El exilio de un rey
El autoexilio de Juan Carlos es sin duda un acontecimiento histórico del mayor significado, propio de un país en profunda decadencia. Que se exilie el personaje que –según decían– trajo la democracia a España, y que lo acosen gentuza como el Doctor, el Coletas y los separatistas indica una putrefacción tan extendida que costará mucho salir de ella, si es que llega a ser posible.
Así que, aunque sea tardíamente, vale poner el claro algunos puntos esenciales.
1. Juan Carlos no trajo la democracia, aunque en cierto modo la presidió. La democracia, y el propio Juan Carlos, vienen del franquismo, fue organizada por Torcuato Fernández Miranda y ratificada en referéndum por la mayoría abrumadora del pueblo “de la ley a la ley”. Curiosamente, esto siempre se olvida en esta democracia de la desmemoria y el tarot (“mirar al futuro”)
2. Aquel referéndum de 1976 fue luego progresivamente traicionado, y Juan Carlos, como Suárez y demás políticos procedentes del franquismo, trataron de difuminar sus orígenes, fingiendo que Franco no había existido o que no tenía nada que ver con ellos, y otorgando desde muy pronto un plus de legitimidad a quienes querían enlazar la democracia con un Frente Popular criminal o una república caótica. El resultado fue el fortalecimiento de los separatismos, del terrorismo y de una izquierda siempre liberticida, como volvió a probar declarando la muerte de Montesquieu.
3. Juan Carlos heredó una España próspera, con excelente salud social y muy mayoritariamente olvidada de los odios asesinos de la república. De ello vivimos todavía. Pero demostró poca talla personal y política. Aceptó la creciente prepotencia del nuevo frente popular informal, aceptó la condena del franquismo por Aznar y firmó sin la menor pega la ley de memoria histórica que, precisamente, le deslegitimaba a él y a la monarquía al intentar deslegitimar el franquismo. La realidad histórica y sus efectos no pueden cambiarse a base de invocaciones mágicas al futuro y a una democracia cada día más debilitada.
4. Al aceptar el encargo de Franco “traicionando” así a su padre, a quien políticamente no debía nada, Juan Carlos, demostró cierta talla de estadista, que fue desmintiendo con su actuación posterior al traicionar a Franco, a quien lo debía todo, incluida la monarquía y la democracia. Ni siquiera movió un músculo ante la profanación de la tumba de Franco. Tampoco lo hizo su hijo. Creer que estas cosas pasan en balde es muy erróneo. Cosas parecidas creyó también Alfonso XIII
5.- Como rey con pocos poderes, su fuerza radicaba en su ejemplaridad. Su corrupción y sus pendejadas sexuales, pronto conocidas aunque legalmente inatacables, habían de salir por fin a la luz ante todo el mundo. Y no es una cuestión ante todo judicial, sino política. La monarquía era y sigue siendo muy popular en España, y solo el propio monarca o su entorno podrían debilitarla de manera grave, abriendo paso a algo mucho peor. En España, república ha sido y sigue siendo sinónimo de caos, disgregación y tiranía.
6. Aparte su aspecto político, el personal no es menos patético, incluso trágico, por el contraste entre los ditirambos, adulaciones y la impunidad que le rodearon tanto tiempo y la humillación actual, la tortura moral a cámara lenta y a manos de una verdadera chusma político-mediática. Merece una reflexión sobre la condición humana.

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Las frases de Chano
He releído tu novela, porque con una lectura no se le saca todo el jugo. Yo diría que el verdadero protagonista es el sol, que aparece al principio y al final dando vida a los pobres mortales que, como Santi y Moncho, intentan penetrar en el sentido de las cosas, Javi, que se amolda y procura divertirse, Chano, que intenta desafiar al destino. Sí, el sol es el protagonista, ¿no da la vida? ¿No da la muerte a diario al ocultarse, la muerte de la vida consciente? La gente no se preocupa de ello, lo ve “natural”, y atiende solo a sus pequeños problemas, viene a reflexionar Santi… Y al final, ante el templo egipcio, ¡a cuántas generaciones ha creado y alumbrado el sol, nadie sabe para qué…! El ejemplo de los avatares de aquella jornada extraña y de la previsión de contársela entre los cuatro a la hora de la cena, previsión lógica, natural, pero que no va a cumplirse (…)
Chano me parece extraordinario. El más joven, se asoma a la vida repleto de grandes ilusiones, ingenuo y no obstante profundo, descubre a Mariantonia y la deja asombrada con sus aspiraciones a “lo mejor y lo peor” en la vida, sus críticas a los actores y cantantes, ¿y las frases que se le escapan sin pensarlo? “No entiendo por qué a las mujeres pueden gustarles los hombres, siempre detrás de ellas como los perros oliendo el culo a las perras”, con la que deja boquiabiertos a los otros, es grandiosa, como la de los palanganeros de Playboy… Entiendo que la escena de las canciones y los poemas en la casa de los progres es una burla de Gloria Fuertes. Hombre, Gloria Fuertes es un poco genial a su manera simple, pero el sarcasmo con que la tratas… ¿Hay alguna otra persona reconocible históricamente en la novela? T.
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Política exterior y VOX
VOX ha pedido que el gobierno aumente el gasto militar dado el aumento del poder militar de Argelia y Marruecos, y mejorar la relación con Estados Unidos como “aliado fiable”. La última parte viene a ser lo contrario de lo que usted preconiza.
En efecto, una de las carencias de VOX, como de todos los partidos, es la ausencia de una política exterior para España. Para VOX parece que esta consiste en ser “aliado fiable” de Usa, cuando Usa no es de ningún modo “aliado fiable” de España, y menos en relación con Marruecos e Inglaterra, es decir, Gibraltar. Y tampoco debería exigir nada al gobierno como una “leal oposición” a una banda de estafadores, sino exponer y defender su propia posición. Este es un punto muy débil en la política de VOX.
Usted habla constantemente de la necesidad de que España vuelva a la neutralidad. ¿No equivaldría tal cosa a aislarnos de los países punteros política y económicamente de Europa y América, en cuyo espacio nos inscribimos?
Ese argumento es ridículo. Suiza es neutral, ¿está por ello aislada? Hoy el clima internacional se está enrareciendo mucho, y España debe sopesar si le conviene la neutralidad u obrar como satélite de otras potencias, que es la alternativa y lo que realmente ocurre. Satélite de Usa y de Inglaterra principalmente, provocando por cuenta ajena a Rusia y participando en acciones criminales como la de Libia, o en Irak, que bien caro nos ha costado, con la subida del nuevo frente popular al poder en 2004. La política exterior tiene muy serias consecuencias en el interior.
Pero Usa no va a consentir una España neutral en una zona geoestratégica de la importancia de España. Se trata de un proyecto irreal. Por otra parte, usted sostiene que el zapaterismo viene de la condena de Aznar al 18 de julio y que los atentados de 2004 no fueron realizados por los musulmanes.
Por partes. La autoría de los atentados sigue sin estar clara, pero sí lo están sus beneficiarios, y se han beneficiado no por la intervención española en Irak — que no fue directamente militar, pero sí moral y política, que puede ser más importante–, sino por la imagen creada en torno a ella. Aznar se comportó como un satélite entusiasta de Usa, y bien caro lo pagamos. Como el PP no tiene la menor idea de la importancia de los factores morales y políticos, porque carece de principios e ideas generales y cree que el dinero lo resuelve todo, entregó alegremente al PSOE y los separatistas la legitimidad histórica y la autoridad moral. Probablemente Zapatero no habría llegado al poder si no hubiera mezclado hábilmente la imagen de los atentados con la de la guerra de Irak, pero el camino se lo pavimentó muy claramente Aznar con su estúpida y canallesca condena del 18 de julio. “Mirando al futuro”, decían. Pues este ha sido el futuro, por ahora.
De todas maneras, insisto, se trata de un proyecto irreal, porque la relación internacional de fuerzas y el propio valor geoestratégico de España lo impiden.
Es irreal, claro está, con la miseria de políticos que tenemos. Y está claro que la neutralidad española no gustaría a Usa, Inglaterra y la UE, que en esto van de acuerdo contra España, como cuando se planteó el problema de Gibraltar en la ONU. Pero no se trata de que España se volviera hostil, sino neutral, con una neutralidad incluso benévola. Esto no les gustaría, podrían incluso chantajearnos con Marruecos, pero si no tuvieran más remedio, lo aceptarían, porque provocar la hostilidad de España no les convendría. Y como lo saben, montan chiringuitos como el Instituto Elcano, es decir, Francis Drake, para dominar la política exterior española desde el mismo núcleo de los partidos españoles. Si VOX no llega a ver estos hechos con claridad, se convertirá en algo así como un PP algo radicalizado y pintoresco.
Pero la neutralidad, aun si se llegara a ella, tendría entre otras cosas un coste económico tremendo, y no me refiero a posibles boicots exteriores, sino a que requeriría un enorme gasto militar que disuadiera a cualquier potencia de invadirnos o imponernos de otros modos su voluntad.
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UNA HORA CON LA HISTORIA
Los gloriosos años 40 (1): Franco y Hitler | Entender el 18 de julio

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Impronta cultural de España
La impronta de España en la historia humana durante los siglos XVI y XVII ha sido realmente excepcional, sobre todo si la comparamos con el apocamiento y la decadencia posteriores. También la capacidad para mantener durante dos siglos una lucha en tantos frentes y contra enemigos tan poderosos, requirió una destreza política y militar realmente excepcional.
Aun así, ha habido imperios o intervenciones de algunos pueblos con gran efecto posterior, pero culturalmente poco notables. Los escandinavos, por ejemplo, han tenido gran incidencia en la formación de España, Rusia e Inglaterra, pero sus contribuciones culturales fueron escasas, y durante sus épocas de expansión fueron más bien enemigos de la cultura que caracterizaría a Europa. Lo mismo, en menor medida, cabe achacar al Imperio otomano y otros.
No puede decirse lo mismo de la expansión hispana. Con ella fueron las universidades, la fundación de ciudades a menudo de gran belleza y racionalidad, el establecimiento de comunicaciones comerciales y de todo tipo a través de continentes y mares, la imprenta, una eclosión artística extraordinaria, de notable originalidad, sobre todo en pintura, arquitectura y literatura (desde el Quijote a la poesía mística o la picaresca), avances clave en derecho internacional, concepción del hombre como ser con libre albedrío, leyes muy avanzadas, pensamiento económico, teológico y político, inicios de pensamiento científico, técnicas de navegación, explotación de minas, estudios etnográficos y botánicos… Un florecimiento no menos fundamental que el que permitió los descubrimientos, conquistas, luchas en todos los frentes, y del que sorprende la pérdida de impulso y originalidad posteriores.
Volviendo al mapamundi con que empezamos estas consideraciones, no menos interés tiene la distribución en él de las lenguas. Observamos enseguida que la española no se habla solo en España, sino en la mayor parte de América, con enclaves menores en África y en Asia, más restos (sefardí) en algunos lugares de Oriente Próximo. Con más de 400 millones de hablantes, es la segunda más hablada del mundo (después del chino), o la tercera si consideramos la amplitud del inglés como segunda lengua. Y es el principal, con gran diferencia, de los idiomas latinos. Dado que la lengua es el nervio de una cultura, el español, de origen castellano pero al que han contribuido muchos países y todas las regiones de España, conforma un ámbito cultural e internacional propio, pese a su notable diversidad interna. Solo hay otros cuatro ámbitos comparables en su internacionalidad: el inglés, el árabe, el portugués y en menor medida el francés. Otras lenguas muy habladas (chino, hindi, bengalí japonés…) rebasan poco las fronteras de una nación determinada.
No entramos ahora a valorar la importancia de esas lenguas como productoras de cultura, sea en literatura, pensamiento, ciencias o humanidades en general, terreno donde salta a la vista la primacía del inglés en la época actual. Baste de momento constatar dos cosas: la inmensa importancia y posibilidades culturales que tiene por sí sola la expansión del idioma; y el origen del ámbito hispano en los siglos XVI y XVII, los mismos cuyas navegaciones y descubrimientos, debidos principalmente a los españoles, nos han permitido conocer la fisonomía física del planeta.


Crónica
**Escribe Aquilino Duque: “Mi amigo y colega Melquíades Álvarez Miranda, nieto del célebre político asesinado en Madrid, me decía haber conocido a un argentino llamado Paoli que decía: «¡Che, el pueblo no se equivoca nunca! ¡Siempre elige lo peor!». Yo hago mía esa frase, bien que sustituyendo la palabra «pueblo» por la palabra «intelectual». Los intelectuales, en especial los “comprometidos”, han sido una plaga del siglo XX, y ya desde el XVIII. Paul Johnson escribió una obra interesante al respecto titulada precisamente Intelectuales.
**Lo único importante en la política española es el surgimiento de VOX. Todo lo demás es la misma podredumbre del régimen de frente popular zapateril. De cómo actúe VOX va a depender salir del pantano o asfixiarnos en él.
**El origen del zapaterismo no está en las bombas y elecciones de 2004. Está en la condena del franquismo por Aznar dos años antes, regalando a izquierda y separatistas la legitimidad histórica y la autoridad democrática y moral.
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España y el protestantismo
El mapa del cristianismo europeo también ofrece una drástica división, desde el siglo XVI, entre la zona tradicional católica y la revolucionaria protestante. Sin discutir ahora los contenidos religiosos o ideológicos de ambas ramas cristianas, la división permanece hasta hoy con rasgos muy diversos.
El protestantismo surgió en Alemania y se expandió con rapidez por gran parte de ella, luego por Escandinavia, amenazando seriamente al “papismo”, la Roma papal que de este modo se encontraba entre dos fuegos, entre protestantes y otomanos. El impulso expansivo del protestantismo se incrementó con su forma calvinista, que provocó largos años de “guerras de religión” en Francia y no estuvo lejos de acabar allí con los “papistas”. El triunfo calvinista o hugonote habría tenido una repercusión histórica excepcional, por cuanto Francia era considerada hija primogénita y por ella privilegiada de Roma, y de ella habían surgido los grandes y definidores movimientos culturales de la edad de asentamiento o baja edad media, el románico y el gótico.
Siendo además Francia la potencia económica y demográficamente más fuerte de Europa, y por su posición central , la victoria protestante habría tenido efectos definitivos sobre el resto del continente. Sin duda exportaría las guerras civiles de religión a Italia y a la propia España, con grandes posibilidades de ganarlas. El catolicismo quedaría reducido a una posición secundaria, probablemente con una división de la Europa mediterránea entre esa forma del cristianismo y el islam otomano, para lo que no faltaron alianzas.
Y nuevamente la delimitación de ambas zonas responde de modo fundamental a los esfuerzos de España en defensa del catolicismo. El calvinismo se extendió enseguida desde Ginebra a Francia, Flandes e Islas Británicas, donde ya se había impuesto la ruptura anglicana con Roma. Se suscitó así un vasto frente de solidaridad anti católico, manifiesto en guerras civiles o en imposiciones desde el poder.
España tomó partido radicalmente por el catolicismo, no sin exigir una reforma del mismo que invalidase parte de las acusaciones hechas por Lutero a Roma. Esa reforma, culminada en Trento, costó mucho llevarla a cabo, al chocar con reticencias y resistencias de los propios papas. La enemistad de España a los protestantes, dejando aparte razones teológicas o religiosas, nacía de una identificación con Roma causada por la común exposición al Imperio otomano, y la consiguiente percepción de la agitación protestante como una especie de puñalada por la espalda.
Había otra gran razón de fondo para la actitud de España. Si esta hubiera abandonado a los católicos en Flandes y Francia, con seguridad habría tenido las mismas guerras de religión en España y en Italia. Como consecuencia, le fue preciso reñir una interminable y abrumadora contienda que, en Flandes terminó en tablas: Holanda calvinista y Bélgica católica; y en Francia aseguró su permanencia en el ámbito católico.
Aunque el común catolicismo hispanofrancés no iba a significar la menor simpatía mutua. Durante la primera mitad del siglo, Francia había peleado con España por el dominio de Italia. De haber perdido España esa contienda, habría quedado relegada a potencia secundaria en Europa, e Italia compartida entre franceses y otomanos (no estuvo muy lejos de ocurrir).
A los frentes mediterráneo y continental, debe añadirse el atlántico, contra la piratería y hostilidad inglesa y calvinista, que motivaría el desastre de la “Invencible” de 1588 (felizmente –para España—compensado con la gran derrota inglesa del año siguiente). Es obvio que un esfuerzo tan prolongado y descomunal tenía que agotar incluso a una superpotencia de la época, y España no lo era: ni demográfica ni económicamente era la primera potencia europea o podía equipararse a la otomana. Tenía, sí, otras ventajas como la alianza con la parte católica del Imperio alemán, un ente estatal disperso y poco eficaz, más los apoyos económico del imperio americano. Pero aun con todo ello, el esfuerzo principal fue español en todos los terrenos, basado en una mejor organización política y militar que sus adversarios.
Y resultado de aquel ingente esfuerzo español es, básicamente, el mapa político-religioso o si se prefiere ideológico de Europa. Hasta hoy.


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Cómo el castellano se hizo el español.
Durante la Reconquista el latín vulgar, ya probablemente romanceado popularmente en tiempo de los godos, fue originando formas dialectales: el leonés, el gallego, el navarro, el catalán, el castellano, el aragonés… El catalán parece derivar del occitano y se habría extendido y dialectizado en Valencia y Baleares, aunque también es posible que se hablasen en estas dialectos mozárabes semejantes ya antes de su reconquista. La misma duda surge al oeste: ¿es el portugués dialecto del gallego o ya se hablaban antes lenguas semejantes? Todas ellas eran más afines e inteligibles entre sí que con los romances extrapeninsulares (francés o italiano). El vascuence, en cambio, es de origen incierto.
El documento romance más antiguo descubierto está escrito en leonés, hacia mediados del siglo X. Un poco más tardío es el primero castellano, de San Millán de la Cogolla (en el cual aparecen también unas cuantas palabras en vascuence, si bien no vuele a escribirse en este idioma hasta los siglos XV y XVI, en obras menores. Los vascos siempre adoptaron el castellano como lengua de cultura). Del siglo XI son los más antiguos textos en catalán y en mozárabe (jarchas). El primero en gallego data de finales del siglo XII o comienzos del XIII, y el portugués de algo más tarde.
Desde entonces, el uso literario y documental de las lenguas hispanas irá en ascenso. A partir del siglo XII se registra un auge literario del galaico-portugués y del catalán. Cataluña queda semiparalizada por su ruina económica y contiendas civiles en el primer tercio del siglo XIV, mientras que el valenciano alcanzaría su apogeo en el XV con Ausias March, Jordi de Sant Jordi o Joanot Martorell. Pero será en el XIV cuando el castellano vaya descollando sobre los demás. La unión de Castilla y León con Fernando III generó una eclosión cultural, con Salamanca como la gran universidad. El rey hizo traducir al castellano como Fuero Juzgo el Liber Iudiciorum visigótico, base del derecho en toda España (aunque parece haber una traducción anterior al catalán). Alfonso X el Sabio propició un vasto programa intelectual sin precedentes en la península, con obras monumentales como la Estoria de España o la Grande e General Estoria, obras de astronomía, el Código de las siete partidas, gran contribución a la historia de la legislación. Y se escribieron muchas obras más al margen del designio oficial.
En el siglo XV es ya muy alto el número de escritores en castellano, y a través de él llega el humanismo italiano a España, donde adquiere carácter propio. El castellano se convierte en lengua española por excelencia, la más literaria y de comunicación, hablada y a menudo escrita por las personas cultas de todas las regiones, incluido Portugal, y que contribuyeron a darle forma. No por casualidad la gramática castellana de Nebrija, de 1492, será la primera de Europa en lengua romance. Y desde entonces se extenderá prodigiosamente por el mundo. No fue un proceso de imposición, como suelen decir los separatistas, sino una derivación natural de una hegemonía cultural evidente, y del hecho de que el substrato de la Reconquista había sido la común consideración como españoles de todos los reinos que entonces se formaron. Y nunca hubo prohibición de hablar o escribir en cualquier lengua regional del país, cosa que sí ocurriría en Francia o en Gran Bretaña.
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Hombre y animal
Omar Jayam fue un poeta, matemático, astrónomo y pensador persa que vivió a caballo entre los siglos XI y XII, por el tiempo del románico en Europa occidental, y cuando en España avanzaba la Reconquista tras la implosión del califato de Córdoba y su disgregación en taifas. Aquí lo comentaremos a partir de un breve poema de cuatro versos o “rubai”, en el que se enfrenta a la condición humana con especial agudeza: “Vine al mundo sin mi consentimiento/ Después, la vida no ha cesado de asombrarme / Me iré sin desearlo y sin saber / el por qué de mi llegada, mi estancia y mi partida”. Esa perplejidad angustiosa es el núcleo generador de gran parte de la filosofía (“qué somos, de dónde venimos, adónde vamos”, “qué debemos hacer en la vida”, etc.), y la han expresado de muchas formas muchos autores, así Pascal en sus Pensamientos (“como no sé de dónde vengo no puedo saber adónde voy”) y está implícita en la literatura y el arte en general. Pero quizá nadie acertó a expresarla de modo tan sintético, racional y decisivo como Jayam. Una pregunta racional que no admite respuesta racional.
A la objeción obvia de que casi nadie se plantea tales cuestiones en la vida práctica cabe oponer que las religiones e ideologías tienen probablemente su origen en la necesidad de calmar esa angustia esencial. Y esa calma, alcanzada en mayor o menor medida mediante explicaciones-relato basadas en el sentimiento y la imaginación, es precisamente la condición para abordar la vida práctica individual y las relaciones sociales sin necesidad de plantearse dichas cuestiones, que para la mayoría de las personas solo se presentan muy ocasionalmente, por ejemplo ante la muerte de un ser muy querido. Y esa es también la razón por la que, una vez establecida una creencia o fe de ese tipo, las personas se aferran a ella, sienten como una agresión intolerable la presión de otras creencias, y como una herida vital la duda, generadora de “crisis de conciencia” o existenciales.
Puede decirse que esta es la diferencia cualitativa entre la condición animal y la humana. Al animal le ocurre lo que al hombre: no conoce el sentido de su vida, no sabe por qué ni para qué llegó aquí. Y sin embargo eso no le preocupa. A poco que pensemos, nos parece que la causa está en que el animal, por todo lo que sabemos de él, no tiene consciencia de su propia muerte. Por tanto es incapaz de enfocar su vida como un todo que de una manera oscura le exige una conducta. Esta le viene dada al animal por el instinto, casi de modo tan automático como el resto de su funcionamiento orgánico (lo que no excluye los sentimientos), mientras que en el hombre el instinto sigue operando, pero de modo mucho menos determinante.
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Cataluña frente a Castilla
Tengo desde hace años un libro titulado Castilla y Catalunya frente a frente, antología para un debate cultural. La tónica del “debate” se ilustra en la portada por dos naipes de caballo, el jinete castellano con una gran maza y un gorro con la bandera de España, y el catalán con las barras de Aragón (qué se le va a hacer) en la gorra, y una gran cesta: Castilla militar y brutal contra Cataluña trabajadora y productiva, según los mitos, singularmente necios, del separatismo.
La verdad es que tras comprarlo lo arrinconé, porque comparar a Cataluña con Castilla, me pareció de entrada carente de cualquier rigor. Sabemos bien qué es Cataluña, una región con cuatro provincias, pero ¿qué entendemos por Castilla? ¿Castilla la Vieja? ¿Con seis o con ocho provincias? ¿Incluimos a Castilla la Nueva? ¿O a lo que se terminó llamando genéricamente reino o corona de Castilla, que incluía a Galicia, León Vascongadas, Extremadura, Andalucía y Murcia? De modo poco claro, cuando hablan de Castilla se refieren a toda España menos, naturalmente, Cataluña.
La tesis y el método se explican en la contraportada: “Las relaciones entre Catalunya y Castilla han sido conflictivas desde la baja edad media. Desde el siglo XIV han existido más motivos de controversia y de recelo que de todo lo contrario. La tensión provocada por estas difíciles relaciones ha dado lugar a una rica literatura ideológica y ensayística, sobre todo en Catalunya (…) El libro de los profesores Busquets y Bastons es una aportación de gran utilidad para conocer la actitud que (…) han adoptado intelectuales y escritores catalanes en los últimos dos siglos”.
Me temo que la utilidad no es mucha. Se trata de una recopilación de textos seleccionados de acuerdo con la tesis, método “científico” muy utilizado por todas las ideologías y que suele impresionar a los ingenuos. Es obvio que en la historia se encuentra de todo, pero no todo tiene el mismo valor. Como la vida, incluyendo la política, tiene siempre algo de conflicto y tensión permanente, uno puede recoger todo tipo de textos en una u otra dirección, pero el primer criterio para valorarlos es su relación con la realidad. Por poner un caso tópico, hay una multitud de declaraciones del PSOE a favor de la guerra civil, pero las mismas quedarían en poco más que pintoresquismos si no hubiera sido porque ese partido las puso en práctica. De acuerdo con la visión separatista, Cataluña y “Castilla”, es decir, el resto de España, tendrían que haber andado a la greña desde por lo menos el siglo XIV, pero la historia real nada tiene que ver, si exceptuamos el corto período del siglo XVII en que una oligarquía tiránica entregó la región a Francia (traición saldada con la pérdida del Rosellón y parte de la Cerdaña). Lo cierto es que, mal que les pese a los separatistas, los catalanes se han sentido españoles y han “funcionado” como tales desde que existen en la historia. Y es desde esa perspectiva y no desde los mitos separatistas, como hay que valorar las tensiones políticas, existentes también dentro de cada región, de igual modo que valoramos las excitaciones socialistas a la guerra civil a partir del hecho de esta.
Hay otro punto clave y es que el separatismo se construyó, como ponderaba Prat de la Riba, no sobre un verdadero “hecho diferencial”, sino sobre la denigración y el odio a “Castilla”: “rebajamos y menospreciamos todo lo castellano, a tuertas y derechas, sin medida”, buscando crear la atmósfera que expuso otro separatista “ilustre”, Ventura Gassol: “Nuestro odio contra la vil España es gigantesco, loco, grande y sublime. Hasta odiamos el nombre, el grito y la memoria, sus tradiciones y su sucia historia”. Historia que era la de la propia Cataluña: denigrando lo común pensaban enaltecer lo particular, no tenían otro modo de hacerlo. Las citas podrían multiplicarse y en mis dos libros sobre los separatismos catalán y vasco pueden encontrarse unas cuantas, sin la menor intención de exhaustividad. Tal fue siempre la política práctica del separatismo catalán, si bien, al revés que el vasco, oscilaba entre la idea de la secesión y la de hegemonizar al resto de España.
Lo cierto es que Cataluña y Castilla solo pueden compararse como partes de España y su “sucia historia”. Cabría exponer la cuestión, por otra parte algo infantil, como en el himno valenciano: ¿cuál de las dos regiones ha “ofrendado más glorias a España”? Y sin desdeñar en absoluto las aportaciones culturales catalanas, no cabe duda de que Castilla, la estricta Castilla la Vieja, fue tomando la delantera ya desde la baja edad media o edad de asentamiento, acentuada desde el Renacimiento. Hoy lo más, y probablemente lo mejor de la cultura catalana se hace en el español común, de origen castellano, y al que ha contribuido Cataluña como cualquier otra región. Y digo lo mejor porque, desgraciadamente, la producción literaria, política e historiográfica catalana está hoy muy estragada por los torpes mitos separatistas. Hay en ellos una pueril manía de grandezas combinada con una belicosidad cargada de odio, transformada fácilmente en victimismo al contacto con la realidad.
El libro es una colección curiosa de anécdotas y opiniones más o menos arbitrarias, subtendidas por dos tesis: los separatistas representan automáticamente a Cataluña, y gracias e ellos Cataluña podría ser “uno de los países punteros en desarrollo y nivel de civilización”. Lástima que el separatismo se lleve tan mal con la libertad y la cultura.
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España defendía a Europa…
Visto el mapamundi, observemos ahora un mapa distinto: el de la distribución religioso-político de la Europa centro-occidental. Encontramos en primer lugar la zona que grosso modo podemos llamar cristiana, junto a otra mucho menor islámica. No es cuestión ahora de indagar hasta qué punto sigue siendo Europa un continente “cristiano”, sino solo constatar que sigue siéndolo al menos en parte, e históricamente ha sido “el continente cristiano” por excelencia durante muchos siglos. A mediados del XV, el islam, representado por el Imperio otomano conquistaba Constantinopla y destruía lo que quedaba del vasto imperio cristiano llamado bizantino. Es llamativo que en esa derrota se quiera ver el fin de la llamada edad media –más propiamente edad de asentamiento europeo–, y no en la victoria transcendental que supuso el descubrimiento de América. Los turcos otomanos se plantearon entonces dominar el Mediterráneo, amenazando directamente a Italia y a España, y avanzar hacia el centro de Europa. Gran parte del continente podía haber acabado entonces islamizado, o con el cristianismo reducido a una religión minoritaria y sometida. Tampoco discutiremos ahora sobre los rasgos particulares de una y otra religión y sobre su proyección en la política, la moral, etc., solo constatar la pugna histórica, decisiva para Europa, que entonces se abrió.
El expansionismo islámico encontró una lógica resistencia, pero fue España el país que llevó la parte principal en su contención. Hasta finales del siglo, todavía parte de España estaba en poder del islam, y su expulsión no había acabado con la amenaza, pues desde el norte de África la piratería berberisca se había convertido en un modo de vida en el Magreb, que causaba muy graves daños en las costas españolas y perturbaba seriamente el comercio marítimo. Y esta amenaza desgastadora y permanente se añadía entonces el enorme poder turco u otomano, verdadera superpotencia, con unas escuadras lo bastante poderosas para imponerse en el Mediterráneo oriental y disputar el control del occidental entre el Magreb y las penínsulas ibérica e itálica. Pugna en la que lograron victorias que pudieron ser decisivas e impusieron un ingente esfuerzo Italia y sobre todo a España.
La otra gran línea de conquista otomana se dirigía por los Balcanes, que lograron subyugar, al centro de Europa por Viena, rodeando de paso a Italia por el norte. Convertir el Mediterráneo en un lago islámico era un designio desde luego factible si no encontraba la resistencia adecuada.
Fue a España, por lo dicho, por el peligro inminente y por sus dominios en Italia, a quien correspondió el papel principal en la contención del empuje islámico desde el sur y desde el este, en un esfuerzo a veces agónico. Y también contribuyeron los españoles de manera significativa a rechazar a los turcos en el primer sitio de Viena. Todo ello, y eso fue lo más notable, pese a la colaboración con los turcos y contra España, de una gran parte de la cristiandad (la católica Francia, ante todo, más los protestantes y anglicanos).
Pese a todo, España tuvo éxito finalmente, en una pugna durísima de más de siete décadas, contra enemigos de frente y por la espalda, marcando al islam sus límites expansivos en Europa. Puede decirse que entonces España defendió a Europa y la cristiandad no solo frente al islam, sino también frente a diversos estados europeos cristianos cuyos intereses políticos particulares primaban sobre los comunes.


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Este blog
Se titula “Más España y más democracia” porque desde 2004 tanto una como la otra no han cesado de retroceder a manos de unos políticos canallas.
Trata a menudo la política en los dos sentidos clásicos de agitación (consignas, argumentos breves y condensados) y propaganda (argumentos desarrollados y más complejos). El objetivo es que los lectores los difundan al máximo.
El blog aborda también otros temas: históricos, literarios, filosóficos… Para quienes se interesen en ellos, aunque rara vez provocan comentarios.
Según la intención, el blog debería servir para crear opinión pública y como taller de ideas o think-tank. Contra “el espíritu burlón y el alma quieta”.
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