Luis del Pino revisa la historia / Inteligencia británica -Lacayos / Triple victoria de Franco.

  Dicho en pocas palabras: ¿Tiene futuro la Hispanidad?      318 – El problema de la Hispanidad | Síndrome Losantos (youtube.com)

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Luis del Pino revisa la historia

Luis del Pino ha compuesto una obra original sobre Fernando VII. Original por la forma, ya que el autor se pone en el lugar de Fernando –como si siguiera hoy vivo– para explicar la historia; y en el fondo, porque defiende con eficacia la memoria del rey quizá más vilipendiado de nuestra historia, desde cualquiera de sus actos políticos hasta la forma de su pene. Como dice Del Pino, la imagen era chocante: “traidor, estúpido, tramposo, cobarde, retrógrado (…) el Mal absoluto,” contrapuesto a “esas Cortes de Cádiz que simbolizaban el Bien absoluto, el progreso, la modernidad (…) ¿Cómo pudo alguien así, cómo pudo alguien tan carente de virtud alguna, vencer a todos sus enemigos y morir en la cama? Alguna virtud debía de tener, digo yo: al menos sería inteligente, o hábil, o valiente…Pero no: no hay vicio que no se le haya atribuido ni virtud que no se le haya negado”. Hay ahí una evidente falta de lógica, reveladora de cierta estupidez en los críticos y en tantos historiadores. Stalin podía haber sido un malvado criminal, como sin duda lo fue, pero negarle inteligencia y valor es ir demasiado lejos.  Y en el caso de Fernando VII, como argumenta Luis del Pino, se trató de “un buen rey”.

Así pues, ni Fernando fue tan malo ni las Cortes de Cádiz tan virtuosas como se pretende. Dejando aparte los manejos de Godoy y de los padres de Fernando, el gran problema de España surgía de la Guerra de independencia — no muy bien llamada así–, y de la influencia de la Revolución francesa. Como explica FernandoVII-Del Pino, y es verdad, la rebelión popular quería “defender a su nación y a su rey”, es decir, la legitimidad histórica, mientras que las Cortes de Cádiz se arrogaron o usurparon una legitimidad sin la menor base popular,  mediante el golpe de estado de unos pocos explotando una situación confusa y una retórica ambigua. Quien tenía  el apoyo popular y la legitimidad era Fernando, indiscutiblemente, máxime cuando la inmensa mayoría del pueblo rechazaba cuanto significaba la Revolución francesa, su violencia, su terror y su ataque a la religión: revolución que tenía cierto reflejo en aquellas Cortes, reunidas con abundancia de fraude.

Pero según una historieta de los peculiares liberales españoles actuales, España no habría aparecido en la historia como nación hasta que se elaboró  la Constitución de Cádiz. Y dado que esta nunca  llegó a aplicarse, seguiría estando España en un limbo prenacional. Cayetana Álvarez de Toledo ha sugerido que el mayor logro de la historia de España sería ¡la Constitución de 1978, en que por fin España…!

El gran problema, en otras palabras, consistía en que la monarquía absolutista había cumplido su ciclo histórico. Una nueva forma de gobierno podría implantarse de manera progresiva, como quería Jovellanos, o bien mediante el golpe de estado y contra el deseo popular. Y quienes representaban las nuevas formas en Cádiz  optaban por lo segundo, apoyándose en sociedades secretas y círculos militares. Y eran cualquier cosa menos ciudadanos razonables, como demostraron cumplidamente en el guirigay del Trienio Liberal y en la sucesión de pronunciamientos militares del siglo XIX.  Existe desde entonces en España una tradición de políticos botarates y exaltados, ahítos de retórica, que en nombre de la libertad han amenazado la convivencia  en libertad y   la unidad nacional. Nadie ha descrito a ese tipo de demagogos “de poca chaveta”,  mejor que  Azaña, que no dejaba de ser uno de ellos. Las dos repúblicas fueron sendas apoteosis de tales personajes, que hoy vuelven a amenazarlo todo.

Por lo demás, Fernando VII no fue tan retrógrado como lo pintan. Por poner un ejemplo, a él se debe el comienzo de la “revolución financiera” en España, con la implantación de la Bolsa y del Banco de San Fernando. O, por poner otro caso nada desdeñable, a él se debe   el Museo del Prado, que según Azaña  constituía para el país un patrimonio “más importante que la Monarquía  y la República juntas”. Sean las que fueren las luces y las sombras de Fernando VII, la historiografía al respecto no puede ser tan estúpida como suele, y Luis del Pino ha hecho un excelente trabajo con su tan original obra.

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“Inteligencia británica”/ Lacayos

**Ayuso es el PP, que busca hundir a VOX para chanchullear mejor con el PSOE  y los separatistas. Igual que para Feijóo, para Ayuso es VOX el gran enemigo. Porque VOX defiende la unidad de España y la democracia.

**Tiene interés recordar las afirmaciones de la “inteligencia británica” y de los especialistas occidentales en la guerra de Ucrania: tras un primer susto, todos repitieron, desde la tercera o cuarta semana, que Rusia había perdido la guerra. Luego, con la primera ofensiva ucraniana, que la ineptitud del ejército ruso quedaba demostrada. Ahora, tras llevar a la muerte a medio millón de soldados ucranianos, afirman que el ejército ruso es tan potente que invadirá toda Europa.

**Cuando Macron y los demás afirman que Rusia invadirá los países de la OTAN, debe recordarse el embuste de las “armas de destrucción masiva”, con cuyo pretexto destruyeron Irak a un precio exorbitante en muertos y desplazados. O el caso del Maine, de cuyo hundimiento acusaron a los españoles para quedarse con Puerto Rico, Filipinas y de hecho Cuba.

**El único amigo y aliado que tiene España en la UE y la OTAN es la Hungría de Víctor Orban, acosada por los “demócratas LGTBI” de la UE. Digo España, no los gobiernos PP o PSOE. Estos, más que amigos y aliados en la OTAN y la UE, son  lacayos.

**¿Cómo es que ni los intelectuales, ni los políticos, ni los periodistas españoles, salvo contadas excepciones, muestran alarma o preocupación por los vientos de guerra que está haciendo soplar la UE en Europa? Pues es así, porque la calidad de los intelectuales, políticos y periodistas en España es la que es: ínfima.

**Me pregunta un periodista alemán cómo es que mis libros no han provocado debates  algo parecidos a la Historikerstreit de su país. Le digo que el nivel intelectual de los historiadores en España es muy bajo, con muy pocas excepciones. Solo son capaces de leyes de memoria y campañas de silencio.

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AÑOS DE HIERRO

Años de hierro (IV) Triple victoria de Franco

Cuando se habla de la posguerra española  con su trascendental abstención en la guerra europea, suelen desvincularse de ella dos factores internos conexos, que vuelven más digna de admirado asombro la neutralidad. No solo fue la relación con Hitler y luego con los hostiles Aliados,  sino dos movimientos sumamente peligrosos dentro del país: el maquis organizado por  los comunistas y las maniobras de Don Juan y sus seguidores monárquicos (no todos los monárquicos)

   El maquis fue derrotado, y suele presentarse esa derrota como una derrota de la democracia por los majaderos de la “metodología científica”, o como un resultado predestinado, sin peligro especial. La verdad es que el maquis estaba muy bien planteado dentro de las “condiciones objetivas”. El país sufría grandes estrecheces, vivía en un aislamiento  internacional y bajo amenazas de invasión difusas, pero atemorizantes, rodeado por el norte y por el sur por fuerzas militares hostiles… Lo lógico era que la rebelión prendiera en la gente, se creara una situación como la de Grecia, el franquismo se viera desbordado y los aliados terminaran invadiendo España en pro de “la seguridad europea”. Pero la lógica no funciona mucho en la historia y sí las paradojas (hay serios indicios de que fue Stalin quien impidió la invasión de España, insistiendo en que se hiciera por Francia). En todo caso, el franquismo contraatacó resueltamente y con economía de fuerzas, el maquis no arraigó y fue eliminado entre tres y cinco años. Muy pocos países han logrado una victoria parecida, en un clima internacional hostil.

   No menos peligrosos fueron los manejos juanistas, apoyados por varios generales, en colaboración con las políticas anglosajonas e incluso cierta aquiescencia soviética. Una monarquía que –salvo que Franco hubiera aceptado hacer baldío el ingente sacrificio de la guerra civil, y marcharse como un criado al que despiden después de cumplir una obligación– solo habría podido imponerse sobre los tanques anglouseños, para volver a la situación de 1931, de modo similar a como Alfonso XIII había querido volver a la de 1923 después de la dictadura de Primo de Rivera y solo consiguió traer la república. La loca idea habría causado muy probablemente una nueva guerra civil, pero estas cosas  no importaban, o simplemente no entraban en los cálculos de aquellos mentecatos ansiosos de poder bajo el manto de Londres y Washington. No fue un éxito menor de Franco poner en su sitio, sin sangre, a unos personajes que se habían acercado, si no traspasado, los límites de la alta traición.

La gran victoria de Franco en la neutralidad de España se acompañó, entonces, de dos victorias colaterales no menos importantes: el difícil reto puede resumirse así: ni el maquis generó un movimiento de masas y una invasión, ni las maniobras juanistas degeneraron en una nueva guerra civil al servicio de intereses ajenos.

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