneros. Y para colmo, en horas de visita turística, ponían en la catedral el hilo musical (sin letra) de la canción imagine de John Lennon. Siempre había pensado que la queja contra la retórica pesada y catolicona de los curas era una invención de los anti franquistas de después, pero leyendo las memorias del escritor Terenci Moix, que no va de anti franquista, (porque no lo fue) me convencí de que los curas habían sido una especie de plaga del aburrimiento.

  26. Hegemon dice:

    Ya está comino pontificando. ¿Todos los curas son como él los percibió en un sólo día de su vida?

  27. Pío Moa dice:

    A mí el flamenco no me gusta, salvo algunas composiciones, y el jazz tampoco, incluso menos. Por lo que se ve que en cuestión de gustos… Pero la copla marca una gran época de la canción española. Tiene composiciones de una altura poética y musical excelentes, aunque a veces caiga en la cursilería (“Tatuaje”, por ejemplo, es una cursilería del principio al final, aunque la música es excelente. Compárese con otra tan distinta como “Ojos verdes”) Y cierto que tiene que haber canciones alegres, los géneros son enormemente variados. Pero las rumbitas aquellas expresan  lo que Baroja llamaba “la juerga vulgar y chabacana”. Tienen gracia precisamente por eso, pero vamos… 

  28. comino dice:

    Decía el poeta argentino Borges que no hay lector sensible que no sepa que Cervantes está de parte de Don Quijote y de sus ideales heroicos, no de parte de los apegos al terruño de Sancho Panza. Pero es cierto que Cervantes a veces abandona a Don Quijote (Unamuno se lo criticaba en “Historia de Don Quijote y Sancho”), para luego volver a él. ¿Burla?, quizás, pero suave. Claro que también hay lectores, como recordaba Moa aquí respecto al autor de Lolita, que la han criticado por ser una novela cruel y mala: aserto asombroso, porque el Quijote está lleno de dulzuras, de amabilidades, de un gusto muy italiano y muy de la época por los placeres de la vida, bien visible no sólo en las socarronerías de Sancho, sino también en los gustos literarios y estéticos de Don Quijote.

  29. comino dice:

    Es que los tatuajes, puertos, marineros y demás, se prestan a todas las cursilerías y mariconadas. Querelle, la película.

  30. Hegemon dice:

    Dice Dalmacio Negro que Franco crea el Estado, a destiempo, pero que es un Estado nacional, al servicio de la nación y no como la democracia que crea un Estado-nación en el que la sociedad es obligada a la sumisión. Es decir, estatalista. Se trata de diferentes ideas de Estado. 

    Estoy escuchando a Dalmacio Negro y los demás en el enlace que dejó ayer Gabriel y me parece interesante lo que comentan y muy semejante a varias tesis e ideas presentadas en el blog. Sin lugar a dudas Dalamcio Negro habla de dos liberalismos diferentes, el que surge de la Ilustración y posterior el moderno, y el tradicional que proviene de Grecia, Roma y el Cristianismo. En este momento le interpelan los demás contertulios porque no encuentran lógico emplear el mismo término para definir dos cosas muy diferentes. Dalmacio Negro confiesa que no encuentra otro termino mejor, aunque se podría resumir como el liberalismo tradicional en el que el poder del Estado es limitado. 

    Estoy seguro que Dalamcio Negro no es una figura amable ni seguida por los puristas liberales. O los liebrales modernos que en el fodno,s egín D. Negro, son tan estatalistas como todo lo que ha surgido de la Ilustración, a la que denomina como Contrarevolución, opuesta a la verdadera Revolución que significó el Cristianismo. 

  31. comino dice:

    “…era hermoso y rubio como la cerveza…” Es verdad, una buena comparación, pero qué mariconada cursi.

  32. manuelp dice:

    No sé donde ve don Pio la cursilería en “Tatuaje”. Es una obra maestra igual que “Romance de valentía” y casi todas las de Quintero, León y Quiroga.
    https://www.youtube.com/watch?v=46HRat7YBvc
    La música característica española- entre otras- es el pasodoble, con obras maestras como “España cañí”, “En er mundo”, etc aunque otros no tan conocidos son igual de buenos, por ejemplo “Ragon Falez”.
    https://www.youtube.com/watch?v=B37Fs0uJAts
    Estos son del tronco principal que son los pasodobles taurinos, aunque existen otros buenísimos que no son taurinos sino de zarzuelas- que poco tienen que envidiar a las óperas-, como este de “Gigantes y cabezudos”.
    https://www.youtube.com/watch?v=Sq2MuVDeeE8

  33. comino dice:

    En realidad, el flamenco y la copla son hermanos. El flamenco es más telúrico, desgarrado y visceral; la copla es más amable, vistosa y sociable. El flamenco es de tablao, y la copla de salón. A mi madre la recuerdo escuchando o cantando copla en la cocina, o sentada delante de la máquina de coser, o sacando patrones de moda. A mi padre lo veo tumbado en el sofá con la radio pegada al oído escuchando flamenco, después de volver a casa cansado del trabajo. Una vecina del piso cuarto de nuestro bloque de Hospitalet, mujer de un pueblo de Ciudad Real que tocaba con Córdoba, cantaba copla por el patio de luces, con una voz potente como la de Falete. En el bloque éramos de Andalucía, Castilla, Galicia, Aragón… La única catalana se llamaba Narcisa, la de los huevos, porque vendía huevos. A esta pobre mujer se le mató un hijo en accidente de coche, y luego el marido la abandonó. Ahora ha perdido la cabeza y sólo habla catalán, no por nacionalista, que nunca lo fue, sino por loca. Le pasó lo mismo que a la madre de mi tía gallega. Mi tía se trajo a su madre de un pueblecito de Orense a Hospitalet, la pobre mujer perdió la cabeza y sólo hablaba gallego. Uno vuelve al origen, como esos moribundos que antes de morir llaman a sus madres.

  34. La Copla, la Zarzuela y el folclore de cada región siempre fueron las músicas más populares y auténticas de España. Y el flamenco siempre fue una música menos popular, el típico producto que o gusta mucho o no gusta nada…

  35. De hecho, tanto el Flamenco, como el Jazz, son músicas más exclusivas…

  36. Un tema “brutal” del mejor músico de jazz, en mi opinión, o para mi gusto: Julian Cannonball Adderley. Del álbum CANNONBALL’S BOSSA NOVA, el primer “corte” CLOUDS/NUBES…
    https://www.youtube.com/watch?v=oTelftDW4dI

  37. No es ninguna novedad que el PSOE es una organización enemiga de España, y que debería estar prohibida como lo estuvo en el pasado…

  38. Gabriel_SSP dice:

    Hegemon.

    Miguel Ayuso, que es el principal crítico de Dalmacio en ese audio (aunque esencialmente comparten opiniones) demuestra no menos erudición y talento dialéctico en este tema, y esa crítica que hace sobre los términos, tan esencial, es la misma que yo le hacía a Dalmacio. Tiene razón en que Dalmacio no caerá bien a los liberales “típicos”, precisamente porque les apunta con el dedo para descubrir su estadolatría. 

  39. Proby dice:

    Colacho: yo no digo memeces. Y yo no he dicho que el origen de la copla sea tal o cual (eso me importa más bien poco), sino que es o se ha vuelto muy representativa de Andalucía. Y creo que eso no es discutible. Yo, como madrileño, no me siento identificado con esa música. Si a ti te gusta, me parece muy bien. Pero no es “LA música española”, como dicen algunos. En todo caso, parte de ella, y no la más importante. 

  40. Proby dice:

    ¡ Viva el jazz !

  41. Gabriel_SSP dice:

    Comino.

    Espero que esté disfrutando de la obra de Girard; es densa, pero el talento literario, y sobre todo el contenido, amenizan mucho.

    Creo que su opinión sobre el Quijote cambiará radicalmente a medida que avance en la obra. Los románticos admiran su locura, su espontaneidad, su ímpetu vital….pero no es eso lo “mágico” del Quijote, o no solo, sino especialmente el final. Ese desengaño sobre el que los románticos cubren una niebla de desdén y antipatía, cuando no lo silencian, y que es lo principal de la obra. Lo que esconde ese final es algo tan profundo de la naturaleza humana que asombra como de esa conclusión pudo sacar Girard el resto de su impresionante obra. No le cuento más por no aguarle la fiesta, aunque tampoco podría sin talento. Ya me contará Comino.

  42. Gabriel_SSP dice:

    Muchos episodios del Quijote, algunos que no trata Girard, cumplen a maravilla el descubrimiento de Girard. Relea luego el Quijote otra vez y se dará cuenta del verdadera significado que Cervantes quiso dar a su obra.

    La crítica cervantina es muchas veces ditirámbica pero no repara en eso.

  43. Subiendo el nivel en el blog…

    Descend, kind pity (Händel) Richard Croft
    https://www.youtube.com/watch?v=5SU54A1Cnvk

  44. Gabriel_SSP dice:

    Lo mismo pasa con Dostoyevski, Crimen y castigo se lee totalmente diferente tras Girard, y seguramente pase lo mismo con Los hermanos Karamazov.

    Gómez Dávila tiene un escolio que me admira:

    La humanidad cambia menos lo que admira que las razones con que justifica su admiración.Tres mil años han admirado a Homero sucesivamente por razones contradictorias
     
    Las obras duran más que las estéticas

  45. Catlo dice:

     
    Eso de que Las obras duran más que las estéticas era algo que desconcertaba mucho a Marx pues no encaja para nada con su idea de superestructura cultural e ideológica.

  46. Catlo dice:

     
    Cultos dedicados a la Diosa Madre por doquier…
     
    Celebración del solsticio de verano en Stonehenge

  47. Catlo dice:

     
    Personificación de la Diosa Madre. Que no digan que ésta no es una época religiosa, lo que sucede es que triunfan las religiones más destructivas, el Islam y los cultos a Diosas totalitarias…
     

    Madre y abuela de los mellizos de su hijo gay, las familias del Orgullo

    Engendrados con el óvulo de una donante anónima y los espermatozoides de una pareja homosexual, su propia abuela los gestó y dio a luz. Las más que cuestionables circunstancias que rodean a estos niños dejan clara la ingeniería social a la que se puede llegar para satisfacer las aspiraciones del lobby LGTB.


  48. Pío Moa dice:

    No me negarán que esta es una verdadera joya. Internacional, además (un inglés… un francés…) https://www.youtube.com/watch?v=dAY7ONrkaxU

    Esta otra la oí  caminando pos las calles hostiles de Gotemburgo o Göteborg, tenía entonces 18 años, la música salía y un piso, y me emocionó: https://www.youtube.com/watch?v=6Rka7CQrB_k

    Tampoco estaba mal esta otra. ¡Ah, qué tiempos!: https://www.youtube.com/watch?v=_sn6-9QpwVI

  49. Pues para perder el tiempo con ese tipo de música don Pío, casi prefiero Agapito Marazuela y su dulzaina, aunque en este documento solo canta…

    LAS TORERAS
    https://www.youtube.com/watch?v=SaNz3On_434

  50. Ahora sí, estas HABAS VERDES, de Agapito Marazuela con la dulzaina
    https://www.youtube.com/watch?v=za4G0KARgLA

  51. 1941: en la Operación Barbarroja, Alemania invade la Unión Soviética…
    https://actualidad.rt.com/actualidad/9590-exitos-fracasos-plan-barbarroja

  52. colacho dice:

    Comino si tu padre votaba socialista estaba obligadisimo a hablar al menos de los curas mal…..yo conozco unos buenos pocos y en general me parecen buenas persona y de fiar…..

  53. colacho dice:

    Proby, la copla es española de origen frances…..

  54. Biodramina dice:

    Una de las músicas que se han citado aquí:
    https://www.youtube.com/watch?v=wjsU4mqSdhU

    El cantante marroquí es posible que sea Hakim. No he encontrado esoy minero en árabe, pero valga esta versión.
    https://www.youtube.com/watch?v=M8Q_5GLMaik
    Respecto al Flamenco y el Jazz, es lógico que no guste de primeras. Son géneros “cultos”, es decir que hay que ir a ellos, entender sus lenguajes, para degustarlos y por ellos no son musicas populares, lo cual no impide que haya cruces con la música popular en ambos casos (v.gr. el Swing, en el caso del Jazz y, quizá, la Opera Flamenca que es origen de la copla).un ejemplo de jazz cuando casi era musica popular: https://www.youtube.com/watch?v=4WPCBieSESI
    y Flamenco popular: https://www.youtube.com/watch?v=vS1ZC15qcGQ con Pepe Marchena, que auna Flamenco y floklore (andaluz, en este caso)

  55. Biodramina dice:

    Vuelvo a poner los enlaces: para el Jazz

    https://www.youtube.com/watch?v=4WPCBieSESI

    y para el flamenco

    https://www.youtube.com/watch?v=vS1ZC15qcGQ

  56. Biodramina dice:

    La copla sustituye al cuplé (que sí viene del cuplet francés) pero no es evolución musical suya. Sencillamente adpta al mismo mercado el floklore español. Principalmente el andaluz aunque no exclusivamente. Además no todos los copleros eran andaluces. Por ejemplo, no lo era Concha Piquer. Sencillamente la influencia del Flamenco en la copla españoliza, y hace cuasiandaluz a la copla. De todas maneras el Flamenco ha sido entendido en España como el equivalente al Blues y al Jazz americano. Nació en el sur, pero es de todos y toda España la acepta.
    Curiosamente tras la transición e incluso antes la Copla fue criticada por el mundo progre como “Franquista” mientras que el Flamenco no. No es casualidad. Ya desde los años 50 la progresía española defendía al Flamenco como un coto gitano (una minoria perseguida por el Capitalismo) y fueron “perseguidos” todos los flamencos payos, salvo que fueran comunistas.

  57. colacho dice:

    Bocuprofeno ok es ese …tiene buena voz la verdad….a mi me lo metiron como que la copla era de origen del folhlore popular bereber……y yo jilipollas como unas pascuas mas contento que mortedelo y filemon buscando un caso de la TIA.

  58. colacho dice:

    a mi el Jazz me parece una pijada….los amigos a los que les gusta el Jazz tiene un aurea biodegradable y esperpentica….

  59. colacho dice:

    Me parece que el teatro de Barcelona que se dedicó largos años al Cuplé estaba en la Diagonal y se llamaba el Molino….por aquello del molino rojo de los parisinitos….guapos….

  60. colacho dice:

    Los progres en la época de Franco cualquier cosa que pusiera contentos a los españoles la motejaban de franquista….el español estaba obligado a ser triste y pesaroso de que nos gobernara Franco….ahora ellos…se divertían de lo lindo….
     

  61. ¡¡¡Merkel tomará la palabra en el funeral de Kohl, contra la voluntad del ex-canciller!!!

    La canciller Angela Merkel tomará la palabra en el funeral por el Helmut Kohl, que murió el pasado viernes a los 87 años, a pesar de que la familia y el propio Kohl querían que fuese el primer ministro húngaro, Viktor Orban, entre otros dirigentes.

    http://gaceta.es/noticias/helmut-kohl-22062017-1430

  62. Biodramina dice:

    el Jazz no tiene nada de pijo, como no lo tiene la música clásica, el Flamenco u la música culta china. Otra cosa es el personal degustante. Tontos los hay en todos lados. Mientras mas lejano sea el género siempre habrá “un entendido” que nos paseará su superioridad estética por la cara.

  63. Catlo dice:

     
    Lo que importa en el jazz como en el flamenco, la copla, la jota, el rock, o la música china son las piezas concretas y los músicos concretos. Un amigo que tuvo un largo periodo de devoción por el jazz me decía que, en el fondo, todo es jazz, hasta los conciertos de Brandeburgo de Bach. Algo de razón había en ello.

  64. Catlo dice:

     
    Lo que faltaba, los grandes ladrones organizan un sindicato mafioso con nuestros datos. Siempre han trabajado con la idea de que al cliente se le mete la mano en la cartera y además no debe rechistar:
     
    Las telecos crearán una lista negra para luchar contra los clientes tramposos
    Marcos Sierra

    A partir de septiembre del presente año los principales operadores del país compartirán datos en una plataforma informática conjunta que se actualizará en tiempo real con el objetivo de evitar fraudes y estafas.

  65. Pío Moa dice:

    Nuevo hilo

  66. Proby dice:

    Don Pío, esas canciones están bien y son graciosas. ¿ Ahora se ha vuelto usted crítico musical ?  No sea usted tocapelotas, hombre.