Franco (III-a) Un balance del franquismo

 Año de Franco (III-a) Un balance del franquismo

Aunque es muy difícil sintetizar en unos pocos puntos la cuestión, y dada la enorme cantidad de desvirtuaciones y falsedades en torno a ella, expondremos aquí algunas líneas generales.

1. Ganada la guerra, los nacionales se aplicaron como tarea prioritaria a reconstruir el país, física y políticamente,con ánimo de convertirlo en potencia importante en Europa. Sin embargo el optimismo inicial chocó con la ingente dificultad de la herencia de hambre y la desintegración económica de la zona izquierdista. A ese problema se sumó la guerra en Europa, durante la cual Inglaterra restringió el comercio español (petróleo, plástico, fertilizantes…) valiéndose de su dominio del mar.

2. La guerra en Europa estalló, como había querido Stalin, entre Francia e Inglaterra por un lado, y Alemania por el otro. Franco la había temido porque el beneficiario evidente sería la URSS y declaró enseguida la neutralidad. No obstante existía el peligro de verde arrastrado a la contienda por invasión o presiones extremas.

3. Los nacionales (salvo los monárquicos y los próximos al episcopado) simpatizaban más con Alemania–que les había ayudado en la guerra civil y  con la que no tenía España conflicto histórico– que con Inglaterra, que invadía España en Gibraltar. No obstante, Franco insistió en la reconstrucción del país, y se mantuvo al margen pese a las presiones de Hitler: solo entraría en guerra si esta era corta,  algo que sabía imposible. Al invadir Hitler la URSS, cuando la victoria alemana parecía segura, Franco envió la División Azul  como pago por la ayuda recibida en la guerra civil.

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4. Una vez derrotada Alemania en 1945, España hubo de afrontar nuevas amenazas: soviéticos, anglosajones y otros decidieron aislarla internacionalmente. Era una medida criminal, porque España no había entrado en la guerra y porque,  podía y buscaba provocar una gran hambruna en el país. No obstante,  en aquel muro exterior encontró España una grieta, Argentina, y la diplomacia franquista evitó la catástrofe.

5. El aislamiento exterior se combinó interiormente con una guerra de guerrillas (el “maquis”), sumamente peligroso en aquellas arduas condiciones de hostilidad externa y de graves carencias económicas internas.No obstante, hacia 1948 el maquis estaba prácticamente vencido, aunque derrotar política y diplomáticamente el aislamiento no se lograría plenamente hasta bien entrados los años 50.

6. Pese a tantas contrariedades, el balance de esos años 40 puede calificarse de espléndido: España se libró de las matanzas y miserias del resto de Europa, se reconstruyó penosamente, pero con sus propias fuerzas, y al terminar los años 40 los indicadores económicos (consumo de energía, construcción y urbanización, enseñanza sobre todo primaria y secundaria, regadíos, repoblación forestal, tráfico aéreo, teléfonos, esperanza de vida al nacer…) superaban netamente a los del mejor año de la república. Tales éxitos frente a la hostilidad exterior y a la subversión interior no se habrían logrado sin una básica adhesión popular al nuevo régimen: el recuerdo de la república y del frente popular estaba demasiado fresco para suscitar nostalgias en la mayoría.

7. La alianza entre las potencias ganadoras de la guerra mundial no podía durar mucho, como previó Franco, vino la “guerra fría” y ante la resistencia demostrada por el franquismo Usa tuvo que avenirse a un acuerdo, dada la inestimable posición geoestratégica de España ante una posible invasión soviética de Europa occidental. Dado que Usa era la única protección real ante una posible expansión soviética, España permitió, como otros países europeos, la presencia de bases useñas, a cambio de resquebrajar el aislamiento, y finalmente España entró en la ONU en 1955.

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8. La presencia useña, con sus productos industriales y culturales, influyó en España y en el propio régimen, pero este mantuvo una esencial independencia política y cultural,  en relación con Hispanoamérica y sin dejarse arrastrar a guerras ajena, como la de Vietnam (Franco profetizó la derrota de Usa). Tampoco hubo reconocimiento de Israel:  España había salvado a decenas de miles de judíos de la persecución nazi (los anglosajones no hicieron nada al respecto), pero luego Israel  secundó el aislamiento de España, la cual encontró en cambio apoyo en varios países árabes –entonces en vías de secularización varios de ellos–. Otro respaldo fundamental contra el aislamiento fueron bastantes países hispanoamericanos.

9. Las imposiciones exteriores obligaron a organizar la economía –con notable éxito, dadas las circunstancias– sobre el modelo llamado “autárquico”, que a finales de los años 50 se mostraba agotado, como tantos otros. A finales de esa década, y superado el aislamiento, España se sumó al modelo keynesiano posterior a la II Guerra Mundial, que dio  a Occidente “los treinta (años económicamente) gloriosos”, y  que a su vez se agotaría poco antes de la muerte de Franco.

10. Un balance de conjunto podría ser este: en los años 40, el franquismo libró a España de las destrucciones de la guerra mundial que afectaron a casi todo el resto de Europa; el país se reconstruyó con sus propias fuerzas, sin incurrir en la enorme deuda económica, moral, política y militar del resto de Europa occidental hacia Usa; superadas con éxito las enormes dificultades y la peor hostilidad de los años 40-50, el país conoció durante quince años una de las tasas de crecimiento  más rápidas del mundo.

11. El éxito económico del franquismo ha sido muy ponderado en diversas historias de la época, pero deben serlo probablemente otros más importantes: la superación de los odios brutales de los años 30 y la  salud social. En cuanto a esta, al morir Franco España era el mejor o uno de los mejores países del mundo en cuanto a delincuencia y población penal, drogas, abortos, suicidios o estabilidad familiar, etc.,  y se había situado entre los tres primeros en esperanza de vida al nacer. etc. Y la población, en su inmensa mayoría, estaba reconciliada y moderada políticamente, lo que hizo posible una transición sin serios traumas, decidida popularmente a partir de la legitimidad de aquel régimen.

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Año de Franco (II) Qué fue la guerra civil

 Ante el año de Franco (II) Qué fue la guerra civil

Puesto que la democracia procedió de la legitimidad del franquismo (aprobada en referéndum) y no de la ruptura con ella, y a su vez el franquismo provino de la guerra civil, es preciso empezar por esta última el análisis histórico-político.

1. Las historias  de la guerra civil suelen ser una selva de datos, a menudo parcial o totalmente falsos, de juicios sobre personajes, anécdotas y relatos parciales, en los que no pocas veces se diluye lo esencial: por qué se llegó a la guerra y qué se jugaba en ella por los dos bandos. Las versiones más habituales son tres: la de la derecha tipo PP, la de la izquierda y los separatistas, y la de la derecha tradicional.

2. La versión tipo PP  habla de  unos grupos criminales o enloquecidos de uno y otro bando a quienes les dio por matarse entre sí, no se sabe bien por qué,  y arrastrar al resto del país. La estupidez  de semejante “explicación” no merece más comentario que el del asombro por que hayan podido expresarla diversos historiadores y periodistas.

3. La versión de la izquierda tiene más dignidad intelectual, aunque es perfectamente falsa: la guerra habría enfrentado a las fuerzas democráticas republicanas con las fuerzas reaccionarias que empobrecían y explotaban al “pueblo”. La tesis podría funcionar si no fuera porque los partidos “democráticos” eran principalmente un PSOE y una PCE dispuestos a imponer la llamada “dictadura del proletariado”, es decir, de ellos mismos;  y porque la izquierda en general, durante la república, empobreció notablemente a los trabajadores masificando el paro y duplicó el número de muertos por hambre.

4. La versión de la izquierda empeora si atendemos a la propia guerra civil, en la que  el frente popular desarticuló la economía y produjo la mayor hambre conocida en España en el siglo XX, pese a disponer inicialmente de casi toda la industria y de grandes extensiones agrarias. En cambio los “reaccionarios” aseguraron un abastecimiento suficiente para la población de su zona, aunque en la posguerra tuvieron que afrontar las consecuencias de la increíble desorganización económica de la mitad del país que había estado en manos izquierdistas.

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5. La tercera versión argumenta que la guerra procedió de la rebelión de la parte sana de la sociedad  para defender a la Iglesia y a España contra el desorden tiránico de una izquierda antirreligiosa y fundamentalmente comunista. Esta explicación es más demostrable que las anteriores, pero resulta un tanto roma: por ejemplo, habla de “bando republicano” identificando república y frente popular y otorgando a este la legitimidad de la primera, cuando fue el frente popular quien destruyó la legalidad republicana, haciendo inevitable la guerra. Este es un error de gran calado, que en nuestros días ha permitido la desvirtuación de la transición democrática.

6. Entender la guerra exige apreciar la composición política de los dos bandos. El frente popular se componía de dos partidos realmente fuertes y de masas el PSOE y el PCE, ambos aspirantes a transformar radicalmente la cultura e historia del país imitando a la URSS. En torno a ellos giraban los republicanos de izquierda, de representatividad y fuerza popular muy escasas, y los anarquistas, que pronto fueron desbancados. Otros dos partidos  clave fueron los separatistas vascos y catalanes (PNV y Esquerra). Por ello cabe describir al frente popular como, esencialmente,  alianza de partidos sovietizantes y separatistas a quienes los sovietizantes reconocían derecho de secesión.

7. El bando nacional también integraba a partidos o tendencias heterogéneas:  las más visibles, aunque no las principales, las carlistas y falangistas; además monárquicos, sin apoyo popular pero sí entre el generalato y las clases altas;  y católicos procedentes de la extinta CEDA, que había llegado en la república a ser el partido con más votos populares. Dado que el frente popular aspiraban en definitiva, a romper la continuidad política, histórica y cultural de España, el elemento de unión entre los nacionales puede describirse como el intento de garantizar dicha continuidad sobre la base de la unidad nacional y la cultura cristiana.

8.  Tal diversidad política obligó a los dos bandos a un gran esfuerzo unificador, a fin de combatir eficazmente al enemigo. Al frente popular le unía la voluntad de aplastar al bando nacional, al que llamaban “fascista” por motivos de utilidad propagandística, pero las divergencias  entre sus partidos eran tan fuertes que  motivaron numerosos asesinatos  y dos pequeñas guerras civiles entre ellos mismos. Los únicos con una estrategia política y militar inteligente, los comunistas, intentaron afirmar la unidad empleando a menudo el terror contra sus aliados. Sin lograr imponerse del todo, aunque sí lo bastante para sostener la guerra por cerca de tres años.

9. Las divergencias en el bando nacional también amenazaban la cohesión y la eficacia militar. Sin embargo se logró la unidad de acción entre sus tendencias o partidos sin recurrir al terror entre ellos. Su unidad fue garantizada por la parte del ejército que se le había unido, poco politizada pero disciplinada, y particularmente en el prestigio de Franco. Este había emprendido la rebelión en condiciones que –como expresó el socialista Prieto–  garantizaban su derrota, pues casi todos los recursos financieros, industriales y la mayor parte de los militares  habían quedado en manos del frente popular. Haber superado una situación prácticamente desesperada con unas tropas reducidas pero eficaces, dio a Franco una aureola y prestigio que hicieron indiscutibles sus decisiones.

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10. Al desarrollarse la contienda en medio de las gravísimas tensiones europeas que desembocarían en la II Guerra Mundial, se produjo pronto una intervención exterior en apoyo de uno u otro bando. Los nacionales obtuvieron ayuda fundamentalmente de Italia y Alemania, también de Usa (petróleo), mientras que el frente popular la obtuvo de la URSS y en alguna medida de Francia o Méjico, también de Usa. En cuanto a Inglaterra y Francia, procuraron la “no intervención” para que las llamas de España no se cruzasen los Pirineos: menos de veinte años antes habían ganado la I Guerra Mundial, con apoyo de Usa, y  procuraban mantener el statu quo salido de su victoria.

11. Mussolini y Hitler  apoyaron a Franco porque no querían tener un régimen soviético y sí un aliado en la retaguardia europea. La intervención de Stalin fue más compleja: estuvo dictada por la convicción de que pronto estallaría una nueva guerra en Europa, y por la obsesión de evitar que comenzase por el este, entre la Alemania nazi y la URSS, que podría destruir al régimen soviético. En cambio, si estallaba por el oeste, entre las potencias democráticas y las fascistas, él quedaría  arbitro de la situación. Entonces la guerra de España le dio la oportunidad de atraer a Francia e Inglaterra al choque con Alemania e Italia: toda su estrategia política se centró en presentar al frente popular como un régimen democrático al que debían defender obligatoriamente las otras democracias (aunque lo  sostuviera la URSS, paradójicamente). Como sabemos, la obvia desconfianza de Londres y París hacia Moscú, y la victoria de Franco, frustraron esa estrategia. La cual, en cambio, tendría éxito en septiembre de 1939,  solo cinco meses después de la guerra de España, mediante un Pacto germanosoviético con el que nadie había contado, y que hizo comenzar la guerra europea efectivamente por el oeste.

12. Deben señalarse diferencias de fondo entre las  intervenciones fascistas y la soviética. Ni Hitler ni Mussolini llegaron a condicionar de modo algo significativo la conducción política y estratégica de Franco, mientras que Stalin, al recibir el grueso de los recursos financieros del frente popular, enviados por el PSOE, se hizo el verdadero amo de las izquierdas españolas, ayudado además por un partido comunista fanáticamente adicto a Moscú y que se convertiría en el partido hegemónico de las izquierdas. Por otra parte la policía política soviética actuaba en territorio español con independencia del gobierno izquierdista. Otra diferencia histórica muy relevante es que Hitler no había cometido por entonces los genocidios conocidos en la II Guerra Mundial, mientras que Stalin llevaba tras sí verdaderas montañas de cadáveres.

13. En resumen, el sentido de la guerra civil fue la oposición entre quienes aspiraban a sovietizar o disgregar a España en pequeños estados manejables desde el exterior, y quienes querían impedirlo a toda costa.  La causa precisa de la guerra fue la destrucción de la legalidad republicana por el PSOE y los separatistas catalanes principalmente, en dos golpes sucesivos: la insurrección de octubre de 1934, planteada directamente como guerra civil, que fracasó pero dejó malherida a la república; y el fraude electoral de febrero de 1936, que le dio la puntilla, destruyendo su legalidad. Con lo que dejó a sus contrarios ante el dilema de sublevarse o ser aplastados desde el poder. El fraude electoral izquierdista abrió paso a un nuevo régimen que no llegó a consolidarse por haber perdido la guerra después de haberla provocado.

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Ante el año de Franco (I) Por qué la transición

Ante el año de Franco (I) Por qué la transición

1. Para rehuir o desviar la atención de sus responsabilidades penales, el gobierno del PSOE ha decidido hacer de 2025 algo así como “el año contra Franco”, bajo el título “50 años de libertad”, como si antes no hubiera habido libertad y como si la libertad se debiera al PSOE. Entender esta cuestión es esencial, porque está en la base de todas las políticas desde la transición.

2. La propaganda del PSOE ha presentado al franquismo como una tiranía brutal, incluso genocida, pero aquí entra su primera contradicción. Si fue así, ¿por qué el PSOE no luchó contra ella como hicieron o hicimos los comunistas, afrontando a veces serios riesgos? Al  morir Franco solo había un reducido número de presos políticos, ninguno socialista o demócrata, y casi todos comunistas o terroristas. Esta realidad se ha disimulado con ampulosas retóricas antifranquistas, pero la  “lucha” del PSOE  contra Franco solo se volvió “heroica” mucho tiempo después de haber desaparecido su régimen. Hay que prestar gran atención a este dato, que suele ser pasado por alto.

3. Una segunda contradicción es la pretensión de que la libertad se debió en alguna medida importante al PSOE. Pero por aquellas fechas el número de socialistas era insignificante, así que muy poco pudo influir, aunque pronto el partido se inflara por muchas ayudas recibidas. Y eran personas, como es fácil comprobar,  que no solo no  habían hecho oposición real a la “dictadura genocida”, sino que habían hecho carrera y prosperado en ella, incluso dentro del mismo funcionariado. También este aspecto suele ser minusvalorado en los análisis e historias corrientes, y tiene gran importancia.

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4. Si la oposición real al franquismo  era totalitaria comunista o terrorista y no había demócratas en las cárceles, ¿de dónde podía haber venido la transición democrática? Evidentemente, solo podía haber venido de donde vino: del propio franquismo, organizada o impulsada por personas como Fernández-Miranda o Suárez, que habían sido jefes del Movimiento, o por Juan Carlos, un rey decidido por Franco. Nuevamente, esto suele olvidarse o minusvalorarse y es la evidencia decisiva.

5.- Otra cuestión es: ¿Por qué el franquismo, sin ser un régimen democrático, pudo derivar a una democracia sin haber sido derrocado? La respuesta es que el régimen se había agotado políticamente y sus cuatro partidos o familias estaban en descomposición, pero al mismo tiempo la oposición era demasiado débil y sin apoyo popular para derribarlo.

6.- ¿Cómo se produjo el agotamiento del franquismo y cuándo empezó la transición? El franquismo constaba cuatro tendencias “familias” o partidos principales: carlista, falangista, monárquico y próximo al episcopado. El lazo de unión entre los cuatro era el carácter común católico,  y el régimen mismo se proclamó católico y seguidor de las orientaciones sociales del papado. Hasta el II Concilio Vaticano de los años 60, Roma y la Iglesia española habían sido un puntal esencial del régimen, pero con dicho concilio se produjo un divorcio que desahució ideológicamente  al régimen. Peor aún: gran parte de la Iglesia pasó a apoyar a comunistas, separatistas y terroristas etarras. En las historias y la retóricas supuestamente explicativas sobre la reciente historia del país, este dato crucial  apneas recibe la importancia que tiene.

7. Con el Vaticano II empieza realmente la descomposición del régimen, y por tanto una transición que podría haber conducido a reproducir un caos como el de la república o el Frente Popular. Este peligro lo sentían vivamente algunos sectores del régimen, que creían posible mantener el franquismo tal cual después de la desafección de la Iglesia y de la muerte de Franco. Pero los sectores decisivos del régimen constataban que la sociedad creada por el franquismo, muy mayoritariamente reconciliada, políticamente moderada y próspera, hacía muy difícil la repetición de aquella vieja historia.

8. No obstante,  el peligro persistía y era doble: que la oposición que surgía  no hubiera asimilado la experiencia histórica, y que intentara volver a las andadas aprovechando las dificultades y vacíos de un cambio de régimen sin precedentes. Y, efectivamente, la oposición intentó repetir algo parecido al Pacto de San Sebastián que trajo la república, agrupándose en torno al Partido Comunista  en una Junta que se llamó descaradamente “democrática”, y en  una “plataforma” también llamada alegremente “democrática” en torno a un PSOE todavía apenas existente pero que saltaba a la palestra con mucho más radicalismo verbal que el PCE (como había pasado en la república, por lo demás).

9. Se creó así una triple pugna entre los rupturistas, que reivindicaban una supuesta legitimidad del frente popular y por tanto una vuelta a las convulsiones del pasado; el llamado “búnker”, que creía posible mantener el régimen como si no hubiera pasado nada importante desde el Vaticano II; y los reformistas, que auspiciaban un cambio democrático “de la ley a la ley”, es decir, partiendo de la legitimidad histórica del franquismo. El cerebro de la reforma fue Torcuato Fernández Miranda. La pugna fundamental, entre reforma y ruptura, se desarrolló durante 1976 hasta culminar en el referéndum de diciembre de ese año. Los intentos rupturistas mediante movilizaciones callejeras, un intento de huelga general, cierto terrorismo  y el boicot al referéndum, fracasaron. El referéndum decidió  por enorme mayoría popular que la transición salida del régimen era la única salida viable, mientras tanto el búnker como los rupturistas se demostraban demasiado débiles para impedirlo y no tuvieron más remedio que resignarse de mejor o peor grado.

10. En las historias habituales sobre la época, el referéndum de diciembre del 76 apenas es tratado más que como una anécdota o un trámite, pese a su carácter históricamente decisivo, al desarmar cualquier otra opción y  asegurar el tránsito básicamente pacífico y ordenado de un régimen a otro.  Lo que vino después, bajo el impulso de Juan Carlos y la dirección de Suárez, requiere otro análisis. Baste aquí reseñar que Torcuato, verdadero organizador del cambio y mentor de Suárez, se vio muy pronto desasistido tanto de Suárez como del rey, y la transición comenzó a tomar un rumbo no del todo distinto, pero sí más complicado. Y dado que todo giraba y sigue girando en torno al significado histórico del franquismo, debemos seguir precisamente con ese significado.

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Tiranía “de género” / Jayam: El yo y la sociedad / Dos novelas /

Estupidez y canallería “de género”

**Hace 20 años que el congreso de supuestos representantes del pueblo aprobó por unanimidad  (PPSOE y separatistas) una ley  de “violencia de género” tan estúpida como canalla, anticonstitucional y perfectamente ineficaz.

**Dicha ley ha engrasado multitud de negocios corruptos y dispendios de fondos públicos. Sin nada parecido, el número de homicidios en el franquismo era de los más bajos de Europa. Y la población penal cuatro o cinco veces menor que la actual, a pesar de que las leyes eran más estrictas y más cumplidas. La oligarquía PPSOE llama “democracia” a la delincuencia.

**El promedio anual de homicidios en los últimos 20 años del franquismo  estaba en torno a 86,  incluyendo a 26 de mujeres. Pueden compararse con los de los últimos veinte años tras la demagógico-totalitaria ley de violencia de género.

**Esa ley es estúpida porque el “género” es un concepto gramatical: intenta convertir la biología, la diferencia de sexos,  en algo puramente convencional o arbitrario. Y es canalla porque implica violencia y culpabilidad de principio para uno de los sexos. Dado que la mayor parte de los niños asesinados lo han sido por sus madres, ¿no hará esa gente una ley “contra la violencia materna”? Y cuando los asesinatos se dan entre homosexuales, ¿no habrá ley “contra la violencia gay”?

**Cuando un hombre es muerto por otro o, más raramente, por una mujer, no se culpa automáticamente al autor, sino que la justicia investiga si el caso tiene agravantes, atenuantes o eximentes. Pero si es una mujer a manos de un hombre, solo hay agravantes:  “justicia” de gente perturbada por ideologías histéricas. Es una ley en sí misma tiránica, que usa la violencia del estado contra la mitad de la población.

**PP y PSOE se jactan de representar a la mayoría de la población. ¿La representan o la estafan?

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O. Jayam (n) El yo como producto natural y social

Ampliando un poco  reflexiones anteriores

La superficie terrestre es, pues, el escenario de la vida humana, de la vida en general, pero es más que eso: es la productora misma de la vida, a la que recupera finalmente: del polvo al polvo. Productora fecundada, por así decir, por la luz y el calor del sol. Exige además a su producto un esfuerzo por explorarla y orientarse en ella, orientación no pocas veces penosa y que no impide los extravíos. Las grandes migraciones del pasado humano  han sido sin duda marcadas por la pérdida de muchas vidas. O, por poner otro ejemplo, el cruce de los mares y los grandes océanos, posible por ciertas capacidades técnicas, exigió gran audacia e  impuso esfuerzos, penalidades y riesgos a menudo mortales, de lo que dan buena prueba la infinidad de naufragios a lo largo de los siglos.

Por otra parte, las sociedades se estructuran y jerarquizan espontáneamente, de modo que en todas ellas se forman grosso modo tres capas o clases: una restringida oligocracia que ostenta el mayor poder y riqueza; una masa mayor o menor de personas sin prácticamente bienes ni poder, esclavos, trabajadores pobres o indigentes “despreciados por los dioses y los hombres”, como dice La Ilíada, o, más compasivamente la Biblia: “¡Las lágrimas de los oprimidos sin tener quien los consuele!”. Y entre ambos extremos una “clase” mayor o menor de personas con algunos bienes, algunos derechos y algún poder. La relación entre las tres clases es, por lo dicho anteriormente, siempre inestable en mayor o menor grado. Esta distribución se da en todas las sociedades y no parece obedecer a razones morales o voluntarias de las personas.

Así, la vida de innumerables personas a lo largo de los siglos ha sido extremadamente dura y solo soportada por lo que podríamos llamar impulso vital. Cabría pensar en una sociedad en que las necesidades humanas fueran objetivables y satisfacibles técnicamente, pero ello choca con el rasgo humano de la diversificación de las necesidades en deseos, a su vez multiplicables y cambiantes, de modo que incluso las personas más ricas y poderosas de la sociedad experimentarán cierta insatisfacción vital, aparte del cuidado por mantener su posición, nunca del todo segura. Por ello se recomienda que cada uno se contente con lo que tenga para mantener al menos cierta felicidad o equilibrio interno. Algo que no es muy frecuente, desde luego. Por ello un rasgo de todas las sociedades es lo que llamó Freud “malestar en la cultura”, que él atribuyó, un tanto parcialmente a las restricciones en el deseo sexual

A la falta de homogeneidad entre las personas debe añadirse que las sociedades humanas no son tampoco homogéneas sino muy diferentes entre sí, aun admitiendo que todos los hombres desciendan de una pareja originaria. Esta diversidad puede proceder de los ámbitos naturales, más favorables en unos lugares que en otros, aunque las diferencias se dan también en ámbitos comunes; puede provenir de la herencia genética y sus modificaciones azarosas; o de las costumbres, ideas generales o de otro tipo… En todo caso, unas sociedades se desarrollan mucho más que otras, evolucionan con mayor ímpetu, se hacen más poderosas y tienden a imponerse o absorber a otras menores, lo que nunca consiguen del todo, como prueba el surgimiento y caída de los imperios a lo largo de la historia. La idea, a menudo expresada, de una humanidad homogénea, sugiere más a sociedades como las de las hormigas o las abejas que a las humanas.

Así pues, el asombro de Jayam ante la vida en sus facetas admirables, fatigosas, temibles y hasta terroríficas, se percibe claramente en el doble ámbito, natural y social, en que se desarrolla, y a las que alude en otros versos. El entorno natural es el productor de la vida, pero la relación entre el entorno productor y sus productos personales no es fácil ni armoniosa. El entorno natural impone a sus productos duros esfuerzos para sostenerse en vida, y con sus inmensas fuerzas puede aniquilarlos, y de hecho termina haciéndolo sin mayor esfuerzo, etc. Y, como también constata implícitamente Jayam, el ámbito social desata fuerzas diferentes de los deseos personales y que pueden tener los mismos efectos demoledores para el yo que el entorno natural.

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Dos novelas de ambiente histórico

*Cuatro perros verdes es la continuación de Sonaron gritos y golpes a la puerta.  Podría haberse titulado “Una jornada en la vida de seis estudiantes”

*Sonaron transcurre en el entorno de extrema violencia de los años de la guerra civil, la europea y el maquis, que arrastran inevitablemente a los protagonistas.  Cuatro  lo hace en un ambiente de paz  recorrido por mil inquietudes, en que unos  estudiantes  se plantean  la vida que esperan o desean o temen

*Los “cuatro” representan sendas actitudes juveniles ante la vida: el ambicioso político; el existencialista  desencantado; el indiferente político, conformista  sin grandes aspiraciones y  con preocupaciones religiosas; el hedonista escéptico y atrevido.

*Al ambicioso, el más joven, acomplejado por su físico y su raro nombre,  de simpatías comunistas, intenta atraerle al PCE un liderillo universitario, hijo del protagonista de la novela anterior. Al existencialista sartriano una canción le hace revivir  una vieja desesperación que creía superada. El  conformista, ex seminarista, recuerda obsesivamente a un ex amigo homosexual, de quien sospecha ser autor de un brutal asesinato no resuelto por la justicia. El hedonista, valiente y muy viajado,  nada deseoso de entrar en la vida laboral,  se ve complicado inesperadamente en un asunto de terrorismo.

*Dos chicas, entre otras,  importantes en Cuatro: una fea a inteligente, antes enamorada de Diego, a quien menosprecia un tanto, conduce al joven ambicioso a su primera experiencia amorosa. La segunda, muy bella y llena de espíritu,  solo vive en el recuerdo  apasionado del existencialista, pues habría muerto muy joven, de cáncer.

*El enlace con la novela anterior, Sonaron gritos y golpes a la puerta, .viene dado por la intervención del hijo del protagonista de esta, y de un personaje que escucha la discusión mañanera de los cuatro en una tabernilla, y que ha estado en Rusia.

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Güell y Dalmacio / Líderes / Consistencia del yo / Aznar derrota a Franco

Alfonso Güell y Dalmacio Negro

En estos días han fallecido dos personas muy relevantes, Alfonso Güell, marqués de Comillas, a los 91 años, y Dalmacio Negro, a los 93. El primero fue uno de los promotores más destacados de la reinstauración (no simple restauración) de la monarquía en tiempos y por decisión  de Franco, luego refrendada por la Constitución;  destacado también en el mecenazgo  y el apoyo a la verdad histórica frente a su falseamiento turbiamente interesado por la izquierda, el PP y los separatismos, todos unidos ahí en un objetivo de estupidez  mal cubierta por el prestigio de la fuerza. Apoyó también en momentos difíciles el programa “Cita con la Historia”, por lo que le recuerdo con gratitud.

Dalmacio Negro ha sido uno de los pocos pensadores políticos relevantes en España en el presente siglo, después de una brillante carrera académica anterior y como traductor de clásicos ingleses y franceses. Sus estudios han tratado de desentrañar el contenido y conexiones  profundas de las corrientes político-históricas, y por ello son merecedoras de atención, se esté de acuerdo o no con ellas, como ocurría con Fernández de la Mora o con Gustavo Bueno. Sin embargo, el raquítico panorama intelectual español actual, lastrado además por las más simplonas influencias “progres”, ha hecho que su persona y trabajos hayan debido soportar cierto ostracismo, aunque el panorama se vaya abriendo poco a poco.

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344 – El antifranquismo quiere protagonizar la transición | Francia nos interesa – YouTube

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Líderes

1. La II Guerra Mundial marcó el fin de la Era Europea abierta por las exploraciones españolas cuatro  sigos antes. Fue una guerra no solo entre potencias políticas, sino entre tres grandes ideologías representadas por unos líderes que merecen atención.

2. En lo personal e ideológico, Hitler y Mussolini difirieron notablemente entre sí. No obstante fueron los creadores y máximos jefes de sendos movimientos políticos que funcionaron como partidos únicos en regímenes entendidos genéricamente como fascistas. En eso difieren radicalmente de Franco, que no fundó ningún partido, sino que encabezó y arbitró a cuatro bastante distintos.

3. Hitler y Mussolini tienen cierta semejanza con Stalin en cuanto personajes revolucionarios, salidos de las clases medias-bajas del pueblo y no de sus oligocracias; al contrario que  Churchill o Roosevelt, y hasta cierto punto Franco, típicos representantes de lo ya establecido.

4. En los regímenes fascistas, la religión cristiana, aunque respetada e instrumentada hasta cierto punto, pasaba a segundo plano, como también ocurría en las democracias. En el franquismo, en cambio se convirtió, como católica, en el núcleo identificador del régimen y aglutinador de sus partidos (“familias”). No deja de ser una llamativa paradoja histórica que finalmente la Iglesia se convirtiera en la némesis del franquismo.

5. Un rasgo peculiar de los dirigentes comunistas ha sido su intensa preocupación por temas teóricos: políticos, económicos o filosóficos. Venían a combinar  al hombre de acción y de pensamiento. Los escritos de Lenin o de Stalin llenan  numerosos tomos, en contraste con la escasa producción intelectual de Roosevelt, Franco o el mismo Churchill. Este dato tiene enorme interés  en relación con la condición humana. Al respecto, un enfoque ocasional:  (Pío Moa – Bibliotecas para nada – Libertad Digitall

La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea (HISTORIA)

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El yo: consistencia e inconsistencia

Jayam dirige sus reflexiones al yo, a cada persona. Dada la extrema dependencia de las personas con respecto a la naturaleza y la sociedad, cabría pensar que el yo carecería de consistencia, como un epifenómeno irrelevante de ambas, las cuales producen yoes o personas por miríadas y las condicionan drásticamente. Yoes de efímera existencia comparada con la indefinida –aunque presumiblemente no infinita– duración de la sociedad y el paisaje. No dejaría de resultar paradójico que el yo, al reflexionar sobre su puesto en el mundo, llegara a la conclusión de su propia insignificancia

Pese a todo, el yo nunca se considera insignificante. Por el contrario, entiende su propia existencia como un dato fundamental y evidente, que no se confunde con el resto del mundo, social o natural. Más aún, se autoentiende como referente del resto del mundo, que parecería no existir sin la percepción de él por el yo. “¿Se quedarán los pájaros cantando?”… “Cuando hayamos muerto (…) el mundo se aniquilará, puesto que su realidad depende tan sólo de nuestro pensamiento”, dice Jayam. Un problema complicado.

Por esa consistencia del yo, indudable para sí mismo, apela a él Jayam, mientras advierte de su carácter ilusorio, por la esencial ajenidad de su existencia, ya que el yo no se debe a sí mismo. Y no obstante, con relación al mundo natural o social, el yo se siente o autopercibe como un ente autónomo, cuya principal cuidado sería mantenerse en vida todo el tiempo posible, aspirando incluso a la inmortalidad. Un ente distinguible socialmente por un nombre que le acompañará hasta después de la muerte, al menos por un tiempo, en el recuerdo de otros y en una lápida.

Que esa consistencia del yo no es mera ilusión se manifiesta en su relación tensa, que puede llegar a antagónica, con respecto a la sociedad e incluso a la naturaleza. No es, por tanto, un mero producto de ambas y determinado por ellas.

El hombre se defiende de la naturaleza y la transforma en alguna medida al servicio de sí mismo, y lo hace en sociedad, en grupo. La humanidad se presenta a sí misma como una masa mal diferenciada, pero en todas las actividades humanas, desde la artesanía a la política, siempre algunos yoes destacan y cumplen un papel orientador, frente a la masa. Y aún, cada miembro de esa masa tiene sus propias cualidades y su propia vida y destino.

Percibimos entonces la importancia del yo en quienes destacan en una u otra de las ocupaciones humanas, y que llegan a transformar la misma sociedad: los fundadores de religiones, de filosofías o de ideologías, los grandes líderes políticos, los descubridores, científicos o técnicos que abren nuevas vías de acción sobre el mundo, los artistas, etc… El yo resplandece en ellos en toda su relevancia, tanto dentro de la sociedad como frente a ella.

Los yoes que proponen una orientación a la vida humana, los pensadores religiosos o filosóficos, suscitan la mayor reverencia en la sociedad e influyen de modo especial en ella. Y sin embargo es ahí donde Jayam encuentra la mayor inconsistencia: esas personas “pronuncian algunas frases confusas”. O bien: “Un religioso dijo a una ramera:/ Estás ebria y caes en todas las trampas” / Y ella replicó: “Señor, soy como dices; / ¿pero tú eres lo que aparentas?”.

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Aznar derrota a Franco.

1. Mussolini y Hitler fueron derrotados y dejaron a sus países en ruinas. En cambio Franco derrotó a todos sus enemigos internos y externos, y al morir dejó un país reconciliado y próspero, irreconocible desde la desastrosa república y los daños de la guerra civil. 

2. Comparado Franco con Churchill o Roosevelt, estos obraban en países prósperos y estables, con democracias asentadas, mientras que Franco heredó un país empobrecido y envenenado por odios sociales, resultado de  una democracia caótica seguida del terror del frente popular. Y hubo de bregar, después, con la peligrosa hostilidad de soviéticos y  anglosajones, coincidentes  en francofobia durante largo tiempo. 

3. Cabe decir que, con Franco,  España, se reconstruyó no solo sin ayuda –caso único en Europa– , sino  contra una hostilidad exterior que intentó crear una hambruna en el país. Este éxito crucial no ha sido apreciado por la historiografía, de izquierda o de derecha.

4. La historiografía de izquierda es esencialmente falsaria, porque sus concepciones básicas lo son. La historiografía de derecha suele prestar atención al detalle, que suele exponer de modo concienzudo. Falla en cambio en el análisis y la conclusión general: los árboles le impiden ver el bosque. 

5. Mi reciente libro sobre el PSOE creo que es la primera historia general de ese partido hasta la actualidad, sintetizando además la historia de España a través de los seis regímenes que se han sucedido en el último siglo y medio. Y ahondando en las concepciones de base de ese partido que han orientado, a menudo oscuramente, su trayectoria 

6. Un capítulo muy importante en “El PSOE en la historia de España” es el titulado: “Aznar derrota a Franco”. Uno de esos episodios  cuyo alcance pasa inadvertido para los historiadores de derecha. De aquel episodio ha derivado la historia posterior, su evolución antidemocrática hasta el golpismo actual.

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