Necesidad de un gran debate
Usted termina su libro sobre el Frente Popular planteando un Gran Debate sobre el franquismo. ¿Da por terminado el debate sobre la guerra civil?
–El debate de la guerra está terminado hace mucho tiempo porque es imposible. Se ha planteado en relación con la democracia, que no jugó ningún papel, o con la “locura fratricida” y necedades así. La guerra fue un debate a tiros sobre si continuaría la nación española, la cultura cristiana, la libertad personal, etc. Y se hizo a tiros porque izquierdas y separatistas dinamitaron la legalidad republicana. Lo he explicado mil veces y es increíble que a estas alturas haya que insistir en ello. Enfocado así el asunto, se vuelve automáticamente inteligible, como se vuelven inteligibles los embrollos en el fondo bastante estúpidos de los Viñas, Preston y toda la legión de mistificadores. Como digo en el libro, sus historias no enseñan nada sobre la realidad histórica, pero sí bastante sobre lo que ellos entienden por democracia.
Entonces la gran cuestión sería la de una dictadura de cuarenta años.
– La cuestión, la gran cuestión es cómo el franquismo se mantuvo cuarenta años por así decir contra todo y contra todos, cómo consiguió evitar a España la guerra mundial, derrotar al maquis y al criminal aislamiento impuesto desde fuera, reconstruir el país con las propias fuerzas y, en fin, alcanzar unos éxitos políticos, sociales y económicos sin parangón en España durante siglos. Todo eso requiere un profundo estudio, reflexión y debate, porque casi todo lo que se ha dicho al respecto es pura farfolla. En Los mitos del franquismo y en Años de hierro he avanzado nuevos enfoques, pero hay mucho por hacer, porque se ha mentido tan descaradamente como sobre la guerra civil.
Si el problema de la guerra, desde el punto de vista intelectual, está resuelto desde hace bastantes años, y usted ha contribuido a ello, ¿no está de sobra este libro sobre el Frente Popular?
–No está de sobra, es más bien la conclusión general, a ochenta años vista y con enfoques nuevos. En suma, la república fue un régimen perfectamente caótico y el Frente Popular un régimen abiertamente criminal. No lo trato así en el libro, pero queda claro a partir de los hechos. Un tema que he tratado en otros libros es el de la responsabilidad de Alcalá-Zamora en todo ello. Cuando izquierda y separatistas emprenden la guerra civil en 1934 y son derrotados, la república pudo normalizarse y desarrollarse pacíficamente, aunque ello exigía la ilegalización y neutralización, al menos por un tiempo, de partidos guerracivilistas. Pero un cretino conservador ansioso de congraciarse con los insurrectos como Alcalá-Zamora, consiguió neutralizar precisamente a los que habían vencido a los insurrectos. Las elecciones fraudulentas del 36 no fueron “mérito” del Frente Popular sino de Alcalá-Zamora. En cierto modo este personaje me recuerda a Rajoy…

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La inquietud de la civilización europea.
La civilización europea se diferencia de cualesquiera otras conocidas por su especial inquietud moral, intelectual y política. Otras con las que se pudiera comparar resultan mucho más estables y estáticas. Muy habitualmente se encuentra la razón de ello en el impulso técnico, sobre todo desde la Revolución industrial. Pero mucho antes Portugal y sobre todo España habían emprendido la conquista de los océanos y el descubrimiento de lo que había tras ellos, el descubrimiento e interrelación del mundo propiamente, cosa posible técnicamente desde mucho antes y por otras culturas, pero que requería un impulso espiritual particular.
La inquietud e impulso de las culturas europeas se han atribuido a muchas causas. Spengler habla de un espíritu “fáustico”, cosa que recoge Díez del Corral ampliándolo precisamente al desarrollo técnico. Hitler –recogiendo una corriente mucho más amplia– dice cosas tan extraordinarias como esta: “Es ocioso discutir qué razas fueron depositarias de la cultura humana o fundadores de lo que entendemos por Humanidad. Pero es correcto hacer la pregunta en el presente, y aquí la respuesta es clara: la actual cultura humana, sus resultados en el terreno del arte, la ciencia y la técnica, son casi exclusivamente creación del elemento ario”. Esta idea estaba implícita o explícita en todas las teorías racistas, muy extendidas en Europa y Usa, y apoyadas a menudo en el darwinismo. Para los nazis, la cuestión de la cultura consistía básicamente en la ciencia y la técnica, siendo el arte una especie de adorno deseable pero no muy esencial de aquellas. Idea tecnicista y economicista, de carácter prometeico, que comparten, como digo, muchas otras explicaciones del que podríamos llamar “hecho europeo”.
En mi libro sobre Europa sostengo que la causa profunda de la inquietud europea está en la peculiaridad de la religión cristiana como tensión aguda entre razón y fe, entre “Atenas y Jerusalén” en expresión de L. Shestof. Aunque habría que señalar el papel de Roma y exponer las diferencias realmente profundas entre el Dios cristiano y el judío, un cierto abandono de Jerusalén. La teología es, como la filosofía en general, un desarrollo cristiano imposible en el judaísmo, e impulsora de una filosofía excepcionalmente intensa por comparación con otras civilizaciones.

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Como vimos, una vez resuelta, con la marginación de Besteiro, la decisión de ir a la guerra civil, el PSOE se planteó dos orientaciones complementarias: la organización, armamento, infiltración en el ejército y otras medidas técnicas, por una parte, y por otra movimientos desestabilizadores contra el gobierno salido de las urnas.
La primera gran medida desestabilizadora fue la huelga campesina de junio de 1934, en el momento de la cosecha de los cereales. No todos los dirigentes estaban de acuerdo en ella, por temor de que la energía revolucionaria se derrochase antes del momento decisivo, pero la decisión de huelga era coherente con el ambiente creado en el partido.
Aquel año la cosecha iba a ser especialmente abundante, y dejar que se pudriera significaría extender masivamente el hambre, que ya había aumentado mucho con las medidas socialistas-republicanas del primer bienio, supuestamente beneficiosas para los trabajadores. Las cifras de muertos por hambre habían saltado e poco más de 109 bajo Primo de Rivera, a 260 en 1933. Debe tenerse en cuenta que para que una persona llegue a morir de hambre probablemente habría mil o más que sufrirían desnutrición seria. El pretexto para la huelga era una supuesta situación desesperada del campesinado, pero la realidad era muy diferente: los salarios en general habían aumentado y bajo los gobiernos de derecha la mortandad por hambre había iniciado un descenso leve pero significativo: 230 en 1934.
Hubo dos líderes e impulsores principales de la huelga: Margarita Nelken y su discípulo Ricardo Zabalza. La Nelken exhortaba así a unos campesinos no muy dispuestos, atribuyéndoles expresiones como estas: “”Queremos acabar de un balazo antes que morirnos poco a poco de hambre” Y quejas hacia la izquierda: “´¿Por qué no empezáis la revolución? (…) La culpa es vuestra, que no nos armasteis cuando estabis en el Poder”. Y la propia Nelken “razonaba”: “¿Habrá que esperar a que un día los campesinos se coman unos a otros para conmoverse?” (por cierto, esto sí ocurría en el sistema soviético a que aspiraban los jefes socialistas). Según ella los patronos “voluntaria y deliberadamente están asesinando de hambre a miles de hombres y mujeres y a sus familias por el solo delito de querer humanizar un poco sus vidas desgraciadas (ocurría también bajo el poder soviético). Que nadie se queje, que nadie se escandalice y proteste mañana si esos vientos provocan una tempestad de sangre”.
Claro que la Nelken no tenía reparo en desmentirse al hacer notar la amenaza de los jornaleros portugueses que “aprestábanse a invadir por millares los campos precoces de Extremadura y Andalucía”. Sería por solidaridad, para morirse de hambre en compañía de extremeños y andaluces.
La alarma del gobierno subió de punto. Salazar Alonso, ministro de Gobernación, clamó: “La cosecha es la República y hay que salvarla. La cosecha tiene carácter de servicio público (…) No sabemos con exactitud cuáles son los motivos de una huelga general de tal trascendencia (…) Los diputados socialistas solo citaron dos o tres casos –y quizá exageramos– de envilecimiento de los jornales. Sin embargo la huelga es decretada para toda España”. En realidad los jornales eran casi siempre iguales o superiores s los del bieno socialista-azañista. Ante las concesiones oficiales, los socialistas aumentaron su exigencias: prohibición de emplear maquinaria agrícola, supervisión de los contratos, impidiendo hacerlo a los propietarios, para introducir a sus agitadores, y que los jornales permanecieran igual el resto del año, lo que arruinaría a los propietarios pequeños y medios.
El 5 de junio comenzaba la huelga mientras el PSOE difundía rumores de un inminente ataque monárquico. El gobierno replicó con la ley de orden público de Azaña, imponiendo el estado de alarma, la censura y arrestando por unos días a varios miles de agitadores. Treinta o cuarenta ayuntamientos socialistas fueron suspendidos por su actividad subversiva. La huelga empezó a fallar. La Nelken trataba de mantener el optimismo informando en las Cortes: “A los propietarios de Jaén o de Sevilla que se han atrevido a sacar las máquinas al campo les han sido quemadas las máquinas o sus propietarios han sido muertos (el diputado Alcalá Espinosa: “Asesinados”). Muy bien, asesinados; como asesina también la Guardia Civil (…) De modo que a pesar de que no pasa nada, hay muchos muertos (el mismo: “asesinados”). Llámelo como su señoría quiera. ¡Al fin y al cabo a mí no me va a dar miedo”.
Abundaron las violencias, con 13 muertos y 200 heridos, en su mayoiría obreros agredidos como esquiroles por los socialistas. Pero el movimiento tuvo menos extensión de la esperada. De los 9.000 municipios españoles no más de 1.600 sufrieron alteraciones, y solo en 435 hubo paro real.
Por todos los conceptos, y especialmente porque habría provocado hambre masiva, la huelga fue una acción de especial criminalidad. Pero es interesante exponer cómo el PSOE transformó su fracaso en un acta de acusación al gobierno que había salvado al país de un desastre. La Nelken volvió a distinguirse en las Cortes con sus diatribas: “Los huelguistas, que utilizaban pacíficamente (días antes había dicho lo contrario) un medio de defensa previsto por la ley, viéronse perseguidos como insurrectos (…) Fueron encarcelados por millares. Más de veinte mil (…) fueron trasladados cual lamentable ganado humano, a las prisiones centrales de Castilla y del Norte. Los huelguistas eran conducidos a noventa kilómetros de distancia (…) atados unos a otros con una soga al cuello, con el riesgo de perecer ahogados a cada recodo (…) El pequeño Dollfuss (Salazar Alonso) restregábase las manos de gusto” “Lugares hubo en que todos los hombres, sin exceptuar al maestro, al médico, al farmacéutico o al sepulturero, fueron encarcelados”. Cada uno de esos datos era una mentira o una enorme exageración. Lo que no explica la Nelken es quiénes, en tal caso, recogían la cosecha.
Según aquella señora, tan elogiada por cierta historiografía de chiste, la censura –tan practicada también por Azaña– había impedido conocer “los hacinamientos en las cárceles (…), o que en la casi totalidad de las provincias las labores del campo se hallaban totalmente paralizadas y que una represión feroz pretendía someter a los campesinos al capricho inhumano de los amos de la tierra”. Se supone que serían los mismos amos los que se habrían encargado de la siega y la recogida. Pero no solo “se encarcelaba a los hombres válidos, sino también a las mujeres y a los ancianos (…). Una campesina manchega dio a luz en una celda, sobre el santo suelo; otra, en Madrid, fue separada de una hija de corta edad gravemente enferma; en un pueblo de Badajoz, un anciano paralítico fue sacado de su cama para ser llevado a una celda cuyas paredes chorreaban agua”. Cada frase era un embuste, y la Nelken no temía caer en las más brutas contradicciones ni nadie, al parecer, lo hacía notar. Pasa como con las “historias” de los Moradiellos, Casanova, Espinosa, Preston, Juliá y abundante compañía (Malefakis es bastante más prudente al tratar esta huelga).
Es importante, repito, ver cómo una acción claramente criminal y antidemocrática era transformada por la propaganda del PSOE en una legítima defensa contra supuestas injusticias intolerables, agravadas por unas represiones enloquecidas, sádicas e innecesarias. Es una táctica de permanente actualidad.
Insisto a mis lectores en la necesidad de hacer llegar el conocimiento de estas cosas al mayor número posible de personas. Si quedan solo en conocimientos testimoniales no servirán para oponerse a las amenazas actuales a la nación y la libertad. Es preciso conocer la historia criminal del PSOE porque, como decía Cicerón, la ignorancia del pasado infantiliza y corrompe las conciencias.
El primer crimen del PSOE: la huelga revolucionaria de 1917: https://www.youtube.com/watch?v=zM8RRXvuXC0

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