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Covadonga / ¿Ejército al servicio de España? / Soros y Cataluña
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La política como estafa / Retirada de la División Azul / Efectos sexuales indeseados
La política como estafa
El rasgo más repulsivo e irritante de la banda de cacos y estafadores que se ha adueñado del gobierno del país, es su habilidad para pervertir la lengua empleando términos biensonantes como encubrimiento de sus fechorías. Tienen larga práctica. El PSOE salió a la palestra en la transición jactándose de sus “Cien años de honradez y firmeza”. Creo que jamás se ha inventado un lema tan absolutamente falsario, propio de timadores de esquina. Pero les funcionó, y debe entenderse la razón: los grupos, políticos y periodistas provenientes del franquismo habían olvidado la historia o querían olvidarla. O, en otros casos, la recordaban mal, atados a cuatro tópicos y retóricas entre nacionalcatólicos y falangistas, por completo inadecuados para la nueva situación que el propio franquismo había creado. Este conjunto de mentiras desvergonzadas, olvidos deliberados y retóricas desajustadas, debió ir corrigiéndose con la experiencia, pero si lo hizo fue en sentido contrario. Los retóricos de la nostalgia fueron aislándose y dividiéndose, los estafadores fueron ganando terreno y los “olvidadizos” pasaron del silencio ante la estafa a la colaboración con ella, hasta la infamia de condenar (con Aznar) a quienes “batiéndose en la gran cruzada antikomintern” (Besteiro) habían librado a España de la disgregación y el totalitarismo soviético. Así pudo producirse una segunda transición, esta rupturista, al nuevo frente popular zapateril. Derrotar la gigantesca estafa es la tarea de nuestro tiempo en España, y en ella debemos comprometernos cuantos respetemos la verdad, la libertad y la unidad nacional forjada con el sudor, la sangre y los aciertos de tantas generaciones de compatriotas.
Complicidad histórica PSOE-separatismos: https://www.youtube.com/watch?v=-xYmJq9kJKY
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La retirada de la División Azul
Recibo habitualmente el boletín Blau División, editado con esfuerzo por un grupo de admiradores de aquella gesta, pues fue verdaderamente una gesta y de las más importantes españolas en el siglo XX. El boletín publica habitualmente diarios inéditos de los divisionarios, en algunos de los cuales me he basado para Sonaron gritos y golpes. Por cierto que la crítica de una profesora de literatura sobre la ausencia de mujeres malvadas en mi novela ha suscitado en otro lector el recuerdo del episodio de la franca Fredegunda y la visigoda Brunekilda, que expuse en Nueva historia de España. Una historia realmente “gótica” de dos mujeres extremadamente malvadas. Bueno, en la novela no aparece algo así, pero tal vez no estuviera mal.
Precisamente por su carácter heroico, sobre la DA han divulgado sus enemigos innumerables falsedades, que el historiador Caballero Jurado ha puesto en su lugar en su libro prácticamente definitivo La División Azul, de 1941 a la actualidad. Por enemigos no hay que entender los soviéticos, que lógicamente defendían su país aunque al mismo tiempo debieran defender un sistema terrorífico. Enemigos más retorcidos eran los ingleses a través de la BBC y sus políticos, y muchos españoles, que utilizaban sus “informaciones” o que se consideraban herederos del Frente Popular; incluso bastantes franquistas, que procuraron denigrarla por motivos de partido, por enemistad a la Falange, principal organizadora de aquella “heroica unidad”, que dijo muchos años después Helmut Kohl en su visita al Alcázar de Toledo.
Uno de esos infundios consistía en la desafección de Franco hacia los divisionarios, que habrían sido enviados para que muriese en Rusia la mayoría de los falangistas más radicales. La realidad es que cuando se formó la DA, todo el mundo creía que iba a participar en una campaña como la de Francia, incluso con temor de no llegar a tiempo de desfilar por Moscú. La realidad resultó muy diferente, pero la división arrostró todos los sacrificios, y los rusos no lograron perforar su frente, como sí lo consiguieron en los contiguos alemanes. Los anglosajones presionaron constantemente para desacreditar sus hazañas y conseguir su retirada, y generalmente se da crédito al supuesto de que a esas presiones se debió su vuelta a España ya en 1943. La realidad fue otra. Fue la derrota de Stalingrado la que volvió muy aconsejable el retorno, ante la posibilidad de que la división de españoles fuera envuelta y destruida como ocurrió con tantas otras alemanas, lo cual habría supuesto un duro golpe para el régimen y para la propia España. Una vez más, la solidaridad con Alemania –cuando no se conocían aún los genocidios nazis–, tenía para Franco un límite: el interés nacional español.
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**La Falange tiene todo el derecho a presentarse y actuar como partido. Pero si intenta parasitar a VOX puede hacer mucho daño y reducir un movimiento muy distinto a la propia ruina y división que es hoy la Falange misma. Y las cloacas del gobierno van a trabajar a fondo en ese sentido.
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Efectos indeseados de las concepciones sexuales.
En suma, usted sostiene que la actual concepción de la sexualidad conduce al suicidio de la especia humana. Eso, permita que se lo diga, no lo sostiene ninguna o casi ninguna persona que defienda esa concepción que usted dice.
–En esto siempre nos encontramos con lo que los economistas llaman “efectos indeseados”. Es decir, se defiende una política que parece ser económicamente más justa y provechosa, y resulta, una y otra vez, en ruina y privación de libertades. Ningún homosexista dirá que su concepción del sexo conduce a nada malo, y probablemente también lo creerá. Hace años sostuve en Libertad Digital una polémica sobre el asunto contra Jiménez Losantos, José María Marco, César Vidal y otros. Argumentaban desde un punto de vista que ellos consideraban liberal y creo que llevaron un baño, si juzgamos por los comentarios de los lectores, en un 80% favorables a mis tesis. Lo cual revela cómo ciertas ideas se imponen socialmente frente a una repugnancia profunda, pero a menudo mal argumentada, de la mayoría. Además, el homosexismo tiene poco de liberal, es una ideología más bien socialdemócrata, y la mayoría de los homosexistas detestan a los liberales…
Bien, pero eso no es un argumento. El que un hecho sea aceptado o rechazado por más o menos personas o por más o menos tiempo no significa que sea verdad.
–Cierto, pero la verdad real del caso era y es que la sexualidad normal entre hombre y mujer, con obvia orientación reproductiva –pueda cumplirse o no–, no es equiparable a cualquier otra forma, por mucho que en cierta mentalidad dominante –pero no aceptada en el fondo por la mayoría, insisto– se imponga la idea de que todo vale con tal de hacerlo “libremente” y ”pasarlo bien”. Si partimos de ese criterio concluimos enseguida que la sexualidad normal y reproductiva no es que sea equiparable, es que resulta muy inferior. La normal implica una relación muy larga, íntima no solo corporalmente y en la que surgen conflictos, con numerosas obligaciones, etc.; y desde luego es mucho menos “libre” que la sexualidad estéril, sea homo, zoo o de cualquier otro modo. Está también la cuestión del amor. Este es un sentimiento necesario precisamente para compensar o endulzar los esfuerzos y obligaciones de la sexualidad reproductiva. O más bien para darles un sentido. El ideal contrario se parece al de la prostitución: te desahogas, pagas, todos contentos y a otra cosa.
Pero no puede usted negar que entre homosexuales, por ejemplo, puede haber amor como en la sexualidad que usted llama normal.
–Recuerdo en el día del “orgullo” a muchos con camisetas marcadas, en inglés o español con el lema: “El amor todo lo puede”. Sí, es posible un amor entre homosexuales, un tanto desviado, como todo el asunto; pero ese amor no es necesario, es una especie de añadido que, si se da, pues bien, y si no, no pasa nada. De todos modos no viene al caso. Yo no estoy contra los homosexuales, eso es algo que a la mayoría les viene impuesto y no pueden elegir. Estoy contra esa “filosofía” homosexista que se viene imponiendo cada vez más tiránicamente y tan relacionada con el feminismo, el abortismo y demás. Y que conduce a quitar valor y sentido a la propia reproducción, es decir, a la subsistencia de la especie humana. Como dice usted, no es que odien consciente y deliberadamente la reproducción humana, es que sus premisas llevan a la extinción, y fingen no verlo parloteando de placer, libertad y demás. Una libertad sin responsabilidad ni consecuencias, por tanto falsa. Pero aunque finjan no ver las consecuencias indeseadas, estas están ahí. Pasa como con muchas guerras: nadie las quiere, pero se quieren las condiciones que llevan a ellas. Además, otros, en esos movimientos, lo ven claramente y lo preconizan: no es de extrañar que en el feminismo sea tan frecuente despreciar a la mujer que tiene hijos, no digamos a la que los cuida y educa. Y últimamente muchos ecologistas ven en el ser humano un cáncer que le ha salido a la diosa Gaia.
También se plantea la posibilidad de la ectogénesis, la reproducción en laboratorio, uniendo células masculinas y femeninas. Sería posible, así, crear seres humanos con una calidad genética muy superior a la que hoy se da en la mayoría y solo aparece en contados ejemplares humanos… Más fuertes e inteligentes…
–…E incluso sin sexo. Sí, esa especulación ha dado lugar ya a novelas y se va introduciendo por otros medios. El fondo es, una vez más, el rechazo de la sexualidad normal como una tara impuesta por la naturaleza, pero que el ser humano podría superar gracias a la técnica… quizá convirtiéndose en otra especie, que aniquilaría a la actual, tan “imperfecta”; como presumiblemente el cromañón aniquiló al neandertal. Sobre esas cosas solo se puede especular.
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Sexo y suicidio / Nacionalcatolicismo como ideología
Complicidad histórica PSOE-separatismos: https://www.youtube.com/watch?v=-xYmJq9kJKY
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Al enfocar el tema de la pederastia, usted ha dicho que tiene la misma base que todas las demás aberraciones o desviaciones sexuales, la consideración de la sexualidad como un mero “pasar el rato agradablemente” al margen de su función reproductora. ¿Pero no es esta una tendencia natural en el hombre? ¿Con qué autoridad moral podría negarse, si hay consentimiento?
–Desde luego, la sexualidad tiene ese aspecto. ¿Con qué autoridad moral podría negarse? La cuestión, tal como tiende a plantearse en el mundo occidental viene a ser esta: el sexo como mera fuente de placer no solo se justifica en su objeto, sino que es además cómodo y un acto de libertad. La reproducción es por principio ajena a la libertad, ya que viene impuesta desde fuera de la voluntad. El individuo puede aceptarla, pero también puede entenderla como una fuente de compromisos, responsabilidades pesadas, gastos e incomodidades, porque tener hijos implica una relación hombre-mujer y no cualquier otra (dejemos aparte por ahora la reproducción en laboratorio o cosa así), relación que debe mantenerse en el tiempo a pesar de los obstáculos que surjan, supone trabajar para otros y gastar en otros… Eso, en la mentalidad hoy predominante, digamos “progre” para simplificar, tiende a ser visto como un ataque a la libertad y al goce personal.
Una de las consecuencias sería el aborto en masa.
–Sí, pero es solo uno de los aspectos. Tal como hoy tiende a concebirse, a imponerse por medio de la publicidad y de muchas presiones políticas, el individuo ha llegado al mundo para gozar lo más posible y con plena libertad. Una libertad contradictoria porque excluye la responsabilidad. El individuo criado, por así decir, en las sociedades occidentales, vive al mismo tiempo al margen de la historia, pues se dice que esta no puede enseñarnos nada, y del porvenir, que ve como una carga. Ahora mismo hay verdaderas campañas feministas contra la maternidad, presentándola como un mal o por lo menos como un fastidio. Y contra lo que llaman “amor romántico”, porque las dos cosas perjudicarían “la libertad de la mujer” y la igualdad entre los dos sexos.
Muchos denuncian que se trata de ideologías suicidas, no solo personal sino del género humano. Se habla también de “transhumanismo” que recuerda el paso al superhombre de Nietzsche.
–La idea del superhombre nietzscheano viene de Darwin, que señaló alguna vez que el hombre no constituía la cúspide de la evolución y podría haber evoluciones superiores. La idea de la superación del ser humano surge lógicamente de la teoría evolucionista, incluso la de que esa superación podría realizarse por el propio ser humano convertido, gracias a la técnica, en dueño total de sí mismo, en una especie de dios-evolución… Hoy sabemos que el hombre aparece tardíamente sobre la tierra, y que en ella hubo otras especies de homínidos hasta el hombre de Neanderthal. Lo sospechoso es que esas especies hayan desaparecido. Porque si admitimos, en su forma popular, que el hombre desciende del mono, ello no ha impedido que los monos sigan existiendo. Por otra parte, ¿por qué la evolución no se ha desarrollado a partir de la forma más primitiva de vida, perfeccionándola y haciéndola más compleja, y en cambio se despliega en una variedad casi infinita de formas? Pero, bueno, el problema está ahí.
La idea del superhombre parece completamente lógica y al alcance de la ciencia. ¿Qué objeción podría hacérsele, a excepción de cierta repugnancia nacida del narcisismo humano de creerse una cumbre insuperable?
Sospecho que esa idea quita todo valor y sentido a la existencia humana tal como la conocemos. O bien su sentido consistiría en terminar desapareciendo para ser sustituida por otra especie superior, en el sentido de más compleja, aunque se entiende mal que para eso se precise tanto tiempo y sufrimiento. Pero al desaparecer el sentido, el suicidio se presenta como una buena solución. Se habla mucho de “la muerte del hombre” y ya circulan por ahí propuestas de suicidio del género humano mediante un pacto para no procrear. La cuestión ya la expuso Albert Camus en El mito de Sísifo, señalando con agudeza al suicidio como el problema filosófico más profundo: “¿merece la vida ser vivida?”. Para Camus lo merece, pese a su sinsentido, como un desafío heroico-trágico a los dioses, lo cual suena un tanto disparatado. El historiador de las ideas Rémi Brague lo replantea de otro modo: no si la vida merece la pena ser vivida, sino si merece la pena ser transmitida. Puesto que la vida nos viene dada desde fuera de nosotros mismos, tenemos absoluta necesidad de creerla buena, con sentido, para transmitirla a otra generación. “Es preciso que, les suceda lo que les suceda a las personas vivas, la vida sea buena en sí misma”. La historia y la esperanza del futuro recobrarían así su sentido.
¿Quienes presentan el aborto como un derecho de la mujer están exponiendo el derecho del género humano a suicidarse?
–En el fondo es algo de eso. Los feministas adoptan un punto de vista puramente masculino y entienden que la mujer se ve biológicamente disminuida por la maternidad, que tratan de superar “culturalmente”, transformando el sentido de las palabras, lo cual es una vuelta a la mentalidad mágica. Pero una vez aceptas ciertas premisas, como esos conceptos de la libertad y el derecho, la tendencia es a ir hasta el fin en las consecuencias. La razón puede empujar al hombre hacia la autodestrucción. Ortega también sospechó algo de eso.
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Nacionalcatolicismo como ideología.
En relación a Por qué el Frente Popular perdió la guerra, me han criticado algunos desde distintas ideologías, afirmando que lo que explico de ellas no corresponde a lo que explicaría un anarquista, un comunista o un nacionalcatólico. Respondo que ello es muy natural, porque no hay una sola corriente anarquista, o marxista, o liberal o nacionalcatólica o fascista, y cada una de esas corrientes entiende su ideología con matices diversos, que pueden llegar a ser inconciliables.
En particular el nacionalcatolicismo. Podríamos empezar por preguntarnos si entra en el rango de las ideologías, ya que estas parten de la razón, mientras que el catolicismo parte de la fe. Añadamos que el hecho de que cada ideología parta de una razón, no impide que exija a sus adherentes una fe profunda, ya que se refieren a un porvenir por definición inseguro. El nacionalcatolicismo lo definí, más que nada por decir algo, como “la razón relativizada”. Pues, en efecto, el catolicismo afirma apoyarse en la razón, pero no solo en ella: hay en el ser humano, en el sentido de su vida, un elemento que escapa por completo a las posibilidades de su razón. Visto así, el nacionalcatolicismo podría proyectar mucha luz sobre todas las cuestiones humanas, lo que en la práctica ha resultado muy discutible
La esencia del nacionalcatolicismo como ideología sería la identificación de España con el catolicismo. Esto, de entrada, supone subordinar la realidad política que es España a la autoridad religiosa radicada en Roma. Algo así suponía Menéndez Pelayo cuando definía al país como “espada de Roma”. Dada la enorme desproporción de fuerzas en el siglo XX, con una España muy debilitada, no hubo posibilidad de ejercer de “espada”, aunque quedaba la de luchar con la pluma, como “espada” espiritual. Y aquí se encontró con que las posibilidades de desarrollo teórico o doctrinal eran también muy limitadas. Lo demostraría la olvidada pero definitoria polémica sobre Ortega y Unamuno, en la que los falangistas adoptaban una posición abierta hacia ambos y en general hacia los intelectuales del exilio, rechazados por los nacionalcatólicos. Esto habría estado bien si de las raíces nacionalcatólicas hubiera brotado una cultura brillante en pensamiento, arte y ciencia. Y algo hubo, desde luego, y no sin importancia, pero no cabría calificarlo de brillante, lo que volvía su rechazo de otras aportaciones un tanto oscurantista. Y en el Vaticano II quedó más de relieve esa mediocridad de la aportación hispana.
En el capítulo dedicado a examinar esta ideología señalo además que sus logros, que existieron –creo que sobre todo en materia de salud social– han sido casi totalmente ocultados no solo por las ideologías contrarias, sino por la propia Iglesia a partir del Vaticano II. Pero no deben olvidarse tampoco las críticas orientadas desde el nacionalcatolicismo hacia las demás ideologías, críticas a menudo agudas, aun si suele resultar más fácil destacar los problemas, teóricos o prácticos, que ofrecer soluciones fructíferas.
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La tarea de esta generación / Pasado y política actual / Historia GRAPO
**La tarea de este tiempo en España consiste en regenerar la democracia derrotando ideológica y políticamente al frente popular zapateril y anulándolo definitivamente. Y un punto clave en la tarea consiste en el rescate de la historia.
**Como queda claro en Por qué el Frente Popular perdió la guerra, el PSOE fue el partido más criminal, corrupto y cobarde de aquel infausto frente. Y sigue siéndolo. Todo el mundo debe saberlo.
**¿Es posible que el partido más delincuente y liberticida que ha sufrido España en el siglo XX y lo que va del XXI pretenda imponer su “memoria democrática” totalitaria? Asombrosamente, lo es. Gracias a la cooperación del PP.
**La derrota del frente popular zapateril implica la de los dos partidos que han llevado a él: PSOE y PP. Debería surgir a la izquierda de VOX otro partido que fuera a la vez patriótico
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“Un pueblo que olvida su pasado se condena a repetirlo”. “La ignorancia de la historia infantiliza a los ciudadanos”. “La verdad se corrompe tanto por la mentira como por el silencio”.
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La historia del GRAPO
Oigo a Bieito Rubido, jefe del ABC, dictar que del GRAPO “siempre se sospechó que estaba infiltrado y manejado por la policía”. Esto lo dice un señor que se supone informa a la gente. ¿Quién sería ese “se” que tanto sospechaba? Pues eran los políticos que se decían antifranquistas y querían la ruptura pero que, salvo el comunista (aunque por entonces muy dispuesto a aceptar “todo” monarquía, economía de mercado, bandera, etc.), nunca habían luchado contra el franquismo y se asustaban de un GRAPO que sí lo hacía y podía echar por tierra sus cambalaches con “los fascistas”. Esos partidos, en particular el PSOE, llegaron al poder en 1982, con lo que pudieron investigar a fondo los archivos policiales, y lo hicieron. El socialista Barrionuevo, entonces ministro del Interior, ya irritado por la persistencia de los que insistían en la trola, expuso la falsedad de aquellas “sospechas”. Rubido no se ha enterado, al parecer, y así ejerce su oficio de informador. Era una conspiranoia parecida, a la inversa, a la del asesinato de Carrero Blanco.
Lo que no dijo Barrionuevo es que a continuación los archivos aquellos fueron destruidos, sin la menor protesta de los historiadores, fueran de derecha o de izquierda, que veían desaparecer unas fuentes historiográficas del mayor interés. ¿Por qué? Porque quienes estaban infiltrados realmente eran esos partidos rupturistas y los informes policiales podían resultar muy comprometedores para los nuevos “demócratas”. Curiosamente, la historia del PCE(r)-GRAPO es, de todos aquellos partidos, la que está explicada desde dentro y con mayor detalle por mí mismo en el libro De un tiempo y de un país, que espero se reedite en algún momento. De casi todos los demás partidos se han contado sobre todo desvirtuaciones o falsedades.
El PCE(r)- GRAPO fue el único grupo que puso en verdadero peligro la transición, primero con su réplica a los últimos (terroristas) ejecutados por el franquismo, luego con la nunca vista cadena de bombas para “conmemorar” el 18 de julio, y después con los secuestros de Oriol y Villaescusa.
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¿Unidad para qué? / (m.s XVII). ¿El sentido al final del camino? / La derrota de Stalin en España
Dice Mayor Oreja que las tres derechas deben ponerse de acuerdo. ¿Pero de acuerdo en qué y para qué? ¿Están esas tres supuestas derechas interesadas en derogar las leyes de género y la ley de memoria histórica? ¿Están interesadas en ilegalizar a ETA-Bildu, exigir la publicación de los chanchullos entre PSOE y ETA, aceptados por el PP y llevar a los tribunales a cuantos hayan infringido la ley en ese aspecto? ¿Están interesados en regenerar la democracia y afirmar la unidad de España sobre bases que tienen que ser nuevas en muchos aspectos? ¿Les interesa difundir a fondo la historia criminal del PSOE como uno de los aspectos de ese objetivo? ¿Les interesa asegurar la soberanía nacional en relación con las imposiciones cada vez más inaceptables de la UE?…
En fin, en una palabra, ¿están de acuerdo en recuperar la democracia y la unidad de España, o solo pretenden echar al Doctor y compañía para situarse ellos en el poder y volver a los repartos de poder que han conducido a esta situación? Aquí radica todo el problema, y por eso las peticiones melifluas de Mayor Oreja y tanto otros se traducen en la práctica en el intento de que el PP –que tiene máximas responsabilidades en la situación a que se ha llegado–, se convierta de pronto en la “alternativa” para dirigir una imposible vuelta a la situación anterior, en la que, según el PP, el PSOE y los separatistas eran partidos democráticos. Tan democráticos como el propio PP, claro.
Es indudable que los tres partidos, y otros que caigan, pueden ponerse de acuerdo para echar al Doctor, mediante una votación de censura o de otro modo, pero con ello se arreglaría poco o nada si predominan las aspiraciones tipo PP. VOX tiene ahora la posibilidad de explicar muy bien a los españoles la verdadera situación. Creo que la gran mayoría terminará entendiéndola.
Conocer y difundir la historia criminal del PSOE es esencial para regenerar la democracia: https://www.youtube.com/watch?v=NjlWfCrqdng
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En los versos de Omar Jayam señalando la imposibilidad para la persona de saber el por qué y para qué de su llegada, estancia y salida de la vida, hay sin embargo una diferencia importante entre los tres aspectos. La llegada y la salida ocurren en un momento y por completo al margen de la voluntad, la razón o el sentimiento de cada cual; en cambio la estancia transcurre, a menudo largamente, en ese elemento misterioso que es el tiempo. El tiempo puede sentirse de muchos modos, pero esencialmente es “algo” de carácter cósmico, tan alejado de nuestras capacidades como la propia entrada y salida. Sin embargo, dentro de él la persona o individuo parece gozar de cierta autonomía, una autonomía a la que llamamos libertad (no hay que confundir libertades políticas con libertad personal o con libertad en general). Su voluntad, su imaginación, sus razones sí tienen un peso, aunque muy inferior al de las circunstancias forzosas en que se desarrolla su vida.
La cuestión radica en cuál es precisamente ese peso y si es igual para todos. La consciencia de la muerte (el destino final) suscita, aparte del temor a lo desconocido, el sentimiento de la propia vida como conjunto, es decir, del sentido de ella. Si consideramos que no hay sentido en la vida o que lo que sabemos de ella no permite encontrarlo, el sentimiento preponderante es el de la desesperación, la libertad un simple autoengaño y la moral pierde cualquier fundamento. Si consideramos en cambio que sí tiene un sentido, nos obligamos a pensar en la conducta conveniente, o correcta o adecuada (a ese sentido) dentro del período de estancia en la vida de cada uno, y de ahí la moral. Pero nos vemos obligados a reconocer que el sentido que tratamos de encontrar en las normas morales no lo creamos nosotros, sino que nos viene dado, al igual que la entrada y la salida, y está por encima de nuestras capacidades de comprensión.
Podríamos pensar que el sentido de cualquier proceso solo se ve al final del mismo, tal como el de un proceso histórico o personal solo lo entendemos en alguna medida cuando está finalizado. Y podríamos preguntarnos si ante la proximidad de la muerte llegada con plena consciencia, las personas son capaces de percibir el sentido de sus propias vidas. Pero, esto es lo desconcertante: nadie es capaz de ello. ”He llegado a la última vuelta del camino –podría haber dicho Pío Baroja–, rememoro en lo que me es posible los avatares de mi vida, pero no puedo en modo alguno juzgarla ni juzgar la de los personajes con los que me he cruzado a lo largo de mi tiempo de estancia”.
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La derrota de Stalin en España
Como he destacado en Por qué el Frente popular perdió la guerra, es obvio que no puede hacerse caso de los llamamientos de Stalin a defender la democracia en España durante la guerra civil, y a proclamar esa defensa como un deber de todos los países y personas “progresistas”. Su objetivo principal, de acuerdo con su teoría general sobre la proximidad de una nueva “guerra imperialista” como la de 1914-18, consistía en procurar que la misma estallase por el oeste, entre democracias y fascismos, que para él eran en el fondo lo mismo. Una guerra así devastaría a toda Europa occidental y daría lugar a nuevas revoluciones de estilo soviético en ella. La contienda española le ofreció la mejor oportunidad para ello, aunque al principio no lo viera claro.
A ese fin, tenía que enarbolar la bandera de la democracia, presionar a los gobiernos inglés y francés y ganar a la opinión pública europea para que Londres y París se enfrentasen lo más directamente posible a Roma y Berlín. Paradójicamente, no podía hacerlo con una revolución anarquizante como la que se había producido en España, ni con unos partidos de botarates como los que dominaban la situación. Tuvo que utilizar al Partido Comunista para frenar aquella revolución brutal y aalocada, y darle una apariencia “republicana” que obligase a Inglaterra y Francia a tomar partido por “la libertad”.
Esta política ha sido presentada, alternativamente, como una traición a la revolución o como prueba de un partido comunista realmente democrático, cosas ambas absurdas. La estrategia de Stalin eran mucho más matizada y de ella debía salir, en un caso, la involucración de Francia e Inglaterra, que extendería la guerra por Europa con las consiguientes revoluciones; y en caso de no lograrse ese gran objetivo, hacer que el Partido Comunista “democrático” organizase debidamente y dominase el Frente Popular para, con la victoria, sovietizar a España. No logró su principal objetivo –aunque en algunos momentos Francia pareció próxima a intervenir– y por eso debió dar un giro de 180 grados al terminar la contienda española, para buscar el acuerdo con Hitler; y tampoco el PCE llegó a dominar en el grado preciso a sus ininteligentes, vacilantes y temerosos aliados.
Realmente la guerra de España fue uno de los escasísimos fracaso que cosechó Stalin en toda su vida, y seguramente el más decisivo. Debe reconocerse que la estrategia política y militar de Franco tuvo mucho que ver en ese fracaso.
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