El último desafío del franquismo / Hugh Thomas y los hispanistas

**Una hora con la Historia trata de desmitificar el pasado para clarificar el presente.  No es un programa de simple ilustración: https://unahoraconlahistoria.es/ 

**Blog I: “Estúpidos y canallas”. Los delincuentes del Congreso deciden exhumar los restos de Franco: http://gaceta.es/pio-moa/estupidos-canallas-10052017-2007

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Me pregunta un periodista sobre el día del entierro de Franco. Para los antifranquistas de entonces fue un día de preparación para una nueva etapa de lucha contra un “fascismo” que iba a intentar perpetuarse con disfraz “democrático”. Los antifranquistas éramos pocos, y fundamentalmente comunistas y terroristas, con lo que puede entenderse qué significaba la democracia para nosotros. Los antifranquistas que podríamos llamar de pandereta, siempre ruines, lo festejaron en sus casas con alguna copa de champán. Para la inmensa mayoría fue una jornada triste y solemne, con cierta inquietud porque la figura de Franco era un referente de estabilidad y muchos temían que la paz se rompiera. No fue así, porque el legado del régimen era tan cuantioso que ha podido resistir a la violencia terrorista y a la mezquindad, mediocridad y corrupción de la clase política del posfranquismo. Aunque dicho legado se halle cada vez más en peligro.

   Pero lo interesante es que, por lo dicho, por la paz que continuó y por las enormes colas que se formaron para despedir a Franco,  su entierro fue el último desafío a una Europa occidental siempre mezquina y moralmente miserable. Uno de los mayores servicios a España y a la paz fue la neutralidad de España en la II Guerra Mundial, de la cual fueron los Aliados, objetivamente, los máximos beneficiarios. Pero después, los vencedores de Alemania, comunistas y demócratas (más o menos) juntos, acosaron al franquismo de tal modo que muchos pensaron que iba a derrumbarse y no pocos insistieron en sacrificar a la Falange para complacer a aquellos vencedores. Franco los desafió manteniendo a la Falange y los demás signos del régimen, que se proclamó católico porque ese era el principal lazo de unión entre sus familias. Sus enemigos intentaron  destruir la paz de España tratando de llevarla a la hambruna masiva por medio del aislamiento internacional. Fracasaron, tanto en el hambre como en el aislamiento.  

    En el acoso al régimen destacaron unos países de Europa occidental, o sus gobiernos, que debían su democracia al ejército de Usa, y su prosperidad al Plan Marshall. Países que, como el francés, el holandés o el sueco, habían destacado en su colaboracionismo con los nazis. Por ello apoyaron moral y propagandísticamente al maquis, y periódicamente montaron o secundaron enormes campañas internacionales, a menudo orquestada por los comunistas, para acusar al franquismo de criminal porque juzgó y ejecutó al dirigente chekista Julián Grimau, a terroristas de la ETA y el FRAP, y en otras campañas semejantes. A todos aquellos montajes y a la hostilidad internacional hizo frente el franquismo, los desafió y nunca consiguieron doblegarlo. Ello solo fue posible porque la gran mayoría del pueblo español recordaba lo que había sido la guerra y a quiénes le habían salvado de las “delicias” del Frente Popular; y constataba como España se había convertido, entre otras cosas, en uno de los países de más rápido crecimiento del mundo, y en el país europeo con mejor salud social e internamente más pacífico. Esta es la realidad histórica, guste o no. Y desde hacía varios siglos, nunca España había sido tan independiente, tan dueña de sí misma y tan capaz de aceptar y superar retos. Así, el entierro del Caudillo fue  el último desafío de un régimen que había sabido vencer los – más que injustos delictivos–,  hostigamientos y provocaciones exteriores. Y a pesar de que tras el Concilio Vaticano II el régimen se había quedado prácticamente sin discurso, como he explicado en Los mitos del franquismo

 Ahora los delincuentes que se identifican a sí mismos con el criminal Frente Popular quieren saquear la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, para mejor poder vejar su memoria y sus restos. Creo que alguna vez tendrán que dar cuenta de sus fechorías, y espero que ese día no esté lejano.

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Leo en un comentario en El Español que Hugh Thomas, recientemente fallecido, se quejaba de que yo le acusara de desvirtuar la historia cuando él no solo compartía mi tesis de que la guerra civil la empezaron izquierdas y separatistas en 1934, sino  que incluso él se había adelantado a mí al respecto. La verdad es que lo que he dicho de Hugh Thomas es que ha escrito algunos libros valiosos sobre España, y su obra sobre la guerra civil fue en su momento un hito en la bibliografía extranjera, aunque había quedado superada con el paso del tiempo. Por otra parte yo nunca me he atribuido la primacía en establecer esa tesis, que ya Gerald Brenan expuso al describir la insurrección del 34 como “la primera batalla de la guerra civil”. Y otros han dicho cosas semejantes, entre ellos Hugh Thomas. Lo que yo he hecho fue demostrar y documentar la tesis de modo irrefutable por primera vez; no porque a mí se me ocurriera el primero. Como he demostrado el fraude de las elecciones de Frente Popular, corroborado por una investigación reciente y bastantes asuntos más.

    En diversas ocasiones he criticado a Thomas en algunos aspectos parciales (pueden verse en internet fácilmente), como en ciertas divagaciones sobre el GRAPO (http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/cartas-en-la-prensa-18443/)   o al atribuirse el descubrimiento de que las víctimas de la guerra civil fueron muchas menos que el mítico millón de muertos. En realidad, la cifra real ya estaba cuantificada con bastante aproximación en los años 40 por el demógrafo “franquista” Villar Salinas (https://www.piomoa.es/?p=876 ). Pero en general he manifestado un aprecio por su obra, la de Thomas, porque ciertamente es apreciable.

   El autor del comentario, Juan Carlos Laviana, es un caso típico de ese periodismo español semiculto, parlero, oficioso y servil hacia todo lo que huela a inglés. Así, nos cuenta que una serie de historiadores ingleses “nos enseñaron a mirarnos desde fuera” y “sabían más de nosotros que nosotros mismos”, citando como modelos al propio Thomas junto con John Elliott, Gerald Brenan, Ian Gibson, Raymond Carr y Paul Preston. Hace falta una ausencia de criterio pasmosa –aunque sea acostumbrada en el periodismo español— para poner juntos a todos ellos. Elliott y Thomas son unos hispanistas muy diferentes de los otros y desde luego muy superiores. Gibson (irlandés) y Preston son simplemente lamentables hasta un grado de manipulación casi cretina. Carr simplemente no es serio, y Brenan tampoco, aunque haya tenido aciertos como el mencionado sobre el origen de la guerra.

   Y, en fin, ciertos historiadores españoles, empezando por Martínez Bande, los hermanos Salas Larrazábal, Ricardo de la Cierva  y otros, son superiores a los hispanistas extranjeros en lo que se refiere a la guerra civil. Aunque no tengan la vitola de “progres” y “antifranquistas”, que parece el principal mérito de tantos.

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No se entiende la historia de España sin la de Europa, ni la de Europa sin la de España

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La necesidad de expulsar a la actual clase política

¿En qué se manifiesta la quiebra de la democracia española?/ Dos asuntos sobre los que se han vertido torrentes de tinta bizantina: en qué consiste España y cuál fue su origen:  https://www.youtube.com/watch?v=vsHKQTp2KBg

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Ud sostiene que existe una degeneración de la democracia en la Unión Europea y en Usa. ¿En todas partes un pueblo sano da lugar a una política enferma?

R. No me haga decir lo que no digo. Una política corrupta y falsa, más unos medios de masas corruptos y manipuladores, terminan por enfermar a la sociedad. Aquí y fuera. Aunque yo creo que aquí más que en otros países. En Francia o Alemania no tienen unos políticos que alienten y financien los separatismos; no tienen unos políticos que no solo toleren una colonia en su suelo, sino que la engrandezcan y presenten al colonizador como amigo y aliado; son, en general, menos corruptos, aunque también; sus oligarquías todavía tienen algún patriotismo, aunque sea en gran parte falso; y hay otras diferencias, aunque todas esas oligarquías coincidan en la ideología de género, el abortismo, el multiculturalismo, que quiere decir desplazamiento del cristianismo, en la islamofilia y la inmigración incontrolada… También coinciden en la dependencia de Usa, aunque eso en ellos está más justificado. Como he dicho, deben su democracia al ejército useño y su prosperidad o el origen de ella al Plan Marshall. Es una deuda gigantesca que implica un grado muy considerable de sujeción a los intereses de Usa, cosa que a nosotros no nos incumbe. Pero nuestros políticos se comportan como si España lo debiera todo a Usa y a la UE… Es increíble.  En Una hora con la Historia vengo insistiendo en ello.

En Los mitos del franquismo usted mantiene que el franquismo dejó un pueblo sano. Por tanto, la clase política del franquismo, que según usted hizo la democracia, traicionó de algún modo al pueblo.

R. Vamos a ser serios. El franquismo dejó un país próspero, que se había reconstruido con sus propias fuerzas. Y un país en que los odios de la república estaban olvidados y superados para la inmensa mayoría, salvo algunos reductos de comunistas y terroristas. La democracia no podía venir de la oposición al franquismo, como he explicado en el libro que usted menciona, sino del propio franquismo, y es asombroso que mucha gente haya sido confundida por la retórica antifranquista. Entonces, gracias a unas libertades que no les debían nada, separatistas, socialistas y otros volvieron a la carga y utilizaron las facilidades de la democracia, vamos parasitaron la democracia, para volver a las viejas retóricas, a los viejos odios, y denigrar al régimen anterior. Se diría que antifranquismo y democracia eran sinónimos, cuando el franquismo no tuvo necesidad de perseguir a los demócratas, los poquísimos que había, bastantes de ellos harto frívolos también. Y la clase política salida del franquismo, vamos, la clase frívola, aceptó aquella estúpida identificación de antifranquismo y democracia. ¿Por qué fue posible? Porque el franquismo se quedó sin discurso ideológico después del Vaticano II. Y lo que surgieron fueron chisgarabises tipo Suárez y muchos más, también Juan Carlos, que jugaron a congraciarse con la izquierda y los separatistas, aceptando aquella retórica falsaria. Hasta llegar a la ley de memoria histórica de Zapatero, una ley de corte totalitario y prochekista, que deslegitima a las derechas salidas del franquismo, a la transición salida del franquismo y a la monarquía salida del franquismo. La izquierda presenta a sus abuelitos como víctimas, falseando los hechos, pero la derecha es peor: escupe literalmente sobre las tumbas de sus abuelos, sobre los que salvaron al país en una crisis extrema. La degradación intelectual, moral  y política de la derecha ha llegado al punto de que Juan Carlos firmase la ley que le deslegitima y elogiase al majadero que la hizo, o que Aznar condenase el levantamiento del 18 de julio, absolutamente legítimo, contra un Frente Popular realmente criminal y salido de un fraude electoral desvergonzado. La izquierda jugó a falsificar el pasado y la derecha a olvidarlo, es decir, a privar a los españoles de su  historia, lo cual es mucho peor. ¿Se entienden las raíces de esta democracia fallida?

Por consiguiente, usted no deja resquicio a la esperanza para lo que usted y la extrema derecha desean. Eso animará a lo demócratas.

R. Usted siempre está con el mismo discurso. Hoy, la política se ha degradado tanto que las palabras han perdido su sentido. ¿Qué significa democracia, centro, fascista, moderado, extrema derecha, europeísta, liberal… Son términos que cada cual utiliza dándoles el sentido que le da la gana. Por eso, cuando los empleamos es preciso explicar qué queremos decir con eso. Funcionan, ya digo, como palabras mágicas a gusto del consumidor. Pero el problema que usted plantea, si bien confusamente, es cierto y decisivo:  ¿qué puede hacerse en España con una clase política corrupta, intelectualmente vacua, moralmente perversa y políticamente hispanófoba? Hispanófoba porque, observe usted, toda ella es europeísta, un europeísmo beatamente admirador de una Europa de la que ignoran casi todo, y un desprecio implícito y equivalente hacia España, de la que no ignoran menos.  Sí, ese es el gran problema: una clase política creada en la transición y que no ha corregido los muchos y graves yerros con que se hizo, sino que los ha agravado. Por eso la tarea real es desplazar a esa clase política, que desde luego defenderá sus chiringuitos con uñas y dientes, y sustituirla por otra más patriota, más democrática, más ilustrada  y menos, mucho menos corrupta. Y por clase política entiendo los cuatro partidos más los separatistas, que van juntos y en la misma dirección, como le expliqué.

Pues me temo que eso no llegará usted a verlo

R. Es posible, y es posible que lo vea, porque la historia suele dar giros bruscos e imprevisibles. Claro que esos giros pueden conducir a algo malo, como ya le dije. Por mi parte, trato en la medida de mis fuerzas de contrarrestar intelectualmente las tendencias actuales. Si usted se fija, verá que mis libros abordan problemas clave desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, los separatismos. La decadencia cultural de España es de tal calibre que, siendo una amenaza crucial para España, no existía ningún estudio que abarcase a los separatismos vasco y catalán de conjunto y en relación con la evolución política de España desde la crisis del 98. No existía. En Una historia chocante y en Los nacionalismos vasco y catalán en la guerra, el franquismo y la democracia, he tratado de explicar los orígenes y evolución de ese problema, del que la gran mayoría de los políticos… e intelectuales, por cierto, tenían y siguen teniendo una ignorancia supina, más allá de cuatro tópicos sobados.

    Otro ejemplo: en mi trilogía sobre la república y la guerra civil y en Los mitos de la Guerra Civil  creo haber dejado bien claro cómo se gestó aquel conflicto y cómo se desarrolló en varias etapas, primero la revolución del 34, luego el Frente Popular formado por los rebeldes de entonces, luego el fraude electoral de febrero del 36 y finalmente el curso de una guerra que fue también muy demostrativo de lo que estaba en juego. Porque estaba en juego nada menos que la supervivencia de España como nación, de la cultura cristiana, base de la occidental, de la propiedad privada y de una serie de valores básicos, más básicos que la democracia.

Que lo ha dejado claro lo dice usted, pero lo desmienten muchos otros

R Ja, ja, estamos en lo de siempre: cuando un tonto sigue una linde… Mire, le repito lo mismo: esos señores nunca me han desmentido, ni siguiera han discutido seriamente mis tesis. Yo sí les he rebatido, una y otra vez, a cada uno. No han aceptado el debate porque simplemente no podían. Pero déjeme seguir: muchos dicen que ya está bien de hablar de la guerra, y yo digo:  ya estaría bien si la cuestión estuviera clarificada. Y lo está desde el punto de vista intelectual, pero no desde el de la propaganda y los medios de masas. Por lo que sigue envenenando la política española. Por lo que sigue en la base de la quiebra de esta democracia. Por poner un caso simple: que las elecciones del Frente Popular fueron un fraude es algo que nadie puede seriamente discutir hoy. Y sin embargo ese fraude sigue siendo la raíz y la savia de los discursos de los políticos y partidos actuales, incluidos los de derecha, incluido un PP que se ha atrevido a condenar el 18 de julio. Si eso no cambia, la corrupción política, la corrupción de la actual clase política, una corrupción que es mucho más que económica, seguirá pudriendo a la sociedad. Pero no son esos los únicos temas que he abordado en mis trabajos…

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La fuerza o la divinidad / En Francia no se ha resuelto nada.

La reflexión más elemental nos demuestra que no existimos, como individuos ni como especie, por nuestra voluntad o consciencia; que no somos como somos, física o psíquicamente,  ni tenemos la razón, la voluntad o las inquietudes que tenemos porque nosotros lo hayamos decidido;  que la muerte nos espera, y tampoco por nuestra decisión. Etc. Es decir, en el fondo de la condición humana existe una incertidumbre radical y la angustia correspondiente. Percibimos fácilmente, aunque en general de forma vaga, la presencia de una llamémosle fuerza o voluntad  absolutamente superior a nosotros, que determina nuestra existencia y su sentido (o sinsentido).

   Entonces viene la elección, motivada por la angustia: ¿consideraremos esa fuerza como tal, como algo radicalmente ajeno e indiferente al hombre y su destino, una fuerza o voluntad para la cual el ser humano no representaría nada? O más bien debemos creer que ella está comprometida de algún modo con nosotros, que es una voluntad benéfica, que nos ama y orienta, una divinidad, en suma? La primera opción priva de cualquier sentido nuestras vidas y actos, y aumenta la angustia hasta hacerla insoportable. La segunda calma la angustia, aunque nunca por completo, porque los llamémosle designios de la divinidad nunca resultan inteligibles a nuestra razón, a nuestra consciencia, o solo muy parcial y equívocamente. Pero, en fin, la opción por la divinidad en lugar de la fuerza ejerce un efecto calmante. Y es una elección un poco a ciegas, porque nuestra razón nunca llega a justificar plenamente una opción o la otra.

   Existe una variante que consiste en divinizar al propio ser humano y sus capacidades, una especie de autoadoración, que repugna más todavía a la razón pero afirma partir de ella. Creo que el fondo de las ideologías es esta última salida.

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El panorama francés, después de las elecciones, es la de una creciente descomposición del sistema actual, que se intenta sostener a toda costa con métodos de tendencia totalitaria. Concretamente, mediante la uniformidad de los grandes medios de masas. Esto tiene la mayor importancia, porque degrada la libertad de expresión y las libertades políticas en general. En Francia, como en Usa, los medios han defendido casi unánimemente  al candidato que podríamos llamar “oficial del sistema”.  Lo han hecho además prodigando la manipulación y la mentira. En Usa fueron derrotados, al menos de momento, y en Francia no, o todavía no.   

  El funcionamiento democrático consiste en gran medida en la lucha por la opinión pública, es decir, tanto por convencerla  con diversas promesas como por crearla, haciendo que determinadas promesas o ideas generales resulten atractivas. Con ello, un partido, es decir, una oligarquía parcial, puede ganar las elecciones y sostenerse en el poder más o menos tiempo. Pero la opinión pública nunca es ganada de una vez para siempre, tampoco en  los sistemas totalitarios, que no obstante pueden tener temporalmente un apoyo popular muy superior al de cualquier partido democrático. En  una democracia siguen actuando diversos partidos y camarillas, con lo que la opinión oscila.    

    Los medios, intelectuales y partidos hoy predominantes dicen sostener “valores europeos”, pluralistas y demócratas. Pero su pluralismo ha quedado de manifiesto en estas elecciones. Y si concretamos los “valores europeos” vemos que no son precisamente europeos, que no se inscriben en ninguna tradición europea, sino precisamente en lo contrario: ideología de género, abortismo, homosexismo, multiculturalismo, anticristianismo, islamofilia, destrucción de las identidades nacionales, etc. Son valores de descomposición que, efectivamente, están descomponiendo las sociedades y que para sostenerse precisan utilizar métodos cada vez menos democráticos. Afortunadamente están suscitando reacciones que, es de esperar, frenen ese proceso.  

   Dejo de lado otros aspectos del asunto como el papel de Francia en una UE que quería fundarse en el eje París-Berlín, con Alemania como motor económico y Francia como motor político, y las demás naciones un tanto satelizadas. Esto nunca fue aceptado por Inglaterra, que siempre mantuvo un pie fuera. Y Alemania se ha convertido en el núcleo no solo económico sino también político, aunque más disimuladamente, en perjuicio de Francia. Creo que en todo este designio nuestro interés real se parece al de Inglaterra. A menos que queramos convertirnos en un país satélite, posición hacia la cual no cesan de dar pasos nuestros infames gobiernos, sean del PSOE o del PP.

**Leo que las bandas de delincuentes asentados en el Congreso han cometido una nueva fechoría votando la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos.  O España y la democracia se libran de esa clase política corrupta, proetarra, proseparatista y antiespañola,  o esa clase política acabará con la libertad y la propia España. A esto hemos llegado. Algún día tendrán que pagar sus delitos.

** Aquilino Duque: http://www.elmundo.es/opinion/2017/05/06/590cc198e2704e7e088b462b.html

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Instituto Francis Drake, de colonización de España

 ¿Es posible y conveniente la neutralidad de España en un mundo cada vez más inseguro y turbulento? / Las falsedades sobre Guernica, un ejemplo clásico de descarada distorsión y manipulación propagandística hasta nuestros días: https://www.youtube.com/watch?v=tYPByXslGB4&t=8s

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  Leo en LD que Juan Carlos I pensó en regalar Melilla a Marruecos e internacionalizar Ceuta.  Yo sabía algo de eso por Sabino Fernández Campo, que me explicó cómo había asistido a una reunión entre Juan Carlos y Hasán II, en la que este había abordado la cuestión de Ceuta y Melilla, y  el español había comentado que los marroquíes podían introducir en las dos ciudades a gente suya y que cuando fuera mayoritaria ya se vería. Sabino no mostraba un aprecio excesivo por el monarca, y me invitó a comer un par de veces. Desgraciadamente yo soy a veces bastante obtuso, me ocupaba casi en exclusiva por la guerra civil  y no tomé notas de los datos concretos que se me ofrecían. De todos modos, lo que digo es verdad, y viene corroborado por la información de LD (http://www.libertaddigital.com/espana/2017-05-04/el-rey-juan-carlos-admitio-la-posibilidad-de-ceder-melilla-a-marruecos-en-1979-1276598268/). Según Juan Carlos, en conversaciones con un senador useño, la entrega de Melilla disgustaría al ejército, pero el malestar “solo duraría dos meses”.

    La nota de LD reseñaba un libro escrito por Charles Powell con el título El rey de la democracia, en el que hacia una “valoración extraordinariamente favorable” de la contribución de Juan Carlos a la proyección exterior de España. Para entender el fondo del asunto conviene entender que Powell, como su nombre indica, es inglés de formación y supongo que de nacionalidad, pese a haber nacido en Madrid, y que su punto de vista es precisamente el de los intereses ingleses. Es decir, los intereses del Imperio de Gibraltar, para los cuales lo ideal es una España débil y sumisa a los designios de Londres y Washington. Y en efecto, eso es lo que ha ocurrido desde una democracia que ya empezó con serios defectos, involucionando desde entonces hasta convertirse en una democracia fallida hoy. Esto, sin embargo, no es malo para los intereses anglosajones. España tiene una posición geoestratégica muy importante, y cuanto más débil e internamente dividida, más manejable.

   Powell dirige el llamado Real Instituto Elcano, bilingüe con preferencia por el inglés, y anglosajón por sus concepciones, a pesar de su nombre. Un “think tank” o fábrica de ideas para dirigir a las élites políticas e intelectuales españolas, con apoyo institucional, es decir, subvenciones del estado español. El Instituto se dedica a orientar la política exterior (e interior, implícitamente) de España en función de los intereses y concepciones del mundo de Londres. Es una de las muchas injerencias de Inglaterra en los asuntos españoles, que ejercen una verdadera colonización cultural y política, apoyada por una clase política cuyos rasgos fundamentales son la frivolidad, la incultura, la ausencia de patriotismo y la corrupción, como es fácil observar. En tuíter he señalado que sería mucho más adecuado titular a esa fábrica Francis Drake Institute, tanto por su orientación como por su piratesca usurpación de un nombre ilustre en la historia de España.   Ciertamente tenemos una democracia fallida, que en lugar de robustecer al país lo está debilitando, destruyendo su soberanía e independencia, disgregando e impidiendo la convivencia en paz y libertad.

   El argumento que emplean Powell y tantos más es que con Franco España estaba “apestada”  y aislada en el ámbito internacional. Nada más lejos de la verdad. Países comunistas, anglosajones y otros, más o menos democráticos, intentaron apestarla, aislarla y hambrearla después de la II Guerra Mundial, pero fracasaron. Al final tuvieron que tragar.  España entró en la ONU incluso con el voto de la URSS y fue reconocida por todos los países excepto por los pocos que el franquismo no tuvo interés en reconocer, como la URSS o Israel, que tan mal había pagado el salvamento de judíos por el franquismo en la guerra mundial. Méjico fue casi el único que rehusó reconocer al franquismo, y con buenas razones: temía se le exigiesen cuentas del tesoro de Vita, fuente de tantas corrupciones en aquel país.  España desafió y venció los intentos de aislamiento y desprecio por parte de los países de Europa Occidental, sobre todo de los que más habían colaborado con la Alemania nazi, y que no dudaron en apoyar el comunismo y el terrorismo en España. Países que debían su democracia al ejército useño y su prosperidad al Plan Marshall, mientras que España, la España franquista, se lo ha debido todo a sí misma. Lo he señalado en Los mitos del franquismo y conviene recordarlo insistentemente, frente a la falsificación permanente de la historia.

   Así,  la “proyección internacional” de España, tan loada por los Francis Drake y casi toda nuestra casta política ha consistido en la entrega del Sáhara a Marruecos, en la conversión de Gibraltar en un emporio para Inglaterra, en la “entrega de grandes toneladas de soberanía” a diestra y siniestra, en la creciente relevancia internacional de los separatismos, en la actuación como peón de brega de intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno, en una auténtica colonización cultural y política por intereses anglouseños, entusiásticamente servida por unos políticos oficiosos y despreciables, uno de cuyos personajes relevantes ha sido Juan Carlos. Etc.  Gran motivo de orgullo.

   He dicho a menudo que, dadas las experiencias nefastas de las dos repúblicas, la monarquía solo podía caer, como en 1931, por la acción de los propios monárquicos. Juan Carlos, personaje frívolo, inculto y con escasos valores morales, que todo lo debe a Franco, como en alguna ocasión confesó, ha firmado su propia ilegitimidad en la ley “de memoria histórica”. Y a continuación obsequió al autor de esa infame y totalitaria ley con los mayores piropos que haya dedicado a cualquier gobernante desde la transición. Todo esto, evidentemente, es bueno para Inglaterra y Usa, pero creo que es para España el camino a la sepultura. Si no reaccionamos a tiempo.

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Sin Plan Marshall, España se reconstruyó brillantemente. Sin deber nada a Usa como el resto de Europa occidentalpic.twitter.com/rUPtw9Fdlf

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España, país enfermo de falsedad histórica.

¿Es posible y conveniente la neutralidad de España en un mundo cada vez más inseguro y turbulento? / Las falsedades sobre Guernica, un ejemplo clásico de descarada distorsión y manipulación propagandística hasta nuestros días: https://www.youtube.com/watch?v=tYPByXslGB4&t=8s

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Lo de la democracia fallida son palabras mayores. Suena muy fuerte

R. ¿Es fuerte? La realidad es fuerte. Preste atención a los hechos y deje de lado las retóricas. En España se persigue la libertad de expresión y de conciencia, y mucha gente se autocensura cuando tiene que hablar del homosexismo, del aborto, de la ideología de género, y otros temas tabú  en los grandes medios de masas. Constantemente asistimos a un verdadero festival de manipulación y ocultación de informaciones en los grandes medios, que así deforman la opinión pública. Son silenciados deliberadamente temas  cruciales como el que venimos tratando sobre la política exterior española, las acciones de la OTAN o Gibraltar, o sobre las derivas políticas de la Unión Europea, que se presenta cada vez más como antieuropea, según vengo exponiendo casi desde un gueto. España es el único país del mundo en que los gobiernos centrales  apoyan los separatismos y los financian con dinero público, es decir, con dinero de todos. Una organización terrorista, la ETA, ha sido rescatada de la ruina por un gobierno, reconociendo así sus asesinatos, de forma implícita pero indudable, como un modo de hacer política;  un modo premiado con legalidad, dinero público, proyección internacional, influencia institucional, liberación de presos etc. En España la justicia se halla mediatizada por los grandes partidos y desprestigiada en la opinión popular, un hecho gravísimo. Se cultiva una grosera falsificación de la historia que intenta imponerse por ley, al modo de los países más totalitarios, y que ensalza como víctimas a asesinos sádicos del Frente Popular. En España el idioma y la cultura españolas sufren un constante acoso y desplazamiento en diversas regiones, declarado allí idioma no propio, opresor, en favor de lenguas regionales minoritarias en esas mismas regiones. Y sufre acoso y desplazamiento en el conjunto del país a favor del inglés, considerado como “lengua superior” ya desde la enseñanza en muchos lugares. También en el ejército se está creando una situación de bilingüismo español-inglés, con el inglés como lengua superior. Tenemos un ejército dedicado a operaciones en el exterior por intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno, un ejército cipayo en definitiva, con Gibraltar como clave de la verdadera situación. España no es el único país europeo, pero sí el más entusiasta, en la entrega fraudulenta de soberanía a la burocracia de Bruselas y al mando de la OTAN. Hoy la soberanía ya no reside en el pueblo, como reza la Constitución sino en esos instrumentos ajenos de mando y en una oligarquía propia española que la entrega o vende por “grandes toneladas”, como decía un ministro. Como si la soberanía fuera una propiedad de esos partidos y políticos en lugar de estar ellos a su servicio… Y así podríamos seguir desgranando fenómenos que se han venido asentando como hechos consumados y que no corresponden a ninguna democracia concebible. No por casualidad la corrupción resulta una de las señas de identidad  más definitorias de toda una clase política. Una clase política y mediática por lo demás frívola, antipatriota, inculta, irresponsable, ajena a los intereses del país y  a todo sentido del deber hacia él.

Pero existe pluralidad de prensa y de partidos, y el voto es libre.

R.  Lo que he señalado son hechos reales, no acusaciones arbitrarias. Pero es que, hablando de los partidos, se da el caso de que los cuatro partidos con mayor presencia mediática, así como los separatistas, operan  ideológica y políticamente como si fueran uno solo: todos ellos son hispanófobos o indiferentes a España; entienden el europeísmo como una huida o disolución de la nación; profesan la ideología de género, el abortismo, el homosexismo, el multiculturalismo; impulsan una peligrosa  inmigración islámica; muestran un anticristianismo más o menos intenso; ninguno critica o debate la integración en una OTAN que siembra el caos en países cuya estabilidad nos interesa al máximo; todos aceptan con naturalidad una colonia en nuestro territorio, o la entrega de soberanía a Bruselas… Los cuatro más los separatistas, repito, operan, operan como un partido único, con diferencias de matiz, y marchan en la misma dirección. Hemos visto cómo Podemos y PP comparten lo esencial y se apoyan mutuamente. Con los grandes medios de masas ocurre lo mismo. Lo hemos visto, y no solo  en España. Lo hemos visto en Usa, lo estamos viendo de Francia. ¿Dónde está el pluralismo? Esto hace del voto una verdadera farsa. Por todo esto puede explicarse el país como una democracia fallida. Sí, esa es la realidad, guste o no.

 Entonces, ¿por qué esos partidos reciben el voto de millones de ciudadanos? ¿Son todos idiotas?

R. Sí, se nos dice que todo esto es democracia, porque esos partidos, esa clase política,  no surge fuera de la sociedad, sino de ella, recibe de ella votos para gobernar, y por tanto representa a esa sociedad. Parece como si en España democracia equivaliese a corrupción, a tendencias totalitarias, a liquidación progresiva de la propia nación española. Recuérdese que una dinámica parecida se desarrolló en la república, y que los partidos que integraron el Frente Popular, unos totalitarios, otros separatistas, otros golpistas, algunos racistas y casi todos corruptos, pretendían defender la democracia: ellos representaban la libertad y al pueblo; es más, ellos eran el pueblo. Y no es casual  que esta versión de la historia, fraudulenta de arriba abajo, sea la raíz nutricia de lo que ahora llaman democracia, pues en esa versión de la historia se basa  el grueso del discurso político compartido hoy por izquierdas y derechas, por todos esos partidos. En realidad la democracia, en boca de políticos y periodistas, con pocas excepciones, es solo una palabra mágica que cada cual interpreta a su conveniencia. Ninguno de ellos tiene un pensamiento democrático algo consistente, como no tiene tampoco una noción del pasado y la continuidad histórica de España, o la tiene falsa. Pero son ellos los que orientan y mandan sobre la sociedad. Y por eso la política se convierte cada día más en un esperpento que pudre a toda la sociedad. Un fenómeno degenerativo que ocurre también en la Unión Europea. No es que los ciudadanos sean idiotas, sino que están sometidos a un bombardeo propagandístico brutal, y uno de sus aspectos es precisamente la falsificación histórica. España es un país enfermo de falsedad histórica, por eso hoy por hoy el futuro parece la alternativa entre disgregación en pequeños estados ridículos e impotentes, y la disolución en Bruselas y la OTAN. No debemos aceptar ese dilema.

Parece usted muy pesimista. ¿Cuál  sería a su juicio la solución?

En el libro La guerra civil y los problemas de la democracia, publicado hace un año en Ediciones Encuentro, abordé estas cuestiones: cuáles son las condiciones de una democracia sana y su relación con la guerra civil y el franquismo, cómo ha evolucionado el sistema desde la transición, etc. Y cómo no es cierto que los políticos reflejen a la sociedad. Por el contrario, ellos moldean a la sociedad en mayor medida que son moldeados por ella. El funcionamiento democrático es en gran medida una lucha por la opinión pública. Los políticos y partidos tratan de formarla y adaptarla a sus intereses utilizando los medios de masas u otros medios. Esto es legítimo en principio, pero deja de serlo cuando se socavan los fundamentos mismos de la soberanía y la convivencia en libertad como ocurre hoy masivamente. Cuando la socavan unos partidos que en lo esencial son un partido único, en nombre de la democracia pero contra ella.

   Lo que debemos plantearnos, en realidad, es lo que usted dice, cómo salir de ahí, porque o esa clase casta o chusma política pierde su poder, o la democracia y la propia España van al desastre. En Usa, Trump ha logrado vencer a todo ese “gobierno profundo” político-mediático. En España estamos todavía lejos, aunque se observa un fastidio creciente en mucha gente, pero no aparece ningún partido con el liderazgo y el discurso adecuados para encauzar la situación. De momento no aparece. Confío en que aparecerá. Una de las tareas indispensables es la desmitificación del pasado para clarificar el presente. Antes le comenté los increíblemente exitoso que había sido el franquismo  comparado con cualquier otro régimen de los últimos dos, incluso tres siglos. Es obvio que el franquismo no puede volver. Ahora bien, ¿qué podemos aprender de él? No basta con restablecer la verdad sobre aquella época histórica. Parte de la tarea necesaria es analizarla y aprender de ella en la medida de lo posible. Siempre insisto en esto, frente a la beatería europeísta, y quiero repetirlo: Europa occidental debe su democracia al ejército useño y su prosperidad inicial al Plan Marshall, mientras que España se los debe a sí misma. Y un antifranquismo “estúpido y canalla”, por citar a Marañón, está echando a perder todos sus logros.  Así que ya sabemos algo de lo que tenemos que hacer.

 

La mayoría, empezando por muchos profesores universitarios, tiene ideas falsas sobre historia de España: pic.twitter.com/OxBMnbqIOO

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