España, ¿país fallido? /Espeluznantes cárceles franquistas

La renuncia a la  batalla cultural en la raíz de una democracia fallida / La historia naval española, la más importante en la historia humana: https://www.youtube.com/watch?v=XemcakNykSY  

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Morenés, embajador en Washington, ha escrito al NYT en relación con un artículo en que este periódico reproducía la propaganda separatista. La respuesta era correcta desde un puto de vista formal, pero básicamente inútil, como  he observado a varios historiadores useños:

El fondo del secesionismo en España es este: ni los gobiernos del PSOE ni del PP han hecho el menor esfuerzo por contrarrestar la propaganda separatista, basada en una desvirtuación sistemática de la historia. Por el contrario, la han apoyado y financiado masivamente desde la Transición, regalándole, entre otras cosas, la enseñanza pública. Y han ayudado a convertir en marginal cualquier resistencia espontánea que surgiera en dichas regiones o en el resto de España.  Ello ha redundado en que la opinión separatista, que era muy escasa en los años 70, ha ido en aumento constante hasta volverse alarmante en la actualidad.  Responder a tal proceso con consideraciones meramente legalistas es como poner puertas al campo, máxime cuando la Constitución española ha sido vulnerada de forma casi permanente tanto por los separatistas como por los gobiernos centrales. En mi opinión, España es una democracia fallida, y la cuestión de los separatismos es uno de sus aspectos, uno de los más graves, pero no el único.

   Añado ahora la propensión de Usa e Inglaterra a conducir los asuntos internos españoles, sea por medios diplomáticos o a través de sus mayores órganos de expresión. Recientemente el Financial Times hablaba de España como “un país fallido” o algo así. Y, efectivamente, tiene mucho de fallido un país cuyo gobierno no solo admite en su territorio una insultante colonia como Gibraltar, sino que la convierte deliberadamente en un emporio para los invasores, otro aspecto de una clase política que será necesario barrer con la máxima energía si han de subsistir el país y la democracia. Para Usa, la posible secesión de Cataluña es un asunto menor, y podría apoyarla (el NYT la apoya visiblemente); y para Inglaterra es un asunto interesante. En el pasado, Londres ha jugado  al desgajamiento catalán como jugó, con éxito,  a la separación de Portugal.

   Como vengo señalando, ni Usa ni Inglaterra son aliados de España por la simple razón de que sus intereses solo coinciden con los nuestros de manera muy parcial, y porque a ambas les conviene una España manejable, y por tanto débil. No obstante, la repulsiva clase política española los considera, más que aliados, amigos, y más que amigos, superiores y maestros. Una mentalidad que se combina con la que ha favorecido y financiado los separatismos. Naturalmente, todo esto exige una revisión, en profundidad y bien articulada, de las políticas seguidas en España desde hace cuarenta años. Muchas personas sienten disgusto y repulsión por los rumbos que sigue el país, pero de ahí no acaba de salir nada mínimamente racional, más allá de una mezcla de “cojonismo” e  invocaciones milagreras y santurronas.

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La gloriosa oposición antifranquista

Les recomiendo vivamente la lectura de una carta de Enrique Pérez Mengual a ABC (26 de octubre) sobre un alucinado reportaje escrito en el dominical de dicho periódico, en el que se reproduce la más burda demagogia izquierdista, perfectamente firmable por el colectivo Zapo que nos gobierna (es un decir). En Heterodoxias.net, pueden leer la carta y otro comentario del señor Pérez Mengual, que sabe de qué habla porque pasó seis años como preso político en el franquismo. Este ex–preso, que conserva la lucidez, al contrario de tantos otros, detectó:

En la información de ABC sobre “En aquel lugar de la memoria”, la cárcel de Carabanchel, hoy en demolición, “datos erróneos en relación con los presos políticos de la cárcel”. Se dice: “Los revueltos años sesenta llenaron sus celdas y con el nacimiento de Comisiones Obreras la cárcel llegó a su particularísimo y cruel no hay entradas”. Más adelante se informa de que en el 77, cuando Marcelino Camacho abandona la cárcel, “la prisión empezó a llenarse entonces de presos comunes”. Los hechos fueron bien distintos. Los presos políticos ocupaban solamente la sexta galería, una pequeña galería de unas 50 o 60 celdas. En el año 67, éramos alrededor de 40 presos políticos. Y, ojo al dato, la población reclusa total de la cárcel era en junio de 1972 de 1.519 reclusos, según figura en una pizarra de la prisión, que se reproduce en el artículo. En la sexta galería, además de miembros del Partido Comunista y de Comisiones Obreras, había anarquistas, trotskistas, maoístas, etarras, y la suma total en el año y medio que yo permanecí nunca rebasó la cifra de 60 presos. Por allí no apareció  ni un solo socialista. La sexta, como ya he dicho, era una galería de apenas 60 celdas, soleada, limpia y reluciente (limpieza esmeradísima, a cargo de los comunes del reformatorio); las celdas estaban abiertas 14 horas diarias, libertad de movimientos por el patio y la galería, campeonatos de pelota mano, torneos de ajedrez, clases de inglés, el equipo de fútbol de los políticos disputando una liguilla con los equipos de las otras galerías; disponíamos de cocinas y comedores propios; y diariamente las distintas organizaciones celebran reuniones en las que, junto a charlas sobre materialismo dialéctico o historia del movimientos obrero, se hacían vaticinios (¡año 66!) sobre la inminente caída del franquismo.

Por supuesto, no todos los políticos estaban tan bien. Había una comuna de la abundancia, la de los comunistas, y otra de la escasez, la de los demás comunistas no “pro Moscú” o “pro Carrillo”.

Quisiera hacer dos observaciones: una sobre la vileza de la derecha que quiere falsificar su memoria y la de todos contribuyendo con entusiasmo a la turbia labor del Gobierno, Garzón, Carrillo y compañía, para deleite e irrisión de la izquierda hoy empeñada en la “ruptura” que no fue capaz de llevar a cabo tras la muerte de Franco.

Y otra observación sobre los presos políticos de la dictadura: en las dos amnistías de la transición salieron un total de tres o cuatrocientos presos políticos, de toda España, para una población de unos 36 millones de habitantes. Entre los presos liberados no había demócratas, eran prácticamente todos comunistas y/o terroristas. La ausencia de socialistas, que señala Pérez Mengual, no se debía a su talante democrático, sino a que, siendo muy pocos y manteniendo una actividad casi exclusivamente palabrera, apenas preocupaban al régimen, que sólo empezó a cambiar de actitud en los primeros años 70, facilitando y alentando la reorganización del PSOE como posible rival del PCE. Tarea en la que trabajaron a fondo también, con cuantiosas ayudas económicas y mediáticas, desde la extrema derecha alemana (caso Flick) al PRI mejicano, pasando por la socialdemocracia alemana, el Gobierno francés y tantos otros, probablemente también la CIA, según indica Antón Saavedra, ex socialista asturiano y buen conocedor de aquellos intríngulis.

En fin, qué gran ocasión nos brinda toda esa gente para recuperar, de verdad, la memoria. No ahorremos esfuerzos porque merece la pena: una memoria falseada envenena el presente.

 (LD, 3-11-2008)

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Fernando Savater: “Mira por dónde…”

Los progres que uno ha conocido coinciden por lo común con el retrato que Javier Cercas, el de Soldados de Salamina, pinta de sí mismo: gente llena de neuras, depres, alternancias de indignación y autocompasión, de cinismo y sensiblería… Dados los ingredientes de su manutención intelectual, parece bastante lógico. Pero algunos estómagos privilegiados pueden con todo. Savater, caso poco común, traga desde los tópicos más tópicos del anticlericalismo o el antifranquismo a las drogas, desde la liberación sexual o la pornografía a la garrulería volteriana o el pacifismo… ¡Y todo le sienta bien, al tío! Su autobiografía, Mira por dónde, deja, a ratos, la impresión de un eufórico chisgarabís encantado de haberse conocido y no lejano de la felicidad perfecta. Y como dista tanto de ser bobo, el lector queda con la sospecha de si no acompañará sus raciones de progresismo con algún antídoto secreto.

El antídoto que en los tiempos remotos del franquismo permitía a los progres mantener una pasable autoestima era la descalificación sumaria de aquel régimen, sobre el cual descargaban todas las culpas, hasta por los disparates o las ineptitudes puramente particulares de los antifranquistas. Por no ir más lejos, así han explicado algunos críticos las deprimentes memorias, tan personales, de Jesús Pardo: “Con un régimen semejante, ¿cómo quieren ustedes que no fuésemos unos completos idiotas?” vienen a decir, los pobres.

Savater no llega tan lejos, pero a veces ha aludido a la ferocidad de una dictadura que incluso llegó a encarcelarlo a él, pese a no ser de los más subversivos. O refiere la muerte del estudiante Enrique Ruano, caído por el hueco de la escalera de su casa, se dijo que empujado por la policía: “Entonces no era infrecuente este tipo de accidentes fatales, en comisarías o durante los interrogatorios. Creo sencillamente que, de un modo u otro, lo mataron”. Esto no concuerda con sus previas apreciaciones sobre el carácter de la policía, y en realidad esos “accidentes” eran sumamente infrecuentes. Yo no recuerdo ahora mismo ningún otro caso, aunque pudo haberlo, aparte del bastante anterior de Julián Grimau, que evidentemente se tiró él mismo. Su excepcionalidad y la poca relevancia política de Ruano vuelven improbable la tesis del asesinato.

También la estancia de Savater en la cárcel, contada por él mismo, ilustra bastante sobre el panorama. Le detuvieron con un centenar más de estudiantes, durante un estado de excepción, y los aglomeraron en unas pocas celdas disponibles en la DGS madrileña. De allí pasaban a prestar declaración. “Uno de los primeros en subir fue José Mari Mohedano (…) al que bajaron luego en no muy buen estado: le habían zurrado (…) Pero José Mari no perdió por eso el entusiasmo subversivo y procuraba aliviar las magulladuras cantándonos coplillas revolucionarias cubanas”. Cuando le llegó el turno, “me interrogaron sin crueldad”. Al volver a la celda, los grises, como se llamaba a los equivalentes de la policía nacional, “se interesaron solícitos por mi estado: ¿qué te han hecho esos? ¿Te han zurrado? Les transmití un parte médico absolutamente tranquilizador”. Ya en la cárcel de Carabanchel, la situación “tampoco carecía de cierto encanto sombrío”. El caso de un joven que se había prostituido le provoca este comentario: “En la cárcel se castiga, pero no se reeduca al adolescente: más bien se les sella para siempre con la impronta de la marginación y la ilegalidad”. En parte es cierto, sólo en parte, y también lo es que no hace falta ir a la cárcel para prostituirse: el viejo negocio ha alcanzado en estos años últimos una dimensión realmente gigantesca.

Luego, “apareció por la enfermería Marcelino Camacho, al enterarse de que allí había dos estudiantes (…) (el otro era un chaval que no pasó por la galería, quizá por algún tipo de recomendación de las que tan útiles resultan en esos casos). Camacho estuvo muy amable y nos trajo naranjas; daba la impresión de moverse por Carabanchel como si fuera el alcaide. Hablamos un poco de la situación, de la necesaria alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura y nos dio noticias alentadoras sobre la revolución en marcha, porque según él se estaban sublevando zonas de Vallecas”.

Savater estuvo un mes en la cárcel, que desde luego tenía muy poco en común con el Gulag o las prisiones cubanas, cuyos creadores tanto encandilaban a Mohedano y a casi toda la oposición antifranquista. No obstante, y dramatizando un poco, asegura: “una vez se ha estado en la cárcel nunca se sale ya del todo”.

El libro Savater describe bastante bien a aquella oposición. Como señala muy adecuadamente, los antifranquistas reales, incluso con actividad moderada, eran escasos. La mayoría de los antifranquistas lo son post Franco, y “se dedicaban entonces al periodismo, a sus carreras, a sus obras de arte, a sus amores y negocios… por lo que no tenían tiempo para hacer política más que en la estricta intimidad. ¡Bien hubieran querido luchar subversivamente, desde luego, pero el resto de sus ocupaciones les impidieron el heroísmo, incluso de cuarta categoría”. La oposición tampoco exigía, por lo común, una dosis excesiva de heroísmo: “Decía Tierno Galván que el franquismo era un totalitarismo suavizado por el incumplimiento generalizado de las leyes; también resultó ser un régimen policial aliviado por la incuria de los funcionarios represivos (…) En el fondo, creo que les daba igual (a los funcionarios) y con razón. Con una oposición militante como la nuestra, el régimen podría haber durado mil años”.

Exagera un tanto Savater cuando, después de esa descripción, afirma: “El franquismo lo fuimos liquidando poco a poco quienes no nos resignamos del todo a su tiranía, como se comprobó al día siguiente de la muerte del dictador”. Lo que se comprobó fue el fracaso de una “democracia orgánica” en la que ya casi nadie creía dentro del régimen, y la lógica evolución del mismo, que la oposición intentó, sin éxito, convertir en “ruptura”.

Como buen progre, Savater flirteó un tiempo con los nacionalismos balcanizantes y cercanos al terrorismo. Por fortuna se desengañó pronto, y con el tiempo pasó a convertirse en un azote del nacionalismo vasco, al cual aplica sin miramientos su aguijoneante y también privilegiada pluma, con una valentía tan poco usual como inesperada. El movimiento creciente de oposición a los fanáticos de Arana y de la épica del tiro por la espalda debe mucho a la argumentación y el ejemplo práctico de Savater. Un día, caminando por San Sebastián, iba él preguntándose: “¿Qué diablos pinto yo aquí, donde no puedo ni pasearme tranquilo sin custodia policial? ¿Por qué no me largo de una buena vez a un sitio más seguro y me dedico a cosas más propias de mi edad, más serenas —incluso más respetables— y menos arriesgadas? En esas estaba cuando al paso, rápida y trémula, se me acercó una señora mayor, es decir, de mi edad. Frené educadamente, claro, y ella me dijo con un suspiro: “¡Ay, profesor, mientras le veamos a usted pasear por San Sebastián sabremos que no nos han dejado solos!”.

Aunque una autobiografía es una exposición, más o menos aguda o sincera, de la propia personalidad, prefiero no entrar en esos vericuetos. El ser humano resulta demasiado complicado para su propia capacidad de comprensión. Quiero decir que aunque nos pasamos la vida juzgando al prójimo, siempre se nos escapan elementos de juicio importantes. Y no digamos cuando nos juzgamos a nosotros mismos.

 (En “La ilustración Liberal” nº 16,  agosto de   2003)

**Creo que Mohedano tuvo más tarde un asunto feo, en la democracia, no recuerdo bien la cosa. Casi todos aquellos “héroes” resultaron un tanto de pandereta.

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La historia de España no se entiende sin la de Europa, ni la de Europa sin la de España. pic.twitter.com/wSwr3TcQIj

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“Orgullo gay” y complicidad con la ETA.

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El “orgullo gay” puede examinarse en varios niveles. Realmente solo a una mente muy perturbada se le ocurre encontrar en la homosexualidad un motivo de orgullo. Que se trata de una sexualidad desviada es una evidencia y por ello no precisa demostración: basta observar la dualidad y complementariedad natural, física y psíquica, de los dos sexos. Y si alguien tuviera alguna duda, le bastaría ver la grotesca y obscena chabacanería del “orgullo gay” para salir de ella.

   Bajo por la calle Méndez Álvaro, donde se concentran las “carrozas” que van a desfilar desde Atocha. Estridente música-ruido, colorines chillones, gente meneándose con movimientos obscenos (la obscenidad es uno de sus principales signos de identidad), gritando consignas ininteligibles, agitando los brazos, exhibiendo el trasero… Oigo a una señora mayor: “parecen monos metidos en jaulas”. Otro, joven: “el infierno debe de ser algo parecido”.  Alguno que ríe con sorna. La mayoría simplemente mira al pasar y calla.  Supongo que los que van  en grupo comentarán entre ellos, pero no puedo oírlos, algunos estarán a favor. Me comentaba alguien ayer que un bocazas hablaba en voz bien alta en el metro pidiendo que los  “orgullos” se celebrasen no cada año sino cada mes, porque este iba a traer a Madrid tres millones de visitantes que dejarían no recuerdo cuántos miles de millones de euros. La mentalidad de una cultura del burdel.

   Y si aún quedase un rastro de duda, basta con hacer la prueba de disentir abiertamente de ellos. Yo lo hice hace algún tiempo publicando artículos en las redes sociales (https://gaceta.es/blogs/pio-moa/miseria-homosexualismo-i-intolerancia-amenaza-grecia-06072015-0837-20150706-0000/) y recibiendo a cambio una oleada  injurias, obscenidades, amenazas y deseos de muerte. Lo cual evidencia que ellos son los primeros en darse cuenta de que “lo suyo” es un problema, para muchos serio en extremo, por lo que reaccionan como fieras heridas ante una discrepancia que no hace más que recordarles la ficción en que viven.

    La homosexualidad debería ser un problema personal, como tantos otros, que cada uno debería resolver particularmente. Pero aquí se trata de otra cosa: de hacerse la víctima de la sociedad y tratar de obligar a esta a creer normal y deseable una obvia desviación o defecto, bien manifiesto en hechos como los antes mencionados. Y esta es la cuestión. Imponer semejante creencia supone atacar a todo lo que entraña defensa de la sexualidad normal y de la moral ligada a ella. Supone atacar –y lo hacen con verdadera furia—al cristianismo, a la Iglesia, a la familia,  a las bases más elementales de sociedad.

   Su argumento es doble: A)  La sexualidad queda desvinculada de su papel biológico esencial de la reproducción (por tanto de la familia), limitándose a unos ratos de placer, por lo que cualquier forma de obtener placer sexual es equivalente y admisible, desde la coprofilia, la necrofilia  o el sadomasoquismo hasta la pederastia y el incesto. Todo esto no se dice abiertamente, pero queda implícito  de modo muy claro, en función de lo que llaman igualdad y diversidad Por lo demás, entre los promotores del “orgullo” abundan los defensores de la pedofilia, siempre como “un derecho”, lo cual es muy coherente con sus puntos de vista básicos. No por casualidad el movimiento LGTBI va ligado a otros como el abortismo (liquidación de vidas humanas en el seno materno, en aras de la “igualdad”), el feminismo histérico y similares. Son movimientos que odian la misma vida. B) El “orgullo” es lo políticamente correcto, lo “progresista”, la defensa de los derechos, etc., en tanto que la familia, la moral, la diferenciación sexual, etc., serían retrógrados y opresivos.

 Tal programa exige, igualmente, una perversión esencial del lenguaje: siempre invocan “derechos”, “libertad” “diversidad”, incluso “amor”. Pero no deben existir derecho para grupos particulares, eso es volver a la época del privilegio; y por lo demás sus derechos y libertad consisten en imponer sus modos de pensar (o de no pensar) por medio de leyes que castiguen la “homofobia”, otra palabra-policía típicamente totalitaria; consisten en exhibir libremente sus odios y perseguir la expresión de otros. Su “diversidad” no consiente la defensa de la familia, la vida humana desde la concepción, la sexualidad normal, y trata de asfixiarla de un modo u otro, en particular desde los grandes medios de masas. Su “libertad” consiste básicamente en atacar la libertad de expresión, de conciencia ¡y hasta de sentimientos! Su “amor” suelen expresarlo en la adopción de niños por parejas homosexuales. Pero a una mascota también suele amársela, y el primer derecho de un niño es a un padre y una madre normales, derecho que le es negado en este caso.  Los carteles anunciadores de la carnavalada madrileña empleaban esas palabras, y lo hacían con letras deformadas, lo cual me parece una confesión inconsciente de la deformidad de todo el “invento”. En definitiva, y utilizando palabras que “suenan bien”, el LGTBI es un movimiento totalitario y un ataque a la familia, a la vida humana, a la cultura cristiana, base de la occidental.

   Hay que decir que estas tendencias no son nuevas. Ya se desarrollaron en el siglo XIX y más aún en el XX, ligadas a ideologías utópicas que veían en la familia “burguesa” (ahora la llaman “patriarcal”) un enemigo básico a destruir para implantar la utopía del hormiguero. Pero en el siglo actual, y quizá como sustituto de unas utopías fracasadas, el fenómeno ha adquirido un auge terrorífico,  porque lo están imponiendo desde el poder los partidos y  políticos de la UE,  como seña de identidad y “europeísmo”. Cómo se ha llegado a esta aberración generalizada debería ser objeto de análisis en profundidad, de momento nos limitamos a constatar el hecho.

   Por una casualidad que ha tomado carácter simbólico, la pornocarnavalada de Madrid ha coincidido con el aniversario de la liberación de Ortega Lara. Prácticamente todos los comentarios han olvidado lo esencial, como en el caso del asesinato de Miguel Ángel Blanco: que la ETA ha sido recompensada por sus crímenes con legalidad, dinero público (es decir, de todos nosotros), presencia institucional, influencia política, proyección internacional, liberación de presos (entre ellos Bolinaga, el carcelero de Ortega Lara), etc. Sus crímenes han sido premiados muy generosamente por el PSOE y el PP de Rajoy, a costa del estado de derecho, de la estabilidad e integridad de España. Ello define a los políticos de los cuatro partidos como delincuentes en toda regla. O son barridos de la política española o acabarán con la propia España después de acabar –ya lo ha hecho—con la democracia. Las resistencias a este proceso destructor son hoy por hoy muy poco significativas, y eso debe cambiar. España y la democracia deben salvarse a toda costa.

   Los cuatro partidos cómplices de la ETA son también corruptos, financiadores de los separatismos, entreguistas de la soberanía española, manipuladores de la opinión pública… ¡Ah!, y  muy partidarios del “orgullo” LGTBI. Como también lo es la propia ETA en sus disfraces políticos.

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La Gran Estrategia de Hitler

En la pasada sesión de “Una hora con la Historia” (https://www.youtube.com/watch?v=fSL4x5rKdAs&t=16s ) examinamos cómo empezó la transición democrática y cómo ha ido siendo progresivamente traicionada por los partidos. Y sobre todo nos centramos en el desastre y derrota inglesa  de la Contraarmada en 1589.

   La sesión de hoy la dedicaremos a reivindicar la transcendencia histórica de la batalla de Lisboa, y a examinar cómo la historia naval española, más bien que la inglesa, puede considerarse la más determinante en la historia humana. En Radio Inter, a las 9,30 de la noche, Onda media 918.

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El objetivo fundamental de Hitler era construir una gran nación alemana extendida hasta los Urales y que debía alcanzar pronto los 250 millones de habitantes “arios”, convirtiéndose en el país más poderoso y de más elevada cultura que el mundo hubiera conocido.

Tal objetivo requería una serie de medidas y alianzas previas. El enemigo principal de Alemania era tradicionalmente Francia, para quien la debilidad y división de Alemania siempre había sido una necesidad vital, y, que, desde luego, trataría de impedir de todos modos la formación de una gran potencia germana hacia el este. Por tanto, Francia debía ser neutralizada o sumida en la impotencia mediante una alianza con Italia e Inglaterra. Admitía que con Inglaterra sería difícil, aunque alcanzable con paciencia y habilidad, ya que los intereses franceses e ingleses tampoco coincidían. Esta alianza sería muy beneficiosa para Alemania, porque económica, militar y culturalmente, los tres países se complementaban, mientras que la alianza de la I Guerra Mundial con los ineptos imperios austrohúngaro y otomano habían supuesto más bien un peso muerto y una carga adicional para Alemania.

   En cuanto a Rusia, recordaba que había sido una gran nación, así como la política de Bismarck de entendimiento con ella. Pero consideraba que con la revolución bolchevique había caído en poder de los judíos, convirtiéndose en un pueblo de esclavos. No obstante, esto era una argucia, porque su designio clave de expansión hacia los Urales no distinguía de regímenes en Rusia. En todo caso, la lucha contra el bolchevismo podía fundamentar alianzas europeas más vastas.

    Dentro de este plan general, la expulsión de los judíos de Alemania sería una condición importante, ya que, según su visión del mundo, los judíos eran el elemento corruptor y destructor de la cultura aria. En cuanto a la élite intelectual judía de financieros, escritores, artistas, periodistas y dueños de periódicos, etc.  debía ser erradicada y liquidada, incluso físicamente, ya que ella impediría el despliegue de las potencialidades arias basadas en la “democracia germánica”, la responsabilidad personal de los dirigentes, que en la democracia parlamentaria desaparecería.

    En líneas generales, Hitler pensaba como Calicles en el Gorgias de Platón: el más fuerte es el mejor y debe someter al más débil, ya que ello es una exigencia de la naturaleza, contra cuyas leyes es inútil y perjudicial rebelarse. Creo que podemos considerar a Hitler un hijo espiritual de Nietzsche, como este lo era de Darwin (todo esto se presta a discusión, claro).

   Esta exposición sumaria de la Gran Estrategia de Hitler ayuda, creo, a entender el desarrollo histórico de su época y de la guerra mundial, con sus dificultades e imposibilidades. Una de ellas, su plan de expansión  por Rusia, podía compararse a  las expansiones anglosajonas por América del Norte o Australia, con exterminio de gran parte de los pueblos indígenas. Pero estos pueblos eran poco nutridos y técnicamente muy atrasadas, por lo que su aplastamiento o acoso  había sido una tarea fácil. En cambio Polonia, Rusia y otros países eslavos tenían en conjunto una población muy superior a la alemana, disponían de una cultura elevada y de medios técnicos muy considerables.

Y en cuanto a disociar a Inglaterra de la alianza con Francia, era un objetivo también difícil en extremo, por cuanto la política casi instintiva de Londres había sido siempre la de impedir una potencia hegemónica en el continente, enfrentando a unas con otras. Inglaterra podía desear una Alemania fuerte que contrapesar a Francia, pero de ningún modo la Alemania excesivamente fuerte que pretendía Hitler.

   Cabe señalar, además, que una parte importante de la cultura alemana estaba siendo desarrollada por judíos, por mucho que los nacionalsocialistas la considerasen funesta. Y que la élites judías, por su  influencia y relativa cohesión internacional, estaban en condiciones de movilizar grandes intereses contra Hitler en todo el mundo.

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Podemos ha estado muy bien.

Con motivo de la farsante conmemoración de la democracia en el Congreso de la farsa conviene recordar hechos elementales, hoy ocultadas cuidadosamente a los españoles:

1. El franquismo no tuvo oposición democrática

2. Los (pocos) demócratas que había prosperaban, como el resto de los españoles, a menudo en el aparato del estado franquista.

3. Algunos que se llamaban demócratas se dedicaron a turbias intriguillas, también con comunistas y terroristas.

4. La oposición al franquismo era comunista o terrorista y gozaba de medios de expresión

5. Comunistas y terroristas siempre fueron (fuimos) minorías muy mínimas

6. El mensaje de los españoles al morir Franco, en el referendum de diciembre de 1976,  fue el apoyo a la reforma “de la ley a la ley”, de la legitimidad franquista a la legitimidad democrática. Y rechazo de la “ruptura” que pretendía saltar sobre 40 años fructíferos para enlazar con la falsa legitimidad de un Frente Popular fraudulento y  abiertamente criminal.

7. Los políticos que hicieron la transición, con muy pocas excepciones, eran muy mediocres. Si no llevaron pronto al desastre al país fue por la espléndida herencia recibida: paz, prosperidad, olvido de los odios republicanos, libertad personal…

8. La transición estuvo llena de defectos  graves, que en  lugar de corregirse se han agravado. Políticos y periodistas han convertido la política en una farsa indecente.

9. Hoy, los cuatro partidos, junto con la mayoría de los (miserables) periodistas son antifranquistas.  Quiere decir que todos son rupturistas. Todos han aceptado la ley de memoria histórica, que es el documento del rupturismo y el ensalzamiento del criminal Frente Popular.

10. Por eso Podemos ha estado tan bien, rompiendo la miserable farsa del Congreso y poniendo en evidencia a las bandas de cacos que lo llenan: la transición, la democracia y la monarquía provienen del franquismo. Por tanto todos deben rechazarlas y no conmemorarlas.

11. La miseria “conmemorativa” del Congreso fue precedida de un “homenaje” a las víctimas de la ETA que fue en realidad un homenaje a la ETA y una burla a las víctimas. No en vano los homenajeantes rescataron a la ETA de su derrota y han premiado sus crímenes con legalidad, dinero público, proyección internacional, liberación de presos, presencia institucional, etc. Arruinando el estado de derecho.

12. Por no seguir: ¿qué caracteriza hoy a la clase política española? Toda ella es corrupta, proetarra, proseparatista, entreguista de la soberanía española, constructora de una ejército cipayo, abortista, proLGTBI, corruptora de la justicia… En suma, una clase, casta o chusma política antiespañola y antidemócrata, cuya ejecutoria ha consistido en ir destruyendo el legado del franquismo, traicionar la intención de los españoles en el referéndum de diciembre del 76 y llevar al país a una democracia fallida.

13. La farsa obscena y sin gracia de la “conmemoración democrática” se ha redondeado con el esperpento que no podía faltar en esa chusma: “Olvidaron” llevar allí a Juan Carlos, que era el principal de todos ellos. La cosa tiene una comicidad impagable. Esta gente es así. Y son los que mandan. Hoy por hoy.

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Falsificar el pasado significa directamente falsear el presente y comprometer el futuro” (Julián Marías)pic.twitter.com/rUPtw9Fdlf

 

 

 

 

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