*”Una hora con la Historia” dejará de emitirse en Radio Inter, porque esa radio ha desaparecido de repente. Es decir, ha sido comprada por otra empresa, y el programa desaparece también de ella. Espero que muy pronto podamos continuar, posiblemente desde Radio Ya
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El comentario de Julius Ruiz sobre la delegación inglesa “conmocionada por el sufrimiento de la población civil a causa de los bombardeos de los insurgentes” en el Madrid de noviembre de 1936, me recuerda la obra Your Children Will Be Next. Bombing and Propaganda in the Spanish Civil War, del historiador galés Robert Stradling, un libro que estaría bien traducir. Se trata de una análisis concienzudo de la primera gran operación internacional de propaganda de este tipo realizada por el Frente Popular y asesorada por los soviéticos, sobre un supuesto bombardeo franquista en Getafe, del cual se destacaba la muerte de 35 niños. Stradling demuestra que ni hubo testigos oculares del bombardeo ni los niños en cuestión vivían siquiera en Getafe y los cadáveres fotografiados habían sido traídos de otros lugares; y que las cifras de muertos variaban según las fuentes. Era todo una invención que unía a Franco y a Hitler bajo el lema: “Si permitís que estas cosas ocurran, vuestros hijos serán los próximos”. El montaje buscaba crear presión para que Inglaterra y Francia interviniesen en España. Stalin daba por segura una próxima guerra en Europa y trataba de utilizar el conflicto español para conseguir que la misma comenzase entre dichas potencias y Alemania, y no entre Alemania y la URSS (no lo consiguió en la guerra de España, pero sí pocos meses después con el pacto Mólotof-Ribbentrop)
El libro de Stradling se extiende en consideraciones amplias sobre este tipo de operaciones como tácticas de guerra, en las que el Frente Popular y los soviéticos fueron maestros, ayudados a menudo por agentes anglosajones. Son más famosas otras operaciones como la de la matanza de la plaza de toros de Badajoz o el bombardeo de Guernica, pero esta fue la primera con enorme repercusión internacional. Mito conexo con el de la “heroica” defensa de Madrid, que bien poco tuvo de heroica.
Por otra parte, como recuerda el autor pero casi nadie más quiere hacerlo, el bombardeo de población civil indefensa fue una práctica constante del Frente Popular. También la realizaron los nacionales durante unos días en Madrid, con poca intensidad: 312 muertos a lo largo de todo el mes de noviembre. Que la cosa no era muy grave lo indican advertencias en la prensa como esta: “Al público le está prohibido pararse a mirar cómo evolucionan los aviones (…) No. El público tiene el deber, como está mandado, de resguardarse” (en El Socialista, el día 15) Este tipo de acción fue enseguida abandonado por los nacionales y prohibido expresamente por Franco (aunque fue desobedecido por los italianos en dos ocasiones, no tanto por los alemanes en Guernica)
El bombardeo de población civil era preconizado entonces por teóricos militares en diversos países, como Italia o Inglaterra, suponiéndolos un modo de acortar la guerra y en definitiva las víctimas, al hundir la moral de lucha de la retaguardia. Los ingleses ya las habían realizado en Irak.
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P. Ud ha enfocado su estudio sobre Europa desde el punto de vista religioso, contraponiéndolo al economicista que, según usted predomina. ¿Cómo justifica usted esta concepción, tan a contracorriente?
–Lo he expuesto igualmente en Nueva historia de España. Las sociedades humanas se nos presentan como un caos en que entran la economía, la política, las modas, las creencias, las supersticiones, las costumbres, las instituciones, los personalismos… Un caos además cambiante con el tiempo y a veces de modo brusco. Por lo tanto buscamos algún factor que determine a los demás, que nos dé una clave para entender el conjunto. Ese factor es, de entrada, el político: la historia por excelencia es la historia del poder y siempre se ha entendido así, casi instintivamente. La razón es que la especie humana está profundamente individuada en intereses, gustos, ideas, caracteres, etc., y eso hace que la sociedad no pueda funcionar sin un poder que imponga orden y, supuestamente justicia, combinando la ley y la violencia. El poder debe establecer un equilibrio social que por lo demás siempre es inestable, porque los factores e intereses en juego siembre están en cambio. Así que, paradójicamente, la individuación humana engendra de modo natural el poder, y al mismo tiempo lo corroe constantemente, porque nunca encuentra un punto de equilibrio (al que llamamos justicia) estable por mucho tiempo. Los equilibrios son siempre más o menos pasajeros. Por otra parte el poder tiende a hacerse tiránico (no en el sentido griego), lo que han llamado “la ley de hierro de las oligarquías”. Y la esencia del pensamiento político es la búsqueda de poderes no tiránicos.
P ¿Y qué tiene que ver eso con la religión?
–En todas las sociedades el poder va estrechamente ligado a la religión, y en algunas se confunde directamente con ella. Desde luego, en las sociedades occidentales actuales se tiende a interpretar la religión como un accesorio reservado a la intimidad del individuo y que no debe tener proyección social. Un accesorio inoperante y al que se culpa de muchos males del pasado. Pero los males del pasado permanecen en la actualidad, algunos incluso agravados. Y en el fondo esto es la sustitución de una religión por otra u otras: lo que he llamado ideologías prometeicas, en las que la fe en una divinidad exterior al hombre se ha transformado en la fe en el poder de la razón y la ciencia humanas. Una fe poco razonable y poco científica, por lo demás, ´que hace de esas capacidades humanas una especie de ídolos fuera del ser humano, accesibles solo a una capa muy restringida de la población con acceso privilegiado a la razón y la ciencia, y que hace las leyes e interpreta la historia y la vida en general supuestamente en representación de los demás. Viene a ser una religión gnóstica e impositiva, cuya manifestación más pura es la masonería. Creo que en eso se manifiesta la crisis intelectual y más ampliamente cultural de nuestro tiempo. La antigua religión en Occidente, el cristianismo, es la raíz de nuestra cultura y está siendo segada. Con ello se crea un desarraigo que expone a nuestras sociedades a mil vaivenes. El último ha sido la II Guerra Mundial. Desde entonces Europa disfruta de una larga paz, pero es una paz basada en el miedo, asegurada más o menos por las armas nucleares.
P. No obstante, ¿cómo opera la religión realmente? ¿Cómo unas creencias en algo fuera de la experiencia humana, creencias además muy variopintas y a menudo contradictorias, pueden influir en profundidad en las sociedades humanas?
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