VOX
Los “analistas” habituales dan por liquidado a VOX, olvidándose de que eso lo vienen repitiendo desde que VOX existe. La dimisión de Iván Espinosa puede tener repercusión fuerte si marca un cambio de orientación en VOX, que aún tiene algunas asignaturas pendientes. O puede no tener relevancia más que episódica. Todo está por ver.
El hecho es que nadie ha ganado las elecciones, y que la situación es muy mala. Si el PSOE lograra la investidura, el proceso de disolución de España y la democracia se aproximaría a su fin, lo que justificaría la rebelión cívica a todos los niveles. Y si la consiguiera Pujoliño asistiríamos a una simple ralentización momentánea del proceso. En estas condiciones la repetición es lo mejor, con todos sus riesgos, pues ofrece a VOX la mejor oportunidad, si sabe jugar sus bazas. Repetición que puede llegar por sus pasos ante el empate de PP y PSOE, o por intervención del rey, si es que este se atreve a una medida necesaria para España, incluida la monarquía.
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La derecha de González Cuevas
Veo que ha salido un libro de González Cuevas, de 1080 páginas, al que califica Stanley Payne de “una obra única que investiga exhaustivamente todos los grupos y partido de derecha (…) Analizar este sector ideológico es recorrer la historia contemporánea de España, país al que ha gobernado durante la mayor parte de su existencia”.
Eso es verdad. No existe, que yo sepa, otro estudio general de este género, y González Cuevas ha acreditado ser hombre muy trabajador, cosa apreciable en la intelectualidad española por lo general poco amiga del trabajo esforzado, con la excepciones que se quiera. Otra cosa es que el resultado del esfuerzo sea realmente apreciable pues, por mi experiencia con González, su loable espíritu laborioso y su capacidad para entrar en mil detalles y nombres de personas no se extiende a su capacidad analítica e interpretativa, que generalmente se queda en la pura erudición, un defecto también muy extendido en la provinciana historiografía española. No es que la erudición sea mala, solo que no es suficiente, y de todos modos el lector encontrará de seguro, mejor o peor hilvanados, numerosos datos interesantes o poco conocidos. Por otra parte cabría pensar si la endeble calidad intelectual y política de la derecha española (salvando, hasta cierto punto. el franquismo) justificaría tanto esfuerzo historiográfico, pero eso va en gustos e intereses. El libro abarca “De la Ilustración a la actualidad” (1789-2022). Mejor que de la Ilustración, de la Revolución francesa, aunque esta haya sido producto de la Ilustración.
Observo por el índice onomástico que solo me menciona dos veces, y las dos entre una serie de nombres en relación con Libertad Digital, de Jiménez Losantos, y de la revista Chesterton, de J. A. Fuster. No existo, vamos, aunque él ha recogido algunas ideas mías sin molestarse en citarme. Este ninguneo poco decente, tan habitual a izquierda y derecha, se comprende en González como cabreo por una polémica que quiso entablar conmigo sin venir a cuento, de la que no salió muy bien parado (olvidé incluirla en Galería de charlatanes) Ver:
http://www.nodulo.org/ec/2007/n062p11.htm
http://www.nodulo.org/ec/2007/n063p11.htm
http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p13.htm)
De entrada me ha llamado la atención este juicio suyo sobre Jiménez Losantos, a quien califica en una entrevista de “impresentable” y de “influencia nefasta” en la derecha. Empezaremos por tratar este asunto.
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Personajes fuera de la ley
Me comentan en tertulia que mi preferencia novelística por personajes fuera de la ley no se cumple en la segunda novela, Cuatro perros verdes. Y en parte es cierto, pero se trata de jóvenes estudiantes, y los jóvenes, sin estar fuera de la ley, están por su posición un tanto al margen. Y a menudo con cierta rebeldía contra la sociedad en la que viven. De los personajes, solo Diego, el pequeño líder comunista, y en menor medida el ambicioso Chano, están abiertamente contra el “sistema”, en este caso el franquismo (estamos en 1967). Los otros navegan en un mar de incertidumbres sobre un futuro que perciben por así decir gaseoso. Uno de ellos, Moncho, por una experiencia traumática, lo encuentra sin sentido al modo existencialista de Sartre, por entonces bastante en boga en la universidad; otro, Javi, busca deliberadamente prolongar la alegre irresponsabilidad estudiantil, por aversión a la vida profesional, que prevé fastidiosa; y otro, Santi, más razonable e integrado, desea terminar la carrera, trabajar, casarse y vivir “como Dios manda”…, pero con un incidente en su pasado que no deja de perturbarle. ¿En qué termina aquella jornada? Empieza con una discusión a medias seria y a medias bromista, desayunando café y churros en un bar, mientras les observa alguien en quien no reparan, y que, junto con Diego, enlaza con la novela anterior. Y debería terminar con otra cena típica de estudiantes discutidores, pero a la que no podrán asistir dos de ellos. Al principio y al final, el espectáculo de la salida y puesta del sol, que atrae a Santi, se presenta como símbolo del destino
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Rusofobia y política española
La rusofobia estaría justificada si, efectivamente, Rusia pretendiera recuperar el imperio soviético, atacando a Ucrania como primer paso para invadir Polonia, países bálticos, etc.
Sin embargo no hay la menor prueba de ello. Todo lo que exigía Rusia a Ucrania era la neutralidad, la autonomía de las regiones rusófonas y el cese de los ataques contra ellas. En 2015 tuvo la posibilidad de aplastar por completo al ejército ucraniano, como han reconocido Angela Merkel y otros, y se contentó con el acuerdo de Minsk. Sabemos que ese acuerdo fue firmado por Ucrania, amparada por la OTAN, sin la menor voluntad de cumplirlo y con el designio de ganar tiempo y formar un ejército capaz de enfrentarse al ruso sobre el terreno. Esto lo ha reconocido también la Merkel, entre otros.
Desde entonces ha habido al menos una ocasión de volver a la paz, en las negociaciones en Turquía, y fueron Usa e Inglaterra quienes la vetaron. Todo esto demuestra que, al menos hoy por hoy, no es Rusia la que trata de expandirse, sino la OTAN la que acosa y trata de arruinar a Rusia, rodeándola de bases militares y tratando de agotarla por medio del gobierno títere de Kíef. Ya Solzhenitsin observó que Usa no solo buscaba demoler a la URSS, lo que aprobaba, sino debilitar y dividir a Rusia.
En cuanto a España, debemos recordar siempre que no tiene ningún conflicto con Rusia, aparte del que nos está creando la OTAN y la UE. Las cuales no solo son aliadas y protectoras de Marruecos, un país que nos amenaza directamente, sino que invaden nuestro territorio en el punto estratégico de Gibraltar. Los gobernantes españoles se declaran amigos y aliados tanto de la OTAN como de Marruecos, una mentalidad de traición al país. No he visto por ningún lado, entre los autodeclarados o autodeclamados patriotas, la menor mención a estos datos tan demostrativos, no digamos ya denuncia y agitación al respecto. Tenemos solo patriotas ucranianos y patriotas rusos.
La guerra de Ucrania debería tener al menos una repercusión clave: poner sobre la mesa la opción por la neutralidad de España. Opción ante la que tiemblan las piernas a los patriotas.
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La sugestión
Breve charla con una enfermera sobre el “cambio climático”, en el que tampoco ella cree, sin entrar en los intereses detrás de esas políticas. “Pero, advierte, el “cambio” tiene muy preocupados a muchos abuelos”. Recuerdo uno que decía no haber visto en 70 años algo parecido a este calor”. Sin duda el hombre era bastante tonto. Yo recuerdo veranos que derretían el asfalto. Pero es que la gente olvida su propia experiencia y acepta lo que le cuentan los medios. Eso pasó ya durante la transición, cuando de pronto muchas personas que habían prosperado tranquilamente en el franquismo “recordaban” la terrible dictadura que habría sido. Una de las historietas que más se repetían entre jóvenes era la de “haber corrido delante de los grises”. La Complutense tenía por entonces 40.000 alumnos, y nunca vi “correr delante de los grises” más que a unas decenas de estudiantes, junto con algunos centenares de mirones. Pero la gente terminaba creyéndoselo. El poder de la sugestión



