El mal se presenta primariamente como padecimiento (cabría distinguir entre sufrir y padecer. Sufrir supondría sobrellevar un mal inevitable, padecer carecería de ese matiz de aceptación). Por consiguiente, el mal es inherente a la vida que se alimenta de la vida. Los vegetales, salvo los parásitos, se alimentan en cambio de la materia del subsuelo y del sol directamente. Suponemos que no padecen cuando son devorados por animales o devastados por fuerzas naturales, pero podría no ser así, y en todo caso tales sucesos chocarían con el intenso impulso de todas las formas de vida a permanecer en ella. La muerte inminente resulta el mal mayor y definitivo, pero no se trata solo del terror de, por ejemplo, un conejo a punto de ser cazado por un perro, sino que, sin llegar a tal situación, los parásitos y las enfermedades derivadas de ellos, convierten gran parte de la existencia vital en un tormento más o menos intenso. Ese mal es inocente, por inconsciente; y relativo, porque constituye al mismo tiempo el bien de otros.
Como vimos, al comer de la fruta prohibida, el hombre integró la muerte como una presencia constante en su vida, una presencia que le hizo consciente del mal y por ello mismo lo convirtió en un animal moral. “Antes” no podía serlo, porque en el paraíso no existía el mal ni, por tanto, el bien. El mito explica el modo como el hombre se hace hombre, animal moral, y lo presenta como una caída, ya que incorpora la penosa consciencia de la muerte; y como desobediencia a Dios, que le advierte de la situación penosa implicada en el paso de la inocencia animal a la consciencia moral. Esto no agota el significado del mito, pues el componente de la serpiente requiere otro examen.
El mal inconsciente se presenta a quienes lo sufren como algo exterior. Pero al integrarse en la consciencia genera la culpa, adquiere mil formas nuevas y opera sobre todo dentro de la misma especie: los seres humanos se persiguen y matan entre ellos, y sin llegar a tanto, se causan mil males en una convivencia siempre conflictiva y a menudo torturada, “insufrible”, causada entre otras cosas por la reproducción del parasitismo. Además, cada ser humano se causa males a sí mismo, derivados de la multiplicación y contradicción de sus propios deseos. Por lo mismo, su ansia de bien, que permite llegar a equilibrios (justicia) y alcanzar cierta serenidad, puede exacerbarse con ilusiones que terminan aumentando el mal, generalmente mediante el mecanismo de proyectar la culpa sobre un enemigo exterior, cuya eliminación traería consigo el bien más perfecto. No es difícil ver aquí la clave de las ideologías: solo que el mal se ha integrado en la condición humana y obra de un modo u otro sobre todos sus individuos.
La labor del mito consiste en hacer aceptable al ser humano su condición, explicándola con analogías. Naturalmente la vida no ofrece solo males, también bienes que permiten el contraste, y el padecimiento convertido en sufrimiento, es decir, conscientemente soportado, puede concebirse asimismo como un bien o la condición de un bien. Debe distinguirse asimismo entre aceptación y resignación. La resignación deprime, mantiene una aspiración constantemente negada, mientras que la aceptación, ante una aspiración reconocida como imposible o perjudicial, permite liberar las energías psíquicas en otras direcciones. Aceptar la muerte y el límite de la razón para explicarla permite al ser humano aplicarse con más libertad a las tareas que le impone la vida. De otro modo, la consciencia de la muerte y más ampliamente del mal tiende a paralizar la psique en forma de apatía, desesperación, angustia vital o depresiones. Un modo quizá más frecuente, no hay aceptación ni resignación, sino una evasión trivial en forma de euforizantes, entretenimiento obsesivo, etc.
Así parecen las cosas, al menos.
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Saliendo al paso
*La escasa resistencia a los planes de cercenar las libertades democráticas por la banda del Doktor revelan, una vez más, que en España apenas quedan conciencia y pensamiento democráticos después de 40 años de “cultura” del embuste.
*La causa última del descerebramiento político de la derecha se encuentra en el Vaticano II, que promovió el “diálogo con los marxistas” y la hostilidad al franquismo, que había salvado a la Iglesia del exterminio.
*El franquismo no tuvo oposición democrática, sino comunista. Esa oposición fabricó una imagen totalmente falsa de aquel régimen, aceptada luego por la derecha “democrática”. Porque el Vaticano II decidió “dialogar” con los marxistas y traicionar a Franco.
*A menudo la estupidez se camufla como bondad. A menudo el despotismo se adorna de ñoñería. A menudo la tiranía se disfraza de igualitarismo.
*El Doktor es sin duda un malvado. Rajoy no puede decirse que fuera malvado, pero sí de una estupidez fuera de serie. Gracias a él tenemos al Doktor rigiendo nuestros destinos.
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Una hora con la Historia”: La primacía intelectual de Europa, que durante siglos había correspondido a Francia-Borgoña aliada con el papado, pasó en el siglo XV a Italia. España se había beneficiado culturalmente de la influencia francesa-papal, aunque esta había llevado consigo importantes costes políticos y culturales. Por el contrario, la influencia italiana no tendría esos costes para España: https://www.youtube.com/watch?v=6kim3WmG_cg

