Me dice un amigo: “¿Por qué no aprovechas la proximidad de las fiestas de Navidad y Reyes para promocionar tus libros como regalos?” Lo hago, pero casi nadie se da por enterado. Ya he dicho lo que pasaba con el de Europa, cuyos ejemplares van a ser pronto destruidos.
****************
P. En su libro sobre Europa, ud define cada época o edad con un nombre: Formación, Supervivencia, Afianzamiento, Expansión, Apogeo y Decadencia, que vienen a equivaler a Antigua, Media (alta y baja), Moderna y Contemporánea.
–La clasificación usada tradicionalmente, desde finales del XVII, es manejable pero ridícula. Todas las edades son antiguas, medias, modernas y contemporáneas en relación con las anteriores y las posteriores. La idea era que con la Edad Moderna el hombre alcanzaba la cúspide de la historia. Luego tuvo que venir la Contemporánea, una denominación especialmente estúpida, como si después ya no hubiera historia. Además se utiliza esa clasificación para la historia en general, no solo la de Europa, y así se nos dice que en tal país asiático o africano “viven en la edad media” y cosas por el estilo. Mi propuesta es más racional y significativa, tiene más sentido. La nomenclatura, de todas formas no es lo más importante, solo una parte menor de otros reenfoques que propongo.
P. Su propuesta parece marcar un gran ciclo hasta una decadencia, que según usted, comienza en la II Guerra Mundial. ¿A qué sería debida la decadencia?
–En el siglo XX se producen dos grandes choques en Europa, la I y la II guerras mundiales, y ya después de la primera se hablaba mucho de decadencia, y no solo Spengler. La primera se produjo entre grandes potencias imperiales de corte liberal o democratizante, con alguna excepción, y marcó una crisis profunda del liberalismo, que generó por una parte la revolución soviética y por otra los fascismos. La segunda contienda ya fue “la de las tres ideologías”, demoliberal, marxista y nacionalsocialista o más ampliamente fascista. Esa guerra marca una decadencia evidente, basta comparar el peso cultural, político y militar de Europa (propiamente de unos pocos países europeos) en el mundo, con su peso actual. Europa ha perdido su iniciativa y potencia cultural retenida durante ocho siglos.. La decadencia es palmaria, no precisa demostración, la iniciativa en todos los terrenos ha pasado a Usa y por un tiempo, secundariamente, a la URSS. No sabemos si se producirá en Europa un movimiento regenerador. La civilización europea ha evolucionado a través de movimientos culturales que se sucedían cuando se agotaba el anterior. Pero por ahora, no se ve traza de esa regeneración… en un mundo enormemente distinto del anterior a esa guerra, donde se ha esfumado todo posible retorno de la hegemonía política y militar de Europa (es decir, de algunas potencias europeas).
P. Ud ha descrito aquella guerra como “de las tres ideologías” nacidas, aunque no simultáneamente, de la Ilustración. ¿Podría encontrarse ahí, en ese choque, la causa de la decadencia?
————
En España hay dos conceptos usados por políticos y periodistas como palabras mágicas, “democracia” y “Europa”, basadas en cuatro tópicos y sin el menor pensamiento bajo ellos. Este libro aspira a romper esa inercia.
————-
–Podría, pero no es tan simple. ¿A qué se debe la decadencia? No a la guerra en sí, pues ha habido otras relativamente tan devastadoras y sin ese resultado. Se debe a sus características ideológicas. Viene a significar el agotamiento de las ideas alumbradas por la Ilustración, es decir, de las ideologías. De las tres ideologías, una, la nazi fue derrotada de forma aplastante, y en esa derrota se ha visto también su fracaso como concepción del mundo, como opción cultural. Quedaron la ideología demoliberal y la marxista, y después de un período de guerra fría, la marxista se hundió por sí sola, de modo que la demoliberal pareció imponerse ya decisivamente, como la culminación de la modernidad y de la historia. Es decir, la historia, a través de mil luchas y encontronazos, había llegado a su apogeo, después del cual solo habría contiendas menores en una marcha general a la universalización pacífica del sistema. Esto coincidía bastante con la visión un tanto mesiánica de Usa. Sin embargo todo se ha complicando mucho desde el fin de la URSS. Creo que revisitar intelectualmente la II Guerra Mundial podría ayudar a entender el proceso posterior. Es lo que propongo en el libro
P. Esa decadencia, en su libro ¿podría entenderse como resultado final de la Ilustración, debido a la sustitución del cristianismo por el culto a la razón? ¿Sería la solución una vuelta al cristianismo?
–No creo posible esa vuelta. La civilización europea se formó por una serie de movimientos en los que las órdenes religiosas tuvieron un papel decisivo hasta el siglo XVI. Así el movimiento benedictino nacido en Italia en la edad de Supervivencia, el Románico y el Gótico impulsados desde Borgoña y más ampliamente Francia, con protagonismo creciente de franciscanos y dominicos, etc. Los monjes tuvieron un papel decisivo en la conformación de la cultura europea, esto es algo en lo que se debería profundizar. Y siguieron teniendo un papel, aunque decreciente, hasta hoy. El cristianismo ha evolucionado en medio de una fuerte tensión entre razón y fe, “entre Atenas y Jerusalén”, como creo que no se ha dado en otras religiones. Esa tensión, creciente a lo largo de la llamada edad media, abocaría al Renacimiento, que en parte fue continuidad y en parte ruptura con la época anterior. En el Renacimiento, la razón se impuso considerablemente sobre la fe, dando lugar a la reacción protestante de la fe contra la razón, y también a la defensa del catolicismo, en la que España tuvo un papel decisivo. Pero la crisis más profunda del cristianismo se produce con la Ilustración del siglo XVIII, que podemos interpretar como una rebelión de la razón contra la fe.
p. ¿Por qué no cree posible una vuelta al cristianismo como salida a la decadencia, si esta proviene de las ideologías surgidas del culto a la razón?
–En primer lugar, porque la Iglesia y más ampliamente el cristianismo, sufre una considerable decadencia desde el siglo XVIII y desde entonces no ha sido capaz de regenerarse al modo de otras épocas. Al contrario, se ha visto desbordado por las ideologías, a las que ha acompañado una eclosión de la ciencia, el pensamiento, la técnica y un arte “laico” sin precedentes en ninguna época o civilización anterior. Y con un aumento de la libertad personal, la información, la alfabetización, etc. Claro está que esas ventajas han venido acompañadas de grandes daños, choques bélicos, despotismos, genocidios y abusos de todo tipo; pero en conjunto parece mayor el beneficio que el perjuicio. Y en segundo lugar porque la Iglesia no ha encontrado hasta ahora el discurso, el argumentario capaz de orientar un renacimiento cultural. No digo que no pueda, digo que no ha sido así en estos dos o tres siglos. En el siglo XX vimos cierto impulso en Europa cuando la Iglesia fundó sindicatos y partidos o movimientos católicos de cierta importancia, pero finalmente resultaron un fracaso. Más que orientar, la Iglesia se ha venido orientando por las ideologías, cosa que es bien visible después del Vaticano II, parcialmente corregido por Juan Pablo II y Ratzinger, para profundizarse más con el papa actual. Y las reacciones no presentan nada nuevo, pretenden una vuelta atrás, por una parte, y no son productivas o significativas culturalmente. De momento al menos, es así. Ni en el ámbito cristiano ni en el laico se perciben movimientos renovadores capaces de invertir la decadencia mencionada.
******************
En Una hora con la Historia: el ignorado y no muy ejemplar ni democrático proceso como se elaboró la Constitución: https://www.youtube.com/watch?v=eVcokWrLTz8





![El erótico crimen del Ateneo: La novela negra como la vida misma que arrasa en el mundo de [Moa, Pío, Moh, Ul-Sih]](https://images-eu.ssl-images-amazon.com/images/I/51t3W6tzgWL.jpg)

