P. Creo que todo el mundo está de acuerdo en que España está en Europa, pero es sorprendente la escasa bibliografía española sobre Europa. ¿En qué medida considera ud que su libro Europa, una introducción a su historia llena un hueco?
R. La idea general es que España está solo a medias en Europa, vamos, que es algo así como una provincia atrasada y medio africana de Europa. Porque realmente no se tiene apenas idea de lo que es Europa, para empezar. Mucho europeísmo y poco estudio, y pocas ideas. Casi todo lo que se ha escrito sobre Europa en España son tópicos muy banales o copiados de análisis foráneos. Recuerdo unas meditaciones sobre Europa, de Ortega, unas conferencias que dio en Berlín poco después de la guerra mundial. La gente se mataba, casi literalmente, por escucharle, lo que es lógico: Alemania era la gran culpable a un nivel casi cósmico de lo que había pasado, y que fuera alguien que no pertenecía a los vencedores a hablarles de una Europa como debiera ser o como había sido, en la que Alemania debía tener un gran papel, alguien que además se había formado filosóficamente en Alemania, debía de proporcionarles mucho alivio. Pero me parecen unas meditaciones decepcionantes
P. ¿Por qué?
R. No le sabría decir ahora mismo, tendría que releer esas lecciones. Quizá lo comente más ampliamente en mi blog. Ortega era demasiado inclinado a hacer frases, para mi gusto. Pero, en fin, sí, creo que mi libro cubre un gran hueco, al menos lo cubre en parte.
P. Lo he leído, no muy a fondo, pero quizá ud quiere explicarlo.
R. El libro tiene tres niveles. Su enfoque básico es que las religiones constituyen el núcleo generador de las culturas, y su evolución condiciona las culturas. El segundo nivel es meramente descriptivo, es un ejercicio de síntesis de la evolución política –que incluye la militar– y, por llamarla de algún modo, la evolución material, económica y técnica. Y el tercer nivel es el de la relación entre España y Europa, o España dentro de Europa. El primer nivel requiere más desarrollo independiente de la historia concreta, pero yendo a esta, puede decirse que el núcleo de la civilización europea es la religión cristiana, y que incluso cuando las ideologías rompen con ella, desde la Ilustración, también es verdad que nacen de ella. El segundo nivel es menos especulativo, requiere un gran esfuerzo de síntesis, que inevitablemente deja muchos hechos fuera, hechos secundarios, en general, aunque sobre eso siempre habrá de bate. En general, la historia tiende a explicarse desde hace muchos años en clave económico-técnica, “materialista”, como base de todo lo demás, un poco al estilo marxista, pero sin admitir las conclusiones marxistas. También eludo las explicaciones tipo Spengler o Toynbee, ya hablaremos de ello, si quiere. Y el tercer nivel es, obviamente, más interpretativo.
P. Me parece que este último puede ser el que tenga más interés para el español actual. Después de todo, ese viene a ser el tema de nuestro tiempo, como diría Ortega.
R. Un tema que se da por resuelto sin haberlo siquiera planteado. Se liquida con cuatro frases vulgarísimas. El pensamiento político y no político en la España actual es un chiste. Claro que no he leído todo lo que se publica, y seguramente soy injusto, tiene que haber excepciones, pero al menos lo que más suena… Y da igual si es de izquierda o derecha, aunque hoy tampoco se sabe bien qué es de izquierda o de derecha. Pero a lo que vamos, podemos exponerlo así: la caída del Imperio romano de occidente da lugar un período de más o menos un siglo de reinos bárbaros, a los que la Iglesia va civilizando. De esos reinos, el primero que constituye algo parecido a un estado, a una nación, es el visigótico de Toledo. Esto tendrá doble importancia a la larga, porque fundamentará, por una parte la Reconquista, que es una particularidad fundamental de España en Europa, y por otra es el precedente de la Europa de las naciones, que se va formando en los siglos siguientes en el arco occidental del continente, desde Escandinavia a la península ibérica. Esa Europa de las naciones contrasta con la de los imperios, del centro del continente y más hacia el este.
P. No sé si los historiadores académicos estarán de acuerdo en eso: hoy pocos aceptan el término Reconquista, y hablar de nación española en tiempos de los visigodos suena a chiste, como ud decía del pensamiento…
R. El término Reconquista describe a la perfección el largo período desde que España se convierte en Al Ándalus, es decir, una cultura africano-oriental, musulmana, de lengua árabe, derecho islámico, etc., y su vuelta a una nación europea, cristiana y de lengua latina, derecho romano, entre otras mil cosas, que es lo que era antes de la invasión musulmana. Solo en un país con una historiografía universitaria tan deplorable puede negarse la evidencia. Y sobre la nación hispanogótica, los godos aprovechan un territorio culturalmente bastante homogeneizado por siglos de civilización romana, para dotarla de un estado propio. De ahí había sacado Ortega la peregrina conclusión de que los godos habían sido en España como los ingleses en la India. Observe que hablo de reino hispanogodo, y no meramente godo. Porque desde Leovigildo, pero no antes, la integración demográfica se va ampliando y la política es cada vez más compartida a través de la organización eclesial, que es la que representa a la población autóctona y evita el hundimiento total en la barbarie. El reino godo es culturalmente latino y desde Recaredo, católico. Si no hubiera existido esa nación, no habríamos podido imaginar una reconquista. En cuanto a qué sea una nación, se han dicho tantas cosas que cada uno puede quedarse con la que prefiera. Una nación es una comunidad cultural con un estado propio. Me parece la definición más racional y operativa.
P. Otro asunto del que no había oído hablar en medios académicos: “el arco de las naciones y la Europa de los imperios”
R. Bueno, pues ahora empieza a oírlo. Del mismo modo que quizá no haya oído hablar de la II Guerra Púnica como el inicio de la historia europea, y por supuesto española, pero así fue. Ya se acostumbrará. Lo llamativo del caso es que, al norte de España, surge la idea, que se demostraría ilusoria, de reconstruir el Imperio de occidente mediante una alianza entre los francos y el papado, el Imperio de Carlomagno. Pese a su fracaso, la idea permanece y vuelve con Otón I, el que más tarde será llamado Sacro Imperio Romano Germánico. Pero es muy revelador que para entonces Francia, el reino franco que había generado el imperio carolingio, se mantiene aparte. Y el nuevo imperio es mucho más germánico que romano… Pero tampoco es la vieja Germania, claro.
P. Luego, España permanece al margen de esos grandes experimentos, al margen de Europa, como si dijéramos.
R. Queda al margen de esos experimentos, pero no de Europa. Esos experimento son fallidos en tanto reconstrucciones del Imperio romano, aunque consiguen establecer nuevas estructuras políticas. Pero España sigue su propio camino: el reino de Asturias o de Oviedo, luego León, se plantea claramente la reconquista, y se inspira en el reino de Toledo, no en el de Carlomagno, aunque tenga algunas relaciones secundarias con este. Mi tesis es que el ideal de reconquista se plantea desde el primer momento y no desde que la idea aparece en algunos documentos. Hay miles de hechos que no aparecen en documentos o que tardan mucho en aparecer y que solo conocemos por sus efectos o consecuencias, pero esa es otra cuestión. Observe además un suceso crucial: los francos imponen la Marca Hispánica con un doble fracaso: no consiguen llevarla hasta el Ebro, y rápidamente la parte occidental se libra de su tutela. Pero para los francos no se trata de reconquistar nada, sino de asegurar una frontera fortificada contra los islámicos. De hecho, la incorporación a la reconquista se hace en Pamplona poco a poco, al margen de los francos y por influjo de Asturias-León; y Aragón se incorpora primero uniéndose a Pamplona e independizándose de los francos. Son los condados orientales, que bastante más tarde darán lugar a Cataluña, los que se mantienen más tiempo bajo tutela de los francos y que más tardan en unirse a la reconquista: tres siglos.
P. Pero todo el mundo está de acuerdo en que lo que se mantiene como propiamente europeo, es decir, unificador en sentido cultural, es precisamente lo que surge de Francia , sobre todo a principios del siglo XI
Eso es verdad solo en parte. Como vemos, dentro de la civilización europea, España fue un caso especial, como lo fueron Inglaterra o Italia o… las demás, cada una con sus rasgos propios. España fue especial tanto por constituirse tan pronto como nación, como por la reconquista. El arco de naciones se va conformando de manera efectiva ya en el siglo XI, cuando Francia se afirma también al margen del Imperio, Inglaterra se hace nación a su vez bajo poder de los normandos que la invaden desde Francia, y se van formando asimismo nuevos estados diferenciados en Suecia, Noruega y Dinamarca. En el resto de Europa no se da un proceso semejante. En ese siglo es también cuando la influencia cultural franco-borgoñona-papal, a través sobre todo de Cluny, se hace hegemónica en toda Europa occidental. En España se adueña también del Camino de Santiago, una de las grandes creaciones religioso-culturales hispanas, y va eliminando o corroyendo algunos rasgos desarrollados anteriormente, como la liturgia llamada mozárabe, en realidad hispanogótica. Esto no se hizo sin resistencias, pero predominaron las “nuevas modas”. También en algunos lugares se acentúa la opresión sobre el campesinado, al estilo francés, esto ocurre en los condados orientales, donde el de Barcelona es cada vez más hegemónico, y también en Galicia por otras razones. Y España, con Alfonso VI, sufre un doble proceso orientalizante y “afrancesante”. La influencia de Cluny-papado determina en gran medida culturalmente, y en parte políticamente, la nueva Europa, en la que también los poderes monárquicos se van debilitando a favor de unas oligarquías poderosas.
P. Lo que siempre se dice es que entonces España se europeíza
No deja de ser una de tantas bobadas. La España visigoda no solo estaba en Europa, sino que era probablemente el reino mejor organizado y más culto, si en la cultura exceptuamos a Italia, un caso especial. Intelectuales españoles huidos de los moros contribuyeron también al llamado renacimiento carolingio… Y los reinos de León Pamplona, Castilla y Aragón eran tan europeos como el Imperio carolingio o Borgoña. Pero, en fin, era inevitable que por aquellas fechas los reinos españoles fueran más pobres tanto que Al Ándalus como que Francia y en ese sentido un tanto marginales. Ellos formaban la barrera que absorbía las energías islámicas y les impedía perturbar seriamente a los estados al norte de los Pirineos… En fin, cuando tratamos la historia de Europa lo hacemos inevitablemente desde la perspectiva del país donde escribimos y que conocemos o creemos conocer mejor. España recibió fuertes influencias del exterior, pero también su reconquista influyó profundamente fuera. Pero, claro, le recuerdo que estamos tratando solo de un nivel del libro, que no es el más importante, el de la relación entre España y el resto de Europa. Propiamente de España y el resto de Europa occidental, porque más allá y sobre todo más allá de Alemania, las influencias y relaciones mutuas fueron escasas.

