La moral vikinga

  

   También comenzaron en tiempos de Carlomagno las incursiones vikingas desde Dinamarca, que se harían notar sobre todo a partir de Ludovico e iban a someter al continente a una verdadera pesadilla durante algo más de dos siglos, hasta su conversión al cristianismo.  Cientos de monasterios fueron devastados y los monjes asesinados, así como una ciudad tras otra saqueada, aniquilando el monaquismo irlandés  y  del norte de Inglaterra, importantes focos de civilización hasta entonces.  Establecieron bases en Irlanda para desde allí atacar más cómodamente  a Inglaterra y Francia., movilizando hasta flotas de cientos de barcos, a veces con verdaderos ejércitos. En algunos momentos llegarían a amenazar la obra civilizadora de la Iglesia y volver a la barbarie a amplias zonas de Europa.

   A diferencia de las anteriores invasiones germánicas, realizadas por tierra, con pueblos enteros, incluyendo mujeres y niños, los ataques vikingos fueron sobre todo  navales y realizados exclusivamente por varones, aunque en algunos lugares se establecieron y trasladaron allí a sus familias. En 845 atacaron a las tres fracciones en que se había dividido el imperio.  Una acción típica fue esta: una flota de 120 barcos remontó el Sena y capturó París dentro del estado de Carlos el Calvo.  El ejército franco quedó dividido por el río, y una parte fue arrollada, debiendo contemplar impotentes los demás cómo los vikingos  ahorcaban a 111 soldados prisioneros en sacrificio a Odín. Carlos solo se libró de los incursores pagándoles la enorme suma de 7.000 libras de plata, lo que animaría a los vikingos a exigir una y otra vez gruesas cantidades a cambio de abandonar ciudades o territorios. Su crueldad llegó a hacerse proverbial. Asesinar a prisioneros o a civiles indefensos era  un hecho frecuente, como en la catedral de Nantes, donde hicieron morir al obispo y a una multitud allí refugiada. También incursionarían por España y Al Ándalus, pero con mucho menos efecto que en las islas británicas  o en el continente. Naturalmente, sufrieron muchos reveses en sus correrías, pero no por ello se desanimaban, y cada verano salían de Escandinavia nuevas expediciones hacia el sur y hacia el este, por la actual Rusia Bielorrusia y Ucrania.

   No se sabe a qué se debió aquel súbito movimiento. Se ha especulado con una “superpoblación” de Escandinavia, pero ello no coincide con el hecho de que apenas se establecieron en otros lugares. Más bien habría que pensar en un impulso de rapiña y piratería, por lo demás bastante frecuente en la historia, estimulado por una afición especial a la lucha y la aventura, y desdén por la “muerte de buey”, por vejez y achaques, propia de sedentarios, muerte que de todas formas sería la más común entre ellos, aunque poco apreciada. Psicología que tenía su asiento en su religión.

   Por el terror que infundían podrían recordar a la yijad, si no fuera porque pocas veces pretendían establecerse o conquistar el país, y menos aún imponerle su religión, común con los germanos y  que consideraban exclusiva de ellos, sin afán proselitista. En general podría caracterizarse sus creencias como opuestas radicalmente al cristianismo y con un fondo de pesimismo cósmico que las hacía más ajenas a la mentalidad tanto cristiana como musulmana.  Al igual que en el paganismo griego, sus dioses no creaban el mundo sino que nacían de él, de un caos o abismo primigenio concebido con imágenes extrañas. Difería del paganismo clásico en que el abismo generaba asimismo las fuerzas del mal, contrarias a los dioses ordenadores del mundo, las cuales terminarían prevaleciendo en una lucha que signaría la catástrofe universal, el Ragnarök (“Destino” u “ocaso”  de los dioses). Tal concepción era tan desesperanzada que se  imaginó una edad posterior más amable.

   Los dioses conocían su destino, pero ello no les restaba fuerza ni ánimos para enfrentarse a él, luchando sin desmayo, y esa debía ser la conducta de los hombres. Los guerreros muertos con honor irían al  Valhalla, una especie de cielo muy diferente del cristiano o del paraíso musulmán, pues allí disfrutarían de los placeres de un combate renovado cada día, de la comida y la bebida, y de las valkirias, preparándose para ayudar a los dioses en la lucha final. En cierto modo esta visión extrapolaba al género humano y al mundo el destino de los individuos, que siempre termina en la muerte y, no obstante, exige para la vida una actitud valerosa y enérgica.

    No solo practicaron los vikingos la piratería sino que la combinaron con el comercio con diversas mercancías como pieles, artículos artesanos,  mercancías de lujo, etc.; y con gran frecuencia la captura y tráfico de esclavos, sobre todo en el este europeo aún pagano. La Iglesia prohibía esclavizar a cristianos, cosa que naturalmente no les detuvo,  llevándolos a Escandinavia o a los países islámicos. Los esclavos  solían ser vendidos a judíos, que dominaban el negocio y los revendían sobre todo a Al Ándalus y más en general al califato de Bagdad. En su afición al comercio llegaban a establecer mercados para vender a sus víctimas los objetos que acababan de saquearles.  

   Llama la atención que incluso entre sus enemigos y víctimas los vikingos despertasen una ambigua admiración. Un diplomático árabe, Ibn Fadlan los describe así:  “Nunca he visto gente de figura más espléndida. Son esbeltos como palmeras, de un rubio rojizo y tez muy blanca.  (…) Siempre llevan un hacha, un puñal y una espada. Desde la punta del pie hasta el cuello van cubiertos de tatuajes…”; otros, de las islas británicas, los describen como “hermosos,  de aventajada estatura, ágiles y audaces; viven en los mares y tienen sus naves por habitación” (citado por E. G. Oxenstierna). Indudablemente, ellos se sentían superiores, más libres y más fuertes que los demás, y por tanto con derecho a dominarlos y explotarlos. Estas descripciones tienen interés por cuanto darían lugar, pasados bastantes siglos, a ideas como las de Nietzsche sobre la moral de los señores, propia del paganismo germánico,  frente a la moral de los esclavos, particularmente la cristiana. La primera expresaría, al nivel humano, la misma necesaria  y despiadada lucha por la vida del reino animal, necesaria para la supervivencia de los más fuertes o mejor adaptados. El nacionalsocialismo hitleriano venía a ser, en parte, un intento de reconstruir aquella moral pagana de los vikingos

     Las osadas  navegaciones e incursiones de los vikingos les llevaron a saltar de isla en isla y llegar a América por la península de Labrador, donde no se establecieron ni supieron nunca del continente alcanzado. Y fueron los primeros en circunnavegar a Europa por el Atlántico, el Mediterráneo y a lo largo del Dniéper y otros grandes ríos rusos. Según sus leyendas, reflejadas en la Crónica de Néstor, rusa, los desordenados y anárquicos eslavos habrían pedido a los Rus, como también eran conocidos los vikingos, que les mandasen unos príncipes que los gobernasen con leyes justas. En cualquier caso, los vikingos suecos, llamados también varegos o varangios,  fundaron en Kíef  (la Rus de Kíef) y en Nóvgorod los primeros estados rusos, hacia finales del siglo IX, y ellos mismos se eslavizaron. La palabra Rusia proviene de ellos, con gran probabilidad. del siglo IX. También pueden considerarse los verdaderos creadores de Inglaterra tras la invasión normanda del siglo XI. Asimismo fundaron reinos duraderos y civilizados en la Normandía francesa y en Sicilia. De forma sorprendente, allí donde se establecieron, los vikingos perdieron con bastante rapidez su lengua y cultura, adoptando las del país de (involuntaria) acogida.

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Acabaron con la democracia y ahora van a por España

¿Por qué España  es hoy una democracia fallida? Porque ninguna democracia puede admitir leyes totalitarias o antijurídicas como la de memoria histórica o las de género. Ni puede admitir la colaboración gubernamental con un grupo terrorista y el reconocimiento de sus crímenes como un modo de hacer política. Ni tampoco reconocer soberanía a alguna región y financiar su separatismo.  La democracia no consiste simplemente en elecciones o cierta libertad de expresión, hoy reducida también a los márgenes: consiste ante todo en el estado de derecho y el respeto a la ley, y los cuatro hechos mencionados han destruido ambos. Los cuatro han sido llevados a su máxima expresión por los gobiernos de ZP. Creían los ilusos que el PP corregiría tales derivas,  pero lo que ha hecho es profundizarlas. Debido a la crisis, al lado del PP y del PSOE han surgido dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, que mantienen la misma línea, incluso agravándola.  Por ello podemos hablar de una democracia fallida: solo podrá salirse de esa situación barriendo a esos partidos, convertidos en verdaderas mafias dedicadas a “dialogar” entre sí y con los separatistas al margen de la ley. Tales diálogos solo tienen el rango de chanchullos mafiosos y en cada uno de ellos se ha hundido más la ley, la libertad y la nación.   La cosa no es del todo nueva, y la mejor descripción de esas gentes creo que la dio Gregorio Marañón sobre los republicanos: “Estupidez y canallería”.

   Y una vez reducida a poco más que nada la democracia, las cuatro mafias (Ciudadanos merece explicación aparte)  corren a la destrucción de España. Los separatistas catalanes han declarado la secesión, coronando decenios de apoyo y financiación por PSOE y PP, y de acoso y marginación de cualquier disidencia por todos ellos. Y la respuesta de las dos mafias principales, PP y PSOE , ha consistido en prometerles más “diálogo” y una reforma de la Constitución que les dé más satisfacciones a costa de la unidad nacional y de la convivencia en paz. La historia no cuenta para estos delincuentes, y su desprecio a España no podría ser más lacerante.

    Yo no sé si detrás de toda esta miseria, farsa y esperpento políticos hay poderes ocultos, ni me importa demasiado: lo que está a la vista es más que suficiente para exigir una reacción enérgica y sin concesiones. Los designios de esas mafias simplemente no pueden ir delante de ninguna manera. Han ido ya muy lejos  manipulando a la gente a base de poner nombres bonitos o biensonantes a sus fechorías, y no será fácil hacerles recular y derrotarles.  Pero hay que hacerlo y dejarse de pequeñeces. Las movilizaciones últimas muestran que muchos españoles van dándose cuenta, ¡por fin!, del precipicio al que quieren llevarles estas chusmas políticas soberbias, incultas, frívolas y sin asomo de patriotismo. La masividad de la protesta  y el discurso del rey les  han asustado un poco, pero confían en repetir los manejos que les permitieron llevar a la nada movilizaciones semejantes cuando el asesinato de Miguel Ángel Blanco o cuando las  protestas contra la colaboración de ZP con la ETA. Y una nueva decepción y éxito de las mafias es posible si el actual movimiento popular no se articula en torno a una alternativa política. Lo más parecido actualmente a tal cosa es el partido VOX, y creo que debe recibir el máximo apoyo, al margen de sus inevitables imperfecciones.

    La situación histórica puede caracterizarse así: el régimen surgido de la Transición está agotado. ZP lo arruinó,  y el PP de Rajoy ha acabado de pudrirlo. La cuestión es si su derrumbe inevitable va a ser controlado o dar lugar a algún nuevo desastre. De que mucha gente tome conciencia de ello va a depender nuestro futuro.

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La economía en el felipismo

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El ingreso en la CEE, sobre todo, fue vendido como un éxito que habría impulsado la economía española a un ritmo sin precedentes. La verdad es, sin embargo, muy distinta. España arrastraba un grave problema de reestructuración económica debido a la crisis mundial comenzada en 1973, y fue preciso hacer la reestructuración en buena medida según las conveniencias de la CEE. Así sufrieron la siderurgia, el textil, las exportaciones agrarias, etc. La pesca y la construcción naval también sufrieron mucho, y se generó un fuerte déficit comercial. A pesar de ello, la mayor apertura al comercio europeo y las inversiones extranjeras permitieron un crecimiento económico considerable los cuatro o cinco primeros años, pero que volvería después a los bajos ritmos anteriores. En los años de Suárez, el crecimiento medio apena superó  el 1,5% anual. En los primeros cuatro años del PSOE,  antes de la CEE, la economía apenas se reactivó hasta alrededor de un 2,2%.  En cambio, en los cinco primeros años de la CEE, la media subió a 4,4 anual, con tendencia a la baja. Y entre 1990 y 1996, últimos tiempos del felipismo, bajó de nuevo a un semiestancamiento con un 2% de media.

    Vale la pena considerar estos datos con los de los años 60 y mitad de los 70 del franquismo, cuando España no estaba en la CEE:  Por entonces se alcanzaron crecimientos de hasta el 11%  algún año, los más elevados del mundo después de Japón y acaso Corea del Sur, con una  media superior al 7% en aquellos 14 años. Y ello, según se decía, en pleno aislamiento y apestamiento internacional y sin estar en la CEE.

   Se ha dicho que ello fue posible porque se cambió radicalmente la política anterior, llamada autárquica, de los años 40 y 50. Pero, como he explicado en Los mitos del franquismo y otros libros, la autarquía, impuesta en buena medida  por las condiciones de hostigamiento internacional, distó mucho de ser un fracaso, y sin sus importantes logros el impulso de los años 60 no habría sido posible o habría sido mucho menos espectacular. Es cierto que la política económica anterior estaba agotada, pero es que todas las políticas económicas hasta la fecha acaban agotándose en un momento u otro y causando a menudo graves crisis como aquella de la que aún no hemos salido, diez años después de comenzada.

      Otro aspecto a tener en cuenta sobre la entrada en la CEE, más tarde UE,  ha sido la enorme tasa de desempleo  con que se ha desarrollado la economía, junto con una considerable inflación. Al terminar el franquismo, el paro estaba en un insignificante 3,5% de la población activa (poco más de medio millón),  para subir bajo la UCD al 18%, una cifra que entonces se consideraba muy amenazante para la estabilidad social. Con el PSOE, el paro siguió aumentando, hasta el 21,5%  (unos 3 millones, en 1985),  para empezar a bajar hasta el 17%   (2,7 millones) en 1990, y volver a subir  de nuevo a un 24,5%  (3,7 millones) en 1994, iniciando un leve descenso hasta 1996, año en que el PSOE dejó el poder.

   Rasgo de la política económica del PSOE  fue también una fuerte expansión del estado y por tanto de los impuestos. El franquismo había procurado siempre un estado pequeño y poco costoso, pero con el PSOE se duplicó prácticamente el número de empleados públicos (funcionarios, y otros). Según la ortodoxia liberal, más estado equivale a menos libertad y menos eficiencia productiva, dándose la paradoja de que, de acuerdo con ello, el franquismo habría sido harto más liberal que la democracia. Podría relacionarse este dato con el del incremento de la Guardia Civil, que pasó de 59.500 guardias en 1975 a 72.000 en 1996; o el personal del Ministerio del Interior (antes Gobernación), que pasó de 153.000 a 183.000. No obstante lo cual la delincuencia aumentó notablemente, como asimismo la población penal, que se multiplicó por cinco sobre la de 1975, saltando de una tasa de poco más de 20 por cada cien mil habitantes, a  más de 100. Una diferencia aparente es que en la época del Felipe González no había presos políticos, pero esta idea es engañosa. La política general con respecto a la ETA era, como veremos, de otorgarles salida política, lo cual convertía a sus presos en presos políticos, de manera inconfesada pero muy real.  

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Cómo empezó todo… con Suárez https://www.youtube.com/watch?v=sY_eokmd6Aw

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El caso de Italia

Es importante entender cómo empezó todo. Con Suárez, precisamente: https://www.youtube.com/watch?v=sY_eokmd6Aw

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Como se recordará, en Italia se instaló después de la guerra mundial un sistema con dos grandes particos, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista, más unos socialistas en segundo plano.

Aquel sistema parecía inamovible, por muchas protestas que suscitara aquí y allá. Pero fue echado abajo en los años 90  por dos hechos : la caída del muro de Berlín, que significó la disolución del PCI;  y la actuación de los jueces contra el Partido Democristiano y Socialista,  plagados de corrupción. Es evidente que el sistema estaba agotado, que llevaba en realidad muchos años agotado y que se mantenía por inercia y falta de alternativa. Y de la caída del sistema salió Berlusconi y una política extravagante.

No obstante, el país siguió adelante mal que bien, en una especie de atenuada crisis permanente. En gran medida, la continuidad se debe a la existencia de un aparato funcionarial profesional y bastante serio, y una economía bastante sólida, que pueden encajar la inanidad de los políticos y los vaivenes radicales. Y a que allí las tensiones disgregadoras son débiles, pese a haber surgido un separatismo en la “Padania” con el argumento, liberal a su modo, de que el productivo norte italiano no tiene por qué seguir sosteniendo a los “vagos” e ineficientes  del sur.

En  España se ha creado una situación parecida, con la desventaja de que las tensiones disgregadoras son aquí muy fuertes y alimentadas por el sistema decenio tras decenio. Además, el gobierno servil español quiere destacar como lacayo y cipayo de otros intereses, por ejemplo en Libia o provocando a Rusia.  Con ZP, la política española ha entrado en el terreno de una delincuencia generalizada,  con las cuatro operaciones de justificación y recompensa a la ETA, de la “memoria” histórica”, de la ley LGTBI y de la “soberanización” del separatismo catalán. Estas operaciones han supuesto el agotamiento del régimen de la Transición, convirtiéndolo en una democracia fallida, ante los ojos medio ciegos de todo el mundo.

Muchos suponían, un tanto ilusamente,  que las maniobras de ZP serían contrarrestadas por Rajoy, pero ha ocurrido lo contrario: el PP –ya lo advertí cuando Rajoy estaba en la oposición– ha seguido la misma vía, intensificándola al bloquear cualquier alternativa en función del “voto útil”.  Desde entonces el régimen ha ido pudriéndose, con los cuatro partidos convertidos en verdaderas mafias ajenas a cualquier interés nacional,   que amenazan  la  propia supervivencia del país después de haber derruido la democracia. Los intentos de secesión de Cataluña son solo una coronación lógica  de este proceso putrefacto, que quizá (ojalá) señalen el comienzo de una enérgica reacción. Es curioso que el sistema italiano se haya agotado en un período de tiempo parecido al del español. Cuando los partidos se convierten en mafias, la “judicialización de la política” es muy lógica, aunque, claro, no ofrece una salida por sí sola, como vimos en el caso de Italia. En España, no ha habido una intervención judicial comparable a la italiana, entre otras cosas porque el sistema judicial está demasiado sometido a los partidos.

A cambio, los separatistas, confiados en tener enfrente a un gobierno que iba a seguirles el juego, como lo han hecho los gobiernos durante decenios, han ido demasiado lejos. Han tropezado, afortunadamente, con el rey, cuyo mensaje ha desautorizado las políticas mafiosas,  y que debía de estar harto de que Rajoy lo pusiera una y otra vez en ridículo llevándolo a rendir pleitesía a la potencia que ocupa una parte de nuestro territorio, luego a presidir una manifestación antiespañola, proterrorista, proseparatista y proislámica y pronto a Cuba.

Y además un partido, VOX, ha comenzado la apelación directa a la gente, único modo de salir del gueto en que lo había metido el PP y dar impulso a un movimiento popular. El programa de VOX indica un principio de alternativa a lo que hoy existe, y sería cuestión de discutirlo para evitar alguna berlusconada o cosa peor. Porque si no se articula una opción política e ideológica, las cuatro mafias liquidarán el actual movimiento de igual modo que lo hicieron con el de Ermua a raíz del asesinato de Miguel Ángel Blanco, o del que se oponía a la colaboración de ZP con la ETA, desactivado precisamente por Rajoy. Volverían a sus “diálogos” como llaman a sus chanchullos mafiosos al margen de la ley. De cada uno de esos “diálogos” sale España un poco más hundida.

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Russia Today ha estado apoyando más al separatismo que la BBC”

“Puede ser, pero Rusia está siendo hostigada y provocada por el gobierno español a las órdenes, precisamente, de los intereses que representa Gibraltar. A las órdenes de un país que tiene invadida una parte de nuestro territorio. “Amigo y aliado”, según el gobierno corrupto, proetarra y proseparatista”. Y es verdad, es amigo y aliado de ese gobierno abyecto. Es mucho  más peligroso el apoyo al separatismo por Inglaterra y tantos otros “aliados” que el de Rusia, que realmente no tendrá efecto y está justificado por el acoso cipayo de Rajoy y su pandilla de maleantes”.

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¿Quién cambiará la catastrófica política actual?

En “Una hora con la historia” examinaremos, en varias sesiones, cómo ha ido produciéndose la situación actual. https://www.youtube.com/watch?v=uz9X68Eq1z8&t=137s

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Resumiendo lo anterior:

a) Los separatistas carecen de fuerza armada (los mozos de escuadra están demasiado divididos) y por tanto no es precisa la intervención del ejército. Basta la policía y la guardia civil.

b) La represión debe dirigirse ante todo contra los jefes. Estos no tienen nada de héroes y tratarlos a base de destituciones y multas les impediría convertirse en mártires y les cubriría de ridículo.

c) Si deciden crear caos en Cataluña, eso se volvería contra ellos en poco tiempo

d) Si intentan responder con terrorismo, vuelve a ser cuestión policial. No hay que descartar que la ETA lo intentara, lo que daría oportunidad para invertir también allí la política seguida por sus delincuentes colaboradores de PSOE y PP.

e) Debe tenerse en cuenta que tampoco sus masas fanatizadas tienen mucho de heroicas. Sus actitudes son más bien impostadas, producto de una propaganda delirante y falsaria, que ha sido amparada por los gobiernos PP y PSOE. Pero cambiar eso requerirá más tiempo. No debe olvidarse que tantos años de lavado de cerebro desde las aulas y los medios de masas, permitido y financiado ilegalmente por PP y PSOE, solo pueden contrarrestarse con una paciente política contraria.

f) Convocar elecciones después de detener o castigar a los cabecillas sería absurdo: la situación se reproduciría. Durante un tiempo, en Cataluña debe imponerse algo así como un estado de excepción suave, con autoridades que inviertan la política seguida hasta ahora e ilegalización, en principio transitoria que podría llegar a permanente, de las organizaciones separatistas.

g) Debe tenerse en cuenta también la actitud internacional, a la que España es hoy especialmente sensible. Durante décadas, y también ilegalmente, los separatistas han practicado una política exterior hispanófoba que PP y PSOE han obligado a financiar delictivamente a todos los españoles. Esa política ha coincidido fuera del país con intereses poderosos en la OTAN y la UE, a los que no conviene una ruptura de España, pero sí un país débil, con problemas internos que lo hagan manejable, y con gobiernos con mentalidad de lacayos como los de PP y PSOE. En esa posición el PSOE intervino como comparsa en la criminal guerra civil que ha dejado a Libia sumida en el caos, y el PP está actualmente hostigando a Rusia por cuenta de intereses ajenos y buscando un enemigo innecesario para España. También en política exterior se impone un cambio radical.

Como vemos, la situación de Cataluña está sacando a la luz la inmensa cantidad de basura acumulada en varias décadas por unos politicastros en principio ignorantes, frívolos e irresponsables, y finalmente delincuentes. El sistema salido de la Transición ha naufragado y se imponen otras alternativas.  Ahora bien, ¿quién podría aplicar una política más o menos parecida a la arriba indicada? Porque otra fechoría de esos partidos y políticos, en particular del PP de Rajoy, ha consistido en bloquear cualquier alternativa. Durante  este tiempo han conseguido mantener distraído y anestesiado al pueblo utilizando la democracia que iban destruyendo como una palabra mágica y paralizante.

    Por eso, seguramente esperaban que la situación continuase así, con invocaciones a sus “diálogos”, como bautizan a sus chanchullos mafiosos al margen de la ley. Pero actualmente el pueblo, una parte aún menor, pero creciente, está percibiendo el fondo de lo que ocurre y se está movilizando contra los políticos y partidos mafiosos. Esto es algo que no esperaban y que les está metiendo miedo, dejándolos sin saber muy bien por dónde tirar.

    Sin embargo, esta movilización popular – iniciada por VOX, un partido distinto de los demás, debe decirse,  y ninguneado sistemáticamente por ellos–, serviría finalmente de poco o acabaría en revueltas sin salida, si no ocurren dos cosas: que los cuatro partidos que desgobiernan el país se hundan, y que el movimiento popular se articule política e ideológicamente. En otras palabras, que surjan nuevos partidos capaces de afrontar la situación desde los intereses de España y de la democracia.

   La crisis económica debilitó considerablemente al duopolio PSOE-PP, pero de ahí surgieron solo dos grupos que empeoraban las cosas. Ciudadanos no es separatista, pero persigue muy activamente la disolución de España en la UE, es decir, entregar la soberanía a la burocracia de Bruselas y a la OTAN –en lo que coincide con PP y PSOE–, y la colonización de nuestra cultura por el inglés. En cuanto a Podemos es un PSOE radicalizado en sentido similar al de la guerra. Ninguno de los dos puede representar una superación de la actual crisis, sino lo contrario.

   Creo que VOX, si va puliendo sus programa, radicalizándolo en algunos aspectos y abandonando toda blandenguería, supone por ahora una alternativa posible. No debe olvidar el ejemplo de Trump, que en esto puede ser aprovechable, dada la situación: llamar por su nombre a los delincuentes y traidores: “No olvidéis: los Clinton son criminales”. Porque los de aquí también lo son, y peores.

   Otro embrión posible, por la izquierda, podría ser UPyD. La movilización de masas también está abriendo grietas en los dos viejos partidos, y es posible que queden en ellos personas decentes y honradas que den el paso de romper con el reciente y nefasto pasado y crear nuevas formaciones capaces de aprender de la experiencia.

   Quiero insistir en un punto: la política internacional, que en España no parece interesar a casi nadie. España debe salir de la OTAN,  reivindicar en serio Gibraltar, y adoptar la política que mejor resultado le ha dado en el siglo XX: la neutralidad, mucho más difícil entonces que ahora, se llevó a cabo. Neutralidad no significa hostilidad a la OTAN, ni a otros. Significa la realidad de que nuestros intereses y los suyos no coinciden, salvo en algunos aspectos muy generales, como la lucha contra el terrorismo.

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