La primera entrevista sobre Los mitos de la guerra civil: https://youtu.be/OQOVysC3MzQ
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Crónica
**La “nueva normalidad” no es más que la expansión de la anormalidad surgida del zapaterismo. La alternativa ha de ser “regeneración democrática”. Lástima que VOX no lo haya entendido.
**Ningún partido –solo VOX, en parte– entiende el problema de Gibraltar. La colonia determina el carácter vasallo del actual estado español
**Ningún partido concede la menor importancia a la política exterior española. Porque esta, en rigor, lleva décadas sin existir.
**Cuando los políticos son delincuentes, los jueces tienen la palabra. Pero, ¿y si los jueces son también delincuentes?
**Cuando una juez entiende que 40.000 muertos por una mezcla de negligencia criminal y de intereses ideológicos no merece otra cosa que una vaga reprimenda, nos hacemos una idea del asesinato de Montesquieu, planeado por el PSOE desde que llegó al poder.
**El problema de la corrupción del monarca emérito es doble: la corrupción en la cumbre, se extiende por las faldas. Y políticamente es utilizable para desacreditar al franquismo.
**Asistí a una escena en que unas prostitutas y unos travestis se insultaban por ocupar unas esquinas propicias. En eso ha derivado la política española.
Franco derrotó a “la mayor aberración política que quizá han conocido los siglos” (Besteiro):
https://www.amazon.es/Frente-Popular-perdi%C3%B3-Guerra-Civil/dp/849739190X
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Lomana y la transición
Usted parece sentir simpatía por Lomana al acoger el término “cipotudos”, pero dudo que Lomana tenga simpatía por usted. Me parece más próximo a Podemos. Cree que la transición se hizo mal, a base de chanchullos para mantener una casta política franquista absolutamente impresentable. Y que hay que atender a las críticas de la vieja izquierda, tipo Gregorio Morán.
Lomana tiene críticas literarias bastante agudas, a escritores como Muñoz Molina, o a la irrisoria crítica literaria que predomina aquí. Pero es verdad, en política e historia pierde toda su agudeza. Está también muy condicionado por la cultura inglesa progresista.
Eso debiera de descalificarle, según usted, ¿no? Desde luego, su desprecio por la transición se parece mucho a la de la extrema derecha, que se queja de que en ella no se salvaba nada del franquismo.
Veamos, la transición se hizo desde dos debilidades: la izquierda y los separatistas, que trataban de volver en tromba, demostraron ser muy poca cosa y han tenido que diseñar una estrategia a largo plazo, que ya les va dando resultados. Pero, a su vez, el franquismo estaba en descomposición, sus cuatro partido o familias tiraban cada una por su lado desde antes de la muerte de Franco. Desde el Vaticano II.
Con ese panorama, es imposible explicar que la transición no causara un derrumbe, mientras que en cambio resultó muy controlada, capaz de superar atentados y ataques desestabilizadores.
Es posible explicarlo: entre las dos debilidades estaba una enorme mayoría popular que estimaba el franquismo, con muy buenas razones, pero que percibía mejor o peor que su misión histórica estaba cumplida. No tenía más que mirar lo que pasaba en el propio personal político del régimen y sus partidos, etc. Esa inmensa mayoría fue la que votó en el referéndum del 76 la democracia respetando la legitimidad franquista. Quien lo vio claro fue Torcuato Fernández Miranda. Que luego no votó la Constitución, porque percibió claramente que se desviaba ya bastante del programa.
Sería interesante un estudio concienzudo sobre los efectos del Vaticano II, que según usted tuvo tanta transcendencia política en España, aunque creo que es el único historiador que lo sostiene.
La influencia de aquel concilio la constatan muchos en los detalles, pero, efectivamente, no en su alcance político. El régimen no se definía como falangista, carlista, monárquico o democristiano. Su idea monárquica era muy indefinida, podía tener distintas salidas. Se definía ante todo como católico. ¿Cómo podía continuar cuando Roma decidió acabar con eso? El Vaticano II privó de futuro al régimen. Eso no lo acaba de ver casi nadie en su significado profundo. Piense en las “familias” del régimen, ¿usted cree que podrían volver hoy a conjuntarse y trabajar juntas? Ya en el franquismo se llevaban mal entre ellas, pero las mantenía bastante unidas el recuerdo de la guerra y la república, y la autoridad indiscutida de Franco; y luego el éxito económico. Hoy la visión de la guerra es la contraria, y nada les une.
Precisamente, muchos felicitan a la Iglesia por su modernización y otros le echan las culpas por sus “traiciones”, o bien consideran que fue un mal menor, después de todo, pues no había otro remedio. Quiero decir que el Vaticano II no creó una crisis, sino que la crisis venía de atrás, y el concilio trató de resolverla.
Es cierto, pero las cosas fueron como fueron y no hay vuelta atrás. Los que insisten en una especie de consustancialidad de España con el catolicismo resultan irritantes. Y poco cristianos. Analizan la política como si Dios hablara a través de ellos, lo que haría de Dios un ser muy poco omnipotente, pues llevan cincuenta años de impotencia en la católica España. Además, no entienden el mensaje de Cristo sobre Dios y al César. No saben analizar las situaciones políticas sin mezclarles pretensiones divinas que ellos representarían. Y a saber qué entienden por catolicismo en política. Esa identificación fue el mayor error de Franco, y bien que lo pagó.
Pero es imposible aislar la política de la religión. Usted mismo lo ha mantenido al sostener que la clave profunda de la evolución histórica, de la cultura, se encuentra en la religión.
Sí, creo que así es, aunque se trata de una tesis que requiere mayor elaboración. Sin embargo la religión no actúa directamente, en política, ni en arte ni en ciencia ni en pensamiento, sino por una especie de sugestión profunda que crea sus propias tendencias. Europa es un continente cristiano. El cristianismo ha sido sustituido en gran parte por las ideologías, pero se dice que estas lo que hacen es llevar los valores del cristianismo al absurdo. Hay algo de verdad en eso. Las ideologías son un producto netamente europeo, lo que quiere decir que tienen raíces profundas en el cristianismo. Son una negación de la religión, que sin embargo enraízan en ella.
En cuanto al franquismo, nuevamente, ¿hemos de considerarlo como algo acabado, como un paréntesis histórico?
De ningún modo. El enorme éxito del franquismo exige un estudio y debate, no tanto para aclararlo en todos los detalles posibles como para extraer lecciones de él que puedan servir en la actualidad. Porque el pecado mortal de la democracia es el olvido de su origen. Ese olvido está corroyendo a toda la sociedad española, destruyendo su cohesión. El gran error de Blas Piñar y tantos otros fue no entender el mensaje del referéndum del 76, y por eso se aislaron rápidamente. Siempre odiaron la democracia por la misma razón que otros la veneran: porque no la han analizado, utilizan tópicos y retórica. Y tampoco han analizado del franquismo, se hacen una idea de él un tanto retórica.
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La nueva oftalmología






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