El mayor enemigo / Joseph Pérez entiende/ Portada dramática / El PSOE en la historia

 En los años 40, el PCE intentó derrocar a Franco mediante el maquis, luego pasó a la infiltración en la universidad y los sindicatos, en los años 50 a la Reconciliación nacional y a la Huelga Nacional Política. Todo fueron grandes fracasos. Es fácil entender por qué, pero casi todas las historias lo ignoran.   315 – El gran fracaso de los comunistas en los años 50 | Nada más necio… (youtube.com)

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El mayor enemigo de VOX

**Dice Ignacio Garriga que el PP se equivoca de amigo y se equivoca de aliado. Nada más lejos de la verdad: el PP sabe perfectamente que el mayor peligro para él es VOX. Y VOX hace muy mal jugando a que no se da cuenta.

**VOX ha quitado muchos votantes el PP y puede quitarle muchos más. Es más, es esencial que se los quite. Pero no lo hará con esa táctica: si la gente no ve claramente que el PP es un partido amigo del PSOE y los separatistas y que por eso no tiene nada que ver con VOX, siempre será eficaz el “voto útil”.

**Llega a no estar claro si Felipe VI es rey de España o un empleado de la monarquía inglesa.

**España es hoy un país políticamente satelizado, militarmente cipayizado y culturalmente colonizado. La colonización cultural por el inglés es la realidad más repulsiva y el peligro mayor.Conviert a España en un enorme y amorfo Gibraltar

**La verborrea torpe y malintencionada de Jiménez Losantos contra VOX ha hecho bastante daño a VOX, pero mucho más al crédito anteriormente logrado de Losantos.

**Decía el ex coletas que la guillotina había sido la madre de la democracia, o algo por el estilo. En lo que venía a coincidir el prestigioso historiador Pérez Reverte. Gente profunda.

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Galería de charlatanes.

Joseph Pérez “entiende” a España

Al igual que Raymond Carr, el hispanista francés Joseph Pérez era miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia,  Gran Cruz de la Orden de Alfonso el Sabio, premio Príncipe de Asturias 2014, también comendador de la Orden de Isabel la Católica, etc. Y al igual que Carr, aunque de otra forma, su tesis básica es que España no existe antes  de la invasión islámica en 711 (vendría a ser una creación indirecta de los árabes, prácticamente desde la nada); o en todo caso (como García de Cortázar y otros), no antes del siglo X u XI, y propiamente no podría hablarse de Reconquista, sino de una especie de embrollo de cristianos, musulmanes y judíos. En cuanto a los Austrias, no estarían al servicio  de España, ni la representarían, sino que pondrían a España al servicio de la dinastía, “impidiendo a los españoles desarrollar sus intereses propios como nación”, como sabían “Azaña y los alumnos franceses en las escuelas”.  En otras palabras, España como nación propiamente dicha sería una creación francesa, de los Borbones en concreto. (J. Pérez tenía como maestro al marxista francés Pierre Vilar). Por cierto que algunos liberales le han superado: España no habría existido como nación hasta la invasión napoleónica y las Cortes de Cádiz, con su Constitución. Es decir, seguiría sin existir, porque la Constitución no se aplicó nunca.

En Galería de charlatanes, donde analizo un poco a Joseph Pérez a partir de su libro Entender la historia de España, (entenderla como un derivado de la francesa). Sospecho que escribió su libro como respuesta tácita a mi Nueva historia de España. su libro  en otros trabajos sostengo que la historiografía española, en general, es extremadamente mediocre, y por eso se deslumbra tanto con aportaciones  como las citadas, en las que seguiremos.

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Una portada dramática

La portada de De un tiempo y de un país quiere ser suficientemente expresiva: bajo el fondo de la célebre escultura del obrero y la koljosiana, de Moscú, algunos rostros representativos del PCE(r)-GRAPO, los tres superiores muertos por la policía. Aquella experiencia vino a ser el, o un, último coletazo de la guerra civil, que se trataba de revivir después del fracaso del maquis en los años 40. Y es así porque la guerra civil viene a ser el núcleo de la concepción social marxista, como pregonaba abiertamente en PSOE en los años 30. Una guerra soterrada mediante una permanente agitación “de clase” hasta volverse abierta e insurreccional cuando las “condiciones objetivas” lo permitieran.

¿Por qué podía desearse una guerra civil? Porque su fruto sería una nueva sociedad igualitaria, científica, sin pobreza  ni hambre, sin explotación del hombre por el hombre ni opresión de la mujer, etc. En otras palabras: la llamada agenda 2030, que en ese sentido no innova nada, viene a ser la enésima utopía. Con una diferencia: la que defendíamos algunos exigía una lucha arriesgada y esforzada contra un enemigo poderoso y dueño del poder, que expongo en estas memorias y  le otorga alguna excusa. El magnífico objetivo, que justificaba todos los sacrificios propios y ajenos, suponía necesariamente una sociedad totalitaria bajo el poder supuestamente científico de una minoría de iluminados, autodefinida como vanguardia del proletariado. La agenda 2030, en cambio, está diseñada por supermillonarios más o menos iluminados y trata de imponerse desde el poder mediante una propaganda brutal y medidas totalitarias.

De Un Tiempo Y De Un Pais - 1

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El PSOE en la historia de España

  1.  Al llegar aquí, alguno argüirá: ¿es que el PSOE no ha hecho nada bueno? ¿Cómo es posible, entonces, que tanta gente siga votándole? Son dos cuestiones muy distintas. Nadie puede hacerlo todo mal, aunque se lo proponga, y los socialistas han hecho cosas que mucha gente juzga positivas porque le han favorecido o por otras razones. Pero, como habrá podido comprobar el lector, el criterio aquí empleado es el de las dos cuestiones políticas fundamentales planteadas en España desde principios del siglo XX: la unidad nacional y la democracia. En la exacerbación de ambos problemas se encuentra la raíz de la guerra civil, clave a su vez de la historia posterior.

2. De modo similar a como había ocurrido a principios del siglo anterior, fue un suceso de origen externo el que dio lugar a una crisis moral e inestabilidad interna: a principios del XIX, la invasión napoleónica dejó como herencia la guerra civil, la pérdida del imperio y los pronunciamientos,  hasta una I República que, lejos de solucionar los problemas, los empeoró al máximo. La demoledora crisis se superó, en lo esencial, con el régimen liberal de la Restauración;  y otra intervención exterior, el “Desastre del 98”, con pérdida de los últimos restos del viejo imperio, provocó una nueva crisis de fondo. Y sobre el suelo común de una denigración sistemática del pasado histórico y cultural hispano cobraron impulso los movimientos anarquista, separatistas y socialista,todos  incompatibles con el liberalismo y la democracia, y más o menos agudamente con la unidad nacional, hasta empujar a la Restauración al borde del precipicio.

3. Ni el recurso a la dictadura con Primo de Rivera, ni a la II República consiguió recomponer una sociedad más ordenada y democrática. La República, en concreto, llevó los problemas a su máxima exasperación, complicados con una mala gestión tanto de la economía como de otros problemas derivados,

4. Se dirá que las cuestiones aquí mencionadas no eran las principales, sino las económicas derivadas de grandes desigualdades sociales y regionales, miseria en algunas capas sociales y analfabetismo. De ahí los análisis, de tipo marxista pero aceptados casi universalmente, que encuentran la clave de esta historia en la economía y ven en los movimientos socialistas y republicanos de izquierda el elemento progresista que había de solucionarlos igualitariamente, lo que se hace equivaler a democráticamente, de la mejor manera posible para el pueblo. Aunque ello supusiera la disgregación del país. A esto cabe oponer tres evidencias: a) Que destruir una continuidad nacional asentada en varios siglos sería, como mínimo, una aventura muy arriesgada y que provocaría las mayores tensiones sociales y, si no conducía a una guerra civil, impediría una convivencia en paz y libertad, y crearía una inestabilidad aprovechable sin duda para los propósitos de potencias exteriores. b) Que, por una parte, el fuerte impulso económico de la dictadura de Primo de Rivera no solucionó los problemas, y por otra parte la República, en su doble etapa izquierdista, empeoró notablemente las condiciones de vida de las masas cuyo poder y representación decía ostentar. Y c) Que los partidos que sostenían tales ideas eran incompatibles con una democracia en la que pudieran expresarse libremente, y gobernar en su caso, partidos que representaban a tanta parte de la población –probablemente a más– como los autonombrados “progresistas”, “revolucionarios” o “republicanos de izquierda” entendiendo por estos últimos a los que se arrogaban la exclusividad del régimen.

5. El papel del PSOE en este proceso fue fundamental para destruir la Restauración; resultó paradójicamente constructivo con la dictadura de Primo de Rivera, aunque impidiera luego una evolución democratizante de ella; y, en nueva paradoja, determinó la destrucción de la II República –a la que sin embargo había contribuido a traer–, en alianza con el separatismo catalán, para imponer un nuevo régimen totalitario, de acuerdo con su doctrina marxista. Tampoco los separatismos eran democráticos, y no solo por su racismo. El PSOE explotó siempre unas libertades que no le debían nada, para volverlas contra el régimen que las permitía.

6. Es preciso señalar que a los enemigos designados por el PSOE de acuerdo con su doctrina, como explotadores,  opresores y parásitos, tenían en su mayoría procedencia liberal y aceptaban la democracia al modo como Franco la había expuesto cuando la monarquía se suicidaba, y que vale la pena repetir: “La evolución razonada de las ideas y los pueblos democratizándose dentro de la ley”. Era también la tendencia evolutiva de la Restauración, y el tipo de república que quería Alcalá-Zamora en principio, y que aceptaba Gil-Robles. Y esos partidos procuraron también aumentar la renta nacional, mejorar las condiciones de vida de los obreros y la enseñanza en general. A ese conjunto de fuerzas podía hacérsele el reproche de su mediocridad intelectual y política, pero no los de rapacidad, tiranía y violencia que le achacaban la propaganda izquierdista o las pueriles impaciencias regeneracionistas. Quienes sí demostrarían muchos de e tales vicios eran precisamente aquellos socialistas, separatistas y demás.

  1. Volviendo a Franco, es evidente que aceptó la república, pese a sus simpatías monárquicas, que la defendió en un trance tan difícil como la insurrección de octubre del 34, y que no solo no participó en ningún intento golpista, sino que disuadió al menos dos de ellos. Solo le decidió a rebelarse el asesinato de Calvo Sotelo, que culminaba un período iniciado por el fraude electoral de febrero-abril de 1936 y el terror impuesto a continuación. Para entonces había concluido que la “democratización dentro de la ley” era imposible, por lo menos en España, y en una Europa en que la crisis del liberalismo proveniente de la I Guerra Mundial y del empuje comunista, conducía a intentar otros regímenes. El franquismo intentó crear un nuevo tipo de régimen que superase tanto al comunismo como a la democracia liberal, y tuvo un éxito extraordinario en casi todos los órdenes, pero al final, como Primo de Rivera, no consiguió estabilizalo. No es el objeto de este análisis exponer por qué, pero el hecho es que al final de su vida la cuestión de la democracia volvía a primer plano, si bien en una situación social y política muy distinta de la república. Durante el franquismo, el PSOE no desempeñó un papel positivo como con Primo de Rivera, ni tampoco negativo, simplemente se ausentó dentro de España. Y en esta nueva situación creada por el franquismo, la democracia solo podía provenir del propio franquismo, ya que su oposición era  fundamentalmente comunista y/o terrorista

 

 

 

 

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