Un conocido, joven, me asegura que en el franquismo España era un país muy triste. Coincido con él:
“Entonces se consumía muy poca droga en España, mientras que los países vecinos, al norte y al sur, se consumía mucha. Esto, naturalmente, quita mucha alegría a la vida. Tampoco había tanto alcoholismo juvenil como ahora, y el botellón era simplemente inimaginable, así que la gente andaba por ahí muy tristona. Había pocos abortos y muy pocos embarazos adolescentes, lo que significa que se follaba mucho menos, con la tristeza y amargura correspondiente. Ibas a un café o un bar, y generalmente no ponían la televisión, que empezaba después de mediodía, y no había esos maravillosos videos eróticos de cantantes que tanta alegría y excitación nos causan hoy. La televisión fue en blanco y negro hasta muy tarde, así que también aquella sociedad era en blanco y negro, como dicen, muy acertadamente (pasaba lo mismo fuera, pero aquí era mucho más lúgubre). Había poca violencia familiar, pero era porque las mujeres estaban muy oprimidas, eso es un coste de la liberación de la mujer que hay que asumir. Menos delincuencia, también, que no deja de provocar emociones intensas. No se consumían tantos tranquilizantes como ahora, lo cual demuestra que la gente vive hoy una vida excitante e intensa, que necesita calma de vez en cuando, es natural. La gente no se divertía y animaba tanto con los políticos corruptos y parlanchines de ahora, que tanta emoción nos producen. Tampoco estaba el país lleno de palabras, letreros y cosas en inglés, ni a nadie se le ocurría estudiar en bilingüe, con lo divertido que resulta eso…”
El chico me mira con cara de sorpresa y no acierta a decir nada. Luego asegura que él se lo pasa muy bien y que prefiere la democracia.
–Claro, porque la democracia la han traídos todos esos botelloneros y demás.
Le digo que cuando viajé por Francia, Alemania, Inglaterra y Suecia, haciendo autostop, teniendo diecisiete y dieciocho años, me llamó la atención que el ambiente social, por lo común era más triste que en España. No acabo de explicármelo.
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En Viaje por la Vía de la Plata rendía un modesto homenaje a la taberna, cuna de tanta cultura popular, de canciones, dichos, agudezas, ideas, tertulias, etc. Lo he recordado por un antiguo proyecto que ya no cumpliré: una taberna de estilo marinero, un poco oscura aunque no tanto que no pueda leerse, mucha madera y tal vez ladrillo, unos azulejos junto a la puerta reproduciendo ”La fragata de Blas de Lezo remolcando al navío Stanhope”. Y dentro una serie de estampas marineras a lo largo de un zócalos a media altura. Música a poco volumen española, rusa y griega. Una trastienda con venta de ropa estampada de escenas marineras. Algún apartado para que la gente que tuviera algo que decir formara tertulias… Incluso una librería de pocos libros pero selectos.
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*Rajoy es probablemente el gobernante más engañabobos desde la transición. Su legado: más separatismo, más ETA en instituciones, más LGTBI, menos soberanía, más deuda pública, más colonización cultural. Y bloqueo de cualquier alternativa.
* Ningún lugar más peligroso para la vida humana que los vientres de las feministas
*Es mucho lo que debe Europa occidental al franquismo. Y lo ha agradecido con hostilidad y actos criminales: https://www.piomoa.es/?p=6418
*Los políticos están obsesionaos con lo que llaman “la igualdad”. Pero nadie en su sano juicio querría ser igual a esos políticos
*Mucho iluso cree que el separatismo ha recibido un golpe decisivo. Nada más lejos de la realidad. Y las elecciones no arreglarán nada
*Zapatero, el muy presunto imbécil que cambió la historia de España y convirtió a todos los partidos en seguidores suyos:https://www.youtube.com/watch?v=c_8u6sjZEx8 …
*Gibraltar define la verdadera posición internacional a que han llevado a España sus politicastros: como país lacayo con un ejército cipayo, al servicio de intereses ajenos.
*Me dice uno: “¿Cómo afirma usted que la ETA ha logrado sus objetivos? ¿Acaso Euskadi se ha separado de España?”. “Claro que los ha conseguido. Con Aznar estaba al borde del hundimiento, por lo que no podía aspirar a la secesión y se contentaba con sobrevivir como una potencia política. Y eso es lo que ha obtenido como premio a sus crímenes.
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Dentro de las empresas bélicas de Carlomagno tienen especial interés para España sus ataques a Al Ándalus. El control de Córdoba sobre las zonas islámicas inmediatas al sur de los Pirineos era precario, y algunos de sus rebeldes gobernantes o valíes pidieron ayuda militar a Carlomagno contra Abderramán. Según fuentes árabes, el monarca franco atacó simultáneamente por el este y el oeste de los Pirineos, en 778, pero fracasó en Zaragoza, lo que le obligó a abandonar allí la empresa. Cuando se retiraba por Roncesvalles, los vascones emboscaron a su retaguardia causando grandes bajas entre sus nobles, entre ellos el famoso Roldán (Rolland) que daría lugar cosa de dos siglos después, a un célebre cantar de gesta francés.
Este grave revés no impidió nuevos ataques, y siete años después los francos tomaron Gerona y algo más al sur establecieron el límite de una Marca Hispánica, llamada también Gothia, tanto por estar en España su territorio como por componerse su población de hispanogodos bajo protección de los francos. Las marcas eran barreras fortificadas, de carácter defensivo-ofensivo frente a territorios hostiles. La Hispánica debía haberse asentado en el Ebro, pero no lo consiguió (La idea renacería mucho después, cuando Napoleón planeó establecer en el Ebro la frontera francesa). Se componía de unos quince condados, unos dirigidos por francos, otros por hispanos. Sin embargo, por servir a los intereses francos, ajenos al reino hispanogodo, la Marca fue concebida ante todo como barrera del reino franco ante Al Ándalus, no como embrión de una reconquista. En realidad solo se incorporaría a ella en la medida en que se liberase de la tutela franca, cosa que ocurrió pronto en los Pirineos occidentales, dando lugar al reino de Pamplona en el siglo siguiente, y mucho más despacio en la parte oriental. En cierto sentido, la Marca debilitó el proceso de reconquista al permitir a Córdoba concentrar el grueso de sus esfuerzos contra la España cantábrica.
De este modo, la parte española quedó dividida en dos: la cantábrica, independiente y hacia la que se dirigían la mayor parte de las arrasadoras aceifas cordobesas, y la pirenaica, bajo autoridad y protección de los francos. La España cantábrica tuvo desde el principio un fuerte dinamismo reconquistador, mientras que la pirenaica quedaría semiparalizada durante largo tiempo. La causa de esta semiparálisis era precisamente la falta de independencia y por tanto de un sentimiento de legitimidad. Aunque los condes solían ser godos, dependían del poder franco, que aceptaban con desagrado, por el recuerdo de los viejos conflictos, fuentes de un sentimiento subterráneo de incomodidad y oposición. De este modo, entre los francos y los musulmanes, algunos condes preferían el acuerdo con los musulmanes, solo impedido por las razias y ataques de estos; y llegaban a sabotear las iniciativas francas que trataban en vano de extender la Marca hasta el Ebro.
No obstante, con la Marca Hispánica nace la influencia franca, luego francesa, en la historia de España. Cabe definir ese fenómeno, simplificando, como una tensión sobre la herencia goda y la influencia franca, extendida hasta la actualidad, si bien hoy ha sido sustituida en enorme medida por la anglosajona. Conviene aclarar el concepto de otro modo: la herencia debe considerarse más que goda hispanogoda pues culturalmente la parte latina fue dominante, e incluso en política muy relevante a través del aparato eclesial y de los concilios. La influencia franca fue muy variable según épocas, insignificante a veces, preponderante otras, hasta desplazar a lugar secundario la propia herencia hispánica. En tiempos recientes el peso cultural franco-francés ha llevado a menospreciar o denigrar la herencia hispanogoda, pero esta es realmente la raíz y el sustrato político, nacional e intelectual no solo de la reconquista, basada en la legitimidad del reino de Toledo, sino de la historia de España en su conjunto.
La tensión godo-franca tiene otra dimensión. El reino de Toledo evolucionó a una fusión entre lo germánico y lo romano, mientras que los francos parecen haberse mantenido con más fuerza como una oligarquía sobre la masa galorromana (ha llegado a explicarse la Revolución francesa como una revuelta de los galos contra los francos, en lo que hay quizá un fondo de realidad). En esa diferenciación puede verse también la mayor dureza del feudalismo francés sobre el campesinado y su tendencia a la dispersión en poderes particulares, cosas ambas bastante menos acentuadas en España, la opresión señorial por la necesidad de la repoblación y acaso otras causas; y la dispersión por la motivación unitaria del reino de Toledo . Y más tarde en Francia nació el concepto aparentemente contrario de monarquía absoluta, poco homologable a la tradición hispanogótica. Como veremos, la reconquista es también la historia de una tensión permanente entre las fuerzas integradoras y las disgregadoras, y estas últimas debieron bastante –aun si no todo ni mucho menos– a las influencias francas.