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Jayam 9 El asombro ante el mundo/ El secreto del separatismo / Hera y Afrodita.
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El asombro ante el mundo
En su segundo verso dice Jayam que la vida no ha cesado de asombrarle. Se refiere al mundo en general, ya que fue astrónomo y matemático además de filósofo y poeta, con una poesía cargada de filosofía. El sentimiento más elemental que provoca el mundo –vida y vida propia incluidas–, en el yo, es precisamente el asombro. Un sentimiento muy complejo, en el que entran otros, desde la alegría a la impotencia, del deseo a la angustia, incluso el terror ante ese “algo” del que el yo forma parte insignificante y a la vez exigente, y ante el que se siente a la vez libre y esclavo. En efecto, el mundo y la sociedad le acogen y al mismo tiempo le hostigan, le permiten desenvolverse y a la vez le imponen normas y condiciones a menudo muy duras y que llegan a ser insoportables.
El asombro implica cierto distanciamiento del yo ante ese algo que solemos equiparar a “la realidad”, que cambia constante y desconcertantemente y a la que el yo intenta comprender sin lograrlo más que en pequeña medida y que nos engaña incitándonos a cometer a menudo todo tipo de errores. En las ideologías suele definirse la peculiaridad humana como la consciencia del mundo. Tendrían que explicar por qué el mundo y la sociedad se burlan tanto de esa consciencia; algo así se me ocurrió al escribir Viaje por la Vía de la Plata. Los versos de Jayam giran siempre en torno a esa limitación asombrosa y angustiosa. Ahora bien, de esa angustia esencial surge precisamente la cultura, empezando por los asombrosos rubayat de Jayam. La angustia como foco de la cultura, de lo propiamente humano: tal viene a ser la tesis, creo interpretar, de Paul Diel, y me parece que ahí no hay error.

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Secreto de los separatismos
Como he recordado en Nueva historia de España, toda sociedad se halla sometida a una tensión entre tendencias disgregadoras e integradoras, y la imposición de unas u otras determina su evolución histórica. Las fuerzas disgregadoras mayores que afronta la sociedad española son los separatismos, y por ello importa entender a qué responden, cosa a la que apenas han prestado atención historiadores y políticos, que los han juzgado muy superficialmente.
Los separatismos tuvieron cierta inspiración parcial como reacción católica al triunfo liberal en la última guerra carlista, pero se desarrollaron plenamente sobre la base de un ilusorio racismo acompañado de la leyenda negra. Lo explicaba el teórico Pompeu Gener: “Los catalanes, que somos indogermánicos, no podemos ser mandados por gentes que nos son inferiores”. El racismo vasco era en eso más radical: la vasca era una raza superior a cualquier otra de la Tierra, y no debía contaminarse con ellas. No podrán entenderse los separatismos sin ese racismo pueril, pero efectivo por su carga narcisista. En cuanto prescindieran de las pretensiones racistas y aceptaran que histórica y culturalmente vascos, catalanes y demás han sido y son españoles incluso con sus particularidades regionales; que es incomparablemente más lo que los une al conjunto que lo que les separa, y que con sus actitudes están insultando a sus ancestros, que no tenían ningún inconveniente en sentirse españoles, el separatismo se quedaría sin el menor apoyo real.
Desde la II Guerra Mundial invocar razas y racismos se ha vuelto políticamente muy indeseable, por lo que los separatistas han querido centrar la cuestión en la lengua. Ahora bien, la lengua más hablada en todas las regiones de España, la de mayor proyección cultural e internacional, con enorme diferencia, es el español común de origen castellano, al que han contribuido culturalmente todas las regiones. En comparación con él, las lenguas regionales resultan insignificantes y muy poco útiles. No quiere decirse que debieran desaparecer o ser prohibidas (contra lo que se dice, el franquismo no solo las respetó, sino que las promovió), solo que no debe admitirse la política de oponerlas al español, de convertirlas en instrumento de odios y falsificación de la historia y envenenamiento de las relaciones interregionales.
Y al oponerse a los separatismos es necesario señalar sin tregua su estúpido racismo, su inconfesable razón de ser.
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**El odio del PP al español: han sido los políticos peperos quienes más han promovido la enseñanza en lenguas regionales a costa del español. Y allí donde no han podido, han promocionado el inglés en un progresivo desplazamiento del español como lengua de cultura. Con la infame Esperanza Aguirre para empezar, la patriota inglesa, y seguida por todos los demás.
**He dicho odio, pero más adecuado sería decir una mezcla de desprecio e indiferencia. Los señoritos del PP, genuflexos ante el trasero de Anglosajonia, creen que España tiene una historia enferma, cuya última muestra habría sido el franquismo, algo a olvidar. El efecto práctico de ese desprecio o aversión equivale al del odio
**La maternidad y en general la feminidad son los molinos de viento contra los que luchan en vano las feministas. Luchan contra ellas mismas. Hasta una vacaburra como la Calvo ha salido alguna vez en pose de odalisca.
**El problema del Dios omnisciente en relación con la libertad humana reaparece en la ciencia. La ciencia puede, y a ello tiende, a establecer la necesidad inapelable de los sucesos. Teóricamente llegará a conocer el futuro tal como conoce, se supone, la necesidad del pasado. Eso convierte la libertad humana en una ilusión, como ocurre con la omnisciencia y omnisapiencia de Dios. Cabría decir: si los sucesos del pasado han tenido lugar necesariamente, pese a que aparentemente pudieran haber sido de otro modo, lo mismo debe ocurrir con el futuro. Algún día dominaremos el futuro y veremos que ninguna libertad podrá oponerse a él, la libertad quedará como una irrelevante quimera subjetiva. Es más: todo debería estar contenido en el instante mismo de la Grex; de otro modo tendríamos que admitir fuerzas exteriores al cosmos. Llegados aquí, la razón se marea.
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Afrodita y Hera
Afrodita es la diosa de la atracción y el placer sexual, y Hera la del amor conyugal. Son cosas relacionadas pero en parte independientes. Zeus otorga a Hefesto el matrimonio con Afrodita. Hefesto es un personaje muy laborioso e ingenioso, pero poco agraciado y con una debilidad psíquica o neurosis simbolizada por su cojera y demostrada por su elección de Afrodita. Desde luego, esta le pone los cuernos con el más audaz y atractivo Ares, el dios de la guerra, cuyos dones físicos encuentra más atractivos que los menos físicos de Hefesto, burlado ahí por su propia mala elección. Hay aquí un evidente reflejo de situaciones humanas muy reales.
En los relatos de Troya, Paris, como Hefesto, se ha declarado por Afrodita y en recompensa obtiene a Helena. Esta representa aquí hasta cierto punto a Afrodita, dejándose llevar por una pasión meramente sexual. Paris no tiene nada que ver con Hefesto, si bien tampoco se parece a Ares, pues no es un buen guerrero. Parece más bien un atractivo y simpático chisgarabís que no ha vacilado en romper las reglas de la hospitalidad, la paz conyugal y el hogar de Menelao, protegidos por Hera. Surge el conflicto, en este caso una guerra. Es significativo también que Helena termine despreciando a su raptor. Este conflicto reproduce asimismo situaciones humanas bastante típicas, y más que situaciones que lleguen a la práctica, actitudes íntimas que muchas veces no pasan de la intención, sin dejar de ser reales como motivaciones que suelen tener derivaciones indirectas o psíquicamente enfermizas.
Saturnino Salustio, amigo de Juliano el Apóstata, se enfrentó a las burlas de los cristianos hacia los mitos con una aguda frase: “Los hechos que narran los mitos nunca ocurrieron, pero existen siempre”.
Creado en presente y pasado
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Jayam 8. Vivir y “filosofar” / Franquismo y problemas actuales / Influjo espiritual de Israel.
Vivir y filosofar
Como decía, es posible entender los poemas de Jayam como producto de una persona ociosa cuya buena posición le permite dedicarse a especulaciones inquietantes, pero vanas en el fondo, ajenas a las preocupaciones de la gente “de a pie”. Esta interpretación torpe recuerda el proverbio chino “cuando el sabio señala a la luna, el necio mira el dedo”. Desde el auge del pensamiento marxista, la “explicación” de las ideas y tomas de postura apelando a la posición social de quien las expone se ha vuelto frecuentísima. En realidad ocurre de siempre, y al respecto se acuñó la frase clásica “Primum vivere, deinde philosophari”: ante todo tener las necesidades básicas cubiertas (lo que se entiende por “vivir”), y después dedicarse a filosofar, una ocupación quizá interesante, pero prescindible: podemos seguir viviendo tal cual sin necesidad de preguntarnos por qué. Sepamos o no sepamos ese porqué, la evidencia es que aquí estamos y a ello hemos de atenernos.
Claro que esto seria reducir la vida humana al nivel animal, siendo lo propiamente humano –el “philosophari”– un aditamento innecesario. Si acaso podríamos considerar la técnica como la verdadera y práctica diferencia del humano con el animal, idea (el “mamífero técnico”) que recorre gran parte del pensamiento anglosajón, hoy muy extendido. Y eso precisamente significaría la peculiaridad de la cultura europea con respecto a las demás, a las que ha aventajado técnicamente de manera decisiva, a partir del siglo XIX (aunque desde 1945 haya perdido esa primacía). Tal es la idea de Díez del Corral en su ensayo El rapto de Europa, compartida por una variedad de ideologías incluyendo la nacionalsocialista.
Pero en realidad el ser humano depende de la filosofía, dicho en sentido amplio, para subsistir. Lo expresa Jayam en el penúltimo verso del rubai que venimos comentando: ”Me iré sin desearlo”. Aunque algunos se suicidan, la inmensa mayoría se va del mundo contra su voluntad, dejando en su entorno inmediato un sentimiento compartido en lamentaciones, tanto por el dolor de la pérdida de una persona querida como por la premonición de que lo mismo espera a quienes la querían. Y ese simple hecho, inasequible a la razón pero sentido profundamente, a veces como una angustia insoportable, condiciona la vida humana, que ya no se presenta como una sucesión de actos como los de un animal, sino como un conjunto que obliga a “philosophari”. Y, por supuesto, influye también en la propia razón técnica, que intenta asegurar en lo posible la vida humana contra la muerte. Lo propio del ser humano es su necesidad de “filosofar” para vivir.
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Franquismo y nuevos problemas
Usted no se contenta con afirmar que aclarar la verdad sobre Franco es un deber por sí decir, de justicia histórica, sino que sostiene que es imprescindible para regenerar la democracia y mantener la unidad de España. Sin embargo para la mayoría de la gente, en especial los jóvenes, la cuestión del franquismo se presenta como algo parecido a la prehistoria. Los problemas son otros y a casi nadie le interesa aquel pasado.
–Cuando yo era joven, en pleno franquismo, sabíamos poquísimo sobre la guerra civil, porque no se explicaba en la enseñanza, y esa guerra y la república se nos presentaban también como prehistoria. Sentíamos que vivíamos en otro mundo. La atención de la inmensa mayoría se centraba en los asuntos y problemas personales, profesionales, en las diversiones, la televisión, etc. Solo un ínfima minoría teníamos interés por la política y la historia. Pero fíjese en lo que terminó ocurriendo: la versión de la guerra civil fue la de la izquierda y separatistas, y la mitificación de la república y del Frente Popular sigue teniendo hasta el día de hoy, y diría que cada vez más, una repercusión del mayor alcance sobre la sociedad y como inspiración de la política.
La versión de Preston y tantos otros es que el franquismo vivió en permanente evocación y presencia de la guerra civil, sobre la represión de los contrarios.
–No era así en absoluto, salvo los gritos rituales de los diarios hablados y alguna simbología más. Y, visto en retrospectiva, no podía ser de otro modo: el franquismo no tenía un discurso homogéneo sobre la guerra y el pasado, pues se componía de cuatro partidos con versiones diferentes, y la iglesia fue, sobre todo desde mediados de los 60, la más partidaria de desvirtuar aquellos sucesos como una “penosa guerra fratricida” que mejor no recordar, y en la que poco a poco los buenos pasaban a ser los vencidos. Aquel vacío lo ocupó con gran éxito el marxismo en la universidad.
Pero usted admitirá que hoy existe una multitud de problemas que antes no existían, de carácter universal y no solo nacional, por lo que no podemos vivir echando la vida atrás. Piense solo en el feminismo, el multiculturalismo, el calentamiento global… Además, estamos en Europa y eso nos influye decisivamente.

–En cuanto a Europa, siempre estuvimos en ella y siempre hubo una interinfluencia. Un fallo de gran parte de la historiografía española es que precisamente se presenta como si esa relación apenas existiese, pero si usted echa un vistazo a mi Nueva historia de España o al más reciente Por qué el Frente Popular perdió la guerra, verá que doy precisamente gran importancia a esa relación y expongo constantemente cómo se produjo en sus pros y sus contras. Lo mismo cuando examino la Reconquista, la mayoría de los estudios españoles sobre la cual flojean mucho en ese aspecto.
Bien, aun así, los desafíos actuales, con los cambios acelerados técnicos y culturales, y las preocupaciones de nuestra época, son muy distintos de los de los años 30. ¿De qué nos sirve dar vueltas a un pasado que para la mayoría queda muy lejano y con poco interés?
La cuestión se reduce a esto: ante esos desafíos, ¿debemos actuar como nación, es decir como producto político y cultural de muchas generaciones de esfuerzos, o debemos reducir todo eso a una “leyenda negra” y echarlo por la borda para disolvernos en una especie de “magma universal” dirigido por no se sabe quiénes (en parte sí se sabe). Desde la II Guerra Mundial, todos se empeñan en hablar en nombre de la Humanidad, convertida en una especie de dios que se ha revelado a unos pocos (que por lo demás no se ponen de acuerdo sobre cual sería el interés y el culto debido a esa divinidad). Todos los problemas que usted dice, y otros más, son importantes, unos no existían en los años treinta, otros sí, aunque con otros condicionantes e ideologías. Pero en mi opinión debemos, es más, no tenemos otro remedio que abordarlos desde nuestra posición nacional, porque hoy por hoy y por mucho tiempo la humanidad se compone de naciones y grupos heterogéneos. El franquismo significó históricamente la continuidad de España como nación y como cultura. Hoy, todo eso está en crisis, como lo estuvo con la República y más aún con el Frente Popular. ¿Debemos aceptar la disgregación y disolución política y cultural de España, o debemos defenderla para poder afrontar cualesquiera problemas se presenten? Esta es la cuestión de fondo.
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Proyección de Israel
Orfebre: Yo no doy la razón a nadie, solo pregunto. Y tienes razón en que nos hemos desviado de un asunto sin resolverlo, así que volvamos al comienzo: por qué habría decidido Dios optar en exclusiva por unas tribus beduinas seminómadas para revelarse. Admite que esto plantea dos problemas serios: la exclusión de los demás pueblos, como si no fueran dignos de tal atención, y la propia elección de los hebreos. ¿Qué tenían estos de particular?
Mecánico: te lo plantearé de otra forma: Israel es un país minúsculo, el río Jordán es insignificante comparado con otros ríos; la tierra de Israel es poco fértil, su clima es poco agradable, tampoco está diferenciado claramente como podría ser una isla o una península, sino que siempre ha sido tierra de paso de diversas culturas e imperios, y de confrontación entre ellos, y la población judía siempre fue y sigue siendo muy escasa comparada con la del entorno. Ahora, piensa en esto: los accidentes de esa tierra han tenido un influjo espiritual en el mundo como los de ninguna otra tierra. Piensa en la encina de Mambré, el pozo de Beerseba, el monte Tabor, el mismo río Jordán, Jericó, Belén, no digamos Jerusalén… Y los muchos sucesos reales o míticos allí sucedidos y que han tenido un influjo tan universal como hechos espirituales simbólicos… ¿No es esto llamativo? ¿Por qué ninguna otra tierra en el mundo ha tenido tal proyección espiritual?
O. Eso es verdad, y es muy llamativo y digno de considerar, aunque no tan universal. Es verdad para la cultura occidental, y lo es a través del cristianismo, que ha hecho suya la Biblia. Pero no responde a mi pregunta. Hay, además, otro problema: Yavé prometió a los judíos aquella tierra, es más, creo recordar que en algún momento se la prometió desde el Mediterráneo hasta el Éufrates, pero nunca fue fiel a su promesa: ordenó a los judíos desplazar, esto es, exterminar, a la población de Canaán, pero los judíos nunca lograron ocupar todo Canaán ni exterminar a todos sus habitantes. La propia Biblia demuestra que siguieron viviendo muchos y contaminando además con su religión a los judíos, lo que exigía periódicas purificaciones sangrientas. Gran parte de los judíos fueron además desterrados, primero por los asirios si mal no recuerdo, luego por los babilonios y finalmente por los romanos. En la Biblia, Yavé siempre se está quejando de las infidelidades de los judíos, pero él, a su vez, nunca acaba de cumplir su promesa. Por otra parte, ¿qué es la Revelación en concreto? ¿En qué consiste?
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Creado en presente y pasado
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VOX y el franquismo
Historia criminal del PSOE: un septiembre negro en vísperas de la gran insurrección: https://www.youtube.com/watch?v=9ikO0iJS0bc
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Vox y el franquismo
Cuando en 2002 el gobierno de Aznar osó condenar el alzamiento del 18 de julio del 36, no solo escupió sobre las tumbas de sus padres, tratándolos de criminales, no solo declaró un crimen defenderse de una tiranía terrorista de separatistas y totalitarios, como era el frente popular, sino que también regaló a los herederos de estos la legitimidad histórica y democrática que les había negado el referéndum de 1976. Dejar en manos de aquella chusma la bandera de la democracia significaba en la práctica un proceso de disgregación de España y de vuelta al totalitarismo, como efectivamente ha venido ocurriendo.
El mayor culpable fue aquel PP de señoritos que “miraban al futuro” sin aprender del pasado. De aquella condena del alzamiento de 1936, que de paso condenaba el referéndum de 1976, vino el cambio de régimen, el nuevo frente popular de Zapatero con apoyo del PP. Quizá el peor de todos ha sido Rajoy, cuya herencia tenemos hoy en el Doctor. Toda esa estrategia indirecta, aplicada ya desde principios de la transición, se resume en una consigna abierta o implícita: atacar al franquismo era y es la mejor fórmula para socavar a España y la libertad.
Por lo tanto, reivindicar la historia y en primer lugar la verdad sobre Franco y su régimen, es una exigencia clave para regenerar la democracia y fortalecer España. Se trata de un objetivo estratégico radical, pues sin ello se recaerá una y otra vez en lo que hemos vivido, por mucho que se logren victorias políticas parciales y ocasionales. Se trata realmente de la continuidad histórica, cultural y política de España, pues eso significó el franquismo. Sin esa base, todo lo demás se convierte en una política de chanchullos, corrupción y disgregación, en la que llevamos cuarenta años hasta llegar al actual golpe de estado permanente y hundimiento de hecho de la ley.
Sobre la necesidad de reivindicar la verdad histórica no deben caber dudas. Ni España ni ningún país pueden estar reiventándose a cada paso al gusto de los demagogos. El único problema es solo el de diseñar una estrategia al efecto. En otras palabras: ¿cómo invertir los efectos de cuarenta años de falsificación sistemática de la historia por parte no solo de los herederos del Frente Popular, sino también del PP? Es difícil, pues esa propaganda antifranquista, promotora del proceso disgregador actual, ha tenido un efecto profundo que asusta a muchos, haciéndoles pensar que ya se trata de un hecho irreversible contra el que es inútil luchar. Otros dirán que conviene dejar el asunto de lado al menos por una larga temporada. Pero para quienes comprendan el alcance decisivo del problema, esa dificultad debe ser un acicate para redoblar los esfuerzos.
Opino que la estrategia debería ser también indirecta, como la del frente popular: recordar constantemente la historia criminal del PSOE y los separatistas, y atacar a fondo y sin pausa la ley de memoria histórica, mostrando su carácter liberticida; las dos cosas suponen implícitamente una reivindicación de la verdad sobre Franco. Esto puede muy bien promoverlo VOX, y de hecho está haciendo algo al respecto. Pero es también necesario que, paralelamente, aun si de modo no tan oficial y directo, no solo denuncie la falsedad, sino que promueva también, la verdad por medio de asociaciones y actividades al efecto.
Sin embargo hay indicios de que esta segunda necesidad no es sentida en la cúpula de ese partido, que está marginando en algunas provincias a los elementos que han creado allí la organización por “excesivamente franquistas”. Con esto se corre el peligro de derivar insensiblemente hacia la misma política del PP. La cuestión debe aclararse bien, pues es verdad que algunos “franquistas” están perfectamente dispuestos a hacer el juego al nuevo frente popular cediéndole la bandera de la democracia y creyendo que podría volver el franquismo, que ellos creen “sin partidos”,, porque no han comprendido la historia real, y la sustituyen con tópicos gastados e indignaciones inútiles: llevan así cuarenta años de fracaso, pero no se cansan.
No hay oposición entre franquismo y democracia. Por el contrario, sin haber derrotado a totalitarios y separatistas y creado una nueva sociedad próspera y sin odios, no habría sido posible ninguna democracia. Y es el antifranquismo el que precisamente la está destruyendo. A comprender este hecho histórico he dedicado el libro Los mitos del franquismo e infinidad de artículos y comentarios. Aunque la estrategia fundamental consista en atacar la memoria histórica y la historia criminal del Frente Popular, es preciso también elaborar un discurso claro, no en defensa de Franco y su régimen, sino de la verdad sobre el mismo. Creo que ese discurso, en lo esencial y expuesto al debate, se encuentra en el libro citado y Por qué el Frente Popular perdió la guerra. No ya VOX, sino cualesquiera personas o asociaciones interesadas, pueden utilizarlos como objetos de discusión y difusión.
Algo más: un partido que quiera ser alternativa debe plantearse también una estrategia para conquistar la universidad. Hasta ahora, esa idea era utópica, pero actualmente ya no lo es, pues VOX dispone ya de bastante gente entre profesores y alumnos, y solo es preciso organizarlos. En otro tiempo, los comunistas nos planteábamos inmediatamente crear organizaciones universitarias, empezando también en condiciones muy difíciles. Hoy, con todo, son más fáciles y la tarea es fundamental, porque, sin ganar el campo de la alta cultura, la política se irá diluyendo en cuestiones de poca monta.
Dado que no pertenezco a VOX, podrían interpretarse mis palabras como una intromisión. Se trata, por el contrario, de análisis y sugerencias a partir de una investigación y experiencia muy largas. VOX se ha convertido en una gran esperanza para millones de españoles, y eso es también una gran responsabilidad.
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Jayam (7) El difícil carpe diem / Una juventud clandestina
Historia criminal del PSOE: un septiembre negro en vísperas de la gran insurrección: https://www.youtube.com/watch?v=9ikO0iJS0bc
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No es fácil el carpe diem
No es lo mismo sostener que la vida no tiene sentido (porque la naturaleza no parece tenerlo) que afirmar que el sentido es inaccesible a nuestras capacidades. A efectos prácticos parece lo mismo: somos juguete de fuerzas que escapan a nuestro control y capacidad de comprensión. Pero en el segundo caso admitimos que pudiera haber un sentido, e incluso que pudiéramos entreverlo a pesar de todo lo que nos induce a pensar lo contrario. Esto tiene que ver con la relación entre la religión y la ciencia. La ciencia no encuentra ningún sentido en la naturaleza, y menos sentido cuanto más profundiza en ella. Y no es de extrañar, porque ni siquiera lo busca sino que lo excluye por método. En cambio vemos que muchos quieren hacer de la ciencia una especie de religión, adjudicándole una fe que la propia ciencia no asume.
El mero enunciado de la cuarteta de Jayam nos pone ante una radical incapacidad humana ante el sentido, pero cabe oponer que no somos arrojados a la vida desprovistos de ciertas capacidades. Capacidades suficientes para desenvolvernos en el transcurso de ella, lo que implica entenderla por lo menos en la actividad práctica. Y el mundo ofrece muchos dones atrayentes. Puesto que la sabiduría sobre el mundo es muy engañosa, Jayam propone gozar al máximo de algunos de esos dones claramente sensibles (el vino y las mujeres, adelantándose a Manolo Escobar, valga la banalidad). Pero también le pesa la incertidumbre que baña la vida corriente y nos impide entenderla (salvo en una pequeña medida) y preverla (salvo su final) : nadie puede estar seguro de lo que le reserva el mañana, ni siquiera la hora próxima.
Por tanto, el goce debe limitarse al presente, despreocupándose de la angustia por lo que pueda pasar o por las culpas o vergüenzas de lo que ya ha pasado: Sabes que no tienes poder sobre tu destino /¿Por qué ha de asustarte la incertidumbre del mañana? /Si eres sabio, goza del momento presente /¿El porvenir? ¿Qué te puede traer el porvenir? La receta es vieja, recuerda al carpe diem horaciano. Y más fácil de enunciar que de cumplir, pues por un lado el mundo está lleno de competidores capaces de amargarte: En la feria que atraviesas no busques amigos / ni tampoco refugio seguro / Acepta el dolor con ánimo valeroso y sin esperar un remedio inexistente / Sonríe al infortunio y no pidas la sonrisa de nadie: perderías el tiempo. Y por otro lado, la muerte está presente siempre: Hace mucho que mi juventud fue a reunirse con las cosas muertas / Primavera de mi vida, yaces hoy con las primaveras de antaño / ¡Oh, juventud mía, pasaste sin darme cuenta! / Te fuiste desvaneciendo como la dulzura de la estación florida. Y, en fin, a cada paso un azar puede cambiar el rumbo de la existencia; o bien la seguridad relativa de esta se vuelve tan estable que provoca hastío.
También podrían atribuirse las lamentaciones de Jayam a alguien que, bien situado, puede dedicar mucho tiempo a tales reflexiones, al no verse acosado por las exigencias de la vida común, que absorben la atención y energías de casi todo el mundo. Pero en esto ocurre como en todas las cosas, especialmente en el arte: unos tienen extraordinaria sensibilidad para la música, por ejemplo, y a otros apenas les conmueve.
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Una juventud clandestina
Lo de Jayam sobre la juventud me trae a la mente la mía. También se pasó sin darme cuenta, pero no la calificaría de particularmente dulce. Puede decirse que entre los 21 y los 35 años viví en la clandestinidad, digamos fuera de la ley. El primer año y medio en el PCE, una clandestinidad relativa, los siguientes casi siete en una mucho más estricta en la OMLE, que daría lugar al PCE(r)-GRAPO, y los últimos seis en una personal, como resultado de lo anterior. ¿Qué pensar de esa juventud? Puedo contarla, lo he hecho en un libro y en algunos otros escritos, pero me es imposible valorarla, excepto en el aspecto de haber servido a una ideología que hoy considero falsa. Pero no quiero discutir eso ahora, sino el modo como lo vivíamos, al menos en mi caso.
Cuando murió Franco, Delgado de Codes me comentó: “¿No estás contento? Nos han robado la juventud”. Aquello me sorprendió mucho. Por el contrario, yo creía que habíamos dedicado aquellos años juveniles a una lucha necesaria y por así decir ennoblecedora. Podían considerar que se la habían robado los muchachos corrientes y apolíticos que no habían podido disfrutar del botellón o la droga, como más tarde; pero no nosotros. Cuando volví a la legalidad, con una condena simbólica en el periodo de las reinserciones, un amigo me comentaba: “tuviste que pasarlas putas, sobre todo cuando te echaron del partido y quedaste prácticamente solo”. También me sorprendió, porque realmente nunca lo sentí así. Claro que gracias a algunos trabajos irregulares, y sobre todo a que mi compañera de entonces no estaba fichada y podía trabajar de asistenta, y luego de profesora de literatura, salíamos adelante, con una economía estricta. Pero incluso entonces me sentía bastante bien fuera de la ley, sin control de nadie, sin pagar impuestos…; y hasta la inquietud de ser descubierto y detenido por cualquier percance ocasional me resultaba estimulante. Comprendo que muchos no vean así las cosas, y hoy, ya con 72 años, yo mismo las veo de otro modo.
Digo esto también por relación con una novela que en su momento me agradó extraordinariamente, El enamorado de la Osa Mayor, de Sergiusz Piasecki. La recomendé o presté a algunos amigos, que no la encontraron nada interesante. ¿Por qué me gustó tanto, en cambio? Creo que porque se trataba de personas fuera de la ley, contrabandistas en una situación de serios peligros, en la frontera polaco-soviética de los años 20. En una ocasión, el protagonista se dirige a un excompañero que ha “sentado la cabeza”: “¿No sientes nostalgia de la frontera? Ahora es la estación de oro, y el oro se derrama por todos los senderos. Las noches son oscuras, negras, y los muchachos andan bajo las estrellas, y después descansan y se divierten bebiendo y cantando. Cada día hay algo nuevo, cada día sucede algo… Comprendí que él no experimentaba lo que yo: ¿Qué tenía de interés aquella mala vida que llevábamos?” La mayoría de la gente prefiere literatura más convencional. Ya he dicho que mi novela Sonaron gritos… tiene cierta inspiración en la del polaco, precisamente al narrar las peripecias de personas de ese tipo, no muy adaptables a la vida corriente.
Según Juan Valera, los contrabandistas son más novelescos y poéticos que los carabineros y los vistas de aduana. Es posible, pero Pío Baroja se asombraba de que con esas ideas y habiendo viajado tanto y conocido tantos ambientes, Valera novelase más bien historias costumbristas quizá un poco vulgares.
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