VOX / Derecha de Glez. Cuevas / Fuera de la ley/ Rusofobia y España / Sugestión

VOX

Los “analistas” habituales dan por liquidado a VOX, olvidándose de que eso lo vienen repitiendo desde que VOX existe. La dimisión de Iván Espinosa puede tener  repercusión fuerte si marca un cambio de orientación en VOX, que aún tiene algunas asignaturas pendientes. O puede no tener relevancia más que episódica. Todo está por ver. 

El hecho es que nadie ha ganado las elecciones, y que la situación es muy mala. Si el PSOE lograra la investidura, el proceso de disolución de España y la democracia se aproximaría a su fin, lo que justificaría la rebelión cívica a todos los niveles. Y si la consiguiera Pujoliño asistiríamos a una simple ralentización momentánea del proceso.  En estas condiciones la repetición es lo mejor, con todos sus riesgos, pues ofrece a VOX la mejor oportunidad, si sabe jugar sus bazas.  Repetición que puede llegar por sus pasos ante el empate de PP y PSOE, o por intervención del rey, si es que este se atreve a una medida necesaria para España, incluida la monarquía.

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La derecha de González Cuevas

Veo que ha salido un libro de González Cuevas, de 1080 páginas, al que califica  Stanley Payne de “una obra única que investiga exhaustivamente todos los grupos y partido de derecha (…) Analizar este sector ideológico es recorrer la historia contemporánea de España, país al que ha gobernado durante la mayor parte de su existencia”.

Eso es verdad.  No existe, que yo sepa, otro estudio general de este género, y González Cuevas ha acreditado ser hombre muy trabajador, cosa apreciable en la intelectualidad española por lo general poco amiga del trabajo esforzado, con la excepciones que se quiera.  Otra cosa es que el resultado del esfuerzo sea realmente apreciable pues, por mi experiencia con González, su loable espíritu laborioso y su capacidad para entrar en mil detalles y nombres de personas  no se extiende a su capacidad analítica e interpretativa, que generalmente se queda en la pura erudición, un defecto también muy extendido en la provinciana historiografía española. No es que la erudición sea mala, solo que no es suficiente, y de todos modos  el lector encontrará de seguro,  mejor o peor hilvanados, numerosos datos interesantes o poco conocidos. Por otra parte cabría pensar si  la endeble calidad intelectual y política  de la derecha española (salvando, hasta cierto punto. el franquismo) justificaría tanto esfuerzo historiográfico, pero  eso va en gustos e intereses. El libro abarca “De la Ilustración a la actualidad” (1789-2022). Mejor que de la Ilustración,  de la Revolución francesa, aunque esta haya sido producto de la Ilustración.

Observo  por el índice onomástico que solo me menciona dos veces, y las dos entre una serie de nombres en relación con Libertad Digital, de Jiménez Losantos, y de la revista Chesterton, de  J. A. Fuster. No existo, vamos, aunque él ha recogido  algunas ideas mías sin molestarse en citarme. Este ninguneo poco decente, tan habitual a izquierda y derecha, se comprende en González como cabreo por  una polémica que quiso entablar conmigo sin venir a cuento,  de la que no salió muy bien parado (olvidé incluirla  en Galería de charlatanes) Ver:

 http://www.nodulo.org/ec/2007/n062p11.htm
http://www.nodulo.org/ec/2007/n063p11.htm
http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p13.htm

De entrada me ha llamado la atención este juicio suyo sobre Jiménez Losantos, a quien califica en una entrevista de “impresentable” y de “influencia nefasta” en la derecha. Empezaremos por tratar este asunto.

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Personajes fuera de la ley

Me comentan en tertulia que mi preferencia novelística por personajes fuera de la ley no se cumple en la segunda novela, Cuatro perros verdes. Y en parte es cierto, pero se trata de jóvenes estudiantes, y los jóvenes, sin estar fuera de la ley, están por su posición un tanto al margen. Y a menudo con cierta rebeldía  contra la sociedad en la que viven. De los personajes, solo Diego, el pequeño líder comunista, y en menor medida el ambicioso Chano, están abiertamente contra el “sistema”, en este caso  el franquismo (estamos en 1967). Los otros navegan en un mar de incertidumbres sobre un futuro  que perciben por así decir gaseoso. Uno de ellos, Moncho, por una experiencia traumática, lo encuentra  sin sentido al modo existencialista de Sartre, por entonces bastante en boga en la universidad;  otro, Javi,   busca deliberadamente prolongar la alegre  irresponsabilidad  estudiantil, por aversión a la vida profesional, que prevé fastidiosa; y otro, Santi,  más razonable e integrado, desea terminar la carrera, trabajar, casarse y vivir “como Dios manda”…, pero con un incidente en su pasado que no deja de perturbarle.  ¿En qué termina aquella jornada? Empieza con una discusión a medias seria y a medias bromista, desayunando café y churros en un bar, mientras les observa alguien en quien no reparan, y que, junto con Diego,  enlaza con la novela anterior. Y debería terminar con otra cena típica de estudiantes discutidores, pero a la que no podrán asistir dos de ellos.  Al  principio y al final,  el espectáculo de la salida y puesta del sol, que atrae a Santi, se presenta como símbolo del destino 

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Cuatro perros verdes

Rusofobia y política española

La rusofobia estaría justificada si, efectivamente, Rusia pretendiera recuperar el imperio soviético, atacando a Ucrania como primer paso para invadir Polonia, países bálticos, etc.

Sin embargo no hay la menor prueba de ello. Todo lo que exigía Rusia a Ucrania era la neutralidad, la autonomía de las regiones rusófonas y el cese de los ataques contra ellas. En 2015 tuvo la posibilidad de aplastar por completo al ejército ucraniano, como han reconocido Angela Merkel y otros, y se contentó con el  acuerdo de Minsk. Sabemos que ese acuerdo fue firmado por Ucrania, amparada por la OTAN,  sin la menor voluntad de cumplirlo y con el designio de ganar tiempo y formar un ejército capaz de enfrentarse al ruso sobre el terreno. Esto lo ha reconocido también la Merkel, entre otros. 

Desde entonces ha habido al menos una ocasión de volver a la paz, en las negociaciones en Turquía, y fueron Usa e Inglaterra quienes la vetaron. Todo esto demuestra que, al menos hoy por hoy, no es Rusia la que trata de expandirse, sino la OTAN la que acosa y trata  de arruinar a Rusia, rodeándola de bases militares y tratando de agotarla  por medio del gobierno títere de Kíef. Ya Solzhenitsin observó que Usa no solo buscaba demoler a la URSS, lo que aprobaba, sino debilitar y dividir a Rusia.

En cuanto a  España, debemos recordar siempre que no tiene ningún conflicto con Rusia, aparte del que nos está creando la OTAN y la UE. Las cuales no solo son aliadas y protectoras de Marruecos,  un país que nos amenaza directamente, sino que invaden nuestro territorio en el punto estratégico de Gibraltar. Los gobernantes españoles se declaran amigos y aliados tanto de la OTAN como de Marruecos, una mentalidad de traición al país. No he visto por ningún lado, entre los autodeclarados o autodeclamados patriotas, la menor mención a estos datos  tan demostrativos, no digamos ya  denuncia y agitación al respecto. Tenemos solo patriotas ucranianos y  patriotas rusos.

La guerra de Ucrania debería tener al menos una repercusión clave: poner sobre la mesa la opción por la neutralidad de España. Opción ante la que tiemblan las piernas a los patriotas. 

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La sugestión

Breve charla con una enfermera sobre el “cambio climático”, en el que tampoco ella cree, sin entrar en los intereses detrás de esas políticas. “Pero, advierte, el “cambio” tiene muy preocupados a muchos abuelos”. Recuerdo uno que decía no haber visto en 70 años algo parecido a este calor”.  Sin duda el hombre era bastante tonto. Yo recuerdo veranos que derretían el asfalto. Pero es que la gente olvida su propia experiencia y acepta lo que le cuentan  los medios. Eso pasó ya durante la transición, cuando  de pronto muchas personas que habían prosperado tranquilamente en el franquismo “recordaban”  la terrible dictadura que habría sido. Una de las historietas que más se repetían entre jóvenes era la de “haber corrido delante de los grises”. La Complutense tenía por entonces 40.000  alumnos, y nunca vi “correr delante de los grises” más que a unas decenas de estudiantes, junto con algunos centenares de mirones. Pero la gente terminaba creyéndoselo. El poder de la sugestión

 

 

 

 

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La solución / Inverosímil hegemonía hispana

La solución

1. Que en España haya gobernado durante cuatro años un delincuente y su banda,  apoyándose en todos los enemigos de España y de la democracia, ha sido la consecuencia  lógica de décadas de falta de oposición. Pues el PP no ha ejercido de tal sino de auxiliar del PSOE y separatistas en  todos sus designios totalitarios y disgregadores de la nación.

2. Ahora, las elecciones no las ha ganado ningún partido con mayoría suficiente para gobernar, y asistimos a una carrera entre el PP y el PSOE por hacerse con los votos de los partidos más agresivamente antiespañoles,  antidemocráticos y antimonárquicos. Se trata de una situación extrema. Y  no por el hecho en sí, sino porque una de las opciones supone el ataque prácticamente definitivo a la unidad nacional y a las libertades públicas, y la otra el intento de congraciarse con ella.

3. Las diferencias políticas e ideológicas entre el PP y el PSOE son mínimas, por eso la investidura de uno u otro candidato no supone un cambio real de políticas. Sin embargo hay algunas diferencias  menores, que en un momento crítico pueden resultar decisivas. Por ello VOX ha decidido apoyar sin condiciones  la investidura de Feijóo a fin de facilitarle algunos apoyos que no tendría si VOX exigiera participar en el gobierno. El éxito de la maniobra es improbable, pero de tener éxito retrasaría algo la  labor de demolición de España, y también daría luego a VOX plena libertad para ejercer de oposición sin trabas, con una Gran Política.

4.  Hay, con todo una opción mejor, que ha argumentado el historiador Jesús Palacios, y que me parece la  más racional y factible: la acción constitucional del rey en defensa de la legalidad, como cuando el golpismo del separatismo catalán.

5.  El rey tiene la obligación constitucional de defender la unidad de España y la democracia, hoy tan peligrosamente amenazadas; y la facultad de proponer la investidura, que puede ser del ganador de las elecciones u otra, o incluso de una  una personalidad de consenso sin partido. Dado que nadie ha ganado propiamente las elecciones, lo lógico es que proponga a Feijóo como el más votado y con apoyos que le acercan a la mayoría absoluta. Y no proponer a nadie más, vistos los peligros de la situación, de modo que se fuercen nuevas elecciones.

6.Otra cosa es que el rey se atreva a dar el paso.  Esta solución tiene el gran riesgo aparente de que todo el conglomerado en torno al delincuente desencadene una ofensiva general contra la monarquía como remate de su ofensiva contra España. Pero digo aparente porque esa ofensiva, con altibajos, la lleva realizando desde hace años, junto con su ataque a la legalidad constitucional. La monarquía se jugaría su continuidad, pero todo indica que saldría bien  del trance, como salió del golpismo anterior, y sus enemigos perderían mucha  fuerza.

7. Otro peligro sería la actitud del PP. La apuesta sería difícil para un partido tan falto de sustancia política e ideológica, y de políticos de algún fuste, que casi seguramente respondería al envite golpista buscando el acuerdo con él. Pero esto está por ver ahora. Lo importante es que nuevas elecciones  darían principalmente una gran oportunidad a VOX, si sabe jugar bien sus bazas y corregir algunos errores recientes. Toda decisión política comporta riesgos, y el de esta sería convertir a VOX en el “hermano menor del PP”, previo a su propia desaparición.

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La inverosímil hegemonía hispana

La hegemonía española en Europa, y en cierto modo en el mundo, es un hecho de aspecto  inverosímil habida cuenta de que se mantuvo durante un siglo y medio frente a potencias que, como Francia o el Imperio otomano, eran mucho más ricas y pobladas, o como Inglaterra sacaban partido de su una posición geoestratégica excepcional, o,  como el Sacro Imperio aliado de España, estaba carcomido por la revolución protestante; y junto a ello la exploración y descubrimiento del mundo, y la conquista de partes extensas de él. Todo con “escasez de hombres y dispersión de fuerzas”, como apreció su gran enemigo Richelieu. A explicar este “inexplicable” fenómeno he dedicado, precisamente el estudio Hegemonía española y comienzo de la Era Europea.  Lo he situado además, y no menos importante, en un contexto mucho más amplio, que termina con la II Guerra Mundial lo que ofrece  nuevas perspectivas sobre  todo el problema.

Por  su inverosimilitud aparente, la hegemonía española ha sido negada de muchas formas. Henry Kamen, por ejemplo, la rechaza arguyendo que no existía propiamente España, sino un imperio castellano que incluía/oprimía a Cataluña y otras regiones, que  tenía poca técnica y, más sorprendentemente, que sus hombres eran muy reacios a emprender nada, por lo que tenían que ser azuzados por los banqueros u otras potencias. Joseph Pérez, con enfoque francés, arguye que en realidad no se trató de España, sino de “los Habsburgo”, que utilizaron a España como instrumento y víctima de sus intereses dinásticos particulares. También Raymond Carr dice creer que España, propiamente, apenas ha tenido nunca consistencia política. A estos y a otros los he tratado en Galería de charlatanes, que no se limita a historiadores o seudohistoriadores de la guerra civil y el franquismo.

Otro enfoque reconoce la hegemonía hispana, pero como una especie de mal histórico, el imperio del mal, podríamos decir.  Es la versión de la leyenda negra, cultivada con especial acritud por el mundo protestante, cosa comprensible porque España fue la principal barrera que encontró su expansión (como ocurrió también con el empuje otomano). De un modo u otro se trata de explicar cómo un país tan despreciable (y España lo fue realmente desde la invasión napoleónica hasta hoy, si exceptuamos el período franquista) pudo hacer cosas tales (o tan malvadas),  o bien  solo se trata de una especie de ilusión óptica. “Un enigma histórico”, podría   decir Sánchez Albornoz. Tiene algo de enigma, como todos los hechos históricos, pero también puede explicarse en buena parte.

La Segunda Guerra Mundial - 1

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Espacio público / Democristianos / Violencia machista / Marx (XVII) Clases y libertad

Invasión del espacio público

La colonización cultural por el inglés se extiende a todos los campos: el español progresivamente expulsado de la ciencia, la infancia adoctrinada implícitamente en la superioridad del inglés, la escasa invención española con marcas en inglés, la economía cada vez más anglizada, el español cada vez más bastardeado por el inglés en el periodismo y la literatura, la imitación torpe en el arte… Y la invasión del espacio público por letreros, nombres de establecimientos, mensajes comerciales, instrucciones… ¿Cómo es posible que no haya reacción, ni  siquiera se denuncie tal catástrofe, que ningún partido defienda la cultura y el idioma propio? Pues de momento es lo que hay. Vengo señalándolo desde hace muchos años y las respuestas suelen ser simplemente estúpidas.

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El factor democristiano

Para escribir el libro sobre la transición tuve que consultar una considerable bibliografía. En ninguno de los estudios se planteaba la importancia del Vaticano II ni de la ideología democristiana en la demolición del franquismo, seguramente inevitable, y en la promoción de los separatismos y de los radicalismos izquierdistas. Todos los análisis parten de una especie de chismorreo personalista, ignoran el carácter del franquismo, ya sea desde una visión de izquierda o de derecha, y por supuesto dejan de lado la significación histórica de aquel régimen, que reducen  a cuatro generalidades. 

Hace años asistí a la presentación de un libro de Otero Novas en el CEU. El  autor mostró cierto euroescepticismo, siendo reconvenido por un preboste democristiano, no recuerdo cuál, que le aclaró que “España tenía que ir siempre con Europa”. Qué entendería por Europa el hombre es cosa difícil de precisar, pero lo que entendía por España se notaba: “algo” subordinado a un proyecto supranacional, que inicialmente había sido democristiano pero que se lo había comido la socialdemocracia, hasta llegar a la actualidad en que no se sabe dónde acabará.

Lo que sostenían los intervinientes era en que el mérito de la transición correspondía al grupo de opinión y presión  “Tácito”, que había sabido prever por dónde irían los tiros. Y es verdad que la transición fue organizada por la UCD, cuya composición básica era el Movimiento, de tendencia falangista; solo que la ideología falangista estaba en la ruina, por lo que fue adoptada la democristiana. Compartida, casualmente por los separatistas vascos y catalanes. El PP se inspira básicamente en las mismas ideas.

La democracia cristiana no era ni es españolista, sino “europeísta”. Maritain, uno de sus máximos inspiradores, también del Vaticano II, era cualquier cosa menos hispanófilo, y durante la guerra civil hizo cuanto pudo por desacreditar a los nacionales, pese a estar estos salvando a la Iglesia del exterminio. Luego hablan algunos de la masonería.

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¿Violencia machista? 

El cuento de la violencia machista (“del macho”) pretende la existencia de  intereses antagónicos entre varones y mujeres, tal como el marxismo los establecía entre capitalistas y obreros. De este modo, los marxistas se hacían “representantes” de los obreros, pensaran estos lo que quisieran, y los/las feministas tratan de usurpar a su vez la representación de “las mujeres” o “la mujer”. Es una demagogia histerizante que por ello mismo  fomenta precisamente la violencia, no ya  “contra la mujer”, sino la violencia doméstica, y no solo. La violencia, como la corrupción o la delincuencia en general, existe en todas las sociedades, aunque, claro, puede ser  tan brutal como en algunos países latinoamericanos o tan soportable como hoy por hoy en España, a pesar de su aumento.

Lo que pretende esa sucia ideología es que las mujeres son asesinadas por ser mujeres y que los hombres asesinan por ser hombres. Con lo cual llenan la sociedad y las familias de desconfianza y odio (basta ver sus consignas)  y destruyen una de las bases de la democracia: la igualdad ante la ley y la responsabilidad personal. Por eso debe ser denunciada con claridad y sin contemplaciones ni ser tomada a broma, porque aunque básicamente histérica, tiene las peores consecuencias. 

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Marx (XVII) Clases y libertad

Como decía, la elaboración económica de Marx, pese a ser esencial para dar valor o apariencia científica a su sistema filosófico materialista, es decir, económico en lo que respecta a la explicación de la historia y del ser humano mismo, no ha tenido tanta influencia como su concepción derivada de las clases y la lucha de clases. Su elaboración económica concreta sobre el capitalismo resulta autocontradictoria y por lo demás no ha sido comprendida por la mayoría de sus seguidores, que ni siquiera se han interesado mayormente en ella. En cambio la división social en clases se presenta como una evidencia, así como una injusticia: ¿no somos todos seres humanos? ¿Por qué tiene que haber diferencias económicas, máxime cuando estas implican la explotación del trabajo de unos por otros que lo parasitan?  He aquí un argumento  capaz de mover el ánimo de mucha gente. El marxismo proporciona además la esperanza, o más propiamente la seguridad “científica”, de que esa injusticia se va a acabar, y no por inquietudes o indignaciones subjetivas, sino por la propia lógica económica, esto es, humana, pues economía y humanidad vienen a ser sinónimos: es la economía la que da sentido a la acción y la propia vida humana.

Tenemos, pues, dos hechos: la impresión de que la historia es una tremenda, aunque inevitable injusticia, y la esperanza-seguridad científica de que está próxima la igualdad soñada en vano durante milenios.

Es cierto que Marx no habla de injusticia histórica en sentido moral, no  parte de concepciones morales, pues considera que estas varían históricamente y en diversas sociedades, sirviendo en general a los intereses de las clases dominantes. Simplemente expone el hecho, si no científico al menos  evidente, de que todas las sociedades humanas se dividen en clases, excluyendo la imaginaria comuna primitiva. Sin embargo, esta visión resulta más aterradora por su presunción científica que por su concepción moral: la vida de la humanidad a lo largo de milenios habría sido una pesadilla,  una suma de horrores, la inmensa mayoría por estar sujeta al yugo de la explotación, y las ínfimas minorías a sus propios autoengaños ideológicos  y vidas parasitarias. Y ello no habría provenido de errores o pecados, sino de una férrea necesidad. Todas las ideas sobre libertad, bondad, belleza, justicia, etc., serían sueños nacidos de la desesperación ante la realidad, o  patrañas interesadas de los explotadores.

Puede observarse la diferencia con las concepciones anarquistas, cuya base interpretativa de la historia es moralista más que economicista. En ella tiene más importancia la idea de una comuna primitiva destruida a fuerza de innumerables  crímenes y violencias por los explotadores arropados por las religiones. Obviamente es una visión más fácilmente rebatible: el individuo es bueno, pero la sociedad (de clases) es mala. Dado que la sociedad se compone de individuos, es difícil entender por qué cada uno es bueno y el conjunto es malo. A pesar de ello, su visión no resulta tan radicalmente desconsoladora o desesperada como la “científica”  de Marx.

La visión moralista ácrata deja un enorme, aunque arbitrario, margen a la libertad, concebida como ejercicio necesario de la voluntad frente a la injusticia social,  algo que el marxismo declara de entrada inútil. Para el marxismo, la libertad no es otra cosa que la conciencia de la necesidad. De la necesidad dictada por la economía, en definitiva.  Aunque el concepto de libertad es de los más evanescentes, podemos acercarnos a él como, precisamente, la tensión entre la voluntad personal y la presión social. La presión social se ejerce de muchas maneras, sin excluir la pura y simple fuerza (policía, jueces…), y en general trata de ser uniforme para evitar la arbitrariedad. Sin embargo la voluntad personal es todo lo contrario de uniforme: no solo cada persona tiene la suya, a menudo en conflicto con la del prójimo, sino que dentro de la misma persona suele haber voluntades que chocan entre sí. El anarquismo sugiere que la voluntad de las personas es uniforme:  aspira siempre a la felicidad de  librarse de la opresión social. El marxismo opina lo contrario, que la presión social expresa una necesidad ineluctable frente a las ilusiones voluntaristas, tanto en los regímenes de clase como, por lo menos, en el tránsito dictatorial a la sociedad igualitaria.

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Invasión del espacio público

Violencia machista

Marx

Como decía, la elaboración económica de Marx, pese a ser esencial para dar valor o apariencia científica a su sistema filosófico materialista, es decir, económico en lo que respecta a la explicación de la historia y del ser humano mismo, no ha tenido tanta influencia como su concepción derivada de las clases y la lucha de clases. Su elaboración económica concreta sobre el capitalismo resulta autocontradictoria y por lo demás no ha sido comprendida por la mayoría de sus seguidores, que ni siquiera se han interesado mayormente en ella. En cambio la división social en clases se presenta como una evidencia, así como su injusticia: ¿no somos todos seres humanos? ¿Por qué tiene que haber diferencias económicas, máxime cuando estas implican la explotación del trabajo de unos por otros que lo parasitan?  He aquí un argumento aparente capaz de mover el ánimo de mucha gente. El marxismo proporciona además la esperanza, o más propiamente la seguridad “científica”, de que esa injusticia se va a acabar, y no por inquietudes o indignaciones subjetivas, sino por la propia lógica económica, esto es, humana, pues economía y humanidad vienen a ser sinónimos: es la economía la que da sentido a la acción y la propia vida humana.

Tenemos, pues, dos hechos: la impresión de que la historia es una tremenda, aunque inevitable injusticia, y la esperanza-seguridad científica de que está próxima la igualdad soñada en vano durante milenios.

Es cierto que Marx no habla de injusticia histórica en sentido moral, no  parte de concepciones morales, pues considera que estas varían históricamente y en diversas sociedades, sirviendo en general a los intereses de las clases dominantes. Simplemente expone el hecho, si no científico al menos  evidente, de que todas las sociedades humanas se dividen en clases, excluyendo la imaginaria comuna primitiva. Sin embargo, esta visión resulta más aterradora por su presunción científica que por su concepción moral: la vida de la humanidad a lo largo de milenios habría sido una pesadilla,  una suma de horrores, la inmensa mayoría por estar sujeta al yugo de la explotación, y las ínfimas minorías a sus propios autoengaños ideológicos  y vidas parasitarias. Y ello no habría provenido de errores o pecados, sino de una férrea necesidad. Todas las ideas sobre libertad, bondad, belleza, justicia, etc., serían sueños nacidos de la desesperación, o  elaboraciones interesadas de los explotadores.

Puede observarse la diferencia con las concepciones anarquistas, cuya base interpretativa de la historia es moralista más que economicista. En ella tiene más importancia la idea de una comuna primitiva destruida a fuerza de innumerables  crímenes y violencias por los explotadores arropados por las religiones. Obviamente es una visión más fácilmente rebatible: el individuo es bueno, pero la sociedad (de clases) es mala. Dado que la sociedad se compone de individuos, es difícil entender por qué cada uno es bueno y el conjunto es malo. A pesar de ello, su visión no resulta tan radicalmente desconsoladora o desesperada como la “científica”  de Marx.

La visión moralista ácrata deja un enorme, aunque arbitrario, margen a la libertad, concebida como ejercicio de la voluntad frente a la injusticia social,  algo que el marxismo declara de entrada inútil. Para el marxismo, la libertad no es otra cosa que la conciencia de la necesidad. De la necesidad dictada por la economía, en definitiva.  Aunque el concepto de libertad es de los más evanescentes, podemos acercarnos a él como, precisamente, la tensión entre la voluntad personal y la presión social. La presión social se ejerce de muchas maneras, sin excluir la pura y simple fuerza (policía, jueces…), y en general trata de ser uniforme para evitar la arbitrariedad. Sin embargo la voluntad personal es todo lo contrario de uniforme: no solo cada persona tiene la suya, a menudo en conflicto con la del prójimo, sino que dentro de la misma persona suele haber voluntades que chocan entre sí. El anarquismo sugiere que la voluntad de las personas es uniforme, aspira a librarse de la opresión social. El marxismo opina lo contrario, que la presión social expresa una necesidad ineluctable frente a las ilusiones voluntaristas, tanto en los regímenes de clase como, por lo menos, en el tránsito dictatorial a la sociedad igualitaria.

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Después de las elecciones / Libros más importantes

Después de las elecciones.

Suponiendo que no haya habido fraude, creo que el análisis de las elecciones puede resumirse en tres puntos: a) Ni el PP ni el PSOE las han ganado. b) La mayoría absoluta PP-VOX ha resultado una quimera. c) VOX ha resistido el intento de todos por hundirlo.

Respecto a lo primero, hay dos salidas: repetición de elecciones, que no quieren el PP ni el PSOE, aunque pudiera terminarse así, o carrera de los dos partidos para hacerse con los favores de los separatistas. Importa mucho entender que esto no es consecuencia de errores parciales, sino la desembocadura lógica de las políticas del PP y del PSOE durante décadas. No obstante, muchos “analistas” se asombran de que se haya llegado a que un prófugo de la justicia pueda decidir sobre el gobierno de España.  El problema es que  queda ya muy poco por regalar a los separatistas, aparte  de liquidar la Constitución definitivamente con referéndums “consultivos”, paso  final previo a  la disolución de España. En esta carrera por servir a los sepas, el PSOE lo tiene más fácil, porque el PP necesitaría de todas formas los votos de VOX, que es precisamente el partido que más temen y odian los sepas.   ¿Tendríamos entonces otros cuatro años de doctorado? Me parece difícil. Ni el doctor ni el  pujoliño podrían gobernar con un mínimo de tranquilidad, eso es lo que puede decirse por ahora.

En cuanto al segundo punto, suelen entenderlo los analistas con el tópico simplón de que la unión hace la fuerza. Pero en política ocurre a veces lo contrario, cuando los partidos son muy diferentes. Los jefes del PP se sienten mucho más afines al PSOE o el PNV, según propia confesión, que a VOX. De VOX les inquieta mucho su insistencia en la unidad nacional y la democracia, y además es el partido que les ha arrebatado millones de votos. Es lógico, y de ningún modo un error como se dice,  que el PP se haya unido a los sepas y al PSOE en la demonización de VOX, tratando de hundirlo ante la opinión pública, quizá incluso como paso para ilegalizarlo. Quien no lo quiera ver así es que no quiere ver nada.

Y para numerosos votantes de VOX ha sido desmoralizadora  la política, a su vez poco clara, de ir como hermano menor del PP, aun haciéndole  algunas críticas,  con el fin de echar al doctor,  y olvidando  o no destacando bien que la gran política del PSOE ha sido siempre apoyada y aplicada por el PP con solo algunos cambios menores. Sospecho que de  los 600.000 votos perdidos por VOX una gran parte son abstenciones, y otra parte efecto de la propaganda de los medios de los obispos, que influyen en un público en principio no alejado de las ideas de VOX. Abascal y su partido podían haber dicho simplemente que no tienen casi ningún punto en común con el PP, que este tiene demasiados parecidos a los del PSOE y los separatistas y que, si los resultados electorales exigían un pacto con el PP para echar al doctor,  habría pacto,  siempre que incluyera una participación de VOX en el gobierno para impedir que el PP volviese a aplicar las políticas del PSOE y separatistas. Pero solo entonces y si las urnas daban para ello.

El tercer punto es el más importante.  VOX nació, según hemos entendido casi todos, para defender la unidad nacional, la democracia y la soberanía de España, socavadas sistemáticamente por las tres oligarquías PP, PSOE y grupos sepas hasta llegar a situaciones críticas. A esa gran política deben referirse siempre las políticas concretas o parciales que surgen a cada paso. Si VOX no defiende  a conciencia y con claridad esa gran política,  se volverá irrelevante.

La diferencia de VOX con respecto a los demás, la han percibido estos con la mayor agudeza. De ahí que que todos los partidos, prácticamente todos los medios de masas, los obispos y gran parte de la oligarquía de Bruselas se hayan concitado para hundir a VOX, sin conseguirlo. Y este fenómeno, único en la historia reciente, revela dos cosas: la importancia alcanzada por Vox y el miedo que todos ellos le tienen. Porque son gigantes con pies de barro, y si Vox se mantiene en la gran política y no se deja arrastrar por los timoratos u oportunistas en su seno, llevará las de ganar

También el PSOE tiene una gran política, un gran proyecto, compartido  con más o menos matices por PP y separatistas, que cabría resumir en dos posiciones: las instituciones actuales, la propia democracia, vienen lastradas decisivamente  por su indudable origen en el franquismo, régimen ilegítimo que destruyó a la legítima republica. Y, más ampliamente, España, de siniestra o en todo caso insignificante historia,   es solo  un aglomerado de naciones sin estado, oprimidas por un estado sin nación. Son dos grandes políticas, dos grandes proyectos históricos enfrentados.

¿Y por qué temen todos de tal manera a VOX? Porque perciben que la mayoría de los españoles pueden percatarse de que les están arrebatando, efectivamente,  la unidad nacional, la libertad y la soberanía. De ahí que necesiten por todos los medios mentir sobre VOX, calumniarlo  y falsear su discurso.  Con ese “himalaya de falsedades” demuestran a la vez la calidad de su proyecto, de su gran política, que es preciso echar por tierra a tiempo.

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Libros más importantes

** Aparte de lo arriba observado, VOX ha cometido algunos  errores que podríamos llamar de estilo. Por ejemplo, sus declaraciones jactanciosas sobre que el PP no podría gobernar sin él. O sus promesas “grandonas”  de derogar todas las políticas que hubiera traído la izquierda (sin entrar en detalles, el votante medio piensa que, por malas que hayan sido esas políticas, algo habrá de aprovechable en alguna de ellas, y que VOX “truena” un tanto). Ese estilo es contraproducente. El nuevo frente popular, que abarca hasta el PP, se propone un designio revolucionario, extremista, irracional  y rebosante de odio. Sin embargo sabe plantearlo con un estilo de moderación, razonabilidad y lógica. VOX debería hacerlo  con un estilo propio, calmado y  contundente por lo lógico. Lo hace muy a menudo, pero las salidas de tono, aunque sean pocas, son muy perjudiciales.

**Como habrán visto nuestros lectores, me he preocupado de escribir cartas abiertas a. doctor y a Pujoliño, exponiendo, creo que con claridad y lógica difíciles de rebatir, las cuestiones de fondo que hoy nos jugamos los españoles. Estas exposiciones pueden tener un efecto real si se difunden por cientos de miles y millones, quedando de otro modo en testimoniales. Me ha defraudado un tanto que VOX, sin necesidad de hacerlas oficialmente suyas,  no las haya explotado a fondo.

**Como he señalado en otras ocasiones, mis libros más importantes no son, con ser en gran medida definitivos e irrebatibles, los dedicados a la república, la guerra civil y el franquismo , sino los dos últimos Hegemonía española y comienzo de la era europea, y Segunda guerra mundial y fin de la era europea. Ambos  estudios se apartan de las líneas generales, reiterativas y un tanto provincianas, de la historiografía española, por lo que abren nuevas perspectivas, y por ello deberían suscitar la crítica y el debate intelectual. Sin embargo, eso es pedir peras al olmo en una universidad cuya degradación creo haber puesto de relieve en Galería de charlatanes. Hay otro problema: del “Siglo de oro” casi todo el mundo cree saber lo esencial, sea con la leyenda negra o contra ella. Pero lo esencial se escapa a la gran mayoría Y con la SGM ocurre lo mismo: todo el mundo ha leído libros, artículos o reportajes, visto cine etc., y cree que, aun  “saberlo todo”, al menos lo esencial le queda claro. Y de nuevo es lo esencial lo que se les escapa.

 

 

 

 

 

 

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