El inmenso fraude de las “fosas del franquismo” nos obligan a pagarlo a todos. Es una mentira “norcoreana”, que no debiera existir en una democracia. “Una hora con la Historia”, dedicado a combatir la “memoria antihistórica” no está subvencionada. Depende del apoyo voluntario de sus oyentes: escúchelo y difúndalo https://www.youtube.com/watch?v=8uprMK8nvi4
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Parece que tu visión nueva sobre aquella época, en tu novela, no ha cundido, quiero decir que parece agotada antes de tomar un poco de vuelo.
Aún es pronto para decirlo, pero sí, es muy posible. Ten en cuenta también que mis libros llevan muchos años silenciados en todos los medios de masas y en la universidad. Las reseñas que ha habido, todas en blogs, han sido muy favorables, por la trama, los personajes y el relato en sí, pero sin referencias a la época. Fíjate en que las reseñas de La Colmena y otras por el estilo siempre se ponen en relación con su época, como un reflejo de ella, cosa que solo lo son muy parcialmente. Y la visión que se ofrece, en general, de los años de la guerra y la posguerra no puede ser más lúgubres. En ese sentido, Sonaron gritos va contra la corriente. En ese sentido y en la concepción misma de la novela.
Sin embargo sostienes que una novela realmente importante va mucho más allá de su época y de su entorno social, pues de otro modo solo interesaría a quienes vivieran en ella.
Sí, por supuesto. Pero la época es también importante, al menos en casos como este. En Años de hierro, que es un libro de historia, ya expuse cómo las enorme tensiones nacionales e internacionales hacen la vida de entonces mucho más interesante, no es un tiempo plano y vacío como se lo quiere presentar. Había, hay siempre, gente como la retratada por Cela, lo mismo que había otra llena de ánimo y dispuesta a trabajar o a luchar, uno puede pensar en los de la División Azul, pero había mucho más. La Falange ha sido muy calumniada, pero en conjunto hizo una gran labor social aquellos años, en condiciones muy difíciles. Su ideología, sin embargo, era de ocasión, una ocasión crítica en toda Europa, no solo en España. Era una ideología de guerra en unos tiempos de crisis profunda del liberalismo y de auge comunista. Pero pasada la etapa bélica, y mientras se afianzaba la paz en España, su estilo y llamamientos iban quedando desfasados. Quedaba el intento de aislar y hambrear a España, pero eso, una vez consolidado el régimen, era más labor de diplomacia que de epopeyas.
¿Por qué una época por su propia naturaleza tan dada a la épica ha dejado en cambio una impresión de aburrimiento, represión y tristeza?
Ya lo he dicho: quienes han escrito y estudiado sobre ella son fundamentalmente los antifranquistas, así que han impuesto su versión. Y la cultura franquista, aparte discursos algo acartonados, era en realidad muy poco épica. La guerra había sido “fratricida”, muchos querían verla olvidada cuanto antes, y el catolicismo oficial le daba a todo ese aire “de cerrado y sacristía”, esa obsesión por el sexo y cosas por el estilo… La espada y la cruz no hacen una mezcla muy convincente. Para los católicos, la espada debía quedar muy en segundo plano y no ser alabada más que como algo que fue necesario, lamentablemente, pero se acabó. Lo que había que hacer era divulgar entre la gente un espíritu devoto lindante con la beatería o cayendo de lleno en ella. Los falangistas eran otra cosa, e hicieron alguna literatura interesante, pero pronto ese fueron inclinando a cierto lirismo y costumbrismo. El ambiente en España siegue siendo muy poco épico. Y por otra parte es una literatura, también en el franquismo, en la que no se plantean problemas morales. Estos están resueltos de antemano. El interés y fuerza de la literatura o el cine useño, o de parte de él, por ejemplo, radica en que suele combinar la épica y los problemas morales. Un mal efecto del catolicismo, al menos el de decadencia, es que no tiene problemas reales, porque está en posesión de la Verdad. Claro que a mucha gente no le convence, pero es curioso cómo la literatura enticatólica suele adolecer de los mismos defectos.
¿Llamarías épica a tu novela ? ¿Qué entiendes por eso?
Sí, es épica en cuanto trata de la guerra. La guerra plantea enormes problemas morales. La Ilíada, por ejemplo, está llena de ellos, expuestos con auténtica genialidad. Los protagonistas de Sonaron gritos se ven arrastrados pero al mismo tiempo la quieren. Bien, muchos querían la guerra entonces, unos porque creían estar a punto de conquistar una sociedad maravillosa que solo necesitaba aplastar a quienes se le resistían, y otros porque estaban resueltos a defenderse de ellos. Por otra parte los conflictos internos de la gente adquieren una intensidad especial en situaciones en que no están en juego tales o cuales intereses particulares, sino la misma vida, la misma subsistencia. Se arriesga la vida propia del mismo modo que se busca acabar con la del enemigo, y tanto una cosa como la otra lleva al límite los presupuestos éticos. Pero en esta literatura, los condicionantes éticos deben estar implícitos casi siempre, aunque entre los dos protagonistas afloren ocasionalmente en discusiones. Por encima de las dudas está cierta voluntad de raíces difusas. Pero las dudas persisten siempre.
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