La difícil peripecia de Los mitos de la guerra civil

Veo en Amazon que acaba de salir en Francia, en preventa, la traducción de mi libro Los mitos de la guerra civil. La obra fue publicada en España en 2003. En los cuatro años anteriores había publicado Los orígenes de la guerra civil, Los personajes de la república vistos por ellos mismos, y El derrumbe de la república, y la guerra, que componen una trilogía sobre el siglo XX español hasta 1939. Aquellos libros fueron muy bien recibidos por el público en unos momentos en que los herederos de Frente Popular parecían haber ganado por completo la batalla de la historia y sus consecuencias políticas actuales. En contra solo quedaba con alguna influencia Ricardo de la Cierva, pero prácticamente habían logrado meterlo en un gueto, con ayuda de una derecha loca por “olvidar” sus raíces y que no paraba de demostrarle desprecio. Por lo tanto, la alarma de los historiadores y medios pro Frente Popular, fue enorme. Y subió mucho de grado cuando Los mitos se convirtieron en un verdadero fenómeno cultural (se vendieron unos 300.000 ejemplares, algo muy insólito en esta clase de obras).
La reacción inmediata la describió Stanley Payne: Su obra es crítica, innovadora e introduce un chorro de aire fresco en una zona vital de la historiografía contemporánea española anquilosada desde hace mucho tiempo por angostas monografías formulistas, vetustos estereotipos y una corrección política dominante desde hace mucho tiempo. Quienes discrepen de Moa necesitan enfrentarse a su obra seriamente y demostrar su desacuerdo en términos de una investigación histórica y un análisis serio que retome los temas cruciales que afronta en vez de dedicarse a eliminar su obra por medio de una suerte de censura de silencio o de diatribas denunciatorias. Yo propuse desde el primer momento un debate, pero quedó claro que era pedir peras al olmo en un ambiente académico o seudoacadémico y mediático en que la mediocridad intelectual rivaliza con un sectarismo banal (he dedicado en mi blog más de cuarenta artículos de “Galería de charlatanes” a analizar a esos autores). El libro sirve también como exposición de los métodos con que falsifican la historia estos “demócratas”, lo que les perturba aún más, lógicamente
Es interesante ver la secuencia de la reacción: primero, desde la SER, El País y la mayoría de los medios, una oleada de insultos, exigencias abiertas de censura (empezó el democristiano Tusell, por cierto) y descalificaciones personales. Hasta los sindicatos de la televisión fueron a protestar al Congreso e hicieron la vida imposible a Carlos Dávila, que había osado entrevistarme en TVE2. Todo muy estilo frente popular. Hasta que un tertuliano de la SER advirtió: Con estas cosas le damos publicidad, lo que hay que hacer es pasar de este señor. Y se fue imponiendo una campaña de silencio por parte de los grandes medios de la Triple M y el “gremio” de los charlatanes profesorales, tratando de condenarme a una especie de muerte civil, y también en los grandes medios de derecha (ABC, El Mundo, la televisión cuando gobernaba el PP…), yo, simplemente dejé de existir. Aunque otros medios menores siguieron dándome voz, cosa muy de agradecer en tales circunstancias, y mis libros siguieron vendiéndose mal que bien, por lo que la alarma continuó y dio lugar, en 2007, a la infame ley de memoria de Zapatero. Una ley de deslegitimación del franquismo –que había sido legitimado democráticamente en el referéndum de 1976– y por tanto de todo lo que había venido de él, empezando por la monarquía. Y que cernía una amenaza ominosa sobre quienes, como yo, llevaban la contraria al discurso frentepopulista de quienes no habían aprendido nada de la historia. Esa amenaza han querido concretarla más recientemente con prohibiciones explícitas y multas cuantiosas a quienes no sigan sus dictados.
Un hecho que al principio me sorprendió es que el mito de la república y la guerra civil, con la correspondiente censura de facto, tiene incluso más fuerza en países como Francia, Inglaterra o Usa, que en España, en parte por su indebida identificación con la Segunda guerra mundial. En 2004 ó 2005, la prestigiosa editorial Tallandier anunció en Internet la próxima edición traducida del libro… Y de ello nunca más se supo. Una entrevista que me hizo el historiador Arnaud Imatz fue rechazada por Le Figaro arguyendo que era “demasiado pronto” para decir esas cosas, etc. (se publicó en una revista francesa de historia, creo recordar, que ha desaparecido). En Inglaterra el cotarro está dominado por la llamémosle escuela de Preston, y allí es todavía más difícil ejercer la libertad de expresión al respecto. Solo ha tenido una traducción al polaco, y Los orígenes de la guerra civil al italiano. Pero parece que por fin se ha roto una barrera. Y creo también que los autores de las leyes chekistas de “memoria histórica” o “democrática” no van a salirse con la suya en España.