Lo que Europa debe a la España franquista

**A partir de hoy creo que estará en librería EUROPA, una introducción a su historia

**Cita con la Historia tratará el próximo domingo de lo que Europa debe a la España franquista, que comienza así:

Hace dos sesiones abordamos el tema de lo que, en general, Europa debe a España. Ahora vamos a ir retrocediendo desde el presente. Cuando hablamos de España en la época del supuesto fin de la historia, ya indicamos cómo la posición de nuestro país en la OTAN y en la UE era extremadamente insatisfactoria, condenándonos a participar en aventuras bélicas y políticas por intereses ajenos y bajo mando ajeno. España va perdiendo personalidad y confundiéndose en un magma de gobiernos y países con orientación en muchos aspectos totalitaria, que pretenden regular hasta los sentimientos de las personas, como ya vimos también al hablar de la UE en el fin de la historia. Como puede observarse, la política exterior, parte esencial de la soberanía de un país, no existe propiamente en España, ni siquiera entra en los debates electorales, pese a derivas muy preocupantes. Es una política extremadamente provinciana, y no puede decirse que el país aporte hoy nada especial a Europa, salvo carne de cañón y dinero, así como colaboración totalmente acrítica y sumisión a los dictados de la UE.

   Otra cosa fue, sin embargo, el franquismo, cuando España sí hizo grandes aportaciones a Europa, como veamos a ver hoy, aunque sea de modo esquemático. Algo que nadie se ha planteado hasta ahora, pero que esperamos dejar claro.

   El franquismo nace de la guerra civil, y esta no fue un conflicto entre demócratas y fascistas, como a menudo sigue diciéndose, sino entre revolucionarios totalitarios y separatistas, por un lado, y partidarios de la unidad de España, de la cultura cristiana, de la propiedad privada y de la familia tradicional, por el otro. El triunfo de los nacionales no significó solamente un éxito para el bando nacional, sino también para quienes defendían aquellos valores también en el resto de Europa, pues su derrota en un país como España habría tenido consecuencias sobre el resto del continente.  

   En Introducción a la historia de Europa, y en La guerra y los problemas de la democracia, he examinado la crisis de la democracia liberal entre la I y la II guerras mundiales, crisis manifiesta en movimientos marxistas y fascistas que arrastraban a las masas en muchos países. España fue una de las naciones  donde dicha crisis se hizo más profunda durante la II República, de modo que la posibilidad de una revolución totalitaria de tipo comunista, aunque abanderada por el PSOE, se volvió cada vez más real e inminente. Debemos entender que la victoria de los nacionales no estaba predeterminada. La guerra pudo haber seguido otro curso y haber ganado el Frente Popular. Ello fue posible en dos momentos: al principio, cuando los recursos financieros, industriales y militares quedaron con abrumadora superioridad en al bando del Frente Popular. Recordemos que las reservas del Banco de España, las concentraciones de fábricas de Barcelona y Vizcaya, las mayores ciudades, dos tercios de la marina y la aviación, así como de las fuerzas de seguridad, mejor entrenadas que las de recluta, y casi la mitad del ejército de tierra  y el grueso de las municiones, quedaron en manos del Frente Popular al fracasar el golpe de Mola. En tal situación fue perfectamente posible que los alzados se dieran por vencidos y abandonaran la empresa. Mola estuvo muy cerca de hacerlo, aunque se mantuvo gracias al éxito de Queipo de Llano en Sevilla, pero aun así todo era extremadamente precario. Sin la decisión y energía de Franco, la guerra se habría perdido antes de empezar.  En Los mitos del franquismo, al analizar a Franco como figura militar, ya señalé este dato obvio, que casi ningún historiador toma en cuenta: la inmensa mayoría de los generales de cualquier país habría tirado la toalla al encontrarse de entrada en tal situación.

   La segunda ocasión fue el fracaso de los nacionales al llegar a Madrid. Se trataba de columnas numéricamente débiles, sin casi armamento pesado, frente a un ejército mucho más perfeccionado que las unidades milicianas, dotada de tanques y aviones técnicamente superiores, suministrados por los soviéticos, y con inagotable capacidad  teórica de movilización gracias al millón de habitantes de la ciudad. Las tropas atacantes podían haber sido embolsadas y destruidas, y de hecho la maniobra fue intentada por tres veces. De haber tenido éxito, y la superioridad material debiera haberlo permitido, el ejército de África, habría sido eliminado. Ese ejército era el nervio del esfuerzo de los nacionales, y al Frente Popular solo le quedaría ir aplastando, con mucho mejores perspectivas, al resto de las fuerzas sublevadas No lo consiguieron, y después ya no volvieron a tener una oportunidad clara, solo la de resistir, pensando en provocar una intervención directa de Francia o que la guerra europea que se iba precisando le salvase  mediante una invasión de Francia y de Inglaterra.

   Bien, si la guerra la  hubiera ganado el Frente Popular, el continente se habría encontrado en una situación muy difícil. En un extremo la Unión Soviética que se estaba convirtiendo aceleradamente en una gran potencia industrial y militar y organizaba un verdadero ejército político revolucionario, la Komintern, que actuaba en casi todo el resto de Europa. En el otro extremo quedaría una España asimismo sovietizada, eufórica por la victoria y con el mismo impulso mesiánico y expansivo de la Unión Soviética. Tal situación habría impulsado una radicalización de las masas en Francia, dotada de una democracia precaria, envuelta en escándalos de corrupción y que también vivía una situación social próxima a la guerra civil. Y Francia venía a ser el corazón de Europa Occidental. Esto es una evidencia para quien considere la situación europea de la época. Lo que pudiera haber ocurrido a partir de ahí ya es pura especulación, en la que no vale la pena entrar. Sí es evidente que la victoria nacional libró a Europa de una crisis inmediata muy peligrosa. Claro que por lo demás las condiciones para una guerra generalizada en el continente estaban muy avanzadas. Digamos que la guerra general europea habría podido comenzar con una guerra civil en Francia. Era situación muy parecida a la creada al final de la guerra mundial, cuando De Gaulle advirtió que una nueva guerra civil en España sería una guerra civil en Francia.

   Si en España se hubiera instalado un régimen realmente fascista, la situación europea se habría vuelto algo más tensa, pero no demasiado porque las democracias inglesa y francesa detestaban a Hitler, pero también esperaban de él que sirviera de barrera frente al expansionismo soviético. Además, por entonces Hitler no había cometido crímenes ni de lejos comparables a los de Stalin.  Los que analizaban la guerra española en términos de demócratas y fascistas volvieron a equivocarse, pues en el bando vencedor el partido más asimilable al fascismo, la Falange, era solo una parte del régimen, y no la hegemónica. De hecho sus concepciones más radicales quedaron como “revolución pendiente”, según la terminología adoptada más tarde. Así, la victoria de Franco fue sin duda una victoria también de la Europa afecta a los ideales cristianos, a los valores de patriotismo, propiedad privada, etc., y permitió cierta estabilidad al continente, una estabilidad momentánea, pues la guerra general solo tardaría cinco meses en estallar, pero eso ya no dependía en nada de España.

    La guerra europea, que pronto se haría mundial, cambió bruscamente la situación. Empezó con un pacto entre la Alemania nacionalsocialista y la Unión Soviética dirigido contra Francia e Inglaterra, para evolucionar a una alianza entre las potencias liberales anglosajonas y el totalitarismo soviético para aplastar a la Alemania de Hitler. En la nueva situación, España habría podido optar en principio por la intervención o la neutralidad. La intervención a favor de Inglaterra y de Francia quedaba descartada por permanecer la ofensa y agresión permanentes de Gibraltar y por la actitud más bien hostil de sus gobiernos hacia el régimen español y de este hacia el sistema demoliberal, que en España había conducido a un proceso revolucionario. La intervención a favor de Alemania e Italia parecía más probable, por la ayuda recibida durante la guerra y por ciertos valores político compartidos, y más aún por la presión coercitiva de las divisiones alemanas en los Pirineos. Pero en cualquiera de los dos casos una débil España apenas convaleciente de la guerra civil, solo podría desempeñar un papel de satélite al servicio de otras potencias. Franco, que siempre fue muy realista, no deseaba tal situación, de modo que  maniobró permanentemente para evitar entrar en guerra y lo consiguió, pese a todas las dificultades.  En definitiva, Franco entendió claramente que en aquel conflicto no se jugaba ningún interés relevante para España, al igual que había ocurrido en la I Guerra Mundial, en la que los soldados españoles solo habrían podido servir como carne de cañón al servicio de otros, cosa que muchos deseaban, entre ellos Azaña, por cierto.  Es indudable que permanecer al margen de la refriega fue un beneficio extraordinario para España, ya que salvó a la población de los bombardeos y atrocidades que sacudieron a Europa, aunque tuvo que soportar racionamiento y hambre –como casi todo el resto del continente—debido a la desarticulación de la economía dejada por el Frente Popular y a las restricciones ilegales impuestas por Inglaterra. De esto hablamos en otra sesión dedicada a los felices años 40.

    ¿Y qué efectos tuvo la neutralidad española en el resto de Europa? Hasta finales de 1942, la posición de España tuvo máxima importancia, pues si se aliaba a Alemania habría causado muy graves daños a los Aliados. Desde finales del 42, la postura española dejó de tener valor estratégico. Eso quiere decir que la neutralidad resultó mucho más ventajosa, una ventaja realmente estratégica, para los anglosajones que para el Eje. De hecho, al Eje le perjudicó al impedirle desarrollar grandes planes que tenía cerrando el estrecho de Gibraltar y asegurando bases en las Canarias y el dominio de la costa de Marruecos hasta el Sahara. No es que Madrid deseara el triunfo de los anglosajones, en realidad prefería una paz negociada contra la URSS, pero en los hechos, los grandes beneficiarios de la neutralidad española fueron los anglosajones, debido a la posición geográfica. Tampoco quería perjudicar a los alemanes, pero estimaba ante todo la reconstrucción del país y los intereses generales de España. Dado que consideramos preferible la victoria de las democracias a las del totalitarismo nazi, está claro que la neutralidad española benefició también a la Europa democrática, fue un elemento si no decisivo sí muy importante en su victoria.

   No obstante debemos señalar que los Aliado vencieron fundamentalmente gracias a la Unión Soviética, la cual corrió con el principal esfuerzo de la guerra, con diferencia. La colaboración fue necesaria, pero desde un punto de vista puramente demoliberal, tal alianza contaminó fuertemente la victoria. Por el contrario, España se mantuvo al margen tanto de los nazis como de los comunistas. Esto fue un logro histórico de primer orden para el país, y el mantenimiento de España en el ámbito cristiano y de mercado y propiedad privada, fue también un beneficio inestimable para la Europa occidental. Que, como de costumbre, no suscitó el menor agradecimiento, sino más bien lo contrario.

    Como sabemos, el gran beneficio obtenido de la neutralidad española por los Aliados fue parcialmente reconocido por Churchill, pero no así por los demás vencedores de Hitler. Aquel beneficio fue pagado con todo tipo de amenazas y chantajes por los anglosajones al final de la gran guerra, y con la organización del maquis por los comunistas dependientes de Moscú. Incluso se temió seriamente una invasión de España. La misma no se produjo gracias a la firmeza del régimen y a que, como vio claramente De Gaulle, una nueva guerra civil en España sería una guerra civil en una Francia famélica que había soportado enormes destrucciones. Y habría sido una grave peligro revolucionario en otros países devastados y donde los comunistas tenían gran influencia, como Italia. Debido a la alianza liberal-marxista, parte de Europa quedó contaminada, por así decir, de espíritu comunista.

    Otros beneficiarios de la neutralidad fueron los judíos, pues el régimen salvó a decenas de miles de ellos de la persecución, una persecución de la que prácticamente se desentendían los anglosajones, por cierto, como ya tratamos en su día. Aunque diversas autoridades judías han reconocido el hecho, tampoco puede decirse que, en general, dicho salvamento haya recibido la gratitud o el reconocimiento debido. Así, Israel votó reiteradamente en contra de la entrada de España en la OTAN.  Y a día de hoy continúan todo tipo de acusaciones y calumnias contra el franquismo, como si hubiera contribuido a la persecución.

   Pero, dado que el régimen español se mantenía firme, obligando a descartar una invasión los vencedores recurrieron al aislamiento de España, tratando de hacer caer al régimen. La medida no solo era injusta, al no haber participado España en la guerra, sino directamente criminal, pues trataba de provocar hambre masiva en el país. La medida fracasó, pero ello no quita carácter criminal al intento…

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El mito de Cortés

**En Cita con la Historia,  una aproximación comparativa a los imperios español e inglés: https://www.youtube.com/watch?v=4tXWRRjbvkI

Recordamos que Cita con la Historia es un programa estratégico, que parte prácticamente de la nada, que debe penetrar en la universidad, y   que precisa para ello el apoyo de cuantos sea conscientes del valor político actual de la historia. Apoyo en la difusión, para darlo masivamente a conocer, y en la  financiación. La cuenta para contribuir económicamente es: Asociación “Tiempo de Ideas Siglo XXI” – BBVA ES09 0182 1364 33 0201543346

**El miércoles, 2 de noviembre, creo que estará en librería el libro EUROPA, una introducción a su historia. Unas primeras páginas: http://www.esferalibros.com/uploads/ficheros/libros/primeras-paginas/201610/primeras-paginas-europa-es.pdf 

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Con este título ha escrito Iván Vélez un interesante estudio (ediciones Encuentro), subtitulado “De héroe universal a icono de la leyenda negra”. La idea del mito está tomada de Gutavo Bueno,  que distingue entre mitos luminosos, mitos oscurantistas y mitos ambiguos. Los luminosos  son esclarecedores (como el platónico de la caverna); oscurantistas y confusionarios serían, por ejemplo el de la creación de Adán a partir del barro, o de Eva a partir de la costilla de Adán,  o el de la torre de Babel. Y los ambiguos podrían dar lugar a interpretaciones contradictorias.

    No estoy seguro de que me convenza esta distinción, es más, no me convence en absoluto, pero para el caso no tiene importancia. La cuestión que sí tiene sentido, es la de si podemos considerar a Hernán Cortés y sus gestas un ejemplo de mito luminoso, como lo fue durante siglos, o de mito negativo, como lo ha sido desde hace bastante tiempo en numerosos medios europeos y americanos. Vélez cita unos versos de Heine: No era más que un capitán de bandoleros / que con su insolente mano/ inscribió en el libro de la fama/ su nombre insolente: ¡Cortés! Estos versos resumen la versión no sé si hoy día más corriente, pero desde luego muy divulgada e influyente.

    Como viene a mostrar Vélez, la verdad más obvia es que ningún capitán de bandoleros (de una pequeña banda de supuestos bandoleros) logró nunca destruir todo un imperio, edificar sobre él una nueva cultura y echar los cimientos de una nueva nación (por cierto bastantes veces más extensa que el imperio al que derrotó). Digo mostrar, y no demostrar, porque estos hechos son evidentes, es decir, no precisan demostración. Cabe discutir, en cambio, sobre el valor de aquella nueva cultura comparada con la de los aztecas o mexicas derrotada, pues no siempre ni mucho menos corresponde la victoria a los mejores. La implicación de Cortés como mito negativo, oscurantista, se basa en esa presunción, casi siempre implícita: los vencidos eran superiores, moral y culturalmente, a los vencedores. Digo implícitamente, porque nadie en sus cabales puede sostener que una cultura extremadamente belicosa y cruel, que organizaba guerras para tomar prisioneros, sacrificarlos a sus dioses y comer su carne, que desconocía la rueda, que oprimía a pueblos diversos, etc., fuera superior a otra cuyos “bandoleros” extirparon los sacrificios humanos, el canibalismo, la venta de mujeres, traían  una religión en cualquier caso muy superior, así como la rueda y animales de carga que liberaron a los indios de imitarlos, liberaron a los tlaxcaltecas y otro pueblos víctimas del imperio mexica, pronto construyeron nuevas ciudades, algunas de las cuales permanecen entre las más bellas del continente, introdujeron la imprenta y poco después universidades (solo  veinte y treinta años después de la conquista), etc. Sin embargo se da a entender oscuramente que los “bárbaros” era los conquistadores.

    Las acusaciones a Cortés se basan en atrocidades que se atribuyen a él o a sus “bandoleros”, en especial las matanzas de Cholula y del Templo Mayor, o la tortura de Cuauhtémoc, motivada esta por un ansia febril de oro que suele atribuirse como principal y casi única motivación de los conquistadores, a pesar de los hechos recién citados. Desde luego, matanzas más o menos semejantes, y generalmente mayores, no eran extrañas en las contiendas de la propia Europa, y no cabe aquí la historia de que “hay que ver los actos con la mentalidad de la época”, como si fuera una mentalidad un tanto atrasada o bárbara, porque las matanzas en Europa  y en el mundo en general, en el siglo XX han sido infinitamente peores. Se quiere dar la impresión de que los españoles mataban por matar, por pura crueldad gratuita, como pretende el mitómano Las Casas.  Lo que se quiere olvidar al juzgar las de Cortés es que hubo un juicio de residencia que examinó tales acusaciones, y quedó bastante claro que los hechos habían respondido a confidencias de que los indios preparaban el exterminio a los españoles, cosa relativamente fácil si eran tomados por sorpresa, ya que estos eran solo unos cientos, en medio de decenas de miles de indios, gran parte de ellos hostiles, como por otra parte era lógico, pues no les gustaba verse invadidos. Los españoles vivían con inquietud permanente, y solo reaccionando con rapidez tenían alguna esperanza de sobrevivir.  Cuauhtémoc fue torturado porque se suponía que ocultaba tesoros, y, al no aparecer, corrieron rumores de que se los había apropiado el mismo Cortés, lo que tampoco parece cierto. Cuauhtémoc  planeó con otros una segunda rebelión, que le llevó a ser ahorcado, un castigo normal entonces y ahora. Sin duda tenía razón en rebelarse, y también los españoles en castigarle, un rasgo de la tragedia según la define creo recordar que Max Scheler.

   El libro de Vélez demuele los mitos creados por la leyenda negra, y merece atenta lectura que daría para consideraciones mucho más largas. En definitiva, y según las distinciones de Bueno, Cortés, en lo que tiene de mito sería un mito luminoso. Realmente, la mitificación tipo leyenda negra, se ha construido con distorsiones o simples falsedades, y la han construido o divulgado a menudo personajes o regímenes que sí han sido muy demostradamente brutales, empezando por los mejicanos anti-Cortés, es decir, contrarios al fundador de su país. Al final es una sarta de  estupideces. Vélez considera Cortés una figura similar a Alejandro Magno, siguiendo a otros autores, pero creo excesiva la equiparación. Más semejante parece a Julio César por su muy destacada habilidad militar y diplomática y por su destreza literaria. Siempre obviando que Cortés nunca fue emperador ni aspiró a serlo, dato importante.

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Por qué debemos salir de la OTAN (y III) Por un movimiento neutralista

**En Cita con la Historia, este domingo, hablaremos de los ámbitos culturales español e inglés a partir de los respectivos imperios. Se trata de una primera aproximación. Recordamos que Cita con la Historia es un programa estratégico, que parte prácticamente de la nada, que debe penetrar en la universidad, y   que precisa para ello el apoyo de cuantos sea conscientes del valor político actual de la historia. Apoyo en la difusión, para darlo masivamente a conocer, y en la  financiación.

La cuenta para contribuir económicamente es: Asociación “Tiempo de Ideas Siglo XXI” – BBVA ES09 0182 1364 33 0201543346

**El miércoles, 2 de noviembre, creo que estará en librería el libro EUROPA, una introducción a su historia. Unas primeras páginas: http://www.esferalibros.com/uploads/ficheros/libros/primeras-paginas/201610/primeras-paginas-europa-es.pdf 

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Hemos visto dos argumentos principales por los que España debe salir de la OTAN. El primero es que esa organización, lejos de garantizar la paz y  la estabilidad, lleva decenios desestabilizando a diversos países, injiriéndose en sus asuntos internos y fomentando golpes de estado, invasiones y guerras civiles. Así en países árabes y Afganistán, o cercando a Rusia y  creando un nuevo foco de tensión en el mundo. España no debe participar en esas “misiones de paz” bajo mando extranjero, al servicio de intereses ajenos y en idioma extranjero, para más inri. La OTAN tuvo su razón de ser en la amenaza soviética; desaparecida esta, debió haberse disuelto. Lo que ha ocurrido es lo contrario, y ese hecho, responda a los designios que responda, que ahora no vamos a analizar, no responde ni a los intereses de la paz ni a los nuestros propios.

   La segunda razón es que la posición de España dentro de esa alianza es, y solo puede ser, una posición de lacayo o de peón de brega de unos intereses que, en el caso concreto de Gibraltar y Ceuta y Melilla no solo no son los nuestros, sino que son contrarios por completo a España.

   Al analizar la cuestión militar las razones son igualmente claras. España solo tiene un enemigo potencial en Marruecos, y ese problema puede afrontarlo solo, sin necesidad de la OTAN.  En cambio a la OTAN le conviene España, por su posición geoestratégica. Es decir, una España lacaya y servil a sus directrices. Pero una salida de España no tendría por qué alterar nada esencial, salvo que España tomara una actitud de abierta hostilidad o alineamiento con otras potencias, cosa que no tiene por qué ocurrir. España debe volver a la neutralidad, compartida por Suecia o Suiza en las dos guerras mundiales. Esa sería la mejor solución, aunque exige una posición firme y sensata hoy por hoy imposible, no debido a las circunstancias, sino al carácter un tanto bananero de nuestros  políticos y nuestra democracia.

   El problema, por tanto, es político, creado precisamente por una clase política inculta, frívola, provinciana, sin apego al propio país, a la que corresponde bien la definición de Azaña para los suyos: “política incompetente, de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta”. Y que de paso ha destruido el estado de derecho, como observaba hace unos días. Una oligarquía perfectamente a gusto con la colonia de Gibraltar, a la que ha convertido en un emporio de negocios oscuros y en  la que probablemente tienen dinero negro muchos de sus miembros, que financia a los separatismos  y habla con la mayor naturalidad de entregar la soberanía “por toneladas” a la burocracia de Bruselas y, por supuesto, al alto mando de la OTAN.

    En otras palabras: el problema está ligado a otros más internos como son la integridad de España o la regeneración democrática, que exigen una nueva clase  política. La solución, que no será fácil ni rápida, solo puede partir de un movimiento popular en esa dirección, un movimiento neutralista y regenerador. Desde luego, es posible ponerlo en marcha con un discurso y argumentario claros, y yo invito a hacerlo; pero no hay indicios de que vaya a ocurrir por ahora. En todo caso, quede ahí la idea.

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Por qué debemos salir de la OTAN (II) El aspecto militar

** Este domingo en Cita con la Historia, haremos una comparación entre los imperialismos y ámbitos culturales resultantes español e inglés.

**Continuamos nuestra campaña de 300 por 20, en la que estamos todavía lejos de alcanzar el autosostenimiento. Informaremos en detalle en el programa.

** El próximo día 2 saldrá al público Europa, una introducción a su historia, dedicada a los político y los periodistas. Y el 18, en el Casino de Madrid, presentación de La guerra civil y los problemas de la democracia en España.

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La OTAN fue concebida como defensa unánime de  sus miembros ante agresiones externas, que por entonces solo podían ser soviética. España, como el resto de Europa occidental,  estaba ciertamente  expuesta a tal agresión,  en la que entraba la subversión interna del PCE. Dentro de ello, las agresiones marroquíes eran molestas, pero no demasiado importantes: el Sahara se entregó porque todos, polisarios, argelinos, marroquíes y mauritanos, exigían cuanto antes la salida de España, así que, aunque en condiciones algo humillantes, España les dejó allí el territorio, que se convirtió en regalo envenenado para todo ellos. A su vez, Usa apoyaba a Marruecos, porque un Sahara en poder de los proargelinos y por tanto prosoviéticos polisarios, rodeando por tierra a Marruecos, no era una salida aceptable, y España demostraba gran inseguridad para mantener aquella zona.  

   Pero una vez caído el Imperio soviético, el único enemigo potencial que quedaba a España era y es Marruecos.  Este país ha mantenido guerras con todos sus vecinos y reclama territorios muy extensos, aunque los haya dejado en sordina. Con respecto a España, aparte de Ceuta y Melilla se siente heredero del Imperio almohade y de Al Ándalus, aunque esta reivindicación no entre en la agenda inmediata. Pero sus posibilidades frente a España son remotas, tanto por su debilidad en todos los terrenos como porque ni a Francia ni a Usa, que en parte tutelan a Rabat, les interesa fomentar un conflicto en una zona geoestratégica tan importante. ¿Podría esa actitud de Usa y Francia  variar si España se declarase neutral, saliendo de la OTAN, incluso prescindiendo de las bases useñas? Es posible si la neutralidad fuese acompañada de hostilidad manifiesta a la OTAN, pero la neutralidad no tiene por qué significar hostilidad, como no lo significa para Suecia o Suiza. Sin duda habría presiones y chantajes, pero una actitud clara y firme española los superaría. La OTAN tendría mucho que perder si enconase los ánimos en una región del mundo tan importante geoestratégicamente, y difícilmente se impondrían salidas insensatas.

   Por eso la línea defensiva fundamental para España es el eje Baleares-Gibraltar-Canarias. Y nos encontramos con que el centro mismo de ese eje, su punto neurálgico, está en manos de una potencia extranjera: Inglaterra, cuyas provocaciones y agresiones no cesan. Los gobiernos españoles, haciendo gala de su indiferencia por los intereses nacionales y de su carácter lacayuno,  insisten en que Inglaterra es un país amigo y aliado. Ningún país amigo de otro mantiene en territorio de este la humillación y el ultraje permanentes de una colonia, sobre todo en un punto tan sensible como Gibraltar. Ese mero hecho demuestra, no solo que a España no se le pierde nada en la OTAN y sus “misiones de paz” como llaman a continuas agresiones, y menos aún en sus designios contra Rusia, sino que tiene mucho que perder y lo está perdiendo. Reiteremos que  la presencia de la colonia constituye  una agresión permanente contra nosotros por parte de semejantes “aliados” y amigos. Pues no debe olvidarse que la OTAN, así como la UE, ampara ese ultraje, que de paso debilita y condiciona nuestras opciones militares y defensivas.

  La penúltima agresión de la OTAN contra España y su intromisión en nuestros asuntos internos se ha manifestado con plena desvergüenza en el chantaje para impedir que una flota rusa repostase en Ceuta como ha sido normal desde hace años. ¿Acaso tiene España algún conflicto con Rusia? ¿Por qué debería seguir unas directrices peligrosas y finalmente criminales para provocar a ese país? El argumento es que los barcos rusos van a Siria a apoyar a Asad. Pero, casualmente, tienen todo el derecho, internacional y moral, a hacerlo, pues es un gobierno legal reconocido en la ONU. Quienes no tienen el menor derecho son Usa y la UE a fomentar una espantosa guerra civil en Siria, e intervenir con aviación y de otras formas a destruir el país. Lo hacen, afirman, para “derrocar a un tirano” y traer “la democracia”. Exactamente como en Libia, Irak, Afganistán o Egipto. Putin ha dicho, con toda lógica: “No queremos una democracia como la que han llevado a Irak”.

  ¿Qué conclusión sacar? La más evidente: España tiene sus intereses que no coinciden con los de los mandamases de la OTAN, y que también son ajenos a los rusos. ¿Por qué ha de mezclarse en las aventuras bélicas de unos o de otros? Pocas veces se ha visto un argumento práctico más claro en pro de la neutralidad. España tuvo su parte deshonrosa en la delictiva agresión a Libia, donde, de nuevo, nada se nos perdía, y debiera haber sacado las lecciones pertinentes. Algo imposible para nuestra desastrosa, corrupta y lacayuna clase política. Pero no solo ella debe tener algo que decir al respecto, también los españoles corrientes, pues nos va mucho en ello.

** La UE asesina a Gadafi:  http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/la-ue-asesina-a-gadafi-la-vergenza-del-valle-de-los-caidos-10539/  

 

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España debe salir de la OTAN (I)

Les ruego reflexionen sobre este texto:

Coincidiendo con el aniversario de la batalla de Trafalgar, el almirante retirado de la Royal Navy, Alan West, antiguo “First Sea Lord” y veterano de la guerra de las Malvinas, amenazó de forma directa a España:
“Las constantes incursiones en aguas territoriales británicas por parte de los españoles son imperdonables. Estoy decepcionado y sorprendido de que España continúe con lo que no es en absoluto una acción muy inteligente. España debería respetar la autodeterminación de Gibraltar, en lugar de utilizar el Brexit de forma oportunista, ya que ello no es muy útil. Si pertenecíamos a la UE y de repente decidimos abandonarla, no deberíamos ser vilipendiados por esa decisión, incluso si no están de acuerdo con ella.
La gente en casas de cristal no debería arrojar piedras, sobre todo si nos fijamos en los enclaves españoles en el norte África [Ceuta y Melilla] o la forma en que está proporcionando combustible a los rusos. Sería mucho mejor vivir y dejar vivir, dejar a Gibraltar prosperar y preservar la autodeterminación de las personas.
Nelson decía que ‘un escuadrón de navíos de línea británicos es el mejor negociador en Europa’, y a pesar de que ya no estamos en la época de Nelson, si nuestras aguas territoriales estuvieran siendo violadas, el hubiera esperado que el “Foreign Office” montase mucho más alboroto al respecto.
Para lograr ese objetivo, la Royal Navy debe elevar su capacidad defensiva: creo que la escuadra de la Royal Navy en Gibraltar debería tener buques más maniobrables, más rápidos, más fuertemente armados y blindados mejor que un barco más grande. Tan pronto como los españoles vieran algo que es más blindado y robusto, entenderían que sería muy difícil intentar jugar juegos tontos y chocar, porque pronto tendrían un gran agujero en sus buques.
A pesar de que nuestra marina se ha reducido más de lo que debería, el hecho de que todavía nos llegan barcos a Gibraltar demuestra la importancia de Gibraltar, sobre todo con esta fuerza de portaaviones ruso bajando el canal [de la Mancha] que vamos a tener que seguir más de cerca. Rusia sigue siendo una amenaza y me alarmó cuando España accedió a ayudarles. Me sorprendió bastante que los españoles se pusieran de acuerdo para reabastecer a los rusos, ya que no es una acción muy acertada por parte de un país de la OTAN. No hay duda de que Rusia ha estado comportándose mal, y por eso es que hay sanciones contra ellos, así que hubiera esperado que los españoles no hubieran ofrecido esa ayuda.
La manera de detener las guerras es estar en el lugar con una fuerza temprana antes de que algo pueda empezar, pero ya no somos capaces de hacer eso. Será muy interesante cuando el nuevo portaaviones “Queen Elizabeth” y su grupo de batalla estén operativos. Imagino visitarán Gibraltar desde el principio, ya que eso será toda una declaración del gobierno británico de que aun seguiremos siendo capaces de proyectar poder [¿en Gibraltar? ¿Contra quien?] a nivel global de acuerdo con los intereses de nuestro pueblo y la paz mundial.
Cada vez que he tenido que ir a luchar con alguien, siempre he pasado por Gibraltar con el fin de luchar contra el enemigo, ya que está 1.000 millas más cerca de donde sea que estemos luchando.
En términos estratégicos, Gibraltar está sentado en uno de los nueve puntos marítimos clave del mundo. En un momento dado, cuando Gran Bretaña tuvo su último imperio, tuvimos controlados los nueve, pero ahora los únicos sobre los que tenemos alguna influencia son Gibraltar y el Canal de la Mancha. El resto lo están ocupando lentamente los chinos y otros, lo que es preocupante para el comercio mundial.” 

http://gibraltarpanorama.gi/15209/245598/a/former-first-sea-lord-shocked-by-spanish-attitude-to-gibraltar-br-and-alarmed-by 

Desde luego, no es la postura oficial inglesa ni de la OTAN, pero sí es la postura real, con todo el por otra parte muy merecido desprecio hacia una España gobernada por miserables. Como uds saben, la OTAN cubre la piratesca colonia de Gibraltar, pero no las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, de modo que, en principio, los españoles tendríamos el deber de luchar por una colonia que nos agrede, humilla y envilece permanentemente, situada en el centro mismo de nuestro sistema defensivo frente al único enemigo potencial, Marruecos; pero ellos no tendrían ninguna obligación de luchar por Ceuta y Melilla en caso necesario. La posición internacional de España es la de un peón o estado lacayo, impuesta por los gobiernos desde el de Calvo Sotelo.

   Es evidente que a la OTAN le conviene España, debido a su situación geoestratégica, pero debería ser también evidente que a España no le conviene la OTAN. Y no solo por Gibraltar. A lo largo del siglo XX, España permaneció neutral en los dos grandes conflictos que devastaron el continente, y ello fue una inmensa ventaja para España, e incluso para los contendientes. La razón profunda de esa neutralidad es que a España no se le perdía nada en aquellos conflictos, excepto servir de carne de cañón a los intereses de unas u otras potencias. La política de neutralidad, tan fructífera, fue rota por el franquismo permitiendo bases useñas debido a la guerra fría, en que, ante la amenaza soviética, dejaba de tener sentido la idea de permanecer al margen. Por eso, precisamente, surgió la OTAN. Pero cuando se hundió la URSS, la OTAN  perdió su razón de ser, y España debió haber retornado a su excelente neutralidad, como Suiza o Suecia. No se hizo debido a la politiquería infame de unos políticos delincuentes, plagados de corrupción y que no vacilan en premiar los asesinatos de la ETA, entre tantas otras fechorías.

   Sin embargo, tras la caída del imperio soviético, la OTAN no se deshizo, sino que amplió incluso su ámbito de acción a todo el hemisferio norte, supuestamente contra el terrorismo y otras posibles amenazas. Simultáneamente, Usa disparó sus presupuestos militares a niveles sin precedentes, equivalentes a los de todo el resto del mundo junto. La idea subyacente era que, caída la URSS, Usa debía convertirse en en el polo en torno al cual girase en adelante la historia del mundo. Supuestamente, también, Usa iba a extender por todas partes la democracia. Los hechos reales, sin embargo, son muy otros.  Usa, segura de su fuerza aplastante, se embarcó en un programa de provocaciones, movimientos desestabilizadores y guerras civiles en diversos países árabes, sumiéndolos en un caos sangriento y dando alas a movimientos tan feroces como el Estado islámico, apoyado también por aliados de Usa como Arabia saudí. Todas sus aventuras, que ya son muchas, como Afganistán, Irak, Libia, Egipto o Siria, han resultado enormemente costosas en sangre y dinero, y si algo han demostrado es que la arrogancia de Usa y la OTAN y su brutal poder militar, han terminado en derrotas. Hechos parecidos no han sido raros en la historia. Actualmente, la OTAN se apresta a continuar sus acciones, cada vez más criminales, emplee el pretexto que quiera, contra Rusia directamente, a la que espera fracturar, en especial Siberia. Esto requiere un análisis que aquí nadie ha hecho. El nivel del análisis internacional en España no pasa del simple comentario de las decisiones de la OTAN y la UE.

   A España, como es lógico, le ha tocado servir de peón de brega en unas aventuras nefastas que ni le van ni le vienen. En el próximo blog hablaré del desvergonzado acto lacayuno del gobierno en relación con la flota rusa que parece acudir a Siria, porque el asunto merece la mayor atención.

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