Deuncias decisivas / O. Jayam (j) La entrada en la existencia / Novela cancelada y valorada
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Unas denuncias decisivas
**Las denuncias de Aldama son el hecho político más relevante en España desde que el PP se sumó al discurso del PSOE en 2002. Porque pueden ser decisivas para derribar al gobierno que ha destruido al régimen del 78 e intenta una vía “bolivariana”. Es necesario, para evitar males mayores. La condición para lograrlo es doble: algunos jueces honrados y resueltos a imponer la ley, y la política de VOX..
**El PSOE no habría podido cometer sus fechorías, empezando por “la muerte de Montesquieu” con Felipe González, si no hubiera contado con la complicidad del PP: “El PSOE en la historia de España”.
**El descaro y tosquedad con que miente el gobierno y disimula el PP prueban que consideran idiotas a los españoles. Y una parte muy considerable de estos está idiotizada por décadas de falsedad histórico-política. No me extrañaría que en Valencia siguieran cosechando muchos votos.
**El espíritu servil hacia lo representado en Gibraltar se ha ido instalando con tal fuerza en la mente colectiva desde la apertura de la verja del peñón, que millones de españoletes ven con naturalidad la colonización cultural y política de España. Los mismos que votan al PPSOE.
**España y su cultura sufren un triple asedio: de los separatistas para disgregarla; de la UE para disolverla en un magma lgtbi etc.; y de Marruecos para invadirla. Es la herencia que deja el PPSOE. A todo eso hay que responder.
**Hay que ver lo indignado que está el españolete medio por la invasión de Ucrania y lo poco que le preocupa la invasión de Gibraltar por la OTAN, la presencia de bases useñas y las amenazas de Marruecos, protegido por la OTAN
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Omar Jayam (j) La entrada en la existencia.
Comparado con la turbación y espanto que provoca la muerte, el nacimiento suele ser motivo de alegría y esperanza para el entorno del recién nacido, a quien se desea por lo general una vida larga, próspera y feliz, y se le cuida con esmero mientras no puede cuidarse por sí mismo. Se nace en esa compañía familiar, pero se muere solo, como señalaba Pascal. El propio nacido, en cuanto comienza a ser consciente de su llegada a la vida, que suele celebrar cada año, expresa un intenso apego a ella, que le permite soportar o superar mejor o peor las frustraciones y dolores que la acompañarán en un grado u otro, aunque pueden llegar a ser excesivos para su fuerza psíquica. Si de la impresión de la muerte se intenta huir apartándola del pensamiento o calmándola con variadas racionalizaciones e imaginaciones, el nacimiento es en cambio celebrado con gozo, salvo casos extremos desdichados. De manera clara u oscura, el nacimiento se entiende también como motivo de gratitud a la fuerza misteriosa (Dios en nuestra cultura) que se presenta como bondadosa y favorable, o como un consuelo o victoria sobre la muerte.
Y sin embargo se trata de la misma fuerza que decreta el final de la existencia. Jayam lo escribe con la frase: “vine al mundo sin mi consentimiento”. Es decir, sin la menor intervención de mi voluntad o entendimiento, sin la menor libertad por mi parte. Además, tampoco el nacido es consultado sobre las condiciones en que llega al mundo, asimismo ajenas por completo a sus capacidades: sale a la existencia en una época de la que no podrá escapar, en un lugar que le condicionará fuertemente, y con un sexo del que dependerán en gran medida sus actitudes vitales. Como tampoco ha podido elegir a sus padres y familia, ni a su posición social, ni las convenciones y normas sociales que pesarán sobre él; menos aún decide el tiempo que permanecerá en vida. Tampoco tienen que ver con sus deseos o acuerdo sus condiciones físicas como su fuerzas, salud o belleza naturales, que solo podrá cambiar parcialmente; ni las condiciones intelectuales y psíquicas que también mejorará con esfuerzo y de forma limitada, aunque esas mismas facultades podrá en cambio arruinarlas con mucho menor esfuerzo y hasta con cierto placer.
De modo inmediato, la llegada a la vida viene del deseo de los padres de reproducirse, también de un acto sexual sin ese objetivo, pero en todo caso los padres no podrán elegir tampoco las capacidades del hijo, y mucho menos su trayectoria vital, aunque deseen lo mejor para ella. Y el nacido, una vez va cobrando consciencia de sí mismo, se siente como algo necesario y en cierto modo “sólido”, pero si la muerte nos introduce la impresión de irrelevancia de nuestra existencia, lo mismo ocurre cuando consideramos las casualidades irreductible del nacimiento. No solo el encuentro de los padres concretos para formar una pareja o matrimonio es imposible de prever ni parece responder a ninguna necesidad, sino que el acto mismo en que el nuevo ser es concebido escapa al control de los padres: en tales hechos el azar es determinante, valga de nuevo la paradoja. Mucho más azaroso aún el que un espermatozoide concreto en una especia de lluvia de millones de ellos encuentre el óvulo y lo fecunde, y sin embargo esa enorme casualidad o improbabilidad se volverá determinante de unos rasgos físicos y psíquicos fundamentales que describirán a la persona resultante y sus aptitudes para la vida, y de diversos modos condicionarán la propia trayectoria de esta.
Así pues, tanto la venida al mundo como la partida de él dependen de manera radical de algo así como una fuerza misteriosa ajena por completo a las capacidades con las que, en cambio, podemos distinguir más o menos el sentido, lo sensato o insensato de las mil actos y sucesos de nuestra existencia. Jayam dice en su segundo verso: “la vida no ha cesado de asombrarme”: ¿podríamos encontrar, entonces, el sentido general de nuestra vida en la multitud de experiencias que la componen, y en las que nuestro yo, con su voluntad, razón y sentimientos desempeñan un papel indudable?
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Novela cancelada y valorada
* “Una grandísima novela, hábilmente escrita, con personajes con los que uno se encariña hasta el extremo de que experimenta cierta sensación inconfundible de leve nostalgia cuando concluye la lectura, y de algún modo tiene que despedirse de ellos”.
*”Aquí la historia comparece en su forma más elevada de meditación sobre el sentido de una época, si bien el autor ha antepuesto el interés narrativo a cualquier pedantería. Aunque toda la novela se lee con verdadero goce, en mi opinión lo mejor de ella es la parte dedicada a Rusia”.
*”Lo que hace de una peripecia cualquiera una aventura, es que los personajes reflexionen al hilo de lo que les pasa. En algunas obras, esto resta verosimilitud a la acción, pero Moa ha logrado una de las cosas más difíciles: hacernos pensar y entretenernos”
*”Por último, no puedo evitar un temor, y es que la saludable incorrección política de esta novela dificulte su difusión. Aunque suene a tópico, el carácter a contracorriente de toda la obra de Moa es patente, y esto no le será perdonado”.Carlos López Díaz ensayista en: Archipiélago Duda: La magnífica novela de Pío Moa
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