Novela e historia:
Me choca que usted, que en el campo de la historia ha escrito libros de alta calidad, se haya pasado ahora al campo de la novela. Seguramente no está usted tan capacitado para la novela como para la historia, porque es raro que alguien tenga las dos virtudes a la vez. Pero, además, me parece un gran descenso de nivel. La novela, en fin de cuentas, no deja de ser un fingimiento, en el fondo no es más que una mentira agradable o entretenida, que explota las emociones. Al revés, la historia busca la verdad y por eso tiene mucho más valor, muchísimo más valor. Pero además si se mezcla la historia y la ficción en la llamada novela “histórica”, el estropicio es peor en los dos campos… Octavio (sept. 2012)
Resp. No me parece que puedan compararse la historia y la novela. Como usted indica, la historia busca la verdad. La busca a partir de los datos y una argumentación atenida a ellos, cosa que no hace la novela. Pero es una equivocación igualar ficción y mentira. El Quijote es una ficción, pero expresa sobre la condición humana una verdad de tal profundidad que la mera historia no podría probablemente alcanzar. La ficción literaria se refiere a las motivaciones íntimas de las personas, algo que el ficcionador puede “adivinar” por introspección y por lo que conoce de otros a lo largo de la vida. Un libro de historia que se dedicara a presuponer tales o cuales motivaciones personales en los políticos, por ejemplo, se vuelve por ello mismo arbitrario y generalmente ridículo. Preston, por ejemplo, es muy dado a atribuir a los personajes que trata, especialmente a Franco, las motivaciones personales que a él le da la gana de imponerle, y en las que se refleja él mismo. Esto solo funciona en la propaganda.
Lo que usted señala de la novela histórica es un peligro cierto, pero no un defecto consustancial. Ya he dicho que hay dos tipos de novela de ese género: aquel en la que el autor se apodera de personajes históricos reales y los maneja como mejor le parece, generalmente según sus prejuicios o manías ideológicas; y aquel otro en que los personajes son ficticios, por lo que es lícito “manejarlos”. En el primero (cultivado por R. Graves y muchos otros, y que se ha puesto de moda), me parece que su crítica es razonable: constituye básicamente un fraude. Sin embargo en el teatro tiene otra virtualidad, pues sabemos de antemano que los personajes reales son tratados como personificaciones de tales o cuales conflictos psicológicos (de carácter, etc.), así muchas obras de Shakespeare.
Al segundo tipo lo llamamos novela histórica solo porque la acción de los protagonistas transcurre en un marco histórico real que condiciona gran parte de su peripecia. Ahí los personajes reales solo aparecen como parte del “paisaje” de la época. Por ejemplo, en Sonaron gritos salen Franco y otros que sin embargo no tienen ningún papel en la trama novelística. También aparece Companys, que sí desempeña un importante papel, pero solo de forma pasiva, como objeto de la acción, finalmente fallida, de los protagonistas y de algunas lucubraciones de estos. Lo mismo el entierro de Durruti como ocasión para diversas reflexiones. Algunos otros, como González Vicén, están solo muy ligeramente novelados a partir de hechos en los que participaron (González Vicén en la organización de la sangrienta emboscada al maquis en Asturias, aunque yo lo sitúo en Galicia, para no crear una impresión excesiva de reportaje en lugar de novela y porque los ambientes rurales y suburbiales gallegos me son más conocidos que los asturianos).
Siendo incomparables la novela y la historiografía, cada una puede alcanzar un nivel u otro, desde lo chabacano y deleznable hasta la máxima calidad accesible al ser humano. La mayor parte de los libros de historia, como de las novelas, tiene un nivel mediocre, inevitablemente. Los personajes de ficción pueden tener más o menos verdad al modo del Quijote, eso depende del talento del autor. Usted supone que quien es historiador no puede ser buen novelista o a la inversa, pero eso no está demostrado, aunque es verdad que los de un oficio no suelen ejercer del otro. De hecho, cuando propuse la novela a Ymelda Navajo le advertí que la mayoría de la gente tiene el prejuicio –a veces fundado– de que quien destaca en un campo no puede destacar en otro, por lo que se difundiría mucho menos que mis libros anteriores.
Por lo que a mí respecta, no puedo juzgar sobre mis propios méritos literarios, como es obvio. La novela ha sido recibida con silencio sepulcral en todos los medios importantes, sean de izquierda o de derecha. Esto podría interpretarse como indicio de que su calidad es mediocre o mala… si no fuera porque con el mismo silencio han obsequiado mis trabajos historiográficos desde Los mitos de la guerra civil, por lo que el silencio responde a otros criterios que la calidad de la obra. Creo que soy la persona más vetada en dichos medios, que prefieren dedicar sus grandes espacios a otro tipo de personajes. Solo he podido comentar Sonaron gritos y golpes a la puerta en Es Radio y en Intereconomía, dos medios de difusión limitada. No obstante, las reseñas en algunos blogs han sido muy favorables, incluso excelentes.
Otros muchos lectores me han enviado comentarios, casi todos elogiosos o mucho más que elogiosos (varios los he publicado en estos blogs). No sé si ello significa mucho o poco, porque en literatura suele ser difícil ver la calidad real de una obra, que se va decantando con el tiempo; al revés que un libro de historia, cuya calidad puede apreciarse y quedar establecida desde el primer momento, porque depende menos de la subjetividad y la moda.
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Costumbrismos
**El gobierno habla de prohibir la prostitución. Se ve que no quiere competencia.
**Dimite un alto cargo de Castilla y León, de VOX, que se dedicaba a emular a la Montero con cursos de “igualdad” en un “data consulting”. Es lógico que en VOX haya entrado de todo, dada su fuerte expansión en poco tiempo.
**La era de la pederastia. Un fenómeno históricamente nuevo es la promoción de la pederastia desde el poder y con presupuestos públicos. La enseñanza “de género” es, precisamente pederastia: unos adultos convenciendo a los niños de practicar una sexualidad sin “tabúes”, es decir, al gusto de los pederastas “educadores”.
**–Hay que ver la de maricones que circulan por Madrid –¡Bah!, eso no es nada al lado de Barcelona. Barcelona es mucho más moderna, más europea, más cosmopolita… Madrid no deja de seguir siendo un poblachón manchego.–¡Hombre, claro! Lo que me jode son esos tipos conservadores que se obsesionan con quién se acuesta cada uno, como si cada uno no tuviera derecho…– Por eso te digo, el remedio es exhibirse, es pasárselo por las narices todo el tiempo. El remedio para los males de la mariconería es más mariconería, sí, esa es la palabra, hay que usar el lenguaje popular , hay que quitarle el toque patriarcalista…
** Zascas, bailoteo, nimiedades, sonrisas vacuas, frasecillas arbitrarias… La infantilización de la política. Excepción parcial en VOX. No es que los “zascas” estén de más pero hoy sustituyen la base intelectual y moral que debería tener la política.
**¡Putin es un tirano! ¿Le molestan los tiranos a la OTAN? ¿No son tiránicos los regímenes lgtbi? ¿Es Putin un tirano por rechazar la ideología lgtbi?
**Pujoliño se ofrece al PSOE para “sumar y construir”. Como siempre ha hecho el PP ¿Y qué suman y construyen? Nunca lo especifican, pero debe recordarse: suman y construyen separatismos, leyes liberticidas, venta de soberanía, alianza y amistad con Gibraltar…
**¿Habrá suficientes ciudadanos independientes que señalen por todos los medios la miseria de raíz, el programa político implícito en la aljofifa y la glorificación de un estúpido canalla como Blas Infante?
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–Me duele mi pasado… Me duele porque no le encuentro sentido –se lamentó Diego–. Creo que nadie puede encontrar sentido a su pasado, pero a casi nadie le preocupa tal cosa, por lo tanto no les duele.
–Pues haz como todo el mundo y no te preocupes –dijo su mujer– Como si la vida no trajera bastantes dolores para inventarte otros…
–No es un invento. ¿Acaso el sentido del pasado es lo que has llegado a ser en el presente? ¿El presente es el resultado de tus actos en el pasado? No. Es algo mucho más amplio. ¿Y el futuro? ¿Acaso será el resultado de lo que hacemos ahora, en el presente? Y fíjate que no me refiero a la muerte… No sabemos cómo será el futuro, pero ¿acaso sabemos cómo fue el pasado?
–Bueno, ¿y qué? Vivimos, es lo que importa. No estamos mal, no pasamos miserias… ¿No te basta? Lo que haya de ser, ya llegará por su cuenta. Y lo pasado, hay que mirarlo positivamente, tampoco ha sido tan terrible…
–No acabas de coger la idea. A todo el mundo le interesa su pasado, y si te descuidas te lo cuentan. Lo cuentan tratando de causar buena impresión, y hasta de despertar admiración, ¿entiendes? Todo el mundo quiere presentarse bien ante los demás. Pero ¿qué es lo que cuenta? Fragmentos inconexos, sin sentido… ¿No es doloroso? Un fraude. Y casi nadie se percata siquiera de lo que hace. ja, ja, Imagina un mismo suceso contado por alguien y por otro, enemigo de ese alguien… Pero tampoco es eso…
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