Si nos creemos la retórica de los actuales partidos (todos democráticos), la transición (1974-1985) fue una maravilla: los españoles se reconciliaron, alcanzaron la libertad, se hicieron demócratas, entraron en Europa, se dotaron de una Constitución ejemplar, se ganaron el respeto universal…
La verdad dista de aquello. Recuerdo aún bastante bien aquellos años, y algo de ellos he expuesto en La Transición de cristal. Recuerdo las constantes sirenas de la policía, de día y a menudo de noche, que hacían ruido no para detener a los delincuentes sino para facilitarles la huida, ya que estos”entraban por una puerta de la comisaría y salían por otra”, gracias a los comprensivo jueces “demócratas”. Recuerdo las jeringuillas tiradas por todas partes, en los parques, en las cercanías de los colegios o de los cuarteles, en las escaleras del metro, en fuentes públicas. No se ha hecho una estadística de los jóvenes muertos o inutilizados mentalmente por la heroína, pero fueron desde luego bastantes miles, muchos más que las víctimas de la ETA. Recuerdo los constantes atentados de la ETA y otros grupos terroristas y las salvas de condenas mientras en Vascongadas las víctimas eran enterradas clandestinamente, los curas (¡tantos de ellos!) cooperando con los asesinos. Recuerdo a los “curas obreros” con sus payasadas marxistoides, o a aquellos clérigos golfos o necios al extremo, pidiendo perdón a los verdugos de la Iglesia en la república y la guerra civil y condenando a quienes les habían salvado del exterminio. Recuerdo el fenómeno del “desencanto”, que decían los socialistas, los de los “cien años de honradez”, porque no conseguían gobernar. Recuerdo el repentino aumento de la mendicidad y del desempleo, también prácticamente inexistentes pocos años antes. Recuerdo el auge repentino de la pornografía, de la prostitución, del travestismo (también político). Recuerdo el auge del emporrado “pasotismo” juvenil, del ruido demencial de las músicas convulsivas en los bares, que impedía cualquier conversación algo razonable (muchos padecerían sordera, a causa de él). Recuerdo las “movidas” a partir de la madrileña, tan cutres y chabacanas, tan ligadas a la droga y al alcoholismo juvenil. Recuerdo la apertura de la verja de Gibraltar por el partido de “los cien años de honradez”. Recuerdo la osadía con que los separatistas, por toda la geografía, fuera en Vascongadas, Galicia, Castilla, Canarias, Andalucía o Cataluña, ocupaban chillando el espacio público y lo llenaban de algarabía denigratoria de España, a pesar de ser todavía pocos y poco influyentes. Recuerdo las resistencias patéticas e intelectualmente romas de quienes creían posible mantener el régimen anterior tal cual, tan fructífero pero ya vaciado ideológicamente. Y así tantas otras cosas que da cierta grima recordar y que están en la raíz de tantas miserias actuales. Así, la heroína ya no es la plaga que fue, pero España, según algunas estadísticas, es el país europeo de mayor consumo de cocaína, porros y ansiolíticos en la cultura del jijí-jojó. Quizá también el de mayor alcoholismo juvenil, en la sociedad del botellón. Y los separatismos han pasado de minorías chillonas a fuertes grupos de presión que están llevando al país a la crisis. Entre tantos otros fenómenos felices.
Tiene mucha gracia que grupos como Podemos y otros vengan diciendo que la Transición continuó el franquismo.
Se dirá que todo ello son costes inevitables y necesarios de bienes superiores, como la libertad y la democracia, la europeización y la modernidad. Sin embargo nada de ello es cierto. Resulta que España no ha “entrado en Europa”, siempre ha sido europea. Ha entrado en el Mercado Común, después Unión Europea, en posición de estado lacayo que admite y fomenta la invasión de su territorio por una potencia “amiga y aliada”. Amiga y aliada, en todo caso, de los mismos políticos de la transición, pero no de España, del pueblo español. Resulta que quienes se reconciliaron entonces no fueron los españoles, bien reconciliados desde los años 40, sino los políticos, muchos de los cuales venían con intención de reproducir la caótica II República, provisionalmente coronada, y el criminal Frente Popular. Resulta que aquí todos son demócratas, en especial los separatistas y sus favorecedores. Es demócrata Podemos, son demócrata la ETA y sus terminales políticas; son demócratas los corruptos PSOE y PP; son demócratas lo que han creado un ejército lacayo al servicio de intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno; son demócratas los que han “derrotado” a la ETA sacándola de la ruina y premiando sus asesinatos con legalidad, dinero público y presencia institucional. Son demócratas los que han institucionalizado por ley la falsificación sistemática de la historia de España; son demócratas los que imponen el despotismo LGTBI atacando las libertades de conciencia, expresión, investigación, opinión y cátedra. O los que tratan de excluir el español común, el español de todos, de regiones enteras. O los que fomentan la colonización cultural por el inglés tratando de hacer de España un país bilingüe español-inglés con predominio del segundo. Son demócratas los que fomentan y financian los separatismos, presionan a los jueces, se corrompen en gran escala, falsifican títulos académicos. . . Nada puede destruir más a fondo cualquier ideal de democracia que semejantes demócratas.
Hoy, afortunadamente, está en crisis todo el podrido sistema que ha montado esa gente. Porque seguramente los errores de principio eran difíciles de evitar, dada la novedad del experimento político, pero hoy, cuando los errores se han agravado en vez de corregirse, ya no hay excusa: o el sistema cambia de forma profunda, o la democracia y la propia España podrían venirse abajo. Y esta es la situación. Y de ella debe partir cualquier movimiento regenerador (que no regeneracionista)
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*¿Cuándo dará Podemos las gracias al PP por el apoyo mediático recibido de este? ¿Cuándo dará el PP las gracias a Podemos por los muchos votos del miedo que Podemos le ha permitido recuperar?
*No consigo entender cómo una política tan desvergonzadamente antiespañola como la del PP ha podido engañar a tantos. Solo se explica porque hay millones de españoles ansiosos de ser engañados.
*Este viernes, en el seminario sobre Gibraltar, el general e historiador Salvador Fontenla ofrecerá una visión general histórica del problema. Centro Riojano de Madrid, Serrano 25, a las 19,30
*Lo peor de la universidad no es su mísera picaresca política, sino su bajeza intelectual: la “memoria histórica” del miserable ZP sigue siendo allí de rigor.
*El PP jamás hizo nada por desmontar el discurso separatista vasco o catalán. Al revés, lo ha alimentado, lo ha financiado y ha marginado cualquier resistencia al mismo. Y una enorme cantidad de bobos lo considera el partido “útil”.
*Es tremendo que tanto españolete cosmopaleto odie a Putin, que no nos amenaza ni invade nuestro territorio como Inglaterra; y se trague la propaganda de los que inventaron lo del Maine para despojar a España, como ahora lo de las armas de destrucción masiva o lo de los gases.
*Creo que hace muy mal VOX en copiar el lema de Trump “Hagamos a España grande de nuevo”. Revela cierto servilismo y deficiencia creativa, y la batalla cultural es muy importante.
*Si ud cree que Asad emplea gases porque lo dice la propaganda Usa- OTAN, tendrá que creer también que el acorazado Maine fue volado por los españoles, porque lo decían los useños. Con ese pretexto Usa se adueñó de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam.
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La nota de don Francesc Bofarull y Bofarull, de la Universidad Pompeu Fabra, está levantando tempestades. No quisiera estar en su pellejo. Vean:
«Carta abierta a un catalán equivocado y pretencioso
Vaya por delante que aspiro a un trato afable y cortés con todos los pueblos que gimen bajo la opresión intolerable del Estado español y sostienen una heroica lucha por la libertad. Pero usted empieza, hipócritamente, por afirmar no querer inmiscuirse en los asuntos internos de los demás pueblos, y luego va y se inmiscuye a lo bestia, y, si me permite señalarlo, de modo ofensivo. Por ello me veo obligado a responderle con franqueza y sin remilgos, al estilo directo típico de los baskos, tan alejado de esa falsía que, por desgracia, afecta a tantos de ustedes, los catalanes. Así de claro.
Usted insulta cobardemente a Sabino Arana llamándole orate, injuriando a todos los baskos, y sólo porque Arana sostuvo que los catalanes eran españoles o maketos. Sepa usted, señor Bofarull y Bofarull, que Sabino Arana es el Maestro y fundador del nacionalismo basko, el que nos despertó a los baskos de nuestro sueño ancestral, cuando los vascos se sentían… ¡figúrese usted! ¡Se sentían españoles, a pesar de todas las pruebas y evidencias en contra! Pues bien, si un Maestro, un genio como Arana, calificó a los catalanes de maketos, lo primero que tendría que pensar usted es que por algo lo diría. Esto es lo primero que a una persona con dos dedos de frente se le ocurre ante las palabras de Sabino.
Porque nuestro Maestro, señor Bofarull y Bofarull, vio lo irrazonable de la pretensión de los nacionalistas catalanes al proponernos una alianza sin principios ni distingos. Usted, cucamente, evita citar las otras palabras del Maestro: “No es razonable la alianza de los catalanes y los bizkaínos; pues no son semejantes los sujetos Bizkaya y Cataluña. Equiparar nuestro derecho a constituir nación aparte, con el derecho que le sirviera de base al nacionalismo catalán, sería rebajar el nuestro. Nunca discutiremos si las regiones españolas como Cataluña tienen o no derecho al regionalismo que defienden; porque nos preocupan muy poco, nada por mejor decir, los asuntos internos de España”. ¡He ahí la madre del cordero, señor mío! Frente al confusionismo de ustedes procedía aclarar las cosas, para eliminar peligrosos equívocos.
¿Qué le enseñan, o qué enseña usted en su universidad, señor Bofarull y Bofarull? Sepa que, como aclaró de una vez por todas nuestro Maestro, “la raza baska es tan distinta de la española como lo es de la china o la zulú”, y por eso formamos “la nación más noble y más libre del mundo entero, raza singular por sus bellas cualidades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española ni con la francesa, que son sus vecinas, ni con raza alguna del mundo”. Y ahora, ¿podría usted decir, con el corazón en la mano, otro tanto de los catalanes? ¿Podría decirlo alguien con un mínimo de decoro y respeto por los hechos? No, ¿verdad? Pues saque usted la consecuencia: no hay equiparación posible entre los derechos de los catalanes y los vbaskos. No le dé más vueltas.
Sabino acierta, y usted yerra lastimosamente, y se lo aclararé aún más, siguiendo en esto a Xan o Brétemas, que ahí da en el clavo: ¿Quién es el héroe nacional de ustedes? Rafael Casanova. A su estatua le rinden ustedes homenaje cada año como símbolo de la nación catalana. ¿Y quién era ese Casanova? ¡Un españolazo de pies a cabeza! No luchaba por ningunas libertades catalanas, sino por un aspirante a la corona de… ¡de España, señor mío, a la corona de España, no a la de Cataluña! Y ni siquiera eso lo hizo bien, pues, lo dice Brétemas y yo le creo, fue un gallego el héroe real. Casanova huyó vergonzosamente, y cuando pasó la tormenta, volvió a Cataluña, prosperó como abogado y funcionario de Felipe V, y colorín colorado. Este es su héroe nacional, y con eso queda dicho todo, señor Bofarull y Bofarull. Venga ahora dándonos lecciones de ciencia y no sé cuántas cosas más.
Y paso a otro disparate suyo sobre la batalla de Padura, de la que usted no tiene puta idea… ¿Así enseñan en sus universidades? Da pánico pensarlo. Pero ahí tiene usted otra diferencia clave, señor Bofarull y Bofarull: nosotros conmemoramos una victoria en la lucha por la libertad, ustedes una derrota. Hay que ser algo… gilipollas, y perdone la expresión, pero no se me ocurre otra, para conmemorar una derrota, que, además, ni libertades ni hostias, era por un pretendiente al trono de Maketania. Hay que joderse, los tíos, y encima vienen dando lecciones.
¿Significa todo esto que ustedes y nosotros no podamos pactar? Ni mucho menos, si ustedes saben aceptar la realidad, esto es, el pluralismo o diferencia entre baskos y catalanes. Porque Sabino Arana sentó, con magistral perspicacia, estos principios estratégicos: “tanto nosotros podemos esperar más de cerca nuestro triunfo, cuanto España se encuentre más postrada y arruinada”, y “si a esta nación latina la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo”. En otras palabras, ¿que ustedes no quieren ser españoles? ¿Que ustedes quieren contribuir a despedazar el Estado español? ¡Pues cojonudo! Ahí sí que vamos a entendernos. Pero repito lo que usted mismo indicaba: juntos pero no revueltos.
Y acabo: usted se presenta pomposamente como “de la Universidad Pompeu Fabra”. No le imitaré, sino que firmaré con la sencilla honradez que nos caracteriza:
Queda suyo afectísimo
Iñaki Eguaraz Hernandorena, sin otro título que el de Buen Basko.»
![Los nacionalismos vasco y catalán: En la guerra civil, el franquismo y la democracia de [Moa, Pío]](https://images-eu.ssl-images-amazon.com/images/I/51poSpsG8%2BL.jpg)
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