Dos dilemas “muy jodidos” / ¿El poder por el poder?

Este blog tiene un alcance meramente testimonial, debido a que la mayoría de sus lectores interesados hacen muy poco esfuerzos por difundirlo. Dado el muro de silencio y las grandes manipulaciones de los grandes medios, y en la situación crítica que vive el país, la indiferencia o la pasividad se convierten en colaboración con el mal. Todos tenemos una responsabilidad.  *************************************

Dos dilemas “muy jodidos”

Uno puede fácilmente  imaginar la “meditación” del doctor: en estos cindo días habrá estado maniobrando y palpando a unos y a otros, a ver qué sale:  “Ante lo que se me viene encima, ¿será mejor que dimita o que siga? Puedo pensar en una dimisión a cambio de la cual se olviden todos mis chanchullos, en lo cual estaría encantado el PP, pero no VOX ni algunos jueces. Con lo que en definitiva, me quedaría sin posibilidad de defensa. Además, unas próximas elecciones podrían resultar catastróficas. En cambio, si sigo en el poder siempre podré movilizar a algunas masas, manipular  a jueces corruptibles, que son muchos,  apoyarme en  medios afines manipuladores, que son la mayoría, disimular haciendo política internacional…”. La lógica de seguir en el poder le empuja a una solución a la venezolana, con un control total de los jueces y de los medios  mediante leyes ad hoc…., y eso, aun teniendo en cuenta la cobardía moral de la derecha y de la mayoría de los jueces, parece bastante difícil. Hasta ahora, todas sus fechorías le han salido bien pero la situación está llegando a una crispación peligrosa, en la que o se impone la mafia a la bolivariana que representa el doctor, o el doctor termina en la cárcel. Da la impresión de que quiere jugarse el todo por el todo. “En suma: si dimito, malo, muy malo. Si sigo, también muy malo, aunque con alguna esperanza”.

El dilema recuerda al de la OTAN y la UE en Ucrania: calcularon que firmando los acuerdos de Minsk para transgredirlos, ganarían tiempo para preparar un ejército ucraniano capaz de vencer al ruso, ayudado por el hundimiento de la economía rusa mediante sanciones y aislamiento internacional. No solo no lo han logrado, sino que han llevado la tensión mundial a grados cada vez más alarmantes: “Si acepto la victoria rusa y termino la guerra en negociaciones, malo, muy malo, porque mi crédito queda en entredicho, y provocaría una enorme crisis en Europa. Pero si sigo con la misma política, ampliándola, malo también, muy malo, porque crece la posibilidad de una guerra incontrolable y en gran escala.

El doctor ha optado por la solución que le parece menos mala, pero que es la peor para el país y la democracia; la OTAN-UE ha optado por ampliar de un modo u otro la guerra, que es también lo más peligroso para Europa y el mundo. ¿Habrá vuelta atrás? En España, el fantoche ya ha anunciado que quiere ir a por todas. Todo va a depender de que VOX, los pocos medios independientes y los pocos jueces honrados y algunas instituciones  actúen con el temple y la fuerza necesarios  para detener un golpe que está en marcha desde hace años y que ahora quiere imponerse en toda regla. Y pararlo sí es posible.

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¿El poder por el poder?

**Que España es una democracia de chiste lo prueba que ante los preparativos de nueva guerra europea de la OTAN, ningún político se plantea siquiera cuál puede ser la posición y el interés de España. Ni siquiera VOX.

**El doctor no quiere el poder por el poder, como dicen los de derecha. Quienes quieren el poder por el poder, porque no tienen nada que ofrecer, son los del PP. El doctor sí tiene un proyecto, y lo está cumpliendo: derruir al legado de la transición, proveniente en definitiva del franquismo. Transformar la nación española en un amasijo de supuestas naciones unidas por la nada; hundir la democracia, que él entiende a la venezolana; liquidar también la monarquía.

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La neblina de la autopercepción

Si, como decían Tolstói y Baroja, es imposible conocerse a sí mismo, salvo a retazos o especulando sobre las propias limitaciones, también es cierto que lo intenta todo el mundo hablando o escribiendo sobre su propia vida. Ello indica que intentamos entendernos a nosotros mismos, incluso si la intención es solo la vanidad de impresionar a los demás o de justificarse ante ellos. Por eso, incluso las memorias menos interesantes o más anodinas o meramente justificativas, suelen  rebasar la intención de los autores. Esto lo vi con bastante claridad al comparar las memorias de los políticos de la república, cuyo contraste arroja mucha luz no solo sobre sus personalidades, sino también sobre su tiempo y actividad política. Contrastar las memorias de los protagonistas es un excelente método de investigación historiográfica, que no recuerdo que se haya empleado mucho, al menos en España.

En las memorias nos esforzamos por dar una coherencia a nuestra historia personal. En mi opinión, eso es una labor tan necesaria como nunca realmente cumplida. Uno nunca llega al fondo de sí mismo, ni con el  mayor empeño, como pretendieron San Agustín, Rousseau o Koestler, cada uno a su manera. Por mi parte he evitado esa tentación en Adiós a un tiempo, limitándome a exponer 51 estampas o episodios de mi experiencia: de cárcel, de infantería de marina, de sucesos en trabajos de fábrica o de campo en Inglaterra, de activismo clandestino, de gamberradas de  infancia, de viajes a pie, de  amigos ya muertos, de intentos culturales en el Ateneo de Madrid, de alguna visita a Atenas,  etc. Otra parte del libro incluye un viaje a Las Hurdes, la llegada desde París de unos enviados para “reconstruir el partido comunista auténtico”, trabajo en los astilleros de Bilbao, o reconstrucción clandestina del partido desmantelado por la policía  en Galicia, viajes a pie por la Vía de la Plata, etc.

Evidentemente, detrás de todo ello hay también una especie de paisaje social de época, que queda un tanto en la neblina, como la propia autopercepción

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Adiós a un tiempo

Los árboles y el bosque

El dicho “los árboles no dejan ver el bosque” es muy aplicable a gran número de obras de historia, en los que la abundancia, a menudo caótica o puramente parcial de los sucesos no permite una visión clara de conjunto. A veces recibo críticas en el sentido de que mis libros “no dicen nada que ya no estuviera antes contado”. Es una observación falsa porque sí doy datos y detalles que no habían sido “contados”, y sobre todo porque mi empeño principal ha sido sacar unas conclusiones generales nuevas. Los datos están ahí, y siempre se pueden descubrir y se descubren datos o detalles nuevos, en ese sentido el trabajo nunca tiene fin. Pero si no se los relaciona con buena lógica, al final no aclaran nada. Esto es lo que permite que se siga hablando de “bando republicano” en la guerra civil, una distorsión ciertamente fundamental, cuyo alcance no acaban de ver muchos estudiosos.

Pero vayamos a un trabajo que he publicado no hace mucho: Hegemonía española y comienzo de la Era Europea. El el título ya expone una concepción de conjunto nueva: que  la hegemonía española en Europa va asociada a un fenómeno sin precedentes: los cruces del Atlántico y del Pacífico, coronados por la primera vuelta al mundo. Son las tres máximas hazañas navales de la historia humana, un dato y valoración que nunca se habían subrayado en su alcance. Pero aún más importante es constatar sus consecuencias: abren la era de las conquistas y colonizaciones europeas, y van relacionadas con una expansión científica y técnica, y de un pensamiento que se ve obligado a abordar problemas de todo tipo, políticos, religiosos y económicos.  Eso es parte de lo que he querido mostrar en este libro. Ciertamente he tenido que apoyarme en datos y exposiciones de muchos otros autores (historiar no es novelar, aunque en algunos casos no se hace la debida distinción), pero lo dicho basta, me parece, para sustentar un nuevo enfoque general de la época.

  Las consecuencias de aquellas expediciones llegan con plena fuerza, hasta nuestros días, pero de un modo inesperado: la era histórica entonces comenzada, con diversas potencias europeas como los focos culturales decisivos de la humanidad, ha llegado a su fin con la II Guerra Mundial, que abre ante nuestros ojos una era nueva, cuyo desarrollo apenas podemos entrever. Pero entender así la SGM nos permite mirar de otra forma al pasado; y también al presente y a un futuro que se está mostrando inquietante

 

 

 

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