Cinco minutos de risa

Me reprocha alguien que en Adiós a un tiempo, en uno de los relatos, atribuya el juego “cinco minutos de risa” al barrio de Vigo en que vivía. Bueno, en parte tiene razón. En nuestra calle no se jugaba a eso. En otras más próximas al puerto (calle Real y aledaños) sí se jugaba.  La cosa consistía en encerrarse en un portal a oscuras y empezar a tortas indiscriminadamente unos con otros. Claro que cinco minutos eran una eternidad para los niños, y la puerta se abría al cabo de un minuto o así, y la gracia consistía en ver a los que se habían refugiado en algún rincón para que no les alcanzasen las tortas. En fin, perdonen el desliz.

Lo que sí había con cierta frecuencia eran “batallas” como las llamábamos ( “pedreas” en otros sitios), en las que los de mi calle (Pilar y travesía de Finisterre) llevábamos siempre las de perder, porque eran calles muy cortas. Entonces no nos  parecían cortas, pero volví a verlas de mayor y me sorprendió lo pequeñas que eran. Pasó lo mismo con el piso en que vivíamos mis padres, cuatro hermanos (al final cinco, dos chicos y tres chicas) una tía y una prima, y por un tiempo otra tía que marchó a Río de Janeiro. Cuando, con veinte años  subí a la casa – estaba en vías de demolición–, me asombré de cómo podíamos caber tantos allí. De pequeño me parecía bastante grande.   

Como nuestras dos calles eran muy cortas, éramos pocos niños frente a los que subían de la calle de Núñez y de la Falperra, que no solo eran más, sino más golfos, quizá porque lindaban con calles de putas. Y solían ser mayores, nosotros ente seis y nueve años, mientras que entre ellos había “mangallones” de hasta quince.  A veces nos ayudaban los de Taboada Leal, que era una calle algo más larga y poblada.

En aquellas batallas yo recibí unas cuantas pedradas en la cabeza, porque me quedaba de los últimos  antes de emprender la huida. No porque fuera especialmente valiente, sino porque calculaba bastante bien el espacio necesario para escapar sin que me alcanzasen. Claro que las piedras volaban más rápido que las piernas de los perseguidores.

La calle del Pilar, hoy tan transformada que no se la imagina uno de entonces, era muy apropiada para las batallas, porque apenas tenía tráfico, ya que un extremo de ella  no comunicaba con otras calles, sino que lindaba con un descampado donde jugábamos también a indios siux contra apaches (los vaqueros dejaron de simpatizarnos desde que alguien nos informó que robaban las tierras a los indios).

Bueno, pues eso. Eran otros tiempos.

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15 tesis básicas sobre el franquismo

Como podrán comprobar, las siguientes tesis suponen una revisión en profundidad o reenfoque del régimen anterior, que he detallado en mi libro Los mitos del franquismo Creo que sin esa imprescindible revisión, la democracia continuará involucionando y poniendo en peligro nuevamente la propia existencia de España, como ocurrió con el Frente Popular. Va siendo hora de aclarar la realidad histórica de la que venimos a la gran turba de ilusos de izquierda y separatistas que tanto embuste han tragado, y a los aún más necios derechistas que dicen que hay que olvidarla

1. El franquismo derrotó a un Frente Popular compuesto de totalitarios y separatistas. Sin ser democrático, salvó elementos más fundamentales que un determinado sistema político: la unidad nacional, la cultura cristiana, la libertad personal y la propiedad privada. Esta es una gran deuda que tenemos los españoles con aquel régimen.

2. Al derrotar al Frente Popular, el franquismo evitó que Europa se viese emparedada al este y al oeste por regímenes soviéticos, con el añadido de una Francia izquierdista muy simpatizante de ellos. Esta es una deuda que tienen los europeos con aquel régimen español.

3. El franquismo permitió a España librarse de la II Guerra Mundial, lo que por lo pronto ha significado dos cosas: evitó a los españoles víctimas y destrucciones sin cuento; y ahorró a España la carga moral de las atrocidades cometidas por nazis, soviéticos y también por los aliados anglosajones.

4. En el plano internacional, la no participación de España en aquella contienda benefició estratégicamente y en gran medida  a los Aliados, beneficio que estos pagaron con mil provocaciones y un aislamiento no ya injusto sino criminal, pues intentaba crear en España una hambruna masiva para derribar a un régimen que los españoles se empeñaban en no derribar.

 5. Junto con el aislamiento, España tuvo que soportar una guerra de guerrillas comunista, el maquis, que fue vencido al no conseguir apoyo popular. Lo que revela que la reconciliación era ya un hecho para la gran mayoría. Por contraste, en Grecia, otra guerra de guerrillas comunista obligó a Inglaterra a darse por vencida en su apoyo al gobierno griego, siendo relevada por Usa, y solo así lograron vencer a los comunistas.

6. Al terminar la II Guerra Mundial, Europa quedó dividida en una parte occidental bajo tutela de Usa, y otra oriental bajo el poder directo de Moscú. Fue el resultado de la inevitable colaboración de los anglosajones con Stalin para derrotar a Alemania. Por ello Europa Occidental tiene una deuda moral y política con el ejército de Usa, deuda de la que está libre España, gracias al franquismo.

7.- Asimismo, Europa occidental y los aliados tienen una gran deuda con la URSS de Stalin, que corrió con el grueso del esfuerzo y el sacrificio de la guerra. España también está libre de esa deuda, pues derrotó indirectamente a Stalin en España.

8.- En la posguerra, la España de Franco debió reconstruirse en condiciones extremadamente adversas. Y, contra lo que pretenden historiadores propagandistas pero demuestran las estadísticas, consiguió reconstruirse con verdadera brillantez dadas las circunstancias, sin deber nada al Plan Marshall, es decir, sin la deuda económica que, sumada a la moral y política, pesa sobre Europa occidental. Y al mismo tiempo que se reconstruía, derrotaba al maquis, frustraba los peores estragos del aislamiento y finalmente derrotaba también a este en la escena internacional. Nunca desde hacía siglos podían estar los españoles más satisfechos de sí mismos  y confiar tanto en sus propias fuerzas

9. Una vez liberado del aislamiento, y aprovechando la base económica creada en los años 40 y 50, España se convirtió en uno de los países de más rápido crecimiento económico del mundo, reduciendo con rapidez la brecha con los países ricos de Europa. Fue otra victoria de máximo alcance, pues permitiría el paso a una democracia sin convulsiones, hoy puesta en serio peligro por los antifranquistas nostálgicos del Frente Popular.

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10. El franquismo, sin ser democrático, careció de oposición democrática. No hubo un solo demócrata en sus cárceles. La oposición fue siempre totalitaria: comunista y/o terrorista. Fue un régimen que frente a los totalitarismos mantuvo un alto grado de libertad personal, aunque para ello y para preservar la unidad nacional y las bases cristianas de la cultura europea, necesitó restringir –pero no anular–, las libertades políticas de los partidos.

11. A falta de oposición democrática interna, el franquismo debió afrontar siempre la hostilidad de diversas democracias de Europa occidental. De países que no se debían a sí mismas ni su democracia ni su prosperidad, sino a la intervención militar useña y a la ayuda económica posterior.  

12. En la lucha contra el expansionismo soviético de la guerra fría,  la España franquista colaboró de manera invalorable no solo permitiendo bases militares useñas – sin perder soberanía– sino, más aún, asegurando en la retaguardia eurooccidental un país estable, fiable, sin las poderosas quintas columnas comunistas existentes en Francia o Italia, y sin convulsiones periódicas de huelgas generales y disturbios graves como los que culminaron en el Mayo francés. Por supuesto, los países de Europa occidental jamás agradecieron tampoco este importante beneficio  

13. El franquismo se volvió improrrogable, no por oposición política interna ni por la hostilidad exterior, sino por dos razones muy distintas: a) porque el Concilio Vaticano II vació ideológicamente al régimen que había salvado a la Iglesia del exterminio y se había declarado católico. Dicho vaciamiento pudo haber provocado un derrumbe catastrófico del régimen.  b) Si el derrumbe, con el consiguiente caos, no ocurrió, se debió a que el franquismo había creado una sociedad muy distinta a la de la república, una sociedad próspera, mucho más culta e ilustrada que antes, políticamente moderada y sin los odios que condujeron a la guerra civil, y que por lo tanto ya no precisaba las restricciones políticas anteriores. Ello hizo posible el paso a la democracia de la ley a la ley, por la evolución propia y no por intervenciones militares useñas, como en el resto de Europa occidental.

14. En suma, el franquismo venció todo lo que el Frente Popular significaba por su propia composición política: separatismo, totalitarismo, persecución religiosa, destrucción del patrimonio histórico y artístico del país, anulación de las libertades personales y políticas; rehízo material y moralmente a España en las condiciones más arduas; desafió y venció las agresiones y las peores presiones internacionales; libró al país de las tremendas cargas morales y políticas que contrajeron los demás países de Europa occidental; y ayudó a estos frente al expansionismo soviético, pese a la hostilidad que le manifestaban los propios ayudados; y finalmente dejó un país próspero, reconciliado, libre de los odios que destrozaron la república, apto para una democracia no convulsa.

15. Pese a todos esos logros históricos sin parangón en al menos dos siglos de España, no ha habido régimen más calumniado y sobre el que se han contado tantas mentiras a los españoles. Todo ello a cargo de los nostálgicos del Frente Popular, cuyas señas de identidad son, como lo fueron en la guerra y antes, una enorme corrupción; promoción y financiación de los separatismos; ataque permanente a las libertades políticas y personales con leyes antidemocráticas; cesión ilegal de la independencia y soberanía, antaño a Stalin, hoy a oscuras burocracias exteriores; falsificación sistemática de la historia y recuperación de los viejos odios republicanos. Y hay que añadir  actualmente:  acelerada colonización cultural por el inglés y desplazamiento progresivo del español como lengua de cultura; conversión de las fuerzas armadas en un ejército inmerso en operaciones de interés ajeno, bajo mando ajeno y en idioma ajeno; conversión de la colonia de Gibraltar en un emporio de negocios opacos, siendo el peñón la única colonia en territorio europeo, que invade nuestro país en un punto estratégico, verdadera violación permanente de España por un país a quien tienen por amigo y aliado tales partidos y políticos…  

Urge, evidentemente, una reacción, que debe pasar por restablecer la verdad histórica. Nada hay más peligroso para la cultura, la democracia y la integridad de España que el continuo ataque y falsificación de su historia, que no se limita al franquismo sino que llega a todas sus épocas, para desmoralizar a los españoles con una visión negativa y envilecedora de su pasado y oscurecer su presente y su porvenir.

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Es llamativo cómo la figura de Azaña fue convertida en una especie de ídolo o santo laico tanto por la izquierda como por la derecha desde la Transición,  queriendo algunos (Marichal, por ejemplo) elevarlo a la categoría de estadista comparable a Churchill, etc. Sin embargo basta leer con algo de espíritu crítico sus diarios para comprobar cuán arbitraria y errados eran tales supuestos. En “Una hora con la Historia”:  https://www.youtube.com/watch?v=5KTanH1mvdc&t=1s

 

 

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La Cheka historiográfica

   En Memoria del comunismo, Jiménez Losantos caracteriza “a los Juliá, Preston, Moradiellos, Viñas, Casanova y demás figurones como la Cheka historiográfica” (p. 399). No se me había ocurrido la definición, pero es realmente ajustada. Podrían añadírseles un buen número de “chekistas” más.

   ¿Por qué es adecuada esta definición? Al menos por tres razones: en primer lugar por su punto de vista sobre la guerra civil, defendiendo como democrático al Frente Popular,  un régimen directamente criminal formado por izquierdas y separatistas, salido de unas elecciones violentas y fraudulentas, dinamitador de la legalidad republicana, terrorista, que en solo cinco meses hundió la economía y  cuya mayor aportación institucional fueron las chekas, aquellas cárceles de partido, de sindicato y de gobierno en las que fueron torturados, asesinados y robados miles de personas tanto de ideas derechistas como de actos izquierdistas pero rivales. Porque siempre se olvida que aquellas izquierdas y separatistas se asesinaron generosamente entre ellos mismos. Para esos historiadores de trata de peccata minuta ¿Por qué? Porque en lo esencial  comparten las mismas ideas corruptas del Frente Popular .

    Esta aberración se percibe igualmente en su actitud ante las leyes de memoria histórica a y b, que son, precisamente, leyes chekistas, en las que los asesinos y torturadores son ensalzados como luchadores por la libertad y la democracia, víctimas del franquismo, cuando si de alguien fueron víctimas fue de sus jefes, que huyeron de España llevándose enormes tesoros y abandonando a sus “luchadores”para que se apañasen como pudiesen con los nacionales. Y como la cheka siempre fue asociada al robo, nuevamente estos peculiares historiadores callan ante la infamia de obligarnos a todos a pagar “indemnizaciones” a los familiares de las “víctimas”,  que, lógicamente, se muestran muy dispuestos a “recordar” y denunciar los crímenes del franquismo, el mayor de ellos haber hecho pagar los suyos a tales “demócratas”. El silencio es a menudo la forma más vil de la complicidad,

   Y en tercer lugar por la actitud de estos individuos ante el actual proyecto de silenciar con amenazas de cárcel y multas a cuantos no tragamos su “Himalaya de falsedades”. Pues no es que ellos discrepen de nuestras investigaciones y estudios: saben perfectamente que son mucho más veraces que los suyos. Y saben perfectamente que sus lamentables libros de “historia” son un compendio de embustes, pero los defienden con uñas y dientes porque viven de ellos, viven no en la mentira, sino DE la mentira. Y en consecuencia no pueden aceptar el debate intelectual honrado y abierto: saben bien que quedarían pronto en evidencia. Por consiguiente adoptan la actitud chekista del ninguneo personal, el silencio y ahora la complicidad de hecho con el proyecto de ley contra la libertad de opinión, de expresión, de investigación y de cátedra. Tan “demócratas” como siempre.

   Porque ellos, que tantos años han vivido, subvencionados a menudo por el poder, ansían ahora que el poder despótico, el poder chekista, el poder totalitario, impida cualquier oposición a sus versiones tan cargadas de falsedad como de odio. Y uno tiene que preguntarse cómo es posible que durante décadas hayan monopolizado  prácticamente la enseñanza y los medios de masas. Claro que han disfrutado del dinero y el amparo del poder. Pero mucho más importante y grave ha sido que numerosos historiadores e intelectuales que no comulgaban con tales “historias” hayan sido sido totalmente incapaces, por pura cobardía moral, de hacerles frente en el terreno de las ideas. Y  no es solo que hayan callado o desviado la atención, o aplicado pellizcos de monja como si fuera un asunto menor. Han hecho más,  han sido cómplices, al menos con el eficaz silencio, en la labor chekista de aislar y marginar a cuantos sí hemos afrontado abierta,  clara y documentadamente ”esa constante mentira de la izquierda”, como decía Gregorio Marañón.  Y ahí está lo peor del mal. Ese mal que envilece a la universidad, la academia y en definitiva la cultura española. Pero ahora, ante la nueva ley totalitaria de memoria histórica, todos van a tener que retratarse.

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La conducta de Azaña con el Frente Popular ya antes del 18 de julio revela una mezcla de complicidad con los totalitarios y su terrorismo, y de pérdida de sentido de la realidad https://www.youtube.com/watch?v=5KTanH1mvdc

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Amazon. Recuerdos y algunos poemas: http://amazon.es/Adi%C3%B3s-tiempo-Recuerdos-sueltos-relatos-ebook/dp/B075L82G5B/ …

Adiós a un tiempo: Recuerdos sueltos, relatos de viajes y poemas de [Moa, Pío]

Con la Transición se han querido olvidar muchas cosas, entre ellas los movimientos llamados maoístas, muy activos en los años  anteriores. Y sobre todo el hecho realmente crucial de que el franquismo no tuvo oposición democrática sino, principalmente comunista y/o terrorista. En torno a estos partidos  y al PCE de Carrillo pululaba cierto número de simpatizantes o colaboradores que luego han querido pasarse por “demócratas”, y cuya especialidad era pintar al régimen de Franco con los colores más oscuros, que justificaban cualquier acción contra él, incluida la terrorista, aunque, desde luego, ellos se limitaban a parlotear, pasar alguna ayuda y, en la medida de lo posible, prosperar y trepar en el aparato de aquella según ellos, terrorífica dictadura. (la ETA se hizo muy popular entre ellos, así como el Che Guevara, que nunca dejó de ser un practicante del terror). 

Otro mito sin el menor fundamento real es la pretensión de que muchos estaban dentro de PCE de Carrillo sin ser comunistas sino solo amantes de la democracia. Carrillo y su PCE eran marxistas-leninistas, y si aparentaban ser más o menos pacíficos se debía exclusivamente al fracaso de su maquis, que fue un movimiento también esencialmente terrorista. El escarmiento le obligó a cambiar de táctica, infiltrándose especialmente en la universidad, un hecho histórico importante porque sus consecuencias duran hasta hoy. Y su tan encomiada “reconciliación nacional” pretendía simplemente que el pueblo se reconciliase con los comunistas para aplastar con más eficacia a quienes les habían vencido

   En cuanto a los comunistas mismos, en los años en que tantos desmemoriados dicen haber luchado en el PCE o sus aledaños “por las libertades”, circulaba en España una gran cantidad de literatura marxista y quien entraba en “el partido” sabía de sobra la clase de “libertades” por las que luchaba, por lo demás a la vista de todos en el muro de Berlín. Luchaban por una tiranía de terror de la que, paradójicamente, se esperaba una especie de plena liberación de la humanidad.

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Contra el ataque a la libertad, movilización

Con todo, parece imposible que una ley así cuaje. Todo el mundo con quien he hablado coincide en que es una monstruosidad.

–Si ese “todo el mundo” dice que es una monstruosidad, y se queda ahí, es que está dispuesto a aceptar la monstruosidad. En la degradación a que ha llegado esta democracia fallida, que ha embrutecido a la mayoría de la gente, ello es perfectamente posible. Para empezar, la ley de memoria histórica de Zapatero es lo mismo que la que proponen ahora. La única diferencia es que en aquella la amenaza sobre las libertades quedaba pendiente, como una espada de Damocles, y en esta ya se explicita sin lugar a dudas: quien no piense como la pandilla de matones y delincuentes de la izquierda y los separatistas, puede ser encarcelado o arruinado a multas por orden de cualquier mangante de la política;  y el espacio público será ocupado exclusivamente por esa caterva de rufianes. Es que la ley anterior era una monstruosidad exactamente como esta. Era una ley totalitaria y de apología de los torturadores, ladrones y asesinos de las chekas. ¡Y fue promulgada y cumplida también por el PP!

Usted no deja títere con cabeza entre los partidos. El PP se opuso a aquella ley.

–Vamos a ver: el PP no se opuso ni se opone. Decir que “hay que mirar al futuro” ante un ataque semejante a la libertad de todos y a la verdad de la historia es colaborar de entrada con los matones, haciendo un paripé para seguir embaucando a los votantes más obtusos o más ilusos. Como se demuestra cuando, ya en el poder y con mayoría absoluta, el PP cumple esa ley de la cheka con  el mismo celo que el PSOE. Pero déjeme seguir con la monstruosidad. Que una ley así haya sido aceptada para discusión en el Congreso ya revela la gentuza que se ha mentido en el Congreso, unos personajes que no son simplemente corruptos en el sentido económico, sino que lo son mucho más en el sentido político, intelectual y moral. Unos supuestos representantes del pueblo, que han llegado ahí engañando desvergonzadamente a la gente, votan leyes contra las libertades más elementales del pueblo. ¿Cómo es posible? Pues así es. Lo hacen con todo descaro ante nuestras narices. Esos cuatro partidos más los separatistas forman desde el punto de vista ideológico un solo partido, un partido zapaterista. A eso hemos llegado. Esta ley los retrata a todos sin el menor lugar a dudas. O España y la democracia se libran de esa chusma, o España y la democracia estarán acabados dentro de no mucho tiempo.

Su lenguaje es muy fuerte, muy irrespetuoso, sonará excesivamente radical a mucha gente

–Mire usted, cuando estamos ante un ataque de esta envergadura no caben eufemismos ni respetos. En España la derecha,  la gente común de derecha, resulta muy “respetuosa”. En concreto, sienten enorme respeto por los matones. Y cuando se respeta lo que no es respetable se pierde el respeto a lo que sí lo es. Y este es uno de los grandes males que sufrimos. Porque ya el franquismo, aunque excelente en muchos aspectos prácticos,  era muy débil intelectualmente, y la derecha posterior lo es más aún. Como es muy inculta e ignora la historia, empieza por considerar “con respeto” el vocerío y la demagogia de izquierda y separatistas, es incapaz de aclarar sus sofismas y enredos intelectuales, y termina por aceptar en gran parte sus ideas.

¿Qué habría que hacer, en su opinión?^

–Partamos de la realidad. Esa ley puede ser aprobada lo mismo que la anterior, porque viene impulsada por un partido que sigue siendo muy fuerte y que se está radicalizando en un sentido bolivariano, porque será apoyada por los comunistoides de Podemos, y muy probablemente también por Ciudadanos. Y, por supuesto, por los separatistas. Y el PP no se va a oponer, no ha dicho ni una palabra porque ni la democracia, ni la verdad ni España le importan un pepino, como ha demostrado de sobra. Se harán los locos, como con la ley de Zapatero.  Hay además otra cuestión: esa ley explota el antifranquismo cultivado por todos los partidos y por el PP de forma especialmente eficaz, por hipócrita, para atacar la libertad de todos. Ya es significativo que para atacar el franquismo tengan que demoler los principios más elementales de la democracia. Porque no viven en la mentira sino DE la mentira. En otras palabras, el antifranquismo viene siendo el cáncer de la democracia, la coartada o el pretexto para reducir la democracia a una caricatura.

   Muy bien, pero ¿qué hay que hacer?

Pues mire usted: la respuesta la tiene  con el golpe separatista, que ha movilizado espontáneamente a millones de españoles que parecían totalmente adormecidos por la demagogia de la chusma política. La movilización de la gente puede y debe dar al traste con esta ley, y de paso con los partidos que la defienden. Solo si hay una movilización esos partidos pueden dar marcha atrás, desacreditándose de paso. Y la movilización debe pasar de la pura espontaneidad a la organización. Si hubiera un partido realmente alternativo cogería la oportunidad, como Ciudadanos ha cogido de manera oportunista la oportunidad del golpe separatista. Me gustaría creer que VOX podría cumplir ese papel, pero lo veo con muy pocos ánimos, muy poca capacidad política. Por consiguiente, la movilización debe partir de nosotros mismos, de los ciudadanos de a pie que vemos con claridad lo que pasa. Es preciso ganar la opinión pública y la calle. El descontento está muy extendido en la sociedad, pero es difuso, desorganizado y sin claridad de objetivos. Difundamos el manifiesto masivamente, preparemos acciones en la calle que obliguen a los degenerados medios de masas a mencionarlos. En fin, esto debe ser el comienzo de un movimiento de resistencia que sea también de regeneración con el lema MÁS ESPAÑA Y MÁS DEMOCRACIA

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Manifiesto

“No se puede imponer por ley un único relato de la historia. No se debe borrar por ley  la cultura e historia de un pueblo, por razones ideológicas. El “historicidio” viene perpetrándose en España, con total impunidad, desde 2007. Ninguna razón moral, ni derecho subyacente, puede primar sobre la analítica verdad de los hechos, en las circunstancias en que se produjeron. Ninguna ley variará los hechos de la historia. La verdad interpretada de unos hechos, cualquiera que sea, no puede ceder a ninguna interesada propaganda política. Resulta del más puro estilo totalitario legislar sobre la historia o contra la historia.

 La nueva ley de memoria histórica propuesta por el PSOE, consecuencia y empeoramiento de la anterior, pretende ilegalizar cualquier  asociación o fundación que sostenga puntos de vista contrarios a los de ese y otros partidos sobre la historia reciente de España. Y amenaza con penas de cárcel y elevadas multas a quienes sostengan opiniones o estudios favorables a la figura de Franco y a su régimen. Intenta asimismo expropiar, destruir o transformar el patrimonio histórico y artístico procedente de aquel régimen.

     Esta proposición ataca directamente los fundamentos de la Constitución y los valores superiores que su ordenamiento jurídico consagra: la libertad (de opinión, expresión, investigación y cátedra); la justicia (sólo atribuible a jueces y tribunales);  la igualdad (que impide la discriminación ideológica, de sexo, raza, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social);  el pluralismo político (ejercido como actividad libre dentro del respeto a la constitución).

   El proyecto de ley viola  asimismo el artículo 19  del Pacto de Naciones Unidas sobre derechos cívicos y políticos, suscrito por España, que en su apartado 49 especifica: “Las leyes que penalizan la expresión de opiniones sobre hechos históricos son incompatibles con las obligaciones que el Pacto impone a los Estados partes en lo tocante al respeto de las libertades de opinión y expresión. El Pacto no autoriza las prohibiciones penales de la expresión de opiniones erróneas o interpretaciones incorrectas de acontecimientos pasados”.

 Se trata por tanto de un proyecto radicalmente antidemocrático, por cuanto pretende decidir desde el poder la realidad de la historia. Esto solo ocurre en regímenes totalitarios tipo Cuba, Corea del Norte, Venezuela y similares, hacia los que no estamos dispuestos a transitar.

  El proyecto vulnera asimismo la verdad documentada de la historia, como demuestra el mero hecho de que su versión quiera imponerse por la fuerza y la violencia del estado, al ser incapaz de sostenerse en un debate e investigación libres e  independientes. Sus argucias invocando la dignidad de las víctimas o equiparando el franquismo al nazismo y similares son solo el envoltorio sentimental y falso de una ofensiva contra la libertad de los españoles, contra la democracia y la verdad histórica. E incita además al odio contra cuantos no compartan la opinión del PSOE sobre estas cuestiones.

     Es obvio que un proyecto de ley semejante no puede provenir de un partido democrático. La historia del PSOE no es democrática. Muchos esperaban que después de la transición ese partido hubiera cambiado su trayectoria anterior, pero comprobamos que  muchas tendencias  antiguas siguen en él peligrosamente arraigadas. Además es bien sabido que ese partido no hizo prácticamente oposición al régimen franquista, en el que medraron muchos de sus líderes posteriores, lo que hace especialmente grotesca su pretensión de derrotar a aquel régimen cuarenta años después de su desaparición.  Y que su virulento antifranquismo actual le exija atacar la libertad de los españoles y la democracia.

    Esta propuesta debe ser rechazada radicalmente por toda la sociedad, pues España no puede permitirse una involución hacia regímenes del tipo implícito en ella.

 

 

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La debilidad intelectual del franquismo

En su libro Memoria del comunismo, de Jiménez Losantos se toca de pasada, porque tampoco es su  tema central, la actitud del franquismo ante el libro de El Campesino  sobre su experiencia en el GULAG  y otras peripecias:  Si la derecha no entendió bien la naturaleza del comunismo antes de la guerra, once años después de terminada seguía sin enterarse ¡Bastantes checas hemos tenido en España –se lee entre líneas como para que nos cuentes tú, precisamente tú, cómo son las de Rusia! Y sin embargo debió pasarse de lo particular a lo general. La consecuencia de no hacerlo fue, que, como vimos a propósito de Paracuellos y Fernández de la Mora, la guerra se convirtió en una peripecia familiar, sin alcance ideológico”.

   Ni la derecha, ni tampoco los republicanos de izquierda, como Azaña, tenían más que una idea muy vaga sobre el marxismo, que generalmente no iba más allá de lo anecdótico y personal. Y la cosa sigue más o menos parecida. El franquismo ha sido singularmente inepto en el terreno intelectual, como en el estético –excluyendo alguna obra tan realmente extraordinaria como el Valle de los Caídos– Y es una lástima, porque aquel régimen fue en casi todos los demás aspectos realmente espléndido, libre, además de la tremenda carga de la deuda moral, política y económica, del resto de Europa occidental hacia Usa. Ortega y Gasset hizo una observación general muy acertada al volver a España desde el exilio: “Mientras los demás pueblos se hallan enfermos el nuestro, lleno sin duda de defectos y pésimos hábitos, da la casualidad de que ha salido de esta turbia y turbulenta época con una sorprendente, casi indecente salud. Hoy no se podría decir lo mismo

Pero empecemos por aclarar que eso no tiene nada que ver con el cuento del “páramo cultural del franquismo”, inventado y explotado a fondo por los parameros del posfranquismo, fueran los comunistas o los venenosos cantamañanas de El País. El hecho es que en la cultura, como en la economía, el franquismo fue notablemente liberal, de modo que el grueso de la cultura producida en su época fue más bien a-franquista, es decir, ni franquista ni lo contrario.

   Para entender el franquismo hay que empezar por señalar que, contra lo que se dice habitualmente, no fue un régimen de partido único. Dentro de él había al menos cuatro tendencias, cada una de ellas con un sector minoritario antifranquista: carlistas, falangistas, monárquicos y católicos episcopales, por definirlos de algún modo.  Se las llamaba “familias” por no llamarlas partidos, pero todas tenían bastante de partido: órganos de expresión propios, organizaciones propias, incluso juveniles u obreras al margen del Sindicato Vertical. Lo único que tenían en común era el catolicismo, y el régimen se definió como tal. Ya sabemos que esto terminó siendo su suicidio, por mucho que las corrientes digamos menendezpelayistas siguieron y siguen empeñadas en identificar España con el catolicismo.

    Pues bien, las dos “familias” intelectualmente más inquietas y robustas fueron la falangista y la episcopal (la carlista simplemente seguía aferrada a ideas “tradicionales” (una parte evolucionó hacia el trostkismo) y los monárquicos siempre fueron muy “pragmáticos” a un nivel muy mediocre. Desde muy pronto hubo una fuerte tensión entre falangistas y episcopales, en la que solieron ganar los segundos, aunque Franco procuró cierto equilibrio.   Y precisamente entre ellas se dio la interesante polémica en torno a Ortega y otras cuestiones, a las que ha dedicado un estudio A. Martín Puerta. Polémica  que podríamos definir como “orteguistas” (falangistas, más Julián Marías) contra menendezpelayistas (episcopales, realmente Opus y jesuitas). La posición  de los primeros era intelectualmente más abierta, y la de los segundos más dogmática, reducida finalmente a demostrar que Ortega no solo no era católico, sino que era anticatólico, lo que en parte era cierto; y por tanto antiespañol o ajeno a España. La polémica, aunque muy interesante, no salió de ciertos carriles estrechos, llegó a un callejón sin salida con el Vaticano II, y se extinguió  sin dejar un rastro muy preciso.

 Hace poco comentaba en el blog: “Dos buenos motivos de reflexión: la jerarquía católica española, después de las durísimas pruebas de la guerra y de los privilegios que recibió en el franquismo, debía tener un peso moral e intelectual muy elevado en el conjunto de la Iglesia. Pero llegó el Vaticano II y demostró que su peso era mínimo. Y el diálogo (evidentemente intelectual) con los marxistas, salido del Vaticano II: muchísimos católicos se hicieron marxistas o marxistoides. Prácticamente ningún marxista de hizo católico. Esto debiera dar qué pensar, pero no da que pensar nada en el presente páramo cultural”. Debe reconocerse que aquel concilio fue el intento de salir de una crisis creciente y “aggiornarse”, como se decía.  Que la crisis se profundizase desde entonces es otra cuestión. La Iglesia en España pasó a colaborar o admitir la colaboración con separatistas, terroristas y comunistas, pensando que el futuro les pertenecía y había que adaptarse. El sector menos influyente que trató de guardar las esencias demostró el mismo vigor intelectual que la representación española en el Vaticano II, es decir, muy poco: creía que la solución era mantenerse en lo  anterior.

   En cuanto a los falangistas, su evolución no resultó menos patética: dejando aparte a alguna minoría aferrada a los viejos dogmas, esa familia resultó un venero de anarquistas, comunistas, socialdemócratas, liberales y finalmente su Movimiento sirvió de base para organizar una transición que trató de olvidar muy pronto de dónde procedía.

    Todo  esto, en particular las derivas eclesiásticas, resulta penoso, porque las  ideologías que han venido sustituyendo la religión tradicional están abocando a España, y no solo a España, a un callejón sin salida. Creo que el franquismo debería ser reestudiado y reenfocado de otro modo, porque en él es muy posible que se encuentren elemento utilizables ante la crisis de hoy.

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En esto no se le pueden poner pegas: ha cumplido: la deuda pública sobrepasa ya al PIBpic.twitter.com/Sr7qmEFgDl

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