Ucrania cambia el mundo

Ucrania cambia el mundo

   La guerra de Ucrania está cambiando toda la situación europea, incluso mundial. Un conflicto en principio localizado, se está volviendo cada vez más incontrolable, y varios gobiernos de la UE y de la OTAN ya hablan de extenderla y de emprender una carrera armamentista. La razón de ello es fácil de entender: la UE y la OTAN pensaron que sus sanciones iban a arruinar a Rusia, y sus armas en Ucrania desgastarían al ejército ruso hasta hacerlo inútil. Ninguno de estos cálculos o apuestas  ha funcionado:  Rusia está ganando la guerra, y además creciendo económicamente, mientras que la UE se ha estancado. Aún más grave ha sido la expulsión de Rusia de Europa empujándola hacia China, con la formación de un nuevo y gigantesco bloque que no acepta ya la supremacía occidental que parecía absoluta tras el derrumbe de la URSS.

    El argumento que exhiben los partidarios de ampliar la guerra es que si Rusia gana en Ucrania, atacará a otros países. Esto es sumamente improbable, porque si bien Rusia puede vencer en Ucrania, enfrentarse directamente a la OTAN le sería suicida: basta recordar que los presupuestos militares de la OTAN superan hasta 18 veces los de Rusia. El problema real es que si la OTAN pierde en Ucrania, entrará en una profunda crisis. La guerra de Ucrania es la última por ahora de una sucesión de ellas promovidas por la OTAN y la UE,  que han causado cientos de miles de muertos y millones de desplazados, por los que nadie ha pedido excusas. Ya cuando la derrota de Afganistán se puso en cuestión la utilidad de la OTAN, y ahora una derrota en Ucrania profundizaría mucho más la crisis, de la que se intenta escapar mediante una huida hacia adelante, es decir,  mediante el choque directo con Rusia, que podría hacerse nuclear. Y este es un peligro muy real, más alarmante para quienes conocen un poco la historia del siglo XX.

Y en esta situación se nos plantea forzosamente la posición de España, que es especial y viene determinada  sobre todo por tres grandes factores. En primer lugar, a diferencia del resto de la UE y la OTAN,  España es parte de un gran ámbito cultural compartido con la América hispana y otros países, respecto al cual tenemos un interés y responsabilidad históricas con evidentes proyecciones políticas.gracias a su neutralidad en la SGM. En segundo lugar, España está libre de la enorme deuda moral y política con el ejército useño e indirectamente con el soviético, que afecta al resto de Europa occidental. Esta es una baza moral y política de máximo valor. Lo es obsjetivamente, aunque los gobiernos del PP y del PSOE la ignoren. En tercer lugar, España no tiene ningún conflicto con Rusia, pero sí los tiene, y muy graves aunque se disimulen por sistema, con la OTAN. Rusia no invade a España, pero la segunda potencia importante de la OTAN, Inglaterra, nos invade en un punto tan estratégico como Gibraltar. La OTAN, además, protege a Marruecos, único país en principio que nos amenaza y que después de ocupar el antiguo Sáhara español, reclama Ceuta y Melilla y realiza mil acciones hostiles a España. Ceuta y Melilla no están protegidas por una OTAN que claramente considera que deben pasar antes o después a Marruecos.  Evidentemente, la OTAN no nos protege, sino que nos agrede, directamente en Gibraltar e indirectamente en Marruecos. Por otra parte, tampoco necesitamos su protección frente a un Marruecos hoy por hoy mucho más débil. Obsérvese que la política de los gobiernos, sean del PP o del PSOE, ha consistido en supeditar los intereses de España a los de las potencias dominante en la OTAN y a Marruecos, so capa de amistad y alianza. Obviamente, los intereses de esos gobiernos no coinciden con los de España, ni los de España  con los de Usa e Inglaterra.

   Igual que en la primera y la segunda guerras mundiales, los intereses de España exigen la neutralidad. No se nos pierde nada en esos conflictos y debemos ver la realidad bajo la hojarasca de la propaganda.  La neutralidad fue en los dos casos un inmenso beneficio para España, pero lo fue además para los beligerantes, pues en ambas guerras  España desempeñó un papel humanitario que disminuyó las atrocidades que se cometían más allá de los Pirineos. Baste recordar, en la segunda, que decenas de miles de judíos se salvaron de la persecución nazi gracias, precisamente a la neutralidad española. Y una declaración de neutralidad de España pondría cierto freno a la carrera belicista que parece haberse emprendido. Claro que eso es imposible con los gobiernos actuales, pero es una cuestión fundamental que debe ponerse de una vez sobre la mesa. No dejemos que nos lleven como sonámbulos a una tragedia. Pues lo último que nos conviene es vernos arrastrados a una contienda por intereses ajenos y que, de volverse nuclear acabaría de una vez por todas con la civilización europea, después de que la anterior mundial acabara con toda una era histórica, la europea, precisamente.

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