La enfermería
“La enfermería, por así llamarla, era el sotanillo de una isba medio quemada por encima. Al bajar los escalones me alcanzó de lleno la visión más atroz del combate. Confusos entre el humo de la estufa, los heridos, muy juntos sobre la paja del suelo o apoyando la espalda en los muros, exhalaban un hedor a diarreas, a sudor y a vómitos. Al acostumbrar los ojos a la penumbra distinguí heridas horrorosas en la cara o en los miembros. Quienes sufrían congelaciones parecían privilegiados, aunque algunos habían de perder dedos, manos o pies enteros. Quise huir de aquella sede de horrores, y las piernas no me sostuvieron. Medio caí, medio me senté entre dos desvanecidos. Oía como en sueños estertores, gritos de dolor, clamores ahogados: “¡Madre, madre!” “Hágase tu voluntad, así en la tierra…” “Ruega por nosotros los pecadores…” Los sanitarios y enfermeros habían salido a recoger heridos. A veces esta labor costaba la vida a alguno, y el personal disminuía aún más. Entraron unos enfermeros sosteniendo una manta por los cuatro extremos y sobre ella un herido gemebundo, con un brazo desgarrado. Sonó una jota con mala voz: “Los de Aragón, rediez, tiene la culpa-a / de que las mañas, rediez, sean tan bruta-as”. “¡Calla, por Dios, calla…! Me estoy muriendo…”. “No te hará caso, déjalo está delirando”. El teniente médico apartaba sin contemplaciones a quienes daba por agonizantes y se dedicaba a aquellos con esperanza de salvarse. Tenían pocas medicinas y solo hacían unas primeras curas para frenar hemorragias o encajar huesos, con vistas a enviar a los heridos a Shevelevo, donde había un verdadero puesto de vendas. Otros irían a Grigorovo, cerca de Nóvgorod. Allí estaba el mando de la división y también el hospital y cementerio principales. La mayoría eran heridos leves, yo también puesto que había llegado por mi pie. Ilesos, apenas nos preocupaba nuestra suerte y aceptábamos, aun sin imaginarlo,que podíamos dejar los huesos en aquel lugar remoto. Pero una vez heridos nos dominaba la ansiedad por ser evacuados y salvar la piel. El viaje a retaguardia, expuesto a los partisanos, los antitanques y las minas, terminaba no pocas veces de forma definitiva. El teniente se inclinó hacia mí, apartó con cuidado mi ropa por el lado de la sangre, y se irguió enfadado. “¿Serás mamón, gilipollas? ¡Como si tuviéramos poco trabajo!”. “¿Qué ocurre?”. “Que no tienes nada, mendrugo, apenas un rasguño superficial”. “¿Y toda esa sangre de la ropa?”. “No puede ser tuya. Ponte un pañuelo o lo que tengas y sal pitando ahora mismo…” (“Sonaron gritos y golpes a la puerta”)
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Un rey extraño
**Se constatan en la historia períodos en que una sociedad parece inspirada y llena de iniciativas inteligentes, y otras épocas realmente estúpidas, como la actual en España y en Europa.
Dice Felipe VI que “somos más españoles porque pertenecemos a Europa, no al revés.” No ”pertenecemos” a Europa (como él llama a la UE), sino que somos una parte de Europa desde siempre y con características e intereses propios, entre ellos la responsabilidad y solidaridad con el ámbito cultural hispanoamericano. Él sí que es muy español, tan íntimo de la corona inglesa, la de Gibraltar. Y pretende que es antieuropeo y antiespañol rechazar las políticas belicistas, histerioclimáticas, lgtbi, uniformadoras, 2030 antidemocráticas (el poder ha de ser “duro”) de los gerifaltes de la UE. Entendido.
**Felipe VI, olvidando de quién viene, se ha integrado en el bando “antifranquista” que aspira a quebrantar la unidad nacional y la democracia. Fue él quien, a las órdenes del Saunas –que no de la Constitución– firmó la amnistía anticonstitucional que culmina la liquidación del régimen del 78. Este personaje va a hacer bueno a su padre.
**El ataque al español va en tenaza: los separatistas quieren excluirlo de sus regiones, y el PPSOE quiere convertirlo en lengua doméstica promoviendo su colonización por el inglés. El rey utiliza el inglés siempre que puede, como ahora premiando a la corrupta Leyen
**Para el PP, como para el PSOE y los separatistas (y para el rey, claramente), VOX es el enemigo principal y no paran de atacarle con insidias, calumnias, manipulaciones y silenciamiento mediático. Lo cual demuestra que es la alternativa a todos ellos
**La manifestación de ayer en Moncloa y la de hace semanas por la neutralidad, no deben ser un final, sino un comienzo.
**El PP confía, o desea, que los socios del Saunas vean en Feijoo la salvación común.
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Churchill y Locke
“Ni siquiera en las convicciones liberales de Churchill cabe encontrar motivos para su enconaba fobia a Alemania. En la guerra anterior, Alemania había sido esencialmente un país liberal y parlamentario como Inglaterra, y en la siguiente, las raíces liberales inglesas tampoco diferían tanto de las ideas preconizadas por los nazis. El liberalismo nació en la época en que Inglaterra estaba superando a Holanda como la mayor traficante de esclavos del mundo, hecho que a Locke, estimado habitualmente como el gran fundador del liberalismo, no le causaba ningún problema moral. En la constitución que había elaborado para la colonia de Carolina que iban a fundar varios aristócratas ingleses en la actual Usa, señalaba que “todo hombre libre debe tener absoluto poder y autoridad sobre sus esclavos negros, cualquiera sea la opinión y religión de estos”. Pero los propios hombres libres lo serían solo a medias, porque los fundadores de la colonia tendrían sobre ellos tal poder que los reducía casi a servidumbre. Sus alabanzas de libertad y tolerancia se referían a la raza blanca, y dentro de ella y de modo muy preferencial, a los ingleses, cuya religión nacional los convertía automáticamente en algo parecido a un nuevo pueblo elegido. La libertad y la tolerancia tampoco incluía a los católicos, oprimidos sin escrúpulos en Irlanda y la propia Inglaterra. Ni, en especial a los españoles. A estos era justo hacer guerra y saquear en nombre de la libertad. La libertad era el lema del que se había apropiado Inglaterra y que le daba derecho a esclavizar no solo a los negros: “Los prisioneros hechos en una guerra justa se han jugado, por así decir, su vida y con ella su libertad (…) Son esclavos por derecho natural y sometidos al dominio y poder absoluto de sus amos”. La libertad se concretaba en la habilidad de “dar uso industrioso y racional” a la tierra, de modo que quienes a su juicio no le daban tal uso, perdían el derecho a poseerla (un argumento que utilizaban los nacionalsocialistas en relación con Rusia)… ” (“La Segunda Guerra Mundial y el fin de la Era Europea)
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