“Pan negro, tristeza y fusilamientos”: por qué fueron excelentes los años 40, a pesar de las adversidades: https://www.youtube.com/watch?v=nAG4YWbQUI0
Una hora con la Historia es parte de la batalla cultural, base de todas las batallas políticas, por lo que invito a los oyentes del programa a participar en ella, difundiéndolo y apoyándolo económicamente mediante una aportación mensual. La cuenta para la colaboración económica es: BBVA, “Tiempo de ideas”, ES09 0182 1364 3302 0154 3346. Es posible luchar contra la desinformación y manipulación subvencionadas si más y más personas se sienten comprometidas en la tarea
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Aunque las religiones son variadas, nacen de un elemento fundamental de la psique humana, la religiosidad, presente en todas las culturas. Según las explicaciones ideológicas, la religiosidad procede de la ignorancia y la impotencia humanas, lo cual parece muy cierto. El error consiste en creer que esa impotencia e ignorancia son remediables mediante la razón y la ciencia. Obviamente en alguna medida así es, pues sabemos mucho más de cómo funciona el mundo o nuestro propio cuerpo, y desarrollamos técnicas que aprovechan esos conocimientos. Pero se trata de ignorancias o incertidumbres relativas, y desde su estadio más primitivo el hombre ha aplicado la razón y la ciencia a superarlas.
Hay, sin embargo, incertidumbres radicales e insuperables: nadie sabe por qué ni para qué está en el mundo, ni por qué le espera la muerte. Un epitafio romano decía: “No existía, pasé a existir, dejé de existir. ¿Qué importancia tiene?”. No se entiende el contraste entre las actividades a lo largo de la vida, cuyo sentido está más o menos claro (de otro modo el ser humano se habría extinguido) y el conjunto de esa vida, cuyo sentido general se pierde en una bruma espesa. Tampoco es posible saber por qué existe el mundo y por qué es como es, aunque podamos saber mucho de cómo funciona. En esas condiciones, ¿cómo conducirnos en el tiempo de vida que se nos otorgue (¿por quién?)?
Este sentimiento remite inmediatamente a “algo”, alguna fuerza o como queramos llamarla, que está por encima de nuestras pobres posibilidades. Decía Dostoievski que sin Dios todo es posible. Se le podría contestar de que con Dios también, ya que los crímenes y las injusticias son permanentes en las sociedades humanas. Lo que realmente quería decir es que sin Dios cualquier cosa que haga el hombre vale lo mismo y no habría forma de distinguir el crimen de la bondad o la justicia.
Esta incertidumbre radical e insuperable provoca una angustia que podría paralizar al hombre hasta para las actividades ordinarias (a veces lo hace). La psique se enfrenta a esa angustia elaborando los mitos, que bajo sus formas diversas tienen probablemente un fondo común: aplacar la angustia con explicaciones imaginarias que permitan a las personas enfrentarse a las dificultades y problemas del día a día. Eso está en la base de todas las culturas. Los mitos no son racionales, proceden de un sentimiento profundo, como el arte, con el que están emparentados; y tampoco su lenguaje es racional, sino simbólico, si hemos de creer la principal aportación de Freud. Por ello los mitos requieren la fe, a diferencia de, por ejemplo, la mecánica.
Las ideologías han usado la razón para rechazar los mitos, pero esta debería emplearse más bien para comprenderlos. Así ha elaborando sobre ese sentimiento para concretarlo en cuestiones precisas e inteligibles (la metafísica) pero igualmente sin respuesta universalmente aceptable. Y, por supuesto, las ideologías racionalistas o ciencistas recurren inevitablemente a sus mitos particulares y exigen fe en ellos, así como un culto. Y hasta los sacrificios humanos.
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