Personajes de novela

La derecha trata de rehuir la cuestión del franquismo. Izquierda y separatistas han entendido bien su transcendencia. Y mientras la sociedad y la clase política no acepten la realidad histórica, España será un país enfermo.

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Cuando salió Sonaron gritos…, solía asistir a una tertulia semanal y pasé un ejemplar a los componentes de ella, todos gente instruida y leída. Los comentarios fueron escasos y pobres, y no hubo modo de salir de ahí. Quizá pensaban que me ofenderían si me hacían críticas, o simplemente la novela no entraba en sus esquemas mentales y sentimentales. Solo uno recalcó que no conocía ninguna novela española parecida, aunque le recordaran vagamente los relatos de aventuras de Pío Baroja.  Como he dicho,  en la novela hay cierto espíritu de El enamorado de la Osa Mayor, de S. Piasecki, una obra que me resultó fascinante: la dejé a algunos de ellos y para mi gran sorpresa a ninguno le interesó gran cosa, y uno la despreció de entrada: no había logrado pasar de la tercera página.   Pero hace unos días, en una tertulia ocasional, había dos personas a quienes yo no conocía y que habían leído mi novela y, por fin, tuvo lugar un coloquio interesante, que se prolongó varias horas. 

    Fue una buena discusión, aunque bastante desordenada y a ratos divagatoria,   que intentaré recordar con orden aceptable. Uno de los temas fue muy general:  la naturaleza de la novela y la causa de que a la gente le atraiga, pese a tratarse de hechos ficticios. Como si a la gente le gustase que la engañaran. Desde mi punto de vista, la literatura hereda muy directamente al mito, y su atracción resulta de la manera como el lector puede sentirse identificado con los personajes o con los sucesos. Una novela se compone de personajes y sucesos, como la vida en general, a la que refleja de una manera peculiar. Pero si no hay identificación, al lector le aburrirá el relato o lo juzgará mal. Uno de los lectores dijo: “¿Y cómo puede uno identificarse con personajes y hechos con los que no tiene nada que ver y que son ajenos a su experiencia habitual? Por ejemplo, un señor que lleva una vida rutinaria y tranquila, prudente y hasta temerosa de cualquier incidencia, y que además está gusto así, y sin embargo es adicto a los relatos de  aventuras o de crímenes, hasta los más disparatados”. Se mencionó a Baroja, con una vida tan anodina según él mismo la cuenta en sus memorias. “¿Anodina?” “Sí. Procuró evitar los riesgos, lo más peligroso fue  cuando algunos carlistas quisieron fusilarlo o él lo supuso. Y él lo vio como un asunto penoso, fastidioso sin más. Tiene muchas anécdotas pero no es lo mismo la anécdota que la aventura”. Otro señaló que los escritores españoles en general tienen unas biografías parecidas, amor a la anécdota y odio a la aventura.

   Yo a Baroja solo lo leí en la adolescencia, y más recientemente parte de sus memorias. Sus relatos de aventuras me gustaban en general, sin llegar a apasionarme, y sus obras más psicológicas me aburrían,  A alguno, en cambio,  le pareció que estas últimas eran la mejores de Baroja y las que quedarían. “Pero ¿qué queda de Baroja? Hoy nadie  lo lee. En su tiempo se tradujeron varias de sus obras al francés o al alemán, pero creo que hace muchos años que ya no. Se traduce aún a García Lorca, más que nada por motivos políticos”. Más discusión. “¿Por qué la gente se identifica con los personajes? Con algunos se identifica inmediatamente, porque cree que se le parecen o porque conoce a otros, u otras situaciones como las que él vive, o porque los pintan como ellos quisieran ser, como modelos”. ”Pero en otros casos se trata de personas y sucesos completamente ajenos. Pensemos en los personajes de La Ilíada. Esos nunca pasarán porque hacen vibrar en nosotros fibras íntimas de las que no somos conscientes o apenas”.

   “¿Encuentras alguna similitud entre tu novela  y las de acción de Baroja? ¿No pueden haberte influido precisamente por haberlas leído en la adolescencia?” “No lo creo.  Una lectora insistió en esas semejanzas, pero yo no las percibo. ¿En qué sentido dices que no entra en la tradición literaria española?” “Pues es difícil decirlo. Es una novela de guerra, pero las novelas de guerra que conozco tienen a ser discursivas o de mera acción, con personajes poco complicados, y los de Sonaron gritos   son cualquier cosa menos sencillos. Hay dos, Paco y Carmen, más de una pieza, será porque son hermanos”. “Pero la otra hermana, Luisa, es complicadísima. Y la madre también, detesta al padre y termina en una relación lesbiana”. No hubo acuerdo sobre Paco y Carmen. Para uno, Paco, el coprotagonista y motor de la trama, era simplemente un hombre de acción, mujeriego y amante del peligro, que podía haber sido también un chuloputas o un narcotraficante. Y Carmen era muy religiosa católica, tenaz y sacrificada  deseosa de fundar una familia,  y que al final se salía con la suya, el único personaje que se salía con la suya, y por eso o a pesar de eso poco interesante”. “Pero acepta trabajar para la quinta columna, que suponía un riesgo mortal”. “Pero no lo hace por afición, sino por un sentido del deber. Y quizá por atraerse a Alberto”.  “Paco, el coprotagonista y el motor de la acción, es más complicado de lo que parece, vive en dos mundos: su afición a la acción y su afición a divagar y racionalizarlo todo, dos mundos que no se obstaculizan. Eso es casi imposible.  Parece incapaz de enamorarse realmente y de pronto una pasión casi le enloquece y provoca el desastre”.

En fin, seguiremos. 

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De vez en cuando algunas personas me paran por la calle para decirme que les ha gustado mucho alguna cosa que he escrito o expuesto en la radio. La carta abierta al papa por ejemplo. Les digo: “¿Y la han difundido ustedes a sus conocidos o por las redes sociales?” La respuesta es casi siempre un no. Les digo: “¿A cuánta gente llegan esos escritos que le gustan? A cuatro gatos. Y si esos cuatro gatos no se mueven para difundirlos todo será un esfuerzo o un gusto inútil. Porque la democracia es una lucha por la opinión pública y si no lo entendemos no saldremos de la cultura de la queja. La carta abierta al papa por la cuestión de Franco, por ejemplo,  debería ser difundida por miles de personas una y otra vez, durante semanas y meses. Hacer que llegue a cientos de miles o hasta millones de personas. Así podrá ser efectiva, de otro modo se disolverá entre tantas otras informaciones y cosas que circulan por ahí”.

   Algo semejante puede decirse de este blog: si aquellos que lo encuentran interesante no lo divulgan, será como gritar en el desierto.

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En Trafalgar España perdió pocos barcos. Pero los demás fueron abandonados en los puertos y no volvió a construirse ninguno hasta cincuenta años después.

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En esta sesión de “Una hora con la Historia”, abordamos el tema de la Inquisición. Algunos la han comparado con las policías totalitarias del siglo XX, o han afirmado que paralizó la vida cultural española, incluso que despobló al país. La realidad histórica es que fue el tribunal europeo más garantista y menos sanguinario de su tiempo, que usó la tortura mucho menos que los tribunales corrientes,  que evitó episodios como la quema de brujas y ayudó a España a librarse de las guerras civiles de países próximos. Respondió a una mentalidad de la época, y su período de máximo apogeo no incidió contra el pensamiento o la cultura en general, pues fue la época de mayor auge de España en la cultura superior o de élite. Estos hechos obligan a una revisión en profundidad. https://www.youtube.com/watch?v=OVnMnEMQWM4

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Democracia, dictadura y tiranía.

Hoy es 20 de noviembre, un día históricamente importante no solo por el fallecimiento de Franco sino por el comienzo del fin de su régimen, que realmente se acabó en 1978, con la Constitución.  Un régimen que nació de la imposibilidad de una convivencia en paz y en libertad causada por una alianza de totalitarios, golpistas y separatistas. ¡Hay que recordarlo una y mil veces, pues de su “olvido” derivan tan grandes males! Si hoy, cuarenta y tres años después, sufrimos unos peligros parecidos aun si todavía no tan violentos como entonces, se debe a ese olvido o tergiversación.  Franco convirtió aquella imposibilidad en posibilidad, y de su régimen derivó una democracia que  ha ido corrompiéndose y tiranizándose como expongo en el artículo siguiente, amenazando nuevamente la paz y la libertad de los españoles

Por eso es una tarea crucial del momento impedir la profanación de sus restos por una infame chusma política que vive en y de la mentira y en golpe de estado permanente.

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Dada la práctica inexistencia de pensamiento democrático en España, los partidos más contrarios a la libertad, que siempre han sido los de izquierda y separatistas, pueden ampararse en la bandera de la democracia para imponer auténticas tiranías. Su argumento para atacar al franquismo y proscribir su memoria – y con ello las libertades más elementales, como hemos visto–, consiste en denunciar al franquismo como una dictadura, es decir, como la antítesis de la democracia, que esos partidos representarían en exclusiva. Incluso la derecha descerebrada que les hace el juego es rechazada por ellos porque, evidentemente, viene del franquismo aunque haga mil piruetas, como un bufón ante sus amos,  para procurar que ello se olvide. 

  Sin embargo la antítesis de la democracia –en principio– no es la dictadura, sino la tiranía, entendida no en el sentido griego, sino como poder arbitrario, despótico y opresivo.  La  democracia es un régimen históricamente nuevo, prácticamente del siglo XX en Europa, incluso de mediados de ese siglo si tenemos en cuenta que fue rescatado o impuesto por el ejército useño. Lo cual no significa que cualquier régimen anterior en la historia haya sido tiránico o ilegítimo, ni mucho menos. Ni que una democracia no pueda degenerar en tiranía a su vez. Estos problemas los he tratado en La guerra civil y los problemas de la democracia en España, y es imprescindible desarrollarlos más. Pero nuestra clase, casta o chusma política no lee estas cosas ni las entiende. Pasa como con “Europa”, que para ella es una palabra mágica que resuelve todos los problemas

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   El pensamiento europeo, desde Isidoro de Sevilla al menos, es un intento de combatir el poder tiránico. Una y otra vez a lo largo de la historia se plantea esta cuestión. En España dio lugar a planteamientos como el tiranicidio, y las elaboraciones teóricas que dieron lugar al liberalismo y a  la democracia en Usa tienen en esa tradición española una de sus fuentes. Se trata de un problema permanente con dos caras: frenar la tendencia del poder a hacerse omnímodo; y frenar la tendencia social a la disgregación y la llamada anarquía. La anarquía, como la democracia, no responde a su etimología (ausencia de poder), y  nunca fue ni puede ser otra cosa que la proliferación de poderes despóticos. Tal como la democracia no es ni puede ser “poder del pueblo”, pues el poder se ejerce siempre sobre el pueblo, con unas u otras formas.  La democracia viene a ser el sistema ideado más recientemente, y que ha dado buenos resultados en unos países y momentos, y no tan buenos en otros.

   Una democracia puede degenerar de diversos modos. Y en esa situación puede ser necesaria una dictadura, es decir, el poder cuasiabsoluto de algún dirigente que vuelva a imponer el orden. La experiencia histórica en España es un claro ejemplo: la  II República, democrática en principio, degeneró rápidamente en anarquía (en el sentido arriba señalado) y aumento de la miseria,  hasta dar lugar a la formación de un frente popular de  totalitarios, disgregadores separatistas amparados en un racismo irrisorio, y golpistas. A sus víctimas se les presentó así el dilema  de someterse a tales poderes o rebelarse. Afortunadamente  gran parte de la sociedad optó por la rebelión y la dictadura, ya que una democracia no puede funcionar en aquellas condiciones.  Pero una dictadura no tiene por qué ser tiránica (también puede serlo), y el franquismo no lo fue nunca. Para entenderlo basta contrastar sus impresionantes logros históricos con la propaganda que le hacen sus enemigos, los mayores enemigos de la libertad en España.

¿Cómo puede degenerar una democracia en una tiranía? Insisto una y otra vez: Tocqueville lo previó y describió genialmente, y ese texto debería ser conocido y meditado de todos los políticos, intelectuales y periodistas. Porque estamos entrando de lleno en esa situación, no solo en España, sino en casi toda la Unión europea.

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La derecha trata de rehuir la cuestión del franquismo. Izquierda y separatistas han entendido bien su transcendencia. Y mientras la sociedad y la clase política no acepten la realidad histórica, España será un país enfermo.

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En esta sesión de “Una hora con la Historia”, abordamos el tema de la Inquisición. Algunos la han comparado con las policías totalitarias del siglo XX, o han afirmado que paralizó la vida cultural española, incluso que despobló al país. La realidad histórica es que fue el tribunal europeo más garantista y menos sanguinario de su tiempo, que usó la tortura mucho menos que los tribunales corrientes,  que evitó episodios como la quema de brujas y ayudó a España a librarse de las guerras civiles de países próximos. Respondió a una mentalidad de la época, y su período de máximo apogeo no incidió contra el pensamiento o la cultura en general, pues fue la época de mayor auge de España en la cultura superior o de élite. Estos hechos obligan a una revisión en profundidad. https://www.youtube.com/watch?v=OVnMnEMQWM4

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Gibraltar en su contexto / C.H. (IX) Recapitulación

En esta sesión de “Una hora con la Historia”, abordamos el tema de la Inquisición. Algunos la han comparado con las policías totalitarias del siglo XX, o han afirmado que paralizó la vida cultural española, incluso que despobló al país. La realidad histórica es que fue el tribunal europeo más garantista y menos sanguinario de su tiempo, que usó la tortura mucho menos que los tribunales corrientes,  que evitó episodios como la quema de brujas y ayudó a España a librarse de las guerras civiles de países próximos. Respondió a una mentalidad de la época, y su período de máximo apogeo no incidió contra el pensamiento o la cultura en general, pues fue la época de mayor auge de España en la cultura superior o de élite. Estos hechos obligan a una revisión en profundidad. https://www.youtube.com/watch?v=OVnMnEMQWM4

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*Mientras un gobierno español no se plantee de forma enérgica y perseverante la recuperación de Gibraltar, España no será una nación soberana.

*Inglaterra invade nuestro país por Gibraltar en un punto estratégicamente clave. Y los gobiernos españoles, desde la transición, se declaran amigos y aliados del invasor. Declaran su servilismo y su desprecio a España.

*El gran problema en Gibraltar no se encuentra en Inglaterra, sino en los gobiernos españoles desde la transición: Aquella y estos comparten intereses contrarios a los de la nación española.

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   El problema de Gibraltar debe incluirse en un contexto político más amplio para entenderlo propiamente. Los gobiernos españoles llevan cuarenta años apoyando y financiando los separatismos hasta llegar al golpe de estado permanente; han considerado el asesinato terrorista un modo de hacer política y  finalmente lo han recompensado;  y  han fomentado culturalmente una visión negativa del propio país. Se comprende entonces que añadan a sus fechorías la de declararse amigos y aliados del país que invade su territorio. España es probablemente el único país del mundo que ha “disfrutado” de gobiernos semejantes. Un caso realmente excepcional.

  Que esos gobiernos hayan sido también corruptos y difundido la corrupción es, en cambio un rasgo compartido con muchos otros países europeos y de otros continentes. Y lo mismo la extraña política, común a la mayor parte de la UE,  de promover al mismo tiempo el aborto masivo y la inmigración masiva de personas de culturas muy distintas e incluso hostiles. Aunque todo forma parte de lo mismo.

   Los fenómenos mencionados en primer lugar  comenzaron a principios del siglo XX en círculos políticos e intelectuales hasta culminar en el Frente Popular. Derrotado este en la guerra civil, volvieron a cobrar auge cuarenta años después hasta convertirse en políticas oficiales y sistemáticas.  Es obvio, por tanto, que el problema de Gibraltar entra en otro mucho más vasto y que solucionarlo exige un nuevo discurso político general. Al mismo tiempo, poner de relieve el significado y alcance de la invasión de nuestro país puede ser un ariete para demoler a una casta política infame, y así debe ser entendido.

  A esos gobiernos y partidos les ha interesado siempre mantener la realidad de Gibraltar en un segundo y oscuro plano ante la opinión pública. Y por eso la primera labor consiste en llevarlo al primero. Seguramente hay miles de personas sensibles al problema que, sin embargo, han optado por una pasividad cabreada, ayudando así a aquellos políticos. Pero si ponen algo de su parte para difundir, por los numerosos medios hoy al alcance de cualquiera, los artículos y consignas que todos los lunes saldrán en este blog, estaremos comenzando una labor positiva e indispensable que cada vez se hará más efectiva.

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Un fenómeno social extraño, pero revelador de la profunda decadencia intelectual y cultural de la sociedad española,  es un ultraeuropeísmo combinado con una gran ignorancia sobre Europa y, lo que es peor, un desinterés por conocerla. La bibliografía española sobre Europa es escasísima y casi toda de escaso valor. Este libro aspira a romper esa inercia.

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Condición Humana

1. Todas las religiones tratan de la condición humana como una condición moral, y al respecto establecen una serie de normas de conducta que se consideran virtuosas por contraposición a otras viciosas. Estas normas suelen ser muy parecidas en unas religiones y otras.

2. En la religión cristiana de la que partimos, dicha condición humana se expone en el relato del pecado original: Dios advierte a Adán y Eva que si comen del fruto del árbol de la ciencia  del bien y el mal, morirán indefectiblemente. Obviamente no mueren por lo que parece lógico entender que se trata de la consciencia de la muerte, que entra hasta el fondo en la vida humana.

3. La consciencia de la muerte tiene la máxima relevancia en la vida humana, pues tiene dos efectos contrarios. Uno, psíquicamente demoledor, convierte la vida en “ruido y furia” sin sentido, puesto que termina de forma igual para todos e igualmente desastrosa, al margen de las circunstancias mismas de la muerte. Se le añade la imposibilidad de conocer de antemano el momento y forma en que se producirá.

4. Al mismo tiempo, el impulso vital que viene de fuera del hombre empuja a este a afrontar la vida mediante un proyecto. El proyecto consiste en lo que uno quisiera ser y hacer en la vida, lo cual choca con el mundo y la sociedad. De ese choque deriva la conciencia del bien y el mal, y su economía, la moral.

5. Paradójicamente, el individuo, que no es autónomo sino un producto del mundo y de la sociedad, siente cómo él se opone a ambos o ambos se oponen a él. En esa tensión permanente se desenvuelve la vida, que quiere ser orientada por la moral.

   Cada una de estas cosas requiere mayor desarrollo.

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¿Por qué Franco y el franquismo están en continuo primer plano político cuarenta años después? Porque no se ha superado la guerra civil. ¿Y por qué no se ha superado la guerra civil? Porque desde la transición se ha montado una verdadera industria de falsedades sobre ella y sus consecuencias  históricas.

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C. H. (VIII) Sobre los proyectos de vida

¿Por qué Franco y el franquismo están en continuo primer plano político cuarenta años después? Porque no se ha superado la guerra civil. ¿Y por qué no se ha superado la guerra civil? Porque desde la transición se ha montado una verdadera industria de falsedades sobre ella y sus consecuencias  históricas.

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Aunque en la adolescencia suelen hacerse proyectos de vida más o menos claros, los mismos no dependen solo de la visión del mundo y de sí misma que tenga la persona, sino que tienen un fundamento biológico que los condiciona.  Ya en la primera infancia, si se pregunta a los niños qué quieren ser de mayores hay respuestas significativas. Conozco los de algunas escuelas, en las que la gran mayoría de los niños querían ser policías o bomberos, y las niñas bailarinas o cosa parecida. Había excepciones, claro está. Ello implica ya una diferencia importante con la atracción masculina por la acción incluso con cierta violencia, y la femenina por la delicadeza y cierto exhibicionismo.

   El adolescente y el joven tienen un yo más desarrollado y con mucho más conocimiento y experiencia de la vida y un afán de independencia de los padres. Sin embargo combinan una gran energía con una experiencia vital todavía reducida, lo que hace esas edades un tanto peligrosas. Como dije, la mayoría, incluso la gran mayoría, entienden su vida futura dependiendo de dos cosas fundamentales: la carrera o el oficio, en el que quizá piensan destacar o al menos ganar dinero; y el amor, formar pareja y familia. Esta última motivación, muy fuerte en mis tiempos,  sobre todo en las mujeres, es hoy más débil. Se piensa mucho más en el sexo, sobre todo por los varones, y se ve la familia o los hijos  más bien como una carga. Siempre hubo algo de eso, pero hoy es mucho más frecuente, si bien dudo de que sea predominante, y en buena medida es pose, sobre todo en chicas.

   Y siempre existen, como es sabido, personas cuyo proyecto vital desborda los dos aspectos señalados, lo que puede conducir a  vidas triunfales o, más a menudo, a vidas fracasadas. Lo que se quiera entender por triunfo y fracaso es otra cuestión, como veíamos con el ejemplo de Stalin. Y de todas maneras, éxito y fracaso, aunque de maneras menos espectaculares, se producen también entre la gran mayoría que no quiere “salirse del carril”, y que asegura precisamente el sostén y continuidad de las sociedades.

   Naturalmente, el proyecto vital implica una sensación de libertad y una  energía enfocada al futuro (el hombre es un ser “futurizo”, en expresión de Julián Marías), pero al que las fuerzas de la realidad y los azares  modifican de manera casi constante. Si, llegados a una edad avanzada, cada uno volviera la vista atrás, vería que en la gran mayoría de los casos su trayectoria vital ha tenido muy poco que ver con los proyectos e ilusiones de la primera juventud. En unos esta constatación resultará deprimente, otros pensarán que la vida les ha dado más de lo que pedían o que el azar los ha salvado de peligros a los que  les conducía su inexperiencia inicial. Unos estarán agradecidos “a la vida”, o a Dios, otros, creo que la mayoría, más o menos verán su pasado con cierta indiferencia,  y bastantes se sentirán decepcionados o desdichados. Aquellos a quienes les ha ido bien tenderán a pensar que ello se debe a sus méritos; los de resultado contrario creerán más bien en la intervención de la mala suerte o de las injusticias de la vida. Pero en todo caso la trayectoria real y la imaginada han sido muy distintas. Dudo de que haya muchas excepciones a esto.

   Esto nos indica que, si la muerte es un misterio, la vida no lo es menos. Existen unas fuerzas que moldean nuestras vidas al margen de esa energía y esa libertad iniciales, y nos hacen pensar que la libertad es una ilusión. Y son las mismas fuerzas que determinan que todo haya de terminar igualitariamente en la muerte. Ante estas realidades, la mayoría de la gente busca consolarse con unas u otras creencias, en las que llega a depositar una fe fanática; y una débil minoría trata de entender. En lo que siempre fracasa, aunque quizá abra al mismo tiempo nuevos campos a la existencia.

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En esta sesión de “Una hora con la Historia”, abordamos el tema de la Inquisición. Algunos la han comparado con las policías totalitarias del siglo XX, o han afirmado que paralizó la vida cultural española, incluso que despobló al país. La realidad histórica es que fue el tribunal europeo más garantista y menos sanguinario de su tiempo, que usó la tortura mucho menos que los tribunales corrientes,  que evitó episodios como la quema de brujas y ayudó a España a librarse de las guerras civiles de países próximos. Respondió a una mentalidad de la época, y su período de máximo apogeo no incidió contra el pensamiento o la cultura en general, pues fue la época de mayor auge de España en la cultura superior o de élite. Estos hechos obligan a una revisión en profundidad. https://www.youtube.com/watch?v=OVnMnEMQWM4

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Luis del Pino y Pepe García Domínguez hacen pronósticos contradictorios sobre las elecciones andaluzas. Uno dice que van a cambiar el panorama político, el otro que todo va a seguir igual, con cambios escasos. Yo digo lo del ciego: “ya veremos”. El único cambio sustantivo sería que VOX sacase una votación realmente amplia y numerosos parlamentarios, cosa que no ocurrirá, según todos los indicios. Todo el mundo cree que estamos en una situación normal, con los problemas de siempre, y analizan la situación dentro de esas coordenadas. Yo digo que la putrefacción de la democracia impulsada por Zapatero está  entrando en un grado de descomposición. Y creo que cuarenta años de embuste sistemático político e histórico han embrutecido tremendamente al personal. 

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C. H (VII) La moral ante la consciencia de la muerte

Este sábado trataremos en “Una hora con la Historia” el tema de la Inquisición. En el anterior: el reinado de Enrique IV  de Castilla fue un tiempo de descomposición política y social que auguraba el naufragio de la Reconquista en una “balcanización” peninsular con cuatro reinos cristianos y uno musulmán, todos hostiles entre sí e impotentes, expuestos a servir de satélites a potencias exteriores. Contra todo pronóstico, la situación fue superada por los Reyes Católicos, y España se convirtió en pocos años en una potencia mundial:   https://www.youtube.com/watch?v=sSUGg1Hn9eQ

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La conciencia del bien y el mal tiene dos efectos psíquicos contradictorios al chocar con la consciencia de la muerte. Esta ejerce un efecto demoledor sobre la psique al constatarse que el destino es indiferente al bien o al mal que se haya practicado en vida, y puede incluso obsequiar al justo con una muerte horrible. Pero a pesar del final inevitable, la vida se le presenta como una realidad actual y un  impulso poderosísimo. De hecho,  la consciencia de la muerte  hace al hombre consciente de su propia vida: si no muriera o no tuviera esa  consciencia, no podría plantearse ninguna moral. Por lo que la psique se ve abocada a la cuestión: ¿qué hacer con el tiempo de vida que me ha sido dado? Ese quehacer se sobrentiende como una tarea moral:  qué hacer bien para evitar el mal. El mayor bien se interpreta como felicidad y el mayor mal como desdicha y tormento.

   La vida ha sido dada a todos sin su consentimiento, como señalaba Omar Jayam. Cosa lógica porque el yo que debiera consentir va formándose en un proceso largo y subordinado hasta  la adolescencia, que es cuando la persona empieza a sentirse dueña de su propia vida y se plantea qué hacer con ella. Es entonces cuando se forman proyectos vitales más o menos claros. Todo el mundo busca el bien, que normalmente se identifica con el amor y con una profesión que permita evitar males como el hambre. El proyecto vital de la gran mayoría es de este tipo, encarrilado por la sociedad. El mayor bien o felicidad  suele identificarse con el amor sexual, sobre todo en la mujer. Para comprobarlo basta recurrir a la literatura, la música y el arte en general: el tema estrella ha sido siempre el amor entre mujeres y hombres. Por supuesto, hay otros temas, pero creo que este es el más frecuente, cosa no demasiado extraña pues de él depende la continuidad de la especie; dato más sensible que comprensible,  siendo el arte la expresión más directa y profunda del sentimiento de la vida. En cambio la obtención de dinero o de bienes profesionales no suele despertar grandes emociones íntimas, y el arte lo trata a menudo como asunto trivial o sórdido.

   Existen también individuos cuyas aspiraciones vitales “se salen del carril” o dentro de este son de una ambición fuera de lo corriente, o para quienes la felicidad importa menos, en el sentido de que soportan mil sacrificios y miserias por alcanzar sus objetivos. Estos individuos suelen fracasar o causar daños sociales, aunque quienes triunfan llegan a transformar la sociedad en un sentido u otro. A menudo se habla de “vidas triunfales” en ese sentido: personas que alcanzan logros muy fuera de lo común, a un precio quizá muy alto, que no obstante se da por bien empleado y manifestación de un espíritu elevado.

 Todos los proyectos vitales tienen sus costes: si la parte mala pesa más que la buena hablamos de fracasos o desdicha, y de éxito o felicidad en caso contrario. A esto me refiero al definir la moral como la economía del bien y el mal.  Pero aquí interviene un segundo elemento: ¿cómo se decide el bien y el mal por encima de las conveniencias particulares y opuestas de las personas? ¿Y no solo de las conveniencias, sino de las valoraciones más refinadas por encima de intereses particulares, pero que a menudo pueden rebajarse mediante un análisis algo cínico? Porque en definitiva, esas valoraciones que nos llevan a distinguir bien de mal las hacen siempre hombres con intereses conscientes o inconscientes particulares (en el capitalismo, la moral refleja los intereses de clase de la burguesía, según los marxistas, por ejemplo)

  Planteémonos el caso de Stalin: su proyecto vital fue por encima de todo la política, y en ella disfrutó de una carrera triunfal. En más de un sentido cambió al mundo: sufrió muy pocas derrotas, construyó un régimen nuevo en la historia humana,  salvó a la URSS de la invasión alemana, indirectamente facilitó la democracia en la Europa occidental, impuso el yugo de sus ideas (y fuerzas armadas) sobre otros países, contempló cómo sus concepciones se extendían sobre la inmensa China e  influían en el mundo entero, era venerado por media humanidad y recibía el homenaje de intelectuales, escritores famosos… ¿Qué podría decir de sí mismo si en el lecho de muerte se preguntase sobre su trayectoria? Bien podría sentirse orgulloso y satisfecho, pues no solo aquellos logros eran reales, sino que  le confirmaban su bondad millones de aduladores en el mundo entero. Cierto que otros pensaban lo contrario y lo caracterizaban como un gran criminal, pero esos estaban precisamente en el bando de los derrotados o los impotentes. Por lo demás, ¿qué es un crimen? Depende del punto de vista. Y, cierto, podría suceder que después de él sus logros o parte de ellos se vinieran abajo y muchos, incluso el mundo entero,  maldijesen su memoria pero eso ¿qué podía importarle cuando había dejado de existir? Ya no podrían hacerle ningún mal. Si tuviera algo de castizo español, diría “¡que me quiten lo bailao!”

    Claro que posiblemente la inminencia de la muerte le hiciera ver las cosas de otro modo: los asesinatos y los sufrimientos horrorosos infligidos a millones de personas,  la tiranía impuesta sobre países inmensos… Podría angustiarse pensando que, en fin de cuentas, él estaba a punto de sufrir el mismo castigo mortal que sus víctimas. Antes, todo aquel padecimiento de  sus enemigos lo veía como  un coste inevitable, incluso como acciones virtuosas por cuando eliminaban las barreras al progreso, pero ¿y si la inevitable angustia de la muerte le presentase su vida bajo otra perspectiva? Desde luego la justicia humana jamás habría podido ejercerse debidamente contra él, pues aunque lo hubieran apresado y ahorcado, ¿no habría sido un castigo absolutamente insignificante frente a la multitud de cadáveres que pesaban sobre sus espaldas?  ¿Pero habría otra justicia? Él había estudiado en un seminario, conocía bien la doctrina cristiana al respecto: en el otro mundo esperaba a su alma un castigo eterno. ¿Y si eso fuera verdad? Había entrenado su razón desde joven para rechazar semejante superstición sobre el alma y el más allá, y muy probablemente su convicción persistiría hasta el final. Pero, en fin ¿y si era verdad? ¿Y si la culpa por los inmensos costes de sus designios le llevaba a creer al final? Supongamos que se arrepintiera profundamente en ese momento: ¿se salvaría, según la doctrina cristiana? ¿Sería acogido como el hijo pródigo después de pasar por el purgatorio? Reconozcamos las dificultades de todo ello.

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