La gloria y la vida / Reaccionar o lamentarse / El ayudante del verdugo

312 – La misa negra en la cama de Maciá | Desmantelar la democracia (youtube.com)

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Aquiles: la gloria y la vida

En  La Ilíada, Aquiles es  el héroe aqueo más fuerte y valeroso, aunque sus cualidades se ven lastradas por un carácter colérico, causa de que las almas de otros muchos aqueos se vayan al Hades y sus cuerpos sirvan de pasto a aves y perros. En su disputa con Agamenón por Briseida se percibe un doble conflicto: personal, por el ego agraviado,  y social, por la necesidad de la disciplina y respeto al jefe máximo de la expedición. Aquiles vacila entre matar allí directamente a Agamenón (lo que podría provocar una guerra interna), o someterse a su autoridad, pues este es el jefe del ejército, no por sus méritos personales, como podría ser  el caso de Aquiles, sino por ser el Agamenón rey de Micenas,  la ciudad más poderosa y que aporta la mayor tropa. El contraste entre posición y mérito siempre ha sido importante en la política. En el conflicto interno, Aquiles  acepta someterse, pero anuncia que se retira de la lucha contra Troya, cosa que habrán de lamentar los demás.

   La disputa entre los dos héroes constituye el modelo de todas las disputas políticas  de entonces y de siempre. Aquiles invoca sus méritos personales e insulta gravemente a su contrario, tachándole de cobarde  y déspota, mientras este destaca su posición de poder, que le autoriza a exigir una compensación por haber perdido parte del botín, y a imponer la compensación al propio Aquiles. En el plano político, el choque se produce entre el colérico y el déspota, pues Agamenón  queda retratado como el tirano caprichoso que ha causado la peste en el ejército y va a causar la retirada de Aquiles. El conflicto adquiere su dimensión más sutil por la intervención del adivino  Calcas o Jaljas,  que solo descubrirá la verdad si Aquiles le protege ante la probable  ira vengativa de Agamenón, el causante oculto de la peste. Y se combina con la intervención del prudente Néstor, que recuerda a todos que de tal querella solo podrán sacar partido los enemigos comunes.

Y hay algo más, como explica la perfecta y concisa introducción del poema: sobre las voluntades, conflictos y pasiones de los hombres planea otra voluntad superior e inasible: “Cumplíase la voluntad de Zeus”.

    No obstante su furia, Aquiles no es un personaje simple. Su ira tiene un segundo episodio, por  la muerte de su amigo Patroclo a manos de Héctor, a quien Aquiles mata a su vez y cuyo cadáver ultraja brutalmente, en venganza. El suceso se completa por la intensa escena de su encuentro con Príamo, el rey de Troya y padre de Héctor, que viene a suplicarle que le entregue el cadáver, “besando la mano de quien ha matado a mis hijos”. La súplica conmueve a Aquiles, que expone su visión de la vida: por voluntad de los dioses,  los bienes y los males llegan a los hombres mezclados o en sucesión. Aunque hay desdichados que “pasarán por la tierra aguijados por la miseria, afrentados y despreciados por hombres y dioses”.

   Aquiles ha elegido una vida breve, pero gloriosa, antes que larga y vulgar, un tema recurrente en la cultura occidental (el ansia de la fama en el humanismo, el “vive peligrosamente” recomendado –no seguido–por Nietzsche…). Pero la sutileza griega hace al alma de Aquiles confesar a Odiseo en el Hades: “No quieras consolarme de la muerte. Antes que reinar sobre los muertos preferiría estar al servicio de un hombre indigente”. Preferiría el destino de la miseria y la afrenta sobre la tierra.  Verdaderamente la religión griega era pesimista y de una objetividad terrible.

Europa (Historia)

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Reaccionar o lamentarse

**Se está preparando una nueva gran guerra en Europa, que ampliaría la de Ucrania a un plano muy superior. Después de haber sacrificado a Ucrania, los políticos dela UE se permiten decirlo abiertamente. Y parece que casi todo el mundo prefiere tener que lamentarse tardíamente a reaccionar a tiempo.

**El PSOE tiene razón al acusar al PP de corrupto. El PP acusa de corrupto al PSOE, y también tiene razón. Son, sin duda, dos partidos muy razonables.

**Los políticos del PP,  que durante decenios han alimentado a los separatismos en España y desarticulado la oposición a ellos,  nos cuentan que es Putin quien está detrás del separatismo catalán.

**Veo unos vídeos en que César Vidal y Jiménez Losantos explican su pelea, cada uno a su modo. Lo gracioso es que los dos afirman tener un alto concepto de la amistad: Federico, porque mantenía a Vidal en la empresa pese a que todo el mundo le hablaba mal de él. Vidal porque no paraban de ofrecerle contratos mucho más sustanciosos en otros medios, pero él prefería seguir con Federico. En los dos casos, por un fuerte sentimiento de amistad. La vida es así.

**Su Puchimón y su pandilla son hoy delincuentes se debe a que VOX los llevó ante los tribunales. El PP habría querido continuar los “diálogos” con  los delincuentes. El PP no cree en la ley, cree en el “diálogo”, como llama a la complicidad en el delito.

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Por Que El Frente Popular Perdio La Guerra Civil

El ayudante del verdugo

Ya he expuesto algunas objeciones considerables al libro de Miguel  Platón sobre la represión de posguerra. El libro  mantiene su valor como desmentido a las cifras expuestas por los profesionales del embuste, que diría Julián Marías, pero no deja de caer en una equidistancia políticohistórica seudomoralista, que le lleva a hablar de una “matanza de pobres” (ni fue una matanza, sino ejecuciones después de juicio, ni nadie fue ejecutado por el supuesto delito de ser pobre, como decía hipócritamente el ideólogo democristiano Maritain), o a reprochar que no fueran castigados delitos similares cometidos  en zona nacional. Estos defectos de enfoque abren paso a interpretaciones tan malintencionadamente absurdas como las del PP, harto más irracionales que las de la izquierda o los separatistas. Interpretaciones resumidas  por el político del Pp Corral en la presentación del libro de Platón, según el texto que me envía un amigo. Traté un poco a Corral en Galería de charlatanes, y por lo visto él se sintió contento de verse allí al lado o cerca de  Raymond Carr.  Pues nada, hombre,  no tiene que darme las gracias.

El texto de Corral nada tiene que ver con la historia, pero sí mucho con la política de su partido, envuelta en pretensiones seudomoralistas,  hablando de “compasión y humanidad”, sugiriendo que ambas virtudes faltan a quien no comparta sus versiones, o condenando a “los sempiternos caínes” (un tópico, el del cainismo español, que si algo demuestra es ignorancia de la historia de los países vecinos mezclada con la vanidad pueril de ostentar unos gratuitos buenos sentimientos) o ponderando el “escalofrío” que le daban ciertas sentencias… Estas exhibiciones de bondad vacía sustituyen así al análisis de los hechos, que seguramente no gustan al PP.

Tratar con seriedad la historia, y esta en particular, exige cierto método, empezando por examinar el contexto. En la guerra se mata, y la primera pregunta ha de ser: ¿cómo se llegó ahí? La izquierda tiene una explicación, perfectamente falsa, pero inteligible: “los fascistas o franquistas se sublevaron contra un gobierno legítimo y democrático”. Es de notar que la pobre capacidad analítica de la derecha, incluidos muchos historiadores valiosos, caen en esa patraña al llamar “republicano” a uno de los bandos. He señalado muchas veces hasta qué punto esta mera palabra desvirtúa totalmente la historia real, al paso que explica lo que entienden unos y otros por legítimo y democrático.

 La segunda pregunta necesaria es: ¿qué defendía cada bando en lucha? Para la historieta de izquierda,  los “republicanos” defendían un régimen de progreso y libertad para “el pueblo”, mientras que sus contrarios defendían sus privilegios opresivos y explotadores. De nuevo esta versión ofrece una explicación racional, aun si falsa, sobre el contenido de la contienda. En cambio las versiones tipo PP de  Corral, Pedro J. y demás, prescinden de toda pretensión racional o explicativa: la guerra habría sido una manifestación más del “sempiterno cainismo” español. Unos caínes de un bando y otro decidieron emprenderla a tiros entre sí, y arrastraron, no se sabe bien cómo a la masa de la gente, que solo aspiraba a llevarse bien con sus vecinos. La estupidez del invento salta a la vista, pero tiene su sentido, el provecho político que intenta extraer el PP de una memez bastante contagiosa. Así, los éticos y compasivos peperos imaginan quedar por encima de todos por igual, con evidente (y moralmente corrupta)  finalidad política. He expuesto las causas y contenidos de aquella guerra en varios libros, los más recientes La Segunda República Española y Por qué el Frente Popular perdió la guerra.

     Una vez  situadas las represiones en su contexto histórico, podemos examinar  sus  aspectos cuantitativos y cualitativos. Cuantitativamente, vemos que las cifras dadas de la propaganda historiante de izquierda sobre la represión de los nacionales multiplica hasta por diez y más  las cifras reales. Y cualitativamente encontramos tres serias diferencias entre la represión de un bando y la del otro: los asesinatos en la izquierda popular tuvieron un plus de sadismo; se ejercieron no solo contra  los enemigos del frente popular, sino también entre sus mismos partidos;  y –lo más importante– fueron las izquierdas, empezando por el PSOE y los separatistas catalanes, quienes quisieron, organizaron y provocaron la guerra civil, lo que ayuda a explicar por qué la justicia de los vencedores no se ejerció por crímenes cometidos en el bando propio (en realidad sí se ejerció, aunque en pequeña medida). Lo cual ocurre en todos los países.

  Y una vez clarificados el contexto, las cantidades y calidades de la represión en la guerra y posguerra,  es exigible, para entenderlas mejor,  una comparación con hechos similares en otros países, como los de la posguerra europea. Lo cual ilustra que la de posguerra española fue muy superior en garantías y comparativamente menor en cantidad, que las realizadas en Francia o en Italia, no digamos en los países del este, perpetradas  mayormente por asesinato, es decir, sin juicio previo.

    Como es sabido, el PP comparte con el PSOE las leyes de “memoria”, que aplica a conciencia allí donde gobierna, como en Galicia, y de las que no critica la concepción totalitaria básica sino el hecho de que “olvidan” que “también”  las izquierdas cometieron crímenes. Para el PP, todos eran “caínes”. Menos ellos, cuyos padres no se sabe dónde estaban entonces. Un dicho alemán sostiene que hay alguien más despreciable que el verdugo: el ayudante del verdugo. El PP tiene vocación de ayudante, en este caso del verdugo de la historia, el PSOE. En el edén de la farsa política en que han convertido al país entre todos.

La Segunda República Española: Nacimiento, evolución y destrucción de un régimen 1931-1936

 

 

 

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