**Clarificador artículo de Arnaud Imatz sobre la película de Amenábar Mientras dure la guerra. https://latribunadelpaisvasco.com/art/12624/la-ficcion-propagandistica-del-cineasta-amenabar
**En plena crisis del coronavirus cabe recordar que la sanidad española se basa en la excelente red de hospitales creada en el franquismo, como ha señalado el general Chicharro, presidente de la Fundación Francisco Franco que el estafador de la Moncloa y su pandilla pretenden ilegalizar.
**Explicar a la gente la historia criminal del PSOE (y de sus tradicionales aliados separatistas) es esencial para cortar los manejos frentepopulistas que amenazan cada vez más seriamente la democracia y a España. De haber sido conocida y recordada esa historia, esa gente habría sido contenida mucho antes, o quizá habría modificado su política. Pero tengo la impresión de ser el único que insiste en esta cuestión de base, en Una hora con la historia.
Historia criminal del PSOE: Los socialistas incendian Oviedo: https://youtu.be/_L5awz95gyc

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El maquis, según la historiografía anglómana
La verdad es que hago la crítica a Varela Ortega no tanto por su ensayo como porque permite aclarar diversas cuestiones que él trata de modo harto peculiar. En otro tiempo hice una serie de observaciones sobre la historiografía lisenkiana sin reparar en la anglómana, que a mi entender no es mucho mejor, y que toma mucho de aquella, dándole un matiz algo diferente. La lisenkiana pinta un cuadro negrísimo del franquismo y de rechazo de los anglosajones por no haberse metido en la guerra civil, como quería Stalin, y por haber “salvado” a Franco en la guerra fría. La anglómana pinta un cuadro solo un poco menos negro del Caudillo pero muy benévolo con los anglosajones, que al parecer lo manejaban a su conveniencia, aceptándolo como dique anticomunista para transformarlo liberalizándolo desde dentro y a quienes deberíamos, en definitiva, lo poco bueno que tenemos o hemos hecho.
He expuesto muchas veces cómo la derrota del maquis fue una victoria transcendental del franquismo, ya que, combinado con los chantajes aliados, la penuria de los tiempos y la propia represión, habría podido provocar una resistencia capaz de ser utilizada como pretexto para una invasión. De hecho así se planteó, según L. M. Ansón para traer en volandas a Don Juan. Hay que decir que el planteamiento del maquis fue objetivamente muy acertado: el régimen español era considerado casi universalmente como un fascismo más, como el de los derrotados Hitler y Mussolini, y no debía sobrevivirles; la población soportaba graves escaseces que solo podían provocar un fuerte descontento; y la misma represión, que en otras circunstancias habría podido imponerse, se convertía en un factor de rebeldía ante la esperanza de “liberación” que suponía la presencia de los ejércitos vencedores de Alemania al norte de los Pirineos (como las divisiones nazis unos años antes) y en la frontera del protectorado marroquí. Los guerrilleros tenían además la experiencia de la resistencia francesa y la más lejana de los partisanos soviéticos.
Naturalmente, Varela no presta la menor atención a estos datos significativos. Como el maquis fue derrotado da por supuesto que tampoco supuso un gran peligro, al modo como considera “irrelevante” la División Azul. Y sin embargo el franquismo, en condiciones de aislamiento y hostilidad exteriores, derrotó al maquis, una guerra de guerrillas en la que los comunistas han demostrado gran destreza (en Yugoslavia trajeron de cabeza a los alemanes, en Grecia obligaron a intervenir al ejército inglés, que hubo de recurrir a su vez al useño para dominarla finalmente, por poner dos casos). ¿Por qué aquí no triunfó, a pesar de tantas ventajas objetivas?
Para entenderlo Varela recurre a historiadores tan sui generis como D. Arasa: lapoblación estaba “rendida y deprimida”; “masacrada por la represión de posguerra” (C. Mir) “patología del miedo, del hambre” (E. González Duro); “la energía de la gente se concentraba en la agotadora aventura de la supervivencia individual” (J. Casanova y cols); la guerrilla “no supuso amenaza alguna para el dispositivo de seguridad franquista” (T. Cossías) Cada uno de estos argumentos era considerado por los estrategas del maquis como una razón precisamente para que este tuviera éxito. Podrían valer al modo de Varela y los demás con un régimen franquista triunfal y apoyado desde el exterior, pero ocurría exactamente lo contrario. Si la gente estaba tan hambrienta y oprimida, seguir al maquis para derrocar al franquismo le habría proporcionado supuestamente libertad, planes Marshall y mejoras en todos los terrenos. Lo que quieren decir esos argumentos es que la gente era muy estúpida para no ver lo que, según ellos, les habría convenido. Ni se les ocurre el argumento de que aquella gente había vivido el Frente Popular y los partidos correspondientes, y no tenía el menor deseo de volver a tales liberadores. Y de que mantenía el suficiente patriotismo para desafiar las presiones y abusos de potencias extranjeras.
El franquismo se aplicó a fondo, desde luego, para dominar la guerrilla comunista, cosa que le costó entre tres y cinco años en las difíciles condiciones dichas. No se dejó intimidar para ello por el aislamiento, por actos provocadores como el cierre de la frontera francesa o por las campañas de opinión hostiles y permanentes en la prensa exterior; aplicó métodos eficaces como las contrapartidas y un acoso sin tregua, y consiguió impedir que los guerrilleros arraigasen en región alguna, salvo provisional y localmente. Su gran ventaja fue la ya señalada: la experiencia del Frente Popular y la república, que casi nadie quería repetir, y el patriotismo, dato este desdeñado siempre en la historiografía de izquierda y la anglómana. Pero recuérdese que en la república llegó a considerarse el patriotismo como retórica de cuatro reaccionarios y fue una especie de susto para el Frente Popular comprobar cómo los sentimientos patrióticos populares alimentaban al bando nacional. Los comunistas, los primeros en percatarse, se convirtieron entonces en los más patrioteros de todos. Lo he comentado en Por qué el Frente Popular perdió la guerra.
La derrota del maquis fue una nueva y gran victoria del franquismo. Pero para Varela y los de su tendencia, fue más bien una derrota de la libertad, como había pasado en 1939. Se ve que los españoles, o eran tan estúpidos como ellos suponen, o ya tenían suficiente experiencia de tales libertades y libertadores.
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Literatura trivial y no.

–Si Tolstoi pensaba que Shakespeare no valía nada literariamente, es que no existe ningún criterio válido para enjuiciar una obra literaria.
–No hay ni puede haber un criterio “científico”, si por científico entendemos algo parecido a la historia, en la que tampoco hay criterios propiamente científicos, pero al menos los hechos son más contrastables. La literatura trabaja con ficciones, que son imaginativas. ¿Cómo distinguir las buenas de las malas?
–Una manera sería ver a cuánta gente les agradan esas ficciones. Sería un criterio democrático. Cuantos más lectores tenga una obra literaria, mejor será. Depués de todo, los autores escriben esperando que sus obras gusten al público. Es como otra mercancía cualquiera: si se cubre una demanda es que la oferta tiene calidad.
–Más que un criterio democrático sería un criterio mercantil. El cual siempre se ha rechazado en relación con el arte.
–Un inciso. He leído en Roca Barea que las novelas de Pérez Reverte se han vendido mucho en Inglaterra, y eso que en Alatriste hay buenas tiradas contra los ingleses. ¿Es que se han vuelto masoquistas los ingleses?
–No recuerdo quién un personaje importante, se quejaba de que en Inglaterra muchos están poniendo verde su propia historia.
–Sí, sin llegar a la leyenda negra, en varios países ha habido corrientes hipercríticas hacia su pasado. Por lo de Alatriste gusta en Inglaterra porque “reconoce” lo que ellos siempre piensan de España, una cultura de la crueldad y la sangre, extravagante, corrupta e ineficaz. Esa es la impresión que da el autor, así que les parece una confesión de parte. Pero gustan porque, además, los relatos de aventuras siempre son entretenidos.
–La Leyenda Negra no cesa. Para los regeneracionistas, la historia de España era “enferma” desde la derrota de los Comuneros. O desde Recaredo, como decía Gaziel. Es una grave enfermedad intelectual.
–Dejemos eso. ¿No puede ser el criterio de calidad de una novela los premios que consiga? Los premios los otorga gente experta, no es el simple mercado. Especialmente el Nobel, pero también muchos más.
–Eso tampoco vale como criterio. Casi todo el mundo está de acuerdo en que Galdós es el mejor novelista español de su época, incluso muchos dirán que hasta ahora mismo, y sin embargo nunca recibió el Nobel. Y lo mismo pasa con otros muchos
–Tú has dicho que la literatura actual es muy trivial
– Naturalmente no puedo leerla toda, pero las calas que hago me lo confirman. Claro que es una impresión particular.
–¿No es El erótico crimen muy trivial? Y muchos episodios de Sonaron gritos, no lo son? La reseña de Aquilino Duque tenía una carga de profundidad: venía a decir que hoy la cultura es de masas y ahí lo que cuenta es el número y que tú no haces asco a las masas porque eres un proletario en el fondo y la forma. ¿No te sentiste ofendido por eso?
–Bueno, es verdad que no hago asco a las masas ni soy muy exquisito. Pero eso no implica trivialidad. Además, mis novelas se han vendido bastante poco, la masas no las han aceptado gran cosa, lo cual puede deberse al boicot de los medios y los “expertos”, o a que son demasiado “elevadas” para las masas, o a otras causas. Tampoco han tenido ningún premio… Bueno, no las he presentado a ninguno. Lo trivial en literatura viene a ser lo vulgar y trillado. En todo caso, mis novelas son originales.
–Eso es cierto, ninguna de las dos entran en las corrientes habituales.
–El famoso crítico Rafael Conte leyó El erótico crimen cuando estaba en papel y un día que lo encontré en el Ateneo me dijo que aquello no era literatura. ¿Qué era?, le pregunté, pero no supo contestarme. Cierto tipo de humor en España no se capta bien, pensé, y él era de tendencias progres.
–¿ La originalidad sería entonces el criterio?
–Parte del criterio, en mi opinión. Hay originalidades sin mérito. Espero que en mis novelas haya alguno. Creo que sí.
–¿Pero hay criterio o no? Si no lo hay, ¿a qué viene este galimatías?
–Sí, hay criterio, en mi opinión. Bastantes criterios, pero todos se resumen en uno: la literatura desciende del mito y cumple una función parecida, sublimar imaginativamente la condición humana. Por tanto es buena en la medida en que refleja aspectos de fondo de ella. Por eso los personajes simples y los relatos sin problema moral caracterizan las novelas triviales. Que no obstante pueden tener mucho éxito. En realidad, la literatura más difundida es la que suele llamarse literatura menor.
– Por tanto, un escritor no debería perseguir el éxito de ventas.
–Eso decía Tolstoi. Yo no escribo con intención de satisfacer los gustos de la gente o dirigirme “al coño de las mujeres” como decían los cipotudos. Pero claro que me gustaría tener muchos lectores, e incluso más suscitar algún debate intelectual.
–Confiesa que los éxitos de Pérez Reverte te causan bastante envidia…
Un detective catalán penetra en el sórdido mundo de la intelectualidad organizada madrileña. Una novela negra como la vida misma: https://www.amazon.es/El-er%C3%B3tico-crimen-del-Ateneo-ebook/dp/B07GD83ZN8

![El erótico crimen del Ateneo: La novela negra como la vida misma que arrasa en el mundo de [Moa, Pío, Moh, Ul-Sih]](https://images-eu.ssl-images-amazon.com/images/I/51t3W6tzgWL.jpg)
