Dicho de otro modo: si es preciso que PP y VOX pacten para echar al PSOE, es indispensable que VOX crezca en votos lo bastante para poner sus condiciones e impedir que el PP aplique sus políticas, que en lo esencial coinciden con las socialistas.
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Trasfondo histórico de la novela
Memoria literaria y guerra cultural, de Manuel Calderón, trata también a autores opuestos a la versión izquierdista, como Ángel Palomino, Luis Romero, García de Pruneda, Amando de Miguel, Vizcaíno Casas, Julián Marías y otros. El ensayo no se ocupa del valor literario de las obras, sino del trasfondo histórico y político que transmiten. Y es verdad que en la “guerra cultural” han llevado las de perder las versiones que por simplificar llamaremos de derecha, aun sin ser una derrota completa ni definitiva.
Entre las novelas tratadas, como he dicho, están las dos mías primeras de la futura trilogía, así que iré comentándolas. El trasfondo de Sonaron gritos y golpes a la puerta es el de los años de la guerra civil, la campaña de Rusia y el maquis, casi nunca abordado en su evidente épica, predominando una literatura de lamentación y sollozo aderezada con reflexiones a tono (el “cainismo español” y similares). Hay excepciones, claro, una de ellas La paz empieza nunca, de Emilio Romero, si bien un tanto lastrada por su demasiado presente ideología falangista, o La soledad de Alcuneza, de García de Pruneda. Sonaron gritos se parece a la de Romero, salvo que su tinte ideológico es deliberadamente muy difuso, y sus protagonistas son atípicos, también deliberadamente, aunque en segundo plano se muevan muchos más costumbristas.
Para Calderón, el escenario histórico se reflejaría pesimistamente en su epílogo, en que el protagonista reflexiona sobre sus hijos, y cita Calderón del censor de Ana María Matute: “¿Para qué ha servido la guerra? Todo sigue igual”; o de Luis Romero (Tudá) , “¿Dónde quedaba nuestro heroísmo, nuestra misión trascendental, nuestra razón indudable?”. Tanto esfuerzo para nada, al parecer. Sin embargo no es esa la impresión que quiero transmitir: el historiador sabe que todo cambia, todo transcurre en el tiempo, que alza y abate a unos y a otros: antes de que se impusieran las versiones tipo memoria transcurrieron cuarenta años, y la historia no ha terminado. El final de Sonaron gritos trata de ser simplemente objetivo, como toda la novela, en que he evitado los efectismos emocionales y las retóricas políticas. Por otra parte, la acción vale (o no vale) sea cualquiera el desenlace. La acción de un asesino a sueldo no vale en ningún sentido, aun si resulta exitosa y trepidante.
Dentro de la narración hay dos períodos en que la acción se vuelve escasa y nada épica: el final de la guerra civil, en que el deprimido protagonista huye de sus recuerdos en Barcelona y se encuentra solitario y medio desesperado en Madrid, hasta encontrar un alivio psíquico en la alegre y algo picaresca pandilla de la pensión; y la vuelta de Rusia, cuando se siente extraño e inadaptado, embebido en la relación con Carmen con todas las fastidiosas tensiones y burocracias referentes al compromiso matrimonial. Son dos etapas en las que el costumbrismo y el tipismo adquieren mayor relieve. A La mayoría de los lectores esas dos etapas les han parecido inferiores al resto, pero yo no lo veo así
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En contra de una bibliografía tan voluminosa como irrisoria, la república no cayó por el alzamiento de julio del 36, sino por el doble golpe izquierdista-separatista de octubre del 34 y del fraude electoral del 36. 280 – Las izquierdas aplastan a la república | Carta abierta a Núñez Feijóo – YouTube
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Carta abierta a Díaz Ayuso
Señora Díaz Ayuso,
Usted ha sido la única personalidad dentro del PP que aceptó de buen grado colaborar con VOX, el cual la apoyó a usted sin entrar en su gobierno. El fruto de esa colaboración han sido políticas en general acertadas, sobre todo en el plano económico, que han culminado en la derrota de las izquierdas y su casi expulsión del espacio político de Madrid. Sin embargo, al haber obtenido usted mayoría absoluta, ya no necesita a VOX, y desde la subida de Feijóo a la dirección del PP, su actitud hacia VOX se ha vuelto tan dura e intransigente como la de casi todos los demás jefes regionales correligionarios suyos.
Pero por mucho que su política, o gran parte de ella, haya contrastado con la del resto de su partido, es muy cierto que usted está en él, en el PP. Y, al margen de sus posibles buenas intenciones, se trata de un partido con dos características básicas: a) su apoyo y financiación a los separatismos, en lo que no se diferencia del PSOE, sino que rivaliza con él; y b) su adopción de medidas antidemocráticas como la anulación de la independencia judicial repartiéndose a los jueces con el PSOE y los separatistas, o las leyes de género, trans y similares, y en particular las de memoria histórica. No se trata aquí de acusaciones inventadas, sino de hechos que no responden a políticas coyunturales, sino que siguen una línea desde hace décadas.
Le ruego repare particularmente en la ley de memoria que con insolencia totalitaria llaman democrática. Se trata de imponer a los españoles las versiones elaboradas por la propaganda socialista y separatista y de borrar físicamente las huellas del pasado, al estilo de los regímenes comunistas. Esa ley no solo pretende despojar a los españoles de la libertad de investigar y entender críticamente su historia, sino también pretende despojarlos de su historia misma. Debería llamarse propiamente “ley de falsificación histórica”, sobre la que diseñan gran parte de sus políticas. Es por lo tanto una gravísima amenaza. En la que nadie quiere reparar, porque la mentira sobre la república, la guerra y el franquismo se ha convertido en un dogma absurdo y estúpido, que no admite revisión, y que comparten su partido, señora Díaz Ayuso, con los socialistas y los separatistas. Esas versiones necesitan imponerse por ley, evidentemente totalitaria, por la sencilla razón de que no podrían sostenerse en un debate intelectual democrático. Esto no puede ocultarse a nadie que piense con su propia cabeza.
Un punto especialmente doloroso de esas medidas es, precisamente en Madrid, la progresiva profanación y destrucción o transformación ideológica del Valle de los Caídos. Usted ha tenido la ocasión de evitar males mayores declarándolo Bien de Interés Cultural, y no lo ha hecho, alegando no tener competencias para ello, lo cual no es cierto. Ha dicho también que el único valle que le interesa es Silicon Valley. Pero Silicon Valley no tiene la menor importancia política o histórica para España, mientras que no puede tenerla más el Valle de los Caídos. Este no solo es uno de los monumentos más impresionantes y logrados del siglo XX, sino que representa dos hechos de la mayor transcendencia histórica: primariamente, la victoria sobre el Frente Popular, una alianza de partidos comunistoides y separatistas que amenazaba destruir España por sovietización o disgregación. Y a continuación se transformó en monumento a la reconciliación nacional. Reconciliación que cambió la sociedad española y permitió, en una transición poco traumática, la democracia de la ley a la ley, la monarquía y ante todo la continuidad histórica de España como nación, hoy muy seriamente amenazada por fuerzas herederas de las que provocaron la guerra civil y encuentran en el Valle de los Caídos el símbolo de todo aquello que odian.
Señora Díaz Ayuso: la derogación de las leyes liberticidas impuestas por el PSOE y aceptadas incluso con fervor por su partido, no son un asunto menor, al nivel o incluso por debajo de los problemas económicos que surgen a cada paso. Tampoco es un tema sin urgencia, cuyo tratamiento pueda aplazarse indefinidamente. Muy al contrario, es un asunto clave y cada vez más urgente para la subsistencia de España y de la democracia. Usted lo sabe, su partido finge ignorarlo y colabora con los destructores de la unidad y la libertad de España. Con esta carta quiero sencillamente hacerle consciente de unos hechos indiscutibles que no creo que usted pueda permitirse pasar por alto. Y que en todo caso interesan a todos los españoles, a quienes quiere distraerse con asuntos importantes, pero menores o solo coyunturales.
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