Stalin y Franco, una comparación: 278 – Stalin y Franco | “Carta abierta al señor Sánchez, Doctor” – YouTube
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España y Europa
He escrito cuatro libros que realmente forman una tetralogía: Nueva historia de España, Europa, introducción a su historia, Hegemonía española y comienzo de la era europea, y La II Guerra Mundial y el fin de la Era Europea. El tema de conjunto sería la relación entre España y Europa, un tema del que doy los trazos a mi entender esenciales, obviamente muy desarrollables, pero desde enfoques muy distintos de los que se han impuesto desde mucho tiempo atrás. Obsérvese, una vez más, que el casi furioso “europeísmo” español nunca fue capaz de producir ni siquiera un libro de viajes interesante por Europa (es decir, Francia, Inglaterra y hasta cierto punto Alemania, que han sido la “Europa” de los europeístas), sus análisis políticos o teóricos, los poquísimos intentados, resultan algo precarios. Y los de historia prácticamente no existen (últimamente anda por ahí Pérez Reverte escribiendo de eso. ¡Qué dirá el hombre!), a no ser como refritos de algunos anglosajones.
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Marx (VII) Vida y mercancía
Hay un punto que no voy a desarrollar aquí, pero que importa mencionar. Como dice Lenin, al concentrar la teoría económica en el concepto de plusvalía, “Allí donde los economistas burgueses veían relaciones entre objetos (cambio de unas mercancías por otras), Marx descubrió relaciones entre personas”. En un sentido más amplio, la economía “burguesa” se centra en el comercio, y la de Marx en la producción. Esto tiene interés, aunque plantea problemas distintos: la mercancía “fuerza de trabajo” que compra el capitalista no es como las demás mercancías, es tiempo de vida del proletario, un tiempo que deja de pertenecerle, que se le aliena o enajena, ya que durante él debe someterse a la disciplina e interés del capitalista. Así, la mayoría de la población solo sería dueña de una parte menor de su tiempo de vida, lo que se parece mucho a la esclavitud, con la diferencia de que el esclavo está sometido durante toda su vida y carece de derechos, mientras que el proletario tendría algunos derechos y el dominio adquirido sobre la parte libre de su vida…, gracias al salario.
La situación puede interpretarse de manera ambigua: a) El contrato entre capitalista y proletario significa que el primero se adueña de una parte de la vida del segundo, aparte de robarle otra porción de tiempo que no le paga (la plusvalía). El capitalista no solo explota al proletario usurpándole gran parte de sus días de existencia. b)El capitalista es un benefactor del proletario, ya que este puede disponer libremente de al menos una parte de su tiempo gracias al salario que le paga. De otra manera, el proletario se moriría de hambre.
Este problema, que Marx implica solo en la opción a), tiene el mayor alcance histórico y social, pues en todo caso remite a la desigualdad existente históricamente en la sociedad humana, y que Marx esperaba superar a través de la productividad, despojada de la propiedad burguesa.
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Vizcaíno Casas y Ricardo de la Cierva
Leo en Memoria literaria y guerra cultural: Miguel Platón recuerda que “desde mediados de los años sesenta hasta mediados de los noventa, F. Vizcaíno Casas fue el escritor más leído de España”. “Los más de tres millones de ejemplares de sus novelas y memorias –cifra insólita entre sus colegas españoles contemporáneos– fueron vendidos, además, uno por uno, no han existido compras masivas por instituciones ni han sido declarados textos escolares de lectura obligada”. Con que ha solido abultarse la difusión de literatura progre, a costa de los fondospúblicos.
Esto no deja de causar perplejidad: ¿cómo es que de tal difusión no ha resultado políticamente nada? ¿Cómo es que tan numerosos lectores han sido tan incapaces de generar una oposición real a la rebuscada “fuerza de la estupidez” que ha ido imponiéndose? Algo parecido puede decirse de Ricardo de la Cierva, un historiador mucho más veraz que sus adversarios, que siempre le atacaron con malas mañas, y que se han impuesto en la universidad y lo han “erradicado” de ella, como se jactaba una profesorzuela progre.
Esto requiere sin duda una explicación. Creo que en ambos casos una razón se halla en la escasa iniciativa y capacidad de acción organizada de sus lectores, y otra en el tradicional poco interés de la derecha por la cultura, y concretamente por la teoría y la universidad. La derecha contribuyó mucho a condenar de Ricardo de la Cierva a muerte civil. No es de extrañar que el grueso de esa derecha (UCD primero y PP después) se dejara arrastrar, incluso con fervor, por “la fuerza de la estupidez”, mucho mejor organizada, agresiva y ambiciosa. Pero pasaremos a ejemplificar las muchas muestras de esa estupidez que señala el libro, empezando por J. Goytisolo.
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