La derecha trata de rehuir la cuestión del franquismo. Izquierda y separatistas han entendido bien su transcendencia. Y mientras la sociedad y la clase política no acepten la realidad histórica, España será un país enfermo.

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Cuando salió Sonaron gritos…, solía asistir a una tertulia semanal y pasé un ejemplar a los componentes de ella, todos gente instruida y leída. Los comentarios fueron escasos y pobres, y no hubo modo de salir de ahí. Quizá pensaban que me ofenderían si me hacían críticas, o simplemente la novela no entraba en sus esquemas mentales y sentimentales. Solo uno recalcó que no conocía ninguna novela española parecida, aunque le recordaran vagamente los relatos de aventuras de Pío Baroja. Como he dicho, en la novela hay cierto espíritu de El enamorado de la Osa Mayor, de S. Piasecki, una obra que me resultó fascinante: la dejé a algunos de ellos y para mi gran sorpresa a ninguno le interesó gran cosa, y uno la despreció de entrada: no había logrado pasar de la tercera página. Pero hace unos días, en una tertulia ocasional, había dos personas a quienes yo no conocía y que habían leído mi novela y, por fin, tuvo lugar un coloquio interesante, que se prolongó varias horas.
Fue una buena discusión, aunque bastante desordenada y a ratos divagatoria, que intentaré recordar con orden aceptable. Uno de los temas fue muy general: la naturaleza de la novela y la causa de que a la gente le atraiga, pese a tratarse de hechos ficticios. Como si a la gente le gustase que la engañaran. Desde mi punto de vista, la literatura hereda muy directamente al mito, y su atracción resulta de la manera como el lector puede sentirse identificado con los personajes o con los sucesos. Una novela se compone de personajes y sucesos, como la vida en general, a la que refleja de una manera peculiar. Pero si no hay identificación, al lector le aburrirá el relato o lo juzgará mal. Uno de los lectores dijo: “¿Y cómo puede uno identificarse con personajes y hechos con los que no tiene nada que ver y que son ajenos a su experiencia habitual? Por ejemplo, un señor que lleva una vida rutinaria y tranquila, prudente y hasta temerosa de cualquier incidencia, y que además está gusto así, y sin embargo es adicto a los relatos de aventuras o de crímenes, hasta los más disparatados”. Se mencionó a Baroja, con una vida tan anodina según él mismo la cuenta en sus memorias. “¿Anodina?” “Sí. Procuró evitar los riesgos, lo más peligroso fue cuando algunos carlistas quisieron fusilarlo o él lo supuso. Y él lo vio como un asunto penoso, fastidioso sin más. Tiene muchas anécdotas pero no es lo mismo la anécdota que la aventura”. Otro señaló que los escritores españoles en general tienen unas biografías parecidas, amor a la anécdota y odio a la aventura.
Yo a Baroja solo lo leí en la adolescencia, y más recientemente parte de sus memorias. Sus relatos de aventuras me gustaban en general, sin llegar a apasionarme, y sus obras más psicológicas me aburrían, A alguno, en cambio, le pareció que estas últimas eran la mejores de Baroja y las que quedarían. “Pero ¿qué queda de Baroja? Hoy nadie lo lee. En su tiempo se tradujeron varias de sus obras al francés o al alemán, pero creo que hace muchos años que ya no. Se traduce aún a García Lorca, más que nada por motivos políticos”. Más discusión. “¿Por qué la gente se identifica con los personajes? Con algunos se identifica inmediatamente, porque cree que se le parecen o porque conoce a otros, u otras situaciones como las que él vive, o porque los pintan como ellos quisieran ser, como modelos”. ”Pero en otros casos se trata de personas y sucesos completamente ajenos. Pensemos en los personajes de La Ilíada. Esos nunca pasarán porque hacen vibrar en nosotros fibras íntimas de las que no somos conscientes o apenas”.
“¿Encuentras alguna similitud entre tu novela y las de acción de Baroja? ¿No pueden haberte influido precisamente por haberlas leído en la adolescencia?” “No lo creo. Una lectora insistió en esas semejanzas, pero yo no las percibo. ¿En qué sentido dices que no entra en la tradición literaria española?” “Pues es difícil decirlo. Es una novela de guerra, pero las novelas de guerra que conozco tienen a ser discursivas o de mera acción, con personajes poco complicados, y los de Sonaron gritos son cualquier cosa menos sencillos. Hay dos, Paco y Carmen, más de una pieza, será porque son hermanos”. “Pero la otra hermana, Luisa, es complicadísima. Y la madre también, detesta al padre y termina en una relación lesbiana”. No hubo acuerdo sobre Paco y Carmen. Para uno, Paco, el coprotagonista y motor de la trama, era simplemente un hombre de acción, mujeriego y amante del peligro, que podía haber sido también un chuloputas o un narcotraficante. Y Carmen era muy religiosa católica, tenaz y sacrificada deseosa de fundar una familia, y que al final se salía con la suya, el único personaje que se salía con la suya, y por eso o a pesar de eso poco interesante”. “Pero acepta trabajar para la quinta columna, que suponía un riesgo mortal”. “Pero no lo hace por afición, sino por un sentido del deber. Y quizá por atraerse a Alberto”. “Paco, el coprotagonista y el motor de la acción, es más complicado de lo que parece, vive en dos mundos: su afición a la acción y su afición a divagar y racionalizarlo todo, dos mundos que no se obstaculizan. Eso es casi imposible. Parece incapaz de enamorarse realmente y de pronto una pasión casi le enloquece y provoca el desastre”.
En fin, seguiremos.
De vez en cuando algunas personas me paran por la calle para decirme que les ha gustado mucho alguna cosa que he escrito o expuesto en la radio. La carta abierta al papa por ejemplo. Les digo: “¿Y la han difundido ustedes a sus conocidos o por las redes sociales?” La respuesta es casi siempre un no. Les digo: “¿A cuánta gente llegan esos escritos que le gustan? A cuatro gatos. Y si esos cuatro gatos no se mueven para difundirlos todo será un esfuerzo o un gusto inútil. Porque la democracia es una lucha por la opinión pública y si no lo entendemos no saldremos de la cultura de la queja. La carta abierta al papa por la cuestión de Franco, por ejemplo, debería ser difundida por miles de personas una y otra vez, durante semanas y meses. Hacer que llegue a cientos de miles o hasta millones de personas. Así podrá ser efectiva, de otro modo se disolverá entre tantas otras informaciones y cosas que circulan por ahí”.
Algo semejante puede decirse de este blog: si aquellos que lo encuentran interesante no lo divulgan, será como gritar en el desierto.
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En Trafalgar España perdió pocos barcos. Pero los demás fueron abandonados en los puertos y no volvió a construirse ninguno hasta cincuenta años después.
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En esta sesión de “Una hora con la Historia”, abordamos el tema de la Inquisición. Algunos la han comparado con las policías totalitarias del siglo XX, o han afirmado que paralizó la vida cultural española, incluso que despobló al país. La realidad histórica es que fue el tribunal europeo más garantista y menos sanguinario de su tiempo, que usó la tortura mucho menos que los tribunales corrientes, que evitó episodios como la quema de brujas y ayudó a España a librarse de las guerras civiles de países próximos. Respondió a una mentalidad de la época, y su período de máximo apogeo no incidió contra el pensamiento o la cultura en general, pues fue la época de mayor auge de España en la cultura superior o de élite. Estos hechos obligan a una revisión en profundidad. https://www.youtube.com/watch?v=OVnMnEMQWM4



