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Nuevo manifiesto por la libertad, la democracia y la verdad histórica.
Me dicen que el manifiesto antes propuesto sobre la mentira histórica por ley encontraría poco apoyo en mucha gente que no se atreve todavía a decir lo que realmente es el PSOE. Y rechazo en otros al provenir de mí. Por mi parte no hay inconveniente en cambiar las palabras y abreviar lo del PSOE siempre que el contenido esencial sea el mismo. En cuanto al rechazo a mi persona, lo explicaré al final. Me proponen este texto.
“No se puede imponer por ley un único relato de la historia. No se debe borrar por ley la cultura e historia de un pueblo, por razones ideológicas. El “historicidio” viene perpetrándose en España, con total impunidad, desde 2007. Ninguna razón moral, ni derecho subyacente, puede primar sobre la analítica verdad de los hechos, en las circunstancias en que se produjeron. Ninguna ley variará los hechos de la historia. La verdad interpretada de unos hechos, cualquiera que sea, no puede ceder a ninguna interesada propaganda política. Resulta del más puro estilo totalitario legislar sobre la historia o contra la historia.
La nueva ley de memoria histórica propuesta por el PSOE, consecuencia y empeoramiento de la anterior, pretende ilegalizar cualquier asociación o fundación que sostenga puntos de vista contrarios a los de ese y otros partidos sobre la historia reciente de España. Y amenaza con penas de cárcel y elevadas multas a quienes sostengan opiniones o estudios favorables a la figura de Franco y a su régimen. Intenta asimismo expropiar, destruir o transformar el patrimonio histórico y artístico procedente de aquel régimen.
Esta proposición ataca directamente los fundamentos de la Constitución y los valores superiores que su ordenamiento jurídico consagra: la libertad (de opinión, expresión, investigación y cátedra); la justicia (sólo atribuible a jueces y tribunales); la igualdad (que impide la discriminación ideológica, de sexo, raza, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social); el pluralismo político (ejercido como actividad libre dentro del respeto a la constitución).
El proyecto de ley viola asimismo el artículo 19 del Pacto de Naciones Unidas sobre derechos cívicos y políticos, suscrito por España, que en su apartado 49 especifica: “Las leyes que penalizan la expresión de opiniones sobre hechos históricos son incompatibles con las obligaciones que el Pacto impone a los Estados partes en lo tocante al respeto de las libertades de opinión y expresión. El Pacto no autoriza las prohibiciones penales de la expresión de opiniones erróneas o interpretaciones incorrectas de acontecimientos pasados”.
Se trata por tanto de un proyecto radicalmente antidemocrático, por cuanto pretende decidir desde el poder la realidad de la historia. Esto solo ocurre en regímenes totalitarios tipo Cuba, Corea del Norte, Venezuela y similares, hacia los que no estamos dispuestos a transitar.
El proyecto vulnera asimismo la verdad documentada de la historia, como demuestra el mero hecho de que su versión quiera imponerse por la fuerza y la violencia del estado, al ser incapaz de sostenerse en un debate e investigación libres e independientes. Sus argucias invocando la dignidad de las víctimas o equiparando el franquismo al nazismo y similares son solo el envoltorio sentimental y falso de una ofensiva contra la libertad de los españoles, contra la democracia y la verdad histórica. E incita además al odio contra cuantos no compartan la opinión del PSOE sobre estas cuestiones.
Es obvio que un proyecto de ley semejante no puede provenir de un partido democrático. La historia del PSOE no es democrática. Muchos esperaban que después de la transición ese partido hubiera cambiado su trayectoria anterior, pero comprobamos que muchas tendencias antiguas siguen en él peligrosamente arraigadas. Además es bien sabido que ese partido no hizo prácticamente oposición al régimen franquista, en el que medraron muchos de sus líderes posteriores, lo que hace especialmente grotesca su pretensión de derrotar a aquel régimen cuarenta años después de su desaparición. Y que su virulento antifranquismo actual le exija atacar la libertad de los españoles y la democracia.
Esta propuesta debe ser rechazada radicalmente por toda la sociedad, pues España no puede permitirse una involución hacia regímenes del tipo implícito en ella.
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Dos palabras sobre el rechazo a mi persona. Se trata de un rechazo lógico en la izquierda y los separatismos, porque mis libros han demolido a conciencia la mayoría de las ideas que intentan imponer a la sociedad con gran acopio de dinero que no es suyo. Su método ha sido el ataque personal, el silenciamiento y en la medida de lo posible la muerte civil. Esto es lógico, como digo. Para esta gente la verdad de la historia simplemente no tiene importancia. Lo importante para ellos es poder etiquetar los trabajos que les desagradan como “franquista”, “fascista” “reaccionario”, “tradicionalista” o cualquier otro termino parecido, y seguir disfrutando de impunidad en sus negocios.
Menos lógico, en cambio, es que otros muchos intelectuales, políticos y periodistas que no comulgan con las tesis y actitudes mencionadas, compartan abierta o solapadamente ese intento de muerte civil contra mí. ¿Por qué lo hacen? Por un factor común a lo que convencionalmente llamamos derechas en España: por una profunda cobardía y vileza moral. Cobardía ante el matonismo intelectual (y ahora político) de izquierda y separatismos, en un intento de congraciarse con los matones. Y vileza porque la inmensa mayoría de ellos, antes de publicarse mis obras, apenas osaban hablar con alguna claridad y disculpándose, pero han aprovechado los caminos que yo he abierto para avanzar un poquito… tratando al mismo tiempo de hacerme a un lado, de ningunearme evitando citarme, como si yo no existiese o no hubiera escrito nada.
Procuro ser realista y ver las cosas como son. Pero afortunadamente aun me queda energía para enfrentarme a toda esa farsa y no dejaré de ponerlos en su sitio. Porque la historia también demuestra que todo cambia, y esta situación también cambiará.
Creado en presente y pasado
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De aquellos polvos (con perdón)…
También había poca afición a la música anglosajona: los Beatles tuvieron muy poco éxito en España, y los Rolling Stones eran prácticamente desconocidos, aunque catorce años después, cuando vinieron a cantar a Madrid, ¡resulta que todo el mundo había sido fan suyo! Pasaba como con las carreras ante los grises, de las que no se había privado nadie… ¡Una memoria bien entrenada hace milagros! A la gente le chocaban las imágenes de televisión con las mozas chillando histéricamente y desmayándose ante sus sonoros ídolos en Inglaterra y Usa. Se veía aquí el espectáculo como un exotismo algo grotesco, aunque me dicen que algo parecido había pasado en España en los años 40 con la visita del cantante mejicano Jorge Negrete. En fin.
Las cifras del recital demuestran que la masa aplastante del estudiantado se desentendía de cualquier cosa parecida a la lucha antifranquista. Tampoco sería franquista esa masa, o lo sería solo tibiamente, pero su interés por la política era muy escaso. La mayoría pensaba en su carrera y su profesión, en divertirse, en ligar o hacer deporte, y ante las asambleas, huelgas y suspensiones oficiales de clases componía un gesto de fastidiada resignación o se alegraba de hacer novillos sin culpa. Los politizados censurábamos con acritud la indiferencia de los estudiantes, su “aburguesamiento” o “alienación” y “consumismo”. Cabe suponer que las grandes mayorías, en todas las épocas, se asemejan mucho entre sí, y aunque sus comportamiento sugiera trivialidad e incluso ramplonería, son también, probablemente, la sustancia de la continuidad y estabilidad social. Si la muchedumbre innumerable de los antifranquistas de hoy lo hubieran sido en vida de Franco, ni el franquismo ni las libertades políticas posteriores habrían sido posibles.
Visto aquello, en el tiempo, al medio siglo, las diferencias son enormes. Hoy, por ejemplo, la presencia policial en las calles es mucho mayor que entonces, y hablo de Madrid, donde era notablemente mayor que en cualquier otra ciudad. Hoy estamos permanentemente vigilados, en las calles y en los establecimientos, a través de cámaras de “seguridad” y por lo visto también por satélite. Todavía no hemos llegado al nivel de Londres, donde esta vigilancia es obsesiva, pero vamos en esa dirección. Entonces uno podía entrar en cualquier establecimiento público, local de periódico o banco o museo sin pasar los controles hoy obligados, y la seguridad y policías privadas, que hoy son una importante industria, no existían. Había cosa de seis veces menos presos que ahora. Señalo estas cosas porque según la mitología corriente, el franquismo era un régimen policial, cuando es hoy cuando vivimos en un régimen realmente policial y de vigilancia continua. La vida era mucho más tranquila y desde el punto de vista personal más libre.
Las libertades políticas estaban restringidas, pero existían, cualquiera puede comprobarlo en una hemeroteca. Si no te metías directamente con Franco, podías expresar incluso simpatías por la Revolución cultural china o por la república. No había partidos ni sindicatos “libres”, pero la verdad es que pocos los echaban de menos, y había muchas asociaciones muy variadas. La oposición real y actuante era comunista (con cierto número de “tontos útiles”) o terrorista o las dos cosas, y esto es de lo más significativo, aunque no guste hablar de ello. Entonces la gente opinaba y discutía libremente, hoy ya no es el caso. En muchos ambientes la gente procura no expresar opiniones políticas con los amigos o los familiares para evitar tensiones. Aparte de que ciertas opiniones pueden condenarte a muerte civil. Gran parte de estas cosas que ahora vivimos (droga, omnipresencia de la pornografía, homosexismo, alcoholismo, violencia doméstica, diversas formas de acoso sexual y no sexual, prostitución, agobiante presión colonizadora del inglés, hispanofobia muy amplia…) vienen de aquella “revolución del 68”. No es que no existieran antes, claro está que han existido y probablemente existirán siempre: es que eran menos frecuentes, más bien marginales, mientras que ahora dominan el espacio público. Por eso vale la pena extenderse un poco más sobre el significado de aquel movimiento.
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Los manejos de Companys en París y Londres, traicionando a Azaña y a sus aliados del Frente Popular: https://www.youtube.com/watch?v=BXEMHPIlC7M
Creado en presente y pasado
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Manifiesto por la libertad, la democracia y la verdad histórica
Más abajo, el manifiesto. Se trata de saber qué hacer en concreto con él. Ante todo debemos entender que, en democracia, la política consiste en gran medida en crear opinión pública, y hay que impedir que sean los demagogos quienes la monopolicen, manipulen y moldeen. Es decir, lo primero que hay que hacer es difundir masivamente, ya, el manifiesto. Cada uno puede hacerlo a sus conocidos, da igual lo que piensen, importa que empiecen a oír algo nuevo aunque no les guste. Cada uno puede difundirlo en Facebook, en tuíter y en otras redes sociales, Esto es fundamental porque las redes son un arma decisiva frente a unos medios de manipulación de masas degradados y envilecidos. Cada difusor del manifiesto cuenta mucho, porque uno solo puede llegar así a miles, y si los miles de oyentes de este programa, o aunque solo fuera la décima parte de ellos, lo hacen, el mensaje llegaría a millones de personas, y eso es ya una forma útil y eficaz de contrarrestar la demagogia de los totalitarios. Dejémonos de lloriqueos y quejas tontas y actuemos cada uno con nuestras posibilidades: tenemos mucha más fuerza de la que imaginamos, pero hay que darle salida práctica y organizada.
Con una versión del manifiesto, algo reducida, recogeremos firmas de historiadores, periodistas y otros para presentarlo a la opinión pública, incluso a los medios de masas, por degenerados que estén, a fin de darle más fuerza. Estamos ante una campaña en defensa de la libertad, de la democracia y de la verdad histórica, y todos debemos sentirnos comprometidos. La amenaza es gravísima y sobre ella no caben frivoleos.
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Hay que reconocer que la portada es nefasta. No sé cómo la dejé colar.
La nueva ley de memoria histórica propuesta por el PSOE, consecuencia y empeoramiento de la anterior, establece la ilegalización de cualquier asociación o fundación que sostenga puntos de vista contrarios a los de ese partido con respecto a la historia reciente de España. Y amenaza con penas de cárcel y elevadas multas a quienes sostengan opiniones o estudios favorables a la figura de Franco y a su régimen. Pretende asimismo expropiar, destruir o transformar el patrimonio histórico y artístico procedente de aquel régimen.
Este proyecto ataca directamente la más elemental libertad de opinión, expresión, investigación y cátedra, y ataca por ello directamente la Constitución, que en varios artículos empezando por el título preliminar establece “la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Esa ley, de llevarse a la práctica, anularía por completo la Constitución o lo que queda de ella.
Es asimismo un proyecto radicalmente antidemocrático, por cuanto en ninguna democracia decide ningún partido desde el poder cuál ha sido la realidad de la historia. Esto solo ocurre en regímenes totalitarios tipo Cuba, Corea del Norte, Venezuela y similares, hacia los que quieren llevarnos los autores de ese texto inicuo.
Y es un proyecto contra la verdad histórica como demuestra el mero hecho de que su versión quieran imponerla por la fuerza y la violencia del estado, siendo incapaces de sostenerse en un debate e investigación libre e independiente. Sus argucias sobre la dignidad de las víctimas o igualando el franquismo al nazismo y similares son solo el envoltorio sentimental y falso de una ofensiva contra la democracia y la libertad de los españoles.
Nos hallamos, por tanto, ante un ataque en toda regla contra las más elementales normas de convivencia social en libertad, mediante una ley de tipo bolivariano o soviético. Y ello nos obliga a plantearnos el origen ideológico de quienes pretenden tales cosas.
Es muy preciso, por tanto, que la opinión pública conozca la ocultada historia de ese partido, hoy bastante bien estudiada, aunque todavía pocos la conozcan. Muy en breve, en los años 30 el PSOE quiso, buscó y organizó la guerra civil, textualmente, para imponer en España un régimen de tipo soviético. La preparación de la guerra incluyó abundante uso del terrorismo. Fracasado el intento en octubre de 1934, volvió a la violencia tras las elecciones de febrero de 1936, demostradamente fraudulentas, para destruir la legalidad republicana, con uso abundante de un terrorismo que culminó en el asesinato del líder de la oposición Calvo Sotelo; y ya durante la guerra fueron actos suyos el terror de las chekas, el envío de las reservas de oro a Moscú — haciendo de Stalin el jefe real del bando llamado republicano– y el robo sistemático de bienes nacionales y particulares, que suscitaría luego peleas sórdidas entre sus líderes en el exilio.
Si hay alguien responsable de la guerra civil, es el partido que ahora intenta arruinar del todo la democracia mediante la violencia del estado combinada con lo que definió Besteiro como un “Himalaya de falsedades”. Besteiro fue el socialista demócrata que denunció los proyectos del PSOE de empujar al país a un baño de sangre, y que por eso fue aislado y calumniado en su partido. Lo dicho aquí sobre el PSOE no es un panfleto del tipo de los de la memoria histórica, subvencionados con dinero que nos obligan a pagar a todos. Es un resumen de hechos abundantemente investigados y documentados.
Luego, durante el franquismo, el PSOE no hizo la menor oposición digna de reseña, al revés que los comunistas. Y es ahora, ochenta años después de la guerra y cuarenta de la transición a la democracia, cuando este partido intenta derrotar a aquel régimen a base de derrotar al mismo tiempo la libertad de los españoles e instalar en la sociedad los mismos odios que llevaron a la destrucción de la república.
El PSOE se ha venido presentando como partido democrático, cuando la verdad es que solo se ha resignado a una democracia llegada históricamente desde el franquismo, “de la ley a la ley”. La democracia no debe nada al PSOE, sino que, al revés, ese partido debe todo a una democracia a la que en cambio ha aportado grandes dosis de corrupción, “comprensión” hacia los separatismos y los crímenes de la ETA, y leyes siniestras como las de su fantástica memoria histórica. Por falta de fuerza ha tenido que aceptar un régimen de libertades, pero manteniendo su ideología contraria en espera de ocasión, que parece creer llegada ahora.
Estamos, por tanto, ante un proyecto de ley orientado directamente contra los derechos de los españoles, contra las libertades más elementales y contra la verdad mejor documentada sobre nuestro pasado. Un proyecto hecho, como no podía ser menos, por un partido de historial e ideología radicalmente antidemocráticos.
Y contra estas derivas nos toca movilizarnos muy en serio a cuantos amamos la libertad, la verdad y a España. Es preciso demostrar a los totalitarios que no somos un pueblo de borregos que se deje embaucar por su turbia charlatanería ni amedrentar por sus amenazas.
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Los manejos de Companys en París y Londres, traicionando a Azaña y a sus aliados del Frente Popular: https://www.youtube.com/watch?v=BXEMHPIlC7M
Creado en presente y pasado
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Anglomanía, Leningrado y tal y tal…
No hay duda de que los anglosajones son los maestros de la propaganda. Uno de sus logros consiste en presentar el inglés como “el nuevo latín”, consigna que repiten como loros todos sus paletos oficiosos en España. El inglés sería el idioma de la ciencia, de los negocios, de la música, de casi cualquier aspecto cultural relevante. Y también de los irrelevantes de la baja cultura, desde la moda o la publicidad hasta la pornografía.
La consigna no puede ser más demostrativa. El latín fue el idioma de la alta cultura en Europa siglos después de que se hundiera el Imperio Romano. Y lo fue porque los nuevos idiomas nacientes resultaban por comparación torpes y sin tradición cultural. Conforme los idiomas “vulgares” maduraron para convertirse a su vez en idiomas aptos para el pensamiento, la buena literatura, la ciencia, la política, el derecho, etc., el latín fue desplazado de modo natural. De lo que se trata ahora es, precisamente, de desplazar a esos idiomas maduros y algunos de ellos con una enorme carga cultural detrás y reducirlos –el español en particular— a lenguas familiares, de culebrones, de folklore barato y de politiquería local. No es una superación de la barbarie, como fue el latín en su época: es precisamente lo contrario, un bárbaro arrasamiento.
****Australia quiere eliminar las expresiones “antes” y “después de Cristo” Lo sustituirá por “antes y después del G” (del Gilipollas que ha tenido la idea). Posiblemente lo propongan como resultado de la afluencia de gran número de inmigrantes asiáticos. Y en su obsequio se quiere imponer la renuncia oficial a una de las raíces de nuestra cultura. La barbarie, nuevamente.
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Viaje al frente de Leningrado (VII) Señalaba Carlos Caballero el error habitual en muchos historiadores de la SGM al considerar el frente norte de Rusia como estacionario o de poca acción. La realidad es muy distinta: no fue menos activo y duro que los otros. “Todo el mundo conoce las empeñadas luchas por la colina de Mamái en Stalingrado, pero la pugna por los altos de Siñávino, cerca del Ladoga, fueron mucho más duras y prolongadas”. La diferencia estribó en que ni los alemanes ni los rusos consiguieron allí, durante varios años, avanzar más que unos pocos kilómetros, por mucho que lo intentaron, mientras que en los frentes del centro y del sur las victorias y las derrotas y las ganancias o pérdidas de terreno fueron espectaculares. Una razón es que, como pudimos comprobar, el terreno en la zona de Leningrado y el Vóljof está cubierto de bosques y pantanos, con comunicaciones malas y estrechas. Al frente del Vóljof, en parte del cual lucharon los españoles durante muchos meses, le llamaban los alemanes “El culo del mundo” (Der Arsch der Welt) por sus características. Así, eran imposibles las amplias maniobras y el empleo masivo de carros de combate, y la orientación de las ofensivas era fácilmente previsible para los defensores. Pero las batallas fueron allí muy cruentas y también decisivas. Las historias no suelen mencionar, por ejemplo, la batalla de Krasni Bor, en febrero de 1943, la más sangrienta de la División Azul. Pero si los soviéticos hubieran logrado romper la línea española, se habría producido una catástrofe para el frente alemán en la zona. Lo mismo ocurrió con otras ofensivas soviéticas en el Vóljof. Solo en 1944 conseguirían los rusos destruir el asedio a Leningrado.
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****Dice nuestro buen Vilches en un artículo sobre el Holocausto que El negacionista y el polemista son dos figuras de seudohistoriador ya pasadas de moda. Ha ocurrido en Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia, hace un par de décadas, y aquí en España también. El debate sobre su obra se ha tornado irrelevante, y suscitan una gran indiferencia, por mucho que reiteren sus provocaciones.
Encuentro algo pesimista al señor Vilches. No es que su afán polémico y negacionista (niega muchas evidencias sobre el franquismo, por ejemplo) suscite demasiada atención, la verdad es que solo repite tópicos trillados o falsedades fácilmente rebatibles; pero algún interés sí tiene, al menos como muestra del nivel de cierta historiografía con pretensiones académicas. Porque como Vilches hay muchos, no tiene por qué sentirse solo. Y, a estas alturas, nos larga como novedad la enésima repetición de lo que ya se sabe desde hace muchísimo tiempo sobre el Holocausto. No aporta ni un dato, ni un problema… absolutamente nada. Sin embargo él parece convencido de habernos descubierto cosas importantes. Feliz él.
****Con la habitual tontería anglómana decía hace años El País que Philby engañó a Franco. A quien engañó fue al gobierno inglés y a su servicio de espionaje. A Franco le hizo un buen servicio como agente de propaganda y mereció de sobra la condecoración que el propio Caudillo le entregó. Se ha hablado mucho de que Philby planeaba matarlo por orden de Stalin, un asunto aún oscuro. En su artículo al respecto en LD, Emilio Campmany escribe: ¿Qué interés podía tener Stalin en tal asesinato, cuando Franco no era más que el principal militar sublevado, pero en absoluto el alma del llamado Movimiento Nacional? Su muerte no habría supuesto bajo ninguna circunstancia la rendición de los sublevados, y no cabía esperar que su ausencia produjera una disminución notable de la eficacia combativa de aquéllos (…) Como escribió Oleg Gordievsky, exagente del KGB, Stalin, en España, estaba más interesado en asesinar trotskistas que en matar a Franco.
Aquí Campmany no está tan fino como otras veces. Desde luego, eliminar al principal militar sublevado sería de lo más interesante para Stalin, un golpe realmente fuerte. Pero además Franco era, muy justamente, el alma del “llamado Movimiento Nacional”. Este fue precisamente creación suya y la orientación general, política y militar, la dio él. Claro está que los nacionales no se hubieran rendido, pero sus posibilidades de desintegrarse y de perder la guerra habrían aumentado notablemente. Y no sé si Stalin estaba más interesado en matar trotskistas que a Franco. Lo que puede decirse es que le era cien veces más fácil hacerlo con los primeros que con el segundo.
****Blog. La anglomanía no perdona: La superioridad material (de los aliados) se debió a la aportación estadounidense. Evidentemente la industria americana tardó en llegar a su pleno rendimiento y además luego estaba el problema de trasladar esa superioridad material al campo de batalla. Para hacer eso había que vencer primero la Batalla del Atlántico, donde enigma no tenía influencia decisiva, y una vez acumulada esa superioridad material en Inglaterra, había que realizar la complejísima y dificilísima operación de desembarco en el Continente. Por otro lado el ejército alemán comenzó la guerra con una superioridad aplastante y sus victorias continuas terminaron en noviembre de 1942 en El Alamein, aparte de su fracaso ante Moscú en 1941.
”Aparte de su fracaso en Moscú”. El frente del norte de África fue secundario, por decisión de Hitler, aunque pudo haber sido resolutivo para Alemania de haber empeñado desde el principio más fuerzas. El frente decisivo fue el ruso, también para los anglosajones, pues fue el que más “dividendos” les reportaba, en expresión de Churchill. En cuanto a la ventaja material, los Aliados la tuvieron siempre: A) el ejército anglofrancés vencido en Francia era materialmente superior. Los alemanes vencieron a los ingleses reiteradamente en Grecia y Creta y en el norte de África en inferioridad material, a veces muy grande. B) A esa desventaja se unió la invasión de la URSS, llevada a cabo por los alemanes también en notable inferioridad material. C) La batalla decisiva de la guerra fue seguramente la derrota alemana ante Moscú, que señaló el límite de sus posibilidades. D) Las victorias soviéticas fueron logradas con menor superioridad de fuerzas que las de los anglouseños. E) Los soviéticos realizaron maniobras mucho más brillantes, y desde luego decisivas, que las de los anglouseños. F) Pese a su superioridad material aplastante, y a su (importantísimo) desciframiento de las comunicaciones alemanas (que en parte compartieron con la URSS) los anglouseños solo pudieron vencer porque se enfrentaban a una pequeña porción de la máquina de guerra alemana, que estaba absorbida por la URSS. G) En la batalla del Atlántico fue muy importante el desciframiento de las claves particulares de los submarinos, lo que permitió localizar a muchos de ellos y destruirlos.
La anglomanía es sorprendente. Y tradicional: más papistas que el papa y más anglómanos que los anglos: ante estos no acaban de cerrar la boca, de maravillados que están.
(En LD, 9-9-2011)
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