Utrera Molina y Carrillo

 

Ha muerto hace poco José Utrera Molina. En sus necrológicas se ha destacado su lealtad a sus ideas, a su causa, a lo largo de toda su vida. No creo que ello sea un gran elogio: tenemos el caso de otro personaje, Santiago Carrillo,  fiel a sus ideas durante toda su vida. Importa, por tanto, distinguir entre una causa y otra, entre unas ideas y otras, y lo que se ha hecho en función de ellas.

  Carrillo organizó el terrorismo del PSOE en los años 1933 y 1934, y, pese a su juventud participó en la dirección de la insurrección revolucionaria-separatista de octubre de 1934 contra la república. Tras las fraudulentas elecciones del Frente Popular participó en la “bolchevización” del PSOE,  y durante la guerra civil su mayor hazaña fue la matanza de Paracuellos, el mayor asesinato masivo de presos en la guerra; muy al estilo bolchevique, por cierto. Se pasó del PSOE al PCE, lo que no fue ninguna traición, sino una evolución lógica en la misma línea, y se convirtió directamente en un agente político de Stalin.  Perdida la guerra  dirigió luego el maquis, que no fue otra cosa que un intento comunista de resucitar la guerra civil, el cual también fracasó. Posteriormente dedicó sus esfuerzos a infiltrar la universidad y los sindicatos franquistas, y diseñó la desvergonzada táctica de la “reconciliación nacional”, que como explico en Los mitos del franquismo, pretendía reconciliar a la sociedad con los comunistas para aplastar a quienes les habían vencido: los comunistas siempre han sido muy hábiles en pervertir el lenguaje. Fracasando una y otra vez, pero siempre fiel a su ideario, Carrillo y otros comunistas europeos inventaron el “eurocomunismo”, que se decía democrático como si fuera una novedad: los partidos comunistas, Stalin mismo, se habían proclamado siempre los demócratas más auténticos, más reales, ya que su misión principal consistía en librar al mundo, mediante tiros en la nuca, de los anticomunistas, por tanto antidemócratas. Su último fracaso fue la transición, cuando, por temor a quedar fuera de la ley y a que los señoritos del PSOE se llevaran el fruto de sus largos esfuerzos, sacrificios  y luchas, aceptó –transitoriamente, claro—la bandera, la economía de mercado, la unidad nacional y la monarquía, es decir, casi todo lo que el franquismo había traído a España. Ello le convirtió en “demócrata” a los ojos de tantos otros políticos cantamañanas no  comunistas, pero tan demócratas de ocasión como él.

    La trayectoria de Utrera difiere por completo. Adherido al bando que venció a cuanto representaba Carrillo, fue gobernador civil de Ciudad Real, Burgos y Sevilla. En todos sus cargos se distinguió, entre otras cosas, por su atención a los trabajadores y a las familias con pocos medios. Baste como botón de muestra lo que escribía Antonio Burgos con motivo de las fechorías de los alumnos de Carrillo, es decir, de las chekas, contra su memoria, retirándole calles y títulos: Sevilla se caía. Se caía literalmente. Y el gobernador se dedicó a apuntalarla. Pero con nuevas viviendas, miles y miles de viviendas. No viviendas “dignas”, que ya sabemos lo que eso significa, sino hermosas viviendas, barrios enteros de espléndidas viviendas. Estaba convencido de que la mejor manera de dignificar a las personas era dándoles un hogar. Y convenció a sus mejores colaboradores con esta teoría: “La mejor universidad es una vivienda”. Se entregó a ello con tal entusiasmo que ahí está la Sevilla actual, que ya se ha olvidado de aquella Sevilla cochambrosa de los años 60. Por eso Sevilla le hizo hijo adoptivo y le entregó la medalla de oro.La poca memoria y la poca vergüenza que tiene Sevilla, que nadie, absolutamente nadie, de los miles de beneficiarios de los pisos que dio Utrera Molina ha tenido la gallardía de salir en su defensa. Y mal ha hecho Rafael González, recordando que es Hijo Adoptivo y Medalla de Oro de Sevilla. Anda que van a tardar mucho en quitarle esos títulos los mismos que tuvieron piso gracias a Utrera Molina».

   Resulta que en España, hoy, las familias disponen de más patrimonio que en casi todo el resto de Europa, y eso es algo debido a la política de aquel régimen, que permitió a millones de proletarios convertirse en propietarios de sus casas. Hace poco he estado en Moscú: allí, paraíso del proletariado por el que luchó Carrillo, las viviendas solían ser colectivas, con varias familias en una sola, hasta que Jruschof decidió construir gran número de viviendas unifamiliares. Viviendas pequeñas y cutres, llamadas jruschovkas, pero que al menos permitían no tener que hacer cola ante el aseo. Hoy no saben qué hacer con esas viviendas desfasadas, que debían haber sido demolidas hace tiempo pero solo pueden serlo poco a poco, pues no se puede realojar de golpe a cientos de miles o millones de personas.

   En otras palabras, al margen de las cualidades personales, debe tenerse en cuenta la calidad de la causa a la que han sido fieles unos y otros. Utrera Molina era falangista y Carrillo comunista. Los frutos de una y otra ideología no admiten parangón, aunque los de la Falange se limiten a España y los del comunismo tengan alcance mundial. La Falange, una de las familias del franquismo, tuvo gran incidencia en la reconstrucción del país después de la guerra, reconstrucción brillante dadas las dificilísimas condiciones: sin Plan Marshall y, por el contrario, con un criminal aislamiento exterior, decretado a medias por los países comunistas y los más o menos democráticos. Europa Occidental debe su democracia al ejército de Usa y su prosperidad inicial al Plan Marshall. España se las debe a sí misma, y este enorme mérito histórico, que nos libra de deudas morales y políticas aplastantes como las de otros países, recae sobre  tantos personajes como Utrera Molina. Por contraste, los frutos más destacados del comunismo han sido  las mayores hambrunas y matanzas del siglo XX, acompañadas de tiranías totalitarias sin precedentes.

   Paradójicamente, nos desconcierta la comparación entre el poder intelectual del marxismo y el del falangismo, tan superior el primero. La ideología falangista es ecléctica, a menudo retórica y en cierto modo de circunstancias,  una ideología de urgencia, de resistencia y lucha en unos tiempos de crisis de civilización, crisis  causada precisamente por el avance del marxismo. Este, en cambio, retiene tal poder de seducción intelectual, aparentemente explicativo de la sociedad y de la historia,  que pese a su derrumbe  ejemplar en la URSS y Europa oriental, continúa pesando, con diversas variantes o disfraces, en las universidades y movimientos populares de medio mundo. Así, no pocos fueron los falangistas que, pese a los logros prácticos del régimen, se dejaron arrastrar por la aparente fuerza intelectual del marxismo. Y, personalmente, me costó años de reflexión e investigación dejar aquellas doctrinas.

    Algo más, para terminar: al cumplir 90 años, Carrillo fue festejado por una cohorte de sinvergüenzas, que le obsequiaron con la retirada –con nocturnidad y alevosía, como es propia de esa chusma—de la estatua de Franco de Nuevos Ministerios. Aquellos demócratas de pandereta, todos los que participaron en la orgía de fango, honraban a Carrillo por su “contribución a la democracia” y a la “reconciliación”. Carrillo, menos mal, tuvo la decencia y la dignidad –pues lo fueron–  de recordar a sus aduladores mierdecillas que sentía “un orgullo inmenso por su trayectoria de comunista”.

    En cambio, Utrera Molina tuvo que ver cómo le han retirado placas y reconocimientos los mismos entusiastas de la democracia al estilo Carrillo.  Irónicamente, con ello le han rendido honores hasta el final, pues qué mayor honor que ser denostado por la cohorte de corruptos y delincuentes que pueblan esta democracia tan evidentemente fallida.

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Franco no cometió crímenes de guerra. Churchill y Roosevelt (no digamos Stalin y Hitler) sí, y terribles :pic.twitter.com/rUPtw9Fdlf

 

 

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¿Cómo salir de una democracia fallida?

En Una hora con la Historia (11) hemos tratado las diferencias de intereses entre España y la OTAN, y en la sesión 12 hemos abordado la posibilidad real de una vuelta a la neutralidad por parte de España, así como el bombardeo de Guernica y el bombardeo de falsedades al respecto. La sesión 11: https://www.youtube.com/watch?v=OHZgfnXiALk&t=63s

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Ud responde a las descalificaciones que le hacen diversos historiadores con descalificaciones generales a la Universidad y la Academia

R. Hombre, tendría derecho a hacerlo ya que en esos medios unos me descalifican y otros, aunque no estén de acuerdo, se callan y ayudan con su silencio al ninguneo, sea por miedo o por corporativismo. Aunque hay otros que sí me han citado elogiosamente, como Seco Serrano, Cuenca Toribio y bastantes más, pero en conjunto una minoría. La gran mayoría sigue prefiriendo la agresión y el silencio. Y esto, claro está, significa que ven en mis trabajos un peligro para ellos. Y ciertamente son un peligro. Si yo estoy en lo cierto, ellos están equivocados, y viceversa. Pero no solo están equivocados sino que, a estas alturas mienten deliberadamente. Si fueran honestos, intelectualmente honestos, plantearían una debate intelectual abierto, pero eso es lo que tratan de evitar. El debate les da miedo cerval, y disfrazan ese miedo con actitudes arrogantes y poses despreciativas bastante ridículas. Lo cual revela que mis descalificaciones dan en el blanco.

 Pero el hecho de que sean muchos  más los que le atacan o le ningunean  que los que le defienden debe significar algo.

R. Claro que significa algo, y vamos a verlo aparte de las cuestiones digamos personales, porque hay ahí un mar de fondo y muy de fondo. Observe usted algo que debiera ser evidente pero pocos quieren verlo: el tronco de la política española desde la transición se basa en la denigración del franquismo, en la exaltación de la república y en la confusión de la república con el Frente Popular. En estas tres cosas. De ahí han derivado tanto el ímpetu renovado de los separatismos como la recuperación de los viejos odios, el apoyo vergonzante o poco vergonzante a la ETA, la propia corrupción rampante del sistema, la liquidación progresiva de la soberanía nacional y tantos otros fenómenos que amenazan la propia supervivencia de España. Pues bien, esos tres fenómenos: denigración del franquismo, exaltación de la república y confusión interesada entre esta y el Frente Popular tienen su base en una historiografía intelectualmente muy pobre, políticamente torticera y moralmente ruin, talibanesca, solo hay que ver las actitudes hacia el Valle de los Caídos. Este discurso historiográfico ha sido asumido también por el PP.

   Sin embargo, seguir enfangados en una polémica eterna sobre el pasado puede paralizarnos ante los problemas de hoy.

R. Acabo de decirle que una historiografía falsaria, fraudulenta, es la base de las políticas que hoy se aplican y que son igualmente falsarias y fraudulentas. Llevo años insistiendo en que todo el discurso político hoy dominante se apoya en supuestos como que las elecciones del Frente Popular fueron democráticas y correctas. Mientras estas cuestiones no queden claras para la mayoría, nuestra democracia será una democracia enferma, una democracia fallida. La izquierda y los separatistas son muy conscientes de esa relación entre el pasado y el presente. Pero en la derecha, la mayoría piensa como usted ha dicho, piensa que la historia es mera ilustración sin consecuencias actuales y hablan de “mirar al futuro”. Solo que mirar al futuro ignorando el pasado y, lo que es peor, negándolo, solo conduce a repetir los peores errores. La izquierda falsifica el pasado, la derecha trata de despojar a los españoles de su historia, negando su importancia. Esta es también una forma de corrupción, de corrupción intelectual, mucho peor que la económica, mucho más dañina.

 Hay algo que falla en su razonamiento: si tan falso es ese discurso histórico- político y, como dice usted, la democracia viene en realidad del franquismo, ¿cómo es que los franquistas han sido incapaces de contrarrestar el discurso de la izquierda y elaborar uno propio?

  R. Por una triple razón: porque el discurso izquierdo-separatista venía arropado con el disfraz de demócrata. El fondo de esa historia ha sido elaborado por la propaganda comunista, pues los comunistas fueron los únicos que hicieron oposición al franquismo, junto con la ETA en los años finales. Llamar demócratas a comunistas y etarras es un sarcasmo sangriento, una usurpación desvergonzada, pero la usurpación se impuso y fue aceptada por gran parte de la derecha, que trató de hacerse la demócrata a base de atacar al franquismo, esto lo he estudiado en el libro Los mitos del franquismo y en La Transición de cristal. Sin olvidar la Iglesia posconciliar, que optó, gran parte de ella, por el diálogo con los marxistas y el ataque al franquismo.

   Una segunda razón del éxito de ese discurso es la flojera intelectual de los que se proclamaban franquistas, que quedaron muy aislados. En esa competición por hacerse los demócratas avanzados, numerosos falangistas y carlistas se proclamaron antifranquistas, no digamos los monárquicos tipo Ansón y demás. El franquismo nunca se proclamó falangista o carlista o monárquico, aunque trajese la monarquía. Se proclamó católico, y la Iglesia lo abandonó estruendosamente después del concilio Vaticano II. Los franquistas se encontraron desamparados y, lo que es peor, cedieron la bandera de la democracia a los otros, reivindicando, abierta o implícitamente, una dictadura que, privada de su sostén ideológico catolico, ya no podía continuar. Eso no tenía el menor porvenir, se quedaba en retórica y de hecho ayudaba a sus enemigos, como hemos visto. Podían señalar los defectos y falsedades de los que se decían demócratas, en su mayoría sin serlo, pero no  podían oponerles un discurso eficaz.

   Y la tercera razón, ya la he indicado ha sido la asunción del discurso, o del grueso del discurso de izquierda y separatistas por parte del PP. El PP actual, por ejemplo, están culminando la tarea del PSOE de Zapatero, que en definitiva significa la desintegración de España por la acción concentrada de los separatismos y de un europeísmo concebido como la liquidación de la soberanía española.

 Pero usted se identifica con el franquismo, que según usted mismo no tiene futuro.

R. Ahí hay un equívoco. Yo no defiendo al franquismo, sino la verdad sobre el franquismo. Y esto tiene dos aspectos principales. En primer lugar, investigar qué fue aquel régimen al margen de las caricaturas grotescas que han pintado de él sus enemigos. Que, por cierto, eran, o éramos, muy pocos en vida de Franco. Ahora que ya no existe aquel régimen los heroicos antifranquistas se han multiplicado y  se han convertido en una plaga de langosta, que lógicamente no puede ya destruir al franquismo pero sí a la democracia. Que está corrompiendo y destruyendo la democracia.

   El segundo aspecto es que se trata de extraer las lecciones correspondientes de aquella época histórica. Mire usted, el franquismo fue el régimen de mayor éxito que haya tenido España en al menos dos siglos. Al menos. Venció a un Frente Popular totalitario y genocida; consiguió mantenerse al margen de la guerra mundial, que fue una hazaña no menor, como he estudiado en Años de Hierro; derrotó al maquis, una peligrosa guerrilla comunista que en Grecia solo pudo ser vencida con intervención de Inglaterra y Usa; desafió y venció al aislamiento que le impuso la ONU, una medida criminal, se la mire como se la mire; sin Plan Marshall, basándose en las propias fuerzas de España, reconstruyó brillantemente al país en medio del hostigamiento internacional, del maquis y de otras dificultades; logró para España uno de los ritmos de crecimiento más elevados del mundo, sin apenas paro ni deuda pública; cambió la fisonomía del campo español con una red de pantanos y una muy exitosa repoblación forestal; creó una gran clase media; mantuvo una independencia dentro del contexto internacional muy superior a la actual, hoy casi inexistente; aunque las libertades políticas estaban restringidas –no totalmente anuladas–, sobre todo para comunistas, separatistas y demás, el régimen permitía una gran libertad personal, como reconocía el filósofo Julían Marías, precisamente antifranquista; consiguió unos niveles de salud social superiores a los del resto de Europa: mínima delincuencia y población penal, muy baja tasa de suicidios, de fracaso familiar y violencia doméstica, apenas incidencia de las drogas, que ya hacían estragos en el resto de Europa Occidental… Podría seguir así largo rato, y en Los mitos del franquismo he detallado estos y otros hechos. Si nos comparamos con Europa Occidental, esta debe su democracia a la intervención del ejército useño, y su prosperidad al Plan Marshall. España se la debe a sí misma, gracias al franquismo. No tiene esa enorme deuda moral, política y material con Usa. Eso importa mucho y debiera ser una base de nuestra política, pero ocurre como si todo lo debiéramos a Usa yla UE. 

   Pues bien, la importancia de estos hechos con respecto a la democracia es la siguiente: una democracia no puede sobrevivir en un clima como el de la república, de empobrecimiento creciente y de odios políticos y sociales exacerbados. El franquismo fue una necesidad histórica, que dejó un país próspero y muy mayoritariamente reconciliado, apto para una democracia estable. Ahora, pregúntese usted lo que han hecho los siguientes políticos antifranquistas con la democracia. Está bastante claro, ¿no?

Pues bien, En Los mitos del franquismo he tratado de restablecer la verdad histórica. Ahora toca la segunda parte: ¿qué lecciones podemos extraer de aquel régimen? En suma ¿por qué tuvo tanto éxito el franquismo contra enemigos tan peligrosos, interiores y exteriores, aparte de las inercias y costumbres políticas y populares nefastas heredadas del pasado? ¿Cómo podríamos aprovechar aquella experiencia para regenerar una democracia fallida como la actual, que amenaza la subsistencia de la nación y de la propia cohesión social? ¿Una seudodemocracia cada vez más opresiva y totalitaria contra las libertades de expresión y de conciencia entre otras? Una tendencia, por cierto que se da en toda la Unión Europea. Pues bien, esa es la tarea, o la segunda parte de la tarea, y no se puede abordar a base de retórica o de sentimentalismos nostálgicos sin más, sino con el mismo espíritu  con que vamos restableciendo la verdad histórica.

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¿Es posible la neutralidad hoy? / Maricas, años 40

En la próxima sesión de Una hora con la Historia  hablaremos del bombardeo de Guernica, en torno al cual sufrimos actualmente otro bombardeo a base de mentiras.

Sesión anterior: https://www.youtube.com/watch?v=OHZgfnXiALk&t=9s

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Los datos y argumentos que hemos expuesto en torno a la neutralidad pueden sintetizarse así: 1.- Nuestros supuestos aliados en la OTAN tienen muy poco de aliados para España. 2.- La supuesta defensa de la democracia por la OTAN está resultando muy contraproducente precisamente para la democracia. Máxime cuando la evolución de la UE sigue una tendencia más bien totalitaria. 3.- La serie de guerras brutales y caóticas derivadas de las intervenciones de la OTAN, y su política de cerco y acoso a Rusia no tienen nada que ver con intereses españoles, sino al contrario. 4.- Dentro de esas intervenciones, España está desempeñando el papel de sumiso subalterno y no parece posible que tal situación varíe. Y 5.- España tiene un solo enemigo potencial, Marruecos, que por una parte es también aliado de Usa y de Francia y por otra resulta demasiado débil frente a España: para hacerle frente no nos es precisa la OTAN.

    Todas las conveniencias pesan, por tanto, a favor de la neutralidad de España, con salida de la OTAN y una política tenaz y enérgica de recuperación de Gibraltar, punto estratégico clave en nuestra defensa. Ahora bien, una cosa es lo conveniente y otra las posibilidades de realizar lo conveniente. Contra la salida de la OTAN se suelen ofrecer tres argumentos fundamentales: a) fuera de la OTAN España quedaría aislada. b) La OTAN es indispensable para la modernización de nuestras fuerzas armadas. c) La posición geoestratégica de España es tan importante que la OTAN no aceptaría la neutralidad de España, y nos impondría de un modo u otro la permanencia.

   Veamos la consistencia de tales argumentos.

   En primer lugar es obvio que una política de neutralidad no supone en ningún caso aislamiento. Ni Suiza ni Suecia ni Irlanda, por ejemplo, están aisladas. La neutralidad, más bien, permitiría aumentar las relaciones con las diversas potencias y maniobrar a favor de la paz en el mundo, particularmente en nuestra área de mayor influencia, es decir, norte de África y Mediterráneo. Suiza ha desempeñado tradicionalmente un gran papel en ese sentido. El argumento del aislamiento es simplemente absurdo, refleja una  mentalidad un tanto lacayuna, hoy muy extendida, por desgracia.

   El segundo argumento, referente a la modernización de nuestras fuerzas armadas, también cae por su peso. La doctrina militar de la OTAN sigue dos direcciones: intervenciones militares rápidas, aplastantes y decisivas en cualquier punto del globo, y mantenimiento de una superioridad militar, tanto tecnológica como cuantitativa,  sobre cualquier otra gran potencia que pueda surgir en tiempos previsibles. En cuanto al primer punto, tenemos ejemplos de intervenciones aplastantes y rápidas, pero de ninguna manera decisivas, como hemos visto en Irak, Afganistán o Libia; y con efectos muy dañinos para Europa. En cuanto a la carrera de armamentos entre la OTAN y Rusia, China o cualquier otra, tampoco interesa a nuestro país. España debe desarrollar una doctrina militar propia, referida a su área principal de intereses estratégicos. La doctrina de la OTAN en estos ámbitos nos es innecesaria, incluso perjudicial, según vamos viendo. A España le conviene una doctrina defensiva y promotora de la paz, sin injerencias mesiánicas en los asuntos de otros países. No es preciso estar en la OTAN para disponer de un ejército fuerte, motivado y creíble para cualquier adversario potencial, mientras que dentro de la OTAN solo puede correspondernos un papel de peón de brega sumiso.

    El tercer argumento afirma que la OTAN no consentiría la neutralidad española. Esto viene a ser una confesión de que los países dirigentes de la OTAN no son amigos y aliados, lo cual es cierto como hemos visto; serían una especie de chantajistas o mafiosos a quienes no tendríamos más remedio que pagar la protección, lo cual es falso. Y aunque es verdad que tanto la OTAN como la UE tienden a destruir las naciones en función de los intereses de unas oligarquías cada vez menos democráticas, ese designio está aún lejano y probablemente fracasará, porque va contra realidades históricas y culturales profundas. Desde luego, la neutralidad de España sería vista con mucho desagrado por la OTAN, pero sus posibilidades de impedirla son escasas frente a un eventual gobierno español algo firme y sólido. Y si la OTAN replicara a la neutralidad con maniobras provocadoras o agresivas solo conseguiría transformar la neutralidad en hostilidad, que es lo último que le conviene en una zona tan sensible.  Neutralidad no es hostilidad, seguiríamos compartiendo con la OTAN ciertos valores e intereses, y en caso de peligro extremo cabría la cooperación.  Por eso una España neutral pero no hostil, sería para la OTAN un mal menor que no tendrían más opción que aceptar.

   Y ya hemos visto cómo España supo mantenerse neutral en circunstancias tan tremendas como las dos guerras mundiales, cuando el remolino bélico amenazaba con tragarse a toda Europa. Podemos imaginar muchas dificultades a la neutralidad española, pero, en condiciones de paz o relativa paz como las actuales, siempre serán dificultades mucho menores que las de aquellas dos guerras mundiales. Es obvio que falta hoy por hoy algo esencial: un conocimiento del problema por la opinión pública, y un gobierno patriótico y democrático que represente los intereses españoles y no los de otras potencias  tradicionalmente poco amigas  de España.

   Existe la evidente necesidad de abrir un debate sobre estas cuestiones absolutamente cruciales. Un debate que los partidos, gobiernos y medios de manipulación de masas actuales tratan de impedir. Por esta razón reiteramos el llamamiento a los oyentes de Una hora con la Historia a difundir, apoyar y comentar en las redes este programa.

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El Charco de la Pava  es una venta de los alrededores de Sevilla, camino de San Juan de Aznalfarache. Su dueño, Eduardo “el Chanchi”, es un hombre gordo y optimista, que recibe a sus clientes en la puerta (…). Del automóvil de Fernando Granada descendemos su mujer, Tina Gascó, el coronel Sotelo, José Ignacio Sánchez Mejías, Pepe Bienvenida, Antonio Iglesias, Pepito Sánchez Mejías y yo (…) La juerga empieza inmediatamente, como empiezan todas las juergas, tristemente, arrastrándose, hasta que el vino va caldeando los ánimos y las incoherencias. Eduardo, el ventero, caldeado desde hace treinta años (…) presume de afeminado. “No es que yo sea marica, ¿sabe usted?, pero, vamos, aficionadillo sí”, suele exclamar para justificarse (…) La Narda, Joaquín, otro ventero,  ha hecho célebre su venta por eso, por el mote y por sus ademanes y parla afeminada (…) Pepín Bello, grande amigo de Ignacio Sánchez Mejías, (…) me contó que hace años en Sevilla (…) invitaron  a un amigo a merendar Este amigo era un hombre muy del Norte, serio, formal, grave y circunspecto, matemático él (…) “¿A dónde le llevaremos?” “Pues hombre, a la venta de La Narda”.

   “Después de comer –decía Pepín , me presenté en casa de Ignacio. Yo (…) llevaba unos botines blancos preciosos. Ignacio me miró en cuanto entré. “¿Qué te has puesto?”. “Pues ya ves (…)” No se habló más de los botines. Al gran rato Ignacio se me presenta con cuatro pares de botines blancos. “Ya verás lo que se me ha ocurrido”. Me eché a temblar; las ocurrencias de Ignacio eran siempre terribles. “Ahora va a venir ese (…) y vamos a gastarle una broma. Nos ponemos todos los botines blancos; no tendrá más remedio que reparar en ello, y cuando nos pregunte el por qué, le explicaremos que allí, en la venta de La Narda, el dueño y todos los dependientes son maricas, y que el único medio de que a uno le dejen en paz es llevar botines blancos, algo así como un salvoconducto de integridad personal, ¿comprendes?” (…) Llegó nuestro hombre, y, efectivamente, se extrañó mucho de aquella  unanimidad de los botines blancos, y entonces le explica la causa  Ignacio. “¡Caramba, caramba! Pero, oiga, ¿no podríamos ir a otro lado? “¡Quite usted, si la venta de La Narda es lo mejor de Sevilla, si usted no tiene perdón de Dios de no conocerla! Además, todo está previsto, aquí tiene usted un par de botines blancos; póngaselos y no tenga cuidado alguno: va usted tan seguro como si fuera recubierto con una armadura del siglo XIII” (…) Nada más llegar, Ignacio puso en antecedentes de la broma a Joaquín, el ventero, es decir, a la Narda, que era un águila y enseguida se percató de su papel. Nos sirven jamón y vino; la Narda empieza a contar sus cuentos, que eran soberbios. El amigo, al principio muy escamado e inquieto, entró en situación y reía de buena gana (…) Lo único que preocupaba al amigo era que la Narda se había sentado a su lado y, de cuando en cuando, le lanzaba miraditas tiernas y le daba palmadas en el muslo. Los dependientes, la Celia, la Pelos, más afeminados aún que el dueño, iban y venían con sus movimientos de caderas ondulantes (…) En esto la Narda se acerca más al amigo y le dice muy gachonamente: “¡Qué ojos más bonitos tiene usted, caballero!”. El amigo pega un salto en la silla, y alargando primero un pie y luego el otro, se los metía casi en las narices de la Narda, mientras gritaba con todas sus fuerzas: “¡Eh, cuidado! ¡Mire usted, mire usted, que llevo botines blancos!” ¡Cómo se reía el pobre Ignacio”

   La broma, obviamente, había ocurrido antes de la guerra, en la república o acaso antes, pues Sánchez Mejías había muerto en 1934, de una cornada. Pero después de la guerra establecimientos como el de La Narda o de El Chanchi, continuaban abiertos. El relato es de Antonio Díaz-Cañabate en Historia de una tertulia, en los años 40, no queda claro en cuál.

 

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Cela, homosexismo, García Lorca

En “Una hora con la Historia” tratamos de las posibilidades de España dentro de la OTAN: ¿Respetan nuestros intereses nuestros supuestos aliados? ¿Tenemos otra posibilidad que la de actuar como carne de cañón o peones de brega de intereses supuestamente superiores? ¿Tenemos necesidad de la OTAN frente a nuestras amenazas potenciales? He aquí cuestiones clave que nuestros políticos y periodistas procuran ocultar a la opinión pública:   https://www.youtube.com/watch?v=OHZgfnXiALk

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Unos días en Moscú: la ciudad más impresionante que conozco, algo inesperado. Pero, en fin, para antes de dormirme releí a trozos Cela, el hombre que quiso ganar, de Ian Gibson. Gibson es bastante agudo cuando trata a Cela, aunque cuando le toca hablar del franquismo o de temas progres, no pasa de soltar necios tópicos de propaganda. Qué se le va a hacer, el antifranquismo es así:  Para los socialistas, Cela no era un demócrata genuino sino, más bien, un señor que nadaba con la corriente del momento, que nunca había arriesgado nada y que, en primerísimo lugar, pensaba en sí mismo y en su carrera.  Y concluye Gibson, virtuosamente: “a mi juicio, con ello no andaban muy desencaminados”. Resulta chusco, por no decir algo realmente fuerte, poner como referentes o jueces morales, en política, literatura o cualquier cosa, a los políticos más corruptos del siglo XX y lo que va del XXI, los mayores ladrones (¿por qué no se habla mucho más del Vita?), organizadores de guerra civil, con un largo historial de terrorismo, de chekas, de colaboración con la ETA y los separatismos… y de oposición al franquismo casi nula, con tantos de ellos habiendo prosperado como funcionarios de aquella horripilante tiranía…¡Demócratas genuinos!

   Pero voy a otra cosa. En junio de 1998, Cela declaró: Ojalá dentro de cien años los homenajes a Lorca sean más sólidos, menos anecdóticos y sin el apoyo de los colectivos gays. No estoy  ni a favor ni en contra de los homosexuales, simplemente me limito a no tomar por el culo. Salta a la vista lo que decía, aunque las ceremonias de la confusión corrientes obliguen a aclararlo: Cela criticaba el turbio folklore  político-cultureta en torno a García Lorca, así como el intento de los homosexistas de hacer de Lorca un icono gay, y al mismo tiempo expresaba una indiferencia despectiva hacia esos colectivos. Algo que debiera ser perfectamente normal en un país democrático, con libertad de expresión y de conciencia.

   Pero en España, como en la UE, eso no se entiende así. Naturalmente las camarillas homosexistas y quienes se sintieran menospreciados por Cela tienen su derecho a replicarle; pero el carácter de sus réplicas es peculiar buscan imponer por ley sus ideas y aplastar la expresión de discrepantes como Cela. Vivimos bajo un nuevo despotismo totalitario,  cada vez más fuerte, y convendría que nos percatásemos a tiempo.

   Así, el socialista (claro) Almunia, declaró que  Cela no estaba a “la altura de los tiempos”. Los tiempos del neodespotismo  “de género”, naturalmente.  La ignorante –también socialista y abortista—Matilde Fernández sugirió a Cela que leyese la Constitución”, cosa que ella probablemente nunca hizo. Maruja Torres, una chabacana  estrella de El País, creo recordar, afirmó que “es mucho más digno tomar por el culo que lamerle el culo al poder, como Cela ha hecho tantas veces”. En esos lametones pocos han superado a El País y su gente, por cierto, recibiendo por ello el adecuado premio.

   El País, que llamaba “sindicato del crimen” a los periodistas que destapaban la corrupción socialista, publicó una carta contra Cela firmada por más de doscientos escritores, editores, periodistas, libreros y lectores. Todos ellos demócratas empedernidos, naturalmente.

     Otro necio laureado, comunista de IU, Felipe Alcaraz,  exigió que el Ayuntamiento de Granada declarase a Cela persona non grata  porque a su juicio Cela había insultado a García Lorca, asesinado “entre otras razones, por ser homosexual”. Etc.

    Zerolo “célebre por su fama”, que diría Heine, diagnosticó que Cela era “un reaccionario intolerante, insolidario, machista, misógino y homófobo”. Estos estúpidos calificativos son el santo y seña para condenar a muerte civil a la víctima de ellos, le ha ocurrido a mucha gente, aunque ello resultara imposible con Cela, que podía reírse del intento con su flamante Nobel aureolándole la testa.

   Y así sucesivamente. Lo primero que llama la atención es la furia y amplitud de una reacción que quería ser aplastante. Claro que, de todas formas, con Cela no podían pasar de ciertos límites, como hacen con personajes menos notorios. Por ejemplo, un servidor ha publicado en las  redes sociales comentarios como este: El primer derecho de un niño es a un padre y una madre reales, no a una parodia de dos papás y dos mamás. Los niños no son mascotas. Resultado: un alud de insultos, amenazas, deseos de muerte, jactancias de que me queda poca vida, obscenidades… Expresiones de odio enfermizo realmente preocupantes por parte de quienes intentan destruir la libertad de expresión y de conciencia haciéndose las víctimas y con la argucia de que los discrepantes de ellos “incitan al odio”: al despotismo por el victimismo, sería su lema.

Hemos llegado a una situación en la que se pretende impedir cualquier expresión molesta o denigratoria hacia homosexistas, feministas y demás gente “del género”. En cambio la denigración de la Iglesia y el cristianismo, raíces de la cultura occidental, no solo se admiten, sino que se promueven muy activamente. La burla y el escarnio del patriotismo, de la familia, de la maternidad; la promoción de la liquidación de vidas humanas en el seno materno, etc., están a la orden del día; las calumnias al franquismo no solo son continuas, sino obligadas en cualquier intelectual de la recua  que se precie, como el propio Gibson.  Parece que una cosa va con la otra, que “el amor estéril” implica mil odios

    Por lo demás, ni García Lorca fue asesinado por ser homosexual ni él mismo estaba particularmente orgulloso de serlo, como muestran sus poemas. Muchos de estos fanáticos lo tildarían de “homófobo”. Un tal Fernando Delgado interpretaba que lo que Cela temía era la gloria de García Lorca, la cual permanecería dentro de cien años,  y la de Cela no. La verdad es que uno se pregunta si García Lorca, que parece haber tenido cierta amistad con José Antonio,  recibiría hoy el mismo culto si en lugar de ser asesinado por gente de derecha, lo hubiera sido por los rojos. Posibilidad  nada irrealista, por cuanto el Frente Popular asesinó a más intelectuales que sus contrarios, y otros muchos (Ortega, Marañón y tantos otros) escaparon de él como pudieron.

   Por mi parte, he explicado muchas veces la diferencia entre homosexualidad y homosexismo u homosexualismo, y no lo repetiré ahora.

   Un poema de García Lorca (de Poeta en Nueva York) …

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,

contra el niño que escribe

nombre de niña en su almohada,

ni contra el muchacho que se viste de novia

en la oscuridad del ropero,

ni contra los solitarios de los casinos

que beben con asco el agua de la prostitución,

ni contra los hombres de mirada verde

que aman al hombre y queman sus labios en silencio.

Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,

de carne tumefacta y pensamiento inmundo,

madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño

del Amor que reparte coronas de alegría.

Contra vosotros siempre, que dais a, los muchachos

gotas de sucia muerte con amargo veneno.

Contra vosotros siempre,

Faeries de Norteamérica,

Pójaros de la Habana,

Jotos de México,

Sarasas de Cádiz,

Apios de Sevilla,

Cancos de Madrid,

Floras de Alicante,

Adelaidas de Portugal.

¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!

Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,

abiertos en las plazas con fiebre de abanico…

 

…Y otro de Cela ( Donación de órganos)

                                                     Quiero el día que yo muera

 poder donar mis riñones,

  mis ojos y mis pulmones.  
Que se los den a cualquiera.  

Si hay un paciente que espera 
por lo que yo ofrezco aquí  

espero que se haga así 
para salvar una vida. 

 Si ya no puedo respirar, 
que otro respire por mí.
Donaré mí corazón 
para algún pecho cansado 
que quiera ser restaurado 
y entrar de nuevo en acción.
Hago firme donación 
y que se cumpla confío 
antes de sentirlo frío, 
roto, podrido y maltrecho 
que lata desde otro pecho  

si ya no late en el mío.
La pinga la donaré 
y que se la den a un caído  

y levante poseído 
el vigor que disfruté.
Pero pido que después 
se la pongan a un jinete,  

de esos que les gusta el brete.

  Eso sería una gran cosa  

yo descansando en la fosa 

 y mi pinga dando fuerte.
Entre otras donaciones 
me niego a donar la boca.  

Pues hay algo que me choca  

por poderosas razones.  

Sé de quien en ocasiones 
habla mucha bobería; 

 mama lo que no debía 
y prefiero que se pierda  

antes que algún comemierda 

 mame con la boca mía.
El culo no lo donaré 

 pues siempre existe un confuso

que pueda darle mal uso

al culo que yo doné. 

 Muchos años lo cuidé 
lavándomelo a menudo. 

 Para que un cirujano chulo 
en dicha transplantación 

 se lo ponga a un maricón 

 y muerto me den por  culo.

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La gratitud de los judíos a Franco

¿Conviene la OTAN a España o sería preferible la neutralidad? En caso de ser preferible, ¿sería posible en el actual escenario mundial? https://www.youtube.com/watch?v=wMpqnrd-x3w&feature=youtu.be&a 

**Paradójicamente, de pocas cosas se ha hablado más y se conoce menos que  del franquismo.

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Es incuestionable que los judíos tienen una gran deuda de gratitud con Franco, y muchos han expresado su reconocimiento, aunque otros muchos no. En diciembre de 1944 el Congreso Nacional judío acordó agradecer al gobierno español sus gestiones. Madrid aceptó la propuesta de ocuparse no solo de los sefarditas, sino también de los askenazíes , si bien los alemanes solo concedían a España autoridad sobre los sefarditas, y con restricciones.

   Surgían otros problemas, explícitos en la protesta de Lequerica a las peticiones del Consejo Judío: “Desde hace tres años España viene accediendo reiteradamente y con la mejor voluntad  a cuantas peticiones presentan las comunidades judías (…) habiendo dado ello lugar a enérgicas intervenciones no solo en Berlín, sino en Bucarest, Sofía Atenas, Budapest, etc., con desgaste evidente de nuestras representaciones diplomáticas(…) Gracias a esas gestiones numerosos israelíes de Francia han podido pasar nuestra frontera (…) Otros se han visto eficazmente protegidos (…) en Francia, Holanda y otros países, y gran número  de sefarditas han visto mejorar considerablemente el trato que sufrían en los campos de concentración y aun han podido salir de estos (…) Pero siendo esta la situación, no puede menos de causar profundo sentimiento al gobierno español el advertir  que por empresas periodísticas, de radio o de difusión de noticias controladas por elementos israelitas, especialmente en Estados Unidos, se hacen intensas y reiteradas campañas calumniosas contra España”. (Según lo he citado en Años de hierro).

    Como la calumnia es la gran industria del antifranquismo, algunos afirman que si Franco hizo algo por los judíos  fue en 1944, cuando ya se percibía claramente la derrota alemana y los Aliados presionaban severamente a su régimen para que los ayudase. Es otra descarada falsedad, pues desde la misma ocupación alemana de Francia en 1940, comenzaron a afluir a la frontera española  sefarditas y no sefarditas, a menudo indocumentados, y siempre fueron admitidos. En cambio en Suiza, y creo que también en Suecia, bastantes judíos que escapaban del nazismo fueron devueltos a sus perseguidores. Por lo demás, como también he recordado en Los mitos del franquismo  y en la entrada anterior de este blog citando a Ariel Sharon en su visita a Auschwitz, la preocupación de los Aliados por la persecución judía fue ciertamente escasa.  El que fue jefe de gobierno israelí, Menajem Beguin, en su libro La Rebelión, afirma: No puede decirse que los forjadores de la política británica en Oriente Medio no quisieran salvar a los judíos. Sería más correcto decir que ansiaban que los judíos no se salvasen. Escribí estas duras palabras fundándome en el estudio y en el análisis de los hechos. En los años cuarenta y cincuenta carecíamos de documentos para probar nuestra grave acusación. Sin embargo llegó el día en que la verdad, la verdad más horrible, fue confirmada con ayuda de documentos históricos”. Y cita casos  como los  40.000 judíos húngaros cuyo transporte a Turquía por la Cruz Roja, de paso  para Israel, frustró el gobierno inglés, como también frustró la aplicación de fondos, desde Suiza, para salvar a judíos franceses y rumanos, por la dificultad de colocar a un número considerable de judíos, si fueran rescatados.  Es sabido asimismo que Eichmann, encargado del transporte de judíos a los campos de concentración, ofreció entregar a los Aliados nada menos que un millón de judíos, que cruzarían a través de España,  a cambio de 10.000 camiones. La oferta fue rechazada, lo que, bien mirado, no deja de ser una conducta criminal.

   A la vista de estas y otras actitudes por el estilo, cabe  plantearse el inmenso valor del salvamento de  decenas de miles de judíos, de manera directa o indirecta, al permitirles el paso por los Pirineos y el embarque para Usa. Sin recordar cosas como estas no se valorará adecuadamente lo que supuso la política española de entonces, por parte de un gobierno que realmente no debía nada a los judíos, que en su mayoría se le mostraban y siguieron mostrando hostiles. Los motivos fueron exclusivamente humanitarios, lo mismo que la acogida de cierto número de nazis al terminar la guerra, o la cooperación con el Mosad para evacuar a decenas de miles de judíos de Marruecos.

   No puede decirse que la gratitud oficial de Israel fuera muy grande. Por el contrario, colaboró durante años con el criminal (y por fortuna fallido)  aislamiento internacional que pretendía crear hambruna masiva en España. Por otra parte, la diplomacia española cultivó especialmente, y con éxito, a los países árabes e hispanoamericanos para romper aquel aislamiento.

    La política de Franco, dentro de unas líneas generales bien claras de defender los intereses españoles, fue siempre muy realista y flexible. Se menciona a menudo su tesis de la “conspiración judeomasónica” contra España y la Iglesia, pero, creyera más o menos en ella y le atribuyera mayor o menor influencia en la política internacional, no dejó de ayudar a los judíos perseguidos ni de mantener relaciones que terminaron siendo bastante fructíferas con Usa, pese al carácter masónico que algunos achacaban a sus gobiernos. Los acuerdos con Usa no impidieron mantener una línea de independencia de España, bien clara  en su actitud hacia Cuba, y no por simpatía a Castro, a pesar del embargo useño; o su negativa a participar en la guerra de Vietnam y su aviso al presidente useño Johnson de que perderían aquella contienda. O el cierre de la verja de Gibraltar después de derrotar diplomáticamente a Inglaterra en la ONU.

   Una de las cosas que podemos aprender del franquismo es, aparte de su flexibilidad y realismo,  su carácter patriótico, hoy día ausente en los cuatro partidos, que compiten por liquidar la soberanía de España. Porque sin un patriotismo básico, los partidos se convierten en elementos de disgregación  y hasta de guerra civil. Esto lo saben muy bien los useños y los ingleses, pero aquí no se acaba de entender. Porque, entre otras cosas, no se ha entendido tampoco  la democracia.

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