Varela Ortega (VI) ¿Tuvo éxito o no la autarquía?

Varela Ortega y la autarquía de los años 40

Como hemos visto, fueron muy relevantes los éxitos de la política “autárquica” a lo largo de los años 40, pese a los boicots anglosajones primero y anglosajones y soviéticos después. Varela Ortega, en cambio, hace sus peculiares análisis prescindiendo de la tremenda presión exterior, que después de la SGM puede calificarse de criminal.  Y da a entender que las penurias y estancamiento de los primeros años de posguerra civil se extendieron a toda la década. Así, los villanos de esa peculiar historia serían los autores de la política autárquica.

Viene al caso, por tanto, recordar otro factor decisivo en las miserias de los primeros tres años de posguerra y descartado frívolamente por los anglómanos: la herencia del Frente Popular,  una gran parte del país económicamente desarticulada y en gran parte arrasada. La historiografía anglómana, coincidente en eso con la lisenkiana, tiene a bien dejar de lado este condicionante, pero su peso lo ponen de relieve las dificultades que Alemania Occidental tuvo para absorber y equilibrar la parte comunista tras la reunificación. Dificultades muy grandes y prolongadas durante varios años, a pesar de que se afrontaron con un país opulento, el más rico de la UE y sin ninguna presión exterior o situación de guerra. Creo que esta comparación basta para poner en su sitio las narraciones impresionistas de la miseria en España entre los años 39 y 42.  Julián Marías recuerda: “En Madrid, la pobreza inicial era extremada (…)  En los barrios obreros la pobreza  era angustiosa. Sobre todo mujeres y niños hambriento, demacrados, vestidos con harapos, a veces con prendas militares; yo vi (…)  mujeres vestidas con un saco que tenía tres agujeros para sacar la cabeza y los brazos (…) Todo esto fue mejorando, pero así empezó” (recogido en Años de hierro) La descripción podía abarcar seguramente a casi toda la zona que había sufrido el Frente Popular, y en parte  se iría extendiendo al resto, por las imposiciones de la guerra europea.

Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra CivilSonaron Gritos Y Golpes A La Puerta (Ficción Bolsillo)

   Para afrontar tal miseria, vienen a decir los anglómanos, el gobierno de Franco  preconizaba apretarse el cinturón o embarcarse en proyectos militares tan grandiosos como irreales, y practicar una autarquía económica que solo podría producir estancamiento y caos. En realidad, las primeras medidas del gobierno consistieron en recuperar la flota izquierdista llevada a Túnez, más 59 mercantes amarrados en puertos extranjeros, más 40 toneladas de oro remanentes de las depositadas por el FP en Francia, y recuperar los enormes tesoros artísticos llevados criminalmente por las izquierdas a Francia y Suiza, con propósitos desde luego muy alejados de la pretensión de salvarlos de bombardeos, con que se justificaron.  Asimismo fue preciso, y se realizó con éxito, recomponer la unidad de la peseta, rota por la guerra (Ley de Desbloqueo), ya que la peseta del Frente Popular había perdido todo su valor por una inflación salvaje. Se estabilizaron los presupuestos y se racionalizaron los impuestos mediante una Ley de Reforma Tributaria. Estas medidas, del ministro José Larraz, se presentan a veces como opuestas a las directrices de Franco, lo que es por completo contrario a la realidad. Larraz dimitió por disconformidad con Serrano Súñer, al parecer (aunque pudo ser por alejarse de la política y dedicarse a ocupaciones intelectuales), e hizo muy a posteriori  algunas apreciaciones despectivas sobre los conocimientos económicos de Franco. Pero los jefes de gobierno –el mismo Churchill, que tiene frases mordaces sobre los economistas– muy a menudo están en el mismo caso que el Caudillo,  por lo que recurren a expertos. Y las normas de Larraz se mantuvieron.

Tan pronto como octubre del 39, recién comenzada la  guerra europea,  se aprobó un Plan de Reconstrucción Nacional, que preveía liquidar en diez años el déficit comercial y cuyo punto clave sería la construcción de una vasta red de embalses que suministrarían gran cantidad de energía eléctrica para el abastecimiento civil y fabril, y aumentarían la productividad agraria extendiendo los regadíos. Siguió  la creación de un Instituto Nacional de Colonización ideado como alternativa a la fracasada reforma agraria de la república. Se presentó asimismo un  ambicioso plan de repoblación forestal. Una Ley de Protección y Fomento de la Industria Nacional y el posterior Instituto Nacional de Industria subvencionarían las industrias consideradas más urgentes y crearían otras  cuando la  iniciativa privada fuera insuficiente. Todos estos planes estaban realmente bien concebidos, no contrariaban la iniciativa privada ni la economía de mercado, aunque fuera preciso establecer regulaciones fuertes, control sindical y racionamiento (como en Inglaterra).

   Aquellos proyectos, muy racionales, no se dejan anular con frases simplistas o frívolas ajenas a la realidad histórica. Ciertamente fue muy difícil ponerlos en marcha ya que,  apenas estallada la guerra en Europa, Inglaterra y en segundo término Usa, se apresuraron a racionar drásticamente a España el vital petróleo y la importación de cereales y otros productos,  dejando al país a medio gas. Pero los boicots, presiones y chantajes fueron progresivamente sorteados con notable habilidad y prudencia. La red de pantanos, planeada desde la dictadura de Primo de Rivera pero nunca cumplida,  iría cambiando el paisaje agrario español, junto con una repoblación forestal de las más exitosas del mundo. También  se construyeron industrias antes inexistentes, que, aunque poco competitivas inicialmente en el ámbito internacional, una vez derrotado el aislamiento apoyaron el desarrollo  de los años 60-75, y sin las cuales este habría sido menos espectacular. En las  condiciones de los años 40, la autarquía era inevitable, y dio un resultado calificable de excelente si se tienen en cuenta las tremendas contrariedades de aquel tiempo.

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