En su blog habla usted muy poco del concepto de Hispanidad, y sin embargo debería entrar en su concepto general de nacionalismo español…
–Ramiro de Maeztu acuñó el concepto de Hispanidad relacionándolo fundamentalmente con el catolicismo, como hacían Menéndez Pelayo y otros. Pero lo único que realmente une a estos países es el idioma y diversos rasgos culturales relacionados con él. Si fuera por la Iglesia apenas existiría algo como la Hispanidad. Los misioneros se preocuparon muy poco de propagar la lengua y cultura españolas, aprendían las lenguas indígenas y predicaban en ellas. En el sentido, tan básico, del idioma, la Hispanidad se consolida después de la independencia, un dato paradójico porque los gobiernos independientes eran muy hispanófobos. Pero necesitaban un instrumento para consolidarse como nuevas naciones, y el idioma era esencial. La historia está llena de esas paradojas.
Luego, habría que excluir al catolicismo
–No, el catolicismo es un hecho histórico y cultural que no se puede dejar de lado ni minusvalorar, aunque esté retroceso en toda América y en España, sobre todo después del Vaticano II, y no se le vean trazas de mejorar. Pero no es un hecho político ni económico ni ideológico. El catolicismo es universalista, y para él la cuestión de España o de la Hispanidad es accidental. A mí me asombra que Menéndez Pelayo dijera que sin el catolicismo España volvería a las tribus prerromanizadas, cuando, en sus mismas narices, los separatismos eran tan católicos como él mismo. Y cuando la unidad cultural de España se consiguió básicamente con la romanización antes que el cristianismo.
Pero la base lingüística es insuficiente, ya que, como vemos, ni España ni Hispanoamérica pueden ser hoy un modelo civilizatorio para nadie. Muchos dicen que es por el abandono o pérdida de importancia política del catolicismo.
–Digamos que España e Hispanoamérica comparten otro elemento de unión, muy negativo por lo demás: unos siglos XIX y XX harto desastrosos, con alguna que otra excepción. Esto requiere un análisis en profundidad, que no puede abordarse a base de retórica grandilocuente. Hoy, lo que priva en occidente, incluso en el conjunto del mundo, es el modelo anglosajón. España no puede ser “amiga y aliada” de los anglosajones, por todo tipo de motivos. Tampoco debe ser su enemiga. Se trata de conseguir una situación de mutuo respeto y hasta algo de indiferencia. Pero el problema de fondo es cultural: la potencia cultural del mundo anglosajón, desde el cine a la ciencia o el pensamiento o la técnica, es tremenda, en lo bueno y en lo malo. La potencia cultural o creativa del mundo hispánico en cambio es muy endeble, casi insignificante en comparación. Se apoya en el elemento puramente cuantitativo del número de hablantes, está cada vez más satelizada a la anglosajona y tiene la rémora psicológica de la leyenda negra, que ahora patrocina el jefe católico Pancho I de la Pampa, para más inri.
¿Ve usted perspectivas de cambio?
–Algunos chispazos, muy pocos, aunque esperanzadores. Desarbolar la leyenda negra es muy importante y algo se va haciendo desde mi Nueva historia de España. Por supuesto, ya Julián Juderías y otros hicieron una gran labor, pero puede decirse que estaba prácticamente olvidada. Ahora los libros de Roca Barea, Iván Vélez, Pedro Insua y otros ayudan a cambiar las cosas. En el franquismo se combatió la leyenda negra, pero con gran debilidad intelectual. Y desde la transición, sobre todo, ha predominado abrumadoramente su aceptación, en la universidad, los medios y la política. Incluso Julián Marías defendía la labor histórica de España en los siglos XVI y XVII, pero sin gran entusiasmo. Para él lo mejor era el siglo XVIII, cuando España perdió su originalidad creativa; y especialmente el reinado de Carlos III, que supuso un golpe muy fuerte a la cultura en España, sobre todo con la expulsión de los jesuitas, pero no solamente. Reivindicar un pasado ciertamente importante en la historia del mundo es esencial, pero si de ahí no salen más que grandilocuencias y retórica, poco adelantaremos. La cuestión es mucho más de fondo. Y parte muy importante de ella es para nosotros la cuestión del franquismo. Mi libro reciente Por qué el Frente Popular perdió la guerra termina con un epílogo: hay que superar el falso debate de la democracia en la guerra civil para sustituirlo por el de la significación histórica del franquismo, que ya he abordado en Los mitos del franquismo, pero requiere más profundización, lógicamente. Esto es también importante para el ámbito cultural hispánico.


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Por qué el Frente Popular perdió la guerra civil (Causas y consecuencias históricas)
Índice
Introducción
Primera parte: Análisis militar-político
Capítulo I: Qué fue el Frente Popular
Capítulo II: Fuerzas en presencia y fracaso de las milicias,
“ III: La pugna por la ayuda exterior
“ IV: El Frente Popular logra defender Madrid
“ V: Franco ataca al Norte cantábrico
“ VI: Los comunistas derrocan al “Lenin español”
“ VII El segundo Gobierno de la Victoria pierde el norte
“ VIII De la victoria imposible al “Resistir es vencer”
“ IX: Teruel: de una victoria a un gran desastre
“ X: La última oportunidad del Frente Popular: el Ebro y Munich
“ XI Un derrumbe apocalíptico
“ XII Algunas observaciones clave
Segunda parte: Los hombres que…
Cap. XIII: Importancia de las semblanzas y biografías
“ XIV: Manuel Azaña o la demolición de la España tradicional
“ XV: Cuatro jefes militares de las izquierdas
“ XVI: Tres líderes socialistas: Largo Caballero, Negrín y Prieto
“ XVII: Dos dirigentes comunistas: José Díaz y Jesús Hernández
“ XVIII:Dos protagonistas del anarquismo; Durruti y García Oliver
“ XIX: Dos representantes del separatismo: Aguirre y Companys
“ XX: Tres damas de la revolución: La Pasionaria, Margarita Nelken y Federica Montseny
Tercera parte: Las grandes cuestiones del conflicto
“ XXI: ¿A quién perteneció la legitimidad?
“ XXII: Europa ante la contienda de España
“ XXIII: Genocidio y terror
“ XXIV: Los intelectuales, la destrucción cultural y la represión de posguerra
“ XXV: Consecuencias: el exilio y reconstrucción
Cuarta parte: Una guerra de ideologías
“ XXVI: Origen y significado de las ideologías
“ XXVII: El marxismo o la razón igualitaria
“ XXVIII: El anarquismo o la razón libertaria
“ XXIX: La razón de las razas separatistas
“ XXX: El liberalismo o la razón económica
“ XXXI: El fascismo o la razón jerárquica.
“ XXXII El nacionalcatolicismo o la razón relativizada
Conclusión: Un nuevo frente popular y un nuevo Gran Debate


