Instituto Francis Drake, de colonización de España

 ¿Es posible y conveniente la neutralidad de España en un mundo cada vez más inseguro y turbulento? / Las falsedades sobre Guernica, un ejemplo clásico de descarada distorsión y manipulación propagandística hasta nuestros días: https://www.youtube.com/watch?v=tYPByXslGB4&t=8s

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  Leo en LD que Juan Carlos I pensó en regalar Melilla a Marruecos e internacionalizar Ceuta.  Yo sabía algo de eso por Sabino Fernández Campo, que me explicó cómo había asistido a una reunión entre Juan Carlos y Hasán II, en la que este había abordado la cuestión de Ceuta y Melilla, y  el español había comentado que los marroquíes podían introducir en las dos ciudades a gente suya y que cuando fuera mayoritaria ya se vería. Sabino no mostraba un aprecio excesivo por el monarca, y me invitó a comer un par de veces. Desgraciadamente yo soy a veces bastante obtuso, me ocupaba casi en exclusiva por la guerra civil  y no tomé notas de los datos concretos que se me ofrecían. De todos modos, lo que digo es verdad, y viene corroborado por la información de LD (http://www.libertaddigital.com/espana/2017-05-04/el-rey-juan-carlos-admitio-la-posibilidad-de-ceder-melilla-a-marruecos-en-1979-1276598268/). Según Juan Carlos, en conversaciones con un senador useño, la entrega de Melilla disgustaría al ejército, pero el malestar “solo duraría dos meses”.

    La nota de LD reseñaba un libro escrito por Charles Powell con el título El rey de la democracia, en el que hacia una “valoración extraordinariamente favorable” de la contribución de Juan Carlos a la proyección exterior de España. Para entender el fondo del asunto conviene entender que Powell, como su nombre indica, es inglés de formación y supongo que de nacionalidad, pese a haber nacido en Madrid, y que su punto de vista es precisamente el de los intereses ingleses. Es decir, los intereses del Imperio de Gibraltar, para los cuales lo ideal es una España débil y sumisa a los designios de Londres y Washington. Y en efecto, eso es lo que ha ocurrido desde una democracia que ya empezó con serios defectos, involucionando desde entonces hasta convertirse en una democracia fallida hoy. Esto, sin embargo, no es malo para los intereses anglosajones. España tiene una posición geoestratégica muy importante, y cuanto más débil e internamente dividida, más manejable.

   Powell dirige el llamado Real Instituto Elcano, bilingüe con preferencia por el inglés, y anglosajón por sus concepciones, a pesar de su nombre. Un “think tank” o fábrica de ideas para dirigir a las élites políticas e intelectuales españolas, con apoyo institucional, es decir, subvenciones del estado español. El Instituto se dedica a orientar la política exterior (e interior, implícitamente) de España en función de los intereses y concepciones del mundo de Londres. Es una de las muchas injerencias de Inglaterra en los asuntos españoles, que ejercen una verdadera colonización cultural y política, apoyada por una clase política cuyos rasgos fundamentales son la frivolidad, la incultura, la ausencia de patriotismo y la corrupción, como es fácil observar. En tuíter he señalado que sería mucho más adecuado titular a esa fábrica Francis Drake Institute, tanto por su orientación como por su piratesca usurpación de un nombre ilustre en la historia de España.   Ciertamente tenemos una democracia fallida, que en lugar de robustecer al país lo está debilitando, destruyendo su soberanía e independencia, disgregando e impidiendo la convivencia en paz y libertad.

   El argumento que emplean Powell y tantos más es que con Franco España estaba “apestada”  y aislada en el ámbito internacional. Nada más lejos de la verdad. Países comunistas, anglosajones y otros, más o menos democráticos, intentaron apestarla, aislarla y hambrearla después de la II Guerra Mundial, pero fracasaron. Al final tuvieron que tragar.  España entró en la ONU incluso con el voto de la URSS y fue reconocida por todos los países excepto por los pocos que el franquismo no tuvo interés en reconocer, como la URSS o Israel, que tan mal había pagado el salvamento de judíos por el franquismo en la guerra mundial. Méjico fue casi el único que rehusó reconocer al franquismo, y con buenas razones: temía se le exigiesen cuentas del tesoro de Vita, fuente de tantas corrupciones en aquel país.  España desafió y venció los intentos de aislamiento y desprecio por parte de los países de Europa Occidental, sobre todo de los que más habían colaborado con la Alemania nazi, y que no dudaron en apoyar el comunismo y el terrorismo en España. Países que debían su democracia al ejército useño y su prosperidad al Plan Marshall, mientras que España, la España franquista, se lo ha debido todo a sí misma. Lo he señalado en Los mitos del franquismo y conviene recordarlo insistentemente, frente a la falsificación permanente de la historia.

   Así,  la “proyección internacional” de España, tan loada por los Francis Drake y casi toda nuestra casta política ha consistido en la entrega del Sáhara a Marruecos, en la conversión de Gibraltar en un emporio para Inglaterra, en la “entrega de grandes toneladas de soberanía” a diestra y siniestra, en la creciente relevancia internacional de los separatismos, en la actuación como peón de brega de intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno, en una auténtica colonización cultural y política por intereses anglouseños, entusiásticamente servida por unos políticos oficiosos y despreciables, uno de cuyos personajes relevantes ha sido Juan Carlos. Etc.  Gran motivo de orgullo.

   He dicho a menudo que, dadas las experiencias nefastas de las dos repúblicas, la monarquía solo podía caer, como en 1931, por la acción de los propios monárquicos. Juan Carlos, personaje frívolo, inculto y con escasos valores morales, que todo lo debe a Franco, como en alguna ocasión confesó, ha firmado su propia ilegitimidad en la ley “de memoria histórica”. Y a continuación obsequió al autor de esa infame y totalitaria ley con los mayores piropos que haya dedicado a cualquier gobernante desde la transición. Todo esto, evidentemente, es bueno para Inglaterra y Usa, pero creo que es para España el camino a la sepultura. Si no reaccionamos a tiempo.

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Sin Plan Marshall, España se reconstruyó brillantemente. Sin deber nada a Usa como el resto de Europa occidentalpic.twitter.com/rUPtw9Fdlf

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España, país enfermo de falsedad histórica.

¿Es posible y conveniente la neutralidad de España en un mundo cada vez más inseguro y turbulento? / Las falsedades sobre Guernica, un ejemplo clásico de descarada distorsión y manipulación propagandística hasta nuestros días: https://www.youtube.com/watch?v=tYPByXslGB4&t=8s

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Lo de la democracia fallida son palabras mayores. Suena muy fuerte

R. ¿Es fuerte? La realidad es fuerte. Preste atención a los hechos y deje de lado las retóricas. En España se persigue la libertad de expresión y de conciencia, y mucha gente se autocensura cuando tiene que hablar del homosexismo, del aborto, de la ideología de género, y otros temas tabú  en los grandes medios de masas. Constantemente asistimos a un verdadero festival de manipulación y ocultación de informaciones en los grandes medios, que así deforman la opinión pública. Son silenciados deliberadamente temas  cruciales como el que venimos tratando sobre la política exterior española, las acciones de la OTAN o Gibraltar, o sobre las derivas políticas de la Unión Europea, que se presenta cada vez más como antieuropea, según vengo exponiendo casi desde un gueto. España es el único país del mundo en que los gobiernos centrales  apoyan los separatismos y los financian con dinero público, es decir, con dinero de todos. Una organización terrorista, la ETA, ha sido rescatada de la ruina por un gobierno, reconociendo así sus asesinatos, de forma implícita pero indudable, como un modo de hacer política;  un modo premiado con legalidad, dinero público, proyección internacional, influencia institucional, liberación de presos etc. En España la justicia se halla mediatizada por los grandes partidos y desprestigiada en la opinión popular, un hecho gravísimo. Se cultiva una grosera falsificación de la historia que intenta imponerse por ley, al modo de los países más totalitarios, y que ensalza como víctimas a asesinos sádicos del Frente Popular. En España el idioma y la cultura españolas sufren un constante acoso y desplazamiento en diversas regiones, declarado allí idioma no propio, opresor, en favor de lenguas regionales minoritarias en esas mismas regiones. Y sufre acoso y desplazamiento en el conjunto del país a favor del inglés, considerado como “lengua superior” ya desde la enseñanza en muchos lugares. También en el ejército se está creando una situación de bilingüismo español-inglés, con el inglés como lengua superior. Tenemos un ejército dedicado a operaciones en el exterior por intereses ajenos, bajo mando ajeno y en idioma ajeno, un ejército cipayo en definitiva, con Gibraltar como clave de la verdadera situación. España no es el único país europeo, pero sí el más entusiasta, en la entrega fraudulenta de soberanía a la burocracia de Bruselas y al mando de la OTAN. Hoy la soberanía ya no reside en el pueblo, como reza la Constitución sino en esos instrumentos ajenos de mando y en una oligarquía propia española que la entrega o vende por “grandes toneladas”, como decía un ministro. Como si la soberanía fuera una propiedad de esos partidos y políticos en lugar de estar ellos a su servicio… Y así podríamos seguir desgranando fenómenos que se han venido asentando como hechos consumados y que no corresponden a ninguna democracia concebible. No por casualidad la corrupción resulta una de las señas de identidad  más definitorias de toda una clase política. Una clase política y mediática por lo demás frívola, antipatriota, inculta, irresponsable, ajena a los intereses del país y  a todo sentido del deber hacia él.

Pero existe pluralidad de prensa y de partidos, y el voto es libre.

R.  Lo que he señalado son hechos reales, no acusaciones arbitrarias. Pero es que, hablando de los partidos, se da el caso de que los cuatro partidos con mayor presencia mediática, así como los separatistas, operan  ideológica y políticamente como si fueran uno solo: todos ellos son hispanófobos o indiferentes a España; entienden el europeísmo como una huida o disolución de la nación; profesan la ideología de género, el abortismo, el homosexismo, el multiculturalismo; impulsan una peligrosa  inmigración islámica; muestran un anticristianismo más o menos intenso; ninguno critica o debate la integración en una OTAN que siembra el caos en países cuya estabilidad nos interesa al máximo; todos aceptan con naturalidad una colonia en nuestro territorio, o la entrega de soberanía a Bruselas… Los cuatro más los separatistas, repito, operan, operan como un partido único, con diferencias de matiz, y marchan en la misma dirección. Hemos visto cómo Podemos y PP comparten lo esencial y se apoyan mutuamente. Con los grandes medios de masas ocurre lo mismo. Lo hemos visto, y no solo  en España. Lo hemos visto en Usa, lo estamos viendo de Francia. ¿Dónde está el pluralismo? Esto hace del voto una verdadera farsa. Por todo esto puede explicarse el país como una democracia fallida. Sí, esa es la realidad, guste o no.

 Entonces, ¿por qué esos partidos reciben el voto de millones de ciudadanos? ¿Son todos idiotas?

R. Sí, se nos dice que todo esto es democracia, porque esos partidos, esa clase política,  no surge fuera de la sociedad, sino de ella, recibe de ella votos para gobernar, y por tanto representa a esa sociedad. Parece como si en España democracia equivaliese a corrupción, a tendencias totalitarias, a liquidación progresiva de la propia nación española. Recuérdese que una dinámica parecida se desarrolló en la república, y que los partidos que integraron el Frente Popular, unos totalitarios, otros separatistas, otros golpistas, algunos racistas y casi todos corruptos, pretendían defender la democracia: ellos representaban la libertad y al pueblo; es más, ellos eran el pueblo. Y no es casual  que esta versión de la historia, fraudulenta de arriba abajo, sea la raíz nutricia de lo que ahora llaman democracia, pues en esa versión de la historia se basa  el grueso del discurso político compartido hoy por izquierdas y derechas, por todos esos partidos. En realidad la democracia, en boca de políticos y periodistas, con pocas excepciones, es solo una palabra mágica que cada cual interpreta a su conveniencia. Ninguno de ellos tiene un pensamiento democrático algo consistente, como no tiene tampoco una noción del pasado y la continuidad histórica de España, o la tiene falsa. Pero son ellos los que orientan y mandan sobre la sociedad. Y por eso la política se convierte cada día más en un esperpento que pudre a toda la sociedad. Un fenómeno degenerativo que ocurre también en la Unión Europea. No es que los ciudadanos sean idiotas, sino que están sometidos a un bombardeo propagandístico brutal, y uno de sus aspectos es precisamente la falsificación histórica. España es un país enfermo de falsedad histórica, por eso hoy por hoy el futuro parece la alternativa entre disgregación en pequeños estados ridículos e impotentes, y la disolución en Bruselas y la OTAN. No debemos aceptar ese dilema.

Parece usted muy pesimista. ¿Cuál  sería a su juicio la solución?

En el libro La guerra civil y los problemas de la democracia, publicado hace un año en Ediciones Encuentro, abordé estas cuestiones: cuáles son las condiciones de una democracia sana y su relación con la guerra civil y el franquismo, cómo ha evolucionado el sistema desde la transición, etc. Y cómo no es cierto que los políticos reflejen a la sociedad. Por el contrario, ellos moldean a la sociedad en mayor medida que son moldeados por ella. El funcionamiento democrático es en gran medida una lucha por la opinión pública. Los políticos y partidos tratan de formarla y adaptarla a sus intereses utilizando los medios de masas u otros medios. Esto es legítimo en principio, pero deja de serlo cuando se socavan los fundamentos mismos de la soberanía y la convivencia en libertad como ocurre hoy masivamente. Cuando la socavan unos partidos que en lo esencial son un partido único, en nombre de la democracia pero contra ella.

   Lo que debemos plantearnos, en realidad, es lo que usted dice, cómo salir de ahí, porque o esa clase casta o chusma política pierde su poder, o la democracia y la propia España van al desastre. En Usa, Trump ha logrado vencer a todo ese “gobierno profundo” político-mediático. En España estamos todavía lejos, aunque se observa un fastidio creciente en mucha gente, pero no aparece ningún partido con el liderazgo y el discurso adecuados para encauzar la situación. De momento no aparece. Confío en que aparecerá. Una de las tareas indispensables es la desmitificación del pasado para clarificar el presente. Antes le comenté los increíblemente exitoso que había sido el franquismo  comparado con cualquier otro régimen de los últimos dos, incluso tres siglos. Es obvio que el franquismo no puede volver. Ahora bien, ¿qué podemos aprender de él? No basta con restablecer la verdad sobre aquella época histórica. Parte de la tarea necesaria es analizarla y aprender de ella en la medida de lo posible. Siempre insisto en esto, frente a la beatería europeísta, y quiero repetirlo: Europa occidental debe su democracia al ejército useño y su prosperidad inicial al Plan Marshall, mientras que España se los debe a sí misma. Y un antifranquismo “estúpido y canalla”, por citar a Marañón, está echando a perder todos sus logros.  Así que ya sabemos algo de lo que tenemos que hacer.

 

La mayoría, empezando por muchos profesores universitarios, tiene ideas falsas sobre historia de España: pic.twitter.com/OxBMnbqIOO

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Utrera Molina y Carrillo

 

Ha muerto hace poco José Utrera Molina. En sus necrológicas se ha destacado su lealtad a sus ideas, a su causa, a lo largo de toda su vida. No creo que ello sea un gran elogio: tenemos el caso de otro personaje, Santiago Carrillo,  fiel a sus ideas durante toda su vida. Importa, por tanto, distinguir entre una causa y otra, entre unas ideas y otras, y lo que se ha hecho en función de ellas.

  Carrillo organizó el terrorismo del PSOE en los años 1933 y 1934, y, pese a su juventud participó en la dirección de la insurrección revolucionaria-separatista de octubre de 1934 contra la república. Tras las fraudulentas elecciones del Frente Popular participó en la “bolchevización” del PSOE,  y durante la guerra civil su mayor hazaña fue la matanza de Paracuellos, el mayor asesinato masivo de presos en la guerra; muy al estilo bolchevique, por cierto. Se pasó del PSOE al PCE, lo que no fue ninguna traición, sino una evolución lógica en la misma línea, y se convirtió directamente en un agente político de Stalin.  Perdida la guerra  dirigió luego el maquis, que no fue otra cosa que un intento comunista de resucitar la guerra civil, el cual también fracasó. Posteriormente dedicó sus esfuerzos a infiltrar la universidad y los sindicatos franquistas, y diseñó la desvergonzada táctica de la “reconciliación nacional”, que como explico en Los mitos del franquismo, pretendía reconciliar a la sociedad con los comunistas para aplastar a quienes les habían vencido: los comunistas siempre han sido muy hábiles en pervertir el lenguaje. Fracasando una y otra vez, pero siempre fiel a su ideario, Carrillo y otros comunistas europeos inventaron el “eurocomunismo”, que se decía democrático como si fuera una novedad: los partidos comunistas, Stalin mismo, se habían proclamado siempre los demócratas más auténticos, más reales, ya que su misión principal consistía en librar al mundo, mediante tiros en la nuca, de los anticomunistas, por tanto antidemócratas. Su último fracaso fue la transición, cuando, por temor a quedar fuera de la ley y a que los señoritos del PSOE se llevaran el fruto de sus largos esfuerzos, sacrificios  y luchas, aceptó –transitoriamente, claro—la bandera, la economía de mercado, la unidad nacional y la monarquía, es decir, casi todo lo que el franquismo había traído a España. Ello le convirtió en “demócrata” a los ojos de tantos otros políticos cantamañanas no  comunistas, pero tan demócratas de ocasión como él.

    La trayectoria de Utrera difiere por completo. Adherido al bando que venció a cuanto representaba Carrillo, fue gobernador civil de Ciudad Real, Burgos y Sevilla. En todos sus cargos se distinguió, entre otras cosas, por su atención a los trabajadores y a las familias con pocos medios. Baste como botón de muestra lo que escribía Antonio Burgos con motivo de las fechorías de los alumnos de Carrillo, es decir, de las chekas, contra su memoria, retirándole calles y títulos: Sevilla se caía. Se caía literalmente. Y el gobernador se dedicó a apuntalarla. Pero con nuevas viviendas, miles y miles de viviendas. No viviendas “dignas”, que ya sabemos lo que eso significa, sino hermosas viviendas, barrios enteros de espléndidas viviendas. Estaba convencido de que la mejor manera de dignificar a las personas era dándoles un hogar. Y convenció a sus mejores colaboradores con esta teoría: “La mejor universidad es una vivienda”. Se entregó a ello con tal entusiasmo que ahí está la Sevilla actual, que ya se ha olvidado de aquella Sevilla cochambrosa de los años 60. Por eso Sevilla le hizo hijo adoptivo y le entregó la medalla de oro.La poca memoria y la poca vergüenza que tiene Sevilla, que nadie, absolutamente nadie, de los miles de beneficiarios de los pisos que dio Utrera Molina ha tenido la gallardía de salir en su defensa. Y mal ha hecho Rafael González, recordando que es Hijo Adoptivo y Medalla de Oro de Sevilla. Anda que van a tardar mucho en quitarle esos títulos los mismos que tuvieron piso gracias a Utrera Molina».

   Resulta que en España, hoy, las familias disponen de más patrimonio que en casi todo el resto de Europa, y eso es algo debido a la política de aquel régimen, que permitió a millones de proletarios convertirse en propietarios de sus casas. Hace poco he estado en Moscú: allí, paraíso del proletariado por el que luchó Carrillo, las viviendas solían ser colectivas, con varias familias en una sola, hasta que Jruschof decidió construir gran número de viviendas unifamiliares. Viviendas pequeñas y cutres, llamadas jruschovkas, pero que al menos permitían no tener que hacer cola ante el aseo. Hoy no saben qué hacer con esas viviendas desfasadas, que debían haber sido demolidas hace tiempo pero solo pueden serlo poco a poco, pues no se puede realojar de golpe a cientos de miles o millones de personas.

   En otras palabras, al margen de las cualidades personales, debe tenerse en cuenta la calidad de la causa a la que han sido fieles unos y otros. Utrera Molina era falangista y Carrillo comunista. Los frutos de una y otra ideología no admiten parangón, aunque los de la Falange se limiten a España y los del comunismo tengan alcance mundial. La Falange, una de las familias del franquismo, tuvo gran incidencia en la reconstrucción del país después de la guerra, reconstrucción brillante dadas las dificilísimas condiciones: sin Plan Marshall y, por el contrario, con un criminal aislamiento exterior, decretado a medias por los países comunistas y los más o menos democráticos. Europa Occidental debe su democracia al ejército de Usa y su prosperidad inicial al Plan Marshall. España se las debe a sí misma, y este enorme mérito histórico, que nos libra de deudas morales y políticas aplastantes como las de otros países, recae sobre  tantos personajes como Utrera Molina. Por contraste, los frutos más destacados del comunismo han sido  las mayores hambrunas y matanzas del siglo XX, acompañadas de tiranías totalitarias sin precedentes.

   Paradójicamente, nos desconcierta la comparación entre el poder intelectual del marxismo y el del falangismo, tan superior el primero. La ideología falangista es ecléctica, a menudo retórica y en cierto modo de circunstancias,  una ideología de urgencia, de resistencia y lucha en unos tiempos de crisis de civilización, crisis  causada precisamente por el avance del marxismo. Este, en cambio, retiene tal poder de seducción intelectual, aparentemente explicativo de la sociedad y de la historia,  que pese a su derrumbe  ejemplar en la URSS y Europa oriental, continúa pesando, con diversas variantes o disfraces, en las universidades y movimientos populares de medio mundo. Así, no pocos fueron los falangistas que, pese a los logros prácticos del régimen, se dejaron arrastrar por la aparente fuerza intelectual del marxismo. Y, personalmente, me costó años de reflexión e investigación dejar aquellas doctrinas.

    Algo más, para terminar: al cumplir 90 años, Carrillo fue festejado por una cohorte de sinvergüenzas, que le obsequiaron con la retirada –con nocturnidad y alevosía, como es propia de esa chusma—de la estatua de Franco de Nuevos Ministerios. Aquellos demócratas de pandereta, todos los que participaron en la orgía de fango, honraban a Carrillo por su “contribución a la democracia” y a la “reconciliación”. Carrillo, menos mal, tuvo la decencia y la dignidad –pues lo fueron–  de recordar a sus aduladores mierdecillas que sentía “un orgullo inmenso por su trayectoria de comunista”.

    En cambio, Utrera Molina tuvo que ver cómo le han retirado placas y reconocimientos los mismos entusiastas de la democracia al estilo Carrillo.  Irónicamente, con ello le han rendido honores hasta el final, pues qué mayor honor que ser denostado por la cohorte de corruptos y delincuentes que pueblan esta democracia tan evidentemente fallida.

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Franco no cometió crímenes de guerra. Churchill y Roosevelt (no digamos Stalin y Hitler) sí, y terribles :pic.twitter.com/rUPtw9Fdlf

 

 

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¿Cómo salir de una democracia fallida?

En Una hora con la Historia (11) hemos tratado las diferencias de intereses entre España y la OTAN, y en la sesión 12 hemos abordado la posibilidad real de una vuelta a la neutralidad por parte de España, así como el bombardeo de Guernica y el bombardeo de falsedades al respecto. La sesión 11: https://www.youtube.com/watch?v=OHZgfnXiALk&t=63s

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Ud responde a las descalificaciones que le hacen diversos historiadores con descalificaciones generales a la Universidad y la Academia

R. Hombre, tendría derecho a hacerlo ya que en esos medios unos me descalifican y otros, aunque no estén de acuerdo, se callan y ayudan con su silencio al ninguneo, sea por miedo o por corporativismo. Aunque hay otros que sí me han citado elogiosamente, como Seco Serrano, Cuenca Toribio y bastantes más, pero en conjunto una minoría. La gran mayoría sigue prefiriendo la agresión y el silencio. Y esto, claro está, significa que ven en mis trabajos un peligro para ellos. Y ciertamente son un peligro. Si yo estoy en lo cierto, ellos están equivocados, y viceversa. Pero no solo están equivocados sino que, a estas alturas mienten deliberadamente. Si fueran honestos, intelectualmente honestos, plantearían una debate intelectual abierto, pero eso es lo que tratan de evitar. El debate les da miedo cerval, y disfrazan ese miedo con actitudes arrogantes y poses despreciativas bastante ridículas. Lo cual revela que mis descalificaciones dan en el blanco.

 Pero el hecho de que sean muchos  más los que le atacan o le ningunean  que los que le defienden debe significar algo.

R. Claro que significa algo, y vamos a verlo aparte de las cuestiones digamos personales, porque hay ahí un mar de fondo y muy de fondo. Observe usted algo que debiera ser evidente pero pocos quieren verlo: el tronco de la política española desde la transición se basa en la denigración del franquismo, en la exaltación de la república y en la confusión de la república con el Frente Popular. En estas tres cosas. De ahí han derivado tanto el ímpetu renovado de los separatismos como la recuperación de los viejos odios, el apoyo vergonzante o poco vergonzante a la ETA, la propia corrupción rampante del sistema, la liquidación progresiva de la soberanía nacional y tantos otros fenómenos que amenazan la propia supervivencia de España. Pues bien, esos tres fenómenos: denigración del franquismo, exaltación de la república y confusión interesada entre esta y el Frente Popular tienen su base en una historiografía intelectualmente muy pobre, políticamente torticera y moralmente ruin, talibanesca, solo hay que ver las actitudes hacia el Valle de los Caídos. Este discurso historiográfico ha sido asumido también por el PP.

   Sin embargo, seguir enfangados en una polémica eterna sobre el pasado puede paralizarnos ante los problemas de hoy.

R. Acabo de decirle que una historiografía falsaria, fraudulenta, es la base de las políticas que hoy se aplican y que son igualmente falsarias y fraudulentas. Llevo años insistiendo en que todo el discurso político hoy dominante se apoya en supuestos como que las elecciones del Frente Popular fueron democráticas y correctas. Mientras estas cuestiones no queden claras para la mayoría, nuestra democracia será una democracia enferma, una democracia fallida. La izquierda y los separatistas son muy conscientes de esa relación entre el pasado y el presente. Pero en la derecha, la mayoría piensa como usted ha dicho, piensa que la historia es mera ilustración sin consecuencias actuales y hablan de “mirar al futuro”. Solo que mirar al futuro ignorando el pasado y, lo que es peor, negándolo, solo conduce a repetir los peores errores. La izquierda falsifica el pasado, la derecha trata de despojar a los españoles de su historia, negando su importancia. Esta es también una forma de corrupción, de corrupción intelectual, mucho peor que la económica, mucho más dañina.

 Hay algo que falla en su razonamiento: si tan falso es ese discurso histórico- político y, como dice usted, la democracia viene en realidad del franquismo, ¿cómo es que los franquistas han sido incapaces de contrarrestar el discurso de la izquierda y elaborar uno propio?

  R. Por una triple razón: porque el discurso izquierdo-separatista venía arropado con el disfraz de demócrata. El fondo de esa historia ha sido elaborado por la propaganda comunista, pues los comunistas fueron los únicos que hicieron oposición al franquismo, junto con la ETA en los años finales. Llamar demócratas a comunistas y etarras es un sarcasmo sangriento, una usurpación desvergonzada, pero la usurpación se impuso y fue aceptada por gran parte de la derecha, que trató de hacerse la demócrata a base de atacar al franquismo, esto lo he estudiado en el libro Los mitos del franquismo y en La Transición de cristal. Sin olvidar la Iglesia posconciliar, que optó, gran parte de ella, por el diálogo con los marxistas y el ataque al franquismo.

   Una segunda razón del éxito de ese discurso es la flojera intelectual de los que se proclamaban franquistas, que quedaron muy aislados. En esa competición por hacerse los demócratas avanzados, numerosos falangistas y carlistas se proclamaron antifranquistas, no digamos los monárquicos tipo Ansón y demás. El franquismo nunca se proclamó falangista o carlista o monárquico, aunque trajese la monarquía. Se proclamó católico, y la Iglesia lo abandonó estruendosamente después del concilio Vaticano II. Los franquistas se encontraron desamparados y, lo que es peor, cedieron la bandera de la democracia a los otros, reivindicando, abierta o implícitamente, una dictadura que, privada de su sostén ideológico catolico, ya no podía continuar. Eso no tenía el menor porvenir, se quedaba en retórica y de hecho ayudaba a sus enemigos, como hemos visto. Podían señalar los defectos y falsedades de los que se decían demócratas, en su mayoría sin serlo, pero no  podían oponerles un discurso eficaz.

   Y la tercera razón, ya la he indicado ha sido la asunción del discurso, o del grueso del discurso de izquierda y separatistas por parte del PP. El PP actual, por ejemplo, están culminando la tarea del PSOE de Zapatero, que en definitiva significa la desintegración de España por la acción concentrada de los separatismos y de un europeísmo concebido como la liquidación de la soberanía española.

 Pero usted se identifica con el franquismo, que según usted mismo no tiene futuro.

R. Ahí hay un equívoco. Yo no defiendo al franquismo, sino la verdad sobre el franquismo. Y esto tiene dos aspectos principales. En primer lugar, investigar qué fue aquel régimen al margen de las caricaturas grotescas que han pintado de él sus enemigos. Que, por cierto, eran, o éramos, muy pocos en vida de Franco. Ahora que ya no existe aquel régimen los heroicos antifranquistas se han multiplicado y  se han convertido en una plaga de langosta, que lógicamente no puede ya destruir al franquismo pero sí a la democracia. Que está corrompiendo y destruyendo la democracia.

   El segundo aspecto es que se trata de extraer las lecciones correspondientes de aquella época histórica. Mire usted, el franquismo fue el régimen de mayor éxito que haya tenido España en al menos dos siglos. Al menos. Venció a un Frente Popular totalitario y genocida; consiguió mantenerse al margen de la guerra mundial, que fue una hazaña no menor, como he estudiado en Años de Hierro; derrotó al maquis, una peligrosa guerrilla comunista que en Grecia solo pudo ser vencida con intervención de Inglaterra y Usa; desafió y venció al aislamiento que le impuso la ONU, una medida criminal, se la mire como se la mire; sin Plan Marshall, basándose en las propias fuerzas de España, reconstruyó brillantemente al país en medio del hostigamiento internacional, del maquis y de otras dificultades; logró para España uno de los ritmos de crecimiento más elevados del mundo, sin apenas paro ni deuda pública; cambió la fisonomía del campo español con una red de pantanos y una muy exitosa repoblación forestal; creó una gran clase media; mantuvo una independencia dentro del contexto internacional muy superior a la actual, hoy casi inexistente; aunque las libertades políticas estaban restringidas –no totalmente anuladas–, sobre todo para comunistas, separatistas y demás, el régimen permitía una gran libertad personal, como reconocía el filósofo Julían Marías, precisamente antifranquista; consiguió unos niveles de salud social superiores a los del resto de Europa: mínima delincuencia y población penal, muy baja tasa de suicidios, de fracaso familiar y violencia doméstica, apenas incidencia de las drogas, que ya hacían estragos en el resto de Europa Occidental… Podría seguir así largo rato, y en Los mitos del franquismo he detallado estos y otros hechos. Si nos comparamos con Europa Occidental, esta debe su democracia a la intervención del ejército useño, y su prosperidad al Plan Marshall. España se la debe a sí misma, gracias al franquismo. No tiene esa enorme deuda moral, política y material con Usa. Eso importa mucho y debiera ser una base de nuestra política, pero ocurre como si todo lo debiéramos a Usa yla UE. 

   Pues bien, la importancia de estos hechos con respecto a la democracia es la siguiente: una democracia no puede sobrevivir en un clima como el de la república, de empobrecimiento creciente y de odios políticos y sociales exacerbados. El franquismo fue una necesidad histórica, que dejó un país próspero y muy mayoritariamente reconciliado, apto para una democracia estable. Ahora, pregúntese usted lo que han hecho los siguientes políticos antifranquistas con la democracia. Está bastante claro, ¿no?

Pues bien, En Los mitos del franquismo he tratado de restablecer la verdad histórica. Ahora toca la segunda parte: ¿qué lecciones podemos extraer de aquel régimen? En suma ¿por qué tuvo tanto éxito el franquismo contra enemigos tan peligrosos, interiores y exteriores, aparte de las inercias y costumbres políticas y populares nefastas heredadas del pasado? ¿Cómo podríamos aprovechar aquella experiencia para regenerar una democracia fallida como la actual, que amenaza la subsistencia de la nación y de la propia cohesión social? ¿Una seudodemocracia cada vez más opresiva y totalitaria contra las libertades de expresión y de conciencia entre otras? Una tendencia, por cierto que se da en toda la Unión Europea. Pues bien, esa es la tarea, o la segunda parte de la tarea, y no se puede abordar a base de retórica o de sentimentalismos nostálgicos sin más, sino con el mismo espíritu  con que vamos restableciendo la verdad histórica.

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¿Es posible la neutralidad hoy? / Maricas, años 40

En la próxima sesión de Una hora con la Historia  hablaremos del bombardeo de Guernica, en torno al cual sufrimos actualmente otro bombardeo a base de mentiras.

Sesión anterior: https://www.youtube.com/watch?v=OHZgfnXiALk&t=9s

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Los datos y argumentos que hemos expuesto en torno a la neutralidad pueden sintetizarse así: 1.- Nuestros supuestos aliados en la OTAN tienen muy poco de aliados para España. 2.- La supuesta defensa de la democracia por la OTAN está resultando muy contraproducente precisamente para la democracia. Máxime cuando la evolución de la UE sigue una tendencia más bien totalitaria. 3.- La serie de guerras brutales y caóticas derivadas de las intervenciones de la OTAN, y su política de cerco y acoso a Rusia no tienen nada que ver con intereses españoles, sino al contrario. 4.- Dentro de esas intervenciones, España está desempeñando el papel de sumiso subalterno y no parece posible que tal situación varíe. Y 5.- España tiene un solo enemigo potencial, Marruecos, que por una parte es también aliado de Usa y de Francia y por otra resulta demasiado débil frente a España: para hacerle frente no nos es precisa la OTAN.

    Todas las conveniencias pesan, por tanto, a favor de la neutralidad de España, con salida de la OTAN y una política tenaz y enérgica de recuperación de Gibraltar, punto estratégico clave en nuestra defensa. Ahora bien, una cosa es lo conveniente y otra las posibilidades de realizar lo conveniente. Contra la salida de la OTAN se suelen ofrecer tres argumentos fundamentales: a) fuera de la OTAN España quedaría aislada. b) La OTAN es indispensable para la modernización de nuestras fuerzas armadas. c) La posición geoestratégica de España es tan importante que la OTAN no aceptaría la neutralidad de España, y nos impondría de un modo u otro la permanencia.

   Veamos la consistencia de tales argumentos.

   En primer lugar es obvio que una política de neutralidad no supone en ningún caso aislamiento. Ni Suiza ni Suecia ni Irlanda, por ejemplo, están aisladas. La neutralidad, más bien, permitiría aumentar las relaciones con las diversas potencias y maniobrar a favor de la paz en el mundo, particularmente en nuestra área de mayor influencia, es decir, norte de África y Mediterráneo. Suiza ha desempeñado tradicionalmente un gran papel en ese sentido. El argumento del aislamiento es simplemente absurdo, refleja una  mentalidad un tanto lacayuna, hoy muy extendida, por desgracia.

   El segundo argumento, referente a la modernización de nuestras fuerzas armadas, también cae por su peso. La doctrina militar de la OTAN sigue dos direcciones: intervenciones militares rápidas, aplastantes y decisivas en cualquier punto del globo, y mantenimiento de una superioridad militar, tanto tecnológica como cuantitativa,  sobre cualquier otra gran potencia que pueda surgir en tiempos previsibles. En cuanto al primer punto, tenemos ejemplos de intervenciones aplastantes y rápidas, pero de ninguna manera decisivas, como hemos visto en Irak, Afganistán o Libia; y con efectos muy dañinos para Europa. En cuanto a la carrera de armamentos entre la OTAN y Rusia, China o cualquier otra, tampoco interesa a nuestro país. España debe desarrollar una doctrina militar propia, referida a su área principal de intereses estratégicos. La doctrina de la OTAN en estos ámbitos nos es innecesaria, incluso perjudicial, según vamos viendo. A España le conviene una doctrina defensiva y promotora de la paz, sin injerencias mesiánicas en los asuntos de otros países. No es preciso estar en la OTAN para disponer de un ejército fuerte, motivado y creíble para cualquier adversario potencial, mientras que dentro de la OTAN solo puede correspondernos un papel de peón de brega sumiso.

    El tercer argumento afirma que la OTAN no consentiría la neutralidad española. Esto viene a ser una confesión de que los países dirigentes de la OTAN no son amigos y aliados, lo cual es cierto como hemos visto; serían una especie de chantajistas o mafiosos a quienes no tendríamos más remedio que pagar la protección, lo cual es falso. Y aunque es verdad que tanto la OTAN como la UE tienden a destruir las naciones en función de los intereses de unas oligarquías cada vez menos democráticas, ese designio está aún lejano y probablemente fracasará, porque va contra realidades históricas y culturales profundas. Desde luego, la neutralidad de España sería vista con mucho desagrado por la OTAN, pero sus posibilidades de impedirla son escasas frente a un eventual gobierno español algo firme y sólido. Y si la OTAN replicara a la neutralidad con maniobras provocadoras o agresivas solo conseguiría transformar la neutralidad en hostilidad, que es lo último que le conviene en una zona tan sensible.  Neutralidad no es hostilidad, seguiríamos compartiendo con la OTAN ciertos valores e intereses, y en caso de peligro extremo cabría la cooperación.  Por eso una España neutral pero no hostil, sería para la OTAN un mal menor que no tendrían más opción que aceptar.

   Y ya hemos visto cómo España supo mantenerse neutral en circunstancias tan tremendas como las dos guerras mundiales, cuando el remolino bélico amenazaba con tragarse a toda Europa. Podemos imaginar muchas dificultades a la neutralidad española, pero, en condiciones de paz o relativa paz como las actuales, siempre serán dificultades mucho menores que las de aquellas dos guerras mundiales. Es obvio que falta hoy por hoy algo esencial: un conocimiento del problema por la opinión pública, y un gobierno patriótico y democrático que represente los intereses españoles y no los de otras potencias  tradicionalmente poco amigas  de España.

   Existe la evidente necesidad de abrir un debate sobre estas cuestiones absolutamente cruciales. Un debate que los partidos, gobiernos y medios de manipulación de masas actuales tratan de impedir. Por esta razón reiteramos el llamamiento a los oyentes de Una hora con la Historia a difundir, apoyar y comentar en las redes este programa.

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El Charco de la Pava  es una venta de los alrededores de Sevilla, camino de San Juan de Aznalfarache. Su dueño, Eduardo “el Chanchi”, es un hombre gordo y optimista, que recibe a sus clientes en la puerta (…). Del automóvil de Fernando Granada descendemos su mujer, Tina Gascó, el coronel Sotelo, José Ignacio Sánchez Mejías, Pepe Bienvenida, Antonio Iglesias, Pepito Sánchez Mejías y yo (…) La juerga empieza inmediatamente, como empiezan todas las juergas, tristemente, arrastrándose, hasta que el vino va caldeando los ánimos y las incoherencias. Eduardo, el ventero, caldeado desde hace treinta años (…) presume de afeminado. “No es que yo sea marica, ¿sabe usted?, pero, vamos, aficionadillo sí”, suele exclamar para justificarse (…) La Narda, Joaquín, otro ventero,  ha hecho célebre su venta por eso, por el mote y por sus ademanes y parla afeminada (…) Pepín Bello, grande amigo de Ignacio Sánchez Mejías, (…) me contó que hace años en Sevilla (…) invitaron  a un amigo a merendar Este amigo era un hombre muy del Norte, serio, formal, grave y circunspecto, matemático él (…) “¿A dónde le llevaremos?” “Pues hombre, a la venta de La Narda”.

   “Después de comer –decía Pepín , me presenté en casa de Ignacio. Yo (…) llevaba unos botines blancos preciosos. Ignacio me miró en cuanto entré. “¿Qué te has puesto?”. “Pues ya ves (…)” No se habló más de los botines. Al gran rato Ignacio se me presenta con cuatro pares de botines blancos. “Ya verás lo que se me ha ocurrido”. Me eché a temblar; las ocurrencias de Ignacio eran siempre terribles. “Ahora va a venir ese (…) y vamos a gastarle una broma. Nos ponemos todos los botines blancos; no tendrá más remedio que reparar en ello, y cuando nos pregunte el por qué, le explicaremos que allí, en la venta de La Narda, el dueño y todos los dependientes son maricas, y que el único medio de que a uno le dejen en paz es llevar botines blancos, algo así como un salvoconducto de integridad personal, ¿comprendes?” (…) Llegó nuestro hombre, y, efectivamente, se extrañó mucho de aquella  unanimidad de los botines blancos, y entonces le explica la causa  Ignacio. “¡Caramba, caramba! Pero, oiga, ¿no podríamos ir a otro lado? “¡Quite usted, si la venta de La Narda es lo mejor de Sevilla, si usted no tiene perdón de Dios de no conocerla! Además, todo está previsto, aquí tiene usted un par de botines blancos; póngaselos y no tenga cuidado alguno: va usted tan seguro como si fuera recubierto con una armadura del siglo XIII” (…) Nada más llegar, Ignacio puso en antecedentes de la broma a Joaquín, el ventero, es decir, a la Narda, que era un águila y enseguida se percató de su papel. Nos sirven jamón y vino; la Narda empieza a contar sus cuentos, que eran soberbios. El amigo, al principio muy escamado e inquieto, entró en situación y reía de buena gana (…) Lo único que preocupaba al amigo era que la Narda se había sentado a su lado y, de cuando en cuando, le lanzaba miraditas tiernas y le daba palmadas en el muslo. Los dependientes, la Celia, la Pelos, más afeminados aún que el dueño, iban y venían con sus movimientos de caderas ondulantes (…) En esto la Narda se acerca más al amigo y le dice muy gachonamente: “¡Qué ojos más bonitos tiene usted, caballero!”. El amigo pega un salto en la silla, y alargando primero un pie y luego el otro, se los metía casi en las narices de la Narda, mientras gritaba con todas sus fuerzas: “¡Eh, cuidado! ¡Mire usted, mire usted, que llevo botines blancos!” ¡Cómo se reía el pobre Ignacio”

   La broma, obviamente, había ocurrido antes de la guerra, en la república o acaso antes, pues Sánchez Mejías había muerto en 1934, de una cornada. Pero después de la guerra establecimientos como el de La Narda o de El Chanchi, continuaban abiertos. El relato es de Antonio Díaz-Cañabate en Historia de una tertulia, en los años 40, no queda claro en cuál.

 

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