Conocer la historia criminal del PSOE es esencial para regenerar la democracia. Intento socialista de crear una gran hambruna: https://www.youtube.com/watch?v=NjlWfCrqdng
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Usted apunta siempre al PP como el elemento más pernicioso del panorama político, y pone a Rajoy como peor que ZP, y a Casado como un mequetrefe…
–La misión histórica que en principio correspondía al PP era la defensa del referéndum del 76, una democratización apoyada en el legado de Franco y contra el embrión de frente popular que por entonces se formaba. Ha hecho exactamente lo contrario, y es preciso repetirlo para entender lo que nos ha pasado: se ha convertido en auxiliar ideológico y político de aquellos partidos que se consideraban herederos del régimen funesto salido de las elecciones fraudulentas de 1936. Y lo ha hecho a conciencia de que estaba engañando a millones de votantes con el cuento del “voto útil”. Moralmente los peperos son mucho peores que los socialistas o los separatistas, porque estos creen más o menos en lo que dicen, mientras que el PP no cree verdaderamente en otra cosa que en repartirse con ellos el poder y los dineros.
Pero Pablo Casado ha cambiado de política, según aprecian muchos analistas.
–Casado es un farsante. Para cambiar realmente tendría que haber planteado un examen crítico de la anterior política y un congreso. De ahí tendrían que salir expulsados la mayor parte de los viejos dirigentes, inevitablemente. Pasa como con el PSOE sobre el marxismo: su abandono tendría que haberse acompañado de un análisis crítico de lo que esa ideología había supuesto en la historia criminal de ese partido. Por supuesto, nada de eso se hizo, ni hace ahora Casado con el PP. Toda la motivación de unos y otros se cifra en el temor a perder votos y el poder y dinero correspondientes. Por lo tanto, el PP trata de apoderarse del discurso de VOX, incluso exagerándolo, para neutralizarlo y volver a lo único que sabe hacer: el centrismo, es decir, la complicidad con el frente popular. Su complicidad infame en la profanación de la tumba de Franco (“el dictador”, llama el miserable fantoche Casado a uno de los estadistas más importantes del siglo XX y no solo en España) ha sido toda una declaración de principios o más propiamente de su falta de ellos. Esto tendría que costarle muchos votos, aunque es verdad que la sucia labor ideológica del PP ha contribuido a infectar a millones de españoles de la falsificación histórica izquierdo-separatista. En cuanto a esos analistas que usted dice, solo demuestran su bajo nivel crítico y su ignorancia u ocultación de la historia, incluso de la más inmediata. ”Analizan” en función del chismorreo político del momento.
Por lo tanto, mientras VOX no consiga gobernar, y eso va para largo, la democracia y el país mismo podrían desmoronarse.
–No sé lo que va a ocurrir. Pero VOX tiene otros medios a los que recurrir para frenar a los liberticidas y antiespañoles antes de que la única solución sea la violencia. Lo importante es que VOX está arrancando al nuevo frente popular la bandera de la democracia en la que han encubierto todas sus corrupciones y delitos, ¡ya era hora! Empieza a arrebatarles también su dominación de la historia, base de su política presente. Y no ha adoptado las letanías antidemocráticas de los seudofranquistas. Esto abre la vía a un cambio radical. Déjeme que le diga que para VOX es un peligro la afluencia de personajes políticos del PP con aspiración a cargos de relieve. Todos esos personajes han estado muchos años con la política llamada “centrista”, se han nutrido de ella, de sus ideas o más bien argucias, y he comprobado en algunos que reproducen todos los tópicos “centristas”, que solo significan el acuerdo y seguidismo hacia el frente popular. Por lo que veo, VOX se ha ido depurando en estos años de adherencias de ese tipo, pero el peligro sigue ahí.
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Para difundir: https://www.youtube.com/watch?v=-bYbx7fFYhE&list=PLVw8hISUcZM6qky-GbFpfvDlxuiQU7bHE&index=4&t=327s
La atracción del marxismo
En la cuarta parte de Por qué el Frente Popular perdió la guerra, defines las ideologías a partir de un empleo particular de la razón. Así, el marxismo sería la razón igualitaria, el anarquismo la libertaria, el liberalismo la económica, el fascismo la jerárquica, etc. ¿No tiene algo de arbitrario? ¿Todos ellos se basaban en la razón?
–He definido las ideologías como sistemas de ideas basados en la razón, que aspiran a una coherencia racional o incluso científica que nunca alcanzan y pretenden por ello prescindir de la fe religiosa. La experiencia demuestra que la razón no solo tiene una capacidad de previsión limitada, sino que genera diversas y contradictorias interpretaciones el mundo y la vida. Veamos el marxismo: hace una crítica muy aguda al liberalismo, basada en una idea moral, incluso de raigambre cristiana, la de la igualdad entre los seres humanos. También el liberalismo preconiza esa igualdad, limitándola al aspecto jurídico, al paso que da máxima importancia a la economía. El marxismo afirma que sin igualdad económica, asimilada a la ausencia de explotación, la igualdad solo puede ser una ficción, un engaño. Marxismo y liberalismo comparten en gran medida la idea de que la economía es la base explicativa de la condición e historia humanas: muchos liberales plantean la actitud ante el comercio como la explicación de los males de la historia y la panacea para superarlos. Esto no deja de ser también un materialismo histórico, como expuse hace años en un pequeño ensayo sobre el libro de Hayek La fatal arrogancia. En esa concepción igualitaria radica el enorme atractivo del marxismo para millones de personas.
Pero usted ha señalado que para el marxismo la moral es una especie de superestructura que cambia según las formas de producción y explotación. Y dice al mismo tiempo que el marxismo se asienta en una concepción moral antiquísima.
–Sí, es una contradicción. La igualdad entre las personas no es propiamente una idea sino un sentimiento. En último extremo, diríamos: “¿Por qué, si todos estamos en el mismo mundo y con el mismo destino, abocados a la muerte, hemos de llevar unas vidas tan diferentes, unos gozando de todos los bienes y otros trabajando en las condiciones más duras para no sacar casi nada?”. Es una pregunta que surge de un sentimiento fuerte, que lo racionaliza y que choca con la realidad más palpable, vista como injusticia, porque esa igualdad nunca se da.
Luego, ¿hay una similitud también de fondo entre el marxismo y el cristianismo, que señala que todos somos hijos de Dios?
–La hay en ese sentido. Pero el cristianismo no afirma que esa igualdad pueda darse en este mundo, de ahí que en el famoso diálogo con los marxistas hayan ganado estos. Prácticamente decían a los católicos: ustedes piensan en otro mundo del que no hay constancia alguna; nosotros pensamos en este, que es donde transcurre nuestra vida. Su igualdad es pura retórica basada en una esperanza para la cual no hay base racional o práctica ninguna. Por consiguiente es un engaño para tener sometidos y tranquilos a los explotados. Nosotros, en cambio, combatimos la injusticia tradicional de la explotación del hombre por el hombre aquí, en la realidad, no engañamos a nadie.
No obstante, ese es un sentimiento no solo marxista. También lo exhiben de siempre los utopismos, tan despreciados por los marxistas.
–El marxismo trata de convertir el sentimiento en idea y la idea en ciencia. Su ciencia trata de eliminar los sentimentalismos utópicos al explicar la explotación como una necesidad histórica. El desarrollo técnico de la humanidad ha sido hasta hace poco insuficiente para alimentar a todo el mundo por igual, digo alimentar en un sentido muy amplio, como resumen de todos los bienes producibles por la técnica. Por lo tanto, una rebelión de los explotados, aunque pareciera digna de alabanza, no podría desembocar más que en la formación de una nueva oligarquía económica y política que seguiría explotando a la mayoría. Sin embargo el capitalismo ha desarrollado la técnica, la capacidad productiva, a un nivel que ya permite pensar en abolir la explotación. Por primera vez en la historia humana, la rebelión de los explotados no solo tiene las mejores perspectivas de éxito, sino que también alumbrará por primera vez en la dura historia humana una sociedad sin explotadores ni explotados, en la que el hombre desplegará todas sus potencialidades hasta entonces deformadas y limitadas por la división entre clases explotadoras y explotadas. Marx, además, creyó encontrar la forma típica de la explotación capitalista en la plusvalía, así como las contradicciones de esta, que abocarían más bien antes que después, al derrumbe del sistema. Algo de eso he tratado en un ensayo sobre su teoría del descenso de la tasa de ganancia.
¿Por qué, entonces, ha dado el marxismo lugar a regímenes tan brutales?
–Obviamente, porque es falso. Y no deja de ser irónico que sea el criterio de la práctica, que según Marx resolvía las cuestiones que la teoría no lograba clarificar, el que ha hundido al comunismo; y que haya caído en gran medida por la economía, precisamente. Ahora bien, la práctica ha dictado sentencia, por así decir, pero el problema teórico de fondo persiste. Decía Schumpeter que el marxismo logra resurgir una y otra vez, como las cabezas de una hidra. Y es porque se basa en un sentimiento persistente que precisa de análisis teóricos capaces de explicar, por ejemplo, por qué en la práctica tan buenas intenciones conducen a la pesadilla. Decía Donoso Cortés que el intento de crear un paraíso en la tierra haría salir sangre hasta de las rocas. Algo así ocurrió en nuestra guerra civil. Pero es necesario explicarlo en los propios términos en que los plantea el marxismo, y no resulta tan sencillo como algunos piensan.
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Abascal: https://www.youtube.com/watch?v=7iOJhrSZBrE




