Un libro definitivo
Usted ha calificado de “definitivo” su libro Por qué el Frente Popular perdió la guerra. Ese calificativo parece excesivo para un historiador serio, porque la historia siempre está sujeta a revisión.
Es definitivo –aunque, por supuesto, puede ser muy ampliado– en el sentido de que no va a poder ser rebatido por nadie, salvo posiblemente en detalles y matices. Y es además una obra fundamental de revisión, precisamente, contra el fraude totalitario de la memoria histórica y sus dogmas ridículos. Por lo demás, llevo veinte años revisando esas historietas y ofreciendo un debate intelectual. La respuesta ha sido la ley de memoria histórica, y eso ya lo dice todo.
Pero a pesar de todo, la revisión de la revisión siempre es posible.
Hablando en abstracto, sí. Pero en concreto ya lo veo más difícil. Se suele presentar al Frente Popular como la república y la democracia. Este fraude realmente escandaloso en su brutalidad, ha sido aceptado en mayor o menor medida por casi toda la historiografía de derecha y ya revela el ínfimo nivel de la historiografía en España.
¿Usted está considerando de ínfimo nivel a los hermanos Salas Larrazábal, a Ricardo de la Cierva, a Luis Suárez, a tantos otros historiadores contrarios a la memoria histórica? Habitualmente los venía elogiando mucho.
Verá, son muy buenos historiadores de hechos concretos, muy detallados. Solo fallan en la interpretación general. Hablar de “bando republicano” en la guerra es ya un error mayúsculo, un error de enfoque, e impide una comprensión algo clara del conflicto. El Frente Popular destruyó la legalidad republicana, lo mucho o más bien poco que tenía de democrática la república. Era una alianza de totalitarios y separatistas. Ponía en grave peligro la unidad de España, la cultura cristiana y en general la cultura, y la libertad personal. Y trató desde el principio de imponerse por el terror. Y hubo una parte de la población que no estaba dispuesta a consentirlo. Esto fue, en esencia, el conflicto, y es lo que casi ningún libro de historia explica con claridad, desviándose hacia cuestiones secundarias. Yo estoy dispuesto a aceptar una historiografía de izquierda que sostenga que los objetivos del Frente Popular eran excelentes y liberadores, siempre que no los disfrace como democráticos, progresistas o patrióticos, que es lo que suele hacer. En ese sentido mi libro, que resume un trabajo de más de veinte años, es definitivo. Si usted cree que pueden refutarlo, puede esperar sentado. Ni siquiera se les ocurre intentarlo.
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Ventaja del PSOE sobre el PP
La derecha ha solido menospreciar a los socialistas, en especial a ZP y el Doctor, como indigentes intelectuales y prácticamente idiotas. Y sin embargo ha sido el PP el que ha seguido finalmente la política de esos indigentes intelectuales. ¿Por qué? Porque estos tenían un proyecto: demoler la herencia del franquismo, mientras que el PP no ha tenido ninguno, salvo gestionar la economía y disolver progresivamente a España en la UE. Con toda su gran inteligencia política, los jefes del PP pretendían que Franco no había existido a cualquier efecto práctico. Solo entendían algo de gestión económica, y tampoco en eso eran genios. Eran y son la personificación de la mediocridad, el oportunismo y la cobardía política y moral. ZP y el Doctor sí tienen un proyecto político de gran alcance. Esa es la diferencia. Por eso ellos avanzan y el PP termina por sumarse a ellos.
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Rusia como amenaza
De acuerdo con su posición neutralista en política exterior, la posición europea ante enemigos potenciales como Rusia o China, quedaría muy debilitada. Sin embargo, España está en Europa y no puede desentenderse de su defensa. Y Europa necesita de Norteamérica para poder defenderse con eficacia.
Yo no hablo de neutralidad de la UE –que no Europa–, y es claro que la UE sigue necesitando el protectorado militar de Usa. Pero el caso de España es diferente. No solo por Gibraltar, sino porque Gibraltar es la manifestación más palmaria de la posición satelizada de España, política y militarmente. Podrían llegar incluso a devolver el peñón siempre que España aceptase su posición de satélite. Nosotros eludimos las dos guerras mundiales, no tenemos la enorme carga moral y política del resto con los ejércitos useño y soviético, ni nuestros enemigos son los mismos. Marruecos no se parece a Rusia, y ni siquiera frente a Marruecos nos protege la OTAN. ¡Es tan claro que solo el espíritu servil y voluntariamente ignorante de nuestros lacayunos políticos puede pasarlo por alto!
Pero usted admite implícitamente que Rusia puede llegar a ser un grave problema. Rusia no es un país democrático, mientras que nosotros compartimos con la UE y Estados Unidos unos mismos valores básicos, aunque podamos discrepar en intereses concretos.
Rusia no nos amenaza, mientras que nuestra “amiga y aliada” Inglaterra nos invade. ¿Amenaza Rusia a los países próximos? Hoy por hoy no, es más bien Rusia la amenazada, pero es muy comprensible que, dada la historia, Polonia y países bálticos sientan un temor justificado. La única defensa real que tendrían en caso de agresión sería por parte de Usa y de Alemania y otros países de la UE; la intervención de España solo podría ser simbólica y satelizada, o aportando carne de cañón. ¿Que Rusia no es un país democrático? Lo es a medias, pero ¿acaso lo es España con sus leyes totalitarias y despotismos separatistas? No estamos para dar lecciones a nadie. Por otra parte, el pretexto de la democracia ya ha justificado intervenciones que han sembrado el caos y la guerra civil en el mundo islámico, provocando reacciones peligrosas para nosotros mismos. ¿Y cuáles son hoy esos valores comunes? ¿Los LGTBI, homosexistas, abortistas, multiculturalistas, feministas y anticristianos? Ahí hay mucha tela que cortar, me parece.
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